Bienvenido a la Tierra Pura de la Luz Serena, un recurso sobre el Verdadero Budismo (一乘佛教), y sus posteriores ramificaciones, a la luz de las Enseñanzas Perfectas y Completas (圓教). Aquí presentamos el Budismo como religión, filosofía y estilo de vida, con énfasis en la Teología Budista (Budología), aspirando a presentar el Budismo balanceadamente entre la academia (estudios budistas) y la devoción, desde el punto de vista de una escuela tradicional de Budismo japonés (Tendai-shu 天台宗) y las enseñanzas universales del Sutra del Loto (法華経).


viernes, 29 de marzo de 2024

Joyas de la Tesorería del Dharma: La Sabiduría del Maestro Ippen - La Unidad de la Práctica (Nembutsu) y la Gracia del Buda

 


El Camino Budista es uno de transformación; de evolución. No busca obtener algo fuera de uno, sino manifestar lo que ya tenemos en nosotros. Es como en el caso de una oruga que se transforma en una mariposa; las alas no vienen de afuera, sino que ya se encuentran potencialmente dentro de la oruga. Esta transformación puede ocurrir de muchas maneras, pero en esencia, existen dos formas: (1) el Camino de la Sabiduría, basada en los Preceptos, el Estudio y la Meditación; y (2) el Camino de la Compasión, basada en la Fe, la Devoción y el Nembutsu. Ambos son el capullo que nos permite transformarnos de seres comunes, llenos de deseos y pasiones, en Budas; manifestar nuestra Budeidad Innata. Este capullo está hecho de práctica religiosa. El Santo Ippen nos dice:

"En el momento en que te refugias en el Otro Poder (Tariki - la Gracia Redendora del Buda Amida), creyéndote ser 'nada más que un ser tonto de mal kármico atrapado en el nacimiento y la muerte, desde kalpas pasados distantes, siempre hundiéndose y girando en transmigración sin nunca una condición que conduzca a la emancipación', cesan todos los diferentes tipos de nacimiento y muerte. En cada una de las enseñanzas budistas, una persona se libera del nacimiento y la muerte al entrar en esta etapa. El Nombre Sagrado del que hablo es el Dharma de la unidad del sujeto y el objeto".

No importa el camino que tomemos, ya sea el Camino de la Sabiduría o el Camino de la Compasión, ambos son dirigidos por algo más allá de nosotros; no es algo que hagamos por nuestros propios esfuerzos (el único "esfuerzo" o Propio Poder es desear cambiar), sino que es algo que realiza el Buda Eterno, llamado Amida, por nosotros. Ya sea que sigamos los Preceptos, estudiemos a fondo los Sutras y practiquemos asiduamente la Meditación, o que entreguemos nuestra fe y rindamos devoción al Buda, recitando el Nembutsu, su Nombre Sagrado con total confianza, ambos son el trabajo dinámico del Buda, su Gracia, trabajando en nosotros. Si no, no hay real transformación. Desde el inicio, el adherirse a los Preceptos es posible dado a que el Buda nos impulsa y nos ayuda en el camino; el poder comprender verdaderamente el significado de la Palabra del Buda contenida en su Dharma es igualmente gracias a la Gracia Inspiradora del Buda; y la verdadera práctica de la Meditación solo es posible cuando suspendemos el Esfuerzo Propio (Jiriki) y permitimos que nuestro Espíritu comulge con el Buda Eterno. Esto es porque tenemos Fe en que los Precdeptos nos ayudan a manifestar nuestra Verdadera Naturaleza; rendimos Devoción a la Palabra del Buda contenida en los Sutras; y nos unimos al Buda por medio de la Meditación en una comunión entre el Espíritu del Buda en nosotros (nuestra Naturaleza Búdica) y el Buda Eterno, que es la Esencia del Cosmos. ¿Cómo es esto diferente del Camino de la Compasión del cual habla Ippen? Esta es la unidad del subjeto (nosotros) y el objeto (práctica y su fin).

Sin importar el camino, la transformación comienza, como nos dice Ippen, cuando aceptamos que no somos perfectos; que estamos manchados por el pecado, y que estamos sumidos en la Ignorancia, y hemos estado en este estado por incontables vidas. ¿Qué nos ha permitido reconocer esto? La Gracia del Buda (su Llamado) que desde el principio del tiempo ha estado con nosotros, pero solo ahora hemos abierto nuestras mentes y corazones para poder recibirla y permitir que inicie un cambio en nosotros. Una vez reconocemos esto - que se llama en el Budismo el Bodhicitta, el Despertar de la Mente que Desea Alcanzar la Budeidad por el Bien de Todos los Seres Sintientes - si bien es el inicio de nuestro Camino Budista, es a su vez el fin, pues, como mencionamos anteriormente, ya poseemos eso que buscamos dentro de nosotros; solo debemos manifestarlo. Quien nos ayuda a hacerlo es el Buda quien, como un capullo, nos abraza desde el inicio hasta el final de nuestra práctica con su Luz Redentora, para nunca abandonarnos.