Bienvenido a la Tierra Pura de la Luz Serena, un recurso sobre el Verdadero Budismo (一乘佛教), y sus posteriores ramificaciones, a la luz de las Enseñanzas Perfectas y Completas (圓教). Aquí presentamos el Budismo como religión, filosofía y estilo de vida, con énfasis en la Teología Budista (Budología), aspirando a presentar el Budismo balanceadamente entre la academia (estudios budistas) y la devoción, desde el punto de vista de una escuela tradicional de Budismo japonés (Tendai-shu 天台宗) y las enseñanzas universales del Sutra del Loto (法華経).


martes, 28 de mayo de 2019

El Dharma del Buda: Pasiones III La Vida del Ser Humano

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Pasiones 
La Vida del Ser Humano

1. Hay una alegoría que se refiere a la vida. Una persona bajaba en un bote por un río, arrastrado por la corriente. Otro le gritó desde la orilla; “no bajes contento por la corriente. Río abajo el agua está revuelta, hay remolinos peligrosos y, escondidos entre las rocas, están los cocodrilos y los demonios. No sigas bajando por la corriente que has de morir.”

En esta alegoría, la corriente del río es la vida de los placeres; bajar alegremente es sentir apego a la vida; el río revuelto significa la vida dominada por la ira y los sufrimientos; el remolino es el placer del deseo; las rocas en que viven los cocodrilos y los terribles demonios es la vida mundana destrozada por los pecados; la persona de la orilla, el Buda.

Hay otra alegoría. Una persona escapó después de cometer un crimen. Perseguido por la justicia encontró a su paso unas fieras de las que volvió a escapar. Y ya sin posibilidad de salvación vió bajo sus pies un viejo pozo en el que pendía una rama de glicinia. Decidió esconderse dentro del pozo y se colgó de la rama, pero vió a sus pies en el fondo una serpiente esperándole con la boca abierta. No teniendo otro remedio se quedó colgado de la rama. Empezaron a dolerle las manos y parecía que se le zafaban. Además aparecieron dos ratones, uno blanco y otro negro, que comenzaron a roer la rama.

Tenía que ser comido por la serpiente cuando sus manos ya no resistieran más o cuando los ratones acabaran de roer la rama. En eso, levantó la cabeza y vió que desde un panal de abejas empezaban a caer dulces gotas de miel en la boca. El hombre, olvidando su peligrosa situación, se extasiaba con la miel.

En esta alegoría, el hombre significa la soledad en que nacemos y morimos. Los perseguidores, las fieras y la serpiente son el cuerpo, origen de todos los deseos; la rama de la glicinia en el pozo es la vida del ser humano, los ratones blanco y negro son los meses y los años que pasan; y las gotas de miel son las satisfacciones de los deseos mundanos.

2. Existe otra alegoría. Un rey puso cuarto serpientes venenosas en una caja y ordenó a un hombre que las criase. Le dijo que si una de ellas se enojara le quitaría la vida. El pobre hombre lleno de miedo decidió escapar dejando la caja.

El rey, al saberlo, mandó a cinco vasallos suyos que lo persiguieran. Estos se acercaron a él con mentiras para poder llevarlo de vuelta. El hombre no les creyó y volvió a huir llegando a una aldea en donde buscó una casa para esconderse.

En eso, se escuchó una voz del cielo que le decía que en esa aldea no vivía nadie, y que esa noche llegrían seis bandidos a atacarle. El hombre tuvo miedo y volvió a huir. Encontró en su paso un enorme río de corriente muy rápida y peligrosa. No era fácil cruzarlo, pero pensando que en la orilla donde se encontraba le asechaba el peligro, hizo una balsa y, a duras penas, logró cruzar el río, y por fin pudo conseguir su anhelada paz.

La caja de las cuatro serpientes es el cuerpo compuesto de cuatro elementos: tierra, agua, fuego y aire. El cuerpo es el origen del deseo, el enemigo del alma; por eso, este hombre, despreciando al cuerpo escapó de él.

Los cinco hombres que se le acercaron con mentiras, son los cinco agregados que forman el alma y el cuerpo: la forma, el sentimiento, la percepción, la volición y la conciencia. De ellos, se alejó y fue en busca de un escondite.

El escondite son los seis sentidos del cuerpo y los seis bandidos son los objetos de los sentidos. Viendo que también había peligro en los seis sentidos, siguió su fuga. El río con su rápida corriente es la vida revuelta de los deseos.

El hombre alcanzó la otra orilla en la balsa de la Enseñanza del Buda, cruzando el río con seguridad.

3. Hay tres casos en que la madre no puede hacer nada por el hijo, ni el hijo puede hacerlo por la madre. Se trata de la desgracia del fuego, la desgracia del agua, y la desgracia del robo. Pero aun en estos casos, puede suceder que hijo y madre se ayuden.

En cambio hay tres casos en que ni la madre puede salvar al hijo ni el hijo puede salvar a la madre. Y estos son: la vejez, la enfermedad y la muerte.

¿Cómo podrá un hijo envejecer en lugar de la madre? ¿Cómo podrá la madre enfermar en lugar del hijo, aunque llore viéndolo cuando éste se halle enfermo. No podrá el hijo morir por la madre ni la madre por el hijo.

4. Un día preguntó Yama a un pecador que cayó en el infierno después de muerto por haber actuado con maldad en la vida. “¿Cuándo tú estabas en el mundo no te encontraste con los tres ángeles?” “No, mi señor, no me he encontrado”.

“Entonces dime, ¿no has visto, acaso, hombres tanteando con sus bastones con la espalda encorvada por los años?” “Sí, mi señor, esa clase de ancianos la he visto a menudo.” “Y tú no has reconocido en el anciano un mensajero celestial enviado para avisarte que tú también envejecerías y que tenías que hacer pronto el bien. Por eso te encuentras pagando tus pecados.”

¿No has visto algún enfermo sin poderse levantar, tan demacrado que induce a desviar la vista del que lo mira?” “Sí, gran señor, estos enfermos los he visto.” “Y tú viendo al ángel dentro de esos enfermos, ¿no pensaste que tampoco eres inmune a la enfermedad? Por eso estás en este infierno. Porque no los tomaste en cuenta.”

“No has visto, acaso, a tu alrededor, hombres muertos?, ¿y la tristeza de los hombres que lloran a los muertos?” “Sí, gran señor, muertos he visto muchos en mi vida.” “Y tú, viendo al ángel que advierte a los hombres sobre la fatalidad de la muerte, no pensaste en la muerte y descuidaste de hacer el bien, y por eso estás recibiendo ahora el castigo. De acuerdo a lo que hayas hecho, recibes luego el pago a ello.”

5. La esposa de un hombre rico llamado Kisagotami, enloqueció por la muerte de su pequeño hijo. Sin escuchar las palabras de los familiares, salió con el cadáver de su niño en los brazos en busca de un médico que pudiera curarlo.

Los del pueblo derramaban lágrimas de compasión por la mujer enloquecida, pero no podían hacer nada para ella. Uno de los creyentes del Iluminado, viéndola tan desesperada le aconsejó que fuese a Jetavana, en donde se hallaba el Buda. La mujer fue rápidamente hacia el lugar indicado con el niño.

El Iluminado la miró con calma y le dijo, “Mujer, para curar a este niño es menester un poco de semillas de amapola. Ve a la ciudad y pide que te las regalen. Pero, ten bien presente que deben ser de una casa en donde no haya habido ningún muerto.”

La madre enloquecida salió a la ciudad en busca de las semillas de amapola. No era difícil conseguir las semillas, pero buscó en vano la casa en donde nunca hubiera habido muertos. Comprendió, por fin, las palabras del Buda y, como si hubiera despertado de un sueño, recobró el entendimiento. Fue a dejar el cadáver frío de su hijo en la tumba y volvió donde el Buda para ser su discípula.

* Este extracto ha sido traducido y editado de "La Enseñanza del Buda", un libro publicado por la Bukkyo Dendo Kyokai, la Sociedad para la Propagación del Dharma del Buda en Japón. El mismo consiste de extractos de los Sutras Mahayana y Hinayana, ordenados por temática, para exponer de manera devocional y reverente la enseñanza del Buda.