Bienvenido a la Tierra Pura de la Luz Serena, un recurso sobre el Verdadero Budismo (一乘佛教), y sus posteriores ramificaciones, a la luz de las Enseñanzas Perfectas y Completas (圓教). Aquí presentamos el Budismo como religión, filosofía y estilo de vida, con énfasis en la Teología Budista (Budología), aspirando a presentar el Budismo balanceadamente entre la academia (estudios budistas) y la devoción, desde el punto de vista de una escuela tradicional de Budismo japonés (Escuela del Loto Reformada) y las enseñanzas universales del Sutra del Loto (法華経).


domingo, 9 de febrero de 2025

El Budismo y la Eutanasia: Una Perspectiva a la Luz del Dharma

 


Si bien hemos visto la perspectiva correcta y tradicional budista sobre tomas contemporáneos e importantes para todo budista como la santidad de la vida, el aborto, la política exterior y la sobre fijación con la identidad, veamos ahora qué realmente dice el Budismo sobre la Eutanasia.

La cuestión de la Eutanasia, o la terminación deliberada de una vida para aliviar el sufrimiento, es una cuestión ética profunda que se relaciona profundamente con la filosofía budista, en particular con sus enseñanzas sobre el karma, la compasión y la santidad de la vida. Si bien las diferentes tradiciones budistas pueden abordar el tema con algunas variaciones (dado a que quieren ser "políticamente correctos"), los principios fundamentales del Dharma proporcionan un marco a través del cual podemos contemplar esta difícil cuestión.

1. La Santidad de la Vida y el Primer Precepto

En el corazón de los preceptos morales budistas se encuentra el Primer Precepto: No Matar, sino Honrar la Vida. Este voto se aplica no solo al acto directo de matar, sino a cualquier acción intencional que cause el final prematuro de la vida de un ser sintiente. El mismo refleja la visión budista de que la vida es sagrada porque todos los seres poseen la Naturaleza Búdica - el Espíritu del Buda Eterno - por lo que todos los seres son dignos y tienen el potencial de alcanzar la Iluminación.

Ésta es la enseñanza de todos los Budas: la vida es sagrada y el nacimiento humano es algo raro y precioso. Ningún sufrimiento, por doloroso que sea, niega el valor intrínseco de la existencia de un ser sintiente. Quitar la vida, ya sea la propia o la de otro, contraviene la ley del Dharma y siembra las semillas de una grave retribución kármica. Desde esta perspectiva, a priori, la Eutanasia, ya sea voluntaria (a petición de la persona que sufre) o no voluntaria (una decisión tomada en su nombre por otros), entra en conflicto con el principio de no causar daño (ahiṃsā), ya que implica la terminación deliberada de la vida. 

En el Canon Budista encontramos un caso curioso: el caso de Channa, un monje que sufría intensos dolores físicos y finalmente se quitó la vida.

Channa era un antiguo auriga del príncipe Siddhartha, que más tarde se convirtió en monje. En su vejez, sufrió una enfermedad insoportable y decidió terminar con su vida. Antes de hacerlo, declaró que no tenía apego ni miedo. Después de su muerte, los monjes informaron de esto al Buda, pensando que Channa había cometido una grave ofensa. Sin embargo, el Buda respondió:

"El cuchillo que usó Channa no tenía culpa alguna" (Saṃyutta Nikāya 35.87)

Ahora, esto no es lo mismo que la Eutanasia, porque Channa ya estaba liberado. Por ello, podemos preguntarnos: ¿Fue justificado?

A primera vista, este pasaje puede parecer que sugiere que el suicidio (o la Eutanasia) a veces es aceptable. Sin embargo, esa no es la historia completa. El comentario explica que Channa era un practicante avanzado que ya había abandonado el apego a la existencia. Su acción no estuvo motivada por la aversión o la ignorancia, sino por una profunda comprensión de la impermanencia. Sin embargo, para los seres ordinarios, quitar la vida, incluso para escapar del sufrimiento, casi siempre está motivado por el apego, el miedo o la desesperación, lo que resulta en consecuencias kármicas negativas. Por lo tanto, esta historia no respalda la eutanasia; más bien, sirve como un caso excepcional en el que un ser iluminado había trascendido el renacimiento kármico, algo que no es aplicable a la mayoría de los seres.

En el Mahāparinirvāṇa Sūtra, el propio Buda sufrió un dolor físico severo en sus últimos días. A pesar de experimentar un gran malestar, no buscó terminar con su propia vida, sino que continuó enseñando el Dharma con paciencia y serenidad.

"El cuerpo del Tathagata está sujeto a la descomposición, pero el Dharma es eterno. Incluso en el sufrimiento, los sabios no se aferran a la vida ni buscan destruirla, sino que permanecen firmes, como una lámpara en el viento". 

Este pasaje enseña que el dolor y el sufrimiento son partes naturales de la vida, y que incluso el propio Buda no eligió acelerar la muerte. En cambio, enseñó la importancia de la atención plena y la resistencia, permitiendo que el karma madure de forma natural.

Esto sirve como un contraargumento directo a la Eutanasia, mostrando que un ser de la más alta sabiduría no escapa del sufrimiento quitando la vida, sino que lo enfrenta con ecuanimidad.

2. El Karma y el Curso Natural de la Vida

El Budismo enseña que el sufrimiento es el resultado del karma, la ley de causa y efecto. La enfermedad, el dolor y el sufrimiento, aunque difíciles de soportar, se consideran manifestaciones del karma pasado que debe resolverse en esta vida. Intervenir en este proceso terminando la vida prematuramente podría dar como resultado consecuencias kármicas no resueltas que pueden trasladarse a existencias futuras.

Los Cuentos Jataka del Canon Budista, que relatan las vidas anteriores del Buda, contienen varios episodios en los que presencia el sufrimiento pero nunca decide terminar con su vida. Un ejemplo de ello es el Bhūridatta Jātaka (Jātaka 543), donde el Bodhisattva es torturado por un cruel encantador de serpientes. A pesar de la inmensa agonía, permanece firme y acepta su purificación kármica en lugar de buscar la salvación a través de la muerte.

"Así como el sabio soporta el sufrimiento con paciencia, también uno debe aceptar lo que le da el karma, pues no es más que una nube pasajera en el cielo". (Bhūridatta Jātaka 543)

Esta historia refuerza la idea de que el dolor no debe conducir a la desesperación, sino a una sabiduría más profunda.

El Mahāparinirvāṇa Sūtra enseña que el sufrimiento es a menudo un camino hacia la purificación, una oportunidad para agotar el karma negativo y cultivar la paciencia, la sabiduría y la compasión. Al soportar el sufrimiento con una mente serena, uno puede transformarlo en la semilla de la liberación. El Sutra del Loto declara:

"Todo sufrimiento surge de causas y condiciones, pero mediante la sabiduría y la paciencia, uno puede purificar todas las impurezas". 

Terminar con la vida en un intento de escapar del sufrimiento es interrumpir la purificación del karma pasado. Tal acto no extingue el sufrimiento, sino que pospone su maduración, haciendo que se manifieste en vidas futuras. El Mahāparinirvāṇa Sūtra afirma:

"Aquellos que soportan el sufrimiento con ecuanimidad agotan su karma negativo. Aquellos que terminan con la vida por ignorancia solo aseguran el regreso de ese sufrimiento en otra forma". 

¿Qué tragedia mayor que creer que estamos poniendo fin al sufrimiento, cuando en realidad solo estamos esparciendo las semillas del sufrimiento en futuros nacimientos? Por lo tanto, desde una perspectiva kármica, la eutanasia podría interrumpir el viaje kármico de una persona, posponiendo el sufrimiento a una vida posterior en lugar de aliviarlo de forma permanente.

3. Compasión y Sabiduría en los Cuidados al Final de la Vida

Si bien el Budismo defiende la no violencia y la reverencia por la vida, también enfatiza la compasión y la sabiduría. El ideal del Bodhisattva nos enseña a actuar con profunda empatía por quienes sufren. ¿Cómo, entonces, deberíamos equilibrar la compasión con la no agresión en casos de enfermedades terminales?

El Vinaya Piṭaka, el código de disciplina monástica, contiene una prohibición directa de que los monjes ayuden a matar a los enfermos. En un relato, un grupo de monjes vio a un compañero monje que sufría una enfermedad grave. Movidos por una compasión equivocada, le sugirieron que se quitara la vida. El monje enfermo, confiando en su consejo, así lo hizo. Cuando el Buda se enteró de esto, los reprendió y estableció una regla grave (ofensa Pārājika):

"Un bhikkhu que causa intencionalmente la muerte de un ser humano, incluso alentando el suicidio, comete una ofensa grave y ya no es un monje". (Vinaya Piṭaka, Mahāvagga 1.78-79)

Este es un claro rechazo doctrinal de la Eutanasia, ya que el Buda prohíbe explícitamente a los monjes sugerir o ayudar a terminar con la vida, incluso por compasión. Lo mismo aplica a los laicos.

La compasión no significa simplemente eliminar el sufrimiento a cualquier costo, sino ayudar a la persona a encontrar la paz, la aceptación y la liberación espiritual en sus momentos finales. Es por eso que las tradiciones budistas enfatizan los cuidados paliativos, el manejo del dolor y las prácticas de meditación para ayudar a las personas moribundas a realizar la transición con atención plena y dignidad.

Los últimos momentos de la vida tienen una inmensa importancia espiritual. Es en ese instante fugaz en el que se abren las puertas del renacimiento y los pensamientos finales de la mente determinan la siguiente existencia. Si la muerte llega prematuramente, forzada por la mano humana en lugar de por el desarrollo del karma natural, la conciencia que se va puede quedar nublada por la confusión, el apego o el miedo, lo que lleva a un renacimiento desafortunado. El Abhidharmakośa confirma:

"El momento final de la conciencia determina la semilla del siguiente nacimiento. Una mente en paz conduce a reinos superiores; una mente contaminada por el miedo o el apego conduce al sufrimiento". 

Así pues, en lugar de acelerar la muerte, la verdadera compasión consiste en guiar a los moribundos hacia la serenidad, a través del canto, la meditación y el recuerdo del Santo Nombre del Buda, para que puedan alcanzar un renacimiento afortunado o incluso la liberación.

4. El Camino Medio: Evitar los Extremos

El Budismo nos alienta a evitar los extremos del nihilismo y el eternalismo. Insistir en que todo sufrimiento debe soportarse pasivamente, sin ayuda, es demasiado rígido; sin embargo, quitar la vida apresuradamente, incluso con buenas intenciones, puede conducir a consecuencias kármicas imprevistas. En cambio, el Buda enseña el Camino Medio, un enfoque que equilibra la sabiduría y la compasión.

El Avataṃsaka Sūtra declara:

"La compasión de los Budas no consiste en eliminar el sufrimiento por un momento, sino en iluminar el camino que conduce más allá de todo sufrimiento". 

Si un niño ingiere veneno y se retuerce de dolor, ¿es compasión acabar con su vida o encontrar el antídoto? El verdadero antídoto contra el sufrimiento no es la muerte, sino la liberación. El Camino del Bodhisattva no consiste en acabar con la vida, sino en ayudar a los seres a enfrentar el sufrimiento con sabiduría, fe y paciencia, para que puedan superarlo para siempre.

Por lo tanto, una respuesta budista a la Eutanasia no busca justificar el asesinato, sino que se centra en brindar apoyo espiritual, emocional y físico a quienes están muriendo. La verdadera compasión consiste en estar presente, guiarlos hacia una transición pacífica y permitirles encontrar un sentido incluso en su sufrimiento.

5. El Factor de la Intención

El Budismo hace mucho hincapié en la intención (cetanā) en las consideraciones éticas. Si la Eutanasia se lleva a cabo con un corazón compasivo, buscando aliviar el dolor en lugar de por motivos egoístas, ¿cambia eso el peso moral del acto?

Desde una perspectiva ética estricta, la intención importa, pero no anula por completo las consecuencias kármicas. Incluso si está motivado por la bondad, el acto de quitar la vida sigue generando ondas kármicas. En cambio, la respuesta budista ideal es dirigir la compasión hacia ayudar a la persona a morir en un estado de paz, sin acelerar la muerte de forma antinatural.

6. La Perspectiva Mahayana: Upaya (Medios Hábiles)

Existen casos raros en los textos budistas en los que los Bodhisattvas o practicantes avanzados han tomado acciones difíciles, como evitar un gran crimen sacrificando una vida para salvar muchas (Upāyakauśalya Sutra; Upaya Sutra). Sin embargo, estos casos requieren una profunda comprensión espiritual y no deben usarse para justificar la Eutanasia a gran escala.

El Upaya definitivo es guiar a la persona para que enfrente la muerte con una mente pura y tranquila, asegurando que su conciencia haga una transición en alineación con el Dharma. En lugar de ver la Eutanasia como un acto de compasión, deberíamos ver el guiar a la persona moribunda hacia la liberación como la forma más elevada de compasión.

Ahora, hay casos extremos y raros donde la Eutanasia puede considerarse permisible de acuerdo con la ley budista. Sin embargo, incluso en estos casos, la Eutanasia nunca se considera una solución sencilla y siempre deben tenerse en cuenta las consecuencias kármicas.

En el Budismo, hay casos en los que un Bodhisattva, por compasión infinita, puede asumir el karma negativo de una acción para salvar a otros de un sufrimiento mayor. Esto se ve en el Upāya-kauśalya Sūtra, donde el Bodhisattva, como capitán de barco, mata a un asesino para salvar a 500 pasajeros.

"Al ver el terrible karma que otro ser estaba a punto de cometer, el Bodhisattva tomó la carga sobre sí mismo, sabiendo muy bien las consecuencias, pero actuando desde una compasión ilimitada".

Siguiendo esta lógica, algunos argumentan que en circunstancias extraordinarias, si un Bodhisattva o un practicante avanzado asume la responsabilidad de la carga kármica, la Eutanasia podría estar justificada, pero solo si es realmente el último recurso para evitar un sufrimiento inconmensurable e inevitable. Por ejemplo: Si una persona totalmente paralizada, que sufre una agonía insoportable, soportará años de sufrimiento implacable sin alivio posible. O en el caso de una enfermedad terminal en la que la muerte es inevitable en cuestión de días o semanas y ningún alivio del dolor es efectivo. Ahora, la decisión se toma desinteresadamente, no por apego, miedo o desesperación. Sin embargo, un acto de este tipo requiere una profunda sabiduría y altruismo, que la mayoría de los seres no poseen.

Debemos recordar que el propio Buda nunca abogó por la Eutanasia, pero reconoció que el sufrimiento físico puede ser abrumador. En Saṃyutta Nikāya 22.22, describe a un monje tan enfermo y con tanto dolor que ya no podía meditar.

"Si el cuerpo está roto, pero la mente está firme en el Dharma, uno no está perdido. Sin embargo, si el cuerpo está roto y la mente está perdida, el sufrimiento sigue más allá de esta vida".

De esto, vemos que la claridad mental en el momento de la muerte es más importante que el alivio físico. Si la Eutanasia causa confusión, miedo o ira, entonces perjudica el renacimiento (excepto en le Renacimiento en la Tierra Pura). Sin embargo, si la persona está en paz y ha completado todo su trabajo espiritual, puede haber un caso para la liberación compasiva, pero solo si es realmente la última opción.

Por lo tanto, incluso en casos extremos:

  • La Eutanasia no debe ser la primera opción.
  • En primer lugar, se debe buscar atención compasiva y alivio del dolor.
  • La mente de la persona moribunda debe mantenerse en paz y consciente (la excepción sería alguien que tuvo muerte cerebral).
  • Si la persona sufre de manera insoportable y no existe otra alternativa, entonces se debe considerar cuidadosamente su preparación kármica.

Conclusión: Un Enfoque Compasivo y Consciente

El Budismo no aprueba explícitamente la Eutanasia, ya que contradice el principio de no causar daño y puede tener consecuencias kármicas. En cambio, el Budismo nos llama a responder con compasión, sabiduría y presencia, asegurando que la persona moribunda encuentre paz, claridad espiritual y dignidad en sus momentos finales.

Si bien el Budismo no alienta la Eutanasia, en casos extremos, si:

  • hay un sufrimiento insoportable e inevitable,
  • no es posible ningún alivio médico o espiritual,
  • la mente del moribundo está clara y libre de apegos,
  • la decisión se toma desinteresadamente y sin ignorancia,

entonces un budista altamente realizado (Bodhisattva o ser iluminado) puede asumir la responsabilidad de tal acción. ESto es, también contando con el sufrimiento que causaremos a nuestros familiares y seres queridos con cualquiera de las decisiones.

El verdadero camino budista no es acelerar la muerte, sino aliviar el sufrimiento de la mente a través de la oración, la meditación y el cuidado compasivo, permitiendo que la persona parta de esta vida en un estado de serenidad, lista para la siguiente fase de su viaje hacia la Iluminación.

Elegir la Eutanasia es elegir la Ignorancia en lugar de la Sabiduría, interrumpir el flujo kármico y crear sufrimiento no deseado. Elegir el Dharma es elegir el camino de la verdadera compasión, ayudar a los moribundos a encontrar la paz, la sabiduría y la liberación. Por lo tanto, no vacilemos, sino aferrémonos a las palabras del Buda:

"Así como una madre protege a su único hijo, también debemos proteger toda vida con amor ilimitado". (Mettā Sutta, Sutta Nipāta 1.8)

Este es el Camino de los Bodhisattvas. Este es el Verdadero Camino del Dharma. Que todos los seres encuentren la paz en la vida y en la muerte, guiados por la luz compasiva del Buda Eterno.