Hoy continuaremos nuestro ciclo de estudio y lectura sobre el Sutra de los Votos Pasados del Bodhisattva Ksitigarbha, quien es llamado Jizo en Japón. El Bodhisattva Ksitigarbha es uno de los Bodhisattvas más famosos del panteón Mahayana, y representa el gran voto compasivo de salvación universal, ya que el Bodhisattva Ksitigarbha hizo el Gran Voto de no alcanzar el Nirvana hasta que todos los seres que sufren en el infierno hayan sido salvados.
Como recordaremos, el Sutra del Ksitigarbha es un Texto Sagrado importantísimo en el Budismo, ya que explica las consecuencias kármicas de nuestras acciones, así como detalla el proceso de renacimiento en los diferentes mundos del Samsara. Es por ello que es un texto ideal para estudiar la doctrina del karma y el renacimiento en el Budismo Mahayana. Pero como veremos, el texto igualmente explica la importancia del deber filial a nuestros padres y ancestros, y exhalta la labor del Bodhisattva en el plan salvífico del universo.
En nuestra primera entrada, vimos la importancia del Bodhisattva Ksitigarbha y estudiamos los primeros dos capítulos del Sutra. Luego, en la segunda entrada, vimos los capítulos 3 y 4, donde estudiamos las consecuencias kármicas de nuestros pesamientos, palabras y acciones. En esta tercera entrada, veremos los capítulos 5 y 6, donde se mencionan los diferentes infiernos en el Budismo y el poder del karma, así como los beneficios del Bodhisattva Ksitigarbha.
Como mencionamos anteriormente, desde los primeros textos budistas, el infierno se describe como un lugar segmentado donde los pecadores son castigados temporeramente por pecados específicos; diferente a los infiernos en muchas otras religiones, donde los pecadores son condenados por la eternidad. Aquí los pecadores se mueven del infierno al infierno antes del renacimiento. Claramente, muchas ideas budistas del infierno, como muchas otras en el Budismo, derivan del Hinduismo.
En el capítulo 5, el Bodhisattva Samantabhadra (Virtud Universal) le pide al Bodhisattva Ksitigarbha que por misercordia con todos los seres sintientes, mencione los diferentes infiernos y las retribuciones que llevan a los seres allí. En respuesta a la pregunta del Bodhisattva Samatabhadra, Ksitigarbha explica los diversos nombres de los infiernos y las retribuciones. Estos infiernos son creados por el karma de los mismos seres que renacen allí, en respuesta a sus transgresiones; igual sucede con todos los mundos del universo. Es el karma el que define los mundos en todo el cosmos, y es el karma el que decide dónde los seres renacen. El poder del karma es tan grande como para ser comparado con el Monte Sumeru, la montaña má alta del mundo y el centro del universo en la cosmología budista, y tan profundo como los inmensos océanos. El poder del karma también puede bloquear el camino del Buddhadharma. Por lo tanto, el Bodhisattva Ksitigarbha nos aconseja nunca ignorar ni siquiera un mal menor, y que nunca pensemos que somos inocentes. Hay una retribución después de que uno muere, incluso tan pequeño como un cabello o fibra, y esto debe tomarse seriamente.
Debemos recordar que Karma es una palabra sánscrita que significa "acción". A veces, es posible que vea la palabra en Pali, kamma, que significa lo mismo. En el Budismo, el karma tiene un significado más específico, que es la acción volitiva o intencional. Las cosas que pensamos, decimos y hacemos (o dejamos de hacer) ponen el karma en movimiento. La ley del karma es una ley de causa y efecto. Muchos piensan que el karma significa el resultado del karma. Por ejemplo, alguien podría decir Pedro perdió su trabajo porque "ese es su karma." Sin embargo, cuando los budistas utilizan la palabra, el karma es la acción, no el resultado. Los efectos del karma son los "frutos" del karma.
Las enseñanzas sobre las leyes del karma se originaron en el Hinduismo, pero los budistas entienden el karma de forma diferente a los hindúes. En los tiempos del Buda, la mayoría de las religiones de la India enseñaban que el karma operaba en una línea recta y sencilla - las acciones pasadas influyen en el presente; acciones presentes influyen en el futuro. Sin embargo, para los budistas, el karma no es lineal y es mucho complejo. De este modo, en el Budismo, aunque el pasado tiene alguna influencia sobre el presente, el presente también se forma por las acciones del presente.
Cuando nos encontramos atrapados en nuestros viejos patrones destructivos, tal vez no sea el karma del pasado lo que está causando que estemos atrapados. Si estamos en problemas, lo más probable es que estamos recreando los mismos viejos patrones con nuestros pensamientos y actitudes en el presente. Para cambiar nuestro karma, y cambiar nuestras vidas, tenemos que cambiar nuestras mentes.
El Budismo enseña que hay otras fuerzas además del karma que dan forma a nuestras vidas. Estas incluyen las fuerzas naturales como el cambio de las estaciones y la gravedad. Cuando un desastre natural - como un terremoto - golpea a una comunidad, esto no es una especie de castigo kármico colectivo. Es un hecho lamentable que requiere de una respuesta compasiva, no de un juicio.
Algunas personas tienen dificultad para entender que el karma es creado por nuestras propias acciones. Quieren creer que hay algún tipo de fuerza cósmica misteriosa en algún lugar dirigiendo el karma, premiando a los buenos y castigando a los malos. Algunas religiones pueden enseñar eso, pero no el Budismo.
El Budismo Tendai sostiene que causa y efecto son, en esencia, simultáneos. En el instante en que creamos una causa, ya está contenido el efecto, como si fuera una semilla plantada en la profundidad de nuestras vidas. Pero si bien este efecto es plantado en el mismo instante en que la causa es creada, puede que no aparezca instantáneamente. El efecto sólo se manifiesta cuando aparecen las circunstancias adecuadas. Supongamos que una bellota cae al suelo y queda sepultada en él.
Puede tomar décadas para que un poderoso roble manifieste el efecto completo de esta causa. Entonces, a pesar de que el efecto sea simultáneo, a pesar de que ha sido la causa para que crezca el roble, éste no crecerá sino hasta varios años más tarde. Mientras que el efecto último del roble estaba contenido en la bellota, le llevó años de lluvia y sol para alcanzar las circunstancias adecuadas y que el árbol creciera. O, para tomar un ejemplo negativo, supongamos que uno come alimentos altos en contenido de colesterol durante un período de tiempo. Puede que tarde muchos años en aparecer los efectos destructivos, la arteriosclerosis y las enfermedades coronarias. Los seres humanos realizamos infinidad de causas cada día a través de nuestros pensamientos, palabras y acciones y, por cada causa, recibimos un efecto. Pero puede que este efecto también demore un largo tiempo en manifestarse.
El karma puede ser dividido en buen karma y mal karma, tal como las causas pueden ser caracterizadas como buenas y malas. Estas categorías se aplican a las tres formas de acción kármica: pensamiento, palabra y acción. Por ejemplo, el ejercicio de la misericordia y de la benevolencia produce buen karma, mientras que actitudes negativas tales como la codicia o la ira -y las acciones que estas emociones generan- producirán mal karma.
Nuestro karma es como una cuenta bancaria de efectos latentes que experimentaremos cuando nuestras vidas encuentren las condiciones ambientales adecuadas. Las buenas causas producirán efectos agradables y benéficos; las malas causas producirán sufrimiento. Nuestras acciones en el pasado ejercen influencia en nuestra existencia presente, mientras que nuestras acciones presentes configuran nuestro futuro.
El principio del karma es absolutamente preciso. No hay manera de escapar a nuestras acciones pasadas. La ley de causa y efecto impregna nuestras vidas a través de las existencias pasadas, presentes y futuras. Nada es olvidado, borrado o perdido. Es un error el creer que podemos simplemente dejar nuestros problemas detrás e irnos a Hawai o algún otro paraíso tropical y vivir una vida libre de contratiempos. Llevamos nuestro karma a cuestas, como si fuera una mochila, dondequiera que vayamos.
Todo, en el ámbito de nuestra existencia, es eternamente registrado en los niveles más profundos de nuestra vida. Entonces, ¿no nos queda más opción que pasivamente aceptar y resignarnos a recibir los efectos de cual fuera el karma que forjamos en el pasado?
En el Budismo creamos el karma con nuestras propias acciones y, por tanto, también tenemos el poder de cambiarlo. Ésta es la promesa que ofrece la práctica del Budismo. Si bien, en teoría, todo lo que tendríamos que hacer para que nos vaya bien en la vida es realizar la mayor cantidad posible de buenas causas, en la mayoría de los casos tenemos muy poco control sobre las causas que hacemos. Tendemos a caer atrapados por la inquebrantable cadena de causas y efectos que es nuestro karma, y actuamos en consecuencia.
El karma nos permite comprender que el destino depende de cada uno y que cada persona tiene el poder de transformar su vida para bien en cualquier momento. Karma –que significa acción— resume el principio de la causalidad del universo, similar a la de la ciencia moderna, en donde cada acción tiene su correspondiente resultado. Incluye, además, los aspectos espirituales, tales como la sensación de felicidad, miseria, gentileza y crueldad.
El karma, como cualquier otra cosa, está en constante cambio, por lo tanto, el ser humano puede crear su propio presente y futuro mediante las elecciones tomadas en cada instante. sin embargo, existen Bodhisattvas como el Bodhisattva Ksitigarbha que deciden interceder por nosotros y aliviar nuestro karma negativo; y existen Budas como el Buda Amida que nos aceptan tal y como somos, con todo nuestro karma negativo, y nos permiten renacer en la Tierra Pura de la Bienaventuranza para que alcancemos el Despertar. Por eso, en el Budismo siempre hay esperanza.
En este capítulo, el Bodhisattva Ksitigarba nos muestra los nombres de los diferentes infiernos, como Samjiva (infierno de repetición constante, donde los seres sufren los mismos sufrimientos repetidamente), Kalasutra (infierno de alambre negro, donde los seres son desgarrados por alambres), Samghata (infierno de losas de piedra, donde los seres son tirados contra losas de piedra hasta que desfiguran), Raurava (infierno de lamentación, donde los seres se lamentan incesantemente), Maharaurava (infierno de gran lamentación), Tapana (infierno de calor abrasador), Pratapana (infierno de calor aún más abrasador), y el infierno Avici (infierno sin interrupción). Estos son llamados los infiernos calientes.
Los infiernos fríos debajo del reino de los vivos, pero por encima de los infiernos calientes, llevan el nombre de la forma en que el cuerpo responde a los diversos grados de frío: Arbuda (infierno de hinchazón, donde los seres se congelan hasta que revientan), Nirarbuda (infierno de encogimiento, donde le frio encoge las extremidades hasta que las pierden), Atata (infierno de dientes castañeteando, deonde los seres pierden los dientes), Hahava (infierno de lengua temblorosa), Huhuva (infierno de boca azul), Utpala (un infierno de manchas de color loto azul en la piel), Padma (infierno de manchas de color loto carmesí en la piel), Mahapadma (infierno de grandes manchas de color loto carmesí en la piel), etc.
En el Budismo, en todas sus diversas formas, el renacimiento es un principio esencial, y el infierno sirve como un lugar de purga, donde los individuos sufren por períodos de tiempo inimaginables, antes de renacer en una nueva identidad. En estos infiernos hay castigos que involucran todo lo imaginable: desde cuerdas hasta cuchillos, espadas, cadenas, bambú, tridentes, cepillos, agujas, pinzas de hierro, espinas y hachas; perros, pájaros, serpientes y gusanos. Hay granizo y aguanieve, nieve y hielo, fuego, petróleo ardiente, ríos ardientes y cosas podridas de todo tipo. Se emplean todo tipo de corte, pisoteo, alimentación forzada, desmembramiento, ahogamiento, quema y aplastamiento. Es un desfile de torturas aparentemente interminable. Como se mencionó anteriormente, los pecados y los castigos están emparejados, y ciertos infiernos son para el castigo de ciertos pecados. Sin embargo, hay ciertos castigos que han conservado su función específica, como los árboles de espada.
En su obra titulada el Ojoyoshu, Genshin, un eminente monje Tendai, detalla los diferentes infiernos e insta a los devotos a aspirar al renacimiento en la Tierra Pura del Buda Amida. En su obra, Genshin describe un bosque de estos árboles y su castigo a aquellos gobernados por la pasión sexual: “A veces los guardias del infierno se apoderan de las víctimas y las ponen en un bosque de espadas. Mientras miran hacia las ramas superiores de los árboles en este bosque, ven mujeres hermosas y bien vestidas, de hecho, ostentando los rostros de aquellos que alguna vez amaron. Esto los llena de alegría y por eso intentan trepar a los árboles, pero cuando lo hacen, las ramas y las hojas se convierten en espadas, que laceran la carne y perforan y destruyen sus huesos. Aunque están aterrorizados por esto, su malvado karma todavía los impulsa en su deseo y, desafiando las espadas, trepan los árboles en vano. Pero cuando alcanzan la cima, encuentran el objeto de su deseo en el suelo, atrayéndolos a bajar, y cada uno le dice al amante en el árbol: 'Debido al karma creado por mis pasiones por ti, he llegado a esto sitio. ¿Por qué no te acercas a mí y me abrazas?' Así, cada uno desde debajo de los árboles seduce a su víctima hasta que este, en su enamoramiento, comienza a descender nuevamente del árbol. Pero a medida que descienden las hojas de los árboles, que están hechas de espadas, se vuelven hacia arriba y laceran sus cuerpos. Cuando están a punto de llegar al suelo, las mujeres aparecen en las copas de los árboles. Entonces las víctimas, abrumadas por la pasión, vuelven a subir. Este proceso continúa durante diez billones de años. La causa de ser así engañado en este infierno por el propio corazón y el consiguiente sufrimiento es la propia pasión malvada".
Luego de que el Bodhisattva Ksitigarbha termina de describir los infiernos, en el capítulo 6, el Buda Shakyamuni emana una luz de todo su cuerpo, la cual ilumina todos los mundos. Su voz es escuchada por todos los Bodhisattvas en todos los mundos, así como por todos los seres. Entonces el Buda dice: "Escuchen ahoa mis alabanzas al Bodhisattva Ksitigarbha, el cual manifiesta un gran inconcebible e impresionante espíritu y poder compasivo para rescatar y proteger a los seres vivientes en cualquier lugar donde ellos encuentren miseria y sufrimiento. Luego de mi extinción, todos ustedes Bodhisattvas, grandes seres y todos ustedes dioses, dragones, fantasmas, espíritus y otros deberán poner en práctica recursos adecuados en aras de proteger este Sutra y hacer que todos los seres vivientes contemplen la bendición del Nirvana".
Luego, el Buda Shakyamuni elogió al Bodhisattva Ksitigarbha frente a una asamblea de todos los seres, explicando cómo el Bodhisattva Ksitigarbha beneficia a los seres humanos y celestiales con sus bendiciones y méritos. Cualquier buen hombre o mujer que adora y reza al Bodhisattva Ksitigarbha, incluyendo pintar, dibujar o moldear la imagen de Ksitigarbha, será exonerado de todos sus pecados y defectos kármicos. Una mujer fea que reza de todo corazón al Bodhisattva Ksitigarbha, en su próxima vida, renacerá como princesa, dama real o hija de un alto funcionario. Una persona que canta alabanzas y ofrece incienso y flores frente a la imagen del Bodhisattva Ksitigarbha, tendrá protección de miles de demonios y deidades.
Algunas personas pueden tener una enfermedad terminal crónica, no pueden vivir ni morir, y siempre tienen pesadillas soñando con fantasmas o familias muertas. Esto se debe al karma de sus malos juicios en vidas pasadas. Si alguien sufre este tipo de fenómeno, este Sutra debe ser recitado en voz alta. Además, uno puede llevar cualquier artículo favorito de la persona enferma, como joyas, objetos, etc., para dar a la caridad. Luego, recita el nombre del Bodhisattva Ksitigarbha frente a la persona enferma tres veces y asegúrate de que te escuche claramente. Esto espantará todos los malos espíritus y los malos sueños.
Si alguien sueña con demonios, deidades, fantasmas o incluso formas de duelo, llanto, angustia o terror, deben haber sido parientes de sus vidas pasadas que han caído en los caminos del mal, tratando de llamar la atención de uno para salvarlos Esta persona debe leer este Sutra frente a imágenes de Budas o Bodhisattvas tres o siete veces. Por medio de esto, estos parientes pueden ser liberados después de recitar este Sutra, y nunca más volverán a soñar con esos espíritus.
Las personas de posiciones más bajas, como sirvientas o esclavas, que recitan el nombre del Bodhisattva Ksitigarbha 10,000 veces durante un período de siete días al final de su vida actual, renacerán con rasgos finos en familias nobles.
Igualmente, uno recibirá muchos beneficios si guarda los días 1, 8, 14, 15, 18, 23, 24, 28, 29 y 30 de cada mes vegetarianamente, ya que estos días son los días en los que los seres son juzgados en el otro mundo. En todos los casos, una sola buena acción en nuestra vida hace que el Bodhisattva Ksitigarbha interceda por nosotros en el infierno. Esto se debe a su gran voto de salvación. Las ofrendas al Bodhisattva Ksitigarbha pueden ser recitar su mantra (Skt. Om Ha Ha HA Vismaye Svaha - Jp. On Ka Ka Kabisanmayei Sowaka), mientras ofrecen incienso, lámparas (velas), flores, música, recitan el Sutra, etc. Los beneficios de recitar su mantra y/o el Sutra son innumerables, beneficiando a los seres vivos y espirituales alrededor de uno. Lo importante es tener fe en el Bodhisattva Ksitigarbha y realizar buenas acciones en nuestra vida.
Todos estos son beneficios para los seres que han partido. La próxima semana, tocaremos los beneficios para los seres vivos, los muertos, y veremos las alabanzas del Rey Yama (Enma), el Rey del Infierno, para el Bodhisattva Ksitigarbha.