El Sutra del Monarca Dhármico (Arya Satyakaparivarta Sutra, o Sutra del Alcance del Bodhisattva), es un sermón del Buda contenido en el Canon Budista donde Buda expone la teoría iluminada de una guerra justa dhármica: cómo debe gobernar y comportarse un rey (y por extensión, los budistas) en momentos de guerra. El ideal del gobernante en el Budismo es el Chakravartin, el "Rey que Gira la Rueda" o el "Monarca Universal", el Rey del Mundo, alguien que rige su reino y su pueblo con los principios del Dharma, la contraparte mundana del Buda, el Rey del Cosmos. Si bien un Rey Budista debe de buscar siempre la paz y el bienestar de todos sus ciudadanos y todos los seres sintientes, no puede hacerse de la vista larga cuando hay inusticias y cuando reina el mal, pues el hacerlo solo invita el caos, y como representante del orden en el mundo, su rol es el de castigar el mal y premiar el bien a la vez que busca el bienestar de todos los seres. Así, como el Rey del Mundo, es un ejemplo y una luz para todos los que lo ven y lo emulan, esparciendo así la buenanueva del Dharma por toda la Tierra.
En las próximas entradas, presentaremos un comentario sobre el Sutra del Monarca Dhármico, el cual fue predicado por el Buda en el periodo Mahayana, a la luz de las Enseñanzas Perfectas y Completas del Verdadero Dharma Eterno del Buda. A través del mismo, veremos cuál debe de ser la conducta de un verdadero budista, un Hijo del Buda (Bodhisattva), sobre todo, en momentos de tensión y de guerra. Este es un Sutra corto, pero lleno de importancia en nuestros tiempos, por lo que espero que le mismo sea de beneficio para todos los seres sintientes. Todo error es enteramente mío.
El Sutra del Monarca Dhármico comienza como todo Sutra o Sermón del buda dentro del Canon Budista, con las palabras "Así he oído". Esto certifica que la Palabra del Buda que vamos a leer y sostenemos en nuestras manos fue pasada oralmente por siglos, comenzando por Ananda, el primo o asistente personal del Buda Shakyamuni durante su tiempo terrenal en esta Tierra. El Buda se encuentra en el jardín del rey Chandapradyota, cerca de Maghada, rodeado de una inmensa cantidad de Bodhisattvas, monjes, monjas y personas, así de una multtud de seres celestiales que se habían congregado a escuchar el Dharma. En ese momento, el cuerpo del Buda se transfigura y comienza a emanar luz tan brillante que eclipsa el Sol y todas las estrellas, así como el brillo de todos los dioses y seres celestiales que se encontraban presentes en la asamblea. Al ver esto, el Bodhisattva Manjushri, el Rey de la Sabiduría, para el beneficio de todos los presentes, se dirige al Buda, alabándolo en versos:
"Tu, el Poseedor de los Diez Poderes, has eclipsado con tu luz divina el mundo y todos los dioses. No hay nadie como tu en el Triple Mundo. ¿Cómo puede exstir un ser superior al Buda?"
Luego de alabar la luz divina del Buda con versos, el Bodhisattva Manjushri le pide al Buda que predique el Sermón del Monarca Dhármico para el beneficio de todos los presentes, para que aquellos que siguen el Hinayana (Vehículo Menor) aspiren al Mahayana (Vehículo Superior); para que aspiren a despertar su Bodhicitta, el Deseo de Alcanzar el Despertar para el Beneficio de Todos los Seres Sintientes; y para que todos los seres encuentren y puedan entrar en el Camino al Despertar.
El escuchar las hermosas palabras del Bodhisattva Manjushri y su petición, el Buda originalmente decide no predicar el Sutra del Monarca Dhármico, pues aun hay muchos seres que no podrían entender o que podrían malinterpretar su contenido. Esto es porque estos seres no poseen fe, estando colmados de ideas erróneas sobre el Dharma o la Verdadera Naturaleza de la Realidad. Igualmente, estos seres se rodean de malos amigos y falsos maestros que predican un Dharma Falso y los llevan por le camino equivocado. Entonces, el Buda recita su razón en versos, diciendo:
"Tu, quien posees una voz hermosa y placentera, escucha, pues te voy a explicar por qué no puedo acceder tu petición.
"Aquellos que han escuchado y practicado el Dharma en la presencia de anteriores Budas, empoderados por los Guardianes del Mundo, habiendo escuchado esta ilustre doctrina, podrán entender su verdadero significado.
"Pero aquellos cuyas mentes han sido envenenadas por las serpientes de los malos amigos y falsos maestros, habiendo abandonado los buenos amigos y el camino correcto, escucharán esta enseñanza pero no la podrán comprender o aceptar.
"Aquellos que no poseen fe, que son inferiores y no tienen resolución ni convicción no podrán entender y apreciar lo que hoy deseas que revele. Ellos continuarán sufriendo por mucho tiempo. Por compasión a ellos, no puedo predicar esta enseñanza".
Al escuchar la respuesta del Buda, el Bodhisattva Manjushri se dirigió al Honrado por el Mundo diciendo: "Oh Señor del Mundo, en esta asamblea hay personas puras que ya han escuchado y practicado el Dharma de pasados Budas, por lo que poseen el ojo divino y han desarrollado su fe. Han purificado sus convicciones y resolución. Ellos se encuentran entre tus discípulos y devotos, y ahora se beneficiarían de escuchar esta enseñanza. Por amor a los seres, te imploro, predicanos el Dharma".
Esto era lo que el Buda esperaba, pues si bien entre la asamblea habían muchos seres listos, al rehusarse inicialmente, ahora otro gran número de seres había abierto sus mentes y corazones para dar cabida a esta nueva enseñanza. Este es un medio hábil empleado por el Buda para despertar la curiosidad en sus devotos y permitirles abrir sus mentes y corazones y que el Poder del Buda trabaje en ellos.
Las enseñanzas que el Buda revelará en este Sutra son importantes, pues son enseñanzas prácticas y relevantes para toda era, sobre todo, eras donde existe la discordia y la guerra. ¿Qué era de la humanidad no ha tenido guerras y disputas? ¿Cómo debemos de responder como budistas ante estas circunstancias? El Budismo, lejos de predicar el desapego y la indiferencia, nos pide que seamos íntimos y que participemos en su trabajo dhármico de salvación en este mundo y por todo el Cosmos. Esto requiere que, como dice el Sutra, purifiquemos nuestras convicciones y fortalezcamos nuestra resolución de trabajar por hacer de este mundo una Tierra Pura, el cual es su Verdadera Naturaleza, así como que permitamos que todos los seres puedan ser partícipes de la misma y caminen a su propio Despertar. Esto lo tocaremos con más detalle en el tercer capítulo.
El Buda le dice entonces al Bodhisattva Manjushri: "Bien hecho, bien hecho. Hijo Mío, gracias a ti se beneficiarán incontables seres, permitiendo que la Luz del Despertar ilumine los corazones de futuros Bodhisattvas". El Buda ahora comienza a alabar las virtudes del Bodhicitta, la Mente del Despertar: el Deseo de Alcanzar el Despertar por el Bien de Todos los Seres Sintientes, enumerando doce virtudes y cualidades que deben poseer los seres para poder despertarla. Estas son:
(1) Uno debe de tener convicción natural en actividades superiores, no inferiores. Esto se refiere a que uno debe de seguir el Mahayana y no el Hinayana, así como que uno debe de aspirar a cosas grandes y de beneficio compartido con los demás, no aspirar a cosas egoístas que solo lo beneficien a uno. Esto nos llama a ser personas que desean mejorarse interiormente para poder mejorar el mundo.
(2) Uno debe de tener compasión y buscar desarrollar una naturaleza virtuosa. Esto va de la mano del requisito anterior, pues uno debe de buscar desarrollaer cualidades positivas y virtuosas. ¿Cómo lo hacemos? Trabajando en nosotros mismos, con la ayuda de la fe en el Buda y sus agentes iluminados, así como del estudio y la práctica de la Palabra del Buda, el Dharma. Es por eso que el Buda mencionó anteriormente la importancia de rodearse de buenos amigos, y en especial, dep ertenecer a una Sangha.
(3) Uno debe de tener una aspiración que no sea artificial y debe de ser decidido en su resolución. Esto significa que el interés de uno debe de nacer de adentro, de nuestra Naturaleza Búdica, el Espíritu mismo del Buda en nosotros, y no por aparentar. Para poder desarrollar esto, debemos de permitir que la acitivda dinámica del Buda, su Gracia, trabaje en nosotros, por medio del a fe, el estudio y la práctica budista.
(4) Uno debe de acumular méritos y comportarse adecuadamente. Esto es posible por medio de los Preceptos Budistas y los Paramitas, los cuales tocaremos más tarde.
(5) Cuando los Budas aparecen, uno debe de servirles. Dado a que vivimos en la Era Final del Dharma (Mappo), donde el Buda no se encuentra físicamente entre nosotros, debemos sevirle a sus representantes, la Orden Budista (Sacerdotes). Igualmente, debemos de desarrollar una conexión personal con los Budas y Bodhisattvas por medio de la fe y la devoción.
(6) Uno debe de pensar, hablar y actuar correctamente y abandonar el mal. Estas son las tres fuentes de acción kármica, que podemos purificar por medio de los Preceptos y de la práctica budista, como la Meditación y el Nembutsu (Recitación del Nombre Sagrado del Buda).
(7) Uno debe de evitar las malas amistades y rodearse de personas virtuosas. Esto significa que uno debe pertenecer a una Sangha, la Familia del Buda, y tratar de leer y reflexionar material dhármico, ya sea por medio de la Palabra del Buda contenida en sus Sutras, o los Tratados de los Grandes Maestros, pues estos nos mantienen en el Camino al Despertar.
(8) Uno debe de cumplir sus compromisos y responsabilidades. Esto es bien importante, porque muchas personas, sobre todo, muchos budistas, piensan que el Budismo predica el abandono del mundo, cuando realmente nos pide que primero cumplamos nuestras responsabilidades como personas en nuestra familia, hogar, comunidad, trabajo y sociedad. La práctica del Dharma es lo que nos motiva a lograr estos compromisos mientras trabajamos a su vez por nuestro Despertar y el de todos los seres.
(9) Uno debe de ser caritativo y de compartir con los demás. Los Sutras también nos dicen que existen siete clases de ofrendas que pueden ser practicadas por cualquiera en la vida diaria: "Hay siete clases de ofrendas que pueden ser practicadas aun por quienes no poseen riquezas. La primera es la ofrenda física, que es ofrendar sirviéndose de su cuerpo, de la cual lo máximo es ofrecerse a, sí mismo, como veremos en el siguiente párrafo. La segunda es la ofrenda espiritual que es ofrendar el corazón a otros seres. La tercera es la ofrenda de los ojos, que es ofrendar una mirada calurosa a otros seres para infundir tranquilidad. La cuarta es la ofrenda de la expresión facial que es ofrendar una sonrisa suave a otros seres. La quinta es la ofrenda oral que es dirigirse a todos con palabras dulces. La sexta es la ofrenda del asiento que es ofrendar su propio asiento a otros seres. La séptima es la ofrenda de hospitalidad que es ofrecer hospedaje en su propia casa al que busca albergue. Estas siete ofrendas pueden ser practicadas por cualquiera en la vida diaria".
(10) Uno debe de ser empoderado por los Budas y evitar las influencias de Mara. Este es un punto interesanto. ¿Cómo podemos ser empoderado por el Buda? Por medio de su Gracia, en la Meditación y el Nembutsu, así como en la Toma de Refugio, donde uno se une a la Familia del Buda. Por otro lado, las influencias de Mara, el Maligno, están por todos lados, tratando de disuadirnos a abandonar el Camino Budista. Estas estan en los medios, en el entretenimiento, en los Tres Venenos de la Ignorancia, el Enojo y la Avaricia, en los Ocho Vientos de prosperidad, decadencia, desgracia, honor, alabanza, censura, sufrimiento y placer. Las personas a menudo se dejan llevar por su apego a la prosperidad, el honor, la alabanza y el placer (conocidos colectivamente como “cuatro favoritos” o “cuatro vientos favorables”), o por su aversión al declive, la desgracia, la censura y el sufrimiento (“cuatro aversiones” o “cuatro vientos adversos”).
(11) Uno debe de desarrollar continuamente la compasión por todos los seres. Hay que aceptarlo, no todos poseemos naturalmente la compasión; otros, la perdemos a medida que sufrimos los descontentos, desilusiones y nos contaminamos con el lodo del mundo. Una práctica budista ideal para ayudarnos a desarrollar la compasión es la Meditación Metta, donde emanamos compasión a un ser querido, uno neutral y uno que odiamos o que nos ha hecho daño, así como a nosotros mismos, buscando poder desarrollar una compasión igual para todos. Pero si esto aun así no funciona, debemos de aferrarnos más aún a nuestro Verdadero Refugio: el Buda Eterno, y no podemos soltarlo nunca, pues debemos siempre de recordar que, aunque no lo veamos o sintamos (por nuestras Ignorancia Fundamental, nuestro mal karma o nuestros deseos y pasiones que nos cubren el corazón y la mente), el Buda siempre está arrojando su Luz Infinita sobre nosotros, y nos arropa con su Gracia, nunca abandonándonos.
(12) Uno debe de ser caritativo y nunca aferrarse egoístamente a nada. Esto no es el desapego común que muchos budistas errónamente pregonan, sino un desapego iluminado, donde nos aferramos a los Tres Tesoros así como a nuestros seres queridos y nuestra misión como Hijo del Buda, Bodhisattva, de salvar a todos los seres, sin causar daño a nadie ni actuar egoístamente, incluyendo a nosotros mismos. Este es el desapego caritativo.
Ahora, el Buda nos dice que si si poseemos o desarrollamos estas doce cualidades, podemos despertar nuestro Bodhicitta, y así, podemos beneficiar a todos los seres y hacerlos feliz; evitamos el mal y desarrollamos la compasión; podemos llevar a cabo nuestras responsabilidades para con todos los seres; podemos salvar a los seres de los destinos malvados como los Infiernos, los Espíritus Hambrientos y los Animales; no necesitamos de otras religiones y filosofías pues ya nos encontramos en el Gran Vehículo; podemos purificar todas nuestras impurezas y mal karma; nuestra mente estará más clara; podemos ver la Verdadera Naturaleza de la Realidad (Sunyata); podemos percibir la Unidad Fundamental (Nirvana) en medio de la dualidad (Samsara); podremos desarrollar una resolución inamovible; podremos comprender todas las cosas; y podremos cumplir nuestro Voto del Bodhisattva de salvar a todos los seres sintientes.
Entonces, el Buda recitó los siguientes versos:
"Aquelos Hijos del Buda que practican la virtud correctamente, cuya resolución ha sido purificada por acciones virtuosas, cuyas mentes están saturadas por amor y compasión aun hacia sus enemigos, pueden alcanzar la Mente del Despertar.
"Aquellos que abandonas a los amigos no virtuosos y que se congregan con buenas amistades virtuosas que buscan el Despertar, pueden alcanzar la Mente del Despertar.
"Auquellos que practican la virud desde vidas pasadas nunca dan surgimiento a estados mentales malvados y poseen una mente inamovible hacia el Despertar. Ellos también podrán alcanzar la Mente del Despertar.
"Aquellos que poseen una mente amorosa por todos los seres, desean llevarlos a la felicidad, y abandonar todo pecado y mal. Ellos también podrán alcanzar la Mente del Despertar.
"Aquellos que no se refugian en otros vehículos (que no sea el Mahayana), que solo piensan en las virtudes del Despertar, y poseen mentes puras, también podrán alcanzar la Mente del Despertar.
"Cuando uno no especula ni por un instante sobre la existencia o inexistencia del Samsara o del Nirvana, y cuando uno ve su unidad con todos los seres así como uno ve su reflejo en un espejo, este es el verdadero Espíritu del Despertar.
"Libre de todo el polvo de las fallas y las impurezas, como el espacio libre y abierto, difícil de describir en palabras y definiciones, esto es llamado el Espíritu del Despertar.
"Este Espíritu del Despertar es la raíz de todas las virtudes y la carrera suprema, la causa de todos los poderes trascendentales y el origen de todas las virtudes de los Budas".
Así, con estas palabras, el Buda destaca las virtudes y la importancia del Bodhicitta, el Espíritu del Despertar, que es el corazón de la práctica en el Verdadero Budismo y el motor de toda nuestra actividad como Hijos del Buda, Bodhisattvas, en el mundo. Debemos recordar que el Bodhicitta, la Mente del Despertar, es algo que ya poseemos innatamente, pues emana del Espíritu del Buda en nosotros, nuestra Naturaleza Búdica, pero la misma está arropada y cubierta por nuestras ilusiones, nuestro mal karma y nuestros deseos y pasiones desenfrenadas. Ahora, luego de leer estas palabras, reflexiona en cómo puedes desarrollar estas cualidades en tu vida, para que puedas asumir la "carrera suprema", tu Misión como Bodhisattva, en esta Tierra. Es esta Mente del Despertar la que debemos de cultivar diariamente en nuestra práctica budista, sobre todo, en tiempos de paz, porque nunca sabemos cuándo estalle un problema o una guerra, y debemos de estar siempre preparados para actuar desde nuestra Naturaleza Búdica.