Bienvenido a la Tierra Pura de la Luz Serena, un recurso sobre el Verdadero Budismo (一乘佛教), y sus posteriores ramificaciones, a la luz de las Enseñanzas Perfectas y Completas (圓教). Aquí presentamos el Budismo como religión, filosofía y estilo de vida, con énfasis en la Teología Budista (Budología), aspirando a presentar el Budismo balanceadamente entre la academia (estudios budistas) y la devoción, desde el punto de vista de una escuela tradicional de Budismo japonés (Escuela del Loto Reformada) y las enseñanzas universales del Sutra del Loto (法華経).


miércoles, 20 de agosto de 2025

La Llave de la Tesorería Secreta: El Tratado del Maestro Kukai que Resume el Progreso Espiritual de acuerdo con el Pensamiento Budista Esotérico - Introducción

 


La obra titulada "La Llave de la Tesorería Secreta" (Hizō Hōyaku), compuesta por el Maestro Kukai (774–835), constituye uno de los textos más representativos y sistemáticos del pensamiento esotérico japonés. En ella, Kukai se propone trazar un mapa gradual y ordenado de la conciencia religiosa y de los distintos niveles de práctica budista, valiéndose de una clasificación jerárquica de las llamadas “Diez Etapas de la Mente” (Jūjūshin). Esta obra no es solamente un tratado doctrinal, sino también un compendio hermenéutico en el cual se integran la visión cosmológica del Esoterismo Shingon, la sabiduría de las tradiciones precedentes y el genio interpretativo del fundador de la escuela Shingon en Japón.

La estructura fundamental del Hizō Hōyaku gira en torno a la exposición de las Diez Etapas de la Mente, inspiradas en el Sutra de Mahavairocana (Dainichi Kyo), cada una de las cuales refleja un grado específico de madurez espiritual y de comprensión del Dharma. Kukai, basándose en una larga tradición de clasificaciones doctrinales —como la de los Cinco Periodos y Ocho Enseñanzas del Gran Maestro Chih-i en la escuela Tendai—, desarrolla aquí un sistema en el que abarca desde los niveles más básicos y confusos de la conciencia, dominados por pasiones e ignorancia, hasta el nivel supremo de la mente iluminada, en la cual se realiza plenamente la identidad con el Buda Mahavairocana (Dainichi Nyorai), el Buda Cósmico. En este sentido, el texto no solo funciona como un mapa teórico, sino también como una guía práctica para situar las diversas religiones, escuelas y prácticas dentro de un proceso ascendente que culmina en el Esoterismo.

La estructura central del tratado es la clasificación de las Diez Etapas de la Mente, un esquema en el que cada “estado de mente” refleja no solamente una filosofía, sino un modo de ser, de percibir el mundo y de practicar la vida espiritual. Kukai describe cómo el practicante asciende desde los niveles más burdos de consciencia, vinculados a la superstición o a las pasiones mundanas, hasta los más elevados estados de realización budista. Los diez niveles pueden resumirse así:

  1. La Mente de las Bestias (jushin): dominada por el instinto y el deseo.
  2. La Mente de los Necios Infantiles (chishin): religiosidad superficial y moralista.
  3. La Mente del Hombre Mundano (shusse shin): religiones no budistas, filosofía mundana.
  4. La Mente del Hinayana (shōjō shin): búsqueda personal de la liberación.
  5. La Mente de los Bodhisattvas Iniciales (daijō shin): surgimiento de la gran compasión.
  6. La Mente de Yogacara (hossō shin): comprensión de la consciencia como única realidad.
  7. La Mente de Sanron (sanron shin): la vacuidad radical de todas las cosas.
  8. La Mente del Loto (hokke shin): la apertura del Vehículo Único, donde todos los seres pueden alcanzar la budeidad.
  9. La Mente de Kegon (kegon shin): la interpenetración de todos los fenómenos.
  10. La Mente Esotérica del Shingon (shingon shin): la unión del practicante con el Dharmakāya a través de los Tres Misterios.

Este esquema no es solo una clasificación académica: es un camino místico, una cartografía espiritual en la que el practicante reconoce su propia mente y la orienta hacia su plenitud.

Lo característico de esta obra es que Kukai no rechaza de plano las demás religiones o corrientes filosóficas, ya sean budistas o no budistas. Por el contrario, las coloca dentro de un marco gradual en el que cada una ocupa un lugar legítimo, aunque parcial, en el itinerario hacia la Verdad Suprema. Desde el naturalismo primitivo y las concepciones materialistas, pasando por el Hinayana, el Yogacara, la Madhyamaka y el Tendai, Kukai muestra cómo cada visión responde a una etapa de la mente condicionada, hasta que, finalmente, en la décima etapa, se revela la perfección del Budismo Esotérico, donde el adepto reconoce la interpenetración de todos los fenómenos y la inmanencia del Buda en el cosmos entero. Este sistema tiene un valor ecuménico y apologético, pues al mismo tiempo que valida la diversidad de enfoques, establece la supremacía del Shingon como coronación de todas las enseñanzas.

El título mismo, “La Llave de la Tesorería Secreta”, posee un profundo simbolismo. La “Tesorería Secreta” alude a la riqueza insondable del Dharma Esotérico, oculto en la interioridad del Cosmos y en el corazón de cada ser. La “Llave” es la exposición doctrinal que abre el acceso a ese tesoro, permitiendo a los practicantes comprender el orden y la meta del camino espiritual. Kukai se presenta así como un maestro que no inventa una verdad nueva, sino que provee el instrumento hermenéutico para abrir la cámara sellada del Dharma y revelar su sentido último. Esta metáfora de la llave expresa el carácter iniciático y reservado de las enseñanzas esotéricas, que requieren tanto de la transmisión directa como de la preparación intelectual y espiritual adecuada.

El valor de esta obra en el contexto de la historia del pensamiento japonés es enorme. Por un lado, ofrece una visión sistemática que legitima la introducción del Esoterismo en Japón y lo posiciona en la cúspide de la jerarquía doctrinal. Por otro lado, establece un puente entre la filosofía india, el Budismo Chino y la sensibilidad japonesa, al traducir y reorganizar los conceptos en un esquema accesible y comprensivo. Además, su insistencia en la unión de teoría y práctica, de visión doctrinal y de experiencia meditativa, revela el núcleo de la espiritualidad kukiana: la convicción de que la Iluminación no es un ideal distante, sino una posibilidad inmediata mediante la unión con Mahavairocana a través de los Tres Misterios (Mudra, Mantra y Mandala).

Finalmente, La Llave de la Tesorería Secreta se presenta no solamente como una obra erudita destinada a clarificar los caminos del Dharma, sino como un texto profundamente pastoral y misional. Kukai lo compuso con la intención de ofrecer al emperador Saga y a la corte imperial una síntesis clara de las enseñanzas, en un momento en el que se requería discernir el valor del Esoterismo frente a otras corrientes. De este modo, el tratado es también un documento histórico que muestra la manera en que el budismo esotérico se insertó en la cultura japonesa y se legitimó en el centro del poder.

En suma, esta obra constituye un faro indispensable para comprender la visión doctrinal del Shingon, el pensamiento integrador de Kukai y la manera en que el Budismo Japonés elaboró su propia síntesis de las tradiciones heredadas. La Llave de la Tesorería Secreta no es solamente un texto del pasado, sino un mapa espiritual que sigue interpelando al presente, invitando a recorrer, con la humildad del principiante y la confianza del discípulo, las diez etapas de la mente hasta abrir con la llave del Dharma el cofre secreto de la Iluminación.

Pero esta obra no es solamente un monumento doctrinal del Budismo Shingon, sino que, desde la perspectiva de la Escuela del Loto Reformada, adquiere un valor especial como complemento, contraste y convergencia con la obra de nuestro Gran Maestro Annen, quien con lucidez y hondura hizo dialogar la herencia esotérica con el corpus Tiantai-Tendai y la suprema enseñanza del Sutra del Loto. Para nosotros, esta obra de Kukai se convierte en una especie de texto matriz que permite comprender la arquitectura del pensamiento esotérico japonés en su estado más originario. Es allí donde se plantean, de manera esquemática pero penetrante, las famosas Diez Etapas de la Mente, cada una representando un peldaño en el proceso de maduración espiritual, hasta llegar a la cumbre donde la mente se abre al Dharma esotérico del Buda Mahavairocana. Esta clasificación, aunque propia del Shingon, fue conocida, discutida y asimilada en las reflexiones de los maestros de nuestra tradición. Annen, particularmente, al exponer el “Significado del Tiempo del Dharma según la Escuela Shingon” y otras obras, presupone no solo el conocimiento de esta jerarquía espiritual, sino también la familiaridad con la hermenéutica y la ontología que Kukai defendió en el Hizō Hōyaku.

El valor de esta obra para la Escuela del Loto Reformada se mide, entonces, en varios niveles. Primero, nos provee de un puente histórico y doctrinal: gracias a Kukai podemos comprender la raíz del discurso esotérico japonés, que luego Annen reelabora, integrando las categorías del Shingon dentro del marco Tendai. Así, la lectura de esta obra nos permite situar con mayor precisión la originalidad de Annen, quien, partiendo de este núcleo doctrinal, lo entrelaza con la Triple Verdad (Santai), el esquema de los Cinco Periodos y Ocho Enseñanzas, y la visión del Vehículo Único (Ekayana) que ilumina el Sutra del Loto.

En segundo lugar, la obra de Kukai es para nosotros un complemento hermenéutico. Si bien nuestra escuela afirma la supremacía del Sutra del Loto como Mensaje, Legado y Testamento del Buda Eterno, también reconoce que la tradición esotérica aporta claves de lectura que enriquecen nuestra teología del Reino del Buda. En este sentido, el Hizō Hōyaku nos da una tipología espiritual que puede leerse, no en oposición, sino como una pedagogía que conduce hacia la plena revelación del Loto. Annen, al citar y asumir este marco, nos muestra que la riqueza de la herencia esotérica no debe ser negada, sino trascendida e integrada en la visión más alta del Dharma.

Finalmente, la lectura del Hizō Hōyaku nos invita a reconocer la continuidad del Plan del Buda Eterno. Así como en China se integraron Huayan, Tiantai y Esoterismo en una misma corriente, en Japón también se dio este encuentro, y nuestra escuela, al heredar la obra de Saicho, Genshin y Annen, encuentra en Kukai una voz hermana, aunque distinta en su acento, que sin embargo apunta hacia la misma fuente: el misterio inefable del Buda que se manifiesta en el Cosmos.

Por eso, para la Escuela del Loto Reformada, estudiar el Hizō Hōyaku no es solamente un ejercicio académico, sino un acto de reconocimiento y comunión doctrinal, que nos permite ver cómo la Llama del Dharma Eterno se reflejó también en la mente de Kukai, preparando el terreno para la gran síntesis que nuestros propios maestros consumarían.

Veamos las Diez Etapas de la Mente presentadas por Kukai en La Llave de la Tesorería Secreta, pero ahora leídas desde la luz suprema del Sutra del Loto, como lo hace la Escuela del Loto Reformada, siguiendo la senda de Saicho, Chih-i, Annen y nuestros Grandes Maestros.

1. La Mente de las Bestias - Kukai inicia con la mente dominada por instintos y pasiones, semejante a la de un animal. Desde nuestra lectura, esta etapa no es despreciada, sino entendida como el punto de partida de la Naturaleza del Buda: incluso allí, en la oscuridad de la ignorancia, late la Semilla de la Iluminación. El Sutra del Loto proclama que todos los seres, incluso los más viles, poseen la Budeidad innata, y por eso, la bestialidad misma es campo fértil para el Despertar.

2. La Mente de los Bárbaros o Necios - Aquí aparece la mente aún tosca, atrapada en creencias primitivas y visiones distorsionadas. Desde la perspectiva del Loto, no se trata de una etapa inferior sin remedio, sino de una condición pedagógica: el Buda Eterno, en su Plan Dhármico, utiliza medios hábiles (upaya) para conducir incluso a los ignorantes hacia la Verdad Suprema.

3. La Mente del Hombre Mundano o los Seguidores Externos - Kukai coloca aquí a quienes buscan caminos en filosofías no budistas. La Escuela del Loto Reformada reconoce en esta fase la manifestación del poder integrador del Buda Eterno, pues incluso doctrinas externas, aunque limitadas, sirven como reflejos y atisbos del Dharma. Así, el Loto enseña que todo lo verdadero en religiones y filosofías encuentra plenitud en el Vehículo Único.

4. La Mente de los Hinayana (Theravada) - Kukai aquí señala la limitación de quienes buscan únicamente su liberación personal. El Loto, sin embargo, transfigura este estado: incluso el Hinayana es un medio hábil del Buda, que conduce gradualmente a reconocer que no hay salvación individual aislada. La enseñanza del Buda, como proclama el capítulo 2 del Loto, no conoce otro vehículo más que el Ekayana.

5. La Mente del Mahayana - En este estado, ya se abre el horizonte de la compasión y del Bodhisattva. Para nosotros, este paso prepara el descubrimiento central del Sutra del Loto: que todos los seres, sin excepción, están destinados a la Budeidad. Así, el Mahayana es la antesala de la proclamación definitiva del Loto.

6. La Mente de la Escuela de Yogacara - Kukai reconoce aquí el análisis profundo de la mente. En la Escuela del Loto Reformada lo integramos como una herramienta psicológica del Dharma, un mapa que nos ayuda a comprender cómo los semillas kármicas se transforman en realidades. Sin embargo, subrayamos que este conocimiento, sin la revelación del Loto, permanece incompleto: es el Loto quien afirma que la mente, por su naturaleza búdica innata, está destinada a florecer en la Iluminación.

7. La Mente de la Escuela Madhyamaka - En este nivel, la mente se abre a la vacuidad, comprendiendo la insustancialidad de todos los dharmas. Desde el Loto, esta visión se reconoce como la contemplación de la Triple Verdad (Santai): Vacuidad, Convencionalidad y Camino Medio. Pero el Loto la trasciende, mostrando que esta vacuidad no es una mera negación, sino el campo luminoso donde el Buda Eterno despliega su actividad compasiva.

8. La Mente de la Escuela Tendai - A veces llamada también la Mente de la Naturaleza Esencialmente Pura. Kukai coloca aquí la enseñanza del Tendai (Tiantai en China), y reconoce en Chih-i y en Saicho (su contemporáneo en Japón) una síntesis elevada de la doctrina Mahayana, centrada en el Sutra del Loto. Esta novena etapa de la mente representa un punto crucial en la clasificación, pues ya se trata de una visión casi definitiva:

  • Es la mente que reconoce la unidad del Vehículo Único (Ekayana), donde todos los seres pueden alcanzar la Budeidad sin excepción.
  • Es la mente que contempla los Tres Mil Reinos en un Solo Pensamiento (Ichinen Sanzen), revelando la interpenetración absoluta del Cosmos y de la mente.
  • Es la mente que comprende la Triple Verdad (Vacío, Existencia Provisional y el Camino Medio) como una sola realidad dinámica y no fragmentada.

Kukai, sin embargo, aun valorando esta visión como sublime, considera que todavía no penetra la clave esotérica del Mikkyo (Vajrayana). Desde su perspectiva, la enseñanza Tendai queda un paso antes de la consumación en el Shingon, que él coloca en la décima mente: la Mente del Secreto Esotérico del Shingon, donde todo se revela como expresión inmediata del Dharmakaya Mahavairocana. Para nosotros, en la Escuela del Loto Reformada, este lugar otorgado por Kukai es erróneo, pues la doctrina Tendai fue reconocida como la culminación del exoterismo y del Mahayana, e incluye dentro de sí toda la doctrina y la práctica esotérica Shingon. Esto confirma lo que defendió nuestro maestro Annen: que el esoterismo no se contrapone al Loto, sino que lo asume y lo corona, y que ambas dimensiones —la exoteria del Loto y el esoterismo de Mahsvairocana— son una sola realidad. Así, la novena mente, identificada con el Tendai, es para nosotros la llave interpretativa de toda la obra de Kukai. Porque en ella se reconoce la grandeza del Loto como culmen, y al mismo tiempo, se establece el puente hacia la dimensión mística y esotérica que Annen desarrollará con profundidad: el Loto Esotérico, donde la flor de la enseñanza se abre plenamente en los dos Mandalas del Mahavairocana, y donde el Reino del Buda se revela en todas las cosas.

9. La Mente de la Escuela Kegon - Kūkai coloca aquí la grandeza del Avataṃsaka, con su visión cósmica de Vairocana. La Escuela del Loto Reformada recibe con veneración esta etapa, pues reconoce en Huayan un preludio cósmico al Loto. La interpenetración universal es verdadera, pero el Loto añade la clave final: no solo los mundos interpenetran, sino que todos los seres entran en el Reino del Buda por el mismo Vehículo Único.

10. LaMente de la Escuela Shingon - Aquí, finalmente, se manifiesta la realización plena, más allá de todo el sistema de Kukai. Kukai afirma que aquí culmina el camino, con la realización del Mahavairocana a través de los Tres Misterios, alcanzando la Budeidad en este cuerpo y en esta vida. Nosotros, como herederos de Annen, reconocemos el valor del Esoterismo y lo practicamos en unidad con lo Exotérico. Pero afirmamos, con claridad, que esta culminación es subsidiaria del Loto: pues si bien el Shingon da la clave ritual, es el Sutra del Loto quien da la clave teológica y escatológica, mostrando el Reino del Buda como meta última de todo esoterismo. Desde nuestra visión, esta décima etapa no pertenece en propiedad a Kukai, sino al Buda Eterno del Sutra del Loto, quien se revela como Señor del Tiempo y del Cosmos, Fuente de todos los Budas y de todas las enseñanzas. En este nivel, las diferencias entre Shingon y Tendai, entre esotérico y exotérico, se disuelven en la unidad radiante del Ekayana.

Así, reinterpretadas desde la luz del Sutra del Loto, las Diez Etapas de la Mente se convierten no en una clasificación cerrada que culmina en el Esoterismo, sino en un itinerario de medios hábiles que el Buda Eterno dispuso para conducir a los seres hacia la única meta verdadera: la entrada en el Reino del Buda mediante el Vehículo Único. Kukai, con su genio, trazó un mapa; Annen, con fidelidad al Loto, lo integró en una síntesis más amplia; y nosotros, como herederos de la Escuela del Loto Reformada, lo asumimos como una joya secundaria dentro del Tesoro Supremo, que no es otro que el Loto Eterno del Buda.