En la vasta Tesorería del Dharma del Loto, encontramos un hermoso pasaje de la pluma del Gran Maestro Annen (841–889), figura central de la Tradición Esotérica dentro de la Escuela Tendai japonesa. Su tratado sobre la "Controversia de los Tiempos de la Enseñanza" constituye una de las síntesis más sofisticadas de la budología esotérica y de la hermenéutica de las escrituras budistas. En él, Annen se esfuerza por armonizar la tradición exotérica del Sutra del Loto y de la clasificación tiantai de los Cinco Periodos con la doctrina esotérica revelada en los dos grandes Mandalas de Mahavairocana, el del Reino del Diamante (Kongokai) y el del Reino de la Matriz (Taizokai). El pasaje citado es paradigmático, pues sitúa la historia de Shakyamuni dentro de un horizonte cósmico mayor, donde el Buda histórico es la encarnación del Buda Eterno, Mahavairocana.
Aquí se manifiesta con claridad la doctrina de la coincidencia de los tiempos: por un lado, el tiempo histórico de Shakyamuni que predica durante cincuenta años en Jambudvipa; y por otro, el tiempo eterno de Mahavairocana que, más allá de los tres tiempos, ilumina y enseña incesantemente a través de los Tres Misterios (cuerpo, palabra y mente). La controversia de los tiempos no se resuelve en una cronología lineal, sino en la comprensión de que todos los momentos son expresión del Dharma Eterno, y que los múltiples discursos del Buda obedecen a la compasión que adapta la verdad a los diversos grados de madurez de los seres. Veamos este breve pasaje:
"Se dice en la predicación que todos los Tathagatas manifiestan el Bodhicitta y realizan la Iluminación en el Palacio del Bodhicitta de las Cinco Sabidurías de Mahavairocana. En el Palacio del Dharma del Mandala del Reino del Diamante, dentro de las dieciocho asambleas, se expone esta enseñanza. En el Gran Mandala del Reino de la Matriz (Taizokai), en la primera de las dieciocho asambleas, se declara: “El Bodhisattva Samantabhadra recibió la enseñanza de Mahavairocana, y descendiendo a la tierra de Jambudvipa mostró los ocho aspectos de la realización del Camino, recibiendo entonces el nombre de Shakyamuni Tathagata”.
"Permaneció en este mundo por ochenta años, y durante cincuenta de ellos enseñó el Dharma. Según las condiciones, aplicó los medios hábiles de manera abreviada o extensa, exponiendo diferentes enseñanzas. A veces declaraba: “Soy uno de los quinientos Budas de la era afortunada (Bhadrakalpa)”. O decía: “Soy uno de los mil Budas que ahora existen”. O bien: “Soy uno entre los cien millones de Shakyas del Reino de la Flor de Loto”. También decía: “Soy uno entre los innumerables Tathagatas del mundo del Silencio”. O manifestaba: “Soy el Tathagata Omniluminoso que se asienta en el Trono del Loto”. O enseñaba: “Soy el Tathagata del Gran Benevolente, realizado desde un pasado inconmensurable”. Sin embargo, su realización interior siempre fue el cuerpo mismo de las Cinco Sabidurías, cuya esencia es igual en medida al Reino del Dharma.
El Sutra de Mahavairocana declara: “Sobrepasando los tres tiempos, la Luz del Tathagata otorga su poder. Así, Mahavairocana, mediante los Tres Misterios, en todo lugar y en todo tiempo, predica el Camino del Mantra a los seres sintientes”. Además, se manifiesta como los Bodhisattvas Samantabhadra y Lotos de Mano, difundiendo universalmente en los Diez Mundos el Camino del Mantra. Así, lo que en las Diez Etapas se cumple de manera gradual, aquí se consuma en esta misma vida. Entonces, los karmas y las semillas de los seres se extinguen, y de las semillas nacen los brotes del dDspertar.
"El maestro Acharya del Gran Monasterio de la Gran Virtud afirmó: “El Tathagata Mahavairocana, en su realización interior, enseña el Dharma en todo momento como una Gran Enseñanza Perfecta y Redonda”.
"En cuanto al Buda Shakyamuni que apareció en el mundo, manifestó exteriormente su presencia en Jambudvipa, adaptándose a una porción de los seres y predicando en un único tiempo. El Nacido del Dharma afirma: “Yo, el Tathagata del Gran Benevolente, compadecido de los extravíos de los Tres Mundos y de los Seis Destinos, de aquellos que siempre a través de los cinco agregados y los dieciocho elementos caen en el ciclo de nacimiento y muerte, que se aferran vanamente a las flores ilusorias de la vacuidad como si fueran reales, y que ignoran la joya en su propia túnica, decidí contraer mis huellas y manifestarme en el palacio de Tushita, descendiendo a la tierra de la India Central. Allí, como quien construye una ciudad ilusoria para guiar, o como quien usa excremento para atraer a los niños, adapté mis métodos. Cuando aquellos de gran naturaleza estaban maduros en su relación con el Dharma, entonces les enseñé los Tres Misterios. En ese momento, me retiré a la morada del Cuerpo de Recompensa en el Palacio de la Cúspide del Mundo de la Forma, y entrando en el Samadhi del Rey No Vacío, reuní a todos los sabios y abrí la Enseñanza Repentina de la Igualdad y la Maravilla, desechando el método gradual de los niveles”."
El pasaje abre con una afirmación profundamente esotérica: todos los Tathagatas manifiestan el Bodhicitta y realizan la Iluminación en el Palacio del Bodhicitta de las Cinco Sabidurías de Mahavairocana. Esto significa que la Iluminación no es un acontecimiento individual, sino un principio universal que surge en el seno mismo de la Sabiduría Primordial. El Palacio del Dharma, descrito en los mandalas esotéricos, es tanto un lugar visionario como una metáfora de la interioridad: es el corazón iluminado donde se revela la unidad de todas las formas de sabiduría en Mahavairocana. Así, la historia de Shakyamuni no es sino la dramatización terrenal de un Misterio Eterno.
Cuando el texto describe cómo el Buda Shakyamuni adopta distintas identidades —uno de los Budas del Bhadrakalpa, uno entre los mil Budas actuales, uno entre los Tathagatas de incontables mundos— está subrayando que su manifestación se multiplica según la necesidad. Aquí encontramos el principio de los upayas o medios hábiles: un solo Buda, pero múltiples rostros, para que los seres puedan escuchar y creer. Pero tras esta multiplicidad, Annen recalca una unidad esencial: "su realización interior siempre fue el cuerpo mismo de las Cinco Sabidurías, cuya esencia es igual en medida al Reino del Dharma". Con ello, se trasciende la contingencia histórica: el verdadero Shakyamuni es Mahavairocana mismo.
Cuando la tradición esotérica —recogida por Annen dentro de la herencia Tendai— habla de Mahavairocana como el Buda Eterno, no se refiere a un ser particular entre muchos, sino al principio absoluto de la Budeidad misma, el Dharmakaya (Cuerpo del Dharma) radiante que permea todo lo que existe. Mahavairocana no es simplemente "un" Buda en el tiempo, sino el Fundamento del Ser, de la Sabiduría y de la Compasión, la Matriz donde todos los Budas y Bodhisattvas encuentran su raíz. Así como el sol no necesita esforzarse para emitir su luz, así el Buda Eterno irradia incesantemente su iluminación, sin limitación de espacio ni de tiempo.
En este horizonte doctrinal, los Budas históricos, los Budas trascendentes y los Bodhisattvas de los diez mundos no son realidades separadas ni entidades autónomas. Son, más bien, emanaciones y facetas de la Mente Iluminada de Mahavairocana, espejos que reflejan distintos aspectos de la Verdad Una. Shakyamuni, Amitabha, Akṣobhya, Vairocana en sus distintas formas, Avalokiteśvara o Manjushri no constituyen centros aislados de devoción, sino modalidades de manifestación de un único foco de sabiduría y compasión. Cada uno de ellos responde a las necesidades concretas de los seres, como rayos coloreados de un mismo cristal transparente.
El Sutra de Mahavairocana y el Sutra de la Red de Brahma (entre muchos otros), ambos estimados en la tradición Tendai-Shingon, afirman que Mahavairocana despliega su actividad a través de innumerables cuerpos y formas. El Sutra del Loto, interpretado por el Gran Maestro Chih-i y heredado por Saicho, habla en la misma dirección cuando presenta al Buda como eterno, y a los Budas de los diez mundos como emanaciones del mismo Buda Unico. De este modo, se afirma una unidad esencial: no hay dos verdades ni dos realidades, sino un solo Buda que, por compasión, adopta múltiples semblantes.
Esta doctrina tiene una dimensión pedagógica: los seres humanos, atados a sus karmas y a sus limitaciones, no pueden contemplar de golpe la inconmensurabilidad de Mahavairocana. Necesitan figuras cercanas, historias comprensibles, nombres y formas que puedan inspirar fe. Por ello, el Buda se multiplica: se muestra como el compasivo Avalokiteshvara a quienes necesitan ternura, como el sabio Manjushri a quienes buscan discernimiento, como Amitabha a quienes anhelan esperanza en un mundo puro. Todas estas manifestaciones son, sin embargo, expresiones de un único Corazón Iluminado.
La cita del Sutra del Gran Sol refuerza este punto: Mahavairocana enseña constantemente, más allá de los tres tiempos, a través de los Tres Misterios. La enseñanza exotérica se ofrece en etapas y grados, como en las Diez Etapas del Bodhisattva; pero en el Camino Esotérico, la consumación es inmediata: "lo que en las Diez etapas se cumple de manera gradual, aquí se consuma en esta misma vida". Esto revela el corazón de la Budología Esotérica: la Iluminación no es un horizonte lejano, sino la actualización de lo que siempre ha estado presente en la raíz de nuestro ser. Las semillas de la ignorancia se transforman en brotes de sabiduría en el mismo terreno de la vida cotidiana, cuando se entra en comunión con los Misterios del Buda.
El Mandala Esotérico representa esta verdad de manera icónica. En el Mandala del Reino de la Matriz (Taizokai), Mahavairocana ocupa el centro, rodeado de círculos concéntricos de Budas, Bodhisattvas y deidades que no son sino sus emanaciones. Cada figura en el Mandala encarna un aspecto de su sabiduría: la Sabiduría de la Espejo, la de la Igualdad, la de la Discriminación, la de la Realización de la Actividad, y la Sabiduría de la Esfera del Dharma. Lo mismo ocurre en el Mandala del Reino del Diamante (Kongokai), donde los cientos de figuras que rodean al Buda central simbolizan la operación de su mente en todas direcciones y dimensiones de la Existencia. Contemplar el Mandala es entrar en la conciencia de que no existen Budas separados: todos son Mahavairocana manifestándose. El devoto aprende así a ver que cada figura de devoción, cada mantra, cada mudra, no es un fin en sí mismo, sino una puerta hacia la Realidad Una.
Annen recoge también la voz de maestros precedentes, como el Acharya del Da Xing Shan Si, quien afirmaba que la enseñanza de Mahavairocana es una “Gran Enseñanza Perfecta y Redonda”. Este adjetivo —perfecta y redonda (en japonés "Enman")— es fundamental en el Tendai y el Esoterismo, porque señala la totalidad inclusiva que no deja fuera nada, y que reconcilia lo gradual con lo repentino, lo histórico con lo eterno.
Finalmente, el pasaje contrasta la presencia "exterior" de Shakyamuni en el mundo con su realización "interior" como Mahavairocana. Las metáforas empleadas —la ciudad ilusoria, el excremento usado para atraer a los niños— evocan la habilidad compasiva del Buda para guiar a los seres con medios que responden a su nivel. Para quienes estaban maduros, reveló directamente los Tres Misterios; para otros, desplegó métodos adaptados. Pero en todos los casos, el trasfondo es el mismo: un Buda eterno, más allá de los tres tiempos, cuya luz es inagotable y cuya compasión se derrama en formas sin fin.
La doctrina de Mahavairocana como Fuente de todos los Budas y Bodhisattvas afirma que la multiplicidad no rompe la unidad, sino que la despliega. Los Budas trascendentes y los Bodhisattvas no son competidores ni centros autónomos, sino rostros del mismo Rostro, expresiones del mismo Silencio Iluminado. Para el devoto, esta enseñanza es motivo de gran confianza: no hay distancia insalvable entre su corazón y el Corazón del Buda, porque ese mismo Corazón que ilumina los Diez Mundos está latiendo en su interior.
El pasaje del Gran Maestro Annen nos conduce a una visión budológica en la que el problema de los "tiempos de la enseñanza" se resuelve en la eternidad del Dharma. No hay contradicción entre el Buda histórico y el Buda eterno, entre lo gradual y lo repentino, entre el Mandala esotérico y la predicación exotérica: todos son reflejos de la única Realidad del Buda. Para el devoto, esta enseñanza invita a ver en el mismo Shakyamuni —con su nacimiento, su predicación y su entrada en el Parinirvana— la encarnación de Mahavairocana, el Buda Omniluminoso que, mediante los Tres Misterios, sigue hablándonos aquí y ahora.
En este sentido, la "Controversia de los Tiempos" se transforma en una invitación a la práctica: a entrar en el Palacio del Bodhicitta que ya habita en nuestro corazón, a reconocer la joya en nuestra túnica, y a transformar nuestras semillas kármicas en brotes del Despertar que florecen en la Tierra Pura de este mismo mundo.
El genio doctrinal del Gran Maestro Annen consistió en tomar la riqueza del Tendai —centrada en el Sutra del Loto y en la clasificación de las enseñanzas en Cinco Periodos y Ocho Enseñanzas— y tejerla con la profundidad esotérica del Shingon (Vajrayana - Budismo Esotérico), donde Mahavairocana es proclamado como el Buda Eterno y Universal. En el Japón del Siglo IX, estas dos corrientes podían percibirse como divergentes: el Tendai, heredero de Chih-i, defendía la supremacía del Sutra del Loto como revelación final y completa; el Shingon, traído por Saicho y Kukai, afirmaba la superioridad del esoterismo del Sutra de Mahavairocana y del Sutra del Pico del Vajra. Annen, heredero de Saicho y profundamente instruido en textos esotéricos, no quiso que estas enseñanzas quedaran en conflicto, sino que buscó su armonización en una visión unitaria. Su doctrina de los "tiempos de la enseñanza" se convierte, así, en una clave para reconciliar lo exotérico y lo esotérico: el tiempo histórico de Shakyamuni pertenece a la esfera de la enseñanza gradual, adaptada a los hombres de capacidad limitada; pero el tiempo eterno de Mahavairocana es el de la Enseñanza Perfecta, donde los Tres Misterios revelan la Iluminación inmediata.
Para Annen, a diferencia de Kukai y la escuela Shingon, no hay contradicción entre afirmar que Shakyamuni es el Buda Eterno del Sutra del Loto y que Mahavairocana es el Buda Eterno del Esoterismo. Más bien, Shakyamuni es una de las facetas del Buda Eterno, la manifestación en el mundo de Jambudvipa de lo que Mahavairocana realiza en el Palacio del Bodhicitta. La visión Tendai del Sutra del Loto —que presenta a Shakyamuni como la encarnación del Buda Eterno, que predica desde el inconmensurable pasado— coincide, en su fondo, con la visión esotérica: ambos identifican la raíz de todos los Budas en un único Buda sin comienzo ni fin.
El paso decisivo de Annen es declarar que las enseñanzas exotéricas del Loto y las esotéricas del Mantra no se excluyen, sino que se iluminan mutuamente: el Loto muestra la universalidad del Vehículo Único y la eternidad del Buda; el Mantra muestra la inmediatez de los Tres Misterios y la consumación de la Budeidad en esta misma vida. Ambas enseñanzas, vistas desde el Dharma Eterno, se revelan como expresiones de la misma Fuente.
Aquí se enraíza la doctrina del Ekayana, el Vehículo Único: ya no hay dos enseñanzas (exotérica y esotérica), ni dos Budas (Shakyamuni y Mahavairocana), ni dos tiempos (histórico y eterno), sino un solo Buda manifestándose de modos diferentes según la capacidad de los seres. La multiplicidad de escuelas, textos y prácticas no es sino la multiplicidad de rayos de un único sol.
En este contexto, la Controversia de los Tiempos de la Enseñanza no es un mero debate cronológico —qué enseñanzas fueron predicadas primero o después— sino una cuestión Budológica: cómo se relaciona el tiempo histórico con la eternidad del Dharma. Annen responde que el tiempo histórico de Shakyamuni y el tiempo eterno de Mahavairocana son dos niveles de la misma Realidad. La enseñanza gradual, dispersa en periodos, responde a la compasión que se adapta; la enseñanza inmediata y perfecta del Mantra responde a la compasión que conduce directamente a la raíz. De este modo, la polémica entre la supremacía del Loto y la supremacía del Esoterismo se resuelve en una síntesis: ambos son manifestaciones del único Dharma Eterno, y ambos llevan, cada uno a su manera, al mismo reconocimiento del Buda Uno.
La Escuela del Loto Reformada, heredera de este espíritu, recoge esta síntesis anenniana: el Buda Eterno —llamado Mahavairocana en el lenguaje esotérico, Shakyamuni eterno en el Loto— es la Fuente única de todos los Budas y Bodhisattvas. No hay competencia entre devociones, porque toda devoción se dirige al mismo Corazón Iluminado. No hay jerarquía rígida entre prácticas, porque toda práctica auténtica abre una puerta a la misma Realidad. Para el devoto, esto significa vivir en la certeza de que el Buda que se venera en el altar, el Mantra que se recita, el Sutra que se lee, son todos emanaciones del mismo Misterio Eterno. Y significa también que la misión de la Sangha es ayudar a los seres a descubrir esa unidad, a transformar sus karmas en semillas de Iluminación, y a reconocer que este mismo mundo es ya el Reino del Buda.