Entre las obras doctrinales del Maestro Kukai, pocas han ejercido una influencia tan clara en la sistematización del Budismo japonés como la titulada Hizō Hōyaku, conocida en español como "La Llave de la Tesorería Secreta". Este Tratado, redactado en el año 830, representa una de las síntesis más brillantes y al mismo tiempo polémicas del pensamiento budista japonés, en tanto articula una jerarquía de los caminos espirituales que culminan en la enseñanza esotérica del Buda Mahavairocana (Dainichi Nyorai), núcleo doctrinal del Budismo Esotérico.
La intención de Kukai al escribir esta obra no fue simplemente exponer las verdades del Budismo Esotérico, sino ofrecer un mapa totalizante de las vías budistas conocidas en su tiempo —indias, chinas y japonesas— y clasificarlas en un esquema gradual de Diez Etapas de la Mente (Jūjūshin), el cual es un resumen o un Tratado abreviado de su obra magna, el Jūjūshin Ron, "Tratado de las Diez Etapas de la Mente". Este tratado monumental, de diez volúmenes, expone la gran clasificación de Kukai de diez niveles de conciencia o etapas de la mente, desde las formas más bajas de percepción, dominadas por el egoísmo y la ignorancia, hasta la mente suprema del Shingon Esotérico, donde el practicante reconoce su identidad inseparable con el Dharmakaya Mahavairocana. Debido a su extensión, dificultad y complejidad, esta obra fue considerada demasiado ardua para el estudio general. En términos comparativos, podríamos decir que el Jūjūshin Ron es la Suma Teológica de Kukai, una enciclopedia completa de bBudología, y el Hizō Hōyaku es su manual clave, una guía para comprender la estructura entera de la mente y del Dharma según su sistema. Por eso, Kūkai mismo compuso el Hizō Hōyaku como un resumen y compendio simplificado del Jūjūshin Ron. Allí sintetiza los puntos esenciales y presenta de forma más clara y pedagógica su visión jerárquica del desarrollo espiritual, desde el pensamiento ordinario hasta la iluminación esotérica. El Jūjūshin Ron es la catedral intelectual de Kūkai, mientras que el Hizō Hōyaku es su llave de acceso. Toda su visión sobre el Buda Eterno, los Mandalas de los Dos Reinos, los Seis Grandes Elementos y los Tres Misterios se enraíza en esta clasificación. Así, Kukai no se limita a presentar doctrinas de manera descriptiva, sino que busca trazar un itinerario progresivo del espíritu humano, desde los niveles más básicos de consciencia dominados por el deseo y la ignorancia, hasta la realización suprema del Dharmakaya en su aspecto esotérico.
La obra responde a un contexto histórico y doctrinal particular: a principios del Período Heian, Japón estaba recibiendo un influjo doctrinal muy diverso. Las enseñanzas dominantes del Budismo Tendai, con su énfasis en la universalidad del Sutra del Loto, coexistían con corrientes Zen incipientes, con la tradición Hosso (Yogacara), con las escuelas Kegon (Huayan) y Sanron (Madhyamaka), así como con prácticas más antiguas del Nara budista. Kukai, recién consolidado como maestro del Shingon tras su viaje a China y su formación con el maestro Huiguo, buscó mostrar que todas esas enseñanzas tenían un lugar en el plan universal del Dharma, pero que ninguna de ellas alcanzaba la cima del Esoterismo. De ahí el nombre de la obra: "La Llave que abre la Tesorería Secreta del Dharma". Kukai ofrece al lector no simplemente un compendio, sino un instrumento hermenéutico que permite ordenar las doctrinas y abrir el acceso a la joya más profunda, escondida en el corazón del Buda: el Buda Mahavairocana y su enseñanza de los Tres Misterios (Sanmitsu,).
La estructura central del tratado es la clasificación de las Diez Etapas de la Mente, un esquema en el que cada "estado de mente" refleja no solamente una filosofía, sino un modo de ser, de percibir el mundo y de practicar la vida espiritual. Kūukai describe cómo el practicante asciende desde los niveles más burdos de consciencia, vinculados a la superstición o a las pasiones mundanas, hasta los más elevados estados de realización budista. Los diez niveles pueden resumirse así:
- La Mente de las Bestias (jushin): dominada por el instinto y el deseo. Nivel dominado por los instintos básicos, donde el ser humano vive reducido a la supervivencia, semejante a bestias o plantas.
- La Mente de los Necios Infantiles (chishin): religiosidad superficial y moralista. Etapa de prácticas externas y supersticiones, donde el individuo busca la seguridad inmediata en poderes externos, sin comprender la ley del karma.
- La Mente del Hombre Mundano (shusse shin): religiones no budistas, filosofía mundana. Aquí se desarrolla la moralidad social, el orden y la justicia, pero sin apertura hacia lo trascendente.
- La Mente del Hinayana (shōjō shin): búsqueda personal de la liberación. Nivel del Budismo inicial, enfocado en la liberación personal del Samsara, pero aún limitado por una visión parcial del Dharma.
- La Mente de los Bodhisattvas Iniciales (daijō shin): surgimiento de la gran compasión. Conciencia de la compasión y la universalidad de la salvación, aunque todavía limitada por doctrinas transitorias y provisionales.
- La Mente de Yogacara (hossō shin): comprensión de la consciencia como única realidad. Conciencia que descubre la naturaleza de la mente y sus transformaciones, comprendiendo cómo las semillas kármicas condicionan la experiencia.
- La Mente de Sanron (sanron shin): la vacuidad radical de todas las cosas. Nivel en que se revela la Vacuidad (Sunyata) y la Naturaleza Búdica de todos los seres, con la visión de que todos pueden alcanzar la Budeidad.
- La Mente del Loto (hokke shin): la apertura del Vehículo Único, donde todos los seres pueden alcanzar la Budeidad. Culminación del Mahayana exotérico, donde se enseña la unidad del Vehículo Único (Ekayāna) y la perfecta integración de todas las doctrinas en el Sutra del Loto. Esta etapa es crucial, pues Kukai la reconoce como la visión más elevada antes del esoterismo, y la considera base para el ascenso al nivel supremo.
- La Mente de Kegon (kegon shin): la interpenetración de todos los fenómenos.
- La Mente Esotérica del Shingon (shingon shin): la unión del practicante con el Dharmakāya a través de los Tres Misterios. El grado más alto, donde se realiza la identidad entre la mente del practicante y el Dharmakaya Mahavairocana. Aquí la Iluminación no es un ideal futuro, sino una actualización inmediata a través de los Tres Misterios (cuerpo, palabra y mente) en comunión con el Buda Cósmico. Esta mente representa la plenitud de la Tesorería Secreta del Dharma.
Este esquema no es solo una clasificación académica: es un camino místico, una cartografía espiritual en la que el practicante reconoce su propia mente y la orienta hacia su plenitud.
Un aspecto central del Hizō Hōyaku es su tono implícitamente polémico. Kukai no oculta su convicción de que las enseñanzas exoteristas, aunque valiosas, permanecen incompletas y fragmentarias en comparación con el esoterismo. En especial, el lugar asignado al Sutra del Loto (octava etapa) revela la posición de Kukai frente al Tendai, entonces en pleno auge en el Monte Hiei. Aunque reconoce la grandeza del Sutra del Loto como la doctrina del Vehículo Único, insiste en que su poder último se cumple únicamente en el Shingon, que revela directamente la identidad del cuerpo, palabra y mente del practicante con los del Buda Mahavairocana.
El título mismo de la obra refleja un simbolismo profundo. La "Tesorería Secreta" es la totalidad de las enseñanzas del Buda, pero especialmente aquellas que conducen al despertar pleno del Buda Mahavairocana. La "Llave" es el sistema de las Diez Etapas, la cual permite abrir las puertas de ese tesoro sin perderse en el laberinto de doctrinas. Kukai, con su genio pedagógico, no rechaza ninguna enseñanza, sino que las ordena en un conjunto armónico. Cada etapa es necesaria y tiene su valor relativo; sin embargo, sólo la última representa la plena consumación. En este sentido, la obra constituye un ejemplo paradigmático del método inclusivo-exclusivo característico del Budismo Esotérico: incluir todas las doctrinas, pero afirmar la supremacía de su propia revelación.
La influencia del Hizō Hōyaku fue enorme en la consolidación del Shingon como escuela independiente y respetada dentro del marco budista japonés. Proporcionó un marco doctrinal que justificaba su existencia frente a la escuela Tendai dominante y a las escuelas de Nara, y al mismo tiempo ofreció a los devotos un itinerario espiritual claro. Más allá de su valor polémico, la obra conserva una fuerza espiritual que sigue interpelando al lector contemporáneo. Presenta una visión de la mente como un proceso evolutivo que puede abrirse hasta reflejar directamente la sabiduría del Buda. En ella encontramos, en germen, una psicología budista profunda y una mística de la unión con el Dharmakaya.
En suma, "La Llave de la Tesorería Secreta" es a la vez un tratado doctrinal, un mapa espiritual y un manifiesto de identidad religiosa. A través de la clasificación de las Diez Etapas de la Mente, Kukai ofrece un esquema integrador del Budismo universal, y al mismo tiempo proclama la supremacía del Esoterismo Shingon como la revelación última. Su lectura nos permite comprender la visión cósmica de Kukai, su capacidad de síntesis, y su intención de guiar a los practicantes hacia la comunión directa con el Buda Eterno, Mahavairocana. Veamos un resumen de su contenido a manera de extractos del mismo.
Kukai, en su Tratado de las Diez Etapas de la Mente, distingue los diversos estados psicológicos y las diferentes disposiciones de los seres vivientes, clasificándolos en diez tipos de "moradas de la mente". Con base en estas etapas, adapta la manera de transmitir las enseñanzas. A continuación, se enumeran las diez moradas de la mente según este tratado, en la forma de extractos de los puntos más importantes de esta obra. Todo error es enteramente mío.
(1) La Mente de los Seres Comunes, semejante al Carnero
La primera morada de la mente es la llamada "Mente de los Seres Comunes semejante al Carnero". Este estado mental pertenece por completo al dominio de los seres ordinarios, incapaces de comprender la Ley de causa y efecto, entregándose a toda clase de malas acciones. No saben practicar ni siquiera un poco de virtud. Viven embriagados en la ilusión, en la ignorancia y la oscuridad, y al crear malos karmas caen en destinos inferiores. Por esta razón se les llama "seres comunes"
Además, el fruto del karma que crean puede madurar en diferentes circunstancias: en otro tiempo, en otra especie, en otro lugar o en otra condición. Debido a que las causas y efectos de sus acciones maduran de manera diversa, se les denomina "seres comunes". Tales personas son extremadamente necias, semejantes a un carnero, que sólo conoce del apareamiento y de la comida. Por ello se llama a esta etapa "Mente de los Seres Comunes semejante al Carnero".
Estos seres vagan sin cesar por el mundo, muriendo y renaciendo dentro de los Seis Destinos, hundiéndose en su corriente interminable. Aunque cada uno tiene padre y madre, no comprenden de dónde vienen ni a dónde van tras la muerte. Día tras día buscan la fama, el provecho y el alimento, se aferran a los placeres sensuales, al sueño y al juego, ignorando que todo lo que disfrutan proviene de la organización colectiva de la sociedad. No se preocupan por la seguridad de la comunidad, sino que buscan insaciablemente su propio goce.
Su vida se guía por la ley del más fuerte, como el tigre o el lobo que devora a todos los animales peludos; como la ballena que traga a los seres acuáticos; como el ave de alas doradas que se alimenta de dragones; como la serpiente que pretende engullir al elefante; o como el demonio raksasa que quiere devorar a los hombres. Así, cuando cazan, llevan a la extinción a los jabalíes y venados de las montañas y los campos; cuando pescan, exterminan a los peces y camarones del mar. El gran águila hace temblar de espanto a las bandadas de aves; los perros feroces ladran con rabia y hacen huir aterrados a zorros y conejos.
El hambre de las bestias nunca se sacia; la gula de los hombres nunca se satisface. Los bandidos buscan riquezas, los lascivos arrebatan cuerpos; los que crean mal karma con palabras instruyen a otros a hacer lo mismo; los que lo hacen con la mente construyen castillos en el aire. Así, prolongadamente, se hunden en los tres malos destinos sin despertar jamás.
Estas gentes han cortado sus raíces de virtud, pensando que la muerte del hombre es como el apagarse de una lámpara, que nunca vuelve a encenderse; o que, incluso si hay renacimiento, quien fue humano lo será siempre, y quien fue animal permanecerá animal; que el noble será siempre noble, y el rico siempre rico. Algunos, aferrados a falsas creencias, practican los preceptos del buey o del perro; otros se arrojan al río y se suicidan pensando que así ascenderán al cielo. Estas falsas visiones, y otras semejantes, inevitablemente conducen a frutos de sufrimiento.
Pues quienes se dejan engañar por visiones erróneas cometen todo tipo de actos malignos. Este grupo de personas recibe el nombre de "Mente de los Seres Comunes semejante al Carnero".
Los seres comunes cierran la puerta del bien,No creen en la ley de causa y efecto,
Sólo ven el beneficio inmediato.
Ignoran el fuego de los infiernos,
Sin pudor cometen los diez males,
Y en vano discuten sobre un yo ilusorio.
Errantes caen en los Tres Malos Caminos,
¿Quién podrá romper la cadena de las pasiones?
Los seres ordinarios se apegan al renombre y al sustento, buscan los medios de vida sólo para confortar el cuerpo, se entregan sin freno a los Tres Venenos y a los Cinco Deseos, y así cosechan amargos frutos. Las personas dotadas de sabiduría, sin embargo, deben abandonar tales cosas y dirigirse hacia el Camino del Bodhi. Sólo de este modo podrán entrar en la esencia del universo, en el océano de la naturaleza de Mahavairocana, y alcanzar la liberación.
(2) La Mente del Niño Ingenuo que Guarda el Ayuno
La segunda morada de la mente es la Mente del Niño Ingenuo que Guarda el Ayuno. Este estado mental posee ya cierta comprensión de las tres guías y de las cinco virtudes permanentes, así como del principio de la retribución de causa y efecto, y del ánimo de corregir las faltas una vez reconocidas.
Quien se halla en este estado de mente pone el acento en los frutos retributivos mundanos. Aquí la enseñanza de Confucio y de Laozi ha tenido amplia difusión, y dentro de la enseñanza budista, los cinco preceptos y las diez acciones virtuosas constituyen las causas de la retribución en el cielo y entre los hombres, aunque todavía son de carácter condicionado y con fugas.
Así como el árbol marchito, aunque pierda sus hojas, al llegar la primavera puede brotar nuevamente de verde; así como el hielo, por muy endurecido que esté, se derrite naturalmente en el verano; así como el grano, si encuentra humedad, germina por sí mismo; y así como la fruta madura cuando llega su tiempo, de igual modo, si los seres humanos son capaces de un profundo arrepentimiento, de cultivar la piedad filial hacia los padres y la concordia con los vecinos, entonces, aun siendo como piedras en bruto, pueden convertirse en tesoros preciosos. Incluso las perlas de los peces iluminan en la noche.
La humanidad no necesariamente hará siempre el mal: al encontrarse con un buen amigo espiritual, por ese vínculo puede reformar su vida, practicar la disciplina y seguir la recta razón. Así, incluso un ser ordinario puede convertirse en sabio o en santo. El carnero, en verdad, no tiene una naturaleza fija; y el niño ingenuo tampoco está condenado a permanecer eternamente en la necedad. Si puede en todo momento refrenar sus deseos, y ejercitar la generosidad con la perfusión interior de la Iluminación Original y con la iluminación exterior de la luz del Buda, poco a poco sus raíces de bien crecerán hasta florecer y dar fruto. Por esta razón, se enseña que se debe practicar y cultivar las cinco virtudes permanentes y las diez confianzas.
¿Cuáles son las cinco virtudes permanentes?
- La Benevolencia (Ren): no matar, practicar la indulgencia, ejercitar la generosidad.
- La Rectitud (Yi): no robar ni invadir lo ajeno.
- El Ritual o Decoro (Li): no cometer inmoralidad sexual, observar con rigor la disciplina.
- La Sabiduría (Zhi): ponderar las cosas y actuar siempre conforme a la razón.
- La Confianza (Xin): no mentir, hacer de las palabras una práctica cumplida.
Si uno puede guardar estas cinco virtudes, las cuatro estaciones serán luminosas y sin obstáculos en todo lugar; y si la humanidad entera las observa, el mundo alcanzará la paz. Aunque los nombres "Cinco Virtudes" y "Cinco Preceptos" difieren, en realidad son idénticos, pues constituyen la raíz de cortar el mal y cultivar el bien. Practicándolos con diligencia se puede poco a poco librarse de las aflicciones.
Por eso en los Sutras se dice: "Quien observe los Cinco Preceptos en grado bajo, renacerá en el Continente de Jambudvīpa (Sur); quien los observe en grado medio, renacerá en el Continente de Pūrvavideha (Este); quien los observe en grado superior, renacerá en el Continente de Aparagodānīya (Oeste); y quien los observe en grado supremo y además realice la contemplación del no-yo, trascenderá lo ordinario y entrará en la santidad."
Los pueblos de los cuatro continentes tienen cada uno sus reyes. Los reyes son de cinco tipos: el rey que gobierna con granos dispersos, el rey de la rueda de hierro, el rey de la rueda de bronce, el rey de la rueda de plata, y el rey de la rueda de oro. Con esto se puede ver la gran importancia de los cinco preceptos y de las diez virtudes. Sólo porque en vidas anteriores practicamos el bien, hemos podido obtener en esta vida un cuerpo humano. Si en esta vida no cultivamos el bien, caeremos nuevamente en los tres malos destinos y en los seis caminos de renacimiento. Si en primavera no se siembra, ¿cómo podría haber cosecha en otoño?
El niño ingenuo comprende un poco del veneno de la codicia y del odio,De pronto reflexiona en la excelencia de guardar el ayuno.
Las semillas, perfumadas interiormente, hacen brotar la mente del bien,
Y los brotes y capullos se suceden siguiendo el camino de los sabios.
Las cinco virtudes y las diez acciones se practican gradualmente,
Y así comienza el rey de los granos dispersos.
Aunque sea un niño ingenuo y un ser ordinario, al surgir de pronto una chispa de despertar, ya anhela guardar el ayuno y cultivar méritos. Abandonar el mal y practicar el bien es el primer germen que brota.
De ahí, poco a poco, el cultivo crece:
En los días de ayuno, al ofrecer a los padres y compartir con los vecinos, surge el segundo brote.
Luego, al dar limosna a personas que no son parientes ni conocidos, surge el tercer capullo.
Más adelante, al dar a quienes poseen gran virtud y noble carácter, surge el cuarto brote de hojas.
Después, al ofrecer a músicos, artistas, y a los ancianos venerables, surge el quinto brote de flores.
Finalmente, cuando la generosidad se hace con verdadero amor y devoción en la ofrenda, llega el sexto fruto, gozando de bendiciones celestiales.
Todo este proceso recibe el nombre de Mente del Niño Ingenuo que Guarda el Ayuno.
(3) La Mente del Niño Lactante Libre de Temor
La tercera morada de la mente es la Mente del Niño Lactante Libre de Temor. Este estado corresponde a aquellas personas que se hastían de ser simples mortales y anhelan nacer en los cielos. Su aspiración suprema es alcanzar el nivel del cielo de "ni percepción ni no-percepción" (naivasaṃjñānāsaṃjñāyatana).
Allí habitan en palacios celestiales, vastos como cuarenta mil yojanas. Su longevidad se extiende por ochenta mil kalpas. Naturalmente desprecian los mundos inferiores como si fueran llagas infectas, y miran al reino humano del mismo modo en que nosotros contemplamos los efímeros insectos del día. El cuerpo de estos dioses emite una luz que puede eclipsar el resplandor del sol y de la luna. Sus bendiciones superan incluso a las del monarca de la rueda, aunque comparados con los Budas y los Bodhisattvas resultan viles y necios, de la misma manera que un niño pequeño es ínfimo frente a un adulto.
Los que habitan en tales cielos están libres de las tres calamidades y de numerosas ataduras, y por eso su corazón se siente libre de temor. Sin embargo, no alcanzan el Nirvana; por ello se denomina a esta etapa la Mente del Niño Lactante Libre de Temor.
Poseen grandes poderes sobrenaturales: pueden cabalgar dragones y volar a la distancia, controlar los aires y viajar a voluntad; todo ello es fruto de sus méritos pasados. ¿Qué clase de enseñanzas practicaron y de qué maestros recibieron instrucción quienes nacen en estos cielos? Sin duda de santos y sabios. Pues los santos poseen todas las virtudes y cada virtud es una puerta del Dharma. De cada aspecto de su ser, según la capacidad de los seres, exponen distintos métodos para conducirlos a la liberación.
Estos santos son los Tathagatas, poseedores de la sabiduría omnisciente, que proclaman diversas enseñanzas. Si los seres vivientes practican conforme a estas doctrinas, pueden renacer en los cielos. Según la superioridad o inferioridad de su práctica, la morada celestial que alcancen también será distinta.
Las categorías son las siguientes:
- Cielos del Deseo (seis en total): los Cuatro Reyes Celestiales, el Trāyastriṃśa (Cielo de los Treinta y Tres), el Yāma, el Tuṣita, el Nirmāṇarati (de las Felicidades de Transformación) y el Paranirmitavaśavartin (de los que gozan de los disfrutes ajenos).
- Cielos de la Forma (dieciocho en total): divididos en cuatro dhyānas.
- Primer Dhyana: Cielo de los Brahmakāyikas (Brahma de la Multitud), Cielo de los Brahmapurohitas (Brahma Ministros), Gran Brahmā.
- Segundo Dhyana: Cielo de la Pequeña Luz, Cielo de la Inmensa Luz, Cielo de la Luz Pura.
- Tercer Dhyana: Cielo de la Pequeña Pureza, Cielo de la Inmensa Pureza, Cielo de la Pureza Universal.
- Cuarto Dhyana: Cielo Sin Nubes, Cielo del Nacimiento de los Méritos, Cielo de los Grandes Frutos, Cielo de la No-Percepción, Cielo Sin Aflicción, Cielo Sin Calor, Cielo de la Buena Apariencia, Cielo de la Buena Manifestación, y el Cielo del Fin de la Forma.
- Cielos de lo Inmaterial (cuatro en total): el Cielo de la Esfera del Espacio Infinito, el Cielo de la Esfera de la Conciencia Infinita, el Cielo de la Esfera de la Nada, y el Cielo de la Esfera de “ni percepción ni no-percepción”.
Estos veintiocho cielos difieren en la distancia a que se hallan sobre el mar, en el tamaño de los cuerpos de sus habitantes y en la extensión de sus vidas. Todo depende de la calidad de la práctica de cada uno: diferentes esfuerzos, diferentes recompensas. Estas moradas celestiales simbolizan grados y jerarquías; como los estados de la mente no son iguales, tampoco lo son los disfrutes que cada uno experimenta.
Si los hombres perfuman su propia mente y la aquietan en el Bien Supremo, entonces al contemplar este mundo, se manifestará como un ámbito distinto.
Los seguidores de doctrinas externas aspiran a gozar de las bendiciones celestiales,Guardan los preceptos con devoción, buscando un refugio,
Sin conocer al Gran Despierto que es perfecto y completo,
Creen haber alcanzado a Brahmā o al Señor de los Dragones.
Con seis prácticas y contemplaciones renacen en los cielos de lo inmaterial,
Pero el cuerpo y la mente aún arden con cinco fuegos.
Apegados a la visión de lo eterno o de lo aniquilado, a lo vacío o a lo existente,
Creen morar en lo supremo,
Mas si se encuentran con el Verdadero Honrado del Mundo,
Reconocerán que se han desviado.
Los seres vivientes buscan un mundo de gozo, y así su mente se aferra a un lugar. Donde hay apego, hay mente; y donde hay mente, no es la Mente Verdadera. La Mente Verdadera es la mente sin mente; la mente sin mente es la mente real; la mente real es como el vacío. El vacío es permanente. Lo permanente es el Verdadero Cuerpo, que no nace ni muere. Esto es el Cuerpo del Buda.
En cambio, mientras se tenga mente, no se trasciende todavía el estado de los dioses celestiales; aún no se ha llegado al nivel de lo no nacido e inmortal. Los cielos, comparados con la condición humana, no están tan lejos: son tan sólo un poco más elevados.
(4) La Mente de Sólo los Skandhas y del No-Ser
La cuarta morada de la mente es la Mente de Sólo los Skandhas y del No-Ser.
Corresponde a los seguidores del Vehículo de los Shravakas (Hinayana). Estos han cortado las semillas del apego a la existencia del "yo" personal, han salido de los Tres Mundos y vaciado la noción de la persona. Sin embargo, todavía conservan los Cinco Skandhas, y por ello se llama "Sólo los Skandhas y el No-Ser". Es el primer paso del corazón del Hinayana, un comienzo de trascendencia mundana.
Es como una espada de plomo, que en definitiva no puede usarse; o como un gusano de barro, que no es como el dragón capaz de alzarse y volar en el cielo. A primera vista, parece que estas personas han alcanzado logros, y así algunos llegan a proclamarse a sí mismos como Budas. Pero en realidad no han certificado el Nirvana del no-apego. Aun siendo muy devotos, les falta sabiduría, y por eso se les califica como el Vehículo de la Carroza Tirada por Ovejas.
Los Shravakas del carro de las ovejas se aferran estrictamente a los preceptos, pero desconocen el salvar a los demás por medio de la sabiduría. Sólo practican austeridades, deseando alcanzar la Budeidad. Para ello han de pasar por tres incontables kalpas. Y aunque con la fuerza de su disciplina pueden manifestar grandes poderes sobrenaturales, su corazón es como cenizas frías: aborrecen el mundo y buscan sólo el éxtasis de la concentración.
Al estar cegados por los cinco skandhas, se les llama Sólo los Skandhas y el No-Ser. Aun así, poseen completos los seis poderes, plenas las tres clarividencias, y grandes méritos, por lo que dioses y hombres los veneran. Antiguamente, reyes y ministros levantaban monasterios para ellos, y recibían la ofrenda de multitudes. Pero lamentablemente no logran despertar la Gran Mente ni volverse del pequeño al gran vehículo, permaneciendo en el estado de los śrāvakas, sin poder salvar a los demás, y todavía muy lejos del Camino del Buda.
Aunque establezcan la no-disputa,Y aunque su práctica sea profunda, aún no han cortado las pasiones.
Hablan del yo interior y exterior en vano,
Y giran todavía en el cerco del nacimiento y la muerte.
Rechazando la Gran Función, se aferran al carro de las ovejas,
Cultivando contemplación, creen obtener Nirvāṇa.
Las cinco detenciones y las cuatro atenciones,
Las contemplaciones de las sesenta y tres vidas,
Y los doscientos cincuenta preceptos,
Conservados, les apartan de los ocho infortunios.
El vacío del yo personal, el fuego de las impurezas extinguido,
Su sabiduría los lleva a agotar cuerpo y mente.
Pero si encontraran al Tathāgata que los amonesta,
Girarían su corazón hacia la amplitud del Bodhisattva.
La mente de Sólo los Skandhas y el No-Ser se queda estancada en el uso de las facultades, obstruyendo el avance de la práctica. Se instala en el terreno de las condiciones, dejando hundirse la conciencia, apartándose de los dos extremos, y obteniendo así una práctica que no sigue la vía correcta. Esto se llama el Samadhi del Shravaka. El resultado es que sólo quedan los skandhas, sin haber eliminado el apego a los dharmas.
(5) La Mente que Arranca las Semillas del Karma
La quinta morada de la mente es la Mente que Arranca las Semillas del Karma, propia del estado del Vehículo de los Pratyekabuddhas (los Despiertos por Condiciones). Estas personas han roto ya el apego a la noción del yo personal, han salido de los tres mundos e ingresado en el Nirvana. Constituye el fruto del corazón del Hinayana en su fase posterior.
Ellos observan con claridad los Doce Eslabones de la Originación Dependiente, sienten aversión por las agitadas olas del nacimiento y la muerte, y despiertan a la impermanencia de la formación, permanencia, destrucción y vacuidad. Permanecen en montañas y selvas, durante largo tiempo absortos en samādhi, silenciosos e inmutables, y con ello cortan las aflicciones kármicas. Así, las semillas de su ignorancia se extinguen y habitan en el ámbito del no-condicionado.
De manera natural, alcanzan la comprensión sin necesidad de maestros: su sabiduría se abre luminosa, y manifiestan poderes sobrenaturales que salvan a los seres sin necesidad de palabras. Sin embargo, carecen de la Gran Compasión, y los medios hábiles aún no son plenos. Tan sólo arrancan para sí mismos la raíz del sufrimiento, certificando la paz de la extinción.
El Buda, siempre predicando conforme a las capacidades, cuando encontraba a estas personas, les enseñaba los Doce Eslabones de la Originación. Dentro de los practicantes, este tipo de discípulos es el más numeroso. Incluso el Daoísmo, en su doctrina de la alquimia interior, puede considerarse semejante a este tipo: buscan sólo el beneficio propio, pero no la salvación de otros, de modo que su logro no es completo.
Porque cultivar la propia vida es el Camino, pero salvar a los demás es la Virtud. El Camino y la Virtud son como las dos ruedas de un carro o como las dos alas de un ave: no se puede prescindir de ninguna. Buscar sólo la propia salvación sin ayudar a los otros es como quien sólo busca comer sin realizar ninguna labor: ¿no es lo mismo que producir abono? En comparación con los animales, ciertamente se hallan en un nivel mucho más elevado, pero en definitiva no benefician al mundo. Pues el hombre, siendo el más noble entre los seres, su deber esencial es procurar que los seres vivientes se liberen del sufrimiento y alcancen la dicha.
Lamentablemente, las mentes de las personas están cada una inclinadas a diferentes parcialidades. Sin embargo, el Buda, frente a este tipo de discípulo, no podía sino ofrecerles este método para arrancar y liberar. Llegado un cierto tiempo, cuando en ellos la compasión y la sabiduría comiencen a brotar, entonces se les puede exponer la enseñanza suprema del Gran Vehículo.
Los Pratyekabuddhas, en el carro del ciervo, nada dicen con palabras,Sus caminos son solitarios como el cuerno de un unicornio, distintos de los demás.
Profundamente contemplan los Doce Eslabones de la Originación,
Y tras cien kalpas de práctica, alcanzan poderes sobrenaturales.
Arrancan las aflicciones kármicas y sus semillas,
Su corazón apagado y su sabiduría extinguida, semejantes al vacío.
El océano de su mente permanece claro, sin olas,
Mas el viento de la conciencia aún puede agitarse con idas y venidas.
Los hombres del Vehículo de los Pratyekabuddhas arrancan las semillas de las aflicciones y del karma, y entran en el vasto océano de la quietud. Por eso ninguna doctrina externa puede compararse con ellos. Porque mediante la observación de los Doce Eslabones comprenden la relación causal, permanecen en el silencio y alcanzan el Samadhi sin palabras; por ello se llama el Samadhi de los Pratyekabuddhas.
Ellos lo consideran Nirvana definitivo. Sin embargo, desde la visión del Vehículo Esotérico, estos dos vehículos (Shravakas y Pratyekabuddhas), aunque rompen las pasiones y eliminan el apego al yo personal, todavía conservan el apego a los dharmas. Lo único que purifican es la conciencia, pero ignoran lo demás. Con el tiempo, se establecen en ese fruto, con el corazón apagado y la sabiduría extinguida, certificando el Nirvana, semejante al espacio vacío, eternamente sereno e inmóvil.
Si son Pratyekabuddhas de naturaleza fija, difícilmente volverá a brotar en ellos la Gran Compasión: deberán esperar al cumplimiento de un eón completo para volver a generar el corazón. Si no son de naturaleza fija, entonces sin contar kalpas, en cuanto se encuentren con condiciones adecuadas, podrán girar del pequeño al gran vehículo, o bien, desde la "Ciudad Mágica", podrán superar los tres mundos. Esto se debe a la fe en el Buda cultivada en vidas anteriores y al poder del apoyo del Buda.
Por ello, la sabiduría de los Pratyekabuddhas es en realidad débil, y no es motivo de admiración. Se dice entonces: "Es preferible, conforme a las condiciones, descender al infierno, que permanecer en los dos vehículos. Pues quien entra en el infierno aún tiene la esperanza de alcanzar la Budeidad; pero quien cae en el estado de los dos vehículos corta y bloquea el Camino del Buda." Y este es un gran tabú para los practicantes del Mahayana.
(6) La Mente del Gran Vehículo Dependiente de los Demás
La sexta morada de la mente es la Mente del Gran Vehículo Dependiente de los Demás, que corresponde al ámbito de la Escuela Hosso (Yogacara). En esta tradición, el practicante comienza observando que todas las cosas son únicamente mente, y a partir de ello despierta la Gran Compasión que considera a todos los seres como de un mismo cuerpo. Por esta razón se denomina "dependiente de los demás".
Como esta escuela pertenece al Gran Vehículo en su fase inicial, recibe también el nombre de "Mente del Gran Vehículo". El practicante es capaz de vaciar tanto a las personas como a los dharmas, comprender las tres naturalezas carentes de esencia propia y, después de cortar el apego y la confusión, genera las Cuatro Moradas Inconmensurables y practica las Cuatro Formas de Atraer a los Seres, tomando como labor la salvación del mundo y el beneficio de los demás.
Aunque todavía no ha alcanzado plena madurez en el entendimiento de las Cuatro Sabidurías ni comprendido a fondo sus principios, se establece provisionalmente este nombre. La Sabiduría Perfecta siempre ha estado presente, pero cuando el practicante logra aquietar el flujo de los cinco agregados, entonces se manifiestan las Cuatro Sabidurías. En este estado, la mente, el Buda y los seres vivientes no se distinguen en absoluto. Aunque haya cientos de miles de millones de cuerpos de manifestación, siguen navegando en el océano de los seis caminos. El sabio es aquel que purifica su propio flujo kármico y genera la mente de salvar a los demás, contemplando el Reino del Dharma; por ello se llama dependiente de los demás.
En comparación con los carros de las ovejas y de los ciervos, propios de los śrāvakas y pratyekabuddhas, esta mente se encuentra en un nivel muchísimo más elevado. Por ello recibe el nombre de Gran Vehículo, y constituye la ocupación de los sabios y la disposición del corazón de los Bodhisattvas.
Se asemeja al hombre que sabe nadar: si conoce bien la naturaleza del agua, podrá flotar y sumergirse a voluntad, desplazándose en el agua sin impedimentos. En cambio, quien no sabe nadar, al entrar en el agua inmediatamente se hunde. El agua es aquí metáfora del mundo; el Bodhisattva es el buen nadador; los seres son quienes desconocen el arte de nadar. Por eso el Bodhisattva siente compasión por los seres, temiendo que caigan en la corriente del samsāra, y utiliza toda clase de métodos para enseñarles, sostenerles y guiarles, a fin de que aprendan a nadar y no se ahoguen. El mundo, como el agua, es igualmente peligroso, pero la diferencia entre el Bodhisattva y los seres comunes radica en su destreza.
El océano de la mente permanece sereno, sin olas,Mas el viento de la conciencia lo agita con idas y venidas.
Los mortales se apegan a hombres y mujeres ilusorios,
Y los seguidores de doctrinas externas se aferran a castillos de espejismos.
Ignorando que la propia mente crea los infiernos,
Si comprendieran la "sólo conciencia", se librarían de todas las calamidades.
Practicando los Seis Paramitas y las diez mil acciones durante tres kalpas,
Avanzan por las cincuenta y dos etapas con una sola mente abierta.
Cortan tanto las pasiones como el conocimiento erróneo,
Y Bodhi y Nirvana se convierten en su riqueza del Dharma.
Las cuatro virtudes y las tres marcas ya se encuentran presentes,
Sin necesidad de buscar en lo externo, avanzan sin tropiezos.
Cuando las palabras se extinguen y el pensamiento se apaga, abarcan todo el Reino del Dharma,
Y aun así, si un hijo se hunde como un nenúfar a la deriva, causa compasión.
El practicante que por primera vez genera la mente del Gran Vehículo comienza pensando en salvar a los demás, y transmite a otros la enseñanza que él mismo ha recibido, del mismo modo que quien sabe nadar enseña a nadar. Sin embargo, aunque este tipo de persona conoce el arte de nadar, todavía no ha olvidado por completo el agua; no ha llegado a la destreza suprema. Su práctica consiste en cortar todos los males y cultivar todos los bienes, superar las diez etapas, alcanzar la cumbre suprema y consumar los Tres Cuerpos, poseyendo las Cuatro Virtudes.
Con todo, en su interior aún subsisten grados de ignorancia: el Buda que se encuentra en esta morada aún no ha penetrado completamente hasta la fuente de la mente, permanece cubierto por velos, sin haber abierto todavía el tesoro secreto. Este es el estado de la Mente del Gran Vehículo Dependiente de los Demás.
(7) La Mente del Despertar en la que la Mente no Nace
La séptima morada de la mente es la Mente del Despertar en la que la Mente no Nace, que corresponde al ámbito de la Escuela de los Tres Tratados (Sanron). En esta etapa se comprende el principio de lo no-signado, y se entiende que la multitud de fenómenos no se aparta del único soplo del universo. Es como un estanque de agua clara, en el cual pueden reflejarse todas las imágenes. De aquí se conoce que lo Uno es la madre de los centenares de miles, y que la Vacuidad es la raíz del "tener ilusorio". El tener ilusorio en realidad no es tener; lo que no es tener es justamente vacuidad. Así, forma y vacuidad son de un mismo sabor.
Por ello, en la Vacuidad se establecen los dharmas, y estos dharmas existen de manera evidente. Así, Vacuidad es forma; y aunque los fenómenos transcurren y cambian como en un río, en realidad son vacuidad. Por ello, forma no es diferente de Vacuidad. Aunque todas las apariencias se disuelvan, ellas existen tal como son. Por eso las escrituras declaran: "La forma es Vacuidad, la Vacuidad es forma". El universo entero y todos los dharmas no son sino así.
Como el agua no se aparta de las olas, o como el oro y los objetos fabricados con él no son ni idénticos ni diferentes, quien penetra este principio contempla la vacuidad sin impedimentos, superando todas las disputas, y entiende el Camino Medio de las "ocho negaciones" de Nagarjuna. En ese momento, los cuatro demonios se someten sin combate, y aunque los tres venenos no estén del todo eliminados, todos se desmoronan. Entonces, nacimiento y muerte son Nirvana, y no cabe hablar de grados; las pasiones son justamente el Bodhi, y no es necesario esfuerzo en cortar o certificar.
Aunque se hable de una etapa sin grados, en realidad no destruye las cincuenta y dos etapas; no impide que en un solo pensamiento se alcance el despertar. Ese pensamiento, a lo largo de tres inconmensurables kalpas de ardua práctica, naturalmente llega al Vehículo Único. Quien penetra este principio no necesita de los vehículos de la oveja, del ciervo o del gran buey: por sí mismo puede salvarse y salvar a otros, genera la Gran Compasión y comprende que el error de aferrarse sólo a los skandhas se debe a que carecen de naturaleza propia.
La visión de sabiduría de la mente "dependiente de los demás" aún era un obstáculo. Desde esta mente regia, libre y soberana, se alcanza la fuente misma de la naturaleza. El flujo de la conciencia como polvo pasajero no puede obstruir la naturaleza original. En este punto se obtienen tanto la sabiduría provisional como la definitiva, y se certifica la unidad de la Iluminación Perfecta. En esta etapa, las Dos Verdades, la mundana y la suprema, se funden en el Camino Medio; se comprende que la naturaleza de la mente no nace, y que el objeto y la sabiduría no son distintos. Por eso se dice: al abandonar incluso la noción de no-ser, el soberano de la mente se halla libre; se despierta a que la mente misma nunca ha nacido. Pasado y futuro se cortan, resultando inasequibles. Sin aferrarse a la idea de ser o no ser, la mente queda sin trabas; las acciones maravillosas fluyen a voluntad y se establece el puro Bodhicitta.
El soberano de la mente es como el agua de un estanque: su naturaleza es clara y pura. Si se eliminan las afecciones, esos polvos pasajeros de la mente, en ese mismo instante las pasiones se extinguen. Al certificarse esta pureza, uno se ilumina a sí mismo: la mente nunca ha nacido; pasado y futuro se revelan inalcanzables. Es como las olas del océano: surgen por el viento, y así aparece la distinción de olas anteriores y posteriores. Pero el agua del mar es de una sola esencia: ola es agua y agua es ola. No es que, cuando se levantan las olas, la naturaleza del agua desaparezca; ni que, cuando cesan las olas, la naturaleza del agua vuelva a aparecer. La mente de los hombres es igual: es solo transformación. No es que, cuando surgen las pasiones, la naturaleza original quede sepultada; ni que, al extinguirse las pasiones, la naturaleza original se manifieste recién. Por eso se dice: "Las pasiones son justamente el Bodhi".
Cuando uno se despierta a que esta mente nunca ha nacido, entra poco a poco por la Puerta del Sonido "A" del Vehículo Esotérico. Esto significa comprender que la mente no nace, no muere, no se corta, no es eterna, no es una, no es distinta, no viene ni va. Los practicantes de la Escuela de los Tres Tratados consideran esto como lo supremo y definitivo.
Los dharmas nacidos de causas y condiciones carecen de naturaleza,
En vacuidad y en lo ilusorio, en el Camino Medio, la mente no nace.Las olas cesan y se alzan, pero son solamente agua,
Y la única mente es en sí clara y serena.
Forma y vacuidad no se destruyen, la sabiduría penetra,
Las Dos Verdades aparecen tal cual, y el principio es muy claro.
La espada de los ocho “no” corta las disputas,
Y cesan de golpe las cinco posturas, retornando al equilibrio.
La mente, libre e ilimitada, entra en el Camino del Buda,
Y así comienza a erigirse la Ciudad del Dharma, reino del Rey.
Si el practicante puede abandonar incluso la noción de no-ser, el soberano de la mente es libre; al despertar a que la mente nunca ha nacido, llega a conocer su propia mente, que trasciende los dos eones de cultivo. Entonces reconoce que todos los dharmas son vacíos, y comprende que la Ley nunca ha nacido. La esencia de la mente es tal cual, sin ver ya cuerpo ni mente, permaneciendo en la extinción, igualitaria y definitiva, alcanzando la sabiduría verdadera que nunca retrocede.
Cuando surge una mente ilusoria, reconócelo y no la sigas; cuando la ilusión se extingue, la fuente de la mente es vacía y serena. Desde el principio, la pura iluminación original, a través de incontables kalpas, aunque no medites ni cultives, no depende de fuerzas ajenas: su naturaleza perfecta siempre ha estado allí, y la sabiduría original está completa.
Transciende las cuatro proposiciones y las cinco posturas; incluso las palabras "natural" no pueden ser naturales, y la mente pura no necesita volverse pura. Si se persigue esto con esfuerzo, todavía se trata de un artificio de la mente que debe abandonarse; es sólo la frontera de la ignorancia, y no el grado de la luz pura.
(8) La Mente del Único Vehículo
La octava morada de la mente es la Mente del Único Camino del No-Accionar tal cual es (llamada también la Mente que Conoce Verdaderamente la Vacuidad de la Propia Mente y No Establece Ningún Objeto). Este estado corresponde al ámbito de la Escuela Tendai.
Tras haber superado el extremo de lo no-signado, todavía se reconoce la plenitud de las virtudes múltiples. Como los tres vehículos confluyen en una sola esencia, se llama el Único Camino del No-Accionar.
En tiempos antiguos, Confucio, nacido en la dinastía Zhou, expuso la enseñanza de las cinco virtudes constantes, difundiéndolas a lo largo de las nueve regiones. En la dinastía Tang, Baizhang y Shenhui florecieron, estableciendo el número del Vehículo Único. Confucio tuvo tres mil discípulos, pero sólo unos setenta llegaron a ser verdaderos receptáculos. En el budismo ocurre algo semejante: aunque se proclame el Gran Vehículo, los que realmente lo alcanzan son muy pocos. Innumerables arhats confiaron en lo declarado por la boca de oro del Honrado del Mundo, pero se limitaron a cultivarse en las cinco virtudes, sin avanzar más allá. Era como permanecer embriagados en un escenario de juegos, sin retornar nunca: ¿cómo habría de ser eso conforme al propósito fundamental del Buda?
Después de la Iluminación, el Honrado del Mundo habló desde su realización interior el Sutra Avataṃsaka. Pero nadie entendió aquel gran principio. Entonces abrió provisionalmente y reveló lo verdadero, girando por primera vez la Rueda del Dharma: expuso las Cuatro Nobles Verdades, los Doce Eslabones de la Originación y los diversos métodos, para lavar las impurezas de los apegos al yo y a los dharmas. Más tarde, derramó la lluvia primaveral universal, hizo resonar la voz perfecta, y todos los seres pudieron beber del néctar. Así entraron en el Samadhi del Loto, manifestando la virtud incontaminada.
Reunió a los Tres Vehículos en el Unico Vehículo, alabó la profundidad de la sabiduría del Buda, señaló la raíz y apartó las ramas, expuso la duración eterna del Despertar, hizo que la estupa se alzara, que dos Budas compartieran un mismo asiento, que el universo temblara; otorgó perlas de su moño y ofreció collares preciosos. Y aun así, los inteligentes como Shariputra sospecharon que el Honrado del Mundo hacía magia; Maitreya, aunque igual en Iluminación, dudó de que el hijo pudiera sobrepasar al padre. Sólo en aquel momento el principio del único verdadero se reveló por entero: el Camino sin segundo quedó satisfecho. Entonces los carros de la oveja y del ciervo fueron abandonados, la hija del dragón ofreció su perla, el Rey de los Elefantes vino a recibirlo, las dos formas de práctica se integraron en cuerpo y mente, y en los palacios de śamatha y vipaśyanā se estableció la morada. Allí, en la Tierra Pura de la Luz Serena, la sabiduría y la realidad se funden, y se alcanza el conocimiento y la visión de la naturaleza de la mente.
Los Budas de los cuerpos de manifestación también se dividen según los votos y las formas, silenciosos y luminosos a la vez: quietud que refleja, reflejo que permanece quieto. Son como agua clara que puede espejar todas las formas; como imágenes brillantes en oro pulido. El agua y el oro pueden reflejar, y el reflejo mismo es agua y oro. Del mismo modo, el objeto de la sabiduría es prajñā, y prajñā es ese mismo objeto. Por eso se dice que no hay objeto.
Esto significa que conocer verdaderamente la propia mente es el Bodhi, la Insuperable Iluminación Perfecta. Hasta tal punto que en todos los dharmas no hay ni una sola partícula que pueda obtenerse. Porque el signo del vacío es Bodhi; si no hay sabiduría, no se puede comprender. Porque Bodhi es sin signo, lo que equivale a decir que todos los dharmas carecen de signo: son el signo del vacío.
Entonces, ¿quién busca la Omnisciencia? ¿Quién alcanza la Iluminación Perfecta? Es la propia mente la que busca la Omnisciencia, es la propia mente la que busca la Bodhi. Por la pureza original de la naturaleza, la mente no está ni dentro ni fuera, ni en medio de ambos. Si se la busca, resulta inalcanzable.
Cuando el Tathagata alcanza la Perfecta Iluminación, esta mente no es azul, ni amarilla, ni roja, ni púrpura, ni blanca; no es transparente como el cristal; no es larga ni corta, ni redonda ni cuadrada, ni luminosa ni oscura; tampoco es hombre ni mujer, ni pertenece a los cielos del deseo, ni a los de la forma, ni a los de lo inmaterial; no es semejante a dioses, dragones, yakṣas, gandharvas, garuḍas, asuras, kinnaras, mahoragas, hombres o no-hombres.
La mente no se halla en los seis sentidos de ojo, oído, nariz, lengua, cuerpo y mente; no es visión ni manifestación. La mente es apariencia vacía, mezclando discriminación y no-discriminación. Su naturaleza es como el vacío: la mente es igual al vacío, el vacío es igual a la Bodhi, y mente, vacío y Bodhi son tres sin diferencia, una sola cosa. Y esta única cosa tiene por raíz la Gran Compasión y satisface la perfección de los medios hábiles.
Por eso el Buda dijo: "Ahora expongo esta enseñanza para que la Mente Bodhi de los Bodhisattvas se vuelva pura. Debéis saber que todos los dharmas son así". Hay que conocer la propia mente; conociendo la propia mente, se conoce la apariencia visible, la forma, el objeto, los agregados de forma, sensación, percepción, formación y conciencia; el yo y lo mío; el sujeto y el objeto; lo puro, los reinos y las esferas. En todo ello, hasta lo más mínimo, no se puede encontrar nada que realmente exista.
Esto es la verdad del Dharmakaya, el Único Camino del No-Accionar, llamado el Camino Inicial de la Luz del Dharma. En el Tratado de la Perfección de la Sabiduría se denomina la “Puerta inicial de entrada al Camino del Buda”. Según el Vehículo Esotérico, el Camino del Buda es el Gran Mandala del Palacio del Mundo del Diamante. Según la enseñanza exotérica, es el Dharmakaya del principio y la sabiduría supremos. Para el Esoterismo, esta es la puerta inicial. Así lo dijo el Bodhisattva Nagarjuna, y no hay por qué dudarlo.
La verdadera naturaleza está separada de raíces y objetos, no tiene signo ni objeto, trasciende toda disputa, es como el vacío. Trasciende lo condicionado y lo no-condicionado. Está libre de toda fabricación, y libre de ojo, oído, nariz, lengua, cuerpo y mente: todo ello es la claridad del Dharmakaya.
El Maestro Wu Wei Sanzang dijo: cuando el practicante mora en esta mente, sabe que la Tierra Pura del Buda Shakyamuni es indestructible, ve la duración de la vida del Buda como inconmensurablemente larga. El Cuerpo original, junto con los Bodhisattvas como los de la Práctica Superior, surgen de la tierra y se reúnen en asamblea. Sin embargo, para quienes aún necesitan cultivar los métodos de contrarresto, aunque estén cerca de la posición de Sucesor del Buda, pocos son los que realmente conocen el ámbito interior. Por eso se lo llama "secreto".
El Buda certificado en este principio recibe también el nombre de Tierra Pura de la Luz Serena Permanente, el Vairocana. Y el Gran Maestro Chih-i de Tiantai cultivó Samatha y Vipassana sobre esta puerta del Dharma, alcanzando el Samadhi del Sutra del Loto. Tomó el Sutra del Loto, el Tratado Medio y el Tratado de la Perfección de la Sabiduría como fundamentos, y sobre esa base erigió su sistema doctrinal. Por ello, la Mente del Único Camino del No-Accionar es el ámbito propio de la Escuela Tendai.
En kalpas pasados los Bodhisattvas cayeron en disputas,Mas esta mente de recto despertar tampoco es lo Verdadero.
El No-Accionar, sin signo, es el Único Camino Puro:
Ni ser ni no-ser, más allá de todas las causas.
La mente y los objetos se extinguen en la Tierra de la Luz Serena,
Donde cesan las palabras y mora el cuerpo de Vairocana.
El cuerpo y la mente se desvanecen, igual al Gran Vacío,
Y según las apariencias, lo que se manifiesta es el Compasivo.
Con esta naturaleza del Dharma-reino, con este principio del Único Camino del No-Accionar, se alcanza el Buda supremo. Sin embargo, el Bodhisattva Nagarjuna enseñó: esta mente del Único Reino del Dharma, ni es cien ni es mil; una sola palabra puede cortarlo todo y detenerlo; una sola reflexión apresurada ya lo desvía. Todo ello sigue siendo disputa, sigue siendo frontera de la ignorancia, y no es aún la etapa de la luz pura.
(9) La Mente de la Extrema Ausencia de Naturaleza Propia
La novena morada de la mente es la Mente de la Extrema Ausencia de Naturaleza Propia. Este corazón se explica de dos maneras: una exposición clara y resumida, y otra secreta.
En la explicación clara y resumida se dice: lo más profundo es el fondo del Mar del Este; lo más alto es el Monte Sumeru; lo más vasto es el vacío; lo más duro es la roca. Sin embargo, aunque la roca pueda desgastarse, aunque el vacío pueda medirse, aunque el Monte Sumeru se eleve dieciséis mil yojanas, y aunque el Mar del Este tenga una profundidad de ochocientos millones de yojanas, nada es tan cercano como mi propia mente. ¿Y cómo es mi mente? No sólo yo mismo no puedo conocerla, sino que incluso los Budas encuentran difícil medirla. Esta mente no tiene forma, y sin embargo llena todo el vacío. Por más que uno quiera imaginarla, la apariencia de la mente no puede contemplarse.
Ni los Shravakas, ni los Pratyekabuddhas, ni los bodhisattvas con su sabiduría pueden comprenderla. En verdad es sumamente asombrosa. Esta mente es justamente el propio Buda. Quien se extravía de su propia mente es arrastrado por las olas de los seis destinos y pierde la fuente de su corazón, sin poder reconocerla.
Es como el agua: sólo si está clara puede reflejar todas las imágenes. Del mismo modo, el Buda de la Única Mente puede reflejar todos los dharmas. Los seres, al ignorar esto, vagan en el ciclo del nacimiento y la muerte, embriagados en la ilusión de la realidad, incapaces de despertar por sí mismos. Sólo el Gran Despierto, el Honrado del Mundo, pudo señalar el camino de regreso al hogar.
Pero este camino es largo, comparable a quinientas yojanas. Y la mente no es más que una posada en el viaje; la posada no es nuestro hogar verdadero. Según las condiciones, nos mudamos de lugar, pues la mente no tiene morada fija. Por eso se dice: la mente carece también de naturaleza propia.
El universo y todos los dharmas nacen de la mente, por lo tanto, también los dharmas carecen de naturaleza propia. Al dejar lo bajo y alcanzar lo alto, se habla de la doctrina de la verdadera talidad impregnada por el perfume. Pero si se comprende el secreto de la ausencia de naturaleza en su sentido último, en el espacio de un chasquido de dedos se ingresa en el Único Camino del No-Accionar, idéntico al reino del vacío.
Y desde esta puerta del Único Camino del No-Accionar comienza el fruto de la extinción, que de nuevo se convierte en causa, y la causa es la mente. Por lo tanto, lo que en las enseñanzas exotéricas era tenido como el fruto supremo, desde la visión del Esoterismo no es más que el inicio. Así, para la enseñanza secreta, en el mismo momento del surgimiento inicial de la mente ya se ha alcanzado la Iluminación Perfecta.
Las virtudes del Buda en el inicio de la mente son inconcebibles: de allí surgen todas las virtudes desplegadas en la Única Mente. Cuando se certifica esta mente, se comprende que los tres tipos de mundo no son otros que mi propio cuerpo, y que el universo y todos los dharmas no son otros que mi propia mente.
El cuerpo de transformación del Buda del Gran Sol, el Buda Rocana (Shakyamuni), al alcanzar la Iluminación Perfecta, en el vigésimo séptimo día, junto con Samantabhadra y otros grandes Bodhisattvas, expuso extensamente este principio. Así, el Sutra Avataṃsaka, tomando como hogar el mundo de la Tesorería de Flores, y como nación todo el Reino del Dharma, en siete lugares ornados con asientos de loto y en ocho asambleas, desplegó la enseñanza y entró en este Samadhi del Sello del Océano. Allí se contempló la fusión perfecta de la naturaleza del Dharma, iluminando montañas y reinos, revelando el gran Camino en el que mente, Buda y tierra son inseparables.
Se condensan los nueve tiempos en un solo instante, y se reducen incontables kalpas a un solo pensamiento. Lo uno y lo múltiple se interpenetran, los fenómenos y los principios se funden, como la red imperial con sus múltiples nudos, permitiendo que se despierte la mente-madre de la Iluminación, que Samantabhadra alcance el fruto, que en tres vidas se cultiven las prácticas, que en cien ciudades se busquen los amigos. Una práctica es todas las prácticas; un corte es todos los cortes. Aunque sea el inicio de la mente, en un solo pensamiento se alcanza el Despertar. El Camino de las Diez Confianzas se completa, y causa y efecto no son diferentes. Se trascienden las cinco etapas y se penetra más allá, comprendiendo que esencia y fenómeno no son distintos, y los diez cuerpos se funden en el mismo retorno.
Todo esto es el gran significado del Samadhi del Sutra Avatamsaka.
Así se dice: la vacuidad está más allá de raíces y objetos, no tiene signo ni objeto, trasciende todas las disputas, es como el vacío, trasciende lo condicionado y lo no-condicionado, está libre de todas las construcciones, libre de ojo, oído, nariz, lengua, cuerpo y mente. Allí se manifiesta la Mente de la Extrema Ausencia de Naturaleza Propia.
Esta mente contiene por completo toda la doctrina del Avataṃsaka. Porque el Avatamsaka es a la vez principio y consumación, es necesario comprender que la mente del Reino del Dharma de la verdadera talidad no se aferra a naturaleza propia: se adapta a las condiciones sin cambiar jamás.
El maestro Dushun, en tiempos antiguos, a partir de este Dharma, estableció la Contemplación del Reino del Dharma del Samadhi Avatamsaka de las Cinco Enseñanzas, que constituye la cima del Budismo Exotérico.
Los Reyes Dragones del viento y del agua, todos en un solo Dharma-reino,La verdadera Talidad y el surgir y cesar pertenecen a un mismo bosque.
De la flor de la rueda surgen cuerpos vastos e iguales,
Los recipientes y las formas certifican una Iluminación profundamente honda.
Las Diez Misteriosas Interpenetraciones se acompañan mutuamente,
Y la voz del Sello del Océano del Avatamsaka devora las Cinco Enseñanzas.
Enlazado como la red imperial, nada puede obtenerse,
Y en todas partes brilla el corazón de la luz integrada.
En el Samadhi del Avatamsaka todas las prácticas son una,
Y en los frutos se reúnen los Diez Honrados en todos los mundos.
Aunque en este estado uno apenas comience a generar la mente del Buda,
Puede ya buscar las cinco manifestaciones y los cuerpos perfectos.
Cuando un practicante de vida pura alcanza el estado de la Mente de la Extrema Ausencia de Naturaleza Propia, toda la Ley del Buda se renueva y fluye de allí. En el Buda del despertar inicial se halla la causa del Buda definitivo, y de allí depende la liberación de las aflicciones.
Cuando surge la Gran Mente de Bodhi y los grandes votos de Samantabhadra, el cuerpo del Buda llena todo el reino del vacío, sin que haya lugar donde no esté. El practicante que alcanza este estado suele comprender simplemente que todavía no ha certificado la Insuperable Iluminación.
Por eso, el Sutra de la Protección del País dice: En aquel tiempo, el Tathagata Shakyamuni declaró: "Señor del Secreto, durante incontables kalpas practiqué las perfecciones de esta manera. En mi última vida, durante seis años de austeridades, no alcancé el Anuttarā-samyak-saṃbodhi sentado en el Camino de Vairocana. En ese momento, innumerables Budas de transformación, como semillas de sésamo llenando el vacío, al unísono me dijeron: ‘Hijo virtuoso, ¿cómo buscas alcanzar la Perfecta Iluminación?’ Yo respondí: ‘Soy un ser ordinario, no sé cómo buscar. Sólo ruego vuestra compasión para que me lo expliquéis’. Entonces todos los Budas dijeron: ‘Hijo virtuoso, escucha bien. Ahora te lo diremos. Contempla la punta de tu nariz, visualiza un disco de luna blanca, y dentro de ese disco contempla la sílaba OṂ. Realizando esta contemplación, en la última vigilia de la noche alcanzarás el Anuttarā-samyak-saṃbodhi. Hijo virtuoso, en todos los mundos, tan numerosos como los granos de arena del Ganges, nunca ha habido un Buda que alcanzara la Iluminación Perfecta sin contemplar la sílaba OṂ en el disco de la luna. No existe tal caso’".
¿Qué significa esto? Significa que la sílaba OṂ es todas las puertas del Dharma, es la antorcha y la llave de los ochenta y cuatro mil puertas del Dharma. La sílaba OṂ es el verdadero cuerpo de Mahavairocana, es la madre de todos los Dharanis, es la esencia del universo. De ella nacen todos los Tathāgatas; de los Tathāgatas nacen todos los Bodhisattvas; de los Bodhisattvas nacen todos los seres, e incluso brotan en ellos raíces de bien, por mínimas que sean.
El Tratado sobre la Mente Bodhi de Nagarjuna dice: "El ámbito del extravío surge de las ilusiones, que giran y se transforman en incontables aflicciones, llevando a la gran vía del Samsara. Si se despierta a la verdadera esencia, las ilusiones cesan y las falsas dharmas se disuelven. Por eso se dice: las aflicciones e ilusiones no tienen naturaleza propia".
Además, la compasión de los Budas, desde su mente verdadera, se manifiesta en acción para salvar a los seres. Según la enfermedad se prescribe la medicina, estableciendo diversas puertas del Dharma para contrarrestar distintas aflicciones. Cuando los seres practican las enseñanzas del Buda, las aflicciones se van eliminando. Y una vez eliminadas, tampoco las enseñanzas se necesitan.
Es como al cruzar un río en barca: cuando se alcanza la otra orilla, se debe abandonar la barca y desembarcar. Si uno se quedara sentado en la barca para siempre, ¿cómo alcanzaría el destino? Así, llegado el momento, incluso las enseñanzas han de dejarse. Por ello se dice: carecen de naturaleza propia. Cuando las ilusiones cesan, es como abandonar la barca al llegar a tierra firme.
Entonces, en ese estado, todas las virtudes se completan, los usos maravillosos son infinitos, y se gira libremente la Gran Rueda del Dharma, logrando tanto la propia liberación como la de los demás.
Este estado puro, luminoso y maravilloso no se separa de la práctica de la impregnación, y así los Tres Mundos no son más que una sola mente. Los Tres Mundos son:
- el mundo de los seres vivientes, como los hombres, animales y demás con conciencia;
- el mundo de los recipientes, que es la tierra y los países en los que los seres habitan;
- el mundo del despertar perfecto, que son los Budas y Bodhisattvas.
Estos Tres Mundos se contienen en una sola mente. Es sólo porque los seres están confundidos que se hacen distinciones. En realidad, la división entre puro e impuro depende de mi propia mente.
Si se reconoce que la mente no tiene naturaleza propia, ¿cómo podría haber distinción entre pureza e impureza? Pero como los seres están extraviados, deben recibir el perfume de la enseñanza. Por eso, estas doctrinas siguen siendo construcciones, asuntos de la frontera de la ignorancia, y no del estado de la luz pura. Según la perspectiva esotérica, aún no se ha alcanzado el ámbito verdadero.
(10) La Mente de la Secreta Adornación
La décima morada de la mente es la Mente de la Secreta Adornación. Este es el ámbito del Camino del Vehículo Esotérico. Lo que aquí se expone se denomina hablar en parte desde la causa y en parte desde el fruto: la doctrina de la constitución del Cuerpo a través de las cinco fases, y los cuatro tipos de Mandalas. Sólo los Budas lo conocen con claridad, por eso se llama secreto.
Estas diez moradas de la mente abarcan tanto lo mundano como lo supramundano, lo del Pequeño Vehículo y lo del Gran Vehículo, lo de los Dos Vehículos o el Único Vehículo, lo del Exoterismo y lo del Esoterismo: todo se halla comprendido en ellas. El practicante del Camino Esotérico resume su senda en tres frases (primero, que la Bodhicitta es la causa; segundo, que la Gran Compasión es la raíz; tercero, que los Medios Hábiles son el resultado supremo), y en cinco etapas (primero, generar la mente; segundo, la práctica; tercero, el Bodhi; cuarto, el Nirvāṇa; quinto, los Medios Hábiles). Todas ellas están contenidas en la puerta del Dharma de esta Mente de la Secreta Adornación.
El Maestro Chan del Este dijo: "En tiempos pasados, el Gran Maestro Nagarjuna llegó ante la Torre de Hierro del Sur. Con siete granos de mostaza blanca consagrados, golpeó la torre, y de repente la puerta se abrió de par en par. Cuando Nagarjuna quiso entrar, los Cuatro Reyes Celestiales lo detuvieron. Tras postrarse y arrepentirse, finalmente pudo ingresar. Entonces, el Bodhisattva Vajrapani manifestó su naturaleza y expuso el Dharma de los Tres Misterios de Mahavairocana, transmitiéndoselo a Nagarjuna. Éste lo retuvo todo en su memoria sin olvidar nada, y al salir lo recopiló y transmitió hasta nuestros días".
Aquí el “Sur” significa la pureza luminosa; la “Torre de Hierro” significa la ignorancia fundamental; los “siete granos” significan los Siete Factores del Despertar; el “blanco” simboliza la pureza; la “mostaza” indica un solo pensamiento; la “consagración” significa contemplación; la “puerta de la torre abierta” simboliza la obtención del estado de Samadhi; los “Cuatro Reyes Celestiales que lo rechazan” simbolizan la entrega total del cuerpo y la vida; el “ingreso” es la certificación; “Mahavairocana” es la naturaleza misma; el “Dharma Esotérico” es la enseñanza inherente a la naturaleza; “Vajrapani” simboliza la sabiduría adquirida posteriormente; la “transmisión” significa comprensión; el “no olvidar” significa que lo obtenido una vez es obtenido para siempre; el “salir” significa que el Bodhisattva no se aferra al estado obtenido; la “recopilación” significa hacerlo por el beneficio de los seres.
El sentido de este relato es que si uno, con el pensamiento puro de los Siete Factores del Despertar, contempla desde el corazón claro e inmaculado hacia la ignorancia fundamental, entonces la ignorancia se quiebra repentinamente y la naturaleza verdadera aparece. En ese momento surge una gran alegría. Pero si uno se aferra a lo obtenido, no puede ver por completo la naturaleza. Sólo cuando se abandona toda noción de ganancia o pérdida, de correcto o incorrecto, entonces se ve claramente la naturaleza, y de golpe se abre la puerta de los Tres Misterios.
No obstante, si no se emplea la sabiduría adquirida posteriormente, no puede conocerse la diferencia de los ámbitos del Buda. Por eso, toda comprensión de los métodos se debe a la sabiduría adquirida. Una vez que se ha visto claramente esta Ley, entonces aun en medio de cualquier circunstancia —andando, de pie, sentado o acostado— todo es el Gran Camino, todo es Dharma. Este estado no puede ser comprendido por los mortales; por eso se llama Mente de la Secreta Adornación.
Las nueve moradas anteriores carecen de naturaleza propia,Cuanto más profundas y maravillosas, todas son causa.
El Cuerpo del Dharma del Esoterismo y del Mantra Verdadero lo declara,
El secreto Vajra es la Verdad suprema.
Las cinco fases, las cinco sabidurías y la esencia del Dharma-reino,
Los cuatro Maṇḍalas y los cuatro sellos, todo lo manifiesta esta mente.
Los venerables en cada partícula de polvo son mi mente-Buda,
Las gotas del océano y los lotos dorados son también mi propio cuerpo.
Cada sílaba y cada puerta integran todas las formas,
Cada objeto manifiesta la divinidad.
Todas las virtudes son la rueda de la naturaleza, plena y redonda,
Y en una sola vida se certifica el cuerpo adornado.
El practicante del Camino Esotérico, si contempla su propia mente, alcanzará el Insuperable Bodhi. Porque en la mente misma se halla el Gran Bodhicitta de Samantabhadra. Todos los seres poseen desde el origen esta semilla, pero están cubiertos por las ataduras de la codicia, el odio y la ignorancia, y por eso no la realizan.
Los Budas, por compasión, emplean medios hábiles y exponen esta enseñanza secreta y profunda del Yoga, para que los practicantes, mediante la contemplación de la rueda blanca de la luna, puedan ver su propia mente, clara y pura, semejante a la luna llena cuya luz llena todo el vacío. La mente, al no discriminar, recibe el nombre de puro Reino del Dharma, también llamado el Océano de la Perfección de la Sabiduría de la Talidad, que contiene innumerables tesoros.
Al permanecer en Samadhi, es como la luna llena, clara y resplandeciente. ¿Por qué contemplar la luna blanca lleva al despertar de la Bodhicitta? Porque la redondez y luminosidad de la luna son semejantes a la Bodhicitta. La luna tiene dieciséis fases, y en el Yoga Esotérico se explica que Vajrasattva y su séquito de Vajras consisten en dieciséis Bodhisattvas.
Entre los treinta y siete venerables, hay cinco Budas. Estos cinco Budas representan las Cinco Sabidurías. Dentro de los Seis Grandes Elementos, el elemento conciencia se divide en las Cinco Sabidurías y las funciones mentales. Las Cinco Sabidurías son la raíz de la Bodhicitta, y los demás son las funciones de la mente. En su personificación, se manifiestan como los Cinco Budas y todos los Bodhisattvas.
En el centro está la Sabiduría de la Esencia del Reino del Dharma, que corresponde al Buda Vairocana. De allí fluye, en el este, la Gran Sabiduría del Espejo Perfecto, que corresponde al Buda Akṣobhya. En el sur, la Sabiduría de la Igualdad, que corresponde al Buda Ratnasambhava. En el oeste, la Sabiduría de la Sublime Observación, que corresponde al Buda Amitabha. En el norte, la Sabiduría de la Acción Perfecta, que corresponde al Buda Amoghasiddhi, también llamada Sabiduría del Karma.
El centro es la esencia, y los cuatro Budas son las manifestaciones. De los cuatro Budas fluyen los Bodhisattvas como función. Así, los Bodhisattvas de los cuatro sellos —el Vajra, el Tesoro, el Loto y la Acción— son el poder activo de los Budas, y son la madre que engendra y nutre a todos los sabios y santos.
Cada uno de los Budas de las direcciones posee cuatro Bodhisattvas:
- El Buda del Este tiene a Vajrasattva, Vajrarāja, Vajrarāga y Vajrahāsa.
- El Buda del Sur tiene a Vajraratna, Vajraprabha, Vajradhvaja y Vajrahāsa.
- El Buda del Oeste tiene a Vajradharma, Vajrakāra, Vajranidāna y Vajravāk.
- El Buda del Norte tiene a Vajrakarma, Vajrapāla, Vajradaṃṣṭra y Vajramuṣṭi.
En total, entre los treinta y siete venerables, exceptuando a los cinco Budas, las cuatro Paramitas y los ocho que hacen las Cuatro Atracciones y las Ocho Ofrendas, se toman sólo los dieciséis grandes Bodhisattvas como aquellos reunidos en torno a los Budas de las cuatro direcciones.
Además, en los sutras se dice que dentro del vacío hasta la ausencia de naturaleza hay dieciséis significados. Esto explica que la mente de todos los seres contiene en sí una porción de pureza, que todas las prácticas están incluidas en ella, que su esencia es sutil y luminosa, y que incluso dentro del ciclo de los seis destinos nunca se pierde, como la dieciseisava parte de la luna que brilla aun en su mengua.
Como la luna y la tierra con el sol, cuando se alinean, la luna queda eclipsada y pierde su brillo. Pero cuando se aleja en su órbita, al día quince vuelve a ser plena y luminosa.
Así también el practicante, comenzando con la vocal A, gradualmente contempla hasta que la naturaleza de su mente se muestra pura y clara. Entonces certifica la Sabiduría del No-Nacimiento. Porque la letra A significa la esencia del universo, el principio de que todos los dharmas no nacen.
En los sutras se dice que la letra A tiene cinco significados:
- El sonido breve de A es el Bodhicitta.
- El sonido prolongado de A es la práctica del Bodhi.
- El sonido breve de Ā es la certificación del Bodhi.
- El sonido breve de Aḥ es el Nirvana.
- El sonido prolongado de Aḥ es la sabiduría plena de los Medios Hábiles.
Además, esta letra A se corresponde con las cuatro palabras del Sutra del Loto: Abrir, Mostrar, Despertar y Entrar. “Abrir” es abrir el conocimiento y visión del Buda; “Mostrar” es mostrar el conocimiento y visión del Buda; “Despertar” es despertar al conocimiento y visión del Buda; “Entrar” es entrar en el conocimiento y visión del Buda. Estas corresponden también al sonido breve, al sonido prolongado, a Ā y a Aḥ. El quinto, los Medios Hábiles, significa la perfección de la sabiduría expedita.
El loto de ocho pétalos se abre en un codo,Resplandeciendo con la luz pura de la vocal A.
La meditación y la sabiduría penetran en el Reino del Diamante,
Y se accede a la Sabiduría Serena del Tathagata.
Cuando el practicante contempla la letra A, debe contemplar la consciencia pura y luminosa. Si aparece mínimamente clara, se llama haber visto la Verdad. Si puede verla constantemente, entra en la Primera Tierra de los Bodhisattvas. Si crece poco a poco, se expande hasta abarcar todo el Dharma-reino, igual al vacío, con libertad de abrirse y recogerse, poseyendo toda la sabiduría.
Así, el que cultiva la práctica yóguica debe necesariamente ejercitar la triple consagración de los Tres Misterios, y sólo entonces puede certificar el sentido maravilloso de la constitución del Cuerpo en cinco fases.