A raíz de las prontas elecciones en algunos países en el mundo, como budistas hispanos, es importante que nuestras acciones sean cónsonas con nuestra fe. Lamentablemente, en nuestros países hispanos rara vez se han presentado los Valores Budistas, y cuando se ha hecho, se ha hecho tímidamente - con miedo - a estar "políticamente incorrectos". Por ello, en las próximas entradas, presentaremos los Valores Budistas en torno a la Familia, el Matrimonio, y el Aborto, entre otros, para ayudar a los budistas hispanos a tomar una decisión informada.
En las culturas budistas, los valores familiares son profundamente respetados y a menudo se los considera parte de la base ética y social necesaria para una sociedad armoniosa. Aunque las estructuras y los roles familiares varían en las distintas tradiciones y culturas budistas, las enseñanzas budistas centrales enfatizan valores como el orden universal, la compasión, el respeto, la responsabilidad y la interdependencia, que resuenan fuertemente en la vida familiar. Si bien he explicado en detalle estos valores en nuestro comentario al Sutra de los Reyes Benevolentes, el Sutra de la Luz Dorada y el Sutra de Vimalakirti, entre otros, habiendo resumidoslos puntos más importantes en el Catecismo Budista y su Comentario, en esta entrada, presentaremos una visión panorámica de la importancia de la familia y su rol en la vida mundana y espiritual en el Budismo.
Una de las características más importantes del Budismo es el Deber Filial. El respeto por los padres y los mayores es un principio central en muchas culturas budistas, a menudo influenciado por los ideales confucianos, especialmente en Asia Oriental. el Deber Filial, siendo una enseñanza budista explícita en el Canon Budista, se alinea bien con los principios de gratitud y respeto. Es por eso que la reverencia por los padres y los antepasados se fomenta con frecuencia. Por ejemplo, el Buda elogió a quienes honran a sus padres como si establecieran una "deuda de gratitud" debido al papel protector que desempeñan los padres. En la práctica, esto a menudo se traduce en un fuerte sentido del deber hacia el bienestar de los padres y los mayores.
El principio budista de Origen Dependiente (Pratītyasamutpāda) enseña que todos los seres están interconectados, lo que se extiende a la familia. Esto fomenta una visión de la familia como una unidad donde el bienestar de cada miembro afecta a los demás. Este sentido de interdependencia alienta a los miembros de la familia a ser responsables y solidarios, cumpliendo roles tradicionales que se consideran beneficiosos para todo el hogar. Los padres a menudo se sienten responsables de brindar educación moral y espiritual a sus hijos, mientras que se alienta a los hijos a cuidar de sus padres en la vejez.
Si bien la vida monástica está idealizada en el Budismo, el matrimonio y la familia no se desalientan; más bien, se los considera caminos valiosos para que los laicos practiquen virtudes como la paciencia, la generosidad y la compasión. En el Canon Pali, vemos varias instancias donde el Buda aconsejó a los seguidores laicos sobre cómo vivir armoniosamente en familias, enfatizando el respeto mutuo, el cuidado y la responsabilidad moral, para que ambos puedan encarnar en su matrimonio los Preceptos y Valores Budistas. El matrimonio es visto co,o una forma de asociación kármica, en la que las parejas se apoyan mutuamente en su crecimiento por el camino de la sabiduría y la compasión. De esta manera, la familia puede convertirse en un lugar para practicar el Budismo, ayudando a los miembros a cultivar karma positivo y desarrollarse espiritualmente.
En el Budismo, a diferencia de las religiones abrahámicas, el matrimonio no se considera esencial para el progreso espiritual, ni es un requisito universal. El propio Buda aconsejó a los monjes y monjas que permanecieran célibes, destacando que la vida monástica era el camino más directo hacia la Iluminación. Sin embargo, el Buda no impuso el celibato a los laicos y reconoció el matrimonio como un camino viable para los jefes de familia. En el marco de la práctica laica, el matrimonio ofrece a las personas un entorno para practicar las virtudes budistas en la vida diaria. El compromiso en el matrimonio se convierte en una oportunidad para cultivar cualidades como la bondad, la generosidad y la paciencia, lo que permite a cada miembro de la pareja apoyar al otro en la creación de un hogar armonioso basado en una conducta moral y ética.
Así, como vemos, la perspectiva budista asiática sobre el matrimonio se basa firmemente en el respeto y la responsabilidad mutuos, como se describe en enseñanzas como el Sutta Sigalovada, un texto del Canon Pali a veces llamado “El Código de Disciplina del Laico”. En este sermón, el Buda aconseja a los esposos y a las esposas cómo tratarse mutuamente con respeto, amabilidad y comprensión. Se anima a los esposos a respetar a sus esposas, incluirlas en las decisiones del hogar y asegurarse de que sean tratadas con dignidad. Del mismo modo, se anima a las esposas a ser consideradas, diligentes y comprensivas. Este enfoque del matrimonio se centra en una relación equilibrada en la que ambos miembros de la pareja se responsabilicen del bienestar de la familia, creando una base de confianza y compañerismo.
En el Budismo, el papel del marido suele ser el de principal proveedor y protector. Esta expectativa coincide con las normas culturales de muchas sociedades asiáticas, donde los hombres han asumido históricamente roles fuera del hogar, centrándose en el trabajo y las responsabilidades financieras para sustentar a la familia. En las enseñanzas budistas, se aconseja al marido que cuide de su esposa asegurando su bienestar, manteniendo la estabilidad económica y brindándole una sensación de seguridad. El papel de protector también enfatiza las responsabilidades morales y éticas, y se anima al marido a predicar con el ejemplo practicando las Virtudes Budistas. Se lo considera un guía moral que ayuda a cultivar un hogar basado en principios éticos, como la honestidad, la paciencia y la generosidad. Si bien este rol no implica superioridad, sugiere un deber de cuidado y administración moral, en el que el esposo brinda apoyo tanto material como ético a la familia. Esta visión tradicional resalta un sentido de equilibrio en el que las responsabilidades del esposo están orientadas a crear un entorno estable y virtuoso para su esposa e hijos.
Por otro lado, tradicionalmente, se espera que la esposa en un matrimonio budista sea la cuidadora y administradora del hogar. Este rol abarca responsabilidades relacionadas con el cuidado de los niños, la gestión de las tareas domésticas diarias y la creación de un ambiente familiar armonioso. El Sutta Sigalovada aconseja a las esposas que sean diligentes, solidarias y amables, cualidades que reflejan cualidades que son esenciales para crear un hogar compasivo y pacífico. Esta expectativa tradicional se alinea bien con los valores budistas, ya que permite a la esposa practicar virtudes como la paciencia, la generosidad y la bondad amorosa dentro del contexto familiar. En muchos sentidos, el papel de la esposa como cuidadora principal se considera una práctica espiritual que le permite cultivar la compasión y la atención plena a través de sus interacciones con los miembros de la familia. Además, las esposas en los matrimonios budistas tradicionales suelen ser responsables de apoyar el crecimiento espiritual de sus maridos fomentando el comportamiento moral y ayudando en las observancias religiosas. Si bien estos deberes están definidos culturalmente, resuenan con el énfasis budista en la interdependencia, en la que el bienestar de cada miembro de la familia está interconectado. En este sentido, el papel de la esposa es parte integral del desarrollo espiritual y ético general del hogar, ya que mantiene la esfera doméstica de una manera que fomenta la armonía y cultiva el karma positivo para todos los miembros de la familia.
En el pensamiento budista, la interdependencia es un principio fundamental que también se aplica a los roles maritales. Los roles tradicionales de marido y mujer se consideran complementarios, y cada uno cumple deberes que apoyan el bienestar del otro y de la familia en su conjunto. En esta perspectiva, el papel del marido como proveedor complementa el papel de la mujer como cuidadora, creando una dinámica equilibrada donde las contribuciones de cada persona son valoradas y necesarias. En lugar de establecer una jerarquía, estos roles tienen como objetivo trabajar en armonía, reforzando la enseñanza budista de que todos los seres están interconectados y dependen mutuamente. Esta estructura complementaria se alinea con el Valor Budista de No Dañar (Ahimsa), alentando a los cónyuges a actuar de maneras que apoyen la felicidad y el crecimiento espiritual del otro. Por ejemplo, la provisión del marido para la familia no es solo material sino también ética, lo que permite a la esposa crear un ambiente hogareño pacífico donde se pueden cultivar las virtudes. De manera similar, el papel de la esposa en la gestión del hogar no es meramente una tarea de deber, sino que se considera una expresión de compasión y cuidado que eleva a toda la familia. Esta interdependencia fomenta un entorno de apoyo en el que cada miembro de la pareja desempeña un papel vital, lo que resalta un enfoque equilibrado de los roles de género dentro del matrimonio.
En las comunidades budistas contemporáneas, existe un creciente reconocimiento de que el matrimonio debe apoyar las aspiraciones espirituales de ambos cónyuges, y que cada uno debe contribuir de acuerdo con sus fortalezas en lugar de ajustarse a roles fijos. Este cambio se alinea con el énfasis budista en la ecuanimidad y el desapego, lo que permite a las parejas redefinir sus roles de maneras que sean mutuamente satisfactorias y de apoyo espiritual. Al fomentar un entorno en el que ambos miembros de la pareja puedan crecer y contribuir, las interpretaciones modernas del matrimonio budista reflejan cada vez más un equilibrio entre tradición y adaptabilidad, creando espacio para que ambos cónyuges realicen plenamente su potencial dentro del marco de los Valores Budistas.
El Budismo enseña que las relaciones están influenciadas por el Karma, las acciones e intenciones acumuladas de vidas pasadas y acciones presentes. Por ello, considera el matrimonio como una asociación kármica, donde los cónyuges se unen debido a afinidades kármicas y comparten la responsabilidad de crear Karma positivo a través de sus acciones. Dentro de este marco, el matrimonio es una asociación donde ambos individuos pueden apoyar el desarrollo espiritual del otro, creando un hogar que fomenta la compasión, el comportamiento ético y la atención plena. Al realizar buenas acciones juntos, como actos de generosidad y bondad, las parejas generan Karma positivo que beneficia tanto a su familia como a la comunidad en general.
Es por eso que el matrimonio también se considera una asociación espiritual, donde cada cónyuge ayuda al otro a crecer en el camino hacia la iluminación. Al compartir un compromiso con la vida ética, los cónyuges crean un entorno de apoyo para la práctica de las enseñanzas budistas. Esta asociación espiritual no solo se trata de apoyar la felicidad mundana de cada uno, sino también de alentar el crecimiento interior de cada uno, haciendo del matrimonio un camino compartido hacia la sabiduría y la compasión.
Recientemente, a medida que el mundo cambia, el Budismo ha mantenido los roles tradicionales, añadiendo que los mismos valores aplican a los matrimonios del mismo sexo.
En el ámbito de la crianza de los niños, en la familia budista, enseñar a los niños principios éticos, como la compasión, la honestidad y la atención plena, se considera una responsabilidad dentro de la familia. Los padres suelen alentar a sus hijos a aprender y practicar los principios budistas desde una edad temprana, fomentando una base moral que tiene como objetivo beneficiar tanto a la familia como a la sociedad. Los festivales, rituales y reuniones comunitarias budistas a menudo involucran a las familias, donde los niños aprenden prácticas culturales y espirituales que enfatizan el respeto por la vida y una visión compasiva del mundo.
En resumen, podemos concluir que para el Budismo, la familia es sumamente importante y sirve como ancla social y base espiritual. El equilibrio de los valores familiares tradicionales con las enseñanzas budistas permite a las familias practicar una conducta ética, brindar apoyo mutuo y cultivar la compasión. Si bien están influenciadas por las costumbres locales, las visiones budistas sobre los valores familiares generalmente fomentan el respeto, la responsabilidad y un sentido de interconexión, enmarcando a la familia como un entorno para el crecimiento tanto mundano como espiritual.
Por todo esto, es importante que al momento de tomar una decisión sobre el futuro polírico de tu país, para estar cónsono con tu fe budista, debes votar por un candidato que valore y promueva la familia, el matrimonio y el futuro económico y espiritual de tu familia y tu país. Como budistas, debemos de tomar decisones políticas basadas en nuestra fe y la razón, y no en el sentimiento de las masas ni en las ideologías ilusorias que caracterizan esta Era de Mappo o de Decadencia del Dharma.