Bienvenido a la Tierra Pura de la Luz Serena, un recurso sobre el Verdadero Budismo (一乘佛教), y sus posteriores ramificaciones, a la luz de las Enseñanzas Perfectas y Completas (圓教). Aquí presentamos el Budismo como religión, filosofía y estilo de vida, con énfasis en la Teología Budista (Budología), aspirando a presentar el Budismo balanceadamente entre la academia (estudios budistas) y la devoción, desde el punto de vista de una escuela tradicional de Budismo japonés (Escuela del Loto Reformada) y las enseñanzas universales del Sutra del Loto (法華経).


jueves, 21 de agosto de 2025

El Cosmos Florido: Naturaleza Estructural y Visión del Sutra Avatamsaka - El Primer Sermón del Buda en el Mundo

 


Adentrarse en el Sutra Avatamsaka es como ingresar al Palacio del Dharma, sin fronteras, cuyos pasillos se extienden en todas direcciones y cuyos muros están hechos de luz, de palabras, de significados y de la infinita compasión del Buda Eterno, quien ha encarnado en cada pulgada del Cosmos, dando su vida por los seres sintinetes. No se trata de un texto convencional con principio, desarrollo y final; su arquitectura no responde a las coordenadas del pensamiento lineal ni a la progresión lógica del razonamiento humano. Es, como hemos mencionado, un Mandala Miviente, un entramado de visiones, de mundos superpuestos, de doctrinas entrelazadas como hilos de oro en un telar celeste. La estructura del Sutra es, en sí misma, una enseñanza silenciosa: nos exhorta a abandonar la mirada dualista y abrazar una comprensión holística y multidimensional del Dharma.

En términos textuales, el Sutra Avatamsaka ha llegado hasta nosotros en varias versiones de distintas longitudes y grados de desarrollo. Las principales transmisiones conservadas en la tradición del Este asiático son: la versión de 60 rollos traducida por Buddhabhadra en el Siglo V, la de 80 rollos realizada por Śikshananda en el Siglo VIII, y una versión más breve de 40 rollos atribuida a Prajna, la cual recoge especialmente el capítulo final, el Gandavyuha. En todas ellas, se vislumbra una estructura que no es jerárquica ni secuencial, sino radial, como una flor cósmica que se abre en múltiples direcciones.

A grandes rasgos, el Sutra se puede dividir en tres grandes secciones:

  1. Una primera parte doctrinal, que escribe la gloria del Buda Mahavairocana, los reinos de los Budas y las virtudes del Bodhisattva, lo cual lo convierte en un Sutra Esotérico en nuestra Tradición;
  2. Una sección intermedia de vastas exposiciones sobre las prácticas, samadhis, paciencias, dedicaciones y poderes del Buda y sus Bodhisattvas;
  3. Y una sección final narrativa: el majestuoso Sutra Gandavyuha, que relata el viaje del joven Sudhana a través de incontables encuentros con maestros espirituales, culminando en la visión mística del Bodhisattva Samantabhadra (llamada en los Sutras Esotéricos Vajrapani), la manifestación activa de Mahavairocana.

Sin embargo, toda clasificación es limitada. El Sutra no es un camino que se recorre paso a paso, sino un universo de significados simultáneos. Cada capítulo contiene todos los demás; cada enseñanza refleja la totalidad del Dharma; cada aparición del Buda revela el cuerpo entero del Reino del Buda. Como enseñan los maestros Huayan, no hay un solo punto en el Sutra donde no esté presente la totalidad del Dharmadhatu, y por eso, puede ser abordado desde cualquier entrada: no hay comienzo ni final, sino círculos concéntricos de revelación.

Esta lógica no-lineal responde a la naturaleza del Dharma mismo. La realidad descrita en el Sutra Avatamsaka es una red de interpenetración perfecta, donde los fenómenos no se excluyen ni se suceden, sino que se contienen mutuamente sin obstrucción. Por ello, el Sutra no se puede comprender desde la mente analítica que separa y diseca, sino desde la mente contemplativa que percibe el todo en cada parte. Aquí, un solo verso puede ser un universo; un nombre de Bodhisattva, un compendio de virtudes infinitas; una escena, la totalidad del Despertar.

En este sentido, la Escuela del Loto Reformada contempla el Sutra Avatamsaka como Mandala de Palabras y Cuerpo del Buda en forma de Sutra. Sus frases son pétalos del Cuerpo del Tathagata, sus capítulos son como palacios del Reino del Dharma, y su totalidad es un reflejo de la mente despierta en su forma lingüística más pura. No es sólo un objeto de estudio: es un espacio sagrado, un templo verbal, un espejo cósmico donde se puede ver el rostro del Buda, oír su voz y despertar en su luz. Es por ello que nuestra Tradición lo coloca junto al Sutra del Loto y el Sutra del Nirvana como los tres Sutras más importantes del Canon Budista, y los Tres Pilares del Budismo del Loto.

Así, el lector-devoto no avanza página tras página, sino que habita el Sutra como quien camina en un sueño lúcido, sabiendo que cada palabra puede abrirle una puerta al Infinito. El Sutra Avatamsaka no se lee: se contempla, se respira, se entra en él como se entra en la Mente del Buda, y desde ese interior infinito, la Iluminación ya no parece una meta distante, sino el suelo mismo sobre el que caminamos.

Uno de los aspectos más sobrecogedores del Sutra Avatamsaka es la naturaleza universal y gloriosa de su audiencia. A diferencia de otros textos budistas en los que el Buda enseña a monjes, laicos o discípulos inmediatos como Shariputra o Ananda, en el Sutra Avatamsaka la predicación no se dirige a un círculo reducido ni a una comunidad local, sino a una multitud inconmensurable de seres que trascienden todas las categorías convencionales: dioses celestiales, Bodhisattvas de tierras lejanas, guardianes de mundos ocultos, espíritus de la naturaleza, joyas vivientes, árboles conscientes, y hasta los propios palacios y ornamentos del Reino del Buda. Aquí, el auditorio no es una asamblea: es el Cosmos entero.

El texto comienza con una escena que ya desborda la imaginación: el Buda se encuentra sentado en el Bodhimaṇḍa, el Trono del Despertar bajo el Arbol de la Iluminación, rodeado por diez millones de Bodhisattvas, cada uno con cuerpos múltiples, emanaciones luminosas y nombres que encapsulan virtudes y votos. Junto a ellos están los dioses del cielo de Tushita, los reyes de los cuatro continentes, los Nagas guardianes de la sabiduría, los Yakshas protectores del Dharma, y innumerables seres de otros reinos, cada uno con su propia lengua, forma, energía espiritual y aspiración hacia la Budeidad. La inclusión de tales entidades no es meramente mitológica ni poética: es una afirmación de que el Dharma es verdaderamente universal y que todos los seres tienen acceso a la sabiduría suprema, según su capacidad y mérito.

Pero lo más asombroso es que la audiencia no se limita a seres sensibles. Los adornos mismos del entorno —las columnas enjoyadas, los rayos de luz, los árboles de joyas, las flores que caen del cielo, los tronos de loto— aparecen no como objetos inertes, sino como presencias receptivas y conscientes. En esta visión profundamente animista y devocional del universo, cada elemento es una manifestación del Dharma, cada forma es un oyente y cada oyente es un potencial Bodhisattva. Así se afirma que incluso los ornamentos "contemplan la enseñanza y alaban al Buda", y que las joyas "emanan versos de sabiduría" al escuchar el Sutra. Esto revela una de las intuiciones más elevadas del Avataṃsaka: no existe separación entre mente y forma, entre espíritu y materia; todo lo que existe participa del Reino del Buda.

Esta perspectiva transforma radicalmente nuestra concepción de la enseñanza del Buda. Ya no se trata de un evento histórico dirigido a una audiencia específica, sino de un eco cósmico, de una vibración primordial del Dharma que resuena en todos los rincones del universo. La palabra del Buda —aquí entendida como manifestación directa de su Iluminación predicada desde el Cuerpo del Dharma (Dharmakaya)— no se agota en el tiempo ni en el espacio, sino que se despliega simultáneamente en múltiples dimensiones. Por eso, según el Sutra, cada reino es una Tierra Pura potencial, y cada instante puede ser un momento de audición del Dharma.

Este concepto tiene profundas implicaciones espirituales. Significa que todo ser es, en esencia, parte de la audiencia del Buda. Incluso quienes no comprenden, incluso quienes habitan en estados de oscuridad kármica, están, de algún modo misterioso, incluidos en este coro cósmico. La compasión del Buda no selecciona ni excluye: abraza, penetra y transforma sin condiciones. Como enseña la Escuela del Loto Reformada, la revelación del Buda Eterno no está reservada a una élite espiritual, sino que alcanza a todos los seres como una lluvia de luz que cae incluso sobre las piedras y las nubes.

Desde esta comprensión, leer el Sutra Avatamsaka es asumir nuestro lugar dentro de esa audiencia sagrada. No como observadores distantes, sino como partícipes vivos de un evento que continúa resonando a través de los siglos. Cada devoto que abre este texto con reverencia se une a ese encuentro místico que no ocurrió "hace mucho tiempo" en un "lugar lejano", sino que sucede ahora, en el aquí y en el ahora de la conciencia que despierta.

Así, la audiencia del Sutra no es una escena del pasado, sino un Mandala Eterno de seres receptivos, entre los cuales tú y yo ya estamos incluidos. Que podamos, entonces, escuchar con los oídos del corazón y responder con la flor de la fe, pues la voz del Buda sigue pronunciándose, en cada palabra de este Sutra, en cada rincón del Cosmos, y en lo más profundo de nuestro ser.