A finales de Diciembre del 2022, el Templo Tendai de Puerto Rico y su Sangha Tendai Hispana, publicó el libro titulado Dharmología: Catecismo Budista - Las Enseñanzas y Prácticas Fundamentales del Verdadero Budismo (Hikari Publishing, 2022), el cual expone las enseñanzas doctrinales canónicas del Dharma Eterno del Buda desde la óptica de la escuela Tendai japonesa - la madre de todas las escuelas budistas en Japón - desde el contexto de nuestra cultura religiosa hispana. En las próximas entradas, expandiremos sobre aspectos específicos del Catecismo, desde un enfoque dharmológico (estudios doctrinales), para poder comprender detalladamente sus implicaciones
En esta entrada, exloraremos brevemente la Cosmogénesis Budista, el origen del Cosmos y su fin, según el Canon Budista (D:CB-C7-VII.5).
Aunque muchas personas lo desconozcan, el Buda presentó en sus discursos la concepción budista del origen y del final del Cosmos, en Sutras como el Sutra Avatamsaka, el Sutta Agganna, el Sutra Shurangama y el Sutra del Loto.
De acuerdo con la Ciencia, el Cosmos surgió con una singularidad de energía concentrada que estalló en todas las direcciones, en lo que se conoce como el "Big Bang". Por otro lado, de acuerdo con la mayoría de las religiones, el Cosmos surge gracias a la creación de uno (Dios) o varios seres (Dioses), que con sus poderes y voluntad crearon el universo. El Budismo no desaprueba ninguna de estas dos teorías, sino que, de hecho, las ve como complementarias e incompletas.
El Budismo surge dentro de la matríz de un conjunto de creencias brahamánicas de lo que hoy se conoce como Hinduismo. De acuerdo con el Hinduismo, el Cosmos es creado por el dios Brahma, quien surge de la Energía Eterna de Vida Cósmica ciclo tras ciclo para darle forma de nuevo al universo. Brahma, que forma parte de una trinidad de dioses principales en el Hinduismo, es un arquetipo que simboliza la mente universal y el intelecto. Tras la creación, otros dioses se encargan de su mantenimiento, como el dios Vishnu, y otros de su disolución, como el dios Shiva. Al final de un eon, el Cosmos se disuelve y permanece en estado latente hasta que vuelve a surgir con el tiempo. Así, podemos ver a Brahma, Vishnu y Shiva como la personificación de tres procesos cósmicos.
De acuerdo con el Canon Budista, el Cosmos es eterno, y no tiene ni principio ni fin, y se forma de acuerdo con el Karma de los seres. Si bien el Buda explica este proceso muchas veces de forma simbólica, cuando interpretamos los símbolos, podemos tener una visión definitiva y exacta de cómo el Budismo concibe el principio y el final del Cosmos. Veamos el mismo a la luz de otras doctrinas budistas complementarias, como el Yogacara.
Dentro del Cosmos, existen diferentes universos, y cada uno de esos universos puede contener otros universos igualmente. Luego de la disolución de un universo, el próximo se forma y moldea de acuerdo con el Karma de los seres del eon anterior, pues, aunque al final de un eon no quedan seres materiales, sí existen seres mentales en los Reinos de la Forma y No Forma, quienes mantienen el fujo de Karma que eventualemente crea la condensación de energía necesaria para otro ciclo cósmico.
En las fases tempranas de un nuevo universo, se comienza a polarizar la energía que a su vez manifiesta los Seis Grandes Elementos de Tierra, Agua, Fuego, Aire, Eter y Consciencia. Los mismos interactúan y forman los mundos y sus condiciones de acuerdo con el Karma (Alaya), y los seres se manifiestan cada vez en formas más sólidas. Los primeros seres son el resultado de los seres en los reinos mentales, por lo que no se ven igual que los seres que existen ahora mismo. Son más puros, sutiles y hechos de energía. A medida que desarrollan cuerpos, comienzan a reaccionar a las sensaciones que surgen en sus mentes. Estos seres son poco materialistas e individualistas, y una sola mirada proveía las bases de contacto entre ellos. A medida que pasa el tiempo, el deseo en los seres crece, dado a que su realidad se vuelve más sólida y cruda. Por ello, requieren de más esfuerzo para poder relacionarse, y eventualmente requieren contacto físico. A medida que sus deseos incrementan, se materializa el universo y los mundos alrededor de ellos, creando el Reino del Deseo. A medida que esto sucede, más se individualizan. Poco a poco, comienzan a realizar malos actos que crean Karma negativo, creando desarmonía. A medida que sus aflixiones crecen, comienzan a asumir nuevas formas. Originalmente eran animales, luego, dado al incremento de sus deseos, aversión y apego, comenzaron a renacer como Espíritus Hambrientos y seres del Infierno, creando así gradualemente los Seis Reinos del Samsara.
El Buda explicó con más detalle este proceso por medio de la doctrina del a Cadena de Doce Eslabones de Originación Causal. Los primeros siete eslabones describen el proceso a través y por el cual el Karma crea las condiciones potenciales para un resultado, mientras que las finales cinco muestran cómo esa potencialidad se concreta. Esto nis muerta el proceso interno de un ser dentro del Cosmos.
El primer eslabón es la Ignorancia o la individualización de la consciencia a medida que adquiere experiencia. Esto permite que surja el segundo eslabón (Formación Kármica) que es la individualización de la Consciencia, el tercer eslabón, unida a causas y condiciones que están sujetas a un Karma. Esto da paso al cuarto eslabón, el Nombre y la Forma, que cuando esta consciencia individual asume un nuevo renacimiento al momento de la concepción; la mente (Nombre) se ata a un cuerpo (Forma) y crean un individuo formado por los Cinco Skandhas o Agregados. Al momento de la concepción, estos agregados pasan por un proceso de evolución. En el caso de los seres humanos, este desarrolla los Seis Sentidos, el quinto eslabón, a través y pro los cuales experimentará el mundo. Una vez nace y comienza a adquirir experiencia, su mente desarrolla la capacidad de diferencias objetos y experiencias, teniendo Contacto, el sexto eslabón, con el mundo a través de sus Seis Sentidos, lo que da paso al séptimo eslabón, el Sentimiento, y el ser continúa el proceso de individualización entre sujeto y objeto, creando sentimientos que son o placenteros, o no placenteros, o neutrales, lo cual crea una predisposición kármica como experiencia. Cuando un objeto hace contacto con la facultad de los sentidos, surge la consciencia del Deseo, el octavo eslabón. A medida que la mente refuerza ciertos patrones habituales, se Apega (noveno eslabón) a ciertas experiencias y nociones del ser, creando el ego (Mano Vijnana), dando paso al décimo eslabón de la Existencia. Ahora existe un ser sintiente completo e individualizado; un agente kármico. al momento de la muerte, la consciencia individual es proyectada a una futura existencia por el poder del Karma, y hay un nuevo Nacimiento, el onceavo eslabón. Esa futura existencia pasará nuevamente por este proceso hasta que enferme, Envejezca y Muera, el doceavo eslabón, lo que la mueve a un nuevo renacimiento, perpetuando el Ciclo del Samsara.
Como podemos ver, la Cosmogénesis Budista ve el desarrollo y la evolución del Cosmos como un proceso degenerativo de acuerdo con la manifestación del Karma de los seres por siglos y siglos. A pesar de que los mundos y los seres evolucionan, también degeneran mental y espiritualmente.
A medida que los seres sufren debido a su mal Karma en el Samsara, la Consciencia Universal Cósmica (Amala) se personifica y asume nombre y forma como un Buda y aparece en los mundos para revelar el Dharma, las Leyes Universales, para que los seres puedan aliviar su sufrimiento y vivir en armonía y espiritualidad.
A medida que el presente universo comienza a degenerarse, comienza a desintegrarse y disolverse. Esto sucede cuando muchos seres renacen como seres mentales avanzados en los Reinos de la Forma y No Forma. Los seres malvados y con mal Karma que quedan en el prensete universo, al morir, renacen en otros universos de acuerdo con sus Karmas, lo cual poco a poco va vaciando el Reino de la Forma físico. Sin un Karma colectivo que lo sostenga y lo perpetue, la atmósfera física y sólida del universo colapsa, disolviéndose gradualmente, hasta que no queda rastro del mundo físico. Con la disolución del Reino de la Forma físico, poco a poco comienzan a disolverse igualmente con el pasar del tiempo los mundos más sutiles del Reinos de la Forma y No Forma, quedando con el pasar del tiempo solo los seres mentales espirituales que han trascendido el Reino del Deseo. La causa de la disolución del Reino de la Forma es la inhabilidad de esos seres de mantener sus estados mentales sublimes. Esto poco a poco disuelve el resto de los mundos mentales espirituales; todo se disuelve y desintegra, quedando solo el Eter y el Reino de la No Forma, hasta que sus seres pierdan sus estados sublimes de estabilidad mental y su Karma se agote, lo cual sirve de catalista para la formación de un nuevo universo, y el ciclo comienza de nuevo, de aucerdo con el Karma (Alaya) del universo anterior, in perpetuum.
De esto, podemos concluir que la aparición de los Budas es lo que renueva el Cosmos. Es por esto que el Canon Budista llama al universo "Tathagatagarbha" o Matríz Búdica, pues es en respuesta al sufrimiento de los seres que los Budas aparecen, y es gracias al Dharma o las Enseñanzas del Buda que los seres pueden avanzar y evolucionar espiritualmente, permitiendo que el Cosmos se renueve.
En última instancia, de acuerdo con las enseñanzas esotéricas budistas, el Cosmos entero es el Cuerpo del Buda Eterno (Dharmakaya), y el Cosmos es una manifestación de su Samadhi. Así, la Energía de Vida de la cual emana y que anima todo en el Cosmos es el Buda.