III
El Control de los Obstáculos Internos
El Control de los Obstáculos Internos
Hay cinco tipos de obstáculos internos que deben ser controlados.
(1) El primer tipo son los obstáculos de los deseos sensuales que tienen su origen en la mente misma, a causa de la memoria o la imaginación. En el capítulo anterior sobre la discusión de las condiciones externas, hicimos referencia a los deseos sensuales, también, pero luego tuvimos en cuenta los deseos corporales que tuvieron su origen en el contacto físico de los sentidos con sus objetos. Ahora vamos a considerar estos deseos a medida que surgen o permanecen en la mente. Un seguidor del Buda puede practicar el Dhyana de una manera muy solemne, pero su mente puede estar llena de nociones seductoras, de ansias y deseos sensuales, y pueden prevenir que las buenas cualidades germinen. Así que cuando nos hacemos conscientes de la presencia de estos deseos sensuales, hay que deshacernos de ellos. Porque, como en el caso de Jubhaga cuyo cuerpo fue consumido por el fuego interior de su concupiscencia, no hay que sorprendernos si las llamas de estos deseos internos consumen todas nuestras buenas cualidades. Los que aprecian estos deseos internos hará poco progreso en el camino que conduce a la iluminación. ¿Por qué esto así? Esto es debido a que estos deseos internos son un bastión de vejaciones que absorben la mente e impiden alcanzar la iluminación. En el Sutra está escrito:
"Ustedes que buscan la iluminación deben ser humildes y modestos. Ustedes sostienen la escudilla que puede dar bendiciones a los seres sintientes, ¿cómo podemos disfrutar de los deseos y sumergirnos en el mar de los cinco obstáculos?
“¿Cómo es que tú, que te has librado de los deseos externos, abandonando todos sus placeres sin pesar, ahora tratas de volver a la sombra? Estos deseos sensuales que estas anhelando conducirán inevitablemente al sufrimiento. Si están satisfechos no hay satisfacción, y si no se cumplen hay molestia. En cualquier caso no hay felicidad en lo absoluto.
“Cuando hayas disfrutado profundamente la felicidad que surge de la práctica exitosa del Dhyana, entonces ya no serás defraudado por estas nociones engañosas".
(2) El segundo obstáculo interno es el obstáculo del odio. Este es un factor fundamental que nos impide alcanzar la iluminación. Es a la vez la causa y la condición para nuestra caída en los tres reinos malvados. Es el enemigo que nos impide disfrutar del Dharma del Buda. Es el ladrón que roba nuestros pensamientos de positivos hacia todos los seres sintientes. Es la fuente de las malas palabras que estallan sin control. Por lo tanto, en la práctica del Dhyana debemos de tratar el estado de ánimo del odio como si fuera una personalidad que está molesta no sólo contigo mismo, sino con parientes y enemigos; y no sólo en el presente sino en el pasado y el futuro. Esto hace nueve molestias, que mantendrán vivo este sentimiento de odio. El odio suscita quejas y cada agravio añadido da lugar a más molestias. Por lo tanto el odio continúa perturbando la mente, y es por eso que se habla del odio como un obstáculo fundamental. Debemos cortar la raíz y así evitar que se propague.
Suprapunna le preguntó al Buda de la siguiente manera:
"¿Qué debemos de hacer si queremos paz y felicidad? ¿Qué debemos hacer para deshacernos del dolor? ¿Cuál es el veneno que devora todos nuestros buenos pensamientos?
“Mata el odio y tendrás paz y felicidad. Mata el odio y no tendrás más dolor. El odio devora toda bondad".
Habiéndonos convencido de la maldad del odio, si queremos deshacernos de él, debemos de practicar la compasión y la paciencia.
(3) El tercer obstáculo es el obstáculo de la pereza y la somnolencia. Pereza significa que nuestra mente se pone aburrida e inerte, mientras que la somnolencia significa que nuestros cinco sentidos se relajan, nuestro cuerpo se vuelve inmóvil, y luego nos quedamos dormidos. Para alcanzar la iluminación necesitamos una mente alerta y todas estas causas y condiciones son obstáculos que nos impiden experimentar la felicidad más elevada tanto en nuestra vida presente como en vidas futuras, la alegría de la Tierra Pura, y la paz inconcebible del Nirvana. Este obstáculo es tal vez el más grave de todos. ¿Por qué? Debido a que otros obstáculos vienen cuando estamos despiertos mentalmente y al menos podemos hacer un esfuerzo para superarlos, el obstáculo de la pereza y somnolencia rinden todo esfuerzo imposible. En el sueño, somos como un cadáver sin percepción y sin conciencia.
Incluso los Budas y los Bodhisattvas han tenido que luchar contra la somnolencia. Si la pereza y la somnolencia son el gran enemigo de la práctica del Dhyana, por extraño que parezca, la práctica sincera del Dhyana es nuestra mejor arma contra la pereza y somnolencia.
(4) El cuarto obstáculo interno es la imprudencia y el remordimiento. Existen tres clases de imprudencias. La primera es hacer todo con prisa, caminando o divagando sin ningún propósito especial en mente, haciendo deportes o bailando alrededor. Luego está la imprudencia de los labios. Los labios parecen gozar tan sólo recitando o cantando o discutiendo asuntos mundanos, todo en vano, sólo por la emoción que se obtiene de ello. La tercera es la imprudencia de la mente. Esto implica tener pensamientos descuidados, soñar, hacer planes con fines egoístas y codiciosos, cuando deberían ser utilizados para el logro de la iluminación. Luego está la pérdida de la mente con la discriminación innecesaria sobre diferencias externas y el desvío de la misma en el goce de los escritos mundanos y las actividades artísticas, o desperdiciando la concentración en el sentimentalismo y la emotividad, y la contemplación de lugares hermosos, en la música, etc.
Es como si una persona, que queriendo controlar estrictamente su mente, olvidara deliberadamente su propósito y dejara que su mente funcionara por el camino más fácil. ¿Qué significa ser una persona imprudente? No es mejor que un elefante intoxicado libre de sus cadenas. En cuanto a este obstáculo, está escrito en los Sutras:
"Ustedes, quienes se han convertido en monjes, quienes se han afeitado la cabeza y van pidiendo de puerta en puerta, ¿por qué usted disfruta de las costumbres imprudentes, cuando se sabe que por tal conducta negligente y la indulgencia usted pone en peligro todos los beneficios del Dharma?".
Tan pronto como llegamos a ser conscientes de lo que estamos poniendo en juego por tales actos imprudentes, debemos renunciar a ellos para siempre. Porque tan pronto como nos damos cuenta de nuestros errores y no los eliminamos, entonces sufriremos remordimientos y se intensificará el obstáculo. ¿Por qué es esto? La razón es la siguiente: es posible que tengamos hábitos imprudentes sin pensar mucho en ello y luego el remordimiento no brotará y perturbará la mente. Es en el silencio de la práctica Dhyana que surge el remordimiento para perturbar s la mente y disipar la concentración. Es por ello que la imprudencia y el remordimiento son un gran obstáculo para la práctica del Dhyana. Hay dos tipos de remordimiento, es decir, un tipo viene después de la imprudencia, como se ha dicho, y el otro tipo precede aún más la imprudencia. Es el miedo que siempre tira su sombra sobre la vida de un criminal. Es como una flecha que ha penetrado tan profundo que no se puede quitar.
Hay dos tipos de remordimiento que el hombre necio está acostumbrado a disfrutar. El primero surge por las cosas que no debería haber hecho; el segundo por las cosas que él debería haber hecho, pero que no hizo.
(5) El quinto obstáculo interno es el impedimento de la duda. Si la mente está nublada con la duda, ¿cómo puede tener alguna fe en las enseñanzas? Y si no tiene fe en la enseñanza, ¿cómo puede aprovecharse de ella? Es como si uno estuviera subiendo una montaña para obtener un tesoro, pero no tuviera manos con las que traer de vuelta el tesoro. Hay algunas "dudas honestas" que no impiden del todo la práctica del Dhyana, pero hay tres clases de dudas que dificultan el logro del Samadhi. El primer tipo de duda que dificulta el Dhyana es la duda de uno mismo. Podemos preguntarnos si somos los más adecuados para transcurrir el Noble Camino dado a nuestras faltas y porque nuestros errores son muchos y graves. Si en un principio albergamos dudas como esas, nunca alcanzaremos el Samadhi. Así que, si hemos de practicar el Dhyana, no debemos maltratarnos a nosotros mismos. Debemos recordarnos que es imposible para cualquier persona comprender la profundidad de las raíces bondadosas de nuestras vidas pasadas.
El segundo tipo de duda es la duda en nuestro maestro. Es posible que hayamos estado disgustados con su forma o apariencia y dudáramos el que hubiera alcanzado algún grado de iluminación y fuera capaz de guiarnos por el camino. Si estimamos tal duda o desprecio por nuestro maestro, sin duda obstaculizaremos nuestro logro del Samadhi. Si queremos deshacernos de este obstáculo, debemos recordar las palabras del "Mahavibhasa Sutra" en su parábola del avaro que mantuvo su oro en una bolsa de basura. Si amamos el oro de la iluminación también nosotros debemos mantenerlo en nuestra bolsa de basura. Aunque nuestro maestro no es perfecto, o como pensamos que deba ser, debemos honrar y confiar en él, porque él está para nosotros en el lugar del Buda.
El tercer tipo de duda es duda en el Dharma. Casi cada uno de nosotros, sin duda, conserva un cierto grado de confianza en su propio juicio mental, y por lo tanto, va a ser difícil para nosotros al principio el tener fe en las enseñanzas del maestro cuando difieren de lo que pensamos que debe ser, y será difícil al principio para poner en práctica sus enseñanzas con humildad y fidelidad. Mientras alberguemos dudas de nuestro maestro, no podemos ser influenciados por sus enseñanzas. Esto se explica claramente en las siguientes estrofas:
La fe es la única entrada al Budismo. Sin fe todo estudio y esfuerzo será en vano. Tan pronto como usted está convencido de que el error sigue siempre la duda, renuncia a toda duda y entra por la puerta de entrada de la fe.
Alguien puede preguntar: "Hay tantos tipos diferentes de errores, así como hay granos de polvo, ¿por qué hablas de renunciar a sólo cinco dudas? Eso es cierto, pero estas cinco dudas cubren todo el campo de la codicia, el odio y la estupidez. La duda, la codicia, el odio y la estupidez son los males fundamentales. Más allá de la puerta de entrada de la duda se dice que existen ochenta y cuatro mil deseos o problemas que conducen al sufrimiento: si cerramos la puerta de duda bloqueamos el camino a todos los demás males.
Por estas razones, los seguidores de Buda deben deshacerse de los cinco obstáculos internos de la codicia, la ira, el odio, la pereza y la somnolencia, la imprudencia, el remordimiento y la duda. Deshacerse de estos cinco obstáculos es como saldar una deuda, es como recuperarse de una enfermedad dolorosa, como pasar de un país asolado por el hambre a una tierra de prosperidad; es como vivir en paz y seguridad en medio de la violencia y la enemistad. Si renunciamos a todos estos obstáculos nuestras mentes estarán frescas y felices y nuestros espíritus tranquilos y pacíficos.
Así como el brillo del sol puede ser oscurecido por el humo o polvo, o las nubes o la niebla, el brillo puro de nuestra mente puede ser oscurecido por estos cinco obstáculos.
(1) El primer tipo son los obstáculos de los deseos sensuales que tienen su origen en la mente misma, a causa de la memoria o la imaginación. En el capítulo anterior sobre la discusión de las condiciones externas, hicimos referencia a los deseos sensuales, también, pero luego tuvimos en cuenta los deseos corporales que tuvieron su origen en el contacto físico de los sentidos con sus objetos. Ahora vamos a considerar estos deseos a medida que surgen o permanecen en la mente. Un seguidor del Buda puede practicar el Dhyana de una manera muy solemne, pero su mente puede estar llena de nociones seductoras, de ansias y deseos sensuales, y pueden prevenir que las buenas cualidades germinen. Así que cuando nos hacemos conscientes de la presencia de estos deseos sensuales, hay que deshacernos de ellos. Porque, como en el caso de Jubhaga cuyo cuerpo fue consumido por el fuego interior de su concupiscencia, no hay que sorprendernos si las llamas de estos deseos internos consumen todas nuestras buenas cualidades. Los que aprecian estos deseos internos hará poco progreso en el camino que conduce a la iluminación. ¿Por qué esto así? Esto es debido a que estos deseos internos son un bastión de vejaciones que absorben la mente e impiden alcanzar la iluminación. En el Sutra está escrito:
"Ustedes que buscan la iluminación deben ser humildes y modestos. Ustedes sostienen la escudilla que puede dar bendiciones a los seres sintientes, ¿cómo podemos disfrutar de los deseos y sumergirnos en el mar de los cinco obstáculos?
“¿Cómo es que tú, que te has librado de los deseos externos, abandonando todos sus placeres sin pesar, ahora tratas de volver a la sombra? Estos deseos sensuales que estas anhelando conducirán inevitablemente al sufrimiento. Si están satisfechos no hay satisfacción, y si no se cumplen hay molestia. En cualquier caso no hay felicidad en lo absoluto.
“Cuando hayas disfrutado profundamente la felicidad que surge de la práctica exitosa del Dhyana, entonces ya no serás defraudado por estas nociones engañosas".
(2) El segundo obstáculo interno es el obstáculo del odio. Este es un factor fundamental que nos impide alcanzar la iluminación. Es a la vez la causa y la condición para nuestra caída en los tres reinos malvados. Es el enemigo que nos impide disfrutar del Dharma del Buda. Es el ladrón que roba nuestros pensamientos de positivos hacia todos los seres sintientes. Es la fuente de las malas palabras que estallan sin control. Por lo tanto, en la práctica del Dhyana debemos de tratar el estado de ánimo del odio como si fuera una personalidad que está molesta no sólo contigo mismo, sino con parientes y enemigos; y no sólo en el presente sino en el pasado y el futuro. Esto hace nueve molestias, que mantendrán vivo este sentimiento de odio. El odio suscita quejas y cada agravio añadido da lugar a más molestias. Por lo tanto el odio continúa perturbando la mente, y es por eso que se habla del odio como un obstáculo fundamental. Debemos cortar la raíz y así evitar que se propague.
Suprapunna le preguntó al Buda de la siguiente manera:
"¿Qué debemos de hacer si queremos paz y felicidad? ¿Qué debemos hacer para deshacernos del dolor? ¿Cuál es el veneno que devora todos nuestros buenos pensamientos?
“Mata el odio y tendrás paz y felicidad. Mata el odio y no tendrás más dolor. El odio devora toda bondad".
Habiéndonos convencido de la maldad del odio, si queremos deshacernos de él, debemos de practicar la compasión y la paciencia.
(3) El tercer obstáculo es el obstáculo de la pereza y la somnolencia. Pereza significa que nuestra mente se pone aburrida e inerte, mientras que la somnolencia significa que nuestros cinco sentidos se relajan, nuestro cuerpo se vuelve inmóvil, y luego nos quedamos dormidos. Para alcanzar la iluminación necesitamos una mente alerta y todas estas causas y condiciones son obstáculos que nos impiden experimentar la felicidad más elevada tanto en nuestra vida presente como en vidas futuras, la alegría de la Tierra Pura, y la paz inconcebible del Nirvana. Este obstáculo es tal vez el más grave de todos. ¿Por qué? Debido a que otros obstáculos vienen cuando estamos despiertos mentalmente y al menos podemos hacer un esfuerzo para superarlos, el obstáculo de la pereza y somnolencia rinden todo esfuerzo imposible. En el sueño, somos como un cadáver sin percepción y sin conciencia.
Incluso los Budas y los Bodhisattvas han tenido que luchar contra la somnolencia. Si la pereza y la somnolencia son el gran enemigo de la práctica del Dhyana, por extraño que parezca, la práctica sincera del Dhyana es nuestra mejor arma contra la pereza y somnolencia.
(4) El cuarto obstáculo interno es la imprudencia y el remordimiento. Existen tres clases de imprudencias. La primera es hacer todo con prisa, caminando o divagando sin ningún propósito especial en mente, haciendo deportes o bailando alrededor. Luego está la imprudencia de los labios. Los labios parecen gozar tan sólo recitando o cantando o discutiendo asuntos mundanos, todo en vano, sólo por la emoción que se obtiene de ello. La tercera es la imprudencia de la mente. Esto implica tener pensamientos descuidados, soñar, hacer planes con fines egoístas y codiciosos, cuando deberían ser utilizados para el logro de la iluminación. Luego está la pérdida de la mente con la discriminación innecesaria sobre diferencias externas y el desvío de la misma en el goce de los escritos mundanos y las actividades artísticas, o desperdiciando la concentración en el sentimentalismo y la emotividad, y la contemplación de lugares hermosos, en la música, etc.
Es como si una persona, que queriendo controlar estrictamente su mente, olvidara deliberadamente su propósito y dejara que su mente funcionara por el camino más fácil. ¿Qué significa ser una persona imprudente? No es mejor que un elefante intoxicado libre de sus cadenas. En cuanto a este obstáculo, está escrito en los Sutras:
"Ustedes, quienes se han convertido en monjes, quienes se han afeitado la cabeza y van pidiendo de puerta en puerta, ¿por qué usted disfruta de las costumbres imprudentes, cuando se sabe que por tal conducta negligente y la indulgencia usted pone en peligro todos los beneficios del Dharma?".
Tan pronto como llegamos a ser conscientes de lo que estamos poniendo en juego por tales actos imprudentes, debemos renunciar a ellos para siempre. Porque tan pronto como nos damos cuenta de nuestros errores y no los eliminamos, entonces sufriremos remordimientos y se intensificará el obstáculo. ¿Por qué es esto? La razón es la siguiente: es posible que tengamos hábitos imprudentes sin pensar mucho en ello y luego el remordimiento no brotará y perturbará la mente. Es en el silencio de la práctica Dhyana que surge el remordimiento para perturbar s la mente y disipar la concentración. Es por ello que la imprudencia y el remordimiento son un gran obstáculo para la práctica del Dhyana. Hay dos tipos de remordimiento, es decir, un tipo viene después de la imprudencia, como se ha dicho, y el otro tipo precede aún más la imprudencia. Es el miedo que siempre tira su sombra sobre la vida de un criminal. Es como una flecha que ha penetrado tan profundo que no se puede quitar.
Hay dos tipos de remordimiento que el hombre necio está acostumbrado a disfrutar. El primero surge por las cosas que no debería haber hecho; el segundo por las cosas que él debería haber hecho, pero que no hizo.
(5) El quinto obstáculo interno es el impedimento de la duda. Si la mente está nublada con la duda, ¿cómo puede tener alguna fe en las enseñanzas? Y si no tiene fe en la enseñanza, ¿cómo puede aprovecharse de ella? Es como si uno estuviera subiendo una montaña para obtener un tesoro, pero no tuviera manos con las que traer de vuelta el tesoro. Hay algunas "dudas honestas" que no impiden del todo la práctica del Dhyana, pero hay tres clases de dudas que dificultan el logro del Samadhi. El primer tipo de duda que dificulta el Dhyana es la duda de uno mismo. Podemos preguntarnos si somos los más adecuados para transcurrir el Noble Camino dado a nuestras faltas y porque nuestros errores son muchos y graves. Si en un principio albergamos dudas como esas, nunca alcanzaremos el Samadhi. Así que, si hemos de practicar el Dhyana, no debemos maltratarnos a nosotros mismos. Debemos recordarnos que es imposible para cualquier persona comprender la profundidad de las raíces bondadosas de nuestras vidas pasadas.
El segundo tipo de duda es la duda en nuestro maestro. Es posible que hayamos estado disgustados con su forma o apariencia y dudáramos el que hubiera alcanzado algún grado de iluminación y fuera capaz de guiarnos por el camino. Si estimamos tal duda o desprecio por nuestro maestro, sin duda obstaculizaremos nuestro logro del Samadhi. Si queremos deshacernos de este obstáculo, debemos recordar las palabras del "Mahavibhasa Sutra" en su parábola del avaro que mantuvo su oro en una bolsa de basura. Si amamos el oro de la iluminación también nosotros debemos mantenerlo en nuestra bolsa de basura. Aunque nuestro maestro no es perfecto, o como pensamos que deba ser, debemos honrar y confiar en él, porque él está para nosotros en el lugar del Buda.
El tercer tipo de duda es duda en el Dharma. Casi cada uno de nosotros, sin duda, conserva un cierto grado de confianza en su propio juicio mental, y por lo tanto, va a ser difícil para nosotros al principio el tener fe en las enseñanzas del maestro cuando difieren de lo que pensamos que debe ser, y será difícil al principio para poner en práctica sus enseñanzas con humildad y fidelidad. Mientras alberguemos dudas de nuestro maestro, no podemos ser influenciados por sus enseñanzas. Esto se explica claramente en las siguientes estrofas:
La fe es la única entrada al Budismo. Sin fe todo estudio y esfuerzo será en vano. Tan pronto como usted está convencido de que el error sigue siempre la duda, renuncia a toda duda y entra por la puerta de entrada de la fe.
Alguien puede preguntar: "Hay tantos tipos diferentes de errores, así como hay granos de polvo, ¿por qué hablas de renunciar a sólo cinco dudas? Eso es cierto, pero estas cinco dudas cubren todo el campo de la codicia, el odio y la estupidez. La duda, la codicia, el odio y la estupidez son los males fundamentales. Más allá de la puerta de entrada de la duda se dice que existen ochenta y cuatro mil deseos o problemas que conducen al sufrimiento: si cerramos la puerta de duda bloqueamos el camino a todos los demás males.
Por estas razones, los seguidores de Buda deben deshacerse de los cinco obstáculos internos de la codicia, la ira, el odio, la pereza y la somnolencia, la imprudencia, el remordimiento y la duda. Deshacerse de estos cinco obstáculos es como saldar una deuda, es como recuperarse de una enfermedad dolorosa, como pasar de un país asolado por el hambre a una tierra de prosperidad; es como vivir en paz y seguridad en medio de la violencia y la enemistad. Si renunciamos a todos estos obstáculos nuestras mentes estarán frescas y felices y nuestros espíritus tranquilos y pacíficos.
Así como el brillo del sol puede ser oscurecido por el humo o polvo, o las nubes o la niebla, el brillo puro de nuestra mente puede ser oscurecido por estos cinco obstáculos.