Bienvenido a la Tierra Pura de la Luz Serena, un recurso sobre el Verdadero Budismo (一乘佛教), y sus posteriores ramificaciones, a la luz de las Enseñanzas Perfectas y Completas (圓教). Aquí presentamos el Budismo como religión, filosofía y estilo de vida, con énfasis en la Teología Budista (Budología), aspirando a presentar el Budismo balanceadamente entre la academia (estudios budistas) y la devoción, desde el punto de vista de una escuela tradicional de Budismo japonés (Escuela del Loto Reformada) y las enseñanzas universales del Sutra del Loto (法華経).


miércoles, 3 de septiembre de 2025

El Protector del Verdadero Dharma: El Gran Maestro Ryogen - Sermón Conmemorativo de su Natalicio

 


Hoy, en los templos en Japón, se celebra el natalicio del Gran Maestro Ryogen (912–985), venerado como Gansan Daishi. Su vida se erige como un puente entre la espiritualidad contemplativa de los primeros patriarcas del Monte Hiei y la urgente necesidad de defensa, tanto doctrinal como práctica, frente a las vicisitudes de la época. Él no solo encarnó el rol de abad esclarecido, sino que también se convirtió en símbolo de la protección del Verdadero Dharma, asegurando que la llama del Sutra del Loto no fuese apagada por las tormentas de la historia.

Ryogen nació en una época de profundas tensiones sociales y políticas, cuando el Budismo japonés se encontraba en proceso de consolidación frente a las demandas del Estado y los desafíos de la vida monástica. Desde muy joven, ingresó en el monte Hiei, cuna de la tradición Tendai fundada por Saichō. Allí, se nutrió de las prácticas meditativas del Gran Maestro Chih-i y de las disciplinas esotéricas heredadas de la integración con el Mikkyo, lo que le permitió formarse como un monje versado tanto en la meditación silenciosa como en los rituales protectores.

Pronto destacó por su rigor ascético y su capacidad de liderazgo. Fue nombrado Abad (Zasu) de Enryaku-ji, el monasterio central del Monte Hiei, en un tiempo de gran turbulencia. Su gobierno se extendió por casi dos décadas, durante las cuales estableció una disciplina férrea que aseguraba la preservación del espíritu original del Gran Maestro Saicho.

Cuando Ryogen asumió el cargo de Abad de Enryaku-ji en el año 966, el Monte Hiei no era únicamente el principal centro monástico de estudio y meditación de Japón, sino también un escenario de tensiones políticas, rivalidades sectarias y amenazas externas. La capital Heian dependía espiritualmente de la legitimidad de este monasterio, pero a su vez lo temía por su creciente poder. En medio de esta situación, Ryogen comprendió que la preservación del Verdadero Dharma —el Sutra del Loto y la tradición de Saicho— exigía no solo un refinamiento doctrinal, sino también una firmeza institucional.

Desde el inicio de su gobierno, estableció estrictas regulaciones que buscaban devolver el espíritu monástico a una vida de pureza. Estas ordenanzas —llamadas a veces "Ryogen Shiki"— prohibían conductas corruptas, como la búsqueda de privilegios mundanos, el descuido de la práctica ascética o el uso indebido de recursos del monasterio. En ellas se manifestaba un doble ideal: la fidelidad al camino contemplativo de la meditación y la conciencia de que el monasterio debía ser una fortaleza viva que resguardara la transmisión del Dharma en un tiempo convulso.

Uno de los rasgos más sobresalientes de Ryogen fue su compromiso con la defensa del Verdadero Dharma. No se trataba solamente de custodiar textos o rituales, sino de garantizar que la Sangha permaneciera firme frente a las amenazas externas e internas. Se le atribuye la organización de los monjes guerreros (Sohei), cuya presencia, aunque polémica, representaba la convicción de que el Dharma debía ser protegido no solo con argumentos, sino con fuerza cuando las circunstancias lo requerían. Estos hombres, que no eran simples mercenarios, eran monjes entrenados en armas con el fin de resguardar a Enryaku-ji de agresiones externas, ya proviniesen de otras escuelas budistas rivales o incluso de facciones políticas de la corte imperial.

Aunque los Sohei se harían célebres en épocas posteriores —sobre todo en los Siglos XI y XII, cuando descendían a la capital portando los estandartes del Sutra del Loto para exigir justicia—, sus raíces se remontan al tiempo de Ryogen. Bajo su dirección, el Monte Hiei no solo se convirtió en un centro de estudio y práctica, sino también en una fortaleza espiritual y material, custodiada por quienes veían en la defensa armada una extensión de su compromiso con el Bodhisattva: proteger el Dharma significaba, llegado el caso, blandir la espada con la misma intención compasiva con que se recitaba un sutra o se realizaba un ritual esotérico.

Este aspecto de la vida de Ryogen ha generado debate a lo largo de la historia. ¿Es compatible la disciplina monástica con la organización de fuerzas armadas? Desde la perspectiva de la Escuela del Loto, la respuesta se encuentra en la comprensión del upaya, los medios hábiles. El Bodhisattva adopta las formas necesarias para salvar a los seres; así, la apariencia del guerrero no contradice la esencia del monje si su intención es proteger la enseñanza y evitar que el mal —en forma de violencia, corrupción o destrucción de templos— apague la luz del Dharma. Ryogen encarnó esta paradoja con sabiduría. Lejos de promover la violencia por sí misma, entendió que el Monte Hiei debía garantizar su autonomía y su función espiritual en una sociedad donde la debilidad equivalía a desaparición. En su visión, la Sangha debía ser al mismo tiempo escuela de contemplación, refugio de práctica y baluarte firme contra las fuerzas que amenazaban con dispersar la herencia del Loto.

Sin embargo, lejos de ser un simple estratega militar, Ryogen fue un refinador del espíritu monástico. Sus reglamentos —conocidos como "Ryogen Shiki"— buscaban erradicar la laxitud en la vida religiosa y establecer un orden que reflejara la pureza de la enseñanza del Loto.

Como Abad del Enryaku-ji, ejerció también un rol político de primer orden, pues en el Japón de la era Heian la frontera entre lo religioso y lo político era porosa y difusa. Los grandes monasterios eran, además de centros espirituales, verdaderos polos de poder económico, cultural y simbólico. El Monte Hiei, en particular, era el corazón de la ortodoxia budista del Loto y, por tanto, una pieza fundamental en el equilibrio del Estado. Ryogen supo situarse con habilidad en esta intersección. Su prestigio como maestro ascético y su reputación de protector del Dharma le otorgaban autoridad moral, mientras que su administración eficaz consolidaba a Enryaku-ji como institución capaz de negociar con la corte y resistir a las ambiciones de otras escuelas. Gracias a su figura, el Monte Hiei se convirtió en interlocutor indispensable de la élite política y en custodio espiritual de la capital.

En su tiempo, el poder real se hallaba concentrado en el linaje Fujiwara, que dominaba los cargos de regencia y ejercía una influencia determinante en la vida política. Lejos de confrontar directamente con ellos, Ryōgen desarrolló una política de equilibrio: buscó garantizar la autonomía del Monte Hiei, al tiempo que ofrecía la legitimidad espiritual del Sutra del Loto a la corte y a la nación. La práctica de realizar rituales esotéricos para alejar calamidades —epidemias, hambrunas, guerras— reforzó la presencia del Monte Hiei como guardián invisible del bienestar imperial. Ryogen era convocado para realizar plegarias que aseguraran la protección de la corte, lo cual aumentaba la confianza de los gobernantes en el poder del Budismo del Loto. Este rol ceremonial fortalecía la imagen de los monjes como guardianes no solo del Dharma, sino también del país entero.

Bajo su dirección, Enryaku-ji consolidó vastas propiedades agrícolas y redes de apoyo en diversas provincias. Estas posesiones garantizaban no solo recursos materiales, sino también influencia sobre comunidades que veían en el Monte Hiei una autoridad espiritual y una fuente de protección. De este modo, Ryogen contribuyó a que el monasterio funcionara como un microcosmos en el que el Dharma no era solo estudiado, sino encarnado en estructuras sociales, económicas y políticas.

La organización incipiente de los Sohei, por otra parte, ofrecía a la corte un recordatorio tácito de que el Monte Hiei poseía no solo autoridad religiosa, sino también poder militar. Este hecho generaba un equilibrio delicado: la corte reconocía la importancia de Enryaku-ji, pero también debía manejarlo con cautela, consciente de que la devoción ferviente de sus monjes podía transformarse en presión política.

Ryogen supo guiar al Monte Hiei en la cuerda floja de la política Heian. Ni sometido completamente a la corte, ni aislado de la sociedad, logró mantener la independencia del monasterio y, al mismo tiempo, fortalecer su imagen como guardián del imperio. Así, el Monte Hiei, bajo su mando, se convirtió en una de las instituciones más poderosas de Japón: santuario del Dharma, centro de educación y foco de influencia política.

Entre los múltiples relatos que rodean su figura, el más célebre es el mito del Tsuno Daishi, el "Gran Maestro de los Cuernos". Se cuenta que, en tiempos de epidemias y calamidades, Ryogen realizó rituales esotéricos tan intensos que su espíritu se manifestó bajo la forma temible de un protector con rostro demoníaco y cuernos en la frente. Lejos de ser un símbolo de maldad, esta apariencia aterradora representaba su voto de ahuyentar a los espíritus malignos y proteger al pueblo de pestes y guerras.

Este aspecto demoníaco no era signo de corrupción o caída espiritual, sino expresión del poder protector del Bodhisattva. Como enseña el Sutra del Loto, los Bodhisattvas asumen incontables formas —ya sean amables y radiantes o temibles y aterradoras— para salvar a los seres de acuerdo con sus circunstancias. En la apariencia de Tsuno Daishi, Ryogen se mostró como un guardián inflexible que ahuyentaba a los demonios portadores de enfermedad y destrucción, adoptando un rostro que inspiraba temor para proteger la vida de los fieles.

Existen varias versiones de esta leyenda. En algunas, se dice que Ryogen, después de realizar intensos ayunos y meditaciones, alcanzó tal pureza espiritual que su proyección energética tomó la forma del Tsuno Daishi. En otras, se relata que fue el mismo Ryogen quien, con plena conciencia, proyectó esta figura como un shikigami protector, un "doble espiritual" que podía obrar milagrosamente en el mundo humano. Sea cual sea la narración, el mensaje es claro: la compasión de Ryogen se manifestó en una forma capaz de enfrentar directamente las fuerzas oscuras que amenazaban al pueblo. Un relato registra este episodio de esta forma:

"En el segundo año de la era Eikan (984), cuando una epidemia se extendía por el país, un espíritu de la enfermedad se presentó también ante Ryogen. Ryogen, aceptando aquel encuentro como un destino inevitable, permitió que el espíritu de la peste se posesionara de su propio dedo meñique. Inmediatamente sufrió terribles dolores y una fiebre abrasadora, pero gracias a su poder espiritual logró expulsarlo y hacerlo huir. Entonces, reconociendo que "la enfermedad no debe ser tomada a la ligera", ordenó a sus discípulos traer un gran espejo. Frente a él, entró en un profundo estado de concentración contemplativa. En ese momento, su cuerpo comenzó a transformarse: se volvió extremadamente delgado, quedando reducido a piel y huesos, con las costillas sobresaliendo; además, le brotaron cuernos, sus ojos se hicieron redondos y su boca se desgarró hasta las orejas, tomando la forma de un demonio aterrador.

"Ryogen pidió a sus discípulos que plasmaran esta visión en un dibujo. De aquella imagen se tallaron planchas de madera y se imprimieron tablillas, que él mismo consagró con oraciones y rituales de protección. Se decía que, al colocar aquellas tablillas en la entrada de las casas, no solo se alejaban los espíritus de la enfermedad, sino que también se evitaban todo tipo de desgracias. Los habitantes de esas casas no caían enfermos, y quienes ya padecían dolencias lograban su recuperación. Por la figura representada en esas tablillas, Ryogen comenzó a ser conocido también como el "Gran Maestro de los Cuernos" (Tsuno Daishi)."

Desde el punto de vista doctrinal, el Tsuno Daishi encarna el principio de los medios hábiles. El Bodhisattva, en su infinita compasión, no se limita a formas sublimes y pacíficas, sino que utiliza incluso manifestaciones temibles cuando es necesario para conmover y proteger a los seres. La apariencia de cuernos y la delgadez cadavérica evocan la severidad de la práctica ascética de Ryogen y la determinación con que afrontaba los peligros que acechaban a la Sangha. Esto simboliza también la fusión de lo esotérico y lo exotérico en la tradición Tendai: en él, la contemplación silenciosa (Shikan) se une al poder ritual del Mikkyo, y de esa unión surge la capacidad de transformar la realidad en beneficio de los seres. Tsuno Daishi es, en este sentido, la manifestación visible de la Budeidad Innata que, al no estar limitada por forma alguna, se expresa como guardián terrible para garantizar la supervivencia del Dharma.

Hasta nuestros días, la figura de Ryogen como Tsuno Daishi sigue siendo objeto de devoción popular. Amuletos con su imagen —representado como un monje demacrado, de piel oscura y con dos cuernos en la frente— se distribuyen en templos Tendai como protectores contra enfermedades, desgracias y espíritus malignos. Estos ofuda son colocados en los hogares, especialmente en las entradas, para mantener alejados a los infortunios. Así, la presencia espiritual de Ryogen se prolonga en la vida cotidiana de los fieles, recordando que la verdadera compasión no siempre adopta rostros dulces y luminosos, sino que a veces se reviste de fiereza para resguardar a los seres de las fuerzas destructoras. En la tradición de la Escuela del Loto, su figura se alza como un símbolo de la misión del monje y del Bodhisattva: ser guardián del Dharma, aun cuando sea necesario asumir la forma del demonio para ahuyentar a los demonios. En Ryogen como Tsuno Daishi descubrimos, pues, la paradoja del Bodhisattva que transforma el aspecto temible en vehículo de compasión, y cuyo espíritu sigue protegiendo, hasta hoy, a quienes buscan refugio en el Verdadero Dharma del Loto.

La transformación de Ryogen en Tsuno Daishi reforzó la idea de que el verdadero monje no solo busca la propia Iluminación, sino que se convierte en protector de la sociedad. Este aspecto protector está profundamente ligado al ideal del Bodhisattva: "vestirse con cualquier forma" para salvar a los seres. Así, la compasión no queda confinada al ámbito interior de la meditación, sino que se manifiesta en acciones concretas, incluso en aquellas que adoptan apariencia temible para repeler el mal. La escuela Tendai, inspirada en este modelo, se entendió a sí misma como guardiana del país, de la corte y del pueblo. Los rituales esotéricos, la formación de monjes guerreros y la proyección de amuletos protectores no eran desviaciones del camino budista, sino aplicaciones de la compasión en un mundo concreto que demandaba protección.

Después de Ryogen, el Monte Hiei mantuvo su rol como árbitro espiritual del Japón, influyendo en la política, formando a generaciones de monjes que luego fundarían nuevas escuelas (como Jodo, Zen y Nichiren), y preservando su misión de defensa. El espíritu de Ryogen, tanto en sus reglamentos como en el mito del Tsuno Daishi, acompañó esta evolución. En él, la escuela Tendai reconoció que la misión del monje del Loto no es solamente alcanzar la Budeidad, sino custodiar el Dharma como herencia sagrada que debe permanecer incólume en la era del Mappo (la Era Final del Dharma).

La Tradición del Loto Reformada, enraizada en esta herencia, ve en Ryogen un testimonio vivo de cómo la escuela Tendai asumió su identidad como defensora del Reino del Buda en la Tierra. Custodiar el Dharma significa custodiar a los seres que dependen de él, proteger la sociedad contra la disolución espiritual y mantener abierta la senda del despertar en medio de los tiempos oscuros.

La Tradición del Loto reconoce que vivimos en la era de Mappo, el tiempo de la decadencia del Dharma, donde la corrupción, la ignorancia y la dispersión amenazan constantemente con apagar la luz de la enseñanza. En este contexto, la memoria de Ryogen se vuelve urgente y actual: nos recuerda que el Dharma no se sostiene solo con estudio, sino también con la fuerza de la Sangha organizada, la disciplina de la práctica y la disposición a enfrentar, sin miedo, las fuerzas que buscan debilitar la fe. Por eso, invocar hoy a Ryogen como Tsuno Daishi no es un simple acto devocional: es recordar que la Sangha, iluminada por el Buda Eterno, está llamada a ser muralla y refugio, disciplina y compasión, espada y loto. En ese equilibrio —ya ejemplificado por Ryogen en el Monte Hiei— la Escuela del Loto Reformada reconoce su misión más profunda: transformar este mundo samsárico en la Tierra Pura del Buda, protegiendo el Dharma con firmeza hasta que todos los seres alcancen la Budeidad.

Para la Escuela del Loto Reformada, que busca restaurar y actualizar la misión universal de la Escuela Tendai en el mundo hispano, Ryogen es un modelo de cómo integrar la vida espiritual con el compromiso activo con el mundo. En su ejemplo, comprendemos que proteger el Dharma significa también proteger a la comunidad, al pueblo y al planeta, transformando los espacios donde vivimos en reflejos de la Tierra Pura. Su legado inspira a vernos no solo como practicantes individuales, sino como custodios colectivos de la herencia del Buda Eterno. Aún hoy, en templos y hogares, se colocan amuletos con la figura del Tsuno Daishi, recordando que la protección del Dharma y de los seres humanos continúa vigente. Su presencia se invoca en plegarias, su memoria inspira confianza, y su leyenda transmite la convicción de que el Verdadero Dharma del Loto no puede ser destruido mientras existan quienes lo defiendan con fe y compasión.

En Ryogen vemos, por tanto, no solo a un abad del Monte Hiei, ni únicamente a un monje asceta o a un guerrero espiritual, sino a una síntesis viva del ideal Tendai: el Guardián del Dharma, el Protector del Pueblo y el Servidor del Buda Eterno. Su espíritu permanece como muralla invisible en torno a la Sangha, como fuerza que nos impulsa a continuar la obra de transformar este mundo en el Reino del Buda sobre la Tierra.

Por todo esto, y mucho más, hoy celebramos la vida y obra del Gran Maestro Ryogen, cuya influencia no solo habita y guía a los seres desde el Monte Hiei en Japón, sino desde nuestra Escuela del Loto Reformada en el corazón del mundo hispano. Namu Gansan Jie Daishi Joju Kongo.

Siendo Protectores del Dharma

Ahora, podemos preguntarnos: ¿Qué es un Protector del Dharma? Un Protector del Dharma (Dharmapala) es aquel ser —ya sea humano, celestial, o incluso manifestación de un Bodhisattva— que consagra su vida a preservar, defender y propagar la Enseñanza Verdadera del Buda. El Dharma es como una llama: ilumina y guía, pero puede ser apagada si no hay quien lo resguarde del viento de la ignorancia, del agua de la indiferencia y del polvo del egoísmo. Un Protector del Dharma es, entonces, aquel que levanta su vida como un escudo, que se yergue como muralla y refugio, para que la Palabra del Buda pueda seguir iluminando a todos los seres.

En la Tradición del Loto, un Protector del Dharma no se limita a custodiar libros o templos: protege, sobre todo, el corazón de la Sangha, el espíritu de fe, estudio y práctica, y asegura que el Sutra del Loto, el Sutra del Nirvana y el Sutra Avatamsaka sigan siendo fuentes de salvación en el mundo. El Sutra del Loto mismo promete que los Bodhisattvas y deidades se reunirán para proteger a quienes lo predican y practican —pues el Dharma y sus hijos son inseparables.

El Gran Maestro Ryogen encarnó este ideal con toda su vida. En él vemos tres dimensiones de la protección del Dharma:

  • Protección Interna (la Sangha del Monte Hiei): Con sus ordenanzas estrictas, preservó la disciplina monástica y aseguró que los monjes no cayeran en la corrupción o la laxitud. Entendía que un Dharma protegido exteriormente, pero debilitado interiormente, se marchitaría como flor cortada.
  • Protección Externa (el mundo político y social): Ryogen negoció con la corte Heian, organizó la defensa de Enryaku-ji y se aseguró de que la Escuela Tendai mantuviera su lugar como guardiana espiritual de la nación. Así, protegió el Dharma de las injerencias que podrían sofocar su misión.
  • Protección Espiritual (Tsuno Daishi): En su metamorfosis legendaria en demonio protector, mostró que el Bodhisattva puede adoptar incluso formas temibles para proteger a los seres. Ese rostro de cuernos y mirada aterradora no era odio, sino compasión transformada en muralla contra las epidemias y el mal. En él vemos la verdad de los upayas: cualquier medio es válido cuando lo impulsa el deseo de salvar.

Ryogen fue, pues, Protector del Dharma porque supo custodiarlo en todos sus aspectos: doctrinal, institucional y espiritual. Su ejemplo es un faro para todos nosotros en la era de Mappo.

Como Hijos del Buda en la Escuela del Loto Reformada, también somos llamados a ser Protectores del Dharma en nuestro tiempo. No se trata ya, quizás, de empuñar armas ni de levantar murallas de piedra, sino de erigir murallas invisibles en la vida cotidiana:

  • Proteger el Dharma en el Corazón: Mantener la práctica de fe, estudio y meditación, incluso cuando el mundo moderno nos distrae o nos arrastra hacia el vacío. Custodiar la llama interior del Sutra del Loto es el primer acto de defensa.
  • Proteger el Dharma en la Sangha: Acompañar a los hermanos y hermanas en la fe, sostener a quienes vacilan, consolar a quienes sufren, y corregir con amor a quienes se desvían. La comunidad es un templo viviente, y cuidarla es custodiar el Dharma.
  • Proteger el Dharma en la Sociedad: Alzar la voz contra la injusticia, mostrar con actos de compasión la presencia del Buda, y ser testigos visibles de la enseñanza en medio del mundo. No basta con meditar en soledad: el Dharma se protege también con compromiso en la vida pública, en la ética y en el servicio.
  • Proteger el Dharma con Valentía Espiritual: Como Ryogen, debemos estar dispuestos a adoptar el "rostro terrible" cuando las circunstancias lo exigen: enfrentar la ignorancia, el materialismo y la indiferencia, no con odio, sino con firmeza compasiva.

Ser Protectores del Dharma significa asumir con valentía la Misión del Buda Eterno: transformar este mundo samsárico en la Tierra Pura, no solo con palabras, sino con disciplina, fidelidad y acción. Ryogen nos enseñó que proteger el Dharma es también proteger a los seres vivos, a la Sangha y al pueblo. Si seguimos su ejemplo, el Sutra del Loto seguirá brillando en medio de los tiempos oscuros, y nosotros, como Hijos del Buda, seremos parte de la muralla viva que sostiene la Eternidad del Dharma.

Oración a Ryogen, Protector del Dharma

Invocación

Con profundo respeto y fe sincera,
me inclino ante el Gran Maestro Ryogen,
venerado como Gansan Daishi,
el eterno Protector del Dharma,
el que asumió rostro temible para salvar a los seres.

Alabanza

Tú, que en la Montaña Sagrada de Hiei
consolidaste la Sangha del Loto,
cuidaste la pureza de la disciplina
y protegiste la enseñanza suprema
como un padre protege a sus hijos.

Tú, que en tiempos de peste y desgracia
aceptaste en tu propio cuerpo el dolor de la humanidad,
transformándote en Tsuno Daishi,
demonio protector,
para espantar a los espíritus de la enfermedad
y resguardar al pueblo en su fragilidad.

Súplica

Oh Gran Maestro, Protector del Dharma,
te suplicamos que nos inspires en este tiempo de Mappo:
concédenos tu fuerza para mantener la fe,
tu disciplina para sostener la Sangha,
y tu valentía para enfrentar los males del mundo.

Así como consagraste tablillas protectoras
para las casas y familias,
consagra también nuestros corazones
como moradas seguras del Dharma.
Haz que nuestras vidas mismas
sean amuletos vivientes
que aparten la ignorancia, la codicia y el odio.

Compromiso

Prometemos, siguiendo tu ejemplo,
ser Protectores del Dharma en nuestro tiempo:
cultivar la fe y la contemplación,
defender la Sangha con amor,
y ofrecer al mundo la compasión del Buda Eterno.

Oh Gansan Daishi,
Permanece junto a nosotros,
guíanos con tu sabiduría y tu fiereza compasiva,
hasta que este mundo se transforme
en la Tierra Pura del Loto.

Gran Maestro de los Cuernos, guardián compasivo,
tu forma temible es muro protector.
Con tu fuerza alejas males y desgracias,
guíanos al Reino del Buda en la Tierra.

Namu Gansan Jie Daishi Joju Kongo