Bienvenido a la Tierra Pura de la Luz Serena, un recurso sobre el Verdadero Budismo (一乘佛教), y sus posteriores ramificaciones, a la luz de las Enseñanzas Perfectas y Completas (圓教). Aquí presentamos el Budismo como religión, filosofía y estilo de vida, con énfasis en la Teología Budista (Budología), aspirando a presentar el Budismo balanceadamente entre la academia (estudios budistas) y la devoción, desde el punto de vista de una escuela tradicional de Budismo japonés (Escuela del Loto Reformada) y las enseñanzas universales del Sutra del Loto (法華経).


viernes, 31 de enero de 2025

La Sagrada Práctica de Recitar el Sutra del Loto: Una Lámpara en la Oscuridad de Mappō

 


Una de las prácticas del Budismo del Loto es la Recitación del Sutra del Loto, la Gran Revelación y el Verdadero Dharma del Buda en el mundo. Veamos brevemente la importancia de esta práctica y sus beneficios en nuestra vida espiritual.

El canto del Sutra del Loto en "Shindoku", el lenguaje litúrgico sagrado de nuestra Tradición, no es una mera recitación de palabras ni un simple ritual que se realiza mecánicamente. Es, en verdad, una profunda práctica meditativa, un Vehículo Sagrado de Transformación, una Puerta al Dharma Eterno que resuena en las diez direcciones. Es una práctica que recoge los méritos infinitos de los Budas y Bodhisattvas, purifica las obstrucciones kármicas acumuladas a lo largo de innumerables vidas y entrelaza nuestra existencia individual con el Voto Cósmico del Buda Eterno y los Bodhisattvas de la Tierra, la gran asamblea que defiende el Dharma Verdadero en la era más oscura de Mappō.

Entonar el Sutra del Loto es sintonizarse con la Voz del Buda Eterno, quien se encuentra predicando el Dharma incesantemente por todo el Cosmos, permitiendo que el sonido del Dharma impregne nuestro ser, armonizando nuestra mente, cuerpo y habla con la cadencia iluminada del universo. Es el aliento mismo del Buda, un eco del Rey del Dharma, resonando dentro de nosotros, elevándonos más allá de las limitaciones del ego, la mente aferrada y las preocupaciones fugaces de la existencia mundana. Las sílabas del Shindoku no son palabras comunes; son sonidos sagrados imbuidos del poder de los Budas, recipientes de la Verdad Inefable que trasciende el pensamiento conceptual.

Una Unión Meditativa en la Predicación del Buda Eterno

En la práctica del canto, no nos limitamos a pronunciar palabras, nos fusionamos con el Ritmo del Dharma. Cada sílaba es una gota de néctar, que purifica nuestra mente de engaños y calma las olas inquietas de nuestros pensamientos. La cadencia constante del Shindoku nos lleva más allá de la dualidad, a un estado en el que el yo y el otro se disuelven, y la frontera entre el practicante y el Buda se desvanece en el vasto Océano del Despertar.

El canto en Shindoku es una forma de Samadhi, una profunda absorción contemplativa en la que el sonido mismo se convierte en el vehículo de la trascendencia. A medida que dejamos de lado el pensamiento discursivo y entramos en la resonancia del Sutra, nuestra conciencia se alinea con el Dharmadhātu, el Reino Ilimitado de la Realidad tal como es. En este estado, el Buda Eterno ya no está distante, ni estamos separados de los Bodhisattvas que juraron defender el Dharma. Nos convertimos en parte de su Gran Misión, su voto compasivo de liberar a todos los seres.

La Acumulación de Mérito Infinito

En el Sutra del Loto, el Buda proclama que incluso una sola frase, incluso un solo verso, cantado con sinceridad, genera un mérito inmensurable más allá de la comprensión humana. Esto se debe a que el Sutra del Loto es la encarnación misma del Vehículo Único (Ekayāna), la Enseñanza Suprema que conduce a todos los seres a la realización de su Budeidad Innata. Recitarlo es generar vastas reservas de virtud, un tesoro inagotable que se extiende más allá de esta vida, moldeando nuestro karma de maneras invisibles.

El canto del Sutra del Loto es como un Faro de Luz en la Oscuridad de Mappō (la Era Final del Dharma en la cual vivimos), iluminando el Camino no solo para nosotros, sino para todos los seres envueltos en la Ignorancia y el sufrimiento. Cada sonido que escapa de nuestros labios es una semilla plantada en el suelo del tiempo ilimitado, una causa de Despertar que se propaga a través del vasto Océano de la Existencia Samsárica. Así como una sola lámpara puede iluminar a innumerables otras sin disminuir su propia llama, también el mérito de esta práctica irradia a través de los Seis Reinos de la Existencia, ayudando a los perdidos y cansados, guiándolos hacia la Luz Eterna de la Salvación.

A través de esta práctica, también pagamos las infinitas deudas de gratitud que tenemos con nuestros antepasados, padres, maestros y todos los seres que han contribuido a nuestro viaje. Las vibraciones del Sutra llegan más allá del mundo material, beneficiando incluso a aquellos que han partido de esta vida, guiándolos hacia el Camino del Despertar.

La Purificación del Karma y la Liberación del Sufrimiento

El ciclo de nacimiento y muerte (Samsara) está tejido con los hilos de nuestras acciones pasadas. Las semillas kármicas, plantadas a través de nuestras intenciones, palabras y acciones, dan fruto a su debido tiempo, dando forma a las circunstancias de nuestra vida. Algunos frutos son dulces, pero muchos son amargos, y conducen al sufrimiento, los obstáculos y los engaños que nublan la mente y obstruyen el Camino.

Sin embargo, el Sutra del Loto declara que todos los que practican, recitan y exponen sus enseñanzas serán protegidos por los Budas, los Bodhisattvas, y los seres celestiales. Al cantar en Shindoku, invocamos esta protección, disolviendo la oscuridad acumulada de las malas acciones pasadas, transformando el karma negativo en las causas mismas del Despertar. El Fuego del Dharma consume las ataduras que nos atan, permitiéndonos avanzar en pureza, claridad y fe inquebrantable.

Incluso cuando enfrentamos grandes dificultades, sufrimientos u obstáculos, el canto del Sutra del Loto es un escudo invencible, un refugio que ningún problema mundano puede penetrar. Los Budas nos han asegurado que aquellos que practican esta práctica recorrerán el Camino del Bodhisattva, sin ser tocados por los fuegos de las tribulaciones mundanas, iluminados por la Luz de la Sabiduría ilimitada.

Cumpliendo el voto del Bodhisattva: Difundiendo el Verdadero Dharma en Mappō

En las profundidades de Mappō, cuando las enseñanzas se oscurecen y los seres se ven agobiados por la codicia, el odio y la ilusión, el Buda no abandona el mundo. En cambio, confía su Enseñanza Suprema a quienes han hecho votos, desde tiempos inmemoriales, de defender el Dharma y guiar a todos los seres hacia la Iluminación: los Bodhisattvas de la Tierra.

Al recitar el Sutra del Loto, ocupamos el lugar que nos corresponde entre ellos. Nos convertimos en los portadores de la Antorcha de la Sabiduría del Buda, los Guardianes de su Voto Primal. Cada vez que nuestra voz lleva los versos sagrados, estamos predicando el Dharma, no solo a quienes nos escuchan, sino a los seres invisibles, a todo el Cosmos que resuena con la Verdad que expresamos. El propio Buda declaró que el Sutra del Loto es la enseñanza más elevada, la Gran Revelación final, el medio supremo para llevar a todos los seres al Despertar. Entonarlo es encarnar el Voto del Bodhisattva en su forma más pura, cumpliendo la misión que nos encomendó el Buda Eterno.

Conclusión: Un Camino de Despertar y Salvación Universal

Por lo tanto, cuando emprendamos la práctica de cantar el Sutra del Loto en Shindoku, hagámoslo con profunda reverencia, con plena conciencia de su inmenso significado. No lo recitemos por hábito u obligación, sino como un acto de profunda meditación, una ofrenda al Buda, una invocación de sabiduría y compasión. Que cada sílaba sea un paso en el Camino del Bodhisattva, que nos lleve cada vez más cerca de la realización de nuestra Budeidad Innata.

A través de esta práctica, limpiamos nuestro karma pasado, acumulamos un gran mérito y participamos en la Gran Visión del Buda: la transformación de este mismo mundo en un Reino de la Iluminación - una Tierra Pura. En la oscuridad de Mappō, nos convertimos en las lámparas brillantes del Dharma, iluminando el camino para todos los seres, cumpliendo el Voto Sagrado que resuena desde las profundidades del tiempo:

"Permaneceré en este mundo por el bien de todos los seres, difundiendo el Dharma Verdadero, hasta que todos hayan alcanzado la Iluminación".

Cantemos con una fe inquebrantable, con un corazón lleno de la Gran Compasión y con el conocimiento de que en cada respiración, en cada verso, el Buda Eterno camina con nosotros, guiándonos hacia la paz inquebrantable del Nirvana.

* * *

Pronto daremos fechas para nuestra Recitación Anual del Sutra del Loto.

El Loto Ardiente: Una Historia sobre la Compasión de Aizen Myo-o

 


Una vez, en un monasterio apartado enclavado en las brumosas montañas del Japón de la era Heian, vivía un monje devoto llamado Shinsei. Su nombre, que significa "Corazón Puro", reflejaba su dedicación absoluta al Dharma. A pesar de su compromiso, con el peso de los años, comenzó a sentir una agitación interior que poco a poco fue consmiéndolo, una agitación que ningún Sutra, meditación o ritual parecía capaz de calmar.

La fuente de su inquietud residía en su relación con una monja budista llamada Eiko, una monja compañera que se había instalado en un convento cercano. Eiko era famosa por su sabiduría y gracia, su presencia como un estanque tranquilo que reflejaba la Luna de la Iluminación. Sin embargo, en su trato con ella, Shinsei sentía una agitación dentro de sí mismo, un apego inesperado que lo cautivaba y lo atormentaba al mismo tiempo. La admiraba profundamente, pero temía que su admiración estuviera contaminada por los deseos de este mundo fugaz.

Shinsei luchó por reconciliar sus sentimientos. Evitaba a Eiko, con la esperanza de que la distancia pudiera extinguir las llamas en su interior. Pero su ausencia sólo profundizaba su anhelo. Su meditación se volvió inquieta, sus cantos vacilaron y su corazón se sintió pesado por la culpa. Temía haber quedado atrapado en los mismos apegos contra los que el Buda le había advertido, y rezó fervientemente pidiendo orientación.

Una noche de Luna Nueva, abrumado por la desesperación, Shinsei se retiró a una gruta oculta en lo profundo del bosque. Allí, se postró ante una imagen de Aizen Myo-o, un feroz y ardiente Rey de la Sabiduría con ojos llameantes y manos que agarraban instrumentos sagrados. Las lágrimas del monje cayeron libremente mientras cantaba el Mantra de Aizen, una y otra vez, su voz resonando en la quietud cavernosa.

"Gran Aizen Myo-o", suplicó Shinsei, "no soy digno del Dharma si mi corazón está atrapado por el deseo. ¡Quema mis impurezas, oh Rey de la Sabiduría, y restáurame al camino de la pureza!"

Cuando la última sílaba del Mantra se desvaneció en el silencio, un repentino resplandor llenó la gruta. Las llamas danzaban en el aire, no abrasadoras sino cálidas y radiantes, arrojando un resplandor dorado sobre las paredes. Del centro de las llamas emergió el propio Aizen Myo-o, su forma aterradora y compasiva, su mirada penetrante pero tierna.

"Shinsei" dijo Aizen, su voz resonante como el tañido de una campana del templo, "¿por qué huyes de tu propio corazón? ¿No entiendes la naturaleza del deseo y su lugar en el Dharma?"

Shinsei tembló, postrándose de nuevo. "Gran Señor, mi admiración por la monja Eiko ha nublado mi mente. Temo estar atado por el apego y alejarme del Camino Medio".

El rostro ardiente de Aizen Myo-o se suavizó y sus seis brazos se movieron con gracia, gesticulando como si estuviera tejiendo hilos de sabiduría desde el aire. "Shinsei, el deseo no es tu enemigo. Es la energía pura de la vida misma, ni buena ni mala, sino simplemente lo que es. Cuando se aprovecha con la sabiduría, se convierte en el combustible que te impulsa hacia la Iluminación".

"Pero, ¿cómo...",preguntó Shinsei, mirando hacia arriba con los ojos surcados de lágrimas, "puedo transformar esos sentimientos en algo puro? ¿Cómo puedo permanecer fiel al Dharma?"

Aizen extendió una mano y en su palma apareció un loto rojo luminoso, con sus pétalos brillando como brasas candentes. "Este loto no crece en aguas prístinas, sino en el barro. Sin embargo, su flor es pura y radiante. Del mismo modo, tus sentimientos por Eiko no son inherentemente impurezas; son el barro del que pueden florecer la sabiduría y la compasión. No los rechaces, sino examínalos con la luz de la atención plena".

El Rey de la Sabiduría continuó, su voz ahora como una suave llama: "Acércate a Eiko no como un objeto de tu anhelo, sino como un reflejo de la Naturaleza Búdica dentro de todos los seres. Honra su sabiduría, celebra su gracia y deja que estas cualidades inspiren tu práctica. De esta manera, transformas el apego en reverencia y el anhelo en el Camino del Despertar".

Con esas palabras, las llamas alrededor de Aizen Myo-o comenzaron a menguar, y la forma del Rey de la Sabiduría se disolvió en la noche, dejando atrás solo el loto resplandeciente. Shinsei lo sostuvo cerca, su calor lo inundó de claridad y paz.

Al día siguiente, Shinsei fue en busca de Eiko. Confesó sus luchas, no con vergüenza sino con humildad, y compartió la visión de Aizen Myo-o. Eiko sonrió serenamente y respondió: "El Dharma fluye a través de todas las cosas, Shinsei, incluso de nuestras imperfecciones. Caminemos juntos por este camino, apoyándonos mutuamente, como reflejos de la compasión del Buda Eterno".

Desde ese día en adelante, Shinsei y Eiko cultivaron una relación basada no en el apego sino en el respeto mutuo y la inspiración. Juntos, profundizaron su comprensión del Dharma, su práctica enriquecida por la sabiduría de Aizen Myo-o, quien les había mostrado que incluso las llamas más feroces podían iluminar el Camino hacia la Iluminación.

Y así, el loto ardiente de la enseñanza de Aizen Myo-o floreció en sus corazones, guiándolos a ellos y a todos los que siguieron su ejemplo hacia la luz radiante de la liberación.

jueves, 30 de enero de 2025

El Budismo, la Santidad de la Vida y la Postura Ética Contra el Aborto

 


Recientemente, he recibido muchos mensajes de personas preocupadas por la declaración Pro-Vida de nuestro Fundamentos del Budismo del Loto. Aunque muchas personas no lo saben, el Budismo honra la santidad de la vida, por lo que su postura ética religiosa está en contra del aborto. La vida, en la cosmovisión budista, no es un mero accidente de procesos biológicos, sino una manifestación sagrada del Dharma. El Buda enseñó que todos los seres sintientes poseen el potencial para el Despertar, lo que se conoce como Naturaleza Búdica. Cada vida, desde su misma concepción, contiene en su interior el Espíritu del Buda, la Semilla de la Iluminación. Además, la forma humana se considera la más preciosa y difícil de alcanzar, ya que ofrece la oportunidad más rara de liberación. Por estas razones, la destrucción deliberada de la vida, ya sea de un feto, un animal o cualquier otro ser sintiente, va en contra de las verdades fundamentales del budismo y de la voluntad compasiva del Buda Eterno. A continuación, exploraremos brevemente (en notas) estas verdades a través de la Palabra del Buda tal como se registra en el Canon Budista.

Parte I - La Santidad de la Vida

1. Todos los Seres Poseen el Espíritu del Buda: La Naturaleza Búdica

Una de las enseñanzas budistas más fundamentales sobre la santidad de la vida proviene del Mahāparinirvāṇa Sūtra (Sutra del Nirvana), en el que el Buda declara que todos los seres sintientes, incluidos los más pequeños y débiles, poseen inherentemente la Naturaleza Búdica:

"Todos los seres sin excepción tienen la Naturaleza Búdica. Esta Naturaleza Búdica es permanente, inmutable y pura, como una gran joya escondida en el barro. Incluso los que sufren, los que aún no han nacido y los que tienen mentes engañadas la poseen".

Este pasaje deja en claro que incluso los no nacidos poseen la Naturaleza Búdica, el cual es el Espíritu del Buda en todos los seres, uno con el Dharmakaya, lo que afirma la santidad intrínseca de la vida. La idea de que un feto "aún no es humano" es incompatible con esta doctrina, ya que su Naturaleza Búdica ya está completamente presente desde el momento de la concepción.

Otra importante Escritura Budista, el Śrīmālādevī Siṃhanāda Sūtra (Sutra del Rugido de León de la Reina Srimala), amplía esta doctrina, refiriéndose a la Naturaleza Búdica como el útero del Tathagata (Tathāgatagarbha), la esencia divina presente en todos los seres:

"El Tathāgatagarbha está presente dentro de todos los seres, velado por las impurezas de la ignorancia. Es eterno, inmutable y la fuente de la Iluminación. Es como un niño no nacido escondido dentro del útero de la madre, esperando ser revelado".

Esta comparación vincula directamente la Naturaleza Búdica con la imagen de un niño no nacido. Destruir a un ser así sería destruir una manifestación del potencial del Buda, una profunda ofensa kármica.

Además de la doctrina de la Naturaleza Búdica, muchos sutras enseñan que el Espíritu del Buda reside en todos los seres, lo que refuerza la idea de que toda vida es sagrada.

El Avataṃsaka Sūtra (Sutra de la Guirnalda de Flores) declara que el Buda impregna a todos los seres, manifestándose dentro de ellos:

"El Tathagata está presente en todos los seres vivos, ya sea que se den cuenta de ello o no. Cada ser, incluso el más pequeño, está lleno de la luz de la sabiduría, pero oscurecido por la ignorancia. Dañar a otro es dañar la presencia del Buda dentro de él".

Este pasaje afirma que matar a cualquier ser sintiente, incluido un feto, es actuar contra la Presencia Sagrada del Buda que habita dentro de todos.

El Saddharmapuṇḍarīka Sūtra (Sutra del Loto), la escritura más venerada de la Tradición del Loto, enseña que todos los seres, sin excepción, alcanzarán algún día la Budeidad:

"No existe un solo ser que carezca del potencial para convertirse en un Buda. Desde los dioses más elevados hasta las criaturas más bajas, todos están destinados a la Iluminación. Esta es la gran verdad del Dharma".

Por lo tanto, terminar con la vida de un niño no nacido es impedir que un ser recorra el Camino hacia la Budeidad.

2. La Rareza y el Valor del Renacimiento Humano

Más allá de las doctrinas de la Naturaleza Búdica y del Espíritu del Buda dentro de todos los seres, las Escrituras Budistas enfatizan que el renacimiento humano es una oportunidad excepcionalmente rara, difícil de obtener e increíblemente valiosa.

El Balapandita Sutta (MN 129) contiene una de las metáforas más famosas del Budismo. El Buda explica:

"Imaginemos una tortuga marina ciega que emerge una vez cada cien años. Flotando en el vasto océano hay un yugo de madera con un solo agujero. La posibilidad de que la tortuga, cuando salga a la superficie, meta la cabeza por el agujero es extremadamente rara. Así de raro es alcanzar el nacimiento humano".

La vida humana no es algo que se pueda tomar a la ligera: es el más raro de todos los renacimientos, una oportunidad única para la Iluminación. Destruir una vida humana antes de que comience es desperdiciar una oportunidad kármica inimaginablemente preciosa.

El Dhammapada refuerza esta enseñanza:

"Difícil es nacer como ser humano. Difícil es la vida de los mortales. Raro es escuchar el Dharma. Afortunado es encontrar la enseñanza del Buda".

Dado que el niño no nacido ya posee las condiciones para la vida humana, el aborto no solo destruye la vida de un ser sino que también le niega la oportunidad de progreso espiritual.

Basado en la evidencia escritural presentada, el Budismo defiende la santidad de la vida por tres razones profundas:

  1. Todos los seres poseen la Naturaleza Búdica, lo que hace que sus vidas sean sagradas.
  2. El Espíritu del Buda habita en todos los seres, convirtiéndolos en manifestaciones del Dharma.
  3. El renacimiento humano es una oportunidad extremadamente rara y valiosa para la Iluminación.

Desde el momento de la concepción, la vida es sagrada porque conlleva el potencial para la Budeidad, la Presencia Divina del Dharma y la rara oportunidad de liberación. Destruir una vida así es actuar en contra de la voluntad compasiva del Buda Eterno y cortar el camino de un ser hacia la Iluminación. Por lo tanto, el Budismo es firmemente Pro-Vida, enseñando que cada ser, desde la concepción hasta la muerte, es precioso y digno de protección. Defendamos esta verdad, honrando la sacralidad de la vida y guiando a todos los seres hacia el Despertar. 

Parte II - La Postura Ética Contra el Aborto

3. El Momento en que Comienza la Vida: La Conciencia Entra en el Útero 

La cuestión de cuándo comienza la vida no es una mera cuestión biológica, sino un profundo asunto de metafísica, karma y responsabilidad moral. En el marco de las enseñanzas del Buda, el ciclo de renacimiento (Samsara) dicta que la continuidad de la vida no es arbitraria ni fragmentada, sino que fluye sin fisuras de una existencia a otra a través de la fuerza del karma. La entrada de la conciencia (vijñāna) en el útero marca el comienzo de una nueva existencia, y este momento constituye el fundamento de la sensibilidad en el no nacido. Así, desde la perspectiva budista, la vida comienza en la concepción con el descenso de la conciencia al embrión, y cualquier terminación deliberada de esa vida constituye una grave violación del Primer Precepto: No Matar (pāṇātipātā veramaṇī sikkhāpadaṃ samādiyāmi).

Para comprender plenamente esta perspectiva, debemos recurrir a la Palabra del Buda, examinando cómo las Escrituras Budistas describen el proceso del renacimiento, el desarrollo de la vida en el útero y las implicaciones kármicas del aborto.

Las enseñanzas budistas describen el nacimiento no como un evento biológico aleatorio sino como un proceso dictado por causas y condiciones, de acuerdo con la doctrina del Origen Dependiente. La presencia de un padre y una madre por sí sola es insuficiente para que surja la vida; es necesaria la entrada de la conciencia. Esto se explica claramente en el Mahātaṇhāsaṅkhaya Sutta (MN 38), en el que el Buda explica cómo surge un nuevo ser:

"Si la conciencia (vijñāna) no descendiera al vientre de la madre, no se establecerían el nombre y la forma (nāma-rūpa). Si no se establecieran el nombre y la forma, no surgirían las seis facultades sensoriales".

Este pasaje afirma inequívocamente que la vida comienza cuando la conciencia entra en el cuerpo recién formado en el útero. Sin esta entrada de la conciencia (vijñāna), no habría ningún ser sintiente, solo materia biológica inerte. Esta doctrina armoniza con la teoría budista del renacimiento, según la cual la conciencia, impulsada por el karma pasado, busca un nuevo cuerpo de acuerdo con sus acciones anteriores.

Este proceso se desarrolla con más detalle en la "Teoría del Gandharva", que aparece en varios Sutras, como el Aggañña Sutta (DN 27):

"La unión de la madre y el padre, la madre estando en la estación apropiada y la presencia de un gandharva: ésta es la causa y condición para el surgimiento de un nuevo ser."

El "gandharva" es el ser de estado intermedio (en términos Mahayana, "antarābhava"), una conciencia ligada kármicamente que renace. Cuando se dan las condiciones adecuadas, desciende al útero, dando lugar a una nueva existencia sintiente. Esto es explicado también en el Ārya­nanda­garbhāvakrānti­nirdeśa (Sutra a Nanda sobre la Entrada en el Vientre):

"El Buda dijo: 'Nanda, incluso si hay un vientre materno, puede darse el caso de que alguien entre en el vientre, y también puede darse el caso de que alguien no entre. ¿Cómo se producirá la entrada en el vientre de una madre y luego el nacimiento? Si el padre y la madre, ambos con pensamientos de deseo, tienen relaciones sexuales, si el vientre de la madre está completamente puro, si ella está en su período fértil, y si el antarābhava (un ser en el intervalo entre la muerte en una vida y el nacimiento en la siguiente) aparece, se debe entender que entonces se producirá la entrada en el vientre...Nanda, ¿cómo obtiene el antarābhava la entrada en el útero de la madre? Si el vientre de la madre está limpio, el antarābhava percibe directamente la ejecución del acto de deseo, no hay ninguno de los muchos defectos mencionados anteriormente, y los padres y el niño tienen el karma de encontrarse entre sí, se producirá la entrada inicial en el vientre...De la misma manera, debe entenderse que el nacimiento en el útero no se logra solo a través del padre y la madre, ni solo por el karma, ni por otra condición en particular. Más bien, el embrión se produce debido a la unión del fluido sexual del padre, la sangre de la madre y otras causas y condiciones'."

Estas escrituras establecen que la vida comienza en la concepción, ya que es en este momento que la conciencia se fusiona con el cuerpo físico. Este es el equivalente budista de la creencia de que la vida comienza en la fertilización, excepto que en el Budismo, el énfasis está en la entrada de la conciencia en lugar de la mera formación biológica. De acuerdo con su karma, los seres nacen hombre o mujer:

"Los seres se apegan a cuerpos masculinos o femeninos a través de tendencias habituales. Algunos se sienten atraídos por la forma masculina, otros por la femenina, y a través de este apego, pasan por ciclos de nacimiento y renacimiento".

Los Sutras del Canon Budista se refieren constantemente al hombre y a la mujer como las dos formas humanas primarias. El renacimiento ocurre como hombre o mujer según el karma pasado. Esto por supuesto, no es lo mismo que la orientación sexual de la persona. Igualmente, este mismo Ārya­nanda­garbhāvakrānti­nirdeśa (Sutra a Nanda sobre la Entrada en el Vientre) dice que solo existen dos sexos o géneros: masculino y femenino:

"Si el antarābhava no tiene existencia ni como hombre ni como mujer con respecto a lo que ve ante sí, el renacimiento no se producirá."

4. El Desarrollo Fetal y la Presencia de la Conciencia

Varios textos budistas describen el desarrollo fetal como un proceso en el que la conciencia corpórea (nāma-rūpa) experimenta sufrimiento y fruición kármica. Una de las descripciones más detalladas de esto se encuentra en el Garbhāvakrānti Sūtra ("El Descenso al Útero"), un texto Mahayana que explica cómo la conciencia entra en el útero y sufre:

"Desde el momento de la concepción, el ser experimenta sufrimiento dentro del útero de la madre, constreñido y limitado por el karma pasado. El ser sintiente dentro del útero es consciente de sus condiciones y, debido al karma pasado, sufre a través de las etapas del desarrollo fetal."

Este Sutra afirma que el niño no nacido no es un conjunto inerte de células sino un ser sintiente que ya está sufriendo la retribución kármica. Destruir a un ser así sería un acto de matar, que el Budismo condena universalmente.

Esta idea se refuerza en el Śūraṅgama Sūtra, una escritura Mahayana que explica:

"La conciencia sigue las causas kármicas, entrando en el útero cuando las condiciones están maduras. Desde el momento de la concepción, el nuevo ser posee las semillas de la percepción y el sufrimiento".

Por lo tanto, incluso en las primeras etapas del embarazo, el feto ya es un ser sintiente portador de karma, lo que respalda aún más la visión budista de que el aborto es un acto de quitar la vida.

5. Las Consecuencias Morales y Kármicas del Aborto

El precepto ético fundamental en el Budismo es "Ahimsa" (No Violencia), que está consagrado en el Primer Precepto: No Matar. El Buda explica en el Upāli Sutta (AN 3.70):

"Quien mata deliberadamente a un ser sintiente, desde el insecto más pequeño hasta un humano, acumula karma insalubre que conduce a futuros sufrimientos".

El feto, como ser sintiente que experimenta sufrimiento en el útero, cae bajo esta protección. El Sāleyyaka Sutta (MN 41) afirma además:

"Abandonando la toma de vidas, se abstiene de matar seres vivos. Dejando a un lado la vara y el arma, es gentil y bondadoso, compasivo con todo lo que vive".

El Primer Precepto, que prohíbe matar a cualquier ser sintiente, es fundamental para la ética budista, y el aborto, como terminación intencional de una vida en desarrollo en el útero, se considera una grave violación de este Precepto. El Canon Budista describe las consecuencias kármicas de quitar la vida, incluido el aborto. Estas consecuencias se manifiestan en esta vida, en los renacimientos futuros y en el ciclo de Samsara (el ciclo interminable de nacimiento, muerte y renacimiento). Matar es una de las cinco ofensas kármicas más graves que conducen a graves consecuencias en el renacimiento. El Abhidharma-kośa explica que para que un acto de matar genere su consecuencia kármica completa, deben estar presentes cinco factores:

  1. Debe estar presente un ser vivo.
  2. Se debe reconocer al ser como vivo.
  3. Debe haber intención de matar.
  4. Debe haber una acción que conduzca a la muerte.
  5. El ser debe morir como resultado. 

El aborto cumple todas estas condiciones, lo que lo convierte en una ofensa kármica directa. El karma generado depende de la intención, la conciencia del acto y el nivel de remordimiento o justificación.

El Buda afirma en el Cūḷakammavibhaṅga Sutta (MN 135, El Sutra Breve Sobre el Karma):

"Quien mata a seres vivos, que es cruel y no tiene compasión por los seres vivos, al disolverse el cuerpo, después de la muerte, renace en un reino de miseria".

Quienes matan intencionalmente pueden renacer en el Infierno (Naraka), como un animal, o en una condición humana inferior donde experimentan una vida más corta, enfermedad o violencia.

En el Abhaya Sutta (AN 3.99, El Sutra sobre los Tres Tipos de Asesinato), el Buda diferencia entre:

  1. Matar con un odio intenso (mayor carga kármica).
  2. Matar por engaño o negligencia (carga kármica media).
  3. Matar con arrepentimiento (menor carga kármica, pero aun así insalubre).

El aborto puede caer en la segunda o tercera categoría, dependiendo de la intención y la conciencia de la madre y de los involucrados.

En el Sāleyyaka Sutta (MN 41, El Sutra sobre los Efectos de Matar), el Buda explica que quienes matan, ya sean seres pequeños o grandes, crean karma que conduce a renacimientos desfavorables:

"Si una persona se dedica a la destrucción de la vida, al disolverse el cuerpo, renacerá en un estado inferior, en una condición desfavorable, en un reino de sufrimiento".

Esto se aplica a todas las formas de vida, incluidos los seres no nacidos, ya que poseen conciencia (viññāna), que es el criterio clave para el renacimiento. Dado que el renacimiento humano es raro y precioso, terminarlo prematuramente es una ofensa mayor que matar a un animal inferior.

Las enseñanzas budistas dejan claro que matar cualquier forma de vida sintiente, incluido un ser no nacido, es una grave transgresión moral. Quienes participan en el aborto o lo apoyan generan un gran karma negativo que conduce al sufrimiento en futuros renacimientos.

El Upāsakaśīla Sūtra (Sutra sobre Preceptos para Discípulos Laicos), un texto Mahayana sobre ética laica, prohíbe explícitamente matar, incluido el aborto:

"Quien se refugia en las Tres Joyas no debe quitar la vida, ya sea en el útero o después del nacimiento. Quitar la vida conduce a un gran sufrimiento en futuros renacimientos".

También afirma que un seguidor laico que causa directa o indirectamente la muerte de un feto experimentará enfermedad, desgracia y una vida más corta en vidas futuras.

El Kṣitigarbha Sūtra explica cómo quienes cometen un aborto corren el riesgo de renacer en reinos inferiores, mientras que los seres abortados experimentan sufrimiento como espíritus errantes.

"Si una madre, por ignorancia o miedo, pone fin a la vida del niño en su vientre, el espíritu del niño puede vagar, sufriendo en la oscuridad, buscando refugio. A menos que se transfiera el mérito, ese ser puede renacer en un reino inferior, sufriendo durante muchos kalpas".

Sin embargo, el Sutra también proporciona un camino para la purificación kármica, al afirmar:

"Si los padres, con remordimiento, hacen ofrendas al Buda y dedican mérito, el sufrimiento del espíritu no nacido se aliviará y los padres podrán evitar toda la fuerza de la retribución kármica".

Además, en el Lakkhaṇa Sutta (DN 30), se enseña que el Bodhisattva, en su último nacimiento, entra en el útero con plena conciencia:

"El Bodhisattva es consciente y está atento en el útero de su madre, percibiendo las condiciones de su futuro nacimiento".

Esta enseñanza destaca que incluso antes del nacimiento, un ser avanzado como un Bodhisattva es plenamente sintiente y está comprometido con su camino kármico, lo que refuerza la sacralidad de la vida en el útero.

El Garbhāvakrānti Sūtra describe cómo la conciencia entra en el útero y experimenta sufrimiento. Si se aborta un feto, su conciencia puede experimentar una gran angustia kármica y vagar como un Espíritu Hambriento (Preta) o renacer en un reino inferior.

Conclusión: El Budismo es Pro-Vida y Anti-Aborto

Basándose en estas enseñanzas escriturales - que no es exhaustiva - la posición budista sobre el aborto es clara:

  1. La vida comienza en la concepción, cuando la conciencia (vijñāna) entra en el útero en ese momento.
  2. Los no nacidos sufren y su destrucción equivale a quitarles la vida.
  3. Matar es una grave ofensa en el Budismo y el aborto intencional viola el Primer Precepto.
  4. Las consecuencias kármicas del aborto son severas y conducen a un sufrimiento futuro para todos los involucrados.
  5. El renacimiento en reinos inferiores, la reducción de la esperanza de vida y el sufrimiento son posibles efectos kármicos.
  6. La conciencia no nacida continúa su viaje kármico, a menudo experimentando sufrimiento.

Si bien la compasión siempre es un factor en la ética budista, la verdadera compasión no justifica matar, sino que busca soluciones que respeten toda la vida sintiente. Por lo tanto, el aborto, excepto en las circunstancias más extremas (por ejemplo, salvar la vida de la madre, malformaciones genéticas, etc.), no es compatible con los principios éticos budistas.

Para quienes buscan seguir el Dharma, el camino es claro: la vida es sagrada, desde la concepción hasta la muerte. Destruir la vida es actuar contra el Orden Natural del Dharma. La Escuela del Loto Reformada, siendo fiel a la Palabra del Buda contenida en su Canon, coloca la Palabra del Buda por encima de toda interpretación moderna contemporánea, que solo refleja la oscuridad de la Era Final del Dharma en la cual vivimos. 

* * *

El Budismo, como el Dharma de la sabiduría infinita y la compasión sin límites, enseña que todas las acciones tienen consecuencias kármicas, pero ningún ser está más allá de la redención. El Buda no vino a este mundo para juzgar, condenar o castigar, sino para guiar a los seres a salir del sufrimiento con compasión y medios hábiles. Si bien el Budismo reconoce que el aborto es quitar la vida y, por lo tanto, genera repercusiones kármicas, también entiende que la vida es compleja, el sufrimiento es inmenso y las decisiones humanas a menudo se toman bajo una gran angustia.

Por lo tanto, en lugar de condenar a quienes han abortado, el Budismo amplía la comprensión y ofrece caminos para la curación, la expiación y la reconciliación espiritual. Las enseñanzas del Buda enfatizan el arrepentimiento, la acumulación de méritos y el poder transformador de la compasión, asegurando que quienes han quitado la vida, intencionalmente o no, puedan encontrar la paz y la liberación.

El Buda nunca abordó las faltas morales con una dura condena, sino con una profunda comprensión del sufrimiento humano. Esto se refleja en el siguiente pasaje del Majjhima Nikāya (MN 86, El Sutta Angulimāla), en el que el Buda se encuentra con el asesino en masa Angulimāla:

"Incluso aquel que ha cometido un gran daño, si se vuelve hacia el camino del Dharma, puede encontrar la paz. El Tathāgata no abandona a ningún ser, pues todos tienen el potencial para el despertar".

Angulimāla había asesinado a cientos de personas, pero el Buda no lo rechazó ni lo condenó como malvado. En cambio, le ofreció un camino de redención. Si incluso un asesino en masa podía transformar su karma y alcanzar la Iluminación, entonces, sin duda, quienes se han sometido a un aborto, a menudo en momentos de gran sufrimiento, miedo o necesidad, no están más allá de la compasión del Buda.

Otra historia profundamente conmovedora es la de Kisāgotamī, que se encuentra en el Therīgāthā. Ella era una madre que perdió a su hijo y estaba devastada por el dolor. Se acercó al Buda y le rogó que le devolviera la vida a su hijo. En lugar de regañarla por su apego, el Buda la guió suavemente hacia la sabiduría: "Ve y encuentra una semilla de mostaza en una casa donde nadie haya perdido a un ser querido". Pronto se dio cuenta de que el sufrimiento es universal y de que no estaba sola. Al comprender la impermanencia y la naturaleza de la vida, superó su dolor y alcanzó la comprensión.

Así como Kisāgotamī fue conducida de la desesperación a la sabiduría, también quienes han tenido un aborto pueden ser guiados hacia la paz, la curación y la renovación espiritual.

Aunque el Budismo enseña que todas las acciones intencionales producen karma, también reconoce que el karma no es fijo ni ineludible. El Buda enseñó la doctrina del Origen Dependiente, según la cual nada es absoluto y todas las cosas pueden cambiar mediante el esfuerzo correcto.

En el Cūḷakammavibhaṅga Sutta (MN 135, El Discurso Breve sobre el Karma), el Buda explica:

"El karma se forma con la intención, pero no es inmutable. Mediante la sabiduría, las acciones virtuosas y la acumulación de méritos, uno puede purificar las acciones malsanas del pasado y caminar hacia la liberación".

Por lo tanto, si bien el aborto es un acto que afecta al karma, no condena a la persona al sufrimiento. Más bien, mediante el arrepentimiento sincero y la acción correcta, uno puede purificar el karma negativo y cultivar un corazón compasivo. En el Brahmajāla Sūtra, el Buda nos enseña:

"Si alguien ha quitado la vida pero se arrepiente sinceramente, se refugia en el Buda y hace el voto de proteger la vida de ahí en adelante, su karma negativo se aliviará".

Los padres que han sufrido un aborto pueden dedicar méritos a los seres abortados por medio de un Sacerdote Budista en una ceremonia especial, recitando Sutras, ofreciendo comida a los monjes o realizando actos compasivos para ayudar a que la conciencia del niño abortado encuentre un mejor renacimiento.

El Camino Budista siempre permite el autoexamen y la expiación. La práctica del arrepentimiento en el Budismo ayuda a las personas a reconocer las acciones pasadas sin autocondenarse. Como enseña el Brahmājāla Sūtra:

"Si alguien ha quitado la vida, pero con sincero arrepentimiento busca purificar su corazón, se arrepiente con devoción y se compromete a proteger la vida de ahí en adelante, su karma se aliviará y el camino hacia la liberación permanecerá abierto".

El camino hacia la liberación siempre está abierto. Ningún error, ninguna acción pasada y ningún sufrimiento están más allá del poder transformador del Dharma y la Gracia Redentora del Buda. A quienes han abortado, el Budismo les ofrece compasión, no condena; sabiduría, no juicio; sanación, no desesperación.

miércoles, 29 de enero de 2025

¡Felía Nuevo Año de la Serpiente de Madera!


 

Doctrinas Budistas: La Ignorancia Fundamental y el Despertar en el Budismo del Loto

 


Desde tiempos inmemoriales, el Budismo ha descrito la condición humana como una existencia marcada por la Ignorancia Fundamental (Avidyā), un oscurecimiento de la mente y el corazón que impide a los seres sintientes reconocer su Verdadera Naturaleza. En la Tradición del Loto, esta Ignorancia no es meramente un desconocimiento intelectual, sino una alienación de la Realidad Suprema del Buda Eterno y del Dharma; un producto natural de la formación y la evolución del universo. Es la niebla que crea la dualidad y vela la Budeidad Innata de todos los seres, el velo que oculta la Interconexión Sagrada del Cosmos y el Plan Dhármico de Salvación revelado en los Sutras más sublimes del Canon Budista. Sin embargo, esta Ignorancia, por profunda que sea, no es absoluta; no tiene el poder de anular la naturaleza última de los seres ni de interrumpir el flujo incesante de la Gracia del Buda. En la Luz del Dharma, su remediación es posible y está al alcance de todos aquellos que se abren a la fe, el estudio y la práctica.

La Naturaleza de la Ignorancia Fundamental

La Ignorancia Fundamental es la raíz del sufrimiento (Dukkha) y de la transmigración en el Samsara. Según el Sutra del Loto, esta Ignorancia se manifiesta en la separación ilusoria entre el ser y el Buda, en la creencia errónea de que la Realidad está fragmentada, de que los seres están desconectados del Dharma. Tal ceguera engendra deseos desmedidos, aversiones y apegos que perpetúan el ciclo del renacimiento y oscurecen la compasión y la sabiduría innatas de la mente.

Los Grandes Maestros de la Tradición del Loto, como Chih-i y Saicho, enseñaron que esta Ignorancia es el punto de partida de la práctica budista, pues sin ella no habría necesidad de recorrer el Sendero. Sin embargo, también subrayaron que la Ignorancia misma no es una entidad separada de la Iluminación; en realidad, es solo la no-reconocida manifestación de la sabiduría del Buda. En el marco de la doctrina del Hongaku (Iluminación Original - Budeidad Innata), la Ignorancia no es otra cosa que la sabiduría que espera ser revelada.

Las Implicaciones de la Ignorancia en la Vida Diaria

En la existencia cotidiana, la Ignorancia Fundamental se expresa en la percepción errónea de la separación. Nos identificamos con un yo individual (nuestro ser finito y falso), desconectado de los demás, incapaz de ver el entramado kármico que une nuestras vidas con la Totalidad de la Existencia. Esta visión equivocada nos conduce al sufrimiento y a la ilusión de que la felicidad depende de factores externos.

La Ignorancia Fundamental afecta nuestra vida diaria de innumerables maneras. Se manifiesta en la ansiedad constante por el futuro, en la resistencia a aceptar el cambio de la Impermanencia y en el apego desmesurado a la identidad propia, lo que nos lleva a defender ideas, creencias y posesiones como si fuesen la esencia de nuestra existencia. En el ámbito de las relaciones humanas, genera conflictos debido a la falta de comprensión mutua y a la tendencia a juzgar a los demás desde una perspectiva egocéntrica.

En el mundo moderno, la Ignorancia Fundamental también se refleja en la ilusión de separación entre lo material y lo espiritual. Muchas personas buscan la felicidad en la acumulación de bienes o en la validación social, sin darse cuenta de que la verdadera paz y plenitud provienen del reconocimiento de la interconexión con todos los seres y con la naturaleza absoluta del Buda. Esta búsqueda externa perpetúa el ciclo de insatisfacción, generando una sensación de vacío que nunca puede ser colmada con objetos materiales o logros efímeros.

Por otra parte, la Ignorancia Fundamental también se manifiesta en la falta de compasión hacia los demás y en la incapacidad de ver la Budeidad en cada ser. Cuando nos percibimos como entes aislados, nos resulta difícil actuar con verdadera generosidad, ya que consideramos nuestras necesidades y deseos como prioritarios. Esta ilusión de separación refuerza los prejuicios, la intolerancia y el sufrimiento tanto propio como ajeno.

El Remedio de la Gracia del Buda y del Dharma

Si la Ignorancia es el punto de partida, la Gracia del Buda es el puente que nos conduce de la Oscuridad a la Luz. En el Sutra del Loto, el Buda Eterno, en su infinita compasión, no abandona a ningún ser en la confusión. A través de medios hábiles (upaya), adapta sus enseñanzas para guiar progresivamente a los seres hacia la realización de su Budeidad. Este amor incondicional se manifiesta en la actividad dinámica del Buda a través del Cosmos llevando a los seres al Despertar, en la transmisión del Dharma, en la comunidad de la Sangha, y en la Luz del Conocimiento que ilumina el Sendero.

El Buda Eterno no es una entidad separada del Cosmos, sino su esencia más profunda y radiante. En la Tradición del Loto, se enseña que el Buda permea todas las cosas y que su cuerpo es el Cosmos mismo. Por ello, no hay rincón del universo donde su compasión no alcance, ni ser alguno que quede fuera de su Luz.

El Sutra del Loto revela que el Buda ha estado presente desde tiempos inmemoriales, guiando a los seres a través de innumerables formas y manifestaciones. Su Presencia se encuentra en cada brisa que mueve las hojas, en cada estrella que ilumina la noche, en cada acto de amor y en cada impulso de búsqueda espiritual. No hay obstáculo que no pueda ser superado bajo su guía, ni extravío que no pueda ser redirigido hacia el Despertar.

Comprender esta omnipresencia transforma nuestras vidas: cada momento se convierte en una oportunidad para descubrir la sabiduría del Buda, cada interacción es una posibilidad de manifestar la compasión, cada acto se convierte en un paso hacia la Iluminación. La separación entre lo sagrado y lo mundano se disuelve, y la totalidad del Cosmos resplandece como una Tierra Pura en la que el Buda camina junto a todos los seres.

La Gracia del Buda es incesante y omnipresente. No depende de los méritos del individuo ni de su capacidad intelectual, sino de su apertura a recibirla. Como el Sol que brilla sobre todos sin distinción, la Luz del Dharma penetra en la existencia de aquellos que, con humildad y confianza, se disponen a recibirla.

Viviendo el Dharma: La Transformación de la Ignorancia

La superación de la Ignorancia en la vida diaria implica un triple compromiso: la fe, el estudio y la práctica. La fe nos permite confiar en la promesa del Buda de que todos los seres tienen la capacidad de alcanzar la Iluminación. El estudio del Sutra del Loto y de las enseñanzas de los Grandes Maestros nos proporciona la comprensión necesaria para reconocer la naturaleza ilusoria de la Ignorancia. Finalmente, la práctica, a través de la meditación, la recitación y la acción bodhissáttvica, nos permite encarnar el Dharma en cada instante de nuestra vida.

Para trascender la Ignorancia Fundamental y manifestar la sabiduría innata de nuestra Naturaleza Búdica, el Budismo del Loto enfatiza la observancia de los Preceptos y la práctica de la Meditación.

Los Preceptos o Mandamientos Budistas no son meras reglas morales impuestas desde el exterior, sino expresiones de la armonía intrínseca del Dharma. Al vivir según estos principios —No Matar u Honrar y Proteger la Vida, No Robar u Honrar lo Ajeno, No Mentir u Honrar la Verdad, No Abusar de la Sexualidad u Honrar las Relaciones Saludables, y No Abusar de Intoxicantes o Mantener la Verdadera Naturaleza de la Realidad— purificamos nuestra mente y creamos las condiciones propicias para que nuestra Budeidad Innata se manifieste en pensamientos, palabras y acciones. Cada acto en conformidad con los Preceptos nos acerca a nuestra Verdadera Esencia, nos ayuda a disipar la Ignorancia y refuerza nuestro vínculo con el Dharma.

Por otro lado, la Meditación es el medio por el cual podemos entrar en comunión con el Buda y su Espíritu en nosotros. En el silencio de la meditación, disolvemos las barreras ilusorias de la mente, dejamos de aferrarnos a las distinciones del ego y nos abrimos a la Presencia del Buda en nuestro corazón. A través de la contemplación del Sutra del Loto, la recitación y la concentración en la Realidad Ultima, nos alineamos con la Voluntad del Buda Eterno y permitimos que su luz fluya a través de nosotros, iluminando cada aspecto de nuestra existencia.

Al integrar los Preceptos y la Meditación en nuestra vida diaria, transformamos nuestra existencia en una expresión viviente del Dharma. Cada acción justa y cada momento de quietud se convierten en ofrendas de reverencia hacia el Buda, construyendo un camino que nos conduce a la Iluminación y al despertar de todos los seres. En la cotidianidad, esto se traduce en un cambio de perspectiva: en ver a los demás como manifestaciones del Buda, en responder con paciencia y amor a la adversidad, en transformar cada obstáculo en una oportunidad para el Despertar. La Ignorancia no se erradica de un solo golpe, sino que se desvanece progresivamente conforme la Luz del Dharma impregna nuestras vidas.

Hacia la Iluminación Universal

La Ignorancia Fundamental es la Sombra de la Ilusión que oscurece la Verdadera Naturaleza de los seres, pero no es un destino irreversible. A través de la Gracia del Buda y del compromiso con el Dharma, cada ser puede disipar la oscuridad y manifestar su Budeidad Innata. En la Tradición del Loto, esta transformación no es solo individual, sino colectiva: el Camino del Bodhisattva nos llama a compartir esta Luz con todos los seres, convirtiendo el mundo en una Tierra Pura, en un reflejo del Reino del Buda en la Tierra.

Es por eso que debemos de ver cada paso que damos en el Sendero como un acto de fe, una afirmación de la Verdad del Dharma, y una expresión de la compasión infinita que nos envuelve a todos. En cada instante, en cada gesto, en cada pensamiento, la Ignorancia puede ceder a la Sabiduría, y la Oscuridad puede dar paso a la Luz de la Iluminación.

lunes, 27 de enero de 2025

El Mundo del Despertar: El Sutra Gandhavyuha o de la Entrada al Reino de la Realidad - Capítulo 53 - El Quincuagésimo Maestro - Shrisambhava y Shrimati

 El Sutra Gandavyuha, el capítulo final y culminante del monumental Sutra Avatamsaka (Sutra de la Guirnalda de Flores, el cual fue el primer sermón dado por el Buda en nuestro mundo), es un texto profundo e intrincado que encapsula la esencia de la filosofía y la práctica budistas Mahayana. Su título, a menudo traducido como la "Entrada al Reino de la Realidad", refleja su énfasis temático en la interconexión ilimitada de todos los fenómenos y las dimensiones infinitas de la sabiduría del Buda. El Sutra narra el viaje espiritual del peregrino Sudhana, un joven buscador inspirado por el Bodhisattva Manjushri, que se embarca en una odisea para descubrir la Verdad Ultima. A lo largo de su viaje, Sudhana visita a cincuenta y tres maestros espirituales, entre ellos Bodhisattvas, monjes, laicos, reyes e incluso seres celestiales, cada uno de los cuales encarna una faceta única del Dharma; uno de los 52 peldaños en los Estados del Despertar a la Budeidad. A través de estos encuentros, Sudhana aprende que la Iluminación no surge de una comprensión aislada, sino de la interacción armoniosa de la sabiduría, la compasión y los medios hábiles.

El Sutra Gandhavyuha es tan largo que es considerado por muchos como su propio Sutra o un libro separado, detallando el Camino Budista en su totalidad. Por lo tanto, el Sutra sirve como guía espiritual y como meditación profunda sobre la naturaleza de la Realidad, inspirando a los practicantes a recorrer el Camino Budista hasta su culminación: la Budeidad.

En las próximas entradas, complementaremos nuestro Ciclo de Lecturas sobre el Sutra Avatamsaka, que continuamos este año, con una interpretación moderna ("Reimaginada") del Sutra Gandhavyuha, para el beneficio de todos los lectores modernos. Espero que el mismo sea del agrado de todos los budistas hispanos.


Capítulo 53 - El Quincuagésimo Maestro - Shrisambhava y Shrimati

Sudhana viajó con determinación inquebrantable a la luminosa ciudad de Sumanāmukha. Allí, en un lugar que resonaba con tranquilidad y profunda virtud, buscó a los extraordinarios hermanos Śrīsaṃbhava y Śrīmati, cuya fama como guías espirituales los precedía como una brisa fragante, aun cuando eran niños. El niño Śrīsaṃbhava y la niña Śrīmati, aunque de aparentaban una forma juvenil, irradiaban una sabiduría tan antigua como las estrellas, su presencia brillaba con la luz de las virtudes de los Bodhisattvas. El aire que los rodeaba parecía imbuido de una serenidad sobrenatural, como si las bendiciones de innumerables budas residieran en su propio aliento.

Cuando Sudhana se acercó, su corazón se llenó de reverencia y se inclinó profundamente, presionando su frente contra el suelo ante sus pies. Levantándose lentamente, se paró frente a ellos, con las palmas de las manos unidas en homenaje, su mirada firme pero humilde. Con una voz que transmitía el anhelo de mil vidas, habló: "Aryas, he despertado la aspiración por la Iluminación más alta y completa. Sin embargo, no soy más que un viajero en este vasto e ilimitado camino. No sé cómo un Bodhisattva debe entrenarse en conducta ni de qué manera se debe practicar el Sagrado Camino de la Iluminación. Aryas, he oído hablar de su gran sabiduría y de tu benevolencia al guiar a los Bodhisattvas. Les imploro que me concedan sus enseñanzas, para que pueda aprender la manera de cumplir los Votos de un Bodhisattva".

Los hermanos Śrīsaṃbhava y Śrīmati miraron a Sudhana con ojos llenos de compasión, sus expresiones serenas pero profundas. Al unísono, sus voces sonaron como una melodía armoniosa, suave pero inquebrantable: "Noble, hemos alcanzado y permanecemos en la liberación del Bodhisattva conocida como 'La Apariencia de la Ilusión'. Por el poder de esta liberación, vemos todos los mundos y fenómenos como ilusiones, transitorios, dependientes de causas y condiciones, y en última instancia vacíos de existencia inherente".

Continuaron, sus palabras revelando la Verdadera Naturaleza de la Realidad como un loto que despliega sus pétalos hacia el Sol. "A través del lente de esta liberación, percibimos todo karma y kleśas como ilusiones, meras apariencias que surgen del engaño. También vemos a todos los seres como ilusiones, sus formas e identidades conjuradas por la interacción ilusoria de la Ignorancia, el anhelo y el devenir. Así como un espejismo brilla en las arenas del desierto, así también los fenómenos del mundo surgen de la red ilusoria de condiciones interdependientes".

Śrīsaṃbhava continuó explicando, con su voz firme como el fluir de un gran río. "Los Tres Reinos de la Existencia —el Reino del Deseo, el Reino de la Forma y el Reino Sin Forma— no son más que ilusiones tejidas por percepciones erróneas. El nacimiento, la muerte, la vejez y el sufrimiento son como sueños que surgen de las falsas nociones de permanencia y de yo. Incluso los reinos de los Shravakas y los Pratyekabuddhas son ilusorios, pues nacen del análisis limitado que descarta la sabiduría ilimitada del Mahayana".

Śrīmati, con su voz suave pero resonante de perspicacia, agregó: "Incluso las actividades compasivas de los Bodhisattvas, sus oraciones y sus esfuerzos por guiar a los seres son, en su esencia, ilusorios. Como reflejos en un lago claro, surgen de la sabiduría y los medios hábiles de los Bodhisattvas, que comprenden la naturaleza vacía de todos los fenómenos. Los Campos de los Budas también son apariencias de ilusión, creadas por las oraciones profundas y la compasión inconcebible de aquellos que han comprendido la Verdadera Naturaleza de la Realidad".

Después de una pausa, los hermanos dejaron que sus palabras se asentaran como rocío sobre el suelo fértil de la mente de Sudhana. Entonces, con voces que llevaban el peso de incontables kalpas de práctica, dijeron: "Noble, sólo conocemos esta liberación del Bodhisattva. ¿Cómo podríamos comprender la conducta infinita o describir las cualidades inmensurables de los Bodhisattvas que dominan la red de actividades ilusorias, creando reinos de liberación y guiando a incontables seres al Despertar?".

Habiendo ofrecido así el néctar de su sabiduría, Śrīsaṃbhava y Śrīmati miraron bondadosamente a Sudhana y dijeron: "Tu viaje no termina aquí. Partid ahora, noble buscador, y dirigíos al gran parque conocido como Mahāvyūha en la provincia de Samudrakaccha. Allí, dentro del pabellón celestial llamado Vairocanavyūhālaṃkāragarbha, encontraréis al Bodhisattva Mahasattva Maitreya. Este pabellón no es una estructura común. Ha surgido del mérito, la compasión y la sabiduría ilimitados de un Bodhisattva. Se manifiesta a través de los métodos hábiles, las oraciones y el conocimiento superior de un Bodhisattva, y existe para guiar y nutrir a los seres en el Camino hacia el Despertar".

Su descripción del pabellón era tan vívida como un mandala pintado, y Sudhana casi podía ver su radiante esplendor en su mente. "Dentro de esta morada sagrada", continuaron, "reside el Bodhisattva Maitreya, cuya compasión abraza a todos los seres. Maitreya ha entrado en todas las prácticas de los Bodhisattvas y ha alcanzado la meta de todas sus aspiraciones. Ha comprendido las acciones de todos los seres y ha asumido la tarea de desarrollarlas. Ha pasado por todas las Etapas de los Bodhisattvas: ha alcanzado su tolerancia y su certeza. Ha vagado por todas las liberaciones de los seres iluminados y ha tenido las iniciaciones de todos los Budas. Por ello, trabaja incansablemente para nutrir las aspiraciones de los Bodhisattvas, para madurar las raíces del mérito en los seres y para revelar las puertas de entrada a la liberación. Es un tesoro de sabiduría y compasión, capaz de iluminar el profundo camino del entrenamiento del Bodhisattva".

Las voces de los hermanos se volvieron aún más sinceras a medida que enfatizaban el papel de los kalyāṇamitras, los amigos espirituales que guían y apoyan a los buscadores en su viaje. "Noble, no te contentes con desarrollar una sola forma de virtud, seguir una sola forma de práctica o cumplir un solo voto, sino que reune infinitas provisiones para la Iluminación y aprende infinitas verdades, extinguiendo las aflicciones de un número infinito de seres y penetrando en las mentes de un número infinito de seres, y mostrando infinitas adaptaciones al mundo. También recuerda, los kalyāṇamitras son la fuente de todas las buenas cualidades y los guardianes del Dharma. Ellos iluminan el camino hacia la omnisciencia, nutren las raíces del mérito y protegen a los Bodhisattvas de desviarse hacia el error. Así como el gran océano recoge todas las aguas y los poderosos Himalayas nutren toda la vida, así también los kalyāṇamitras sostienen y elevan a quienes recorren el Camino del Bodhisattva.

"En resumen, la práctica de los Bodhisattvas es perfeccionar a todos los seres sintientes, vivir en todas las eras, despertar al conocimiento de todos los tiempos pasados, presentes y futuros, practicar todas las verdades, cumplir todos los votos, proveer para todos los Budas, ser uno con todos los seres iluminados en propósito, y alcanzar la relación con todos los amigos espirituales".

Con una bendición final, animaron a Sudhana a acercarse a Maitreya con la humildad y la dedicación de quien busca la joya más preciada. "Sé como la tierra, soportando todas las cargas con paciencia. Sé como la Luna, firme y luminosa. Sé como un puente, que te lleva a través de los ríos de la duda. Sé como un príncipe, honrando la sabiduría del Rey del Dharma. Acércate a los kalyāṇamitras con un corazón libre de orgullo, una mente abierta a la instrucción y un espíritu inquebrantable en su aspiración a la Iluminación".

Sudhana, con el corazón rebosante de gratitud y con una resolución más fuerte que nunca, se inclinó profundamente ante Śrīsaṃbhava y Śrīmati. Con gran reverencia, los circunvaló incontables veces, y su devoción era evidente en cada paso. Al despedirse, los miró repetidamente; sus formas luminosas eran un faro de esperanza e inspiración. Cada paso que daba lo acercaba a los horizontes infinitos de la Iluminación, guiado por la sabiduría de quienes habían recorrido el camino antes que él.

domingo, 26 de enero de 2025

El Mundo del Despertar: El Sutra Gandhavyuha o de la Entrada al Reino de la Realidad - Capítulo 52 - El Cuadragésimonoveno Maestro - Shivaragra

 El Sutra Gandavyuha, el capítulo final y culminante del monumental Sutra Avatamsaka (Sutra de la Guirnalda de Flores, el cual fue el primer sermón dado por el Buda en nuestro mundo), es un texto profundo e intrincado que encapsula la esencia de la filosofía y la práctica budistas Mahayana. Su título, a menudo traducido como la "Entrada al Reino de la Realidad", refleja su énfasis temático en la interconexión ilimitada de todos los fenómenos y las dimensiones infinitas de la sabiduría del Buda. El Sutra narra el viaje espiritual del peregrino Sudhana, un joven buscador inspirado por el Bodhisattva Manjushri, que se embarca en una odisea para descubrir la Verdad Ultima. A lo largo de su viaje, Sudhana visita a cincuenta y tres maestros espirituales, entre ellos Bodhisattvas, monjes, laicos, reyes e incluso seres celestiales, cada uno de los cuales encarna una faceta única del Dharma; uno de los 52 peldaños en los Estados del Despertar a la Budeidad. A través de estos encuentros, Sudhana aprende que la Iluminación no surge de una comprensión aislada, sino de la interacción armoniosa de la sabiduría, la compasión y los medios hábiles.

El Sutra Gandhavyuha es tan largo que es considerado por muchos como su propio Sutra o un libro separado, detallando el Camino Budista en su totalidad. Por lo tanto, el Sutra sirve como guía espiritual y como meditación profunda sobre la naturaleza de la Realidad, inspirando a los practicantes a recorrer el Camino Budista hasta su culminación: la Budeidad.

En las próximas entradas, complementaremos nuestro Ciclo de Lecturas sobre el Sutra Avatamsaka, que continuamos este año, con una interpretación moderna ("Reimaginada") del Sutra Gandhavyuha, para el beneficio de todos los lectores modernos. Espero que el mismo sea del agrado de todos los budistas hispanos.


Capítulo 52 - El Cuadragésimonoveno Maestro - Shivaragra

Sudhana, firme en su viaje para descubrir los caminos ilimitados de la Iluminación, llegó a la tranquila aldea de Dharma. El aire tenía una quietud digna de su nombre, y en su corazón residía el estimado brahmán Śivarāgra, una figura cuya presencia exudaba dignidad y profunda sabiduría. Con un corazón imbuido de reverencia y determinación, Sudhana se acercó a Śivarāgra, inclinándose profundamente hasta que su frente tocó el suelo a los pies del brahmán. Levantándose, se paró frente a él con las palmas juntas, sus palabras imbuidas de la humildad y el anhelo de un buscador.

"Arya, he despertado el deseo por la Iluminación más alta y completa, pero sigo sin estar seguro del Camino. No sé cómo deben entrenarse los Bodhisattvas en su conducta o de qué manera deben practicar el Camino Aagrado. Arya, he oído que eres un maestro de sabiduría que guía a los Bodhisattvas. ¡Te suplico que me enseñes! Ilumina el Camino para que pueda caminar siguiendo los pasos de aquellos que buscan liberar a todos los seres".

Śivarāgra miró a Sudhana con una mirada que parecía perforar el velo del tiempo, su semblante sereno reflejaba una verdad que sobrepasaba los límites de la comprensión ordinaria. "Noble", dijo, su voz serena pero resonante con el poder de su realización, "he cultivado una conducta fortalecida por la Verdad. Esta no es una verdad ordinaria, sino la Verdad que los Bodhisattvas del pasado, presente y futuro sostienen inquebrantablemente. Es la Verdad que asegura que no vacilen ni se retiren de su aspiración a la Iluminación más alta y completa".

Las palabras del brahmán quedaron suspendidas en el aire, su peso profundo, mientras continuaba: "A través del empoderamiento de esta Verdad, mi habla se convierte en un vehículo para la realización. Cuando declaro, 'Que esta o aquella necesidad se cumpla', mi deseo se cumple invariablemente. Tal es el poder de la Verdad cuando es pura, inquebrantable y está en armonía con el Dharma".

Śivarāgra hizo una pausa, con expresión humilde y resuelta. "Sin embargo, noble", dijo, "sólo conozco este empoderamiento de la Verdad. ¿Cómo podría, con mi limitado entendimiento, comprender la conducta inmensurable o describir las cualidades ilimitadas de los Bodhisattvas que han dominado el habla dedicada a la Verdad, una habla que libera, sana y guía a los seres a través de reinos infinitos?".

Al ver la luz de la comprensión y la determinación en los ojos de Sudhana, Śivarāgra ofreció más orientación. "Vete ahora, noble. En esta misma región del sur, hay un pueblo llamado Sumanāmukha. Allí encontrarás a dos seres extraordinarios: un niño llamado Śrīsaṃbhava y una niña llamada Śrīmati. Viven juntos en un estado de sabiduría y pureza. Ve a ellos y pregúntales: '¿Cómo debe entrenarse y practicar un Bodhisattva la conducta del Bodhisattva?'. Ellos te revelarán los próximos pasos de tu viaje".

Sudhana, profundamente conmovido y lleno de gratitud, se inclinó una vez más ante Śivarāgra, con el corazón lleno de reverencia por la sabiduría que le había impartido. Se levantó y comenzó a dar vueltas alrededor del brahmán, con movimientos deliberados e imbuidos de devoción. Cientos de miles de vueltas alrededor de Śivarāgra, manteniéndolo siempre a su derecha, como si inscribiera el poder de la Verdad en su propia alma.

Mientras se preparaba para partir, Sudhana miró hacia atrás repetidamente, reacio a separarse de la presencia de alguien que encarnaba tanta pureza y sabiduría. Sin embargo, con cada mirada, sentía que la resolución en su corazón se hacía más profunda. Guiado por la bendición y las palabras de Śivarāgra, Sudhana se dirigió hacia Sumanāmukha, ansioso por conocer al niño y la niña que revelarían el siguiente capítulo luminoso de su camino.

El Mundo del Despertar: El Sutra Gandhavyuha o de la Entrada al Reino de la Realidad - Capítulo 51 - El Cuadragésimoctavo Maestro - Ajitasena

 El Sutra Gandavyuha, el capítulo final y culminante del monumental Sutra Avatamsaka (Sutra de la Guirnalda de Flores, el cual fue el primer sermón dado por el Buda en nuestro mundo), es un texto profundo e intrincado que encapsula la esencia de la filosofía y la práctica budistas Mahayana. Su título, a menudo traducido como la "Entrada al Reino de la Realidad", refleja su énfasis temático en la interconexión ilimitada de todos los fenómenos y las dimensiones infinitas de la sabiduría del Buda. El Sutra narra el viaje espiritual del peregrino Sudhana, un joven buscador inspirado por el Bodhisattva Manjushri, que se embarca en una odisea para descubrir la Verdad Ultima. A lo largo de su viaje, Sudhana visita a cincuenta y tres maestros espirituales, entre ellos Bodhisattvas, monjes, laicos, reyes e incluso seres celestiales, cada uno de los cuales encarna una faceta única del Dharma; uno de los 52 peldaños en los Estados del Despertar a la Budeidad. A través de estos encuentros, Sudhana aprende que la Iluminación no surge de una comprensión aislada, sino de la interacción armoniosa de la sabiduría, la compasión y los medios hábiles.

El Sutra Gandhavyuha es tan largo que es considerado por muchos como su propio Sutra o un libro separado, detallando el Camino Budista en su totalidad. Por lo tanto, el Sutra sirve como guía espiritual y como meditación profunda sobre la naturaleza de la Realidad, inspirando a los practicantes a recorrer el Camino Budista hasta su culminación: la Budeidad.

En las próximas entradas, complementaremos nuestro Ciclo de Lecturas sobre el Sutra Avatamsaka, que continuamos este año, con una interpretación moderna ("Reimaginada") del Sutra Gandhavyuha, para el beneficio de todos los lectores modernos. Espero que el mismo sea del agrado de todos los budistas hispanos.


Capítulo 51 - El Cuadragésimoctavo Maestro - Ajitasena

En la ciudad de Roruka, enclavada en medio de las llanuras del sur, Sudhana llegó con un corazón rebosante de devoción y la determinación inquebrantable de un buscador en el Noble Camino. El vibrante zumbido de vida de la ciudad pareció calmarse cuando se acercó a la morada de Ajitasena, un jefe de familia de profunda sabiduría y su próximo maestro. Sudhana, conmovido por la gravedad de su propósito, inclinó la cabeza a los pies de Ajitasena, ofreciendo su reverencia con la humildad de quien no busca para sí mismo, sino la liberación de todos los seres.

Levantándose de su reverencia, Sudhana se paró ante el jefe de familia con las palmas juntas en homenaje, su voz firme pero llena de anhelo mientras hablaba. "Arya, he despertado la aspiración por la Iluminación más alta y completa, sin embargo soy como un niño que vaga por el vasto Bosque del Dharma. Aun no sé cómo los Bodhisattvas deben entrenarse en su conducta o de qué manera deben practicar el Camino Sagrado. Arya, he oído hablar de tu sabiduría y de tu capacidad para guiar a los aspirantes en este profundo viaje. Te imploro que me enseñes. Ilumina el camino para que pueda servir como vehículo para la liberación de todos los seres".

Ajitasena, sentado con la serena dignidad de quien ha tocado el infinito, escuchó atentamente la súplica de Sudhana. Sus ojos, profundos como el océano y llenos de compasión, se encontraron con la mirada del sincero buscador. Con una voz resonante pero suave, respondió: "Noble, he alcanzado una liberación del Bodhisattva llamada 'Características Incesantes', por la cual he obtenido el tesoro de la visión incesante de los Budas. A través de esta liberación, los Budas se me aparecen continuamente, su luz y sabiduría guían cada momento. Es a través de este tesoro que camino por el camino y ofrezco guía a los demás".

Las palabras de Ajitasena tenían el peso de la realización, pero también la humildad de quien comprende la naturaleza inconmensurable del Viaje del Bodhisattva. “Sin embargo, noble", continuó, "ésta es solo una faceta del vasto e ilimitado Dharma. Solo conozco esta liberación. ¿Cómo podría afirmar que comprendo plenamente la conducta infinita de los Bodhisattvas, o describir las insondables cualidades de quienes dedican todo su ser al bienestar de innumerables seres en todos los reinos y tiempos?"

Al ver la resolución inquebrantable en los ojos de Sudhana, Ajitasena ofreció más instrucciones. "Vete ahora, noble. En esta misma región del sur, hay un pueblo conocido como Dharma, donde reside un brahmán sabio y reverenciado llamado Śivarāgra. Ve a él y pregúntale: ‘¿Cómo debe un Bodhisattva entrenarse y practicar la conducta del Bodhisattva?’ Él te guiará más a lo largo del camino".

El corazón de Sudhana se llenó de gratitud y, una vez más, se inclinó profundamente y colocó su cabeza a los pies de Ajitasena. Se levantó y comenzó a caminar alrededor del jefe de familia con devoción, con movimientos deliberados y llenos de la sagrada intención de un peregrino. Cientos de miles de veces dio vueltas alrededor de Ajitasena, manteniéndolo a su derecha, como si estuviera grabando la sabiduría del jefe de familia en la misma estructura de su ser.

Mientras Sudhana se preparaba para partir, miró hacia atrás repetidamente, como si se resistiera a separarse de la presencia de alguien tan iluminado. Sin embargo, llevaba la bendición y la guía de Ajitasena como una linterna en su interior, arrojando luz sobre el siguiente paso de su viaje. Con determinación renovada, Sudhana giró su rostro hacia la aldea de Dharma, dispuesto a buscar las enseñanzas de Śivarāgra y a seguir tejiendo el tapiz de sabiduría y compasión que definía su búsqueda.

El Mundo del Despertar: El Sutra Gandhavyuha o de la Entrada al Reino de la Realidad - Capítulo 50 - El Cuadragésimoséptimo Maestro - Sucandra

 El Sutra Gandavyuha, el capítulo final y culminante del monumental Sutra Avatamsaka (Sutra de la Guirnalda de Flores, el cual fue el primer sermón dado por el Buda en nuestro mundo), es un texto profundo e intrincado que encapsula la esencia de la filosofía y la práctica budistas Mahayana. Su título, a menudo traducido como la "Entrada al Reino de la Realidad", refleja su énfasis temático en la interconexión ilimitada de todos los fenómenos y las dimensiones infinitas de la sabiduría del Buda. El Sutra narra el viaje espiritual del peregrino Sudhana, un joven buscador inspirado por el Bodhisattva Manjushri, que se embarca en una odisea para descubrir la Verdad Ultima. A lo largo de su viaje, Sudhana visita a cincuenta y tres maestros espirituales, entre ellos Bodhisattvas, monjes, laicos, reyes e incluso seres celestiales, cada uno de los cuales encarna una faceta única del Dharma; uno de los 52 peldaños en los Estados del Despertar a la Budeidad. A través de estos encuentros, Sudhana aprende que la Iluminación no surge de una comprensión aislada, sino de la interacción armoniosa de la sabiduría, la compasión y los medios hábiles.

El Sutra Gandhavyuha es tan largo que es considerado por muchos como su propio Sutra o un libro separado, detallando el Camino Budista en su totalidad. Por lo tanto, el Sutra sirve como guía espiritual y como meditación profunda sobre la naturaleza de la Realidad, inspirando a los practicantes a recorrer el Camino Budista hasta su culminación: la Budeidad.

En las próximas entradas, complementaremos nuestro Ciclo de Lecturas sobre el Sutra Avatamsaka, que continuamos este año, con una interpretación moderna ("Reimaginada") del Sutra Gandhavyuha, para el beneficio de todos los lectores modernos. Espero que el mismo sea del agrado de todos los budistas hispanos.


Capítulo 50 - El Cuadragésimoséptimo Maestro - Sucandra

En el verde abrazo de las tierras del sur, Sudhana llegó a la luminosa morada de Sucandra, un jefe de familia de sabiduría radiante y profunda virtud. La casa parecía brillar con una luz de otro mundo, su brillo no era solo de oro o gemas, sino del mérito y la visión cultivados a lo largo de vidas de práctica del Dharma. Acercándose con reverencia, Sudhana se inclinó profundamente, colocando su cabeza a los pies de Sucandra en el gesto de máxima humildad. Levantándose, se paró ante el jefe de familia, con las palmas juntas en homenaje, y habló con la sinceridad de un buscador cuyo corazón arde con la aspiración a la Iluminación.

"Arya", comenzó Sudhana, su voz firme pero imbuida de anhelo, "he despertado la aspiración a la Iluminación más alta y completa. Sin embargo, sigo siendo un novicio, inseguro de cómo los Bodhisattvas deben entrenarse en su conducta o cómo deben practicar el Camino. Arya, he oído hablar de tu sabiduría y compasión, de tu habilidad para guiar a los Bodhisattvas en su viaje. Te imploro, ¡enséñame! Muéstrame cómo puedo recorrer este Noble Sendero y cumplir mi aspiración".

Sucandra, sentado con el aplomo de quien ha visto profundamente la Verdadera Naturaleza de la Realidad, escuchó la súplica de Sudhana. Su semblante brillaba con el resplandor sereno de quien ha trascendido la agitación mundana, y su voz llevaba el peso de la verdad atemperada por la humildad mientras respondía.

"Noble", dijo con suavidad, "he alcanzado una liberación de Bodhisattva conocida como 'La Luz Inmaculada de la Sabiduría'. A través de esta liberación, percibo la claridad y pureza de la sabiduría, una luz que disipa todas las obstrucciones e ilumina la Verdadera Naturaleza de los Fenómenos. Es a través de esta luz que me guío a mí mismo y a los demás hacia la liberación".

Sucandra hizo una pausa, con la mirada fija en Sudhana con una mezcla de compasión y modestia. "Sin embargo, noble, mi entendimiento no es más que un rayo en el vasto océano del Camino del Bodhisattva. Solo conozco esta liberación. ¿Cómo podría comprender la conducta infinita o describir las cualidades ilimitadas de los Bodhisattvas que han dominado incontables liberaciones, cuya sabiduría abarca la totalidad del Dharma y cuya compasión se extiende a todos los seres en las diez direcciones?"

La humildad en las palabras de Sucandra no era una negación de su visión, sino un reconocimiento de la inmensurable inmensidad del Camino del Bodhisattva. Al ver la determinación inquebrantable de Sudhana, continuó con amables palabras de aliento.

"Vete ahora, noble. En esta región del sur, hay un pueblo llamado Roruka. Allí reside un jefe de familia llamado Ajitasena, un kalyāṇamitra de gran renombre. Ve a él y pregúntale: '¿Cómo debe entrenarse y practicar un Bodhisattva la conducta del Bodhisattva?' Él te guiará más allá".

Sudhana, con el corazón lleno de gratitud por la sabiduría y la guía de Sucandra, se inclinó una vez más profundamente, colocando su cabeza a los pies del jefe de familia. Levantándose, comenzó a circunvalar a Sucandra con devoción, sus pasos medidos y deliberados, manteniendo al jefe de familia a su derecha. Cientos de miles de veces lo rodeó, cada vuelta una oración, cada paso una ofrenda.

Mientras se iba, Sudhana miró hacia atrás repetidamente, como si se resistiera a dejar la luminosa presencia de Sucandra. Sin embargo, llevando la bendición del jefe de familia en su corazón, volvió su mirada hacia Roruka, con su determinación reavivada. Siguió adelante, ansioso por encontrarse con Ajitasena y descubrir otra capa del Dharma infinito.

El Mundo del Despertar: El Sutra Gandhavyuha o de la Entrada al Reino de la Realidad - Capítulo 49 - El Cuadragésimosexto Maestro - Muktasara

 El Sutra Gandavyuha, el capítulo final y culminante del monumental Sutra Avatamsaka (Sutra de la Guirnalda de Flores, el cual fue el primer sermón dado por el Buda en nuestro mundo), es un texto profundo e intrincado que encapsula la esencia de la filosofía y la práctica budistas Mahayana. Su título, a menudo traducido como la "Entrada al Reino de la Realidad", refleja su énfasis temático en la interconexión ilimitada de todos los fenómenos y las dimensiones infinitas de la sabiduría del Buda. El Sutra narra el viaje espiritual del peregrino Sudhana, un joven buscador inspirado por el Bodhisattva Manjushri, que se embarca en una odisea para descubrir la Verdad Ultima. A lo largo de su viaje, Sudhana visita a cincuenta y tres maestros espirituales, entre ellos Bodhisattvas, monjes, laicos, reyes e incluso seres celestiales, cada uno de los cuales encarna una faceta única del Dharma; uno de los 52 peldaños en los Estados del Despertar a la Budeidad. A través de estos encuentros, Sudhana aprende que la Iluminación no surge de una comprensión aislada, sino de la interacción armoniosa de la sabiduría, la compasión y los medios hábiles.

El Sutra Gandhavyuha es tan largo que es considerado por muchos como su propio Sutra o un libro separado, detallando el Camino Budista en su totalidad. Por lo tanto, el Sutra sirve como guía espiritual y como meditación profunda sobre la naturaleza de la Realidad, inspirando a los practicantes a recorrer el Camino Budista hasta su culminación: la Budeidad.

En las próximas entradas, complementaremos nuestro Ciclo de Lecturas sobre el Sutra Avatamsaka, que continuamos este año, con una interpretación moderna ("Reimaginada") del Sutra Gandhavyuha, para el beneficio de todos los lectores modernos. Espero que el mismo sea del agrado de todos los budistas hispanos.


Capítulo 49 - El Cuadragésimosexto Maestro - Muktasara

En las zonas meridionales del país, donde los tonos dorados del Sol besaban la Tierra y el ritmo del comercio y la artesanía se entrelazaban, Sudhana llegó a la bulliciosa ciudad de Bharukaccha. Allí, entre el tintineo de los martillos y el brillo de los metales fundidos, buscó al reverenciado orfebre Muktāsāra, un maestro no solo de los materiales terrenales sino también de la visión espiritual.

Cuando Sudhana se acercó, sus pasos eran deliberados, su corazón lleno de reverencia. Inclinándose profundamente, colocó su cabeza a los pies del orfebre, un gesto que transmitía su humildad y disposición para recibir la sabiduría que buscaba. Levantándose, se paró ante Muktāsāra con las palmas juntas en homenaje, su voz firme pero sincera mientras hablaba, diciendo "Arya, he despertado la resolución de la Iluminación más alta y completa. Sin embargo, el camino que tenemos por delante sigue envuelto en misterio. No sé cómo deben entrenarse los Bodhisattvas en su conducta, ni entiendo la forma en que deben practicar. Arya, he oído que tú, con tu sabiduría ilimitada, ofreces guía y enseñanzas a los Bodhisattvas. Te imploro: enséñame, para que pueda recorrer este camino con claridad y propósito".

Muktāsāra, con su presencia tranquila pero radiante, escuchó con la quietud atenta de alguien que ha tocado las profundidades de la verdad. Después de un momento, habló, su voz resonó como el sonido de una campana perfectamente elaborada, diciendo: "Noble, he alcanzado una liberación del Bodhisattva conocida como 'La Manifestación de la Memoria Pura y Sin Obstáculos'. A través de esta liberación, busco continuamente el Dharma a los pies de los Tathagatas en las diez direcciones. Mi memoria abarca las enseñanzas de innumerables Budas, y a través de su guía, he cultivado la percepción de la naturaleza de todos los fenómenos".

Hizo una pausa, con la mirada firme pero llena de humildad. "Sin embargo, noble, debo reconocer mis límites. Solo conozco esta liberación del Bodhisattva, ¿cómo podría comprender o describir por completo la conducta de los Bodhisattvas que poseen el rugido del león intrépido, cuyas acciones surgen de un mérito y una sabiduría inconmensurables, y que iluminan los mundos con su compasión ilimitada?"

Sudhana escuchó atentamente, con el corazón lleno de gratitud por la profunda humildad y perspicacia del orfebre. Muktāsāra, al ver la seriedad de Sudhana, continuó con un gesto de bondad.

"Vete, noble. En el bosque junto a esta misma ciudad de Bharukaccha reside un jefe de familia llamado Sucandra, cuya casa brilla con un brillo incesante. Ve a él y pregúntale: '¿Cómo debe entrenarse y practicar un Bodhisattva la conducta del Bodhisattva?' Él te guiará en tu viaje".

Con estas palabras, el orfebre impartió su bendición. Sudhana, lleno reverencia y gratitud, se inclinó una vez más, colocando su cabeza a los pies de Muktāsāra. Levantándose, comenzó a caminar alrededor del orfebre, sus pasos imbuidos de devoción. Cientos de miles de veces dio vueltas alrededor de Muktāsāra, manteniéndolo a su derecha, antes de finalmente despedirse.

Cuando Sudhana se fue, su mirada se detuvo en la figura del orfebre, cuya sabiduría brillaba como una joya finamente pulida. Volviéndose una y otra vez, Sudhana llevó la luz de las enseñanzas de Muktāsāra en su corazón, una llama guía mientras se aventuraba hacia la luminosa casa de Sucandra, ansioso por descubrir otra faceta del Dharma infinito.

El Mundo del Despertar: El Sutra Gandhavyuha o de la Entrada al Reino de la Realidad - Capítulo 48 - El Cuadragésimoquinto Maestro - Bhadrottama

 El Sutra Gandavyuha, el capítulo final y culminante del monumental Sutra Avatamsaka (Sutra de la Guirnalda de Flores, el cual fue el primer sermón dado por el Buda en nuestro mundo), es un texto profundo e intrincado que encapsula la esencia de la filosofía y la práctica budistas Mahayana. Su título, a menudo traducido como la "Entrada al Reino de la Realidad", refleja su énfasis temático en la interconexión ilimitada de todos los fenómenos y las dimensiones infinitas de la sabiduría del Buda. El Sutra narra el viaje espiritual del peregrino Sudhana, un joven buscador inspirado por el Bodhisattva Manjushri, que se embarca en una odisea para descubrir la Verdad Ultima. A lo largo de su viaje, Sudhana visita a cincuenta y tres maestros espirituales, entre ellos Bodhisattvas, monjes, laicos, reyes e incluso seres celestiales, cada uno de los cuales encarna una faceta única del Dharma; uno de los 52 peldaños en los Estados del Despertar a la Budeidad. A través de estos encuentros, Sudhana aprende que la Iluminación no surge de una comprensión aislada, sino de la interacción armoniosa de la sabiduría, la compasión y los medios hábiles.

El Sutra Gandhavyuha es tan largo que es considerado por muchos como su propio Sutra o un libro separado, detallando el Camino Budista en su totalidad. Por lo tanto, el Sutra sirve como guía espiritual y como meditación profunda sobre la naturaleza de la Realidad, inspirando a los practicantes a recorrer el Camino Budista hasta su culminación: la Budeidad.

En las próximas entradas, complementaremos nuestro Ciclo de Lecturas sobre el Sutra Avatamsaka, que continuamos este año, con una interpretación moderna ("Reimaginada") del Sutra Gandhavyuha, para el beneficio de todos los lectores modernos. Espero que el mismo sea del agrado de todos los budistas hispanos.


Capítulo 48 - El Cuadragésimoquinto Maestro - Bhadrottama

Sudhana emprendió su viaje hacia la ciudad de Vartanaka, enclavada en la tranquila región de Kevalaka. Allí, entre sus humildes viviendas y paisajes serenos, buscó a la reverenciada kalyāṇamitra Bhadrottamā. Conocido como una maestra de profunda comprensión y compasión, se decía que la sabiduría de Bhadrottamā iluminaba el Camino de los Bodhisattvas con la claridad de la Luna Llena en un cielo sin estrellas.

Cuando Sudhana se acercó, su corazón rebosaba de reverencia y anticipación. Inclinándose profundamente, colocó su frente sobre la tierra a los pies de Bhadrottamā, un gesto que encarnaba su devoción y disposición para recibir el Dharma. Levantándose, se paró frente a ella, con las palmas de las manos juntas en un gesto de homenaje, su mirada firme con la sinceridad de su aspiración.

"Arya" dijo, su voz transmitía la humildad de quien busca la verdad más alta, "he despertado la aspiración a la Iluminación más alta y completa. Sin embargo, todavía soy un viajero en este camino sin límites, inseguro de los pasos que debo dar. No sé cómo deben entrenarse los Bodhisattvas en su conducta ni cómo deben perfeccionar su práctica. Arya, he oído que tú, con tu luminosa visión, instruyes y guías a los Bodhisattvas. Te imploro: enséñame. Muéstrame el camino, para que pueda servir a todos los seres y cumplir los Votos del Bodhisattva".

Bhadrottamā miró a Sudhana con unamirada que parecía penetrar los velos del mundo material; su presencia exudaba tanto la serenidad de las aguas tranquilas como la fuerza de una montaña. Con una voz que era tan suave como una brisa pero que llevaba el peso de eones de sabiduría, respondió: "Noble", dijo, "he alcanzado la enseñanza del Dharma llamada 'El Campo Sin Ubicación', una enseñanza que revela la naturaleza ilimitada de todos los fenómenos. A través de esta enseñanza, he alcanzado el Samadhi conocido como 'Sin Obstáculos', un estado del ser donde no existen barreras ni obstrucciones. En este Samadhi, las limitaciones de la percepción desaparecen y soy agraciada con las facultades sin obstáculos de la omnisciencia".

Hizo una pausa, sus palabras transmitían la inmensidad de su realización. "En este Samadhi, mis ojos ven sin obstrucciones, percibiendo la interacción infinita de causas y condiciones. Mis oídos escuchan los gritos de los seres de todos los reinos y las enseñanzas de los Budas resonando en el espacio. Mi nariz discierne la esencia más sutil de los fenómenos, mi lengua saborea el sabor de la Verdad en todas sus formas y mi cuerpo siente el ritmo de la Existencia misma. Mi mente, libre de las restricciones de la dualidad, fluye como olas en un océano infinito, iluminando todas las direcciones.

"A través de este estado sin obstáculos, el relámpago de la omnisciencia destella, revelando la red interconectada de todas las cosas, y el poder de la omnisciencia se manifiesta para guiar a los seres hacia la liberación. La Iluminación que emerge de esta realización toca los corazones de los seres, disolviendo su oscuridad y despertando su sabiduría inherente".

Las palabras de Bhadrottamā flotaron en el aire como una melodía celestial, llenando el corazón de Sudhana de asombro e inspiración. Sin embargo, su tono era de profunda humildad mientras continuaba.

"Noble, aunque he comprendido esta enseñanza del Dharma, mi comprensión no es más que una gota en el vasto océano de la conducta de los Bodhisattvas. ¿Cómo podría comprender o describir las infinitas cualidades de los Bodhisattvas que han perfeccionado la sabiduría y la compasión sin obstáculos? Sus acciones trascienden incluso las aspiraciones más elevadas de mi corazón".

Su mirada se suavizó y, con un gesto de compasión, dirigió a Sudhana hacia el siguiente paso de su viaje. "Vete, noble. En la región sur hay un pueblo llamado Bharukaccha. Allí reside un orfebre llamado Muktāsāra, un ser de gran habilidad y perspicacia. Ve a él y pregúntale: '¿Cómo debe entrenarse y practicar un Bodhisattva la conducta del Bodhisattva?'. Él te guiará a lo largo del camino".

Sudhana escuchó atentamente, cada palabra se hundía en las profundidades de su mente como semillas plantadas en tierra fértil. Inclinándose profundamente una vez más, colocó su cabeza a los pies de Bhadrottamā, con el corazón rebosante de gratitud por su sabiduría y su guía. Levantándose, la rodeó incontables veces, sus pasos resonaban con la resolución de llevar adelante sus enseñanzas.

Al partir, Sudhana se dio la vuelta repetidamente, con los ojos fijos en la luminosa presencia de Bhadrottamā. Aunque se alejó de su lado, la luz de sus enseñanzas iluminó su camino, guiándolo hacia el siguiente capítulo de su viaje, un viaje que continuaría desarrollándose, como los pétalos de un loto, revelando las infinitas profundidades del Dharma.