El Buda Shakyamuni, tras alcanzar su Despertar bajo el Arbol Bodhi y manifestar su Budeidad en este mundo, predicó el Sutra Avatamsaka (Sutra de la Guirnalda de Flores) para el preparar el terreno espiritual de este sistema mundial y permitirle a todos los seres alcanzar igualmente su Despertar. Luego de esto, el Buda transfiguró su cuerpo y asumió nuevamente la forma física de un monje asceta, y se dirigió a donde se encontraban sus primeros cinco discípulos para exponerle el Dharma Preparatorio que había ideado y comenzar el trabajo dhármico de abrir los corazones y mentes de los seres, y así, poder revelar eventualmente la Verdad, su Verdadero Dharma Eterno. Con estas primeras enseñanzas, el Buda buscó eliminar todos los conceptos erróneos de los seres sobre el mundo y sobre sí mismos, por lo que su primera tarea fue hacer que se desapeguen de los mismos.
Tras predicar su primer sermón público a los primeros cinco discípulos y hacerlos desapegarse de sus nociones erróneas del mundo, el Buda ahora les ayudaría a desapegarse de la noción errónea de sí mismos.
En el tiempo del Buda, las personas vivían en un sistema rígido de castas. Los primeros y más importantes, los Brahmanes, eran la casta sacerdotal y erudita basada en los Vedas, que eran los textos sagrados de los Brahmanes (Hinduismo). El sistema de castas, que data de hace más de 3,000 años, divide a los hindúes en cuatro categorías principales: Brahmanes, Kshatriyas, Vaishyas y Shudras, según quiénes fueron en su vida pasada, su karma y de qué línea familiar provienen. Las personas creían que el sistema se originó en Brahma, el dios hindú de la creación, creyendo que los Brahmanes, la casta sacerdotal y erudita, representaban los ojos y la mente de Brahma; los Kshatriyas representan sus brazos, y eran los gobernantes y guerreros; los Vaishyas representaban sus piernas, y eran los agricultores o comerciantes; y los Shudras, la casta más baja, representaban sus pies, y eran los trabajadores comunes. Fuera del sistema de castas, estaban los intocables o Dalits, quienes estaban completamente excluidos de la sociedad y tenían prohibido vivir entre los de castas altas. No importa cuánto te esforzaras o crecieras social o económicamente en el sistema, siempre pertenecerías a la misma casta, sin posibilidad de superar tu estado existencial, incluso luego de la vida. El sistema era permanente. Además de esto, las mujeres eran consideradas objetos e inferiores. Este era el sistema social prevalente en el tiempo del Buda, y lamentablemente, existe aun hoy día en muchas formas en la India.
Este sistema social hacía que la mayoría de la personas tuvieran un punto de vista oscuro, triste y deprimiente de la vida, la cual veían como una existencia cíclica dominada por el sufrimiento, sin posibilidad de salir. La única "escapatoria" para la gente común era renacer en los Cielos junto a los dioses, pero incluso los rituales que le permitían llegar a la población al Cielo estaban reservados para las castas altas. Otra alternativa era abandonar el sistema y convertirse en un renunciante, un "Shramana" (solo para los hombres), y vivir mendigando o en un ashram o comunidad ascética y mortificar el cuerpo y el espíritu para purgar su mal karma y volver a ser uno con Brahmán.
De acuerdo con los Shramanas, todos los seres humanos poseen un "Alma", un "Atman", el cual es uno con Brahmán, la Esencia de la cual proviene todo en el Universo. Mientras que el Atman es el ser individual, Brahmán es la Realidad Última, el Ser Supremo de Dios. Brahmán es la esencia divina del universo, mientras que Atman es la esencia que vive en toda la materia, como los humanos, los animales y la naturaleza. El Atman es aquello que hace funcionar los demás órganos y facultades sensoriales, las cuales lo atan al mundo de los deseos. El mismo es independiente de la materia y de todo, eterno, inmaculado, y cuando morimos, asume un nuevo cuerpo y continúa reencarnando vida tras vida hasta alcanzar la Liberación, el Moksha. Para poder alcanzar la liberación o el "Moksha", uno debe de alcanzar la unión del Atman con Brahmán, por medio de prácticas acéticas (tapas), muchas veces extremas. Estas, por supuesto, estaban fuera del alcance de la mayoría de las personas comunes.
Fue precisamente en estas comunidades de Shramanas que el Buda, antes de manifestar su Budeidad, entró y donde practicó prácticas ascéticas extremas por seis años, llegando a estar cerca de la muerte pero no de la Verdad, antes de abandonarlas por mostrarle a las personas que las mismas no conducen a la salvación.
Interesantemente, podemos ver muchos paralelismos entre las ideas de los Shramanas y lo que luego el Buda predicaría, sobre todo, en sus sermones finales cerca de su vida terrenal, como en el Sutra del Loto y el Sutra del Nirvana (y especialmente, en los Sutras Esotéricos). Esto no es porque el Buda se apropiara de ellas, sino porque, como el Buda revelaría en el Quinto Periodo del Loto y Nirvana, el Buda Eterno encarnaba en los mundos y predicaba diferentes religiones y filosofías que contenían un grado de verdad para preparar a los seres a recibir la Verdad, cuando hiciera su total y completo advenimiento en la figura del Buda.
Los primeros discípulos del Buda fueron cinco ascetas que se unieron a Siddhartha en su ascetismo extremo, pues, Siddhartha estuvo dispuesto a ir más lejos que todos sus maestros para llegar a la Verdad. Sin embargo, cuando Siddhartha abandonó las mismas al cabo de seis años, estos cinco compañeros lo abandonaron por pensar que Siddhartha había renunciado su búsqueda de la liberación. Ahora que Siddhartha había alcanzado la Budeidad, su Luz los transformaba, y podían ver que lo que el Buda ahora predicaba era fruto de la Verdad; los conduciría a la salvación.
Apegados aún a su visión asceta y estabdo apegadis todavía su visión extrema y deprimente de la vida, el Buda les ayudaría a descartar sus puntos de vista erróneos de sí mismos al permitirles desaferrarse y descartar su apego al Atman y la búsqueda de la liberación, con el Sutra del Anatman; el Sermón del No-Ser. Este es uno de los semones del Buda más malentendidos, incluso hoy, luego de 2,500 años, pues muchas personas creen que el Buda negó la existencia del Alma, pero en realidad, lo que hizo fue utilizar una Vía Negativa y presentar todas las cosas que a veces asumimos que somos nosotros, nuestra Alma, y revelar que no lo son. El Alma en el Budismo sí existe, y es llamada "Satya Atman", el Verdadero Ser, y es nuestra Naturaleza Búdica, el Espíritu del Buda en todos los seres. Pero a diferencia del concepto del Atman del Hinduismo y de los Shramanas, este Alma Budista o Verdadero Ser no es independiente del Todo, sino que es uno y está fundamentalmente interconectada con todos los seres y el Buda Eterno.
A través de este sermón, el Buda nos revela que lo que llamamos nuestro "Ser" o "yo" es un conglomerado de Cinco Skandhas o Agregados que se unen de acuerdo a causs y condiciones dentro del funcionamento del Karma, pero ninguna de ellas son nuestro "Ser" o Alma. Veamos el Sutra del Anatman a la luz de las Verdaderas Enseñanzas del Buda.
"Así he oído. En una ocasión, el Buda vivía en Benares, en el Parque de los Ciervos en Isipatana, y se dirigió al grupo de cinco monjes y dijo: 'Monjes, la materia, oh monjes, no es el alma. Si, oh monjes, la materia fuese el alma, esta materia no conduciría a la aflicción y sería posible decir: ‘Qué mi materia sea así. Qué mi materia no sea así.’ Pero dado que, oh monjes, la materia no es el alma, ésta conduce a la aflicción y no es posible decir: ‘Qué mi materia sea así. Qué mi materia no sea así'."
El Buda comienza su sermón diciéndole a sus discípulos que la materia no es el Alma, el ser, el "yo". La Forma o "Rupa", se refiere a la apariencia de los objetos físicos, como el cuerpo. "Rupa" no es solo la existencia física de un objeto, sino también su naturaleza tangible. Por lo tanto, el concepto de forma también engloba la impresión que un objeto puede causar en los sentidos. De hecho, es esta segunda cualidad de la forma, el sentido que imparte al cuerpo físico, la que se considera más importante. "Rupa" en la forma de materia se puede describir de dos maneras. En primer lugar, puede examinarse en términos de su composición relativa a partir de cuatro elementos primarios: la Tierra, que le da solidez y rigidez; el Fuego, que proporciona calor; el Agua, que aporta cohesión; y el Aire, que lo impregna de movimiento. Todo en el Cosmos está formado por los elementos.
Los Seis Grandes Elementos (Tierra, Fuego, Agua, Aire, Vacío y Consciencia) establecen una corporación visible llamada "cuerpo-forma". La combinación de estos elementos crea las cuatro causas condicionadas: la Tierra, que se caracteriza por la solidez y la durabilidad; Agua, que se caracteriza por la humedad; el Fuego, que se caracteriza por el calor/energía; viento y movimiento, que se caracteriza por el movimiento del Aire. Cuando las cuatro causas condicionadas se dispersan, cada una tiene un lugar al que retorna; por lo tanto, el cuerpo se vuelve vacío. Una vez formado el cuerpo, tenemos la sensación/sentimientos de placer y sufrimiento. Con el deseo de una sensación placentera, damos lugar al falso pensamiento de que la sensación placentera es permanente. Entonces, tenemos que ir y hacerlo; esto es formación/volición mental. Así, tenemos la conciencia en nuestra mente, con respecto a la experiencia de lo que actuamos. Este es el análisis psicológico de la mente de un cuerpo humano. Sin embargo, todos los Cinco Skandhas están vacíos de características que carecen de una naturaleza propia. No tienen naturaleza propia; su sustancia está vacía. El origen de su existencia depende de la existencia de otros.
En resumen, el Buda nos dice que no somos nuestros cuerpos, pues la materia envejece y muere. Algunos filósofos en el tiempo del Buda creían que solo eramos materia. Estos eran los materialistas de su tiempo, por lo que el Buda refuta esta creencia como falsa.
"La sensación no es el alma. Si, oh monjes, la sensación fuese el alma, esta sensación no conduciría a la aflicción y sería posible decir: ‘Qué mi sensación sea así. Qué mi sensación no sea así.’ Pero dado que, oh monjes, la sensación no es el alma, ésta conduce a la aflicción y no es posible decir: ‘Qué mi sensación sea así. Qué mi sensación no sea así'."
Aquí el Buda nos dice que nuestras sensaciones o emociones tampoco son nuestro Alma o ser, pues las mismas cambian de momento a momento, de acuerdo con nuestras circunstancias. El Sentimiento o "Vedana" es una palabra se refiere a la percepción a través de los sentidos de la vista, el oído, el olfato, el gusto, el tacto y el pensamiento/inteligencia. Estas sensaciones, emocionales y físicas, se pueden categorizar como agradables, desagradables o neutras.
Estas, junto con los próximos dos Skandha o Agregados, transcurren 3,000 posibilidades, por lo que no son nuestro Alma.
"La percepción no es el alma. Si, oh monjes, la percepción fuese el alma, esta percepción no conduciría a la aflicción y sería posible decir: ‘Qué mi percepción sea así. Qué mi percepción no sea así.’ Pero dado que, oh monjes, la percepción no es el alma, ésta conduce a la aflicción y no es posible decir: ‘Qué mi percepción sea así. Qué mi percepción no sea así'."
Tampoco somos nuestras percepciones o voliciones, nuestras creencias o actitudes a la vida, pues las mismas también cambian de momento a momento, o a medida que crecemos, obtenemos nueva información o maduramos espiritualmente. La Percepción o "Samjna" se refiere a reconocer algo asociándolo con otra cosa, asegurando así que será reconocido nuevamente. Esta percepción está limitada por la experiencia del individuo y perjudicada por sus creencias. Es un reflejo que resulta del procesamiento de la forma y la información sensorial, creando un reconocimiento tanto de objetos como de conceptos. Samjna, como toda existencia física y mental en la filosofía budista, es temporal y el apego al Samjna y los otros Skandhas es la causa del sufrimiento.
"Las formaciones no son el alma. Si, oh monjes, las formaciones fuesen el alma, estas formaciones no conducirían a la aflicción y sería posible decir: ‘Qué mis formaciones sean así. Qué mis formaciones no sean así.’ Pero dado que, oh monjes, las formaciones no son el alma, éstas conducen a la aflicción y no es posible decir: ‘Qué mis formaciones sean así. Qué mis formaciones no sean así'."
Tampoco somos nuestros pensamientos, pues los mismos cambian momento a momento de acuerdo con nuestras sensaciones corporales y nuestras emociones, por lo que no podemos llamarlo nuestro "Ser" o Alma. La Volición o "Samskara" son las impresiones mentales sutiles que dejan todos los pensamientos, intenciones y acciones que un individuo ha experimentado alguna vez. "Samskara" es un término sánscrito, derivado de dos raíces; "sam", que significa "bien planificado" o "bien pensado", y "kara", que significa "la acción realizada". Como tal, se cree que las acciones realizadas con plena conciencia tienen el mayor impacto, dejando impresiones que son más fáciles de rastrear y repetir. Los Samskaras están por debajo del nivel de conciencia normal y se dice que son la raíz de todos los impulsos, rasgos de carácter y disposiciones innatas. En el Budismo, los samskaras se entienden como "formaciones" mentales, y son la base del desarrollo del Karma y el renacimiento, pues se alojan como "semillas" en la Octava Consciencia, de la cual hablaremos más adelante.
Nuestras sensaciones, percepciones y pensamientos, que son encapsulados por el próximo Skandha de la consciencia, atraviezan estados del Ser que el Budismo llama los Diez Mundos.
La Tradición Budista nos dice que nuestra consciencia (cuerpos, sentimientos y pensamientos) atraviezan por Diez Mundos o Estados del Ser. Estos son:
1. Infiernos - este es un estado gobernado por el sufrimiento extremo, la desoledad, la depresión y el daño propio y de los demás. Uno está aprisionado por el sufrimiento y carece por completo de libertad. Vivir es en sí mismo doloroso, y todo lo que vemos está coloreado por nuestra infelicidad y miseria.
2. Hambruna - este es un estado gobernado por una sed isaciable por objetos materiales, o afecto, o atención, o cualquier cosa que nos haga sentir "llenos" o "completos", aunque sea por un segundo, pero pasa al instante. Así, el mundo de los espíritus hambrientos es un estado en el que uno está espiritual y físicamente atormentado por un anhelo insaciable. En muchos aspectos, este mundo gobierna la sociedad actual.
3. Animalidad - este estado es gobernado por el miedo, la inseguridad, y los instintos primitivos animales. El mundo de los animales se caracteriza por la necedad en el sentido de estar movido por impulsos y preocupado sólo por el beneficio y la gratificación inmediatos: dormir, comer, y satisfacer los deseos sexuelas. En esta condición, falta la capacidad de emitir juicios morales y éticos. Este es el estado en el que viven la mayoría de las personas.
Debido a que los mundos del Infierno, la Hambruna y la Animalidad representan condiciones de sufrimiento, se les conoce colectivamente como los Tres Caminos del Mal.
4. Asuras - este es un estado gobernado por la guerra y la competencia. En la mitología india, los Asuras son demonios conflictivos. Una característica del mundo de los Ssuras, o el estado de vida de Animosidad y Perversión (una distorsión del carácter) es una obsesión con la superioridad personal o la importancia personal, una tendencia a compararse siempre con los demás y querer ser mejor que ellos. Las personas en este estado de vida ocultarán sus verdaderos sentimientos para congraciarse con los demás, adulándolos, engañándolos y distorsionando la razón. Este es el estado que gobierna el mundo corporativo y la política.
5. Humanidad - se supone que este estado está gobernado por el balance y la armonía, no siendo tan doloroso como los anteriores cuatro reinos, ni tan placentero como el siguiente, el Cielo, como para no preocuparse por los demás y la espiritualidad, lo cual lo hace el estado ideal para desarrollarnos y avanzar espiritualmente. El mundo de los seres humanos es idealmente un estado tranquilo, sereno y humano en el que nos esforzamos por controlar nuestros impulsos. Las personas en esta condición, idealmente, tienen conciencia del principio de causa y efecto y deberían ser lo suficientemente racionales como para saber la diferencia entre el bien y el mal. Sin embargo, este estado de vida es susceptible a condiciones externas negativas y no puede mantenerse sin un esfuerzo constante hacia la superación personal y el desarrollo personal, por lo que es más un ideal que una realidad, encontrándose la mayoría de las personas entre la Hambruna y la Animalidad. Este estado, entonces, refleja el comienzo del progreso personal, la Filosofía y el Humanismo.
6. Cielos - este estado es también llamado "Extasis", pues es gobernado por el placer y la paz. En la mayor, se cría de las religiones, e incluso en el Budismo, aquellos que realizan buenas acciones en su vida presente renacen como deidades en el reino celestial. Sin embargo, esa alegría no es duradera. Se desvanece y desaparece con el paso del tiempo y a medida que cambian las situaciones y se agota el buen karma, lo que hace que uno vuelva a renacer en alguno de los otros Reinos del Samsara. Este estado representa la llegada de lso seres de la Filosofía y el Humanismo a la Religión, como el Hinduismo, el Judaismo, el Cristianismo y el Islam ( y todas las religiones teístas).
Los mundos que van desde el Infierno hasta los Cielos se llaman el Samsara, y se ven fácilmente influenciados por circunstancias internas y externas, por lo que estos estados de vida no son verdaderamente libres ni autónomos. El Budismo anima a las personas a trascender los Seis Caminos y desarrollar un estado de felicidad autodeterminado a través de la práctica budista. Si llegamos al Dharma del Buda, podemos avanzar espiritualmente y elevarnos por encima de estos seis estados y progresar espiritualmente, alcanzando nuestro Despertar y salvación, en las cuatro fases o Cuatro Reinos Nobles del Nirvana. Estos son:
7. Shravakas - este estado es alcanzado cuando uno llega al Budismo y escucha con un corazón y mente abierta el Dharma, permitiendo que así uno elimine los puntos de vista erróneos del mundo y de uno mismo, permitiéndonos experimentar estados de paz y calma interna.
8. Pratyekabuddhas - este estado es alcanado cuando uno no solo llega al Budismo y estudia el Dharma, sino que lo pone en práctica en su vida, permitiendo una verdadera transformación espiritual.
Estos dos estados de vida, de Shravakas y Pratyekabuddhas, se caracterizan por la comprensión del principio de causa y efecto y la verdad de que nada en la vida es permanente. Ésta es la base de la comprensión de que el apego a diversas cosas es una fuente de sufrimiento y que eliminar el apego conduce a la liberación. Los mismos pertenecen y representan la llegada de las personas al Budismo Hinayana (Theravada). Sin embargo, ambos aun buscan el bienestar y la salvación personal, por lo que no reflejan la Verdadera Naturaleza de la Realidad; no muestran una real comprensión del Verdadero Dharma ni una transformación real en su vida.
9. Bodhisattvas - este estado refleja un conocimiento más real y verdadero del Budismo; el despertar del deseo altruista de salvar a todos los seres, pues vemos que todos estamos interconectados. La gente en el mundo de los Bodhisattvas se esfuerza por alcanzar la Iluminación del Buda. Los Bodhisattvas se caracterizan por la compasión y el altruismo: una empatía por el dolor y la tristeza de los demás y el deseo de ayudarlos a aliviar ese sufrimiento y encontrar la alegría.
10. Budeidad - este es el estado supremo de la vida. El estado de la Budeidad describe el estado de vida más supremamente noble que un ser vivo puede manifestar. Sin embargo, para nosotros, los seres humanos (quienes no somos el Buda Eterno ni sus manifestaciones plenas personales), no es un estado de ser sobrehumano o sobrenatural. Este estado es alcanzado cuando comprendemos que somos uno con el Buda Eterno, que todos los seres son una manifestación de su Vida Eterna, y que todo en el Cosmos está interconectado; es una Unidad Fundamental. Es la trascedencia de nuestra Ignorancia Fundamental.
Aunque el estado de vida de la Budeidad es originalmente inherente a cada uno de nosotros, es difícil manifestarlo en nuestra vida diaria. Es por eso que el Buda vino al mundo y nos legó su Dharma Eterno de Salvación, el cual posee las herramientas que nos permiten hacer surgir el mundo de la Budeidad Innata en cualquier momento, independientemente de nuestra situación y circunstancias. Así, el Nirvana no es realmente un lugar, sino un estado del Ser, el estado supremo de la Budeidad, donde podemos seguir renaciendo en el Samsara y en todos los universos para realizar la labor salvífica del Buda por la eternidad. Este estado de vida de Budeidad puede describirse en términos contemporáneos como un estado de felicidad absoluta e indestructible que no se ve afectado por cambios o dificultades circunstanciales. Aunque esto no implica estar libre de sufrimientos y problemas, sí indica la posesión de una fuerza vital vibrante y robusta y una sabiduría abundante para desafiar y superar todos los sufrimientos y dificultades que podamos encontrar. Esto nos permite transformar el Sufrimiento, la Impermanencia, la Impureza y el No-Ser, en las Cuatro Virtudes Iluminadas de Felicidad, Eternidad, Pureza y Verdadero Ser.
Todos los seres poseen un Reino o Estado del Ser raíz, el cual es el estado de consciencia predominante en la vida de la persona, pero igualmente, todos podemos experimentar cualquiera de los otros nueve mundos en cualuier momento en base a nuestro estado interno y estado externo, nuestras circunstancias. Es por eso que cada munco posee los otros nueve. Esta es la doctrina de la Mutua Interpenetración de los Diez Mundos. Los mismos, multiplicados por los Tres Reinos del Ser, que son la vida vista desde tres puntos de vista diferentes y explica la existencia de vidas individuales en el mundo real. Estos son el Ser (Agregados o mundo interno de la persona), los Seres (nuestras circunstancias cercanas) y el Ambiente (sociedad o circunstancias lejanas), y nos dan 3,000 estados del ser o posibilidades. Esta es la doctrina Tendai de los Tres Mil Mundos en un Instante (Ichinen Sanzen).
Regresando al Sutra, ya hemos visto que no podemos apegarnos a nuestro cuerpo y sus sensaciones, ni a nuestras emociones, ni pensamientos ni voliciones, pues ninguno de estos son nuestro ser, nuestro Alma, sino que son cosas impermanentes que cambian de acuerdo a las circunstancias internas y externas. Sin embargo, hoy día (como ha sido a través de la historia de la humanidad), muchas personas no pueden ver más allá de estos, y los toman como su "Ser". Aunque estos son impermanentes y no son nuestro "yo", aun queda un Skandha, la consciencia.
"La conciencia no es el alma. Si, oh monjes, la conciencia fuese el alma, esta conciencia no conduciría a la aflicción y sería posible decir: ‘Qué mi conciencia sea así. Qué mi conciencia no sea así.’ Pero dado que, oh monjes, la conciencia no es el alma, ésta conduce a la aflicción y no es posible decir: ‘Qué mi conciencia sea así. Qué mi conciencia no sea así'."
Finalmente llegamos al quinto Skandha, la consciencia, la cual tampoco es nuestro "Ser" o Alma. Finalmente, la Consciencia o "Vijnana" es el desencadenante de Vedana, Samjna y Samskara; es la fuerza vital o conciencia limitada del individuo. La misma es una abstracción limitada en el espacio y el tiempo de la Consciencia Universal (Amala Vijnana). ¿Por qué el Buda nos dice en el párrafo anterior: "Si, oh monjes, la conciencia fuese el alma, esta conciencia no conduciría a la aflicción"? Porque la fuente de la consciencia individual es la Consciencia Universal, la Budeidad. La Consciencia se puede dividir en las Nueve Consciencias. El Buda nos dice que, tras la muerte, estos Cinco Skandhas se disuelven; no son nuestro "Ser". Pero hay un aspecto de la consciencia que trasciende la muerte y sí es nuestro Verdadero Ser.