Bienvenido a la Tierra Pura de la Luz Serena, un recurso sobre el Verdadero Budismo (一乘佛教), y sus posteriores ramificaciones, a la luz de las Enseñanzas Perfectas y Completas (圓教). Aquí presentamos el Budismo como religión, filosofía y estilo de vida, con énfasis en la Teología Budista (Budología), aspirando a presentar el Budismo balanceadamente entre la academia (estudios budistas) y la devoción, desde el punto de vista de una escuela tradicional de Budismo japonés (Tendai-shu 天台宗) y las enseñanzas universales del Sutra del Loto (法華経).


jueves, 27 de junio de 2019

La Hermandad (Sangha): Edificando el Reino del Buda I - La Armonía de la Hermandad

Related image

Edificando el Reino del Buda
La Armonía de la Hermandad

1. Imaginemos un gran campo desierto en absoluta oscuridad, sin ninguna luz. Muchas criaturas vivas viven en este lugar.

Debido a la oscuridad ninguno puede conocer la existencia del otro. Cada uno deambula y se retuerce aterrado por la soledad. Es realmente un estado lamentable.

Imaginemos que de repente se haga la luz. Aparece un hombre con una antorcha en la mano y el campo oscuro se inunda de luz súbitamente.

Las criaturas que hasta entonces se retorcían en el suelo envueltos en la oscuridad, se ponen de pie y al mirar a su alrededor descubren a sus semejantes. Con voces de júbilo corren a encontrarse y se abrazan compartiendo su felicidad. 

Este campo desierto es la vida, la oscuridad es la carencia de la Luz de la Sabiduría. El que no tiene la Luz de la Sabiduría dentro de su alma, no sabe estar en armonía con sus semejantes. Es un ser solitario que nace y muere solo, por ello es natural que se mueva sin rumbo fijo y tema a la soledad.

La aparición de un ser superior con una antorcha, significa la llegada del Buda a este mundo con la Luz de la Sabiduría.

Al ser alumbrados con esta Luz, por primera vez los seres llegan a conocerse, a conocer a sus semejantes y a establecer relaciones amistosas y pacíficas.

Por más que miles de personas vivan juntas, mientras no se conozcan unas a otras, no pueden constituir una sociedad.

La verdadera comunidad es aquella en que los seres, guiados por la Luz de la Sabiduría, se conocen y tienen fe en sus semejantes.

La armonía es el verdadero fundamento y la vida de las comunidades.

2. Existen tres clases de comunidades. La primera es la que está organizada por la fuerza del dinero o de la autoridad de grandes jefes.

La segunda nace de la conveniencia de sus miembros y continuará existiendo mientras ellos no hayan satisfecho sus aspiraciones y no luchen entre sí.

La tercera es la que se forma en torno a la Enseñanza y tiene la armonía como esencia.

Por supuesto la tercera de estas comunidades es la única verdadera. En esta comunidad todos viven con una misma alma y de allí nacen muchas virtudes. Existe allí la paz, la alegría, la satisfacción y la felicidad.

Como el agua de la lluvia que cae en las montañas, se convierte en arroyos y, poco a poco, aumenta su caudal hasta llegar finalmente al mar.

Así todas las personas de diferentes situaciones reciben la misma lluvia de la Enseñanza y, poco a poco, se van uniendo primero en pequeños grupos, después en organismos más grandes y en comunidades hasta desembocar en el océano de la Iluminación. Todas las almas de estas personas se mezclan como la leche y el agua, y de allí nace una hermosa comunidad.

La verdadera Enseñanza es la fuerza fundamental que organiza sobre esta tierra la verdadera comunidad.

La luz es la que hace que los seres se conozcan, que pacifica el alma de todos, como una aplanadora quita los relieves de la superficie de la tierra, y es la fuerza que los armoniza.

La verdadera comunidad se basa en la Enseñanza, por ello puede ser llamada la “comunidad de la Enseñanza”.

Puesto que todos los seres deben educar su alma según esta Enseñanza, teóricamente puede decirse que todos los seres  de la tierra están incluidos en esta comunidad. Pero de hecho está formada  solamente por quienes tienen la misma fe.

3. La comunidad del Buda se compone de los que predican la Enseñanza a los laicos y los que dan de comer y vestir a estos maestros. Estas dos clases de miembros deben mantener y extender la comunidad y esforzarse para que la Enseñanza se propague por doquier a través de los tiempos.

Los que pertenecen a la comunidad deben pensar primeramente en la armonía entre los seres y en realizar los objetivos de esta comunidad. Los maestros deben enseñar a los miembros de la comunidad y los miembros deben honrar a los maestros para que entre ellos haya armonía.

Deben esforzarse en llevarse bien con todos; alegrarse de corazón por poder vivir en compañía de los de la misma fe; no tener dos caras para los seres; ser caritativos; alejar el alma que piensa en el “yo”; y unir el alma a la de todos los seres.

4. Hay seis preceptos que mantienen en armonía a la comunidad. Primero: sinceridad en las palabras. Segundo: sinceridad en los actos de caridad. Tercero: sinceridad en el pensamiento caritativo. Cuarto: repartir la propiedad común. Quinto: seguir los mismos preceptos de pureza. Sexto: tener un punto de vista correcto.

Entre estos, el último forma el núcleo de los demás preceptos.

Hay dos clases de siete reglas que se deben seguir para hacer prosperar la comunidad.

(1) Reunirse frecuentemente para hablar de la Enseñanza.
(2) Respetarse mutuamente sin discriminación de las clases sociales.
(3) Reverenciar la Enseñanza y respetar las reglas sin cambiarlas a capricho.
(4) No olvidar la cortesía en el trato a los mayores y menores.
(5) Cuidar el alma para no perder la sinceridad y el respeto.
(6) Purificar el alma en un lugar tranquilo y silencioso. Ceder el paso a los demás para darles la prioridad.
(7) Amar al prójimo, tratar cordialmente al que se te acerca, cuidar con esmero al enfermo. Si se observan estas siete reglas, la comunidad nunca decaerá.

El otro grupo de siete reglas son: 
(1) Mantener pura el alma y no desear muchas cosas. 
(2) Mantener la integridad sin codiciar. 
(3) Mantener la paciencia y no pelear.
(4) Guardar silencio y no hablar vanamente. 
(5) Observar los preceptos y las Enseñanzas. 
(6) Mantener una mente estable y no seguir enseñanzas diferentes. 
(7) Mantener la frugalidad y ser modesto en el vestir y en las comidas. Si se observan estas siete reglas la comunidad no decaerá.

5. Como se ha mencionado antes, la vida de la comunidad es la armonía. Una comunidad sin armonía no es comunidad, por ello hay que hacer lo posible para que no existan disturbios y en caso de que se produzcan, hacer esfuerzos para disiparlos.

La sangre no se purifica con la sangre, el resentimiento no puede ser eliminado con el resentimiento. Sólo se puede disipar olvidándose de él.

6. Había una vez un rey llamado Calamidad. Su territorio fue conquistado por un rey vecino amante de la guerra que se llamaba Brahmadatta. El rey Calamidad, después de haber estado escondido con su hijo y esposa fue apresado, pero afortunadamente su hijo logró escapar.

El príncipe trató de rescatarlo el día de su ejecución, pero todo fue en vano. Tuvo que contemplar con lágrimas la muerte de su desdichado padre.

El rey reconoció a su hijo entre la multitud y murmuró estas palabras como si hablara consigo mismo. “No te detengas a mirar mucho. No actúes precipitadamente, el resentimiento sólo se aplaca con el olvido.” Este príncipe vivía pensando sólo en la venganza. Logró entrar en el palacio a servir, y poco a poco se fue ganando la confianza del rey.

Un día, el rey salió de caza. El príncipe pensó que era la ocasión de realizar su venganza, alejó la tropa del rey y fue solo con él a las montañas. El rey, cansado de tanto correr, se durmió en las rodillas de este joven que se había ganado su confianza.

El príncipe pensó que había llegado la hora, desenvainó su espada y la acercó a la garganta del rey. Sin embargo, en ese momento recordó las palabras de su padre, y no pudo mover las manos. De repente, el rey despertó asustado con un sudor frío que le corría por el cuerpo. Le dijo que había soñado que el hijo del rey Calamidad intentaba clavarle la espada en la garganta.

El príncipe agarró con fuerzas al rey y levantó su espada. Declaró que era el hijo del rey Calamidad y que había llegado la hora de vegar a su padre. Sin embargo, enseguida hizo caer su espada y se arrodilló frente al rey.

El rey asombrado se levantó. Cuando el príncipe le habló de las últimas palabras de su padre, se emocionó mucho. Se pidieron mutuamente perdón y se perdonaron. El rey devolvió al príncipe su reino y ambos reinos mantuvieron relaciones amistosas durante mucho tiempo.

En esta parábola, el “no ver por mucho tiempo” es no mantener por mucho tiempo los resentimientos. “No te precipites” significa que uno nunca debe apurarse para romper una amistad.

El resentimiento no se calma con el resentimiento, sólo se aplaca con el olvido.

En la comunidad que tiene como base la armonía, todos deben actuar siempre según el espíritu del rey Calamidad, reflejado en esta historia.

No sólo los miembros de la Comunidad, sino también todos los seres, en general, deberían juzgar y actuar según este espíritu.

* Este extracto ha sido traducido y editado de "La Enseñanza del Buda", un libro publicado por la Bukkyo Dendo Kyokai, la Sociedad para la Propagación del Dharma del Buda en Japón. El mismo consiste de extractos de los Sutras Mahayana y Hinayana, ordenados por temática, para exponer de manera devocional y reverente la enseñanza del Buda.