Bienvenido a la Tierra Pura de la Luz Serena, un recurso sobre el Verdadero Budismo (一乘佛教), y sus posteriores ramificaciones, a la luz de las Enseñanzas Perfectas y Completas (圓教). Aquí presentamos el Budismo como religión, filosofía y estilo de vida, con énfasis en la Teología Budista (Budología), aspirando a presentar el Budismo balanceadamente entre la academia (estudios budistas) y la devoción, desde el punto de vista de una escuela tradicional de Budismo japonés (Escuela del Loto Reformada) y las enseñanzas universales del Sutra del Loto (法華経).


miércoles, 3 de septiembre de 2025

El Verdadero Significado de los Preceptos del Bodhisattva: El Tratado sobre los Preceptos del Bodhisattva del Sutra de la Red de Brahma del Gran Maestro Annen - Parte I

 


La obra "Tratado sobre la Transmisión de los Preceptos del Bodhisattva" constituye uno de los textos más relevantes del corpus del Gran Maestro Annen (841–889), monje de la escuela Tendai durante la era Heian, y discípulo en la línea del Gran Maestro Saicho (Dengyo Daishi, 767–822), fundador del Budismo Tendai en Japón. Annen fue uno de los principales sistematizadores de la tradición esotérica dentro de la escuela Tendai (Taimitsu), y se destacó como un pensador enciclopédico que abordó tanto las doctrinas exotéricas como las esotéricas.

La obra surge en el marco de una disputa importante sobre la naturaleza de los Preceptos dentro del Budismo japonés. Saicho había defendido que los monjes ordenados en el Monte Hiei recibieran directa y únicamente los Preceptos del Bodhisattva según el Sutra Brahmajala (Sutra de la Red de Brahma), dejando de lado la dependencia exclusiva de los Preceptos del Vinaya Hinayana. Este planteamiento transformó la noción de monacato en Japón, colocando en el centro los ideales del Bodhisattva y una visión gradual pero universal de la Budeidad.

El Gran Maestro Annen, como heredero intelectual, se propuso elaborar un sistema más amplio y justificado doctrinalmente. Su Tratado responde a la necesidad de ofrecer no solo un manual de transmisión de Mreceptos, sino también un tratado enciclopédico que enlaza la teoría de los Preceptos con la estructura doctrinal de la escuela Tendai, con la clasificación de las enseñanzas (Cinco Periodos y Ocho Enseñanzas) y con las síntesis propias del esoterismo (Mikkyo).

El texto está dividido en tres volúmenes. El volumen superior se ocupa de sentar las bases doctrinales y litúrgicas de la transmisión de los Preceptos del Bodhisattva, comenzando con un prólogo donde Annen recuerda la transmisión de los Preceptos en Japón, desde Ganjin (el monje chino que estableció la primera Plataforma de Preceptos en Nara), hasta las reformas de Saicho y la institucionalización de los Preceptos en el Monte Hiei. A partir de allí, Annen desarrolla de manera sistemática los pasos de la transmisión ordinaria, organizando doce secciones: desde la introducción y la Triple Ttoma de Refugio, hasta la definición del maestro, el lugar, la enseñanza y la naturaleza de los Preceptos.

La obra no es meramente ritual o ceremonial. Si bien presenta fórmulas litúrgicas y pautas para la transmisión, su interés principal es doctrinal: mostrar la supremacía de los Preceptos del Bodhisattva sobre cualquier otra forma de disciplina, y justificar teológicamente que estos Preceptos son universales, indestructibles y equivalentes a la misma Naturaleza del Buda.

Annen insiste en que los Preceptos del Bodhisattva, una vez propiamente recibidos de un maestro de linaje, no se pierden nunca, incluso si son quebrantados; a diferencia de los Preceptos Hinayánicos, que pueden ser extinguidos por transgresión. Esta doctrina, heredada del Sutra del Brahmajala y del Sutra del Nirvana, subraya que la esencia de los Preceptos es la Naturaleza Búdica, el Espíritu del Buda Eterno (Mahavairocana) presente en todos los seres.

La originalidad de Annen en este Tratado radica en cómo articula la teoría de los Preceptos dentro de la gran arquitectura doctrinal Tendai. Su tratamiento no se limita a un manual de reglas éticas, sino que convierte los preceptos en una clave hermenéutica para comprender todo el Edificio del Dharma.

En primer lugar, Annen clasifica los Preceptos según las Cuatro Enseñanzas Tendai. Las palabras del Buda se revelan con múltiples matices, adaptándose a las diferentes capacidades de los seres. El Gran Maestro Chih-i comprendió que esta diversidad no era fragmentación, sino expresión gradual del mismo Vehículo Único (Ekayana). Para guiar a los discípulos en la comprensión del Canon, estableció la doctrina de las Cuatro Enseñanzas: la Enseñanza Pequeña, la Común, la Distinta y la Perfecta. Estas enseñanzas no son compartimentos cerrados, sino etapas y niveles de profundidad en la revelación de la Verdad, que culminan en la visión perfecta e inclusiva del Sutra del Loto. Esto significa que existen Bodhisattvas de la Enseñanza Pequeña, Común, Distinta y Perfecta, cada uno con un modo de recibir y practicar los Preceptos. En su visión:

  • La Enseñanza Pequeña corresponde a la perspectiva del Hinayana, en la cual se enseña que todo es impermanente, vacío y carente de ser. Su meta es el Arhatado, la liberación personal de las ataduras de la Existencia. Aquí los discípulos, temerosos del ciclo de nacimientos y muertes, buscan extinguir el sufrimiento y alcanzar el Nirvana como cesación. Esta enseñanza, aunque limitada, cumple la función de medicina para quienes no pueden todavía soportar el peso de la revelación mayor. Chih-i no la desprecia, pero la reconoce como un paso inicial, como el alimento blando que se da a los niños antes de que puedan digerir el alimento sólido. Los Preceptos de la Enseñanza Pequeña se asocian con la disciplina gradual y las reglas que, aunque inspiradas en el Bodhisattva, siguen modelos hinayánicos.
  • La Enseñanza Común se refiere a las doctrinas de la Vacuidad y la inexistencia del yo aplicadas de manera general tanto en los textos Hinayana como Mahayana. Enseña que todos los fenómenos carecen de naturaleza propia y que, al comprender la Vacuidad universal, se trasciende la ilusión de la dualidad. Sin embargo, al ser una doctrina "común", no distingue todavía con claridad el camino del Codhisattva del camino del Arhat. Su visión, aunque elevada, tiende a la uniformidad abstracta, en la que todo se resuelve en la Vacuidad, sin alcanzar aún la plenitud de la integración que caracteriza a la enseñanza final. Los Preceptos de la Enseñanza Común unifican los Tres Vehículos, haciendo de los Preceptos una base de entrenamiento accesible a todos los practicantes.
  • La Enseñanza Distinta se refiere al Mahayana en su forma más elaborada y progresiva. Aquí se distinguen con claridad los grados del Camino del Bodhisattva: desde la generación de la Aspiración hasta la consumación de la Budeidad. Esta enseñanza resalta la acumulación de méritos y sabiduría a través de innumerables kalpas de práctica, diferenciando los métodos, las etapas y las capacidades. Es "distinta" porque reconoce la singularidad del Mahayana y su énfasis en la salvación universal. Sin embargo, sigue estando marcada por una visión gradualista, como quien asciende montaña tras montaña hasta llegar a la cumbre. Los Preceptos de la Enseñanza Distinta destacan la singularidad del camino bodhisátrico, con una estructura de etapas propia (las 52 Etapas del Bodhisattva).
  • La Enseñanza Perfecta es la joya culminante del sistema de Chih-i, manifestada plenamente en el Sutra del Loto. Aquí se enseña que todos los fenómenos, en su diversidad, son a la vez expresión de la Realidad Una; que no hay oposición entre el Samsara y el Nirvana, ni entre lo condicionado y lo incondicionado. Todo es comprendido desde la perspectiva de la Triple Verdad: Vacuidad, Convencionalidad y Camino Medio. En esta enseñanza, no existe un camino gradual separado, sino que cada instante y cada fenómeno contiene la totalidad del Despertar. Es perfecta porque no deja fuera nada, como un círculo completo que abarca a todos los seres en la Luz del Buda Eterno. Los Preceptos  de la Enseñanza Perfecta (Tradición del Loto - Tendai) identifican los Preceptos con la misma Naturaleza del Buda y con la Budeidad en este cuerpo, afirmando que no pueden ser quebrantados en sentido último, pues son idénticos a la realidad del Dharmadhatu.

En esta clasificación, Annen muestra la gradualidad y al mismo tiempo la universalidad de los Preceptos: cada nivel responde a la capacidad del practicante, pero todos confluyen en la Enseñanza Perfecta, donde los Preceptos son el Precepto-Joya de Diamante Inmóvil, indestructible como el vacío.

En segundo lugar, Annen enfatiza que los Preceptos no son simplemente prohibiciones o mandatos morales, sino una manifestación activa de la Naturaleza Búdica. Por ello, Annen cita pasajes del Sutra del Brahmajala y del Sutra del Nirvana para subrayar que, al recibir los Preceptos, los seres entran en la Familia de los Budas, ya se convierten en Hijos del Buda, y su posición espiritual está asegurada.

En tercer lugar, Annen une la doctrina de los Preceptos con la visión esotérica (Mikkyo): introduce el concepto de Samaya, el voto esotérico que todos los Budas comparten y que constituye el fundamento de los rituales de la Iluminación Súbita. De esta manera, los Preceptos del Bodhisattva no se limitan al nivel exotérico de la moralidad, sino que abarcan la dimensión ritual y cósmica de la Budeidad.

Finalmente, Annen sostiene que los Preceptos son, en sí mismos, vehículos de liberación universal. El que recibe los Preceptos dentro de la Tradición del Loto entra en la corriente de la Budeidad sin posibilidad de retroceso, aun si en la vida comete faltas. Mientras que en otras tradiciones el quebrantamiento de un Precepto puede anular la ordenación, en la tradición de Annen los Preceptos del Bodhisattva son indestructibles, pues forman parte de la Esencia misma del Dharma.

La Importancia de los Preceptos

El texto comienza con un Prólogo, donde leemos:

"Se dice en las palabras del Bodhisattva Maitreya: "En Oriente hay un pequeño país, en el cual solamente existen los linajes del Mahayana". Nuestro país de Japón es ampliamente reconocido como lugar donde se cumple la realización de la Budeidad. ¿Acaso no es esto una prueba evidente de aquel anuncio? Por esta razón, el Maestro Preceptor Ganjin fue quien, en su tiempo, estableció la transmisión del Tesoro de los Preceptos. Primero los otorgó a la Emperatriz y al Emperador, confiriéndoles el karman del Bodhisattva. Más tarde, siguiendo los métodos rituales de la disciplina monástica (Vinaya), transmitió también los textos de los Preceptos de los Shravakas.

"El Maestro del Monte Sagrado (Saicho), en sus tratados, estableció la Gran Disciplina, y conmovió a todos los cielos, recibiendo veneración universal. Fue considerado como el Camino Recto. Desde entonces, la comunidad de los que practican los Preceptos de los Shravakas se difundió ampliamente. Yo, sin embargo, también he generado en mí mismo el supremo y excelente corazón, idéntico al de los Bodhisattvas, sosteniendo así los Preceptos que residen en la Intención del Bodhisattva. En cada ocasión propicia, practico los Preceptos del Bodhisattva. En tiempos recientes, los lugares de mérito se han visto colmados de devoción hacia los Preceptos del Bodhisattva. En la resonancia entre el Camino y la respuesta de los seres, innumerables obras de Buda se han cumplido.

"En verdad, una sola enseñanza del Dharma puede convertirse en semilla a lo largo de innumerables kalpas. Mas si no se trata de la Vía Verdadera, temo que podría convertirse en engaño tanto para uno mismo como para los demás. Los rituales de los Preceptos compuestos por los antiguos maestros ya se cuentan en diez linajes diferentes. Algunos en forma extensa, otros en forma abreviada; unos centrados en lo parcial, otros en lo total; algunos auténticos, otros mezclados. Por ello, el practicante que busca la vía directa es conducido a recorrer sendas tortuosas durante incontables kalpas.

"Por esta razón, hoy he entretejido y armonizado las palabras y significados, dejando esta obra como herencia para los sabios venideros. Es necesario considerar el grado de madurez de cada ser y distinguir entre lo provisional y lo verdadero en la práctica de los Preceptos. Todo este comentario extenso tiene como propósito principal la guía y el esclarecimiento. Lo esencial debe ser contemplado, y lo accesorio dejado de lado según las circunstancias. No conviene abrir todo en exceso, para no fatigar el corazón de los oyentes."

El Prólogo del Tratado comienza con una cita atribuida al Bodhisattva Maitreya, que anuncia la existencia de un país oriental donde solo florece el linaje del Mahayana. Esta referencia es interpretada por Annen como una confirmación de la vocación espiritual del Japón: un lugar donde la realización de la Budeidad no es un ideal remoto, sino un destino compartido por la colectividad. Desde la perspectiva de la Budología de la Escuela del Loto Reformada, esta afirmación manifiesta el Misterio de la Historia Sagrada: cada nación y cada pueblo participa del despliegue de la Voluntad del Buda Eterno, y Japón, al recibir y custodiar la verdadera enseñanza pura del Mahayana, se convierte en un campo de méritos donde germinan las semillas de la Iluminación Universal.

El texto continúa evocando a Ganjin, el maestro venido de China en el Siglo VIII, quien estableció el sistema de ordenación en Japón. Su obra consistió en transmitir el tesoro de los Preceptos, primero en su dimensión mahayánica —el karman del Bodhisattva— y después en la dimensión de la disciplina monástica del Shravaka, a través del Dharmagupta Vinaya. Aquí Annen reconoce la función fundacional de Ganjin, pero también señala, implícitamente, la tensión entre dos formas de entender la vida religiosa: la disciplina de los Shravakas, vinculada al ideal de la liberación individual, y los Preceptos del Bodhisattva, cuyo horizonte es universal y que encarnan la compasión activa del Mahayana. La tradición Tendai, heredera de Saicho, se inclina decididamente hacia esta segunda opción, afirmando que los Preceptos del Bodhisattva constituyen el verdadero fundamento de la Sangha en la Era Final del Dharma (Mappo).

La mención de Saicho en el Prólogo es decisiva. Llamado por Annen "Maestro del Monte Sagrado", Saicho estableció la Gran Disciplina (daikai) en el Monte Hiei, defendiendo que la ordenación monástica debía realizarse únicamente a partir de los Preceptos del Bodhisattva según el Sutra del Brahmajala. Por ello, Saicho abolió el Vinaya Hinayana que es usado aun hoy día en todo Asia. Esta decisión transformó profundamente la estructura del Budismo Japonés, haciendo del ideal del Bodhisattva —no del Shravaka— el corazón de la vida religiosa. Annen no se limita a citar este precedente histórico, sino que lo eleva a la categoría de dogma: los Preceptos del Bodhisattva no son un camino opcional, sino el Camino Recto que conmueve a los cielos y recibe veneración universal.

El Prólogo también muestra un tono confesional. Annen habla en primera persona: "yo también he generado en mí mismo el supremo y excelente corazón… y practico los Preceptos del Bodhisattva". Aquí se manifiesta no solo la voz del maestro doctrinal, sino también la del practicante que da testimonio de su compromiso personal con el ideal del Bodhisattva. Este pasaje refleja una espiritualidad viva, donde teoría y praxis se entrelazan. Los Preceptos no son normas externas, sino una forma de existencia inspirada en la intención del Bodhisattva (Bodhicitta), que se ejercita en cada circunstancia como respuesta a los seres y al mundo.

La advertencia de Annen sobre la proliferación de linajes rituales de Preceptos revela su preocupación por la fidelidad doctrinal. Reconoce que los antiguos maestros compusieron rituales diversos —algunos extensos, otros abreviados; unos auténticos, otros mezclados—, lo cual ha conducido a cierta confusión. Desde la óptica de la Escuela del Loto Reformada, esta multiplicidad refleja la sabiduría de los upaya (medios hábiles) del Buda, pero también plantea el riesgo de desviar al practicante de la vía directa hacia la Budeidad. Por eso, Annen se propone "entretejer y armonizar las palabras y significados", es decir, componer un compendio sistemático que oriente a los futuros maestros y discípulos hacia la práctica auténtica de los Preceptos del Bodhisattva.

Finalmente, el Prólogo subraya que lo esencial debe ser conservado y lo accesorio dejado de lado, evitando la fatiga de los oyentes. Este principio pedagógico tiene una resonancia doctrinal profunda: en la multiplicidad de enseñanzas y rituales, lo que debe brillar es el núcleo de la fe, el estudio y la práctica, que conducen al despertar de la Naturaleza del Buda. La obra, entonces, no es un tratado más sobre Preceptos, sino un espejo doctrinal y práctico, un faro para guiar al budista en la Era Final del Dharma, donde la confusión amenaza con desviar el Camino.

La Dificultad de Recibir los Preceptos

Luego del Prólogo, comienza el cuerpo del Tratado, donde leemos:

"Se dice también: El Maestro de las Tres Colecciones, Dharmamitra sin augurios, conservaba los Preceptos del Bodhisattva y vino a transformar en Xiliang. En aquel tiempo, hubo un monje llamado Fajin que pidió recibir los Preceptos del Bodhisattva y solicitó asimismo el texto de los preceptos. El Maestro de las Tres Colecciones dijo: 'Los hombres de este país son toscos. ¿Cómo podrían ser recipientes adecuados para el Camino del Bodhisattva?'. Y no quiso transmitirlos. Fajin insistió con súplicas, pero no logró su propósito. Entonces, ante la imagen del Buda, estableció un voto solemne pidiendo los preceptos. Pasados siete días, tuvo un sueño en el que el Bodhisattva Maitreya le confirió personalmente los Preceptos y le entregó el texto. Además, fue capaz de recitarlo íntegramente. Al despertar, fue a ver al Maestro de las Tres Colecciones, quien al contemplar los signos extraordinarios, guardó silencio y exclamó con admiración: '¡En la tierra de los Han también existen hombres dignos!'. Entonces tradujo y publicó el texto de los preceptos, que coincidía palabra por palabra con lo recitado en el sueño de Fajin. De este modo se difundió la edición de los Preceptos del Bodhisattva según la versión Dichi, cuyo inicio lleva el verso de homenaje y reverencia.

"Hubo también otro monje llamado Daojin que pidió recibir los Preceptos del Bodhisattva. El Maestro de las Tres Colecciones tampoco le concedió permiso, sino que le ordenó primero arrepentirse. Cumplidos siete días y siete noches, Daojin insistió en recibir los Preceptos. El Maestro se enfureció y no respondió. Daojin continuó arrepintiéndose con perseverancia, y así lo hizo durante tres años, de principio a fin. Finalmente soñó que el propio Buda Shakyamuni le confería los Preceptos, y fue capaz de recitarlos todos. Al día siguiente quiso contar su sueño, pero antes de acercarse diez pasos, el Maestro de las Tres Colecciones ya lo sabía. Se levantó asombrado y proclamó: '¡Bien, bien! Ya has conmovido a los Preceptos; yo seré tu testigo'. Entonces, delante de la imagen del Buda, el Maestro explicó los Preceptos, y estos eran exactamente los mismos que Daojin había recibido en el sueño. En ese tiempo, el Maestro Daolang también, en la misma noche en que Daojin tuvo el sueño de los preceptos, tuvo el mismo sueño y recibió los Preceptos. Así surgió la edición de los Preceptos de Gaochang."

El relato de Dharmamitra y los monjes Fajin y Daojin no debe ser leído solo como crónica legendaria de transmisiones milagrosas, sino como una enseñanza doctrinal: la Ley de los Preceptos del Bodhisattva es tan sutil, tan profunda y tan estrechamente vinculada a la naturaleza búdica, que no puede ser transmitida sin una disposición espiritual previa. No basta el deseo externo; se requiere un corazón profundamente purificado por la confesión y madurado por la fe.

Fajin, al no ser considerado digno por Dharmamitra, se volvió directamente hacia el Buda mediante voto y súplica. Su perseverancia lo condujo a la visión onírica de Maitreya, quien le transmitió los Preceptos. Aquí se revela un principio esencial: los Preceptos no dependen únicamente de la mediación humana, sino que tienen su fuente en la Realidad Trascendente del Buda y los Bodhisattvas. La visión de Maitreya es, en términos budológicos, la irrupción de lo eterno en la historia, signo de que la naturaleza de Buda en Fajin ya estaba madura.

Daojin, por su parte, representa la vía de la purificación prolongada: tres años de arrepentimiento, hasta que Śākyamuni mismo le otorga en sueños los Preceptos. La lección aquí es que la confesión constante y la purificación de la mente son las verdaderas puertas de acceso al Dharma. La disciplina no se recibe como simple formalidad ritual, sino como fruto de la transformación interior. En ambos relatos, el sueño no es mero símbolo, sino un espacio de revelación budológica. El Buda y los Bodhisattvas, al aparecer en sueños, muestran que la transmisión de los Preceptos pertenece al ámbito de lo invisible, y que la dimensión del Dharma no está limitada al mundo físico. El hecho de que el Maestro de las Tres Colecciones reconociera la validez de las experiencias oníricas, confirmándolas públicamente, indica que los Preceptos del Bodhisattva pueden manifestarse por vías no convencionales, cuando el corazón del devoto ha madurado.

"Debemos saber que la Ley de los Preceptos del Bodhisattva es difícil de recibir y de comprender para las capacidades comunes. En la India, incluso existen seguidores de doctrinas externas que no creen en el Camino del Buda, así como hay seguidores del Pequeño Vehículo (Hinayana) que no creen en el Gran Vehículo (Mahayana). En la Gran Dinastía Tang también hay doctrinas que no aceptan el Budismo, y hay discípulos del Pequeño Vehículo que no aceptan el Mahayana. Pero en nuestro país de Japón todos creen en el Gran Vehículo, y no hay ni una sola persona que no desee convertirse en Buda. El Yogacarabhumi-Shastra dice: 'En el oriente hay un país donde solo existen seres de gran capacidad'. ¿Acaso no se refiere a nuestro país? El Satra Anguttara dice: 'Quienquiera que escuche el nombre del Buda Shakyamuni, aunque aún no haya generado la Mente de la Iluminación, ya es un Bodhisattva'. ¿Quién en nuestro pueblo no sería un Bodhisattva? Así, al desear recibir los Preceptos, es necesario generar un corazón profundo. Cuando este corazón profundo madura, entonces la Ley de los Preceptos puede manifestarse. Yo seré testigo de ello. Sepamos que el Maestro de las Tres Colecciones fue en tiempos testigo de los votos de Daojin."

Tras estos relatos ejemplares, el texto enfatiza la dificultad y la rareza de recibir los Preceptos, subrayando que incluso en la India o en la China Tang existían resistencias: doctrinas externas que rechazaban al Buda, discípulos del Pequeño Vehículo (Hinayana) que negaban el Mahayana. Sin embargo, en Japón —afirma Annen— no hay nadie que no crea en el Gran Vehículo ni que no aspire a la Budeidad. Aquí aparece un motivo budológico profundo: Japón es interpretado como tierra especialmente dispuesta para la plena acogida del Mahayana.

El uso del Yogacarabhumi-Shastra y del Anguttara Nikaya como prueba confirma esta visión: el primero anuncia un país oriental habitado solo por seres de gran capacidad; el segundo afirma que quien escucha el nombre de Shakyamuni ya es un Bodhisattva, aunque no haya generado la Mente de la Iluminación. Desde la perspectiva budológica, estos textos legitiman la idea de que la recepción universal de los Preceptos en Japón no es casualidad histórica, sino cumplimiento de una profecía y revelación de la Providencia del Buda Eterno.

Así, el requisito de "generar un corazón profundo" para recibir los Preceptos no significa excluir, sino abrir: todo ser humano, al despertar su fe sincera, se convierte en recipiente adecuado. La maduración del corazón es la condición universal que transforma incluso la petición más simple en acto sagrado.

"En cuanto a las asambleas en las que se solicitaron los Preceptos del Bodhisattva en tiempos del Buda, durante la predicación del Sutra del Brahmajala (Bonmokyo), acudieron todos los Bodhisattvas, los dieciocho Brahmas, los dioses de los seis Cielos del Deseo, los dieciséis grandes reyes, los príncipes reales, los ministros, los monjes y monjas, los hombres y mujeres laicos, todos ellos vinieron a escuchar los Preceptos del Bodhisattva. En la transmisión de los Preceptos de la Conducta Pura, asistieron los Bodhisattvas, los dioses de los cielos de la morada pura, de la luz sonora y del más allá del pensamiento. En la Contemplación del Corazón de la Tierra se encontraban Bodhisattvas, discípulos de los dos vehículos, dioses de los cielos del deseo y de la forma, reyes universales, reyes de los países, mujeres, las ocho clases de seres, fantasmas hambrientos, animales, el Rey Yama y los guardianes del Infierno, todos escuchando los Preceptos del Bodhisattva. En el Sutra de los Reyes Benevolentes, incluso los seres de los cielos sin forma participaron. Durante los discursos de los Sutras del Mahayana, los sabios Vasu atrajeron a multitudes del Infierno para que escucharan el Dharma.

"Sin embargo, se dice también: que los seres de los Cielos Sin Forma y de la morada pura son solamente pequeños y no pueden retornar; que los de las doctrinas externas del no-pensamiento son solo erróneos y no pueden generar fe. Se dice también en el Sutra de las Acciones Fundamentales: 'Los seres de los Seis Caminos pueden recibir los Preceptos; aquellos que pueden comprender el lenguaje pueden recibirlos y no los perderán'. Así, aunque en los cielos sin forma esto no se declare explícitamente, de manera secreta no hay obstáculo. El Sutra del Tesoro de Vacuidad dice que los dioses de la morada pura recibieron directamente los Preceptos de labios del Buda. En cuanto a los de las doctrinas externas del no-pensamiento, si en algún momento surgen pensamientos, pueden llegar a generarlos. Los hombres del norte, ignorantes y bulliciosos, y los seres de los Tres Caminos de Gran Sufrimiento, que no comprenden el lenguaje, no pueden recibirlos. Pero los de los Tres Caminos de Sufrimiento más ligero sí pueden recibir los Preceptos."

El texto despliega un panorama impresionante: cada transmisión de los Preceptos del Bodhisattva —ya sea en el Sutra del Brahmajala, en el Sutra de la Conducta Pura, en la Contemplación del Corazón de la Tierra o en el Sutra de los Reyes Benevolentes— no fue un acto restringido a un círculo monástico, sino una asamblea cósmica. En ella estaban presentes Bodhisattvas de alto grado, devas de múltiples cielos, reyes humanos, ministros, mujeres, laicos, las ocho clases de seres, fantasmas hambrientos, animales, los guardianes del infierno e incluso el mismo Rey Yama.

La budología que aquí se revela es la de un Dharma universal e inclusivo: los Preceptos no son monopolio de los sabios o de los puros, sino patrimonio de todo ser sintiente. De este modo, la ética del Bodhisattva se extiende más allá del campo humano, alcanzando también a los animales, a los espíritus y a los moradores de los Infiernos. Esta afirmación, aunque escandalosa para quienes conciben la moral en términos restrictivos, es coherente con la doctrina de la Naturaleza Búdica Universal: todos los seres poseen la Semilla del Despertar, y los Preceptos no hacen sino recordarles su condición intrínseca.

Los ejemplos son numerosos y provocadores. Los devas de los Cielos Sin Forma, los habitantes de la morada pura y hasta los seguidores de doctrinas externas del no-pensamiento, todos ellos aparecen mencionados en relación con los Preceptos. Aunque algunos textos señalan que su capacidad de conversión es limitada, otros pasajes aseguran que mientras exista la facultad de comprender —aunque sea de modo secreto o latente—, la semilla de los Preceptos puede transmitirse. Aquí el texto juega con la tensión entre exclusión y universalidad, y la resuelve siempre hacia la apertura: allí donde el lenguaje puede ser entendido, allí los Preceptos pueden recibirse.

Los Preceptos no son meras normas externas: son la expresión de la mente que se vuelve clara y compasiva bajo la luz del Dharma. El Gran Maestro Chih-i, en su sistema de las Cuatro Enseñanzas, nos muestra cómo el mismo acto de guardar los preceptos adquiere matices distintos según la profundidad de la enseñanza que se sigue. Desde la disciplina que busca cortar el mal en lo más inmediato, hasta la realización perfecta donde los preceptos no son ya reglas exteriores, sino la encarnación espontánea de la compasión y la sabiduría del Buda, todo se inscribe en esta escala progresiva. 

Ahora, no todos los Preceptos Budistas y sus transmisiones son iguales. Como Annen menciona, existen los Preceptos Budistas Hinayana y los Preceptos Budistas del Bodhisattva. Estos se subdividen en las Cuatro Enseñanzas mencionadas arriba:

1. Los Preceptos en la Enseñanza Pequeña - Aquí los Preceptos son entendidos como normas estrictas para contener las pasiones y evitar el mal. Tal como en el Hinayana, se observan para no cometer faltas y así liberarse del sufrimiento del samsara. Guardar los Preceptos significa abstenerse de matar, robar, mentir, etc., con el fin de acumular pureza personal. Su finalidad es negativa: cortar las raíces del mal para alcanzar el Nirvana como extinción. El practicante se guía por el temor al castigo kármico y el deseo de liberación individual. Así, los Preceptos son vistos como murallas protectoras que separan al discípulo del mundo de la corrupción. Estos son los Preceptos dados hoy en el Theravada.

2. Los Preceptos en la Enseñanza Común - En este nivel, los Preceptos se comprenden desde la visión de la Vacuidad: todos los fenómenos carecen de naturaleza propia, incluso las transgresiones y las virtudes. Cumplir los Preceptos no es ya solo un asunto de conducta externa, sino un medio hábil para armonizar la mente con la Vacuidad. No matar, no robar, no mentir se entienden como modos de disipar el engaño y reconocer que no hay un "yo" separado que pueda poseer, dañar o engañar. Son "comunes" porque aplican tanto al discípulo del Vehículo Menor como al Bodhisattva Inicial, y reflejan la comprensión general de que la disciplina ética debe fluir de la visión de la realidad vacía. Estos son los Preceptos dados hoy en la mayoría de las escuelas Mahayana..

3. Los Preceptos en la Enseñanza Distinta - En la enseñanza distinta del Mahayana, los Preceptos se convierten en un camino positivo, que no solo evita el mal sino que cultiva activamente el bien. Aquí aparecen los Preceptos del Bodhisattva, que no son simplemente prohibiciones, sino votos para salvar a los seres, incluso a costa de sacrificios personales. Cada Precepto se entiende en función de las Etapas del Bodhisattva y se asocia con la acumulación de méritos y sabiduría a lo largo de innumerables eones. Así, guardar los Preceptos no es una cuestión de autocontrol únicamente, sino de transformar el propio cuerpo, palabra y mente en instrumentos del bien universal. Es "distinta" porque traza el camino diferenciado del Bodhisattva frente al de los Arhats. Estos son conferidos por unas pocas escuelas Mahayana.

4. Los Preceptos en la Enseñanza Perfecta - Finalmente, en la Enseñanza Perfecta, los Preceptos alcanzan su consumación: ya no son normas externas, ni siquiera medios graduales, sino la manifestación natural de la Budeidad Innata. En el Sutra del Loto, todos los actos del Buda son compasión pura, y así también el discípulo que entra en esta enseñanza observa los Preceptos sin esfuerzo, como una flor que irradia fragancia. Aquí los Preceptos son llamados los Preceptos de la Mente Única, pues no dependen de reglas impuestas, sino que surgen del reconocimiento de que el Samsara es el Nirvana y que cada acción es un campo de práctica. El practicante perfecto no necesita decidir si guarda o no los Preceptos: simplemente, su conducta es el Dharma mismo, porque ha comprendido la Triple Verdad y vive desde la realidad del Buda Eterno. Estos verdaderos Preceptos del Bodhisattva solo son otorgados por la Tradición del Loto.

Cuando el Gran Maestro Saicho llevó la enseñanza Tiantai a Japón en el Siglo IX y fundó la escuela Tendai, encontró que la ordenación monástica estaba regulada exclusivamente por los Preceptos del Hinayana, transmitidos en el Vinaya Dharmaguptaka. Según estos, el monje se ordenaba en un sistema rígido de reglas externas, que encarnaba sobre todo la visión de la Enseñanza Pequeña. Saicho, sin embargo, comprendió que el verdadero espíritu del Budismo, revelado en el Sutra del Loto, ya no podía limitarse a la disciplina propia de un camino individualista. Por ello propuso establecer en Monte Hiei una nueva forma de ordenación, basada únicamente en los Preceptos del Bodhisattva según el Sutra del Brahmajala, interpretados a la luz de la Enseñanza Perfecta. Con esto, colocaba a la Sangha japonesa directamente bajo el signo de la Gran Compasión y de la Budeidad Innata de todos los seres. De este modo, los monjes Tendai no solo evitaban el mal, sino que abrazaban un voto universal de salvación, en coherencia con la visión del Buda Eterno.

Saicho reconocía que los Preceptos Pequeños del Hinayana cumplían una función en los inicios del camino: controlar la conducta y apartar al practicante del mal. Pero advertía que permanecer en ese nivel era insuficiente para la era en que él vivía, pues corría el riesgo de crear monjes aislados, atentos solo a la pureza personal, pero desconectados de la misión de salvar a todos los seres. Así, veía estos preceptos como un "medio hábil" válido, pero provisional, correspondiente a la Enseñanza Pequeña. En cuanto a los Preceptos Comunes, que ponen el acento en la Vacuidad, Saicho también los reconocía como un estadio intermedio: quien comprende la Vacuidad de los fenómenos advierte que los Preceptos no tienen sustancia en sí, sino que son expedientes. Esto evita caer en rigideces legalistas, pero todavía no garantiza una dirección positiva y universal. Para Saicho, esta comprensión debía superarse con la visión distintiva y, sobre todo, con la perfecta.

Saicho hallaba un valor enorme en los Preceptos del Bodhisattva tal como aparecen en el Mahayana, especialmente en el Sutra del Brahmajala. Estos expresan la disciplina propia de quien se ha comprometido al voto de llevar a todos los seres a la Budeidad, y por tanto superan el marco del autocontrol Hinayana. No obstante, aunque los valoraba como un camino superior y propio del Mahayana, los veía todavía como ligados a un esquema gradual y diferenciado. Los Preceptos Distintos siguen marcando etapas y niveles, y en ello reflejan aún una cierta dualidad entre transgresión y observancia.

En los Preceptos del Bodhisattva, Saicho encontró el verdadero fundamento de la vida monástica y laical en su comunidad: los Preceptos Perfecto (Endonkai). Según esta visión, el simple acto de recibir los Preceptos es ya la entrada directa en la Budeidad, porque no hay diferencia entre la conducta del Bodhisattva y la del Buda Eterno. No se trata de evitar pecados por miedo al castigo, ni de acumular méritos por incontables kalpas, sino de reconocer que en este mismo cuerpo se encuentra ya la semilla y la plenitud de la Budeidad. El precepto perfecto es, en esencia, vivir en comunión con la mente del Buda Eterno, donde todo acto verdadero fluye como Dharma. Por eso Saicho insistía en que los monjes ordenados en el Monte Hiei no dependían de la disciplina Vinaya del Hinayana, sino que entraban directamente en los Preceptos del Sutra del Loto, que abarcan en un solo círculo la totalidad del camino. Esta visión transformó profundamente el Budismo Japonés y dio al Tendai su identidad propia como escuela del Loto. Si bien los Reformadores como Honen, Shinran, Eisai, Dogen y Nichiren recibieron los Preceptos del Bodhisattva, los mismos se diluyeron, pues los Reformadores cortaron su lazo con el Linaje Carmesí o Sanguíneo (Esencia del Dharma) con la Tradición del Loto. Por ello, no son transmitidos hoy en sus respectivas escuelas.

Así, podemos ver cómo las Cuatro Enseñanzas aplicadas a los Preceptos nos conducen desde la disciplina estricta de la Enseñanza Pequeña hasta la libertad compasiva de la Enseñanza Perfecta. Y Saicho, en continuidad con Chih-i, no se conformó con dejar esta clasificación en el plano teórico, sino que la aplicó a la vida real de su comunidad, estableciendo en Japón una ordenación nueva y definitiva: la de los Preceptos Perfectos del Sutra del Loto, la disciplina que no excluye nada, porque surge de la visión de que todos los seres son ya herederos de la Budeidad Innata.

El pasaje culmina con una declaración del Sutra del Brahmajala: no se debe discriminar en la transmisión. Reyes, príncipes, ministros, monjes, monjas, libertinos, prostitutas, esclavos, dioses, fantasmas, incluso seres transformados… todos son dignos de recibir los Preceptos si comprenden las palabras del Maestro del Dharma. Este universalismo ético coloca a los Preceptos del Bodhisattva en un nivel completamente distinto de las disciplinas particulares del Vinaya: ya no son prerrogativa de una comunidad cerrada, sino la Ley Suprema de la Vida, abierta a todos los rincones del Samsara.

"El Sutra del Brahmajala dice: 'Cuando un Hijo del Buda confiere Preceptos a otro, no debe hacer distinción alguna. Todos los reyes y príncipes, ministros, oficiales, monjes, monjas, hombres y mujeres laicos, libertinos y prostitutas, los dieciocho Brahmas, los dioses de los seis Cielos del Deseo, los de género indefinido o doble, eunucos, esclavos y siervos, y todas las clases de fantasmas y espíritus pueden recibir los Preceptos'. En tiempos del Buda, los seres de los Seis Caminos y las ocho clases de seres se manifestaban en forma humana para escuchar el Dharma. El Sutra del Loto dice: 'Dondequiera que un maestro del Dharma predique, yo enviaré seres transformados para escuchar'. El Sutra del Nirvana dice: 'En los últimos tiempos, veinte mil Bodhisattvas sostendrán el Mahayana'. Así, en la asamblea presente, los seres comunes y los santos se hallan entremezclados y no pueden medirse. El Sutra de las Diez Etapas dice: 'En cada codo de espacio vacío en las cuatro direcciones, existen seres sin forma en número equivalente al de los seres de los cuatro continentes'. Por tanto, ¿cómo se podría calcular la multitud invisible que se congrega en esta asamblea? En la transmisión universal de los Preceptos no se hace distinción alguna: cada cual, según su inclinación, se incorpora a una de las siete clases de discípulos, es decir, Bodhisattvas monjes, monjas, laicos, laicas, novicios, novicias y śikṣāmāṇās.

"Se dice también que, para los Preceptos de los laicos, no hay restricción alguna: todos los que comprendan el lenguaje pueden recibirlos. En cuanto a los Preceptos de los monjes, solo los hombres y mujeres humanos pueden recibirlos sin restricción. Así coincide con la disciplina de los Shravakas. En los textos no se distingue entre laicos y monjes, novicios o plenamente ordenados: simplemente se dice que pueden recibirlos. Según los pasajes posteriores, donde se enseña la conveniencia de vestir conforme a la costumbre, debe entenderse que tanto los laicos como los monásticos están incluidos. Sin embargo, hay dos modos de recibir la Ley. Según la disciplina, cuando se reciben mediante el procedimiento de los cuatro anuncios, es necesario discriminar y excluir a los de género indefinido, etc. Pero si se reciben en su conjunto mediante la Triple Toma de Refugio y las tres agrupaciones de Preceptos, entonces deben ser concedidos a todos, pues los textos no establecen distinción alguna. En ese caso, se permite recibir los Preceptos completos, aunque no se admite que tales personas se conviertan en monjes plenamente ordenados, del mismo modo que a los pañcaka se les permite recibir los cinco preceptos, pero no convertirse en asistentes masculinos de los monjes plenamente ordenados.

"Hoy, sin embargo, yo sostengo que no debe ser así. El Sutra del Buen Nacimiento dice que los Bodhisattvas laicos reciben los preceptos también mediante el procedimiento de los cuatro anuncios, y de este modo obtienen los preceptos. El Sutra del Nirvana dice: 'Quienes reciben los Preceptos seculares lo hacen mediante el procedimiento de los cuatro anuncios, y así obtienen los Preceptos'. El Diagrama de la Plataforma de Preceptos dice: 'La comunidad de los Preceptos del Bodhisattva no puede formarse sin el procedimiento de los cuatro anuncios'. Así sabemos que las siete categorías de discípulos Bodhisattvas reciben conjuntamente los preceptos mediante el procedimiento de los cuatro anuncios.

"Cuando los siete grupos los reciben juntos, hay tres modos de denominarlos. Primero, cada uno, según el Precepto que recibe, constituye una asamblea distinta. Por eso, el Sutra de las Acciones Fundamentales dice: 'Quien recibe una parte de los Preceptos es llamado un Bodhisattva Parcial; y quien recibe todos los preceptos en su integridad es llamado un Bodhisattva Pleno'. Segundo, los siete grupos en conjunto son llamados la Sangha de los Bodhisattvas. Así lo dice el Sutra del Nirvana: 'La Sangha significa armonía y unión. Hay dos clases de armonía: la armonía mundana, que es llamada la Sangha de los Shravakas; y la armonía en el sentido último, que es llamada la Sangha de los Bodhisattvas'. Los Bodhisattvas laicos de la disciplina pura son llamados la gran upāsaka-sangha, mientras que los Bodhisattvas monásticos son llamados la bhikṣu-sangha. Tercero, los siete grupos son todos llamados Tathāgatas. Así lo dice el Sutra del Brahmajala: 'Quien recibe los Preceptos del Bodhisattva entra en la posición de todos los Budas'. Aunque existen estas tres explicaciones, la tercera es la más verdadera. Pues estos son los Preceptos de Diamante del Tathagata: quien los recibe es llamado Buda."

Tras establecer la universalidad, el texto describe cómo los receptores de los Preceptos se organizan en siete grupos: monjes, monjas, laicos, laicas, novicios, novicias y śikṣāmāṇās. Pero a la vez, subraya que esta división es meramente convencional. En el nivel profundo, estos siete grupos constituyen una única Sangha del Bodhisattva. El Sutra del Nirvana fundamenta esta enseñanza: existe una armonía mundana, representada por la Sangha de los Shravakas, y una armonía en el sentido último, que es la Sangha de los Bodhisattvas. Esto significa que la verdadera comunidad no es la que comparte reglas externas, sino aquella que comparte el mismo corazón del Bodhisattva, unificado en la compasión y en la búsqueda de la Budeidad Universal.

El texto da un paso aún más osado: quien recibe los Preceptos del Bodhisattva entra directamente en la posición de los Budas. Así, los siete grupos pueden ser llamados no solo "Sangha", sino también "Tathagatas". Este es un punto doctrinal decisivo: los Preceptos no son meros votos éticos, sino la incorporación al Cuerpo mismo del Buda Eterno. Recibir los Preceptos equivale a entrar en la Familia de los Budas, ser Hijo del Buda, a participar ya de su dignidad y de su naturaleza.

"Así, tanto en la asamblea visible como en la invisible, todos los que desean recibir los Preceptos, si comprenden el sentido de mis palabras, entonces esa es la señal de que han recibido los Preceptos. Si no lo comprenden, deben saber que no son recipientes adecuados. El Sutra del Brahmajala dice: 'Quienes reciben los Preceptos del Buda, ya sean reyes, príncipes, ministros, oficiales, monjes, monjas, los dieciocho Brahmas, los dioses de los seis cielos del deseo, los hombres comunes, los eunucos, los libertinos, las prostitutas, los esclavos, las ocho clases de seres, los fantasmas, los dioses vajra, los animales, e incluso los seres transformados, siempre que comprendan las palabras del Maestro del Dharma, todos reciben los Preceptos y son llamados los primeros entre los puros'.

"Y también el Sutra de la Conducta Pura dice: 'Los seres de los Seis Caminos reciben los Preceptos. Mientras comprendan el lenguaje, los Preceptos no se pierden'. Estos son llamados los Preceptos Verdaderos de la Práctica. ¿Pueden comprenderlos o no?"

El texto afirma con solemnidad: "En la asamblea visible e invisible, todos los que desean recibir los Preceptos, si comprenden el sentido de mis palabras, entonces esa es la señal de que han recibido los Preceptos. Si no lo comprenden, deben saber que no son recipientes adecuados". Esta afirmación condensa uno de los principios más audaces de la ética del Mahayana: la comprensión misma del Dharma constituye la recepción efectiva de los Preceptos. Si bien es necesario un rito externo, y la presencia física de un maestro ordenante, lo más importante es si el oyente ha interiorizado el sentido de las palabras. La recepción ocurre en el corazón, allí donde la intención se transforma en compromiso.

La clave budológica es que los Preceptos del Bodhisattva no son leyes impuestas desde fuera, sino expresión de la Naturaleza Búdica inherente. Cuando un ser reconoce y comprende el sentido de los Preceptos, no hace más que despertar a lo que ya estaba inscrito en su propio ser desde siempre. Por eso el texto insiste: si no hay comprensión, es señal de que aún no se es un recipiente adecuado; pero si hay entendimiento, aunque sea parcial, ya se ha realizado la recepción. De esta manera, la transmisión de los Preceptos no depende del lugar, del tiempo ni de las condiciones externas, sino de la maduración interior del corazón. Aquí se enlaza nuevamente con los relatos de Fajin y Daojin: el sueño revelador no es un añadido milagroso, sino la confirmación de que su mente ya había asimilado profundamente la ley de los Preceptos.

La expresión "Preceptos Verdaderos de la Práctica" es fundamental. No se trata de votos formales que pueden ser quebrantados como un contrato externo. Son la misma práctica de la Verdad en el seno de la vida, una corriente de sabiduría y compasión que, una vez recibida, permanece como semilla indestructible. Incluso si el practicante cae, los Preceptos permanecen como principio latente, esperando el momento de germinar nuevamente. Este principio confirma lo que Annen subraya en otras partes de su obra: los Preceptos del Bodhisattva pueden ser infringidos, pero nunca se pierden; pueden oscurecerse, pero jamás extinguirse. Porque son inseparables de la Naturaleza del Buda, y esta es eterna.