Bienvenido a la Tierra Pura de la Luz Serena, un recurso sobre el Verdadero Budismo (一乘佛教), y sus posteriores ramificaciones, a la luz de las Enseñanzas Perfectas y Completas (圓教). Aquí presentamos el Budismo como religión, filosofía y estilo de vida, con énfasis en la Teología Budista (Budología), aspirando a presentar el Budismo balanceadamente entre la academia (estudios budistas) y la devoción, desde el punto de vista de una escuela tradicional de Budismo japonés (Tendai-shu 天台宗) y las enseñanzas universales del Sutra del Loto (法華経).


martes, 4 de junio de 2019

El Camino de la Práctica: La Purificación III Las Enseñanzas de las Antiguas Fábulas


La Purificación 
Las Enseñanzas de las Antiguas Fábulas

1. Había una vez un reino llamado Kirro, donde se tenía la extraña costumbre de abandonar a las personas de edad avanzada en lejanas e inaccesibles montañas.

Un buen ministro del rey encontró que era demasiado difícil cumplir esta ley. Hizo un profundo agujero en la tierra y construyó en él una casa en donde escondió a su padre, lejos de la vista de los vigilantes.

Un día, apareció un dios ante el rey y le empezó a hacer preguntas, amenazándole con destruir el reino si no contestaba satisfactoriamente. Mostró dos serpientes y preguntó: “¿cuál es la hembra y cuál es el macho?”

Ni el rey ni ninguno del reino podía contestar a esta difícil pregunta. El rey ofreció un gran premio al que pudiera distinguir entre la hembra y el macho.

El ministro regresó a su casa y le preguntó a su padre. “Eso es muy fácil”, le dijo, “coloca esas dos serpientes sobre una tela suave y fíjate bien: la que se mueve mucho es el macho, y la que no se mueve mucho es la hembra.” El ministro llevó la respuesta al rey y pudieron resolver el problema.

El dios empezó a hacer preguntas cada vez más difíciles. El rey ni los de la corte podían resolverlas; sólo este ministro que preguntaba a escondidas a su padre siempre podía, dar la respuesta.

Las preguntas y respuestas eran las siguientes: ¿Quién es aquel que estando dormido le dicen despierto y estando despierto le dicen dormido? Es el ser  que busca el camino de la Iluminación. Le dicen despierto comparado con el que no conoce todavía el Camino, pero, comparado con el que ha alcanzado la Iluminación, le dicen dormido.

¿Cómo se puede pesar a un elefante? Se carga al elefante en una barca y se mira hasta donde se ha sumergido el agua. Luego se cargan piedras y se pesan.

¿Por qué decimos que una taza de agua puede tener más agua que un océano? Si damos una taza de agua con un alma pura a los enfermos o a los padres y ancianos, adquirimos un mérito eterno. En cambio, por muy grande que sea el océano, el agua que hay en él puede terminar algún día.

El dios hizo salir a un hombre escuálido y hambriento que preguntó: “¿Hay alguien que sufra más hambre que yo en este mundo? “Sí que lo hay. Es aquel que no cree en los tres tesoros del Buda, del Dharma y de los sacerdotes, porque tiene un alma pobre y seca, y no ruega a los Budas por sus padres y maestros. No sólo está más hambriento en este mundo, sino él caerá en el mundo de los demonios hambrientos donde sufrirá el hambre para siempre.

“Aquí hay una tabla cuadrada del árbol Candana. ¿Cuál de los dos extremos es el lado de la raíz?” “Se puede saber haciendo flotar en el agua. El lado que se hunde más es el de la raíz.”

“Aquí hay dos caballos de la misma figura. ¿Cómo puedes saber cuál es la madre y cuál el hijo?” “Dale un poco de heno y la yegua madre empujará el heno hacia el hijo.”

Todas las respuestas a estas preguntas difíciles satisficieron al dios y al rey. El rey al saber que esta sabiduría provenía del anciano padre del ministro, escondido bajo la tierra, abolió la ley del abandono de ancianos y ordenó tratarlos con respeto y amabilidad.

2. La reina Videha de la India soñó una noche con un elefante blanco de seis colmillos. La reina deseó ardientemente el marfil de ese colmillo y se lo pidió al rey. El rey, que amaba a la reina con todo su corazón, no pudo negarse a este capricho y pregonó por todo el reino que daría una buena recompensa al hombre que supiera el paradero de este elefante.

Un cazador había sido salvado, en las montañas del Himalaya, por un elefante de las mismas características que practicaba el Camino Noble del Buda. Éste, al volver a su tierra, oyó el pregón del rey. Cegado por la gran recompensa, se olvidó que le debía la vida y se dirigió al Himalaya para matar al elefante de los seis colmillos.

Este cazador, como sabía que el elefante hacía prácticas para llegar a ser un Buda, se disfrazó de monje para conquistar su confianza. Asegurándose que éste no recelaba, tensó su arco y lo hirió con una flecha venenosa. 

Al verse herido, el elefante sintió que su muerte se acercaba. No le reprochó al cazador lo que había hecho, más bien sintió compasión de que no hubiese podido reprimir las pasiones terrenales, y ocultándolo entre las piernas lo protegió de los elefantes que pedían venganza. Luego le preguntó el por qué de tan atrevida faena, y al saber que era para obtener los colmillos, se golpeó él  mismo contra un árbol grande y se los ofreció. El elefante le hizo esta promesa: “Con esta limosna he completado mis prácticas y renaceré en el Reino del Buda. Cuando me convierta en un Buda, te ayudaré a arrancar de tu alma las tres flechas de la codicia, la ira y la ignorancia.”

3. En un bosque de bambú en las faldas del Himalaya vivía un loro con otros muchos pájaros y animales. Un día, de repente, empezó a soplar un viento fuerte que originó un incendio a raíz del fuego encendido por la fricción de dos bambúes. El viento fue agrandando el fuego y las aves y los animales lloraban y gritaban en gran confusión en busca de escape. El loro, por una parte en agradecimiento al bosque de bambú que le había dado casa por largo tiempo, y por otra parte, sintiendo compasión por la desgracia, de tantas aves y animales decidió hacer lo posible por salvarlos. Fue a un estanque vecino, se mojó las alas y, volando sobre el fuego, hizo caer gotas de agua. Repitió esto con diligencia pensando sólo en la gratitud hacia el bosque de bambú y en la compasión que sentía hacia los desesperados.

Este espíritu de compasión y de sacrificio conmovieron a los dioses del cielo. Uno de ellos bajó para decirle: “Tu alma es noble, pero cómo podrás apagar un fuego tan grande con las gotas de agua de tus alas?” A lo que el loro le contestó: “Si pretendiera apagar sólo con el agua, de seguro, no podría; pero lo hago con este sentimiento de agradecimiento y compasión. Debe ser posible. Yo seguiré trayendo agua una y otra vez, y lo seguiré haciendo también en mi próxima vida. El dios se sintió emocionado por el espíritu del loro y le ayudó a apagar el fuego.

4. Un a vez vivía en el Himalaya un ave de dos cabezas. Un día una de las cabezas vió que la otra comía una fruta deliciosa, Por envidia se comió una fruta venenosa para envenenarla y el pájaro murió.

5. Una vez la cabeza y la cola de una serpiente se pelearon por salir adelante. la cola le dijo: “Tú siempre estás a la cabeza y no es justo. De vez en cuando debes ponerme adelante.” La cabeza le contestó: “El que yo esté siempre adelante es ley de la vida. No te puedo dejar que salgas al frente.”

Siguieron discutiendo, pero como de todas formas la cabeza seguía adelante, la cola se enojó y se enroscó en una rama, no permitiendo que la cabeza avanzara. Cuando la cabeza se cansó de esta pelea, la cola pudo hacer lo que quería y resultó que la serpiente se cayó en un agujero donde había fuego y se murió quemada. Todas las cosas tienen su orden y tienen su propia función; si se altera el orden se inutiliza la función y se llega a la destrucción.

6. Había un hombre muy impaciente y pendenciero. Dos hombres hablaban acerca de él frente a su casa. Uno de ellos dijo: “Es un hombre muy bueno, pero es una pena que sea tan impaciente y pendenciero.” Al oirlo, el hombre salió enseguida de su casa, se abalanzó sobre ellos, y a puntapiés y a puñetazos los dejó heridos.

Un hombre sabio, cuando le hacen una advertencia, reflexiona sobre ella y mejora su conducta; en cambio, el imbécil, en vez de corregirse, vuelve a repetir la falta.

7. Un hombre rico pero imbécil, vio una hermosa casa de tres pisos que se elevaba al cielo y tuvo envidia. Pensando que, como él también era rico podría tener una casa igual, pidió al carpintero que la construyera. El carpintero empezó por los cimientos para seguir construyendo hasta el tercer piso. El hombre rico se dio cuenta de lo que hacía el carpintero y le gritó irritado: “Lo que yo quiero es el tercer piso, no el cimiento ni el primer piso. Construye rápido el tercer piso.”

El hombre tonto no piensa más que en los buenos resultados sin considerar los esfuerzos necesarios para ello. Pero, así como no puede haber un tercer piso sin cimientos, no puede haber buenos resultados sin su debido esfuerzo.

8. Un hombre que cocía miel, recibió la visita de un amigo y pensó en convidarle. Empezó a abanicar la cacerola para enfriarla dejándola sobre el fuego. Por más que uno abanique no puede enfriar la miel si no se retira del fuego la cacerola. De la misma forma, si no se apaga el fuego de las pasiones terrenales es imposible pretender tomar la fresca miel de la Iluminación. 

9. Dos demonios se peleaban entre sí por una caja, un bastón y un par de zapatos. Ya caía la tarde y los dos seguían discutiendo. Un hombre que vio esto les preguntó por qué peleaban de esa forma, y qué poderes mágicos tenían esos objetos que les hacía pelear tanto por su posesión. Los dos demonios contestaron a la par: “De esta caja se pueden sacar todas las cosas que uno desea, comida, ropa, joyas, etc. Con este bastón se puede derribar a cualquier enemigo, y con estos zapatos se puede volar por el aire.”

El hombre les dijo: “¿Por una cosa tan simple os estáis peleando? Manténganse unos minutos alejados que yo les repartiré equitativamente.” Alejó de esta manera a los dos demonios, se puso los zapatos y con la caja y el bastón en la mano, se perdió entre las nubes.

Los demonios representan a dos incrédulos. La caja significa la limosna. Ellos no saben que de la limosna se originan todos los tesoros. El bastón es la concentración del alma. Ellos no saben que con la concentración del alma se puede vencer al demonio de las pasiones terrenales. Los zapatos representan los “Paramitas”, los puros ideales de pensamiento y de conducta que los conducirá por encima de todos los deseos y discusiones. Por no saber estas cosas, se pelean eternamente por la posesión de bienes materiales.

10. Un hombre que viajaba solo llegó ante una casa solitaria. Como había oscurecido ya, decidió pasar la noche allí. A la media noche, apareció un demonio cargado con un cadáver y lo puso en el suelo. A los pocos minutos vino tras de él otro demonio que comenzó a decir que el cadáver le pertenecía. El primer demonio se encolerizó y se pusieron a pelear furiosamente.

Entonces el primer demonio le dijo al otro: “De nada sirve que nos peleemos así. Mejor es traer un testigo y decidir quién es el dueño.” Como el segundo demonio no objetara nada, el primero hizo salir al viajero que desde hacía rato temblaba de miedo en un rincón del cuarto. “Tú di, cuál de los dos trajo el cadáver?” El pobre hombre ya no tenía salvación. Sabía muy bien que si hablaba a favor de uno sería muerto por el otro, y viendo que no había más remedio decidió hablar tal como había visto.

Como se esperaba, uno de los demonios, enfurecido, le arrancó un brazo. El otro demonio al verlo, arrancó un brazo al muerto y se lo puso. El demonio cada vez más bravo, le quitó el otro brazo, las piernas, y así sucesivamente, mientras que el otro demonio iba reemplazandolos con los del cadáver. Ya cansados de pelear los dos demonios se pusieron a comer los miembros caídos en el suelo, y se fueron satisfechos limpiándose la boca.

El pobre hombre pasó una noche de espanto en la casa desierta. Al despuntar la mañana, salió como un desesperado de esa casa. La cabeza, el cuerpo, y los miembros que recibiera de sus padres al nacer habían sido cambiados completamente por los de un cadáver. No sabía él mismo si era el mismo hombre de antes. Divisó un templo en el camino y con gran alivio, entró a contar a los monjes la extraña experiencia de la noche anterior. Ellos le explicaron que si lograba comprender el problema de la no-existencia del yo, volvería a ser el mismo. La gente pudo captar en este relato el significado de la no-conciencia del yo, y se sintieron emocionados.

11. Un vez una hermosa mujer muy bien vestida se presentó en una casa. El dueño de la casa preguntó quién era. “Yo soy la diosa de la riqueza.” respondió la mujer. El dueño la hizo pasar y la trató como mejor pudo.

Poco después una mujer fea y mal vestida tocó la puerta. El dueño le preguntó quién era. Ella le contestó que era la diosa de la pobreza. El hombre asustado trató de echarla. Entonces la mujer le advirtió: “Lo que tú vas a hacer es una necedad. La mujer que entró antes en tu casa es mi hermana. Nosotras nunca nos separamos, así es que si tú me echas mi hermana también desaparecerá.” Y tal como lo dijo, cuando ella se fue, la hermosa figura de su hermana también había desaparecido.

Donde hay vida, hay muerte; donde hay dicha, hay desdicha; donde hay bien, hay mal. Todos tienen que saber esto. El necio busca sólo la felicidad y teme la infelicidad. El que busca el Camino debe superar estas dos cosas y no sentir apego por ninguna de ellas.

12. Había una vez un pintor pobre que salió de su tierra en busca de fortuna dejando a su esposa. A los tres años consiguió con mucho esfuerzo 300 piezas de oro y decidió regresar a su tierra. En el camino de vuelta, cuando pasaba por un gran templo, vió que se llevaba a cabo en él una gran ceremonia. Se sintió muy emocionado y se dijo: “Yo nunca he sembrado la semilla de la felicidad. Y ahora que me encuentro ante esta oportunidad cómo podré dejarla pasar?” Donó las 300 piezas de oro que tenía sin ninguna pena y regresó a su casa.

La esposa al verlo regresar sin nada le reprochó y le pidió explicación. El pintor pobre le replicó que todo el dinero que había ganado lo había puesto en un lugar seguro. Ella insistió en que le dijera dónde lo había escondido. El tuvo que confesar que lo había donado a los monjes de cierto templo.

Esto hizo enfurecer a la mujer que lo denunció al juez. El pintor respondió ante el juez: “Yo no he malgastado el dinero logrado con mi noble esfuerzo. Hasta ahora yo había vivido sin sembrar la semilla de la felicidad, pero cuando ví la gran ceremonia de aquel templo comprendí que se me había presentado la oportunidad, y doné todo el dinero extinguiendo el apego a lo material que había en mi alma. He comprendido que la verdadera riqueza no son los tesoros, sino el alma misma.”

El juez alabó el espíritu del pintor y la gente demostró su aprobación ayudándole de varias formas. Así el pintor y su esposa vivieron felices y con fortuna.

13. Había un hombre que vivía cerca de un cementerio. Una noche escuchó voces que le llamaban desde el cementerio. El hombre pasó la noche temblando de miedo. A la mañana siguiente contó a sus amigos lo que le pasó, y uno de ellos, de gran valor, decidió descubrir al dueño de la voz si volvía a llamar.

Esa noche también, como la anterior, volvió a llamar la voz. El hombre a quién llamaba no cesaba de temblar, pero el valiente entró en el cementerio a buscar la tumba de donde salía la voz. Al descubrirlo le preguntó quién era. Una voz desde la tierra le contestó; “Yo soy un tesoro escondido dentro de la tierra. Yo pensé darme al hombre a quien llamaba, pero es muy cobarde y no viene. Tú eres valiente y mereces que yo me dé a ti. Mañana por la mañana iré con siete acompañantes a tu casa.”

“Entonces, ¿de qué forma debo recibirte?” le preguntó el hombre valiente. “Nosotros iremos vestidos de monjes. Purifica tu cuerpo y tu habitación, prepara agua y un poco de sopa de arroz en ocho tazas para recibirnos.” “Después de la comida condúcenos uno por uno a una habitación cerrada y allí nos convertiremos en jarras de oro.”

A la mañana siguiente, el hombre purificó su cuerpo, la casa, y esperó. Así como se lo había dicho, aparecieron ocho monjes a pedir un poco de alimento. Los hizo pasar y después de terminada la humilde comida los llevó a una habitación cerrada, en donde los ocho monjes se convirtieron en jarras llenas de oro.

Un hombre codicioso que oyó hablar de ello, deseó para sí otras ocho jarras de oro. Invitó a ocho monjes a una habitación purificada y les dio de comer. Cuando terminaron los encerró en una habitación. Los ocho monjes, que por supuesto no se convirtieron en jarras de oro, se enojaron y lo denunciaron al juez. El hombre codicioso fue apresado.

El hombre cobarde que oyó primero la voz, cuando supo lo de las jarras, quiso hacerlas suyas diciendo que las voces lo habían llamado a él y que por derecho le pertenecían. Entró por ello en la casa de su amigo para robar las jarras. Cuando quiso cogerlas salieron serpientes de ellas y lo persiguieron. 

El rey al saber del suceso, propagó el fallo de que las jarras pertenecían al hombre valiente, y le dijo: “Todas las cosas del mundo ocurren de esta manera. Los necios sólo desean los resultados, pero es imposible obtenerlos  sin esfuerzo. Ellos no tienen fe ni valor para enfrentar las luchas internas del alma y lograr así la paz y la armonía verdaderas.

* Este extracto ha sido traducido y editado de "La Enseñanza del Buda", un libro publicado por la Bukkyo Dendo Kyokai, la Sociedad para la Propagación del Dharma del Buda en Japón. El mismo consiste de extractos de los Sutras Mahayana y Hinayana, ordenados por temática, para exponer de manera devocional y reverente la enseñanza del Buda.