En las próximas reuniones semanales, nos acercamos al final de nuestro ciclo de estudio sobre el Sutra Avatamsaka. No exagero si digo que, en este momento, el Budismo Hispano y la Escuela del Loto Reformada están atravesando una de esas etapas que marcan profundamente la vida espiritual de quienes participan: nuestro estudio y contemplación conjunta del Sutra Avataṃsaka. Este, como hemos visto, no es un simple curso, ni una lectura más dentro de nuestras actividades; es, en verdad, un peregrinaje hacia las profundidades mismas del Dharma, hacia ese universo sagrado en el que el Buda Eterno se nos revela en toda su gloria.
El Sutra Avatamsaka no es un libro común. Es un océano de enseñanzas cuya vastedad no puede abarcarse con una mirada superficial. En sus páginas palpita una visión ilimitada de la realidad: cada partícula de polvo encierra mundos incontables, cada instante de tiempo refleja la eternidad, y cada ser, por humilde que parezca, es portador de la totalidad del Dharmadhatu, el Reino Dhármico. Cuando nos adentramos en este texto, no solo estudiamos palabras antiguas; estamos entrando en un templo vivo, sin muros ni techo, donde todas las formas de existencia se abrazan en perfecta armonía.
Esta oportunidad que tenemos ahora —y lo digo con total sinceridad— es algo que raramente se presenta en una vida. El Sutra Avatamsaka es una montaña inmensa de joyas, y no siempre se tiene la ocasión de recorrerla guiados, paso a paso, con la dedicación y el tiempo que exige. Nadie sabe cuándo volveremos a detenernos así, con calma, a explorar sus paisajes sagrados. El ritmo de la vida cambia, las prioridades se transforman, y lo que hoy tenemos ante nosotros puede tardar muchos años en repetirse… si acaso vuelve a repetirse.
Por eso los exhorto a no dejar pasar este momento. Si tienen la oportunidad, asistan a las reuniones. No las vean como un compromiso más en la agenda, sino como una cita con el propio Buda Eterno, que nos habla desde la inmensidad de la Realidad. Cada encuentro es como recibir un rayo de luz pura que desciende sobre nuestra mente; cada capítulo que estudiamos es una llave que abre una nueva puerta hacia la visión sin obstáculos que el Buda quiso legarnos. No permitamos que la rutina, la pereza o las preocupaciones pasajeras nos aparten de este manantial.
Debemos saber que estudiar el Sutra Avatamsaka juntos es mucho más que comprender su doctrina. Es dejar que su visión transforme nuestra manera de ver el mundo. Es aprender a descubrir, en lo cotidiano, esa red infinita de interrelaciones en la que nada existe aislado, y en la que todo está impregnado de la luz del Buda. Quien camina por estas páginas con atención y fe, no vuelve a mirar la vida de la misma manera.
Así que los invito con insistencia, pero también con alegría: venid. Venid con vuestras preguntas, con vuestras dudas, con vuestro deseo de aprender y de crecer. Venid con la mente dispuesta a dejarse sorprender. Porque cuando este ciclo de estudio concluya, podréis decir: “Yo estuve allí. Yo escuché. Yo bebí de esa fuente. Y esa agua sigue fluyendo en mi vida”.
Que ninguno de nosotros, mirando atrás, lamente no haber aprovechado esta ocasión única. Hoy, el Buda nos tiende su mano en forma de Sutra; mañana, esa mano seguirá allí, pero la oportunidad de tomarla de este modo, en comunidad, será distinta. Aprovechemos este instante irrepetible y caminemos juntos, como Sangha, hacia el corazón radiante del Cosmos Florido del Sutra Avatamsaka.