Bienvenido a la Tierra Pura de la Luz Serena, un recurso sobre el Verdadero Budismo (一乘佛教), y sus posteriores ramificaciones, a la luz de las Enseñanzas Perfectas y Completas (圓教). Aquí presentamos el Budismo como religión, filosofía y estilo de vida, con énfasis en la Teología Budista (Budología), aspirando a presentar el Budismo balanceadamente entre la academia (estudios budistas) y la devoción, desde el punto de vista de una escuela tradicional de Budismo japonés (Tendai-shu 天台宗) y las enseñanzas universales del Sutra del Loto (法華経).


martes, 28 de mayo de 2019

El Dharma del Buda: Pasiones IV La Realidad de la Vida Humana

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Pasiones 
La Realidad de la Vida Humana

1. Los seres de este mundo son egoístas y no saben amar y respetar al prójimo. Además pelean por necedades y viven, trabajando sólo para ellos mismos, envueltos en el mal y el sufrimiento.

Los ricos, los pobres, los de clase alta y baja, sin diferencia, todos sufren por la riqueza. El que no tiene sufre porque no tiene, el que tiene porque tiene. Todos mantienen ocupada la mente con deseos insaciables y no tienen ni un momento de calma.

El rico, si tiene tierras se inquieta por ellas, si tiene casa se inquieta por ella. Se inquieta porque siente apego a todas las cosas existentes. Si le sucede una desgracia, si se enfrenta con una dificultad, si se le quema algo o le roban y se queda sin nada, sufre tanto que hasta llega a perder totalmente su tranquilidad. Además, él tiene miedo a la muerte y está preocupado en distribuir sus riquezas. En efecto él muere solo y no hay nadie que le acompañe.

El pobre sufre por la insuficiencia. Desea casa, tierras y quemándose en este deseo sin fin, termina cansado de alma y de cuerpo. Por ello sin poder continuar viviendo, hay quienes mueren sin haber completado su vida.

Parece que todo el mundo está en contra de él. También su largo camino hacia la muerte es solitario y sin ningún acompañante.

2. Hay cinco males en este mundo. El primero es la lucha que existe entre los seres y hasta entre los más pequeños insectos. Los fuertes atacan al débil, el débil engaña al fuerte. Todos se pelean y se hieren entre sí.

El segundo mal es la falta de observación del camino correcto entre el padre y el hijo, entre los hermanos, entre los esposos, entre los parientes. Cada uno piensa sólo en sí mismo y en satisfacer sus propios deseos. Se engañan entre sí y no hay sinceridad porque la boca no dice lo que piensa la mente.

El tercer mal es la envidia y el celo que sienten todos los seres. Todos tienen pensamientos y deseos impuros. No existen relaciones correctas entre el hombre y la mujer y por esta razón se producen disputas, peleas, injusticias y malos actos.

El cuatro mal es que los seres se olvidan de hacer el bien entre ellos. Actúan con maldad, con mentiras, maledicencias, necedad, hipocresía y se ofenden entre sí. No saben respetarse y piensan que sólo ellos son los más importantes y los más grandes. No sienten remordimiento ofendiendo a otros.

El quinto mal es que los seres desatienden su deber de hacer el bien. Olvidan los favores recibidos, no
cumplen con sus obligaciones, se dejan llevar sólo por los deseos, causan molestias a los demás y llegan luego a cometer terribles pecados.

3. Los seres deben amar y respetar al prójimo y ayudar a otros en sus dificultades, pero lo que hacen es pelear y odiarse por unos pocos intereses. No saben que por muy pequeño que sea el motivo, con el tiempo crece y se agrava la rencilla.

Las rencillas de este mundo, aunque dañan a las dos partes no llevan enseguida a la perdición. Pero el veneno queda, el odio se acrecenta, la ira marca profundas huellas en el alma, y hasta después de la muerte, hasta después del renacimiento, sigue hiriendo.

El ser humano viene a este mundo de la codicia y de la lujuria, completamente solo y muere completamente solo. Viene y se va en completa soledad. No hay quien reciba por él el castigo de la vida futura; sólo a él le toca sufrirlo.

El bien y el mal tiene pagos diferentes en la otra vida. El bien es pagado con la felicidad y el mal con el dolor según la ley de la causa y del efecto. Cada ser debe cargar con sus pecados y seguir solo el camino decidido en pago a sus propios actos.

4. El ser humano, esclavizado por los lazos del amor y del placer se enfrasca en su dolor y, a pesar del paso de los meses y los años, no logra deshacerse de su tristeza. Borracho por el deseo, se rodea de maldad, hace lo que le place, pelea con otros y no puede caminar por el sendero de la verdad. Muere antes de poder terminar su vida y su fre eternamente.

Esta conducta de los seres está en contra de los principios de la naturaleza. Por eso trae ineludiblemente la infelicidad consigo. Los seres tienen que sufrir en este mundo y en los que siguen.

Las cosas de esta vida son transitorias y cambian con mucha rapidez. No hay nada en lo que uno pueda confiar ni apoyarse. En estas circunstancias, indiscutiblemente, es lamentable que todos estén cautivos del placer.

5. Esta es la verdadera imagen de este mundo. Los seres nacen en el sufrimiento y el mal es su conducta; no saben hacer el bien. Todo es para su provecho e ignoran lo que significa dar. Como consecuencia natural no pueden eludir el castigo de los sufrimientos.

El deseo mueve todas las pasiones y como resultado sigue el interminable sufrir.

El tiempo de lujo y apogeo no dura eternamente; pasa con rapidez. Entre los placeres de este mundo no hay nada eterno.

6. Los seres deben dejar las cosas mundanas y buscar el camino cuando todavía están sanos y desear la vida eterna. ¿Qué otra felicidad y esperanza puede haber fuera de la búsqueda del camino hacia la Iluminación?

Los seres no creen que si actúan de acuerdo al bien, recibirán en pago el bien; si actúan de acuerdo al
camino correcto lograrán alcanzarlo. Tampoco creen que cuando den, recibirán la felicidad. Ignoran y no creen en todo lo concerniente al bien y al mal.

Tienen sólo ideas equivocadas. No conocen el camino, no conocen el bien, su alma está en la oscuridad, no saben el por qué de la buena y la mala suerte, de la dicha y de la desgracia, se entristecen y lloran con solamente ver lo que pasa ante sus ojos.

Ya que todo es mutable, se puede suponer que ocurran cosas completamente contrarias. Sin embargo los seres sólo saben entristecerse y sufrir por las cosas perecederas. No escuchan las Enseñanzas. El alma no piensa en el más allá, y ebria en el placer que tiene ante sí, se aferra a los deseos mundanos de la riqueza y la lujuria.

7. Es indescriptible la forma en que los seres han venido sufriendo y penando en el mundo de la ilusión desde épocas remotas. Y aun en nuestros días, estas ilusiones no han dejado de existir. Por eso, es una alegría muy grande para los seres el haber escuchado las Enseñanzas del Buda y el haber podido creer en Él.

Hay que meditar, alejar el mal, escoger el bien, y esforzarse diligentemente para estos fines.

Ahora que, afortunadamente, hemos podido oir las Enseñanzas, debemos creer en ellas y desear nacer en la Tierra Pura del Buda. Después de conocer al Buda, ningún ser debe ser esclavo de los deseos y del mal. Tampoco debe conservar esta Enseñanza para sí solo: hay que practicarla y transmitirla a los demás seres.

* Este extracto ha sido traducido y editado de "La Enseñanza del Buda", un libro publicado por la Bukkyo Dendo Kyokai, la Sociedad para la Propagación del Dharma del Buda en Japón. El mismo consiste de extractos de los Sutras Mahayana y Hinayana, ordenados por temática, para exponer de manera devocional y reverente la enseñanza del Buda.