Una de las interrogantes históricas más comunes en la Fe Budista es si podemos perder nuestro Renacimiento una vez hemos recibido el Regalo de Salvación del Buda Eterno, Amida. Las diferentes variantes Tierra Pura ofrecen diferentes respuestas, por lo que veremos qué dice el Budismo del Loto al respecto.
La compasión sin límites del Buda Amida es tal que abarca a todos los seres sin discriminación, atrayéndolos al Abrazo de la Salvación por el puro poder de Su Voto Infinito. En el momento en que abrimos nuestros corazones con Verdadera Fe (Shinjin), entregando nuestro ser limitado al océano ilimitado de Su Gracia, somos llevados, de inmediato y para siempre, a la Tierra Pura de la Iluminación. Este Regalo de Salvación no es algo que logramos por nuestro propio esfuerzo (Jiriki), sino algo que nos otorga libremente la Gran Compasión del Buda (Tariki).
El Sutra del Buda de la Luz y la Vida Infinita (Sutra Largo) articula el 18.º Voto del Buda Amida, expresando la seguridad de la salvación para todos los seres que se encomienden a Él:
"Si, cuando alcance la Budeidad, los seres sintientes de las diez direcciones, que aspiran a nacer en mi tierra, pronunciando mi Santo Nombre hasta diez veces y siendo llevados por el poder de mi Voto, no renacieran allí, entonces que no pueda alcanzar la Iluminación Suprema".
Este voto subraya que el mero acto de invocar el Santo Nombre del Buda Amida (Nembutsu) con intención sincera garantiza el Renacimiento en la Tierra Pura, lo que significa una salvación inexpugnable otorgada por la compasión ilimitada del Buda.
En la compasión sin límites del Buda Amida encontramos un santuario que trasciende las fluctuaciones de nuestra condición humana. Las enseñanzas de la Tierra Pura, junto con las profundas percepciones de maestros reverenciados como el Gran Maestro Genshin y el Maestro Shinran, iluminan el Camino de la Salvación inquebrantable a través del abrazo de la Verdadera Fe (Shinjin).
En las luminosas enseñanzas del Gran Maestro Genshin, particularmente en su obra seminal, el Ōjoyoshu, encontramos ideas profundas que resuenan con la comprensión de que, si bien la Gracia Salvífica del Buda Amida es inquebrantable al despertar de la Verdadera Fe (Shinjin), nuestra experiencia personal de esta salvación puede verse velada por nuestras propias acciones malsanas. Genshin nos dice:
"Refugiaos en Él con una sola mente. Arrojaos al suelo, de rodillas, brazos y frente, y venerad al Buda Amida, que está lejos, en el Oeste. No consideréis lo mejor o lo peor de vuestra práctica; simplemente sed sinceros de corazón."
Genshin enfatiza la compasión ilimitada del Buda Amida, cuyo voto primordial asegura la salvación para todos los que sinceramente aspiran a renacer en la Tierra Pura: el mero acto de invocar el Santo Nombre del Buda Amida con intención genuina alinea a uno con el Voto Compasivo del Buda, asegurando el propio lugar en la Tierra Pura. Esta seguridad no depende de la acumulación de méritos del practicante, sino que se basa únicamente en la Gracia Infinita del Buda. Genshin nos dice:
"¡Di el Nembutsu! El Buda mira a los seres sintientes con ojos compasivos sin discriminación, como si cada uno de ellos fuera Su único hijo. Por lo tanto, me refugio en el Padre de la mayor compasión y lo adoro.
"¡Di el Nembutsu! Todos los grandes seres de las diez direcciones reverencian y adoran a Amida, el Santo. Por lo tanto, me refugio en el Más Honrado y lo adoro.
"¡Di el Nembutsu! Escuchar el Santo Nombre del Buda, aunque sea una vez, es más raro que encontrar una flor de udumbara. Por lo tanto, me refugio y adoro a al Más difícil de encontrar".
El Maestro Shinran profundiza en la naturaleza de la salvación y la fe. Destaca que la Verdadera Entrega (Shinjin) no es un esfuerzo humano, sino una manifestación de la acción compasiva de Amida:
"Shinjin no es un medio para la salvación, sino la salvación misma".
Esta perspectiva revela que una vez que la Verdadera Fe se despierta dentro de nosotros, encarna la Esencia misma de la Salvación, un Regalo perdurable del Buda Amida que permanece inafectado por nuestras fallas morales.
El Maestro Shinran enfatizó que el Shinjin, la sincera entrega de uno mismo al Buda Amida, es en sí mismo la Iluminación en la vida presente. Una vez que la Verdadera Fe (Shinjin) surge en el corazón, el Renacimiento en la Tierra Pura (Nirvana) se establece, y ninguna acción, ya sea buena o mala, puede deshacer esta realidad. Sin embargo, aunque nuestro Renacimiento en la Tierra Pura está asegurado, nuestra experiencia de paz, alegría y gratitud en esta vida puede verse sacudida si actuamos en contra del Dharma. Esto no significa que ya no estemos salvos, sino más bien que nos hemos distanciado de nuestra propia conciencia de la Compasión de Amida. Shinran lo expresa claramente en el Tannisho:
"Incluso si un ser ignorante lleno de pasiones ciegas se encomendara al Voto Primordial, él, tal como es, será llevado naturalmente a alcanzar el Renacimiento en la Tierra Pura".
Esto reafirma que las pasiones ciegas no anulan nuestra Salvación, pero pueden hacer que experimentemos dudas, culpa o alejamiento de la gozosa realización de la Gracia.
Por lo tanto, cuando aceptamos este Regalo, nuestra Salvación está asegurada, es completa e irreversible. No vacila según nuestros méritos o fallas, ni disminuye con las fluctuaciones de nuestra propia mente. Así como una madre no deja de amar a su hijo a pesar de su mala conducta, el Buda Amida no nos abandona incluso si tropezamos en el camino. En este sentido, una vez que la semilla de la Verdadera Fe se planta en nuestros corazones, nuestro destino está sellado: nuestro nacimiento en la Tierra Pura es seguro.
Sin embargo, aunque nuestra salvación es inquebrantable, nuestra experiencia subjetiva de esa Salvación es algo que puede fluctuar. Si nos dejamos llevar por la codicia, el odio y el engaño, actuando de maneras que son contrarias al Dharma, podemos encontrarnos perdiendo la sensación de ser salvados. La oscuridad de nuestras propias malas acciones nubla nuestros corazones, no porque la Luz de Amida se haya desvanecido, sino porque nos hemos alejado de ella. Como el Sol escondido detrás de espesas nubes de tormenta, el calor de la Gracia permanece siempre presente, pero nuestra capacidad para percibirlo se oscurece.
Es en estos momentos de desviación moral y espiritual que la duda se cuela. Una persona que se involucra en acciones malvadas, incluso mientras es salvada, se encontrará alejada de la alegría de la Salvación, porque sus acciones crean un velo entre su mente y la Luz radiante de Amida. Una persona así puede pensar: "¿He caído de la Gracia? ¿He perdido lo que me fue dado?" Pero estos son engaños nacidos de los vientos kármicos que ellos mismos crearon. La Compasión de Amida no mengua ni retrocede ante nuestras fallas. Son solo nuestros propios corazones los que se distancian, y son nuestros propios corazones los que deben regresar.
La manera de disipar esta oscuridad es a través del arrepentimiento –no una expiación temerosa en el sentido de volver a ganar la Salvación, porque la Salvación nunca se perdió– sino más bien un realineamiento de nuestra mente, palabra y acción con el Dharma. El arrepentimiento (Sange) en el Budismo no es un remordimiento pasivo sino un giro activo del corazón hacia la Voluntad del Buda. Es una apertura de nuestra conciencia, un reconocimiento de nuestros errores y una reafirmación de nuestro compromiso de vivir de acuerdo con la Sabiduría y la Compasión.
Para realinearnos con la conciencia de la compasión del Buda Amida, las prácticas de la Fe, el Estudio y el Nembutsu (recitación del Santo Nombre de Amida) son esenciales. El capítulo sobre la Práctica de los escritos de Shinran explica:
"Si uno pronuncia una sola vez el 'Buda Amida', erradica inmediatamente el grave mal kármico que lo atará a ochenta mil millones de kalpas de nacimiento y muerte".
Este pasaje enfatiza que la recitación sincera del Santo Nombre de Amida sirve como un medio poderoso para purificar la mente, restaurar la sensación de estar abrazado por la Luz de Amida y reafirmar nuestra conexión con la Tierra Pura.
¿Cómo, entonces, regresamos al sentimiento de la Gracia en el Budismo del Loto? La respuesta es triple: a través de la Fe, el Estudio y la Práctica.
1. Fe – Reafirmamos nuestra confianza en el Voto del Buda Amida, reconociendo que nuestra Salvación nunca estuvo en duda. Al reflexionar sobre la profundidad de Su Compasión, disolvemos la ilusión de que alguna vez nos habían abandonado. Recordamos que incluso nuestras malas acciones eran conocidas por el Buda Amida antes de que las cometiéramos, y aun así Él juró salvarnos. Confiando en esto, dejamos ir la culpa y regresamos a Su abrazo, y recitamos el Nembutsu con profundo agradecimiento.
2. Estudio – Nos sumergimos una vez más en la Palabras del Buda, contemplando los Sutras, las enseñanzas de los Maestros y las Escrituras Sagradas que iluminan el Camino. La mente, cuando está inmersa en la Sabiduría, se inclina naturalmente hacia la Luz. Al estudiar el Dharma, recordamos la verdad de nuestra Salvación y disipamos la Ignorancia que nos llevó por mal camino.
3. Práctica – Encarnamos la Voluntad del Buda en el mundo actuando como instrumentos de Compasión. Este es el Camino del Bodhisattva, el fluir natural de un corazón tocado por la Gracia de Amida. Cuando servimos a los demás, aliviamos el sufrimiento y cultivamos la virtud, nos alineamos una vez más con el Dharma y el sentimiento de Salvación regresa naturalmente.
En verdad, este proceso no se trata de recuperar algo perdido, sino más bien de disolver las ilusiones que nos hicieron pensar que estaba perdido. Como un hombre que cierra los ojos y piensa que el mundo ha desaparecido, nunca estamos verdaderamente separados de Amida, solo cegados por nuestras propias elecciones. Cuando nos volvemos de nuevo hacia la Luz, vemos que nunca nos ha abandonado.
Una forma poderosa de ilustrar esta enseñanza es a través de la metáfora del Sol y las nubes, que se utiliza a menudo en los textos budistas. La Compasión del Buda Amida es como el Sol: siempre radiante, siempre brillante, que nunca deja de derramar su calor sobre todos los seres. Nuestras propias malas acciones y engaños son como las nubes: pueden oscurecer nuestra visión del Sol, pero no disminuyen su presencia. Incluso cuando no podemos ver el Sol, este permanece en el cielo, al igual que la Gracia de Amida continúa abrazándonos incluso cuando nos sentimos alejados de él.
Las enseñanzas de la tradición de la Tierra Pura, enriquecidas con las ideas de maestros como Genshin y Shinran, afirman que la salvación a través de la Gracia de Amida es firme e inmutable. Si bien nuestras acciones pueden nublar nuestra percepción de esta Salvación, no disminuyen su realidad. A través del arrepentimiento sincero, la práctica dedicada y la recitación del Santo Nombre de Amida, podemos realinear nuestros corazones y mentes, disipando las ilusiones que oscurecen nuestra conciencia de la compasión ilimitada que nos envuelve eternamente.
Por lo tanto, si bien la Salvación en sí es inquebrantable, nuestro sentido subjetivo de esa salvación puede fluctuar debido a nuestras propias acciones. Pero esta fluctuación no es una medida de nuestra posición real ante Amida; más bien, es un reflejo de la pureza o impureza de nuestra propia mente. El camino del arrepentimiento no consiste en restaurar algo perdido, sino en despejar las nubes que oscurecen el cielo, para que una vez más podamos disfrutar del calor de la Compasión del Buda.
La gran belleza de la enseñanza de la Tierra Pura es que nuestra Salvación nunca está en duda. Incluso cuando nos desviamos, incluso cuando vacilamos, incluso cuando nublamos nuestra propia conciencia de la Gracia del Buda, permanecemos dentro del Abrazo de la Luz de Amida. Como un niño que cierra los ojos y cree que su madre ha desaparecido, a veces podemos perder de vista nuestra Salvación, pero Amida nunca nos ha abandonado. En el momento en que volvemos nuestro corazón hacia atrás —a través de la fe, del estudio, de la práctica de la compasión— nos damos cuenta de que nunca estuvimos verdaderamente separados.
Por lo tanto, caminemos por este camino con confianza, sabiendo que nuestros pasos en falso no nos alejan de la Gracia. Cuando flaqueamos, sólo tenemos que dar marcha atrás, con la Fe renovada, la Sabiduría buscada y la Compasión ejercida, y la radiante seguridad de la Salvación llenará nuestros corazones una vez más.
Que podamos seguir adelante con confianza, sabiendo que incluso en nuestros momentos más oscuros, la Luz de Amida brilla incesantemente, llamándonos a casa, a la Tierra Pura.