En la cosmovisión del Sutra Avatamsaka, como hemos visto, la enseñanza del Buda no es simplemente un conjunto de doctrinas, discursos o instrucciones verbales destinadas a seres limitados. En su dimensión más profunda, la enseñanza misma es una manifestación directa del Reino del Dharma (Dharmadhatu), el ámbito absoluto e iluminado donde todos los fenómenos existen en perfecta armonía, sin obstrucción ni separación. Aquí, el acto de enseñar no es una función añadida a la Budeidad, sino una emanación natural de la Iluminación misma. El Buda no enseña porque haya ignorancia que corregir, sino porque su sabiduría ilimitada se expresa eternamente como compasión sin fronteras. Así, el Sutra no transmite información: revela la Realidad Iluminada tal como es.
Este principio es uno de los pilares más sublimes del Sutra Avatamsaka, y también una de sus más desafiantes intuiciones teológicas. Según esta enseñanza, la Iluminación no es un evento limitado en el tiempo o en el cuerpo de un individuo histórico, sino un estado sin comienzo ni final, que actúa como contexto eterno y continuo. Lo que nosotros llamamos "enseñanza" no es una reacción del Buda al sufrimiento de los seres, sino el rostro espontáneo del Reino del Buda revelándose. De esta manera, el Sutra mismo —en su contenido, en su forma, en su atmósfera— es una manifestación del Reino del Dharma. Sus palabras no “describen” ese Reino: lo encarnan, lo actualizan, lo hacen presente en el acto mismo de la lectura, la escucha y la contemplación.
Por ello, los maestros de la escuela Huayan, y posteriormente los grandes exegetas de Kegon y la escuela Tendai, insistieron en que no hay dualidad entre palabra y realidad, entre enseñanza y cosmos, entre sonido y significado. Cada frase del Sutra, cada enumeración de nombres de Bodhisattvas, cada descripción de una tierra pura, cada visión adornada, no son alegorías ni meras imágenes simbólicas: son expresiones directas del Reino del Buda, tal como se manifiesta desde la Iluminación total. En este sentido, el Sutra es al mismo tiempo texto y visión, discurso y presencia, lenguaje y luz.
Esta identificación entre enseñanza y realidad tiene implicaciones poderosas para la práctica devocional. Leer el Sutra Avatamsaka no es estudiar un documento sagrado del pasado, sino ingresar activamente en el Reino del Dharma que el Buda habita eternamente. Es por eso que el Sutra está poblado por descripciones de mundos infinitos, cielos enjoyados, Bodhisattvas radiantes y escenas de revelación simultánea en diez direcciones: no porque exagere poéticamente, sino porque refleja el esplendor real de la conciencia despierta. Allí donde la sabiduría se expresa sin obstrucción, el Reino del Buda aparece. Allí donde se recita o contempla el Sutra con fe y devoción, el Reino se hace presente.
La Escuela del Loto Reformada acoge esta enseñanza con la más profunda reverencia, afirmando que la revelación del Buda no es solo palabra, sino el despliegue total de su Ser. Así como el Cuerpo del Buda (Dharmakaya) se expresa en forma de Budas, tierras puras, votos y prácticas, también se expresa en forma de Sutra, en donde cada palabra es un pétalo del loto cósmico. De ahí que leer el Sutra, escucharlo o contemplarlo, no sea diferente de habitar la Tierra Pura del Buda, de recibir su luz, de sentarse ante su trono y escuchar su voz sin mediaciones.
Este principio se resume en la profunda afirmación huayan: "la enseñanza no explica el Reino del Dharma, sino que lo es". En otras palabras, no hay distancia entre la palabra del Buda y la realidad que ella describe. Así, cuando el Sutra proclama la existencia de millones de mundos y Bodhisattvas, cuando declara que todos los dharmas se interpenetran, cuando presenta al Buda como eje del Cosmos y a los Bodhisattvas como olas de su compasión, no está proponiendo una filosofía: está revelando lo que es, lo que ha sido siempre, y lo que continuará siendo más allá de todo tiempo.
Por ello, para el devoto que desea recibir esta enseñanza con el corazón abierto, el Sutra Avatamsaka no se ofrece como un tratado doctrinal, sino como una puerta que se abre al Infinito. Una vez dentro, ya no hay regreso a una visión ordinaria del mundo, pues toda forma, todo sonido, todo pensamiento, comienza a revelar su naturaleza como flor del Dharma.
Ahora, en el corazón del Sutra Avatamsaka brilla una intuición doctrinal tan elevada como transformadora, una visión que ha sido considerada la cúspide metafísica del pensamiento budista Mahayana: la enseñanza de la interpenetración perfecta de todos los dharmas. Aunque su articulación formal será desarrollada con esplendor en capítulos posteriores y por los grandes maestros Huayan —como Dushun, Zhiyan y Fazang— en esta primera aproximación basta con contemplar su principio fundante: que lo Uno está en lo Múltiple, y lo Múltiple está en lo Uno; y que nada existe de forma aislada, sino como reflejo, resonancia y manifestación del Todo.
Esta doctrina —aún envuelta en el ropaje devocional y visionario del texto— refleja la ontología metafísica budista y aparece desde las primeras páginas del Sutra Avatamsaka, no como teoría, sino como atmósfera espiritual. El lector atento percibe que no hay jerarquías rígidas entre los capítulos, ni progresión didáctica de menor a mayor, ni una sola figura o símbolo que no contenga a los demás. Todo es simultáneo, reflejado, resonante. Las tierras puras se contienen unas a otras. Los Bodhisattvas se manifiestan mutuamente. Cada partícula de polvo contiene infinitos reinos del Buda. La enseñanza no se da en un lugar, sino en todos los lugares. Así se revela una realidad joyosa, viva, en la cual cada fenómeno, por minúsculo que parezca, brilla como un espejo que refleja la totalidad del Reino del Dharma.
Esta visión se ha comparado con la célebre imagen de la Red de Indra: una vasta malla cósmica en la cual, en cada nudo, hay una joya. Cada joya refleja todas las otras, y a su vez es reflejada por todas. No hay una joya que esté al margen, ni una que no contenga el universo entero. Esta metáfora, que aparece de forma implícita en el Sutra y luego se formaliza en la escuela Huayan, nos conduce a comprender que la realidad no es una colección de elementos yuxtapuestos, sino una unidad infinita en la cual cada parte contiene el todo sin perder su particularidad.
Este principio se refleja también en la estructura del propio Sutra. A primera vista, puede parecer que se trata de una obra extensa y fragmentaria: capítulos sobre prácticas, otros sobre dedicaciones, otros sobre tierras, otros sobre poderes, y finalmente una narrativa extensa. Pero al observar con más profundidad, uno comprende que estos no son capítulos separados, sino facetas simultáneas del mismo diamante. El Sutra no es una suma de enseñanzas: es una enseñanza única desplegada en mil formas. Así como un rayo de luz blanca se descompone en los colores del arcoíris sin dejar de ser luz, así también la sabiduría del Buda se expresa en formas múltiples sin fragmentarse.
En la tradición de la Escuela del Loto Reformada, este principio es acogido con particular veneración, pues resuena con la enseñanza del Vehículo Único (Ekayana): no existen caminos separados, ni niveles inferiores y superiores en términos absolutos. Todo dharma —si se contempla desde la visión de la Budeidad— es expresión del Buda Eterno. Así, incluso los fenómenos más simples o las enseñanzas más elementales pueden revelar, bajo la luz correcta, la totalidad del Reino del Dharma.
Esta comprensión devocional invita al lector a transformar su mirada. No hay capítulo "más importante" en el Sutra Avatamsaka (aunque nosotros, yo incluído, tengamos preferencias), así como no hay ser más digno que otro de la Budeidad. El Sutra no nos guía paso a paso: nos sumerge en un océano donde cada gota es el mar. Cada Bodhisattva, cada nombre, cada escena, cada verso es una entrada al Todo. No hay fragmento sin plenitud. No hay palabra que no contenga el eco de la Iluminación. Esta doctrina, que más adelante se desarrollará con precisión bajo la forma de las Cuatro Formas del Dharmadhatu (el Dharmadhatu de los Fenómenos, el del Principio, la No-Obstrucción entre Principio y Fenómeno, y la No-Obstrucción entre Fenómenos), aquí se anuncia como un susurro profundo que recorre todo el Sutra, recordándonos que estamos leyendo no un texto, sino el reflejo del Cuerpo del Buda, expresado en forma de guirnalda infinita. Estas son Cuatro Dimensiones de la Realidad según la manifestación eterna del Despertar del Tathagata. Estas Cuatro Formas no son planos separados de existencia, ni niveles sucesivos de comprensión. Son más bien cuatro maneras simultáneas y entrelazadas de percibir la Realidad, dependiendo de la profundidad de la visión espiritual del practicante. Cada una profundiza la anterior y revela una faceta más perfecta de la verdad, hasta culminar en la visión ilimitada del Bodhisattva que habita plenamente el Reino del Buda. A manera resumida, estas son:
1. El Dharmadhatu de los Fenómenos - Esta es la visión más básica y común de la Realidad: el mundo tal como aparece, en su multiplicidad, diversidad, separación y concreción. Aquí se perciben las "cosas" como entidades distintas: montañas, ríos, seres vivos, emociones, pensamientos, enseñanzas. Todo parece tener su identidad individual. Este nivel de visión corresponde a la percepción ordinaria, pero en el contexto del Avatamsaka, ya se la contempla con sabiduría: se reconoce que todos los fenómenos son formas del Dharma, manifestaciones del Reino del Buda. Aunque parecen separados, ninguno está fuera del Reino del Dharma. Esta forma de Dharmadhatu es la más "externa", pero ya está bañada de reverencia, pues cada cosa se reconoce como portadora del sello del Buda.
2. El Dharmadhatu del Principio - Aquí se da un giro hacia lo absoluto. Esta forma del Dharmadhatu contempla la Vacuidad esencial de todos los fenómenos, su carencia de existencia propia, su surgimiento condicionado y su unidad última. "Lǐ" significa "principio", "razón", "fundamento": en este contexto, se refiere a la Verdad Última (Paramartha-Satya), el vacío luminoso (Sunyata), la Realidad como una sola esencia sin distinción ni dualidad. En esta visión, las diferencias entre los fenómenos desaparecen en la luz del Uno: ya no hay montañas ni ríos, tú ni yo, nacimiento ni muerte. Solo la Verdad del Buda, vasta, inmóvil, eterna. Esta dimensión corresponde a la visión de los grandes meditadores y sabios que, a través de la contemplación, trascienden la apariencia y penetran el corazón silencioso de todas las cosas.
3. El Dharmadhatu de No-Obstrucción entre Principio y Fenómeno - Este nivel representa una síntesis mística: no niega la multiplicidad (fenómenos), ni la unidad (principio), sino que reconoce que ambas se interpenetran sin obstruirse. Aquí se entiende que la Vacuidad no elimina la forma, y la forma no oculta la Vacuidad. Las cosas existen tal como aparecen, pero su existencia es la manifestación directa de la Verdad Última. No hay contradicción entre el loto y el vacío, entre el sonido y el silencio, entre la vida diaria y el Nirvāṇa. Esta es la enseñanza del Sutra del Loto y del Avatamsaka: los fenómenos son el Principio manifestado. Aquí, el practicante ya no necesita negar el mundo para hallar la verdad: ve la verdad en el mundo mismo, como la luna reflejada en cada gota de agua, como el Dharmakaya brillando en cada forma.
4. El Dharmadhatu de No-Obstrucción entre los Fenómenos - Esta es la visión culminante, la Iluminación total de los Budas y Bodhisattvas del Sutra Avatamsaka. Aquí se percibe que todos los fenómenos interpenetran entre sí sin ningún obstáculo ni límite. No solo el principio está en cada fenómeno, sino que cada fenómeno está en todos los demás, sin perder su unicidad. Cada flor contiene todas las flores. Cada Bodhisattva refleja y realiza la virtud de todos los demás. Cada instante de tiempo es eterno, y cada grano de arena contiene todos los mundos. Esta es la visión del Dharmadhatu Ilimitado, donde no hay centro ni periferia, y donde todo se refleja en todo, como en la Red de Indra. Este nivel trasciende por completo la lógica dualista y la comprensión intelectual. Solo se accede a él mediante la experiencia directa, a través del Samadhi de la Sabiduría Universal (Samantabhadra Samadhi). Es la visión mística del Sutra Avatamsaka: el universo como una flor sin límites, donde cada pétalo refleja el universo entero.
Por ello, quien entra en el Mundo del Avatamsaka con corazón devoto y mente contemplativa, no estudia simplemente una enseñanza, sino que contempla un espejo del cosmos. Y en ese espejo, si la mirada es pura, podrá reconocer también su propio rostro verdadero, pues la joya que refleja el Todo... también somos nosotros.