Bienvenido a la Tierra Pura de la Luz Serena, un recurso sobre el Verdadero Budismo (一乘佛教), y sus posteriores ramificaciones, a la luz de las Enseñanzas Perfectas y Completas (圓教). Aquí presentamos el Budismo como religión, filosofía y estilo de vida, con énfasis en la Teología Budista (Budología), aspirando a presentar el Budismo balanceadamente entre la academia (estudios budistas) y la devoción, desde el punto de vista de una escuela tradicional de Budismo japonés (Escuela del Loto Reformada) y las enseñanzas universales del Sutra del Loto (法華経).


viernes, 7 de febrero de 2025

Budismo, la Ilusión del Ser y el Camino Hacia la Armonía Más Allá de la Identidad

 


En un mundo cada vez más absorto en la autodefinición, ya sea basada en el género, la raza, la ideología u otras categorías, el Budismo ofrece una enseñanza que atraviesa la ilusión de un yo inherente (Atman) y nos recuerda la impermanencia (Anitya) y la Verdadera Naturaleza de la Realidad y Todos los Fenómenos (Tathata). Si bien aquí hablaremos sobre el sexo/género, esto se aplica a todas las distinciones en el mundo. 

Primero, debemos dejar claro que el Dharma no afirma las identidades como realidades últimas, sino que, más bien, invita a los seres a trascenderlas, realizando el Vehículo Único (Ekayāna) que conduce a todos los seres sintientes hacia el Despertar. El enfoque de la práctica budista no está en reforzar los autoconceptos, sino en liberar a los seres del apego a todos los constructos, ya sean personales, sociales o ideológicos, para que puedan realizar la unidad de toda la existencia en el Buda Eterno.

En el Budismo, existen dos Verdaders o Niveles de Realidad:

  1. La Verdad Ultima de la Unidad Fundamental (Paramārtha-satya) - La naturaleza absoluta y no dual de la Existencia más allá de todas las distinciones y conceptualizaciones (Nirvana).
  2. La Verdad Convencional de la Dualidad y la Multiplicidad (Saṃvṛti-satya) - La naturaleza provisional y condicionada de la Realidad, tal como aparece dentro del reino del Samsara.

Nagarjuna, el gran filósofo Madhyamaka, afirma en el Mūlamadhyamakakārikā (24:8-9): "La enseñanza del Buda se basa en dos verdades: la convencional y la última. Sin comprender ambas, uno no percibe el verdadero Dharma...Lo que es la verdad última no está separado de lo convencional; y lo que es la verdad convencional no está separado de lo último".

A la luz de esto, reconocemos que en la Realidad Última (Dharmakaya), todas las distinciones, incluido el género, se disuelven en la no dualidad. Sin embargo, dentro del Samsara, las distinciones convencionales existen y deben ser honradas como parte del karma y el Dharma.

Por lo tanto, el género, tal como aparece dentro del Samsara, es una realidad binaria, pero que en última instancia debe trascenderse en el Camino hacia la Budeidad. Vemos la naturaleza del Ser y la Identidad en el Budismo con más detalle.

I. La Doctrina Budista del No-Ser (Anātman)

Una de las enseñanzas más fundamentales del Budismo es la doctrina del Anātman, la enseñanza de que no existe un yo permanente e independiente. El Buda enseñó que lo que percibimos como "yo" es meramente una agregación fugaz de los Cinco Skandhas (Agregados) —forma, sensación, percepción, formaciones mentales y conciencia— que surge debido al Origen Dependiente (Pratītyasamutpāda).

En el Alagaddūpama Sutta (MN 22), el Buda afirma: "Esto no es mío, esto no soy yo, esto no es mi yo". (Majjhima Nikāya 22, Canon Pāli)

Dado que todas las cosas son interdependientes e impermanentes, aferrarse a la identidad —ya sea personal, social o política— se convierte en un obstáculo para la sabiduría. El Saṃyutta Nikāya (22.59) nos recuerda: "Los sabios no se aferran a la ilusión del yo. No dicen: 'Soy esto' o 'Soy aquello'. Porque el apego a la identidad es la raíz del sufrimiento". Este "yo" que llamamos nuestro "ser" o identidad, el ego, es nuestro ser finito y falso.

Desde una perspectiva budista, el apego a etiquetas fijas o identidades personales, ya sean relacionadas con el género, la raza, la nacionalidad o la ideología, puede convertirse en una barrera para la realización. La verdadera paz surge no de definirse a uno mismo, sino de ver a través de la ilusión de la separación. Es reconocer la Naturaleza Búdica - el Espíritu del Buda - dentro de uno mismo y de todos los seres, que es nuestro Verdadero Ser (Satya Atman), revelado posteriormene por el Buda cerca del final de su tiempo en la Tierra.

II. Los Peligros del Apego a la Identidad

La sociedad moderna alienta a las personas a construir, afirmar y defender identidades personales rígidas, o peor, imaginadas. Sin embargo, desde la perspectiva budista, este enfoque refuerza el apego (upādāna), el anhelo (taṇhā) y el apego al ego (ahaṃkāra), que atan a los seres al sufrimiento. Sin embargo, el apego a la identidad perpetúa la Ignorancia y el Samsara. En el Brahmajāla Sutta (DN 1), el Buda advierte: "Hay quienes se aferran a puntos de vista sobre sí mismos, diciendo: 'Soy esto' o 'Soy aquello', pero en todos los casos están atados por la ignorancia y no ven la verdad del Anātman".

La fijación en la identidad, ya sea a través de la raza, el género o la afiliación ideológica, puede conducir a conflictos, sufrimiento y división, ya que los individuos se aferran a límites construidos en lugar de reconocer su Interdependencia y Unidad Fundamental con todos los seres. ES lamentable que vivamos en un mundo donde las personas se aferren tanto a sus identidades ilusorias y a su ser finito y falso.

Aferrarse a la identidad también puede crear un ciclo interminable de autoafirmación y rechazo de los demás. En lugar de liberar la mente, puede enredar a los seres en ilusión y discordia, impidiéndoles comprender la verdad más profunda de que todas las cosas son vacías (śūnya) y luminosas (prabhāsvara) en el Dharmakaya del Buda Eterno. De aquí la discrepancia entre el rechazo a la identidad y la rralización de cirugías correctivas para afirmarla.

Ahora, si bien el Budismo enseña que todas las identidades están vacías de existencia inherente, no promueve el caos ni el desorden. Más bien, el Dharma enseña interdependencia, responsabilidad ética y armonía social, asegurando que la sociedad funcione de una manera que conduzca al crecimiento espiritual.

III. El Budismo Afirma el Género Binario

El Vinaya Piṭaka establece un sistema estructurado de conducta para los monjes, reconociendo las diferentes responsabilidades de los bhikkhus (monjes) y las bhikkhunīs (monjas). Esto no implica superioridad o inferioridad, sino que reconoce diferentes condiciones kármicas que moldean los caminos de los individuos.

En el Cullavagga (Vinaya Piṭaka, Libro 10), el Buda afirma: "El bhikkhu tiene su camino, la bhikkhunī tiene el suyo, y ambos caminan en armonía hacia el Dharma".

En lugar de borrar las distinciones, el Camino Budista busca armonizar las diferencias dentro de un marco de responsabilidad ética y sabiduría.

Igualmente, en el Sigalovada Sutta (DN 31), que hemos visto incontables veces, el Buda describe los deberes de los practicantes laicos dentro de la familia y la sociedad, enfatizando el respeto mutuo, la vida ética y la compasión, afirmando el orden natural y convencional de las relaciones humanas. 

Desde la perspectiva de la Verdad Convencional (Saṃvṛti-satya), todos los seres sintientes nacen en uno de los dos sexos biológicos (masculino o femenino), porque esta es la condición kármica compartida del Samsara. 

En el Sutra del Loto, el Bodhisattva Sadāparibhūta (Jamás Despreciar) ve a todos los seres como poseedores de la Naturaleza Búdica, pero aún así interactúa con ellos dentro de su existencia binaria en el Samsara.

¿Por qué el género es binario en la Realidad Convencional? El karma de todos los seres sintientes se manifiesta en forma corporal, y esa forma corporal tiene sexo binario. Esta división binaria permite la procreación y la continuidad del reino humano, manteniendo el equilibrio samsárico. La Cosmología Budista considera esta distinción como una función natural del karma, no como una mera construcción social.

Ahora, ¿es la Realidad Convencional es "menos real" que la Realidad Ultima? No, porque la existencia convencional es el medio a través del cual los seres despiertan a la Verdad última. Así como no podemos captar inmediatamente la Vacuidad (śūnyatā) sin medios hábiles (upāya), no podemos disolver la identidad sin comprender y aceptar primero la naturaleza de nuestra forma kármica actual.

Por lo tanto, el binario de género es superior dentro del Samsara porque es la realidad que todos los seres comparten y deben trascender. No es una ilusión sino una estructura convencional dentro del juego de causa y efecto.

En la verdad más alta (Paramārtha-satya), no hay género, ni identidad, ni distinciones, solo la Realidad Única del Dharmakāya, el Buda Absoluto.

Como se afirma en el Mahāparinirvāṇa Sūtra: "En el Tathagata no hay masculino ni femenino, ni nacimiento ni muerte, sólo la Verdad no nacida, inmortal e inmutable".

Esta es la Verdad de la Unidad Fundamental o No Dualidad (advaya). Sin embargo, esta realización no contradice la Verdad Convencional, la trasciende. Por lo tanto, mientras que en la Realidad Absoluta no hay género, en el Samsara, las condiciones kármicas del sexo y el género permanecen como el camino a través del cual los seres funcionan en el mundo.

IV. La Ilusión de la Multiplicidad: Falsos Constructos y la Distorsión del Dharma

¿Son los "géneros múltiples" una realidad? Desde la perspectiva budista, la idea de la existencia de múltiples géneros (más allá del masculino y el femenino) es una ilusión, porque no es ni una Verdad Convencional ni la Verdad Ultima. No es la Verdad Última, porque la Verdad Última está más allá de todas las dualidades, incluido el género. No es la Verdad Convencional, porque la realidad convencional afirma de manera consistente que solo hay dos sexos en todas las enseñanzas budistas.

En cambio, la existencia de múltiples géneros pertenece al reino de la ilusión (māyā), el apego (upādāna) y el aferramiento al ego (ahaṃkāra). Surgen debido a la Ignorancia (avidyā) y la distorsión del Dharma, al igual que otras visiones erróneas que malinterpretan la Naturaleza de la Realidad.

El Noble Óctuple Sendero ofrece una manera de trascender el apego a la identidad:

  1. Visión Correcta (sammā-diṭṭhi) - Entender que todos los autoconceptos son impermanentes.
  2. Intención Correcta (sammā-saṅkappa) - Cultivar el desapego de los deseos basados ​​en la identidad.
  3. Habla correcta (sammā-vācā) - Hablar sin divisiones ni aserciones egocéntricas.
  4. Acción correcta (sammā-kammanta) - Vivir éticamente, más allá de la fijación de la identidad.
  5. Modo de vida correcto (sammā-ājīva) - Participar en una actividad significativa y saludable.
  6. Esfuerzo correcto (sammā-vāyāma) - Superar el apego a los autoconceptos transitorios.
  7. Atención correcta (sammā-sati) - Ver todas las identidades como fugaces y dependientes.
  8. Concentración correcta (sammā-samādhi) - Disolver el ego en la sabiduría meditativa y realizar la Unidad Fundamental - el Nirvana.

En el mundo moderno, muchos están perdidos en obsesiones basadas en la identidad, pero el Budismo ofrece un camino más allá de todas las etiquetas: un camino de renuncia, sabiduría y compasión ilimitada.

V. La Triple Verdad y el Camino Medio: Armonizar el Uno y el Dos

En el marco de la doctrina Triple Verdad (Santai) de la Escuela Tientai en la Tradición del Loto, la Verdadera Naturaleza de la Realidad es:

  1. Vacía (Śūnyatā) - En la Realidad Ultima, el género no existe.
  2. Existencia Provisional (Saṃvṛti) - En la existencia samsárica, solo existen dos géneros binarios.
  3. El Camino Medio (Madhyamaka) - Uno debe reconocer e integrar ambas verdades para alcanzar la sabiduría.

La Triple Verdad nos enseña a evitar ambos extremos:

  • El error del nihilismo, que niega la realidad del género en el Samsara.
  • El error del eternalismo, que se aferra a la identidad como si fuera absoluta.
  • Al recorrer el Camino Medio, aceptamos el género binario como la estructura convencional del Samsara mientras buscamos en última instancia la liberación más allá de todas las formas.

La Verdad Última está más allá del género, más allá de todas las distinciones, más allá de la identidad, más allá de la dualidad. Por otro lado, la Verdad Convencional reconoce solo dos géneros, ya que esta es la condición kármica del Samsara. El Camino Medio nos enseña que debemos honrar la Realidad Convencional mientras la trascendemos a través de la sabiduría. Las identidades de género múltiples son una visión errónea, ni última ni convencional, sino una ilusión (māyā) que surge del apego.

Por lo tanto, en el Camino del Dharma, aceptamos la estructura binaria del Samsara, no como una verdad eterna, sino como el marco dentro del cual los seres despiertan. Más allá de esto, nos damos cuenta de la naturaleza Absoluta, no dual de la Realidad, la Unidad Fundamental, donde todas las distinciones se desvanecen en el resplandor de la sabiduría.

VI. La Orientación Sexual y el Budismo

Al examinar la orientación sexual desde la perspectiva del Dharma, debemos aplicar la misma Doctrina de las Dos Verdades (Śatya-dvaya) y el Camino Medio (Madhyamaka) - la Triple Verdad - que hemos utilizado para comprender el género y la identidad. Es decir, distinguimos entre:

1. La Verdad Última (Paramārtha-satya) – En la Realidad Absoluta más allá de todas las distinciones, no hay yo, ni masculino ni femenino, ni sexualidad—solo el Dharmakaya infinito, sin forma y luminoso del Buda Eterno. Todos los fenómenos condicionados están vacíos de existencia inherente, y aferrarse a la identidad sexual es otra forma de aferramiento al ego (ahaṃkāra-upādāna) que refuerza el sufrimiento del Samsara (dukkha).

2. La Verdad Convencional (Saṃvṛti-satya) – Dentro del Samsara, los seres nacen en sexos binarios y se involucran en relaciones basadas en karma y tendencias condicionadas (saṃskāra). El Budismo reconoce que la sexualidad, como todos los aspectos de la vida samsárica, está condicionada por el karma pasado y no es inherentemente virtuoso ni inherentemente pecaminoso, sino más bien causa de consecuencias saludables o no saludables dependiendo de cómo se utilice.

El Budismo, si bien reconoce dos sexos/géneros y promueve una conducta heterosexual, no define la moralidad en términos de a quién se ama sino en términos de cómo uno se involucra en las relaciones, ya sea a través del deseo y el apego (que perpetúan el Samsara) o a través de la conducta ética (que cultiva la virtud y la sabiduría). En el Sigalovada Sutta (DN 31), el Buda establece principios para las relaciones éticas, enfatizando la fidelidad, el respeto y la responsabilidad en lugar de la orientación en sí. 

Para los budistas, las relaciones sexuales no se ven como algo negativo ni pecaminoso, pero están sujetas a consideraciones éticas:

  • ¿Se llevan a cabo con sabiduría y responsabilidad ética?
  • ¿Evitan el daño, la manipulación y la explotación?
  • ¿Contribuyen a la práctica del Dharma y al cultivo de la virtud en lugar de reforzar el apego y el deseo?

Dado que la sexualidad está fundamentalmente vinculada al deseo (taṇhā), debe entenderse como un fenómeno condicionado dentro del Samsara en lugar de una parte esencial del verdadero yo de uno. Ya sea que uno experimente atracción por el sexo opuesto, el mismo sexo o ambos, el Dharma enseña que todo deseo es impermanente, condicionado y, en última instancia, vacío.

Sin embargo, esto no significa que la sexualidad deba ser negada o reprimida, sino más bien entendida conscientemente como parte de las condiciones kármicas de uno. Algunas personas pueden sentirse atraídas hacia la renuncia, abandonando toda actividad sexual para centrarse por completo en el camino de la liberación. Otros, pueden participar en relaciones saludables que reflejen la ética budista, evitando el daño, el engaño y el apego excesivo.

Al igual que con el género, el Camino Medio se aplica a la orientación sexual:

  • El nihilismo negaría la realidad del condicionamiento kármico y diría que la orientación sexual no tiene sentido. Esto es incorrecto porque el karma moldea las experiencias individuales, y la sexualidad es una de las muchas expresiones kármicas.
  • El eternalismo afirmaría que la orientación sexual es una identidad intrínseca e inmutable que define al yo. Esto también es incorrecto porque el Budismo inicialmente, como parte de su progreso espiritual, enseña el Anātman (no hay un yo fijo), lo que significa que todos los fenómenos condicionados, incluido el deseo, son impermanentes y están sujetos a la transformación.

En última instancia, la orientación sexual es un fenómeno condicionado dentro del Samsara, al que no hay que aferrarse ni rechazar con aversión. Es simplemente un aspecto de la existencia kármica que, como todos los demás, debe entenderse con sabiduría y trascenderse en la búsqueda del Nirvana.

El Buda enseñó que la liberación no se encuentra en el cumplimiento del deseo sino en su trascendencia. Ya sean heterosexuales, homosexuales, todos los seres deben, en última instancia, ir más allá del anhelo sensual, más allá del apego, y adentrarse en la sabiduría compasiva e ilimitada del Dharma.

Por lo tanto, la realización más elevada no está en afirmar la identidad sexual ni en negar su existencia, sino en reconocerla como una realidad vacía y condicionada que debe ser manejada hábilmente y, con el tiempo, trascendida en el Camino hacia el Despertar.

El Budismo considera que todos los aspectos de la Existencia, incluida la atracción sexual, están condicionados por el karma (causa y efecto). Algunos seres pueden nacer con una inclinación heterosexual, otros con una inclinación homosexual o bisexual, y otros con distintos grados de apego o desapego al deseo sensual.

Sin embargo, desde la perspectiva budista, ninguna orientación sexual es una identidad intrínseca y eterna. Estas tendencias surgen debido al karma pasado, moldeado por acciones, pensamientos y apegos previos en vidas pasadas. La pregunta importante no es si uno se siente atraído por un sexo en particular, sino si sus relaciones, deseos y acciones conducen a resultados saludables (kusala) o malsanos (akusala).

Por lo tanto, el Budismo no enmarca la sexualidad como una cuestión moralista basada en la preferencia, sino más bien como una cuestión ética basada en el karma, el apego y el sufrimiento. Un ser con un fuerte deseo sexual, independientemente de su orientación, debe cultivar la sabiduría y la disciplina para evitar el daño y el apego, así como un ser con un deseo menor también debe evitar el orgullo por su desapego. Por ello, si bien el Budismo es predominantemente heteronormativo, nos dice que:

  • Aferrarse a la identidad sexual como algo absoluto es caer en la ilusión.
  • Reprimir o juzgar a los demás por su orientación sexual también es caer en la ilusión.
  • El Camino Medio consiste en reconocer que la orientación sexual es un fenómeno condicionado, al que no hay que aferrarse ni rechazar con aversión.

Por tanto, un practicante del Dharma no debe dejarse llevar por el deseo sensual (que conduce al sufrimiento) ni negarlo o reprimirlo de una manera que conduzca al apego a través de la aversión. En cambio, uno debe abordarlo con atención plena, autocontrol y sabiduría, asegurándose de que sus acciones se alineen con la conducta ética y el progreso espiritual.

Conclusión: El Camino Medio entre el Samsara y el Nirvana

En la profunda sabiduría del Dharma, reconocemos que la realidad se desarrolla a través de dos niveles de verdad: la Verdad Convencional (Saṃvṛti-satya), que gobierna el mundo relativo del Samsara, y la Verdad Última (Paramārtha-satya), que revela la naturaleza no dual de toda la Existencia. Estas no están separadas, sino entrelazadas, formando el camino luminoso hacia el Despertar - el Camino Medio.

Dentro de la Verdad Convencional, los seres nacen en uno de los dos sexos binarios, una realidad moldeada por el karma y las causas interdependientes. El Vinaya, los Sutras y la Cosmología Budista afirman esta estructura binaria como la condición natural de la existencia samsárica, un marco a través del cual se mantiene el Dharma y los seres se involucran en la práctica ética y el cultivo de la sabiduría. No se trata de una distinción arbitraria, sino de una realidad compartida que estructura la experiencia humana, guiando a los seres hacia su evolución espiritual.

Sin embargo, la Verdad Última trasciende todas las formas, revelando que la identidad, el género y todas las distinciones conceptuales son vacías (śūnyatā). En la luminosa sabiduría del Dharmakaya, no hay varón, ni mujer, ni yo, ni otro, solo la realidad ilimitada del Vehículo Único del Buda (Ekayāna), donde todos los seres son uno en la Naturaleza del Buda (Tathāgatagarbha).

Sin embargo, entre estas verdades, debemos recorrer el Camino Medio (Madhyamaka), armonizando los Dos dentro del marco de la Triple Verdad (Santai):

  • En la Realidad Última (Śūnyatā), todas las distinciones de género se disuelven. 
  • En la Realidad Provisional (Saṃvṛti-satya), solo existen dos géneros como condición kármica compartida por todos los seres.
  • En el Camino Medio (Madhyamaka), aceptamos la realidad binaria del género sin apego, utilizándola como un trampolín hacia la liberación última.

Por lo tanto, si bien las identidades de género múltiples son una construcción de la ilusión (māyā) —nacida del apego al ego (ahaṃkāra) y del apego conceptual—, el marco binario del género dentro del Samsara sigue siendo una realidad convencional superior, ya que es la base sobre la cual todos los seres cultivan la sabiduría y la virtud. 

Por todo esto:

  • Rechazar la realidad convencional del género binario es rechazar el karma y la causa y el efecto, lo que hace a uno no-budista.
  • Aferrarse a la identidad de género como una realidad última es caer en la Ignorancia y el apego.
  • Reconocer el género como provisional mientras se despierta al Dharmakaya no dual es la verdadera sabiduría.

Por lo tanto, caminamos por el Camino Medio, honrando las condiciones del Samsara mientras vemos más allá de ellas, viviendo de acuerdo con el Dharma sin apego y, en última instancia, trascendiendo todas las ilusiones en la realización de la Budeidad.

Aunque el Budismo enseña en última instancia la trascendencia de todas las distinciones en la Verdad del Nirvana (paramārtha-satya), no niega la Realidad Convencional de que todos los seres nacen en uno de los dos sexos biológicos. Esta estructura binaria no es arbitraria ni una construcción social: es el orden natural moldeado por el karma y el Origen Dependiente. Negar esta realidad es caer en el engaño, mientras que aferrarse a una identidad más allá de este marco natural es quedar atrapado por el apego. Por lo tanto, el Budismo afirma que los dos géneros y sexos son la realidad compartida del Samsara, la base sobre la que todos los seres cultivan la virtud y la sabiduría, y el marco provisional desde el que finalmente trascienden toda identidad en la realización de la Budeidad.

Si bien el Budismo afirma la realidad de los dos sexos y géneros como la Verdad Convencional, también debemos recordar el camino de la compasión y la sabiduría del Bodhisattva. Muchos seres están atrapados en la ilusión del yo y los venenos del apego, la aversión y la ignorancia, lo que los lleva a construir y aferrarse a identidades falsas moldeadas por ideologías mundanas. Sin embargo, como practicantes del Dharma, no estamos llamados a juzgar o condenar a los demás, sino a verlos con los ojos de la gran compasión, entendiendo que están enredados en el Samsara y atados por su karma.

Así como el Buda no rechazó a quienes estaban perdidos en la ilusión, sino que los guió hacia la sabiduría a través de medios hábiles, también debemos brindar paciencia y bondad amorosa a todos los seres, incluso cuando están engañados por puntos de vista falsos. En lugar de involucrarnos en la división o la hostilidad, debemos sostener el Dharma con gentileza y sabiduría mientras ofrecemos un camino de liberación del sufrimiento. Al encarnar el Camino Medio, nos mantenemos firmes en la Verdad mientras también cultivamos la compasión ilimitada, entendiendo que todos los seres, independientemente de sus ilusiones, poseen la Semilla de la Budeidad (Tathagatagarbha) y son capaces de Despertar.

El Buda Eterno, en su infinita compasión, sabiduría y misericordia, acepta a todos los seres como sus hijos y les da su Regalo de Salvación, llamando a todos los seres al Despertar. Por ello, la Familia del Buda es tan diversa como los seres, todos funcionando como instrumentos del Despertar Cósmico. 

Que todos los seres despierten a la Verdad del Buda, trascendiendo la ilusión mientras caminan hábilmente a través de las realidades del Samsara. Que todos podamos realizar el Camino Medio, armonizando el Uno y el Dos, y regresar al Buda Eterno.