La Búsqueda de la Verdad
El Camino del a Fe
1. El que se refugia en el Buda, en el Dharma y en la Orden (Sangha), es llamado discípulo del Buda. Los discípulos del Buda observan los preceptos, la fe, la caridad y la Sabiduría que serán explicados a continuación.
No quitar la vida de los seres vivientes, no robar, no adulterar, no mentir, no beber bebidas alcohólicas: estos son los cinco preceptos que debe observar el discípulo del Buda.
La fe del discípulo es creer en la Sabiduría del Buda. La caridad del discípulo es siempre dar limosna, eliminando la codicia y el apego. La sabiduría del discípulo es saber de la mutabilidad de las cosas y conocer el principio de la causa y del efecto.
Todo árbol inclinado al Este, cuando caiga lo hará, sin lugar a dudas, hacia el Este. De la misma manera, el que de ordinario está inclinado hacia las Enseñanzas del Buda y tiene una profunda fe, cuando acabe su vida renacerá en el reino del Buda.
2. Los discípulos del Buda son los que creen en el Buda, en sus Enseñanzas y en la Orden (Sangha).
El Buda es el que ha alcanzado la Iluminación y salva a la humanidad. La Enseñanza es lo predicado por el Buda. La Orden es una comunidad uniforme de creyentes que practican a la perfección estas Enseñanzas.
El Buda, la Enseñanza y la Orden aun siendo tres, no están divididos. El Buda se representa en la Enseñanza, y la Enseñanza se realiza en la Orden, por ello estos tres son una misma cosa. Creer en la Enseñanza y en la Orden, es igual que tener fe en el Buda. Y si uno cree en el Buda llega a tener fe en la Enseñanza y en la Orden.
Todos los seres con sólo tener fe en el Buda logran la salvación y alcanzan la Iluminación. El Buda ama a todos los hombres como a hijos propios, por eso si el ser piensa en el Buda como en su madre, podrá ver al Buda y alcanzar la salvación. El que piensa constantemente en el Buda, es gobernado por la luz clara del Buda y se le adhiere el perfume del Buda con naturalidad.
3. Nada tiene tanto valor en este mundo como creer en el Buda. Con sólo oir una vez el nombre del Buda se alegra el corazón, y se recibe algo sumamente valioso.
Hay que buscar la Enseñanza del Buda aún entre las llamas que queman el mundo, creer y alegrarse con ella.
Es verdaderamente difícil encontrar al Buda, o a un maestro que pueda predicar sus Enseñanzas, y creer en estas Enseñanzas. Ahora que has encontrado al Buda tan difícil de encontrar, y has podido escuchar su Enseñanza tan difícil de escuchar, trata de mantener este valioso tesoro, cree y goza de Él.
4. La fe es el mejor compañero de la vida, es el alimento para el largo viaje de la vida. Es el máximo de los bienes.
La fe es la mano pura que recibe las Enseñanzas del Buda y todas las virtudes. La fe es fuego. Quema toda suciedad de las almas y conduce a los hombres por el mismo camino. La fe hace arder en deseos de Iluminación a las almas que buscan el Camino del Buda.
La fe enriquece el alma. Enseña la caridad sin apego, el respeto y la humildad alejando el orgullo. Así brilla la sabiduría, se aclara la conducta, el hombre vence las dificultades, se libra del mundo, y recibe el poder para vencer todas las tentaciones.
La fe anima al hombre cuando el camino se hace aburrido y largo, y conduce a la Iluminácion.
La fe nos hace sentir como si estuviéramos en presencia del Buda. Nos suaviza el alma y el cuerpo como si el Buda nos tuviera en sus brazos. Nos concede la virtud de tratar con amor a los seres.
5. El que tiene fe, saborea toda voz que escucha como palabras del Buda y siente la alegría de saborearla. Al ver que todo es originado por una causa y unas condiciones, alcanza la Sabiduría aceptando esta verdad con naturalidad.
La fe nos da la Sabiduría de comprender que este mundo no es más que un juego momentáneo donde no existe una verdad inmutable. Nos hace adquirir la Sabiduría que no se asombra ni se entristece por la mutabilidad.
La fe aparece en tres aspectos: el arrepentimiento, la alegría de conocer las virtudes ajenas, y la súplica al Buda por la salvación de los seres.
Nos hace sentir deseos de tener conciencia de los pecados y las impurezas cometidas, avergonzarnos y arrepentirnos de ellas. Al ver la virtud ajena, nos hace alegrar como si fuera de uno mismo y desear para él el mérito. La fe nos hace estar siempre con el Buda, actuar siempre con el Buda y desear vivir siempre con el Buda.
El alma que cree, es sincera y profunda, y se alegra de ser conducida al reino del Buda. Por eso, al que se alegra al alabar el nombre del Buda, el Buda le concede un poder. Lo conduce a su reino y hace que no vuelva a sentir la inquietud.
6. Esta alma que cree en el Buda representa la naturaleza del Buda que todos llevan en su interior, porque, el que conoce al Buda es un Buda, y el que cree en el Buda es también un Buda.
Sin embargo, aunque los seres tengan la naturaleza del Buda, está sumergida en lo profundo del barro de las pasiones y es difícil hacer brotar el retoño de la Iluminación y hacerla florecer. ¿Cómo puede nacer un alma pura que se dirija a Buda en medio de las pasiones, de la codicia y la ira en el remolino de los deseos?
En un bosque de erandas, sólo crecen las venenosas erandas, pero nunca un dulce árbol de cananda. Sería un milagro si naciera una cananda en un bosque de eranda. De la misma forma, es ahora un milagro que en el interior de los hombres haya nacido un alma que se dirija al Buda y crea en Él.
La fe con la cual creemos en el Buda se llama fe sin raíces. Esto es porque no tiene raíces para crecer en el alma humana, sino las tiene para crecer en el alma llena de la compasión del Buda.
7. La fe es sagrada, es el origen del Camino y es la madre del mérito. Sin embargo, aun los que buscan el Camino, no la consiguen con facilidad porque las siguientes cinco clases de dudas no lo permiten:
Primero: la duda sobre la Sabiduría del Buda.
Segundo: la duda en los principios de la Enseñanza.
Tercero: duda sobre el que predica la Enseñanza.
Cuarto: la duda sobre la confiabilidad de los métodos propuestos para encontrar el Camino.
Quinto: la duda, causada por la arrogancia, en la sinceridad de los que buscan el mismo camino.
No hay nada en el mundo tan temible como la duda. La duda separa las almas, es el veneno que desintegra, es la daga que mata y es la espina que lastima las almas. Por eso el que logra la fe, debe darse cuenta de que ha sido plantada en la remota antigüedad por la Misericordia del Buda.
No hay que olvidar que la mano del Buda venciendo la oscuridad de la duda que nubla el alma, introduce la luz de la fe.
El que logra la fe y agradece la Misericordia del Buda que en la remota antigüedad la introdujo en las almas humanas, siguiendo la vida normal de este mundo puede renacer en el reino del Buda.
Es difícil nacer hombre en este mundo, escuchar las Enseñanzas y más difícil todavía es lograr la fe. Por eso tenemos que hacer todo lo posible para escuchar la Enseñanza del Buda.
* Este extracto ha sido traducido y editado de "La Enseñanza del Buda", un libro publicado por la Bukkyo Dendo Kyokai, la Sociedad para la Propagación del Dharma del Buda en Japón. El mismo consiste de extractos de los Sutras Mahayana y Hinayana, ordenados por temática, para exponer de manera devocional y reverente la enseñanza del Buda.