Bienvenido a la Tierra Pura de la Luz Serena, un recurso sobre el Verdadero Budismo (一乘佛教), y sus posteriores ramificaciones, a la luz de las Enseñanzas Perfectas y Completas (圓教). Aquí presentamos el Budismo como religión, filosofía y estilo de vida, con énfasis en la Teología Budista (Budología), aspirando a presentar el Budismo balanceadamente entre la academia (estudios budistas) y la devoción, desde el punto de vista de una escuela tradicional de Budismo japonés (Tendai-shu 天台宗) y las enseñanzas universales del Sutra del Loto (法華経).


martes, 28 de mayo de 2019

El Dharma del Buda: Pasiones I Las Pasiones

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Pasiones
Las Pasiones

1. Hay dos clases de pasiones mundanas que envuelven y cubren la Naturaleza Búdica. 

Una de ellas es la pasión de la razón que impide el correcto juicio. La segunda es la pasión emocional, mutable ante cualquier experiencia. 

Todas las imperfecciones humanas son causadas por los errores de la razón y por las decepciones del sentimiento. Si buscamos su origen vemos que uno es la ignorancia y el otro el deseo. 

La ignorancia y el deseo tienen fuerza propia para originar todas las pasiones de la razón o del sentimiento, y todos los sufrimientos. 

La ignorancia es la carencia de Sabiduría, el no saber correctamente la razón de ser de las cosas. El deseo es un sentimiento muy fuerte que tiene como fundamento el apego a la vida. Es un hambre constante por todo lo agradable que se ve y se escucha. Algunos llegan hasta a desear la muerte.

De la ignorancia y del deseo nacen las pasiones como la avaricia, la ira, la necedad, la equivocación, el descontento, el rencor, la envidia, el egoismo, el orgullo, la adulación, el engaño, el desprecio y la insensatez.

2. La codicia nace cuando se tiene ideas no correctas al ver algo atractivo. La ira nace cuando se tiene ideas no correctas al ver algo que no satisface. La necedad nace por no saber lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer. La equivocación nace al tener ideas erróneas escuchando falsas enseñanzas.

La codicia, la ira y la necedad son los tres fuegos del mundo. El fuego de la codicia quema al ser que ha perdido su verdadera alma y se consume en los deseos. El fuego de la ira quema a los seres que, arrastrados por la cólera, dañan la vida de los seres vivos. Y el fuego de la necedad quema a los seres que no escuchan las Enseñanzas del Buda y vagan por el mundo de la ignorancia.

Este mundo arde bajo varios fuegos. El fuego de la codicia, el fuego de la ira, el fuego de la necedad, el fuego de la vida, de la muerte, de la enfermedad, de la vejez, y el fuego de la tristeza, la melancolía, el sufrimiento, el padecimiento y la desesperación. Estos fuegos de los deseos no sólo queman a uno mismo, sino también a los demás y los conducen a cometer pecados de cuerpo, palabra y pensamiento. Además el pus que sale de las heridas producidas por esta quemadura envenena a los que se acercan y los conduce por malos caminos.

3. La codicia viene de la insatisfacción, la ira del descontento y la necedad de las ideas impuras. El pecado de codicia no mancha mucho pero es muy difícil librarse de él. El pecado de ira causa una mancha grande pero es fácil librarse de él. El pecado de necedad mancha mucho y es muy difícil librarse de él.

Al ver algo que satisface hay que recordar lo que puede dar una verdadera satisfacción, y frente a las cosas desagradables hay que hacer esfuerzos para fortificar el sentimiento de la misericordia. Es menester apagar estos tres fuegos pensando siempre con corrección. Si los seres tuvieran sus almas llenas de pureza, justicia y desinterés, no habría cabida para las tentaciones de los deseos.

4. La codicia, la ira y la necedad son como fiebres. Cualquier ser que tenga una de estas fiebres, por más que esté recostado en una habitación amplia y hermosa, se sentirá sofocado y delirará.

El que no tenga estas tres pasiones, aun en una noche de crudo invierno podrá descansar plácidamente sobre una cama de hojas secas. Y aun en una noche calurosa de verano, podrá dormir tranquilamente en una habitación pequeña y cerrada.

Estas tres pasiones son el origen de las tristezas y sufrimientos de este mundo. El seguir los preceptos morales, la concentración y la Sabiduría eliminaran las causas de estas tristezas y sufrimientos. La observación de los preceptos morales eliminará las impurezas de la codicia. La concentración del alma eliminará las impurezas de la ira. Y la Sabiduría eliminará las impurezas de la necedad.

5. Los deseos humanos no tienen límite; es como beber agua salada que no quita la sed. El ser nunca se contenta y la sed se hace cada día más fuerte. Trata de satisfacer sus deseos pero lo que ocurre es que aumenta el descontento.

Los deseos humanos nunca se verán satisfechos. En ello está el sufrimiento de desear algo y no poderlo obtener. Esta continua insatisfacción puede llevar a la locura.

Los seres pelean por el deseo, luchan por el deseo. El rey con el rey, el súbdito con el súbdito, el padre con el hijo, el hermano con el hermano, la hermana con la hermana, el amigo con el amigo; todos luchan y se matan enloquecidos por los deseos.

Los seres, por el deseo, arruinan sus vidas, roban engañan, adulteran. En algunas ocasiones son capturados por los guardias y tienen que recibir fuertes castigos.

Por los deseos, los seres cometen los pecados de cuerpo, palabra y pensamiento. Sufren en este mundo y también después de muertos siguen padeciendo en el mundo de la oscuridad.

6. De todas las pasiones mundanas, la lujuria es el rey. Las otras pasiones le siguen atrás.

La lujuria es una buena tierra para que crezca la simiente de las pasiones. La lujuria es un demonio que come y destruye todas las buenas acciones de los seres.

El deseo carnal es una serpiente venenosa que se oculta en una flor. Mata con su veneno al que se deleita con avaricia de la flor del deseo. El deseo carnal es el parásito que seca los árboles. Se enrosca en el alma de los seres y consume todo el jugo del bien. La lujuria es el cebo que pone el demonio para atraer a los seres y hundirlos.

Si se le da un hueso con sangre a un perro hambriento, el perro se lanza al hueso, pero lo único que obtiene es cansancio y frustración. La lujuria es exactamente igual; nunca satisface por completo.

Por un simple pedazo de carne los animales se pelean y se lastiman, como el que se enfrenta al viento con una antorcha encendida, se quema a sí mismo. Los seres, al igual que los animales, movidos por el deseo luchan entre sí, se lastiman y se queman.

7. La codicia, la ira, la necedad y el orgullo son también cuarto flechas envenenadas que producen una serie de enfermedades. Si las flechas fuesen de afuera habría modo de evitarlas, pero las flechas lanzadas de dentro no hay manera de detenerlas.

Cuando en el corazón existen la codicia, la ira y la necedad, en la boca hay engaño, palabras necias, maledicencia y hipocresía. Después seguirán los robos, asesinatos y adulterios.

Los tres malos pensamientos, las cuarto malas palabras de la boca y los tres actos malos del cuerpo hacen los 10 males.

Cuando el ser  se acostumbra a mentir, llegará a cometer toda clase de maldades. Para ocultar el mal tendrá que mentir y después de haber empezado a mentir no sentirá más remordimientos al repetir los malos actos.

El temor de los seres  viene de la necedad. Las desgracias y las dificultades también vienen de la necedad. La necedad es el veneno del mundo humano.

8. Los seres actúan guiados por los deseos mundanos y estos deseos originan los sufrimientos. Las pasiones, los actos y los sufrimientos forman un círculo vicioso que gira incesantemente.

En la rotación de este círculo no hay principio ni fin. Los seres no conocen la manera de escapar de esta rueda del renacimiento. Los seres nacen en esta vida presente y en las futuras sin cesar, porque la rueda del renacimiento no para de girar.

Si se amontonaran todos los huesos quemados de un hombre en su serie de vidas reencarnadas, se obtendría un montón más alto que las montañas, y si se reuniera la leche que el mismo ser tomó de su madre sería mayor que las aguas del océano.

Aún diciendo que en todos los seres existe la Naturaleza Búdica, es tan hondo el fango de las pasiones que no es fácil que salgan los brotes. Por ello el dolor es tan universal e ilimitado como es el número de infelices.

* Este extracto ha sido traducido y editado de "La Enseñanza del Buda", un libro publicado por la Bukkyo Dendo Kyokai, la Sociedad para la Propagación del Dharma del Buda en Japón. El mismo consiste de extractos de los Sutras Mahayana y Hinayana, ordenados por temática, para exponer de manera devocional y reverente la enseñanza del Buda.