La práctica meditativa sugerida por el Budismo Mahayana, y en particular en el Tiantai / Tendai, se puede condensar en la aplicación de la calma y el discernimiento en todas las situaciones y circunstancias de la vida.
Los verdaderos fines de la meditación son:
1 - La superación de la finitud y el acceso a la dimensión de la infinidad de la vida.
2 - Accesar a lo Absoluto - al Uno que se encuentra dentro de la diversidad y la calma que subyace por debajo de todo el movimiento.
3 - El desarrollo de la conciencia universal, al ver la inter-relación de todos con todo dentro del Universo; ser una luz en el mundo y promover la iluminación del mundo (la conciencia cósmica de la responsabilidad).
El fin de la meditación no es, por tanto, proporcionar un tipo de psicoterapia o la relajación, sino deconstruir al sujeto (ego), para abrirlo al maravilloso, inquietante y misterio del mundo al que pertenece, y para que pueda ser amo de su destino y pueda narrar su propia historia.
a. Una mente en calma y centrada puede captar la realidad de la unidad de la vida y nosotros mismos (la verdad del vacío);
b. La mente ordinaria, sin embargo, vive en el flujo de la vida, del dolor y del tiempo, misteriosa y violenta donde constantemente buscamos la comida y el sexo, donde reina el nacimiento y la muerte (la verdad de la existencia provicional);
c· Por último, el claro discernimiento de la mente del Camino Medio, da la bienvenida al todo, donde lo inexpresable se revela y se encuentra con lo expresable, en el encuentro entre lo eterno y lo provisional (la verdad del Camino Medio).
Esto nos invita a vivir en la única y verdadera realidad, que es el momento presente (sin remordimientos, rencores, ni falsas esperanzas).
Más allá de la práctica formal, cada actividad y cada acción pueden convertirse en oportunidades para la práctica y la aplicación de la calma y la observación.