En esta semana, mientras contemplamos el sublime misterio del Parinirvana del Bendito, el Buda Shakyamuni, abramos nuestros corazones al profundo significado de Su trascendencia más allá del cuerpo condicionado y Su revelación de la Realidad Innaciente, Inmortal e Inmutable de Su Cuerpo del Dharma. El Bendito, en Su infinita compasión, no solo se fue de este mundo, sino que nos reveló la naturaleza eterna de Su Presencia, una Presencia que nos llama a Despertar, a descartar el falso ser y a recorrer el Camino del Bodhisattva para la salvación de todos los seres.
Cuando el Tathagata yacía en su lugar de descanso final, entre los árboles Sala gemelos, no estaba entrando en la aniquilación sino revelando la gran e ilimitada Verdad: El Buda no está confinado a la carne y los huesos, ni a las limitaciones del nacimiento y la muerte. Él es el Dharmakaya, la Realidad Eterna, que impregna todas las cosas, iluminando el mundo como el sol naciente que nunca se pone.
Él declaró a sus discípulos: "Todas las cosas compuestas son impermanentes. ¡Esfuércense incansablemente por la liberación!" Pero esta impermanencia no es un fin; más bien, es una invitación a ver más allá de los velos de la ilusión, más allá de la identidad fugaz del ego, y hacia la vasta y luminosa expansión de nuestro Verdadero Ser, nuestra Naturaleza Búdica.
Así como el Buda dejó de lado las limitaciones del cuerpo mortal, nos invita a hacer lo mismo, no a través de la muerte física, sino a través de la muerte del engaño, el apego egoísta y sobre todo, la Ignorancia. El Parinirvana no es una partida, sino un Despertar. Así como la Luna nunca se pierde del todo cuando se esconde tras las nubes, la Verdadera Naturaleza del Buda nunca se limitó a su forma histórica. Su Despertar nos llama a reconocer la misma Verdad dentro de nosotros: que nosotros también no somos simplemente estas formas transitorias, estos seres frágiles, estas identidades fugaces atadas por el karma y el sufrimiento. Estamos llamados a dejar ir al falso yo y a realizar nuestra Naturaleza del Buda, que es luminosa, ilimitada y llena de potencial infinito para la sabiduría y la compasión.
Aferrarnos a nuestro ser finito, falso y egocéntrico es morar en la ilusión; reconocer la trascendencia del Buda es despertar a la nuestra. Debemos desechar la cáscara de nuestros miedos, nuestro egoísmo y nuestras dudas, para que la Semilla de la Iluminación pueda abrirse y florecer dentro de nosotros.
El Buda no entró en el Gran Nirvana para dejarnos huérfanos; más bien, nos confió Su trabajo: el trabajo de la salvación, el trabajo del Despertar. Así como confió el Dharma a Sus discípulos, nos lo confía a nosotros. No vino a establecer un reino de retiro, ni a llevarnos a un estado pasivo de espera de Su regreso, sino a encender la lámpara dentro de nosotros, para que podamos llevar su Luz a los rincones oscuros del mundo.
El Parinirvana no es una despedida, es una misión. El Buda nos llama a cada uno de nosotros a elevarnos como Bodhisattvas, como portadores de Su Luz Infinita, como manos de Su compasión en un mundo necesitado. Donde haya ignorancia, llevemos sabiduría; donde haya sufrimiento, llevemos consuelo; donde haya desesperación, llevemos esperanza. Este es el Camino del Bodhisattva, el camino de aquellos que escuchan el Llamado del Buda y responden con todo su ser.
Incluso ahora, el Buda no está ausente. Su Nirvana no fue un fin, sino una revelación de que el Buda impregna todas las cosas, y Su Sabiduría y Compasión están siempre presentes. Él está en los Sutras, guiando a quienes estudian; Él está en nuestros corazones, llamándonos a Despertar; Él está en el sufrimiento del mundo, instándonos a actuar con compasión y sabiduría.
Por todo esto, no lo busquemos como alguien que se ha ido, sino reconozcámoslo en la belleza del Dharma, en el sufrimiento que despierta nuestra compasión, en la unidad de todos los seres. Encarnemos Sus enseñanzas, tomemos Su obra como nuestra y seamos la Luz del Buda en este mundo.
Que todos despertemos a nuestro Verdadero Ser (Budeidad), que todos caminemos por el Camino del Bodhisattva y que todos vivamos en el Nirvana del Tathagata en medio de nuestras vidas diarias. Svaha.