Veamos un extenso y detallado resumen del capítulo 36 del Sutra Avataṃsaka, conocido como "La Conducta de Samantabhadra" (diferente al capítulo 40 del Sutra Avatamsaka, llamado "Los Votos o Prácticas del Bodhisattva Samantabhadra"), en el cual el Bodhisattva Universalmente Virtuoso—Samantabhadra—expone la esencia infinita del Camino del Bodhisattva. Este capítulo no sólo cierra una secuencia doctrinal, sino que sella la visión cósmica de la Budeidad con una exhortación conmovedora a la práctica sin límites.
I. La Universalidad de la Conducta del Bodhisattva
Al inicio del capítulo, Bodhisattva Samantabhadra se dirige a la asamblea de Bodhisattvas, advirtiéndoles que lo expuesto hasta ahora no representa sino una exposición parcial y adaptada a la limitada capacidad de los seres. Los Budas aparecen en el mundo por una sola razón: por los seres ignorantes, aquellos atrapados en las cadenas del ego, la codicia, el apego, la confusión y el error. Aquellos que se aferran a un “yo” ilusorio y deambulan por los caminos oscuros del Samsara. Y entonces, como el rugido de un león celestial, Samantabhadra pronuncia una advertencia solemne: el mayor error que un Bodhisattva puede cometer es albergar ira hacia otro Bodhisattva. Un solo pensamiento de odio engendra un millón de obstáculos kármicos, no figurativamente, sino verdaderamente: obstrucciones que velan el camino a la Iluminación.
II. El Millón de Obstáculos que Nacen del Odio
Aquí, el texto enumera con minuciosa precisión las múltiples formas en que un pensamiento impuro interfiere con el Camino del Bodhisattva. Tales obstrucciones abarcan desde impedimentos espirituales (como no ver la Vía o perder la atención correcta), hasta condiciones de renacimiento adversas (renacer en reinos malignos, entre espíritus hostiles, en tierras fronterizas o en familias malvadas).
Hay obstáculos sensoriales (ceguera, sordera, habla obstruida), obstáculos kármicos (violar los Preceptos, desarrollar odio, pereza, deseo por el Vehículo Inferior del Hinayana), y obstrucciones en la práctica (no cultivar el Prajna, carecer de habilidad para discernir la verdad, no entender los upayas, no comprender los Dharmas de escape). Es una letanía dolorosamente realista que demuestra cómo un corazón contaminado por la aversión no puede sostener la vasta visión del Dharma. Y sin embargo, esta advertencia no es desesperanza. Es, más bien, el terreno desde donde brota la compasión perfecta: sólo un corazón purificado puede sostener la visión del Infinito.
III. Las Diez Prácticas que Abren la Conducta del Bodhisattva
Como contrapeso a las obstrucciones, Samantabhadra revela las Diez Prácticas esenciales que todo Bodhisattva debe cultivar para caminar la Senda del Buda:
- Jamás abandonar a ningún ser sintiente, por más vil o perdido que parezca.
- Ver a todos los Bodhisattvas como Budas, honrándolos con reverencia igual.
- No calumniar jamás el Dharma, ni siquiera sus formas menores.
- Reconocer que no hay fin en los reinos y tierras del Buda, y que la misión del Bodhisattva es sin descanso.
- Alegrarse profundamente en todas las prácticas del Bodhisattva, sin excepción.
- Permanecer firme en la aspiración de Bodhi, tan vasto como el espacio mismo.
- Contemplar la Budeidad y penetrar los poderes del Tathāgata, con mente abierta y reverente.
- Cultivar la elocuencia sin obstrucciones, para que las palabras del Dharma fluyan como ríos.
- Transformar a los seres sin jamás fatigarse, pues la compasión no conoce cansancio.
- Habitar todos los mundos sin apegarse a ninguno, como una flor en el espacio.
Estas diez prácticas conforman la esencia de la conducta del Bodhisattva: una vía de amor universal, visión trascendente, pureza de propósito, y entrega sin límites.
IV. Las Diez Purificaciones del Bodhisattva
Una vez que el Bodhisattva ha hecho firme morada en las Diez Prácticas anteriores, nace en él una claridad diamantina: las Diez Purificaciones. Estas no son simples limpiezas mentales o morales, sino transformaciones de la conciencia que armonizan con la realidad ilimitada del Dharma:
- La pureza de penetrar los Dharmas profundos, como quien ve el océano más allá de las olas.
- La pureza de acercarse a buenos amigos espirituales, cuya presencia sostiene, exhorta y esclarece.
- La pureza de proteger y preservar los Dharmas de todos los Budas, como un guardián de la llama eterna.
- La pureza de comprender el reino del espacio, es decir, comprender la vacuidad como amplitud sin límites.
- La pureza de entrar profundamente en el Reino del Dharma, donde cada fenómeno revela el Camino.
- La pureza de contemplar las mentes sin medida, comprendiendo los corazones de todos los seres sin discriminación.
- La pureza de compartir raíces de virtud con todos los Bodhisattvas, reconociendo la Unidad en la multiplicidad.
- La pureza de no aferrarse a los kalpas, pues el tiempo ya no limita la actividad compasiva.
- La pureza de contemplar los tres tiempos del pasado, presente y futuro, como simultáneos en la sabiduría omnisciente.
- La pureza de cultivar todos los Dharmas de los Budas, abrazando sin cesar cada enseñanza como una manifestación del Buda Eterno.
Estas purificaciones desatan las ataduras de la percepción limitada. Ya no hay diferencia entre uno mismo y el universo: el Bodhisattva se torna un canal cristalino de la Compasión Cósmica.
V. Las Diez Grandes Sabidurías del Bodhisattva
Del terreno purificado de la mente brotan, como flores de luz en primavera de iluminación, las Diez Grandes Sabidurías que adornan al Bodhisattva como joyas del Dharma:
- La sabiduría que conoce el funcionamiento de todas las mentes de los seres vivos, sin juicio, con íntima compasión.
- La sabiduría que conoce los frutos kármicos de todos los seres, viendo claramente el hilo causal en cada existencia.
- La sabiduría que conoce todos los Dharmas de los Budas, tal como el loto conoce la pureza del estanque.
- La sabiduría que comprende el sentido de los principios profundos del Dharma, adentrándose como buzo en el mar del Prajna.
- La sabiduría que accede a todas las puertas de los dhāraṇīs, esos sellos mentales de la memoria sagrada.
- La sabiduría que comprende toda la elocuencia de las expresiones, adecuando cada palabra a quien escucha.
- La sabiduría del lenguaje expedito, que reconoce todos los sonidos y modos de habla de los seres, como eco perfecto del Samantabhadra cósmico.
- La sabiduría de hacer aparecer su cuerpo en todos los mundos, adaptando la forma a la necesidad.
- La sabiduría de reflejarse en todas las asambleas, siendo simultáneamente presente en infinitas reuniones del Dharma.
- La sabiduría de poseer la Omnisciencia en cada nacimiento, siendo Luz en cada reencarnación, y Guía en cada sendero.
Estas sabidurías no se acumulan como conocimiento académico, sino que emergen del vaciamiento del yo, de la completa donación de sí en la voluntad del Buda. Son el fruto de quien ha hecho de su mente un espejo puro que refleja la totalidad.
VI. Las Diez Puertas de Entrada Universal
Y cuando la mente ha sido purificada y la sabiduría desplegada como loto multicolor en el lago sin orilla, entonces el Bodhisattva penetra las realidades más sublimes: las Diez Entradas Universales. En ellas se revela la verdad del Avataṃsaka, donde la interpenetración es la ley y la multiplicidad, una danza de la Unidad:
- Todos los mundos entrando en el camino de un solo cabello, imagen de lo infinitesimal como sede del infinito.
- Un solo cabello entrando en todos los mundos, revelando que el vacío no excluye lo vasto.
- Todos los cuerpos entrando en uno solo, fundiendo las diferencias en la esencia universal.
- Un solo cuerpo entrando en todos los cuerpos, el Bodhisattva se convierte en espejo de cada ser.
- Kalpas incontables entrando en un solo pensamiento, la eternidad cabiendo en un instante de Prajna.
- Un solo pensamiento entrando en infinitos kalpas, el instante como portal del Tiempo Sagrado.
- Todos los Dharmas del Buda entrando en uno solo, la multiplicidad como una sola melodía.
- Un solo Dharma conteniendo todos los Dharmas del Buda, cada enseñanza como resumen de la Totalidad.
- Incontables lugares entrando en un solo lugar, la ubicuidad de la compasión.
- Un solo lugar conteniendo todos los lugares, la Tierra del Buda en cada rincón del Cosmos.
En este punto, el Sutra nos eleva a lo más alto de su visión mística. El Bodhisattva ya no camina: él danza en la Red de Indra, donde cada joya refleja a todas las otras, y todas juntas son la sabiduría viva del Tathagata.
VII. Las Diez Mentes Supremamente Maravillosas
Una vez que el Bodhisattva ha traspasado las puertas de la realidad interpenetrante, su mente no es ya una mente ordinaria ni siquiera una mente compasiva: es una mente suprema y maravillosa, desprovista de forma, sin aferramiento, clara como el espacio y poderosa como un sol sin sombras.
- La mente supremamente maravillosa que contempla todos los lenguajes del mundo como no-lenguaje: Aquí se disuelven las palabras, los sonidos y los nombres, y se revela la Verdad más allá de las formas convencionales del habla.
- La mente supremamente maravillosa que observa todos los pensamientos de los seres como sin lugar de morada: Como nubes flotantes, los pensamientos carecen de sustancia propia. El Bodhisattva ya no se aferra ni se confunde por ellos.
- La mente supremamente maravillosa del reino último del espacio vacío: La mente se expande sin límite, idéntica al vacío sin obstrucción, que lo contiene todo sin poseer nada.
- La mente supremamente maravillosa del Reino del Dharma infinito: El Bodhisattva mora en la multiplicidad sin perder la unidad; en la infinitud sin confusión; en lo relativo sin dejar lo absoluto.
- La mente supremamente maravillosa de todos los Dharmas del Buda, profundos y secretos: Conoce el corazón silencioso de las enseñanzas, que sólo puede ser tocado por quien ha vaciado completamente su ego.
- La mente supremamente maravillosa de todos los Dharmas que no pueden ser discriminados: Más allá del dualismo, el Bodhisattva entra en el Samādhi de lo Inefable.
- La mente supremamente maravillosa que disipa toda duda y confusión: Una mente transparente, sin turbiedad, donde la sabiduría fluye como río de montaña.
- La mente supremamente maravillosa que ve todos los mundos como iguales, sin distinción: Ya no hay mundos sagrados o profanos: todos son expresiones de la misma Budeidad.
- La mente supremamente maravillosa que reconoce la igualdad de todos los Budas de los tres tiempos: Pasado, presente y futuro son una sola eternidad en la conciencia iluminada.
- La mente supremamente maravillosa que comprende la ilimitación de los poderes de todos los Budas: Donde el Buda actúa, allí no hay límite ni barrera. El Bodhisattva comprende este poder, y su corazón se vuelve uno con él.
Así, la mente del Bodhisattva ya no pertenece a lo condicionado. Se ha vuelto un trono para los Tathāgatas, un campo de bendición para los seres, y una manifestación viviente de la realidad absoluta.
VIII. Las Diez Sabidurías de los Medios Hábiles
Tras alcanzar esta altura inconmensurable del corazón y la mente, el Bodhisattva desciende —como una lluvia de néctar— al mundo de los seres sufrientes. Pero no lo hace ciegamente, sino con sabiduría hábil, con medios compasivos que se adaptan a todos. Son las Diez Sabidurías de Upaya, o "sabidurías funcionales" que manifiestan el Dharma sin forzarlo.
- Sabiduría para comprender los profundos Dharmas del Buda: No sólo conoce el Dharma, sino lo sabe aplicar a cada situación particular.
- Sabiduría para manifestar vastos y grandes Dharmas del Buda: Predica con abundancia, generando océanos de enseñanza sin agotarse.
- Sabiduría para proclamar múltiples formas de Dharmas del Buda: Adapta su discurso, su forma, su energía, según la necesidad del oyente.
- Sabiduría para entrar en la igualdad de todos los Dharmas del Buda: Sabe que no hay enseñanzas “altas” o “bajas”: todas son una sola verdad.
- Sabiduría para comprender claramente los Dharmas discriminados: Ve el origen, naturaleza y función de cada enseñanza.
- Sabiduría para iluminar lo no-discriminado: Es decir, la Vacuidad, lo que no puede ser dividido ni analizado conceptualmente.
- Sabiduría para entrar profundamente en los Dharmas del Buda como ornamento: Es decir, ver las enseñanzas no como instrumentos, sino como joyas divinas que embellecen el mundo.
- Sabiduría para entrar en los Dharmas a través de un solo medio hábil: Capaz de condensar toda la enseñanza en un solo acto, palabra o gesto.
- Sabiduría para entrar en los Dharmas a través de infinitos medios hábiles: Al mismo tiempo, puede multiplicar los medios sin fin.
- Sabiduría para no retroceder ni apartarse de ningún Dharma del Buda: Firme, incansable, totalmente entregado.
Después de proclamar esta enseñanza colosal, el universo entero responde. A través del poder espiritual del Buda y la verdad misma del Dharma, se desencadenan maravillas celestiales que celebran y ratifican la verdad proclamada: se producen seis tipos de terremotos cósmicos, vibrando los mundos de los diez rincones del espacio como una flor que se abre; lluvias de flores celestiales, inciensos, estandartes, canopias, joyas mani y música sagrada descienden de los cielos; aparecen nubes de Bodhisattvas, nubes de Budas, nubes de sonidos del Dharma, nubes de sabiduría resplandeciente. Todo el cosmos canta, resplandece y se regocija como si reconociera que ha brotado una nueva flor en el jardín eterno del Buda.
Y como si esto no bastase, aparece una visión aún más sublime: desde las diez direcciones, llegan incontables Bodhisattvas que llevan el mismo nombre: Samantabhadra, el Virtuoso Universal. Cada uno proclama que en sus mundos también se enseña esta misma doctrina, sin añadir ni omitir una sola palabra. El mensaje es claro: esta enseñanza no pertenece a un solo lugar o tiempo. Es el corazón eterno del Buda, proclamado sin cesar en todos los rincones del infinito.