Bienvenido a la Tierra Pura de la Luz Serena, un recurso sobre el Verdadero Budismo (一乘佛教), y sus posteriores ramificaciones, a la luz de las Enseñanzas Perfectas y Completas (圓教). Aquí presentamos el Budismo como religión, filosofía y estilo de vida, con énfasis en la Teología Budista (Budología), aspirando a presentar el Budismo balanceadamente entre la academia (estudios budistas) y la devoción, desde el punto de vista de una escuela tradicional de Budismo japonés (Escuela del Loto Reformada) y las enseñanzas universales del Sutra del Loto (法華経).


jueves, 21 de agosto de 2025

Las Seis Características de los Dharmas (Rokuenyu) y la Doctrina de las Diez Interdependencias en el Sutra Avatamsaka

 


En el corazón del Budismo Huayan (Kegon en Japón) late una intuición deslumbrante: todos los fenómenos (dharmas) se hallan entretejidos en el Océano de la Talidad, la interdependencia total. Nada existe por sí mismo ni de manera aislada, sino que todo se contiene, se refleja y se nutre de todo lo demás. Para expresar esta visión, los maestros elaboraron la doctrina de las Diez Interdependencias que vimos anteriormente, donde se muestra cómo los fenómenos están vinculados de forma simultánea, recíproca y sin obstáculos. A manera de repaso, estas son: (1) Todos los fenómenos están mutuamente relacionados y dan lugar el uno al otro simultáneamente. (2) Lo amplio y lo estrecho son mutuamente inclusivos sin impedimentos; y una acción, por pequeña que sea, incluye todas las acciones. (3) Lo múltiple está incluido en lo uno y lo uno en lo múltiple, sin perder sus características respectivas como "uno" y "múltiples". (4) Todos los fenómenos están interpenetrados en su esencia; Uno es igual a todos y todo es igual a uno. (5) Lo oculto y lo manifiesto se complementan y juntos forman una sola entidad. (6) Las cosas inconcebiblemente diminutas también obedecen al principio de muchos en uno y uno en muchos. (7) Todos los fenómenos se permean y reflejan incesantemente entre sí, como los reflejos en las joyas de la red de Indra (una red que se dice colgaba en una pared en el palacio del dios Indra o Shakra; en cada eslabón de la red hay una joya reflectante que refleja las joyas adyacentes y las múltiples imágenes reflejadas en ellas). (8) Todos los fenómenos manifiestan la verdad, y la verdad se encuentra en todos los fenómenos; cualquier cosa puede servir como ejemplo de la verdad de la interdependencia de todas las cosas. (9) Los tres períodos de pasado, presente y futuro contienen cada uno pasado, presente y futuro dentro de sí mismos. Esto define nueve períodos, que juntos forman un período, sumando diez en total. Estos diez períodos son distintos pero se impregnan mutuamente. Este misterio expresa el principio de "uno es todo, todo es uno" de la escuela de la Guirnalda de Flores en términos de tiempo. (10) En cualquier momento, un fenómeno actúa como principal y muchos fenómenos como secundarios, completando así el todo.

Dentro de este marco, las Seis Características de los Dharmas (Rokuenyu) ofrecen una vía de contemplación más precisa: describen la estructura esencial, apariencial y funcional de la Realidad. Estas seis son: Universalidad, Particularidad, Similaridad, Diversidad, Formación y Diferenciación. Ambas doctrinas explican el mismo principio desde perspectivas diferentes.

El Huayan las organiza las Seis Características de los Dharmas en tres pares, cada uno correspondiendo a un aspecto de toda realidad:

  1. Esencia: Universalidad y Particularidad.
  2. Apariencia: Similaridad y Diversidad.
  3. Función: Formación y Diferenciación.

De este modo, cada cosa puede ser contemplada como una joya en la Red de Indra: con una esencia que participa del todo y de lo propio, con una apariencia que muestra semejanza y diferencia, y con una función que la hace surgir y desaparecer en el flujo dinámico del Dharma.

I. Esencia: Universalidad y Particularidad

1. Universalidad - La universalidad nos recuerda que todo dharma participa del Cosmos entero. Nada es independiente: la más mínima brizna de hierba refleja el universo entero, del mismo modo que cada joya en la red de Indra refleja todas las demás. Esta característica revela el fundamento común de todos los fenómenos: el Dharmadhstu, el ámbito sin obstrucciones que se identifica con la sabiduría de Mahavairocana, el Buda Cósmico.

2. Particularidad - Sin embargo, cada dharma mantiene su singularidad irrepetible. Una gota de agua refleja el océano, pero no deja de ser esa gota concreta, en este instante y lugar. La particularidad salvaguarda la individualidad de cada cosa, evitando que la universalidad se convierta en uniformidad vacía. Cada fenómeno, por pequeño que sea, es un nodo único en la totalidad.

En conjunto, Universalidad y Particularidad constituyen la Esencia: el ser profundo de las cosas, donde lo uno y lo múltiple conviven sin contradicción.

II. Apariencia: Similaridad y Diversidad

3. Similaridad - La similaridad es lo que permite reconocer lo común entre los dharmas. Todos los seres comparten la impermanencia, todos participan de la ley del Origen Dependiente, todos llevan la Semilla de la Budeidad. Esta semejanza crea el terreno de la comunicación y de la compasión: sin lo semejante, nada podría encontrarse con nada.

4. Diversidad - La diversidad es la expresión de la diferencia concreta entre los dharmas. Ninguna hoja es idéntica a otra; ningún instante se repite. Cada fenómeno aporta su matiz y color al tapiz cósmico. La diversidad no se opone a la similaridad, sino que la complementa, haciendo que lo común no borre la riqueza de lo singular.

Así, Similaridad y Diversidad constituyen la Apariencia: el modo en que las cosas se manifiestan ante la mente, mostrando tanto lo que las une como lo que las distingue.

III. Función: Formación y Diferenciación

5. Formación - La formación señala el surgimiento de cada dharma a partir de causas y condiciones. Nada aparece de la nada: la flor surge de la semilla, la semilla del suelo, el suelo de las lluvias y del sol. Todo lo que existe es actualización de un entramado de factores previos. La función de formación nos muestra la potencia creativa del Cosmos, su incesante capacidad de hacer aparecer nuevas formas.

6. Diferenciación - Pero todo lo que se forma también se deshace. La diferenciación expresa la disolución, el desgaste y la reintegración de cada dharma en la totalidad. La vela se consume, la ola se disuelve, el pensamiento se extingue. Sin diferenciación no habría renovación, sino un mundo rígido y estancado.

De este modo, Formación y Diferenciación constituyen la Función: la actividad misma de la Realidad, su respiración rítmica de surgimiento y desaparición.

Entendamos esto mejor con el ejemplo ilustrativo de una flor de loto:

  • Esencia: La flor de loto participa de la Universalidad del Cosmos (es parte del tejido del Dharma) y al mismo tiempo posee su Particularidad (este loto específico en este estanque).
  • Apariencia: Se asemeja a otros lotos (Similaridad), pero tiene su propio color, su tiempo de florecimiento y su fragancia única (Diversidad).
  • Función: Surge de las causas y condiciones —agua, sol, semilla, tiempo (Formación)— y eventualmente se marchita, retornando sus elementos al ciclo de la vida (Diferenciación).

En una sola flor se revela toda la danza de las Seis Características: Esencia, Apariencia y Función se entrelazan para mostrar el universo entero.

Las Seis Características de los Dharmas no son categorías frías de análisis, sino un método contemplativo para penetrar en la naturaleza de la Realidad. Nos enseñan que todo fenómeno es a la vez Esencia (Unidad y Singularidad), Apariencia (Semejanza y Diferencia), y Función (Surgimiento y Disolución). Al contemplar así los dharmas, se clarifica la enseñanza central del Huayan: el mundo entero es un océano de interdependencias donde lo uno y lo múltiple se abrazan. El Sutra Avatamsaka proclama: "Un solo pensamiento contiene infinitos mundos, y un solo grano de polvo refleja innumerables Budas".

Estas Seis Características, al servicio de la doctrina de las Diez Interdependencias, nos invitan a mirar cada instante como un espejo del Dharma, y a venerar en cada ser, por pequeño o grande que sea, la presencia viviente del Buda Eterno que todo lo permea y todo lo sostiene.

Cuando contemplamos las Seis Características de los Dharmas desde la perspectiva de la Budología de la Escuela del Loto Reformada, descubrimos que estas no son meros análisis de categorías filosóficas, sino puertas que nos conducen a la comprensión del misterio profundo de la Unidad del Nirvana y de la Multiplicidad del Samsara. El Nirvana, en su eternidad y calma, manifiesta la universalidad que unifica todas las cosas en el seno del Buda Eterno. El Samsara, en su incesante diversidad y cambio, revela la particularidad, la multiplicidad y la danza de los fenómenos. Lo uno y lo múltiple no se contradicen, sino que se iluminan mutuamente: el Nirvana no niega el Samsara, y el Samsara no se aparta del Nirvana.

I. Esencia: Universalidad y Particularidad

Universalidad y Nirvana - La universalidad nos muestra cómo todos los fenómenos participan de un mismo cuerpo: el Dharmadhatu, el Reino del Buda Eterno. Desde la óptica del Nirvana, no existe separación real entre los seres, pues todos están bañados por la misma luz inmortal. Esta universalidad es la respiración misma de la Unidad: lo que llamamos Nirvana no es un "lugar distinto" al Samsara, sino la constatación de que todo está ya abrazado por la Totalidad.

Particularidad y Samsara - Sin embargo, cada ser vive su propio rostro único en la multiplicidad del Samsara. Una gota de agua es la gota, aunque refleje el océano; un ser humano es él mismo, aunque comparta la naturaleza búdica con todos los demás. La particularidad representa la riqueza de la multiplicidad: el Samsara no es un error que deba ser abolido, sino el despliegue concreto de las infinitas formas que la Unidad adopta. En este sentido, la particularidad revela que Nirvana y Samsara son dos nombres de un mismo misterio: lo Uno se diversifica, y lo múltiple remite siempre a lo Uno.

Así, la Esencia —Universalidad y Particularidad— nos revela que el Nirvana y el Samsara son inseparables: en lo uno resplandece lo múltiple, y en lo múltiple se oculta lo Uno.

II. Apariencia: Similaridad y Diversidad

Similaridad y Nirvana - La similaridad representa el eco de la Unidad en el corazón del Samsara. Todos los seres, por distintos que sean, son impermanentes, interdependientes y portadores de la naturaleza de Buda. Esa semejanza es la señal de que el Nirvana atraviesa el Samsara como su fundamento oculto. En cada respiración, en cada fenómeno, vibra la nota común que lo vincula al Todo.

Diversidad y Samsara - La diversidad, por otro lado, es la expresión patente de la multiplicidad del Samsara. Ningún ser es igual a otro; ningún instante se repite. Pero esta diferencia no es obstáculo al Nirvana, sino su manifestación. El Buda Eterno, que es Unidad, no puede revelarse si no es a través de esta multiplicidad de rostros, colores, formas y momentos. La diversidad es la danza del Nirvana en el Samsara, la manifestación visible de lo invisible.

Así, la Apariencia —Similaridad y Diversidad— nos muestra que el Nirvana resplandece en lo común que sostiene a los seres, mientras que el Samsara se despliega en lo múltiple que enriquece la realidad. Son, en verdad, dos aspectos inseparables de un mismo espejo.

III. Función: Formación y Diferenciación

Formación y Samsara - La formación representa el surgir constante de los fenómenos en el Samsara. Todo nace, todo aparece, todo se manifiesta. En cada nuevo brote de hierba, en cada nacimiento, en cada pensamiento que surge, contemplamos la fuerza dinámica del Samsara. Pero, en la perspectiva de la Escuela del Loto Reformada, esta formación no es ilusión vana: es el Buda Eterno desplegando sus formas compasivas, su multiplicidad activa.

Diferenciación y Nirvana - La diferenciación, que podría parecer el final o la disolución, es en verdad la entrada al Nirvana. Todo lo que se extingue retorna al seno de la Unidad. El loto marchito se reintegra en la tierra, el pensamiento que se disuelve vuelve a la mente luminosa, el ser que muere retorna a la matriz del Buda. La diferenciación revela que el Samsara no es círculo cerrado, sino un movimiento que desemboca en la calma del Nirvana.

En conjunto, la Función —Formación y Diferenciación— muestra que el Samsara es el campo del surgir y del desaparecer, mientras que el Nirvana es la calma en la cual todo se reintegra. Pero ambas no son dos realidades separadas: la función del Samsara es el despliegue del Nirvana, y el Nirvana se reconoce en la disolución que acoge lo formado.

Las Seis Características de los Dharmas, vistas desde la Budología de la Escuela del Loto Reformada, nos permiten reconocer que el Nirvana y el Samsara no son dos reinos opuestos, sino dos aspectos de la misma Realidad Última: el Buda Eterno. La Esencia revela que la Unidad y la Multiplicidad coexisten como fondo y forma; la Apariencia muestra cómo lo común y lo distinto se entrelazan sin conflicto; la Función nos enseña que el surgir y el desaparecer son la respiración misma del Dharma.

Por eso, en nuestra escuela afirmamos que el Reino del Buda no se alcanza huyendo del Samsara, sino descubriendo en él la luz del Nirvana. En cada cosa, en cada instante, palpita la universalidad y la particularidad, la similaridad y la diversidad, la formación y la diferenciación. Así, el Nirvana se revela en el Samsara, y el Samsara se ilumina en el Nirvana. Ambos son el campo de acción del Buda Eterno, cuya voluntad es transformar este mundo en Tierra Pura, no negando su multiplicidad, sino glorificándola como manifestación de la Unidad.

Cuando llevamos las Seis Características de los Dharmas a dialogar con la doctrina central del Gran Maestro Chih-i —los Tres Mil Mundos en un Solo Pensamiento (Ichinen Sanzen)—, alcanzamos una visión aún más profunda de cómo Nirvana y Samsara no son ámbitos apartados, sino dimensiones que se manifiestan en la misma mente de cada ser. La Escuela del Loto Reformada asume esta enseñanza como clave budológica: el universo entero, con sus interdependencias infinitas y con la vida misma del Buda Eterno, se revela en el pensamiento más sencillo y cotidiano.

I. Esencia: Universalidad y Particularidad en la Mente

Desde la perspectiva del Ichinen Sanzen, cada pensamiento (Ichinen) contiene la totalidad de los Tres Mil Mundos. Esto es la universalidad: cualquier instante mental participa de la plenitud del Dharma, y en él se encuentra ya el Nirvana. Pero ese mismo pensamiento, al ser concreto y determinado, también manifiesta su particularidad: es único, con su color y sabor, con su historia irrepetible.

Así, la Esencia de cada pensamiento es doble: universal en cuanto refleja la Unidad del Buda Eterno, y particular en cuanto constituye un evento irrepetible en la trama del Samsara. De esta manera, lo que parece ser un simple instante de conciencia se transforma en un espejo del Cosmos entero.

II. Apariencia: Similaridad y Diversidad en los Mundos

El Ichinen Sanzen nos recuerda que la mente despliega simultáneamente los Diez Mundos: desde el Infierno hasta la Budeidad. Todos los seres comparten esta capacidad de contener lo inferior y lo superior, y por ello hay similaridad: cada mente participa de la misma estructura fundamental. En todos palpita la Semilla de la Iluminación.

Pero la manera en que esa semilla se expresa es distinta en cada ser y en cada instante: esto es la diversidad. Un pensamiento de un bodhisattva no es idéntico al de un ser atado a la ira, aunque ambos participen de la misma raíz. En la multiplicidad de expresiones vemos desplegarse el Samsara, pero en la semejanza que los atraviesa reconocemos el Nirvana.

La apariencia de la mente es, pues, un campo donde lo común y lo diferente conviven: todos los seres son iguales en su posesión de la naturaleza de Buda, y al mismo tiempo infinitamente distintos en cómo la actualizan.

III. Función: Formación y Diferenciación en el Flujo del Pensamiento

Cada pensamiento surge por causas y condiciones: esta es la formación. Una emoción, una idea, un deseo, una visión iluminada, todo se forma a partir de semillas kármicas almacenadas en la conciencia y nutridas por el contacto con el entorno. Este surgir constante es el rostro del Samsara en la mente.

Pero cada pensamiento, al surgir, también se disuelve: esta es la diferenciación. No hay idea que permanezca para siempre, no hay emoción que no se extinga. La disolución de los pensamientos no es una pérdida, sino un retorno al fundamento, al Nirvana. La mente respira en este ritmo de aparición y desaparición, que es la función misma del Dharma operando en nosotros. La función mental, entonces, muestra que el flujo del pensamiento es inseparable de la Unidad: lo que se forma viene del Nirvana y lo que se disuelve retorna a él.

Cuando unimos las Seis Características con el Ichinen Sanzen, comprendemos que el Nirvana y el Samsara no están en un más allá, ni en un futuro remoto, sino que laten en cada pensamiento de nuestra vida cotidiana. La Esencia nos revela que cada instante mental es a la vez universal y particular; la Apariencia nos enseña que todos compartimos la misma estructura de los Diez Mundos, aunque cada cual la exprese de forma distinta; la Función nos muestra que el surgir y desaparecer de los pensamientos es ya el despliegue del Dharma - el Samadhi Cósmico del Buda Mahavairocana.

Así, el Ichinen Sanzen no es mera especulación metafísica, sino una invitación a reconocer en la mente presente la interpenetración del Nirvana y el Samsara. En cada instante se contienen los Tres Mil Mundos: desde el Infierno a la Budeidad, de lo ilusorio a lo eterno. Ver esto es abrir los ojos al Reino del Buda aquí y ahora, y comprender que la Voluntad del Buda Eterno consiste precisamente en iluminar nuestra mente ordinaria para que la multiplicidad del Samsara resplandezca como la Unidad del Nirvana.