Bienvenido a la Tierra Pura de la Luz Serena, un recurso sobre el Verdadero Budismo (一乘佛教), y sus posteriores ramificaciones, a la luz de las Enseñanzas Perfectas y Completas (圓教). Aquí presentamos el Budismo como religión, filosofía y estilo de vida, con énfasis en la Teología Budista (Budología), aspirando a presentar el Budismo balanceadamente entre la academia (estudios budistas) y la devoción, desde el punto de vista de una escuela tradicional de Budismo japonés (Tendai-shu 天台宗) y las enseñanzas universales del Sutra del Loto (法華経).


miércoles, 24 de abril de 2024

El Ministerio del Buda: Abordando las Enseñanzas Preparatorias del Buda en el Canon Pali - 3 - El Sutra del Fuego

 El Buda Shakyamuni, tras alcanzar su Despertar bajo el Arbol Bodhi y manifestar su Budeidad en este mundo, predicó el Sutra Avatamsaka (Sutra de la Guirnalda de Flores) para el preparar el terreno espiritual de este sistema mundial y permitirle a todos los seres alcanzar igualmente su Despertar. Luego de esto, el Buda transfiguró su cuerpo y asumió nuevamente la forma física de un monje asceta, y se dirigió a donde se encontraban sus primeros cinco discípulos para exponerle el Dharma Preparatorio que había ideado y comenzar el trabajo dhármico de abrir los corazones y mentes de los seres, y así, poder revelar eventualmente la Verdad, su Verdadero Dharma Eterno. Con estas primeras enseñanzas, el Buda buscó eliminar todos los conceptos erróneos de los seres sobre el mundo y sobre sí mismos, por lo que su primera tarea fue hacer que se desapeguen de los mismos. 

Luego de que el Buda predicara sus primeros dos sermones, sus discípulos, poco a poco, atrajeron personas interesadas en la Enseñanza del Buda, y el número de personas que se congragaban a escuchar el Dharma del Buda creció, obteniendo así cada vez más discípulos. Las personas podían sentir cómo la Enseñanza del Buda era realmente transformadora y real. Una vez el Buda convirtió a los primeros treinta discípulos, los envíó en todas direcciones, exhortándolos a "vagar por el bienestar y la felicidad de muchos, por compasión hacia el mundo, para el beneficio y el bienestar y la felicidad de los dioses y de los seres humanos".

Luego, el Buda vaga hacia el Este, hacia Uruvela, donde había alcanzado su Budeidad. En el camino, se encuentra con un grupo de treinta jóvenes con sus veintinueve esposas. La novia del soltero les ha robado sus cosas y la están buscando. El Buda les dice: "¿Qué es mejor para vosotros? ¿Buscas una mujer o te buscas a ti mismo?", y con esto, se convierten en discípulos del Buda. Al llegar a Uruvela, el Buda se encuentra con tres ascetas adoradores del fuego, cada uno llamado Kassapa, con sus mil seguidores. Estos lo tratan de engañar, haciéndole pasar la noche en su templo, donde vivía una gugante serpiente Naga. Al el Buda pasar la noche en el templo, se le acerca la serpiente, pero para la sorpresa de muchos, en la mañana, el Buda salió del templo con vida, y la serpiente queda domesticada. Al ver esto, los tres ascetas y todos sus miles de discípulos se convierten igualmente ante el Poder del Buda. Tras su conversión, el Buda predica su tercer sermón a los antiguos ascetas adoradores del fuego, para eliminar sus creencias erróneas sobre el culto al fuego y llevarlos completamente al culto de la Iluminación.

El Sermón del Fuego fue el tercer sermón dado por el Buda en el Periodo Agama, varios meses después de su Iluminación, en la cima de la colina Gayasisa, cerca de Gaya, en la India. El mismo fue predicado para un millar de ascetas recién convertidos que anteriormente practicaban un ritual de fuego sagrado. El Buda, nuevamente apelando a las creencias y visiones de las personas que se le acercaban, utilizó la metáfora del fuego como eje de su predicación. En este discurso, el Buda describe las bases de los sentidos y los fenómenos mentales resultantes como “ardientes” con pasión, aversión, ilusión y sufrimiento. Al ver eso, un noble discípulo se desapasiona, y por lo tanto, se libera de las bases de los sentidos, logrando el estado del Arhat. Este es un sermón corto, pero muy iluminador, que expande las enseñanzas dadas en los sermones anteriores del Buda.

"Así he oído. En una ocasión, el Buda estaba en Gaya, en la Cabeza de Gaya, junto a un grupo de mil monjes. Estando ahí, se dirigió a ellos con estas palabras: "Monjes, todo está ardiendo. ¿Y qué es este 'todo' que está ardiendo?"

Mientras el Buda predicaba este sermón, todavía se levantaban por el horizonte las llamas de fuego de adoración que se extemdían por todo el campamento de los ascetas. El Buda utilizó entonces el fuego físico para aludir al fuego de las pasiones y del deseo que arde incontrolablemente en el corazón de todos los seres.

"El ojo está ardiendo, las formas están ardiendo, la conciencia del ojo está ardiendo, el contacto del ojo está ardiendo, también toda la sensación placentera o penosa, o la que no es ni placentera ni penosa dependiente del ojo como su condición indispensable, está ardiendo. ¿Ardiendo con qué? Ardiendo con el fuego de la codicia, con el fuego de la animadversión, con el fuego de la falsa ilusión; ardiendo con el nacimiento, la vejez y la muerte, con las penas, lamentaciones y dolores, con angustia y desesperación, declaro yo."

¿Qué es lo que arde? Como vemos, el Buda en este sermón presenta otro análisis del conjunto de la experiencia sensorial humana. En el segundo sermón, Buda utilizó el marco de los Cinco Agregados de la experiencia (Skandhas). En este discurso, utiliza un marco diferente. En el mismo, el Buda presenta que nuestra experiencia de la Realidad se filtra a travéz de los cinco órganos de los sentidos más la mente; los cinco objetos de los sentidos más los contenidos de la experiencia mental: las ideas. En este sentido, las ideas son igualmente experiencias sensoriales percibidas por nuestro sexto sentido, la mente.  El contacto entre los sentidos, incluida la mente, moldea nuestra experiencia del mundo. 

La mayoría de las persons creen que existe un mundo independiente de nuestra experiencia sensorial, pero lo único que tenemos para basarnos es la experiencia de nuestros sentidos. Esto es –lo que se ve, se oye, se huele, se saborea, se toca y se piensa–, esto es el mundo entero. Cualquier otra cosa es una idea en nuestra mente. Y las ideas ya están incluidas.

Aquí el Buda nos muestra que los sentidos, desatendidos, descontrolados, nos llevan a perseguir sus diversas pasiones: a buscar visiones hermosas y odiar visiones feas. Así, el sentido del ojo (el primero al que hace referencia el Buda) arde con los Tres Venenos de la Ignorancia, la Ira y la Codicia. Esto hace que cometamos mal Karma, el cual nos ata aún más a los Tres Destinos Malignos del os Infiernos, los Espíritus Hambrientos y los Animales, y hace que continuemos sufriendo en el océano de nacimientos y muertes sin fin del Samsara, sin esperanza de salvación. Lo mismo ocurre con los otros cuatro sentidos, y la mente.

"El oído está ardiendo... La nariz está ardiendo… La lengua está ardiendo... El cuerpo está ardiendo... La mente está ardiendo, las ideas están ardiendo, la conciencia de la mente está ardiendo, el contacto de la mente está ardiendo, también toda la sensación placentera o penosa, o la que no es ni placentera ni penosa dependiente de la mente como su condición indispensable, está ardiendo. ¿Ardiendo con qué? Ardiendo con el fuego de la codicia, con el fuego de la animadversión, con el fuego de la falsa ilusión; está ardiendo con el nacimiento, la vejez y la muerte, con las penas, lamentaciones y dolores, con angustia y desesperación, declaro yo."

Esto es natural. Llegamos al mundo ignorantes, sin conicmiento de las Leyes Universales que gobiernan el Cosmos, del Dharma Eterno del Buda, y somos criados por otras personas ignorantes que, por más que avance la civilización, sus deseos base no evolucionan a la par con su intelecto. Aun hoy día, poseemos una tecnología comparable con los dioses, pero un cuerpo con un funcionamento interno que sigue igual al tiempo en que los primeros humanos pisaron la Tierra. Es por eso que el Buda apareció en el mundo, y con su Dharma, nos da el remedio para controlar (no apagar) los fuegos de los deseos, y permitirnos vivir vidas acorde con la Verdadera Naturaleza de la Realidad.

Anterior al Buda, habían surgido religiones y filosofías por toda la India, pero ninguna le permitía a los seres controlar sus pasiones y vivir una vida de santidad. Por el contrario, todas hechaban leña a los fuegos de las pasiones, permitiendole a las personas tratar de alterar el destino a su conveniencia, de acuerdo con sus egos y deseos, por medio de la intervención divina; o había otras que buscaban apagar los fuegos de las pasines por completo, buscando acabar con el renacimiento. Solo el Buda predicó por primera vez el Camino Medio entre los dos extremos; la moderación iluminada. Esto es lo que el Buda busca infundir en el corazón y las mentes de los ascetas adoradores de fuego.

"Monjes, viendo esto, el bien instruido noble discípulo experimenta repugnancia hacia el ojo, hacia las formas, hacia la conciencia del ojo, hacia el contacto del ojo y hacia toda la sensación placentera o penosa, o la que no es ni placentera ni penosa dependiente del ojo como su condición indispensable. Experimenta repugnancia hacia el oído... Experimenta repugnancia hacia la nariz... Experimenta repugnancia hacia la lengua... Experimenta repugnancia hacia el cuerpo... Experimenta repugnancia hacia la mente, hacia las ideas, hacia la conciencia de la mente, hacia el contacto de la mente y hacia toda la sensación placentera o penosa, o la que no es ni placentera ni penosa dependiente de la mente como su condición indispensable. Y experimentando la repugnancia, se vuelve desapasionado. Mediante el desapasionamiento, [su mente] es liberada. Cuando es liberado, aparece en él este conocimiento: ‘Ésta es la liberación’. Entonces entiende que ‘el nacimiento está destruido, la vida santa ha sido realizada, la tarea ha culminado. No queda más nada por delante’".

Entonces todo, la totalidad de nuestra experiencia, el mundo entero, está ardiendo. Es por eso que el Buda nos dice en el Sutra del Loto que el Triple Mundo es una casa en llamas. Pero no es el mundo el que inherentemente arde, somos nosotros quienes lo encendemos en fuego con nuestras pasiones desenfrenadas e ideas y acciones egoístas. El Sermón del Fuego es una invitación a superar el ardor, la obsesión, la tristeza o la disociación, identificándolos como tales. La verdad es que la experiencia sensorial no es sólo lo que nos sucede: es cómo aparece el mundo como resultado de nuestra participación activa en él. El mundo se presenta según lo que queremos, lo que nos importa, lo que creemos, según la calidad de nuestra atención. Si vemos el fuego y el mundo como lo describe el Buda en este Sutra, veremos que hoy en día muchas personas son adoradores del fuego. El mundo de nuestra experiencia es un drama constante, impulsado por tramas de compulsión, hostilidad y confusión. Pero, ¿qué sucede cuando nos damos cuenta de esto y comenzamos a prestar atención, no al contenido de nuestra experiencia, sino a cómo se manifiesta ante nosotros? Lo primero que podríamos notar es que nosotros mismos somos en gran medida responsables de cómo aparece y se presenta el mundo. Si todo te recuerda al sexo, o todo es terrible, o que el mundo se está yendo al Infierno, eso te dice algo sobre tus propias tendencias psicológicas. Después de todo, somos nosotros mismos quienes elegimos a qué prestar atención y cómo responder o reaccionar. Por supuesto, estamos hablando aquí de tendencias habituales profundamente arraigadas. Pero pueden cambiar, y ese es el objetivo de participar en la práctica budista. Por lo tanto, el discurso continúa identificando tres etapas de cambio positivo: desencanto, dominio de uno mismo y liberación. 

Las primeras enseñanzas budistas enfatizan que el Despertar o Nirvana es el fin de la compulsión, la hostilidad y la confusión. En cierto modo, se puede decir que eso es todo el Despertar. Pero quizás sea preferible decir que el fin de la compulsión, la hostilidad y la confusión es una forma de describir el Despertar en términos psicológicos negativos. Lo mismo sucede posteriormente cuando en el medio de su ministerio el Buda compara el mundo con la Vacuidad (Sunyata). De manera más positiva, podríamos agregar que el Despertar también puede describirse en términos de satisfacción, amor y sabiduría - la Talidad (Tathata), como las Cuatro Cualidades Iluminadas de las que hablamos con las que el Buda describe el Verdadero Nirvana: Eternidad, Felicidad, Pureza y Verdadero Ser.

Como recordaremos, el propósito principal de este Sutra (y de todos los sermones preparatorios del Buda en el Periodo Agama) es permitirle a sus discípulos desapegarse de sus cuerpos - pues los seres estaban muy apegados e identificados con el mismo, al punto de adorarlo (hedonistas) o repudiarlo y odiarlo (ascetas renunaciantes) - y de sus visiones erróneas del mundo y de sí mismos. Es por eso que el Buda, al menos en sus primeros años, predicó el desapego completo al cuerpo, al mundo y a las creencias prevalentes de su tiempo. Todo era un medio hábil para poder permitir que sus discípulos se elevaran en mente y cuerpo para poder recibir la Verdad que daría posteriormente, cerca del final de su tiempo en la Tierra. 

En este sermón, el Buda propone por primera vez el ideal preparatorio budista, el Arhat, alguien que ha extinguido su karma por medio de su práctica budista y ha acabado con el deseo, alcanzando el Nirvana - la salvación personal por medio de la extinción del renacimiento en el Samsara. El arhat es aquel que ha alcanzado la más alta de las cuatro etapas que los Shravakas pretenden alcanzar mediante la práctica de las enseñanzas Hinayana. "Arhat" significa "alguien digno de respeto"; una persona que "no renace", porque un Arhat se ha liberado de la transmigración en los Seis Reinos del Samsara. Sin embargo, con el tiempo y la predicación posterior del Buda de los Sutras Mahayana, el término Arhat pasó a referirse exclusivamente a los sabios del Budismo Hinayana - alguien que todavía no ha alcanzado el Despertar ni concebido el Bodhicitta: el Deseo de Alcanzar la Budeidad por el Bien de Todos los Seres Sintientes. Como menciona el Buda en el Sutra del Loto, es como un hijo extraviado que ha abandonado la casa de su padre rico y vive en pobreza voluntariamente, recogiendo estiercol y pasando privaciones, hasta que algún día, regrese a la Casa del Buda y vuelva a ser Hijo del Buda, un Bodhisattva, y realice el trabajo del Buda, trabajando por la salvación de todos los seres.

"Esto dijo el Buda y aquellos monjes fueron elevados y se deleitaron en las palabras del Buda. Y durante este discurso, las mentes de estos mil monjes fueron plenamente liberadas de las contaminaciones a través del no-apego".

Al final de este sermón, el Buda logró su cometido. Gracias a estas palabras, sus discípulos - o al menos, muchos de ellos - estaban un paso más adelante en su progreso espiritual y en camino a su Gran Revelación Final.