El Sutra Gandavyuha, el capítulo final y culminante del monumental Sutra Avatamsaka (Sutra de la Guirnalda de Flores, el cual fue el primer sermón dado por el Buda en nuestro mundo), es un texto profundo e intrincado que encapsula la esencia de la filosofía y la práctica budistas Mahayana. Su título, a menudo traducido como la "Entrada al Reino de la Realidad", refleja su énfasis temático en la interconexión ilimitada de todos los fenómenos y las dimensiones infinitas de la sabiduría del Buda. El Sutra narra el viaje espiritual del peregrino Sudhana, un joven buscador inspirado por el Bodhisattva Manjushri, que se embarca en una odisea para descubrir la Verdad Ultima. A lo largo de su viaje, Sudhana visita a cincuenta y tres maestros espirituales, entre ellos Bodhisattvas, monjes, laicos, reyes e incluso seres celestiales, cada uno de los cuales encarna una faceta única del Dharma; uno de los 52 peldaños en los Estados del Despertar a la Budeidad. A través de estos encuentros, Sudhana aprende que la Iluminación no surge de una comprensión aislada, sino de la interacción armoniosa de la sabiduría, la compasión y los medios hábiles.
El Sutra Gandhavyuha es tan largo que es considerado por muchos como su propio Sutra o un libro separado, detallando el Camino Budista en su totalidad. Por lo tanto, el Sutra sirve como guía espiritual y como meditación profunda sobre la naturaleza de la Realidad, inspirando a los practicantes a recorrer el Camino Budista hasta su culminación: la Budeidad.
En las próximas entradas, complementaremos nuestro Ciclo de Lecturas sobre el Sutra Avatamsaka, que continuamos este año, con una interpretación moderna ("Reimaginada") del Sutra Gandhavyuha, para el beneficio de todos los lectores modernos. Espero que el mismo sea del agrado de todos los budistas hispanos.
Capítulo 46 - El Cuadragésimotercer Maestro - Vishvamitra
Descendiendo de las luminosas alturas del Cielo Trāyastriṃśa, los pasos de Sudhana lo llevaron a la ciudad terrenal de Kapilavastu. Fue allí, en medio del bullicio de la vida humana, donde buscó a Viśvāmitra, el reverenciado maestro de los niños, cuya sabiduría nutría las mentes de los jóvenes, plantando semillas de virtud en suelo fértil. Guiado por su inquebrantable determinación de descubrir el camino del bodhisattva, Sudhana se acercó con la humildad de quien conoce la inmensidad de lo que aún no comprende.
Con profunda reverencia, se inclinó profundamente a los pies de Viśvāmitra, un gesto que reflejaba la rendición del ego a la sabiduría. Rodeó al maestro innumerables veces, manteniéndolo a su derecha, un acto atemporal que simboliza el respeto y la órbita de la devoción. Finalmente, se paró frente a él, con las palmas de las manos juntas en homenaje, su corazón expuesto en palabras de anhelo.
"Arya", comenzó Sudhana, con su voz cargada de un noble propósito, "he despertado en mí la aspiración a la Iluminación más alta y completa, pero sigo ignorando las formas en que un Bodhisattva debe entrenarse y las prácticas que debe adoptar. He oído hablar de tu renombre, de que impartes el Dharma a quienes buscan su camino. Te imploro que me enseñes: ¿cómo deben los Bodhisattvas recorrer el Sagrado Camino de su conducta? ¿Cómo deben practicar para que sus vidas se alineen con el Gran Voto del Despertar?"
Viśvāmitra, un hombre de apariencia modesta pero que irradiaba la serena autoridad de quien guía, miró a Sudhana con compasión. La vida bulliciosa de la ciudad pareció detenerse mientras el maestro de niños se preparaba para hablar. Su voz, tranquila y deliberada, cargaba con el peso de incontables lecciones impartidas a mentes tiernas.
"Noble", comenzó, "tu aspiración a la Iluminación suprema es encomiable, y tu devoción a la búsqueda de guía refleja la profundidad de tu compromiso. Sin embargo, para encontrar tus respuestas, ahora debes mirar más allá de mí."
Hizo una pausa, con la mirada firme pero llena de una suave urgencia. "Aquí, en esta misma ciudad, habita Śilpābhijña, el hijo de un gran comerciante. Ha estudiado profundamente el conocimiento de las palabras de los Bodhisattvas, recurriendo a su sabiduría para iluminar el camino de la conducta y la práctica. Ve a él, noble buscador. Hazle tus preguntas y él te revelará cómo deben entrenarse los Bodhisattvas y cómo deben encarnar el Dharma en sus vidas".
Aunque el intercambio fue breve, su significado fue vasto. Sudhana, al escuchar estas palabras, no sintió decepción ni vacilación. En cambio, experimentó una oleada de gratitud por la claridad con la que se desplegaba el camino ante él. Cada guía era sólo un paso hacia el siguiente, y cada palabra que le decían era un hilo en el Tapiz Infinito del Dharma.
Una vez más, Sudhana se inclinó profundamente ante Viśvāmitra, con el corazón henchido de reverencia y resolución. Dio una vuelta alrededor del maestro de nuevo, sus pasos eran una danza de devoción, y se fue con el espíritu animado por un propósito. Mientras recorría las calles de Kapilavastu, llevaba las palabras de Viśvāmitra como una llama que iluminaba el camino: otra joya en su tesoro de enseñanzas, que lo señalaba cada vez más cerca del horizonte infinito de la Iluminación.