Bienvenido a la Tierra Pura de la Luz Serena, un recurso sobre el Verdadero Budismo (一乘佛教), y sus posteriores ramificaciones, a la luz de las Enseñanzas Perfectas y Completas (圓教). Aquí presentamos el Budismo como religión, filosofía y estilo de vida, con énfasis en la Teología Budista (Budología), aspirando a presentar el Budismo balanceadamente entre la academia (estudios budistas) y la devoción, desde el punto de vista de una escuela tradicional de Budismo japonés (Escuela del Loto Reformada) y las enseñanzas universales del Sutra del Loto (法華経).


domingo, 29 de junio de 2025

La Unidad del Buda y los Seres Sintientes: El Soshin Hogo o Palabras Devocionales del Maestro Shinzei

 


El Soshin Hogo, que se puede traducir como "Palabras Devocionales a la Corte", es un texto corto, de carácter pastoral, probablemente dirigido a un devoto de alto rango —ya sea un miembro de la nobleza o un monje avanzado— que ha preguntado acerca de la naturaleza del Renacimiento en la Tierra Pura y la práctica del Nembutsu dentro de la escuela Tendai. El maestro responde con humildad, reconociendo que el interlocutor ya posee una comprensión firme, pero ofrece su reflexión con la intención de profundizar e iluminar aún más la fe. Lo que distingue al texto no es su complejidad filosófica, sino su lucidez espiritual: nos lleva de la práctica exterior a la realización interior; del acto de recitar el Santo Nombre a la absorción en el Nombre; de la mente dualista que separa al Buda y al practicante, a la unidad no-dual entre el Corazón que confía y la Conciencia que salva. Estas ideas, como veremos, están profundamente en consonancia con la visión doctrinal de la Escuela del Loto Reformada.

Palabras Devocionales sobre el Nembutsu y el Renacimiento

Aunque es seguro que ya ha reflexionado profundamente en su corazón sobre el modo de asegurar el Renacimiento en la Tierra Pura, permítame, por lo que he oído, ofrecerle humildemente una modesta explicación.

La costumbre constante de recitar el Nembutsu nace de la comprensión de que, gracias al Poder del Nembutsu, uno logrará el Renacimiento. Esta manera de pensar no es equivocada; y, sin duda, es un camino válido. Sin embargo, da la impresión de que el Nembutsu y el Renacimiento fueran dos cosas separadas, lo cual introduce una inquietud innecesaria en el corazón del practicante.

La verdad es que no hay tal separación. Recitar "Namu Amida Butsu" es en sí mismo el acto del Renacimiento. El "Namu" que pronunciamos es el corazón que confía plenamente en el Buda. Este mismo corazón es acogido de inmediato por la Luz del Buda, quien jamás lo abandona. Ese Buda que nos acoge, que viene a recibirnos sin fallar, es Amida.

Cuando decimos "Amida", lo que revelamos es esa unidad sagrada entre nuestro corazón confiado y el Despertar del Buda que nos salva. En esa fusión sin dualidad, el "Namu Amida Butsu" deja de ser una frase, y se convierte en la unión perfecta entre quien suplica y quien salva, entre la fe y la Iluminación.

Por tanto, al decir "Namu Amida Butsu", uno está expresando que el Despertar del Buda es, aquí y ahora, nuestra entrada al Renacimiento. Así ha de entenderse.

Si se comprende de esta manera, sin albergar ni la más mínima duda en el corazón, entonces aunque no sostenga el rosario en las manos, aunque su boca no emita sonido alguno, con tal de que no olvide al Buda, eso mismo es Nembutsu verdadero.

Y aun así, si su cuerpo se encuentra saludable y el espíritu en paz y ligereza, entonces, de todo corazón, ¡esfuércese tanto como pueda en la recitación del Nembutsu! Esa es la enseñanza justa, la práctica verdadera, para usted mismo y para esta vida. ¡Qué sublime es este Camino! ¡Cuán sagrado!

* * *

Estudiemos cuidadosamente el mismo para revelar sus profundas enseñanzas, las cuales parten de los Sutras del Buda Amida, y la larga Tradición Tierra Pura del Loto que fue perfeccionada por el Gran Maestro Genshin, a quien Shinzei veía como mentor.

El Maestro Shinzei nos dice: "Recitar el Nembutsu no es algo que produzca el Renacimiento, sino que la recitación misma es el Renacimiento."

Esta afirmación central desmantela la visión instrumental o mecanicista de la práctica devocional. No estamos ante una causa exterior que, al ser repetida, produce un efecto futuro. En cambio, se afirma una verdad mucho más profunda: la recitación es ya comunión, es ya realización, es ya entrar en la Tierra Pura. En la terminología de la Escuela del Loto Reformada, diríamos que esta recitación actualiza nuestra Budeidad Innata, haciendo manifiesto el Reino del Buda en el corazón del devoto.

Esta enseñanza tiene sus antrcedentes en la Tradición del Loto de los Grandes Maestros Chih-i y Saicho. En la tradición Tendai, uno de los preceptos centrales —legado del propio Saicho y sus seguidores— es que el mundo es reflejo de la mente, como afirma el Sutra de la Tierra Pura y otros, donde se enseña que cuando la mente se purifica, el entorno vuelve a ser Tierra Pura. Esta visión fue retomada por Shinzei en su enfoque de práctica del Nembutsu: no solo se trata de alcanzar la Tierra Pura después de la muerte, sino de vivir —en el cuerpo y en el mundo presente— como si la Tierra Pura ya hubiera florecido. 

La recitación ininterrumpida del Santo Nombre como actitud que armoniza la mente y produce una vibración de paz que trasciende el espacio físico. Al recitar, uno crea una atmósfera pura en el aquí y ahora, extendiendo esa luz hacia todas las formas de vida. Igualmente, la observancia plena de los Preceptos purifica no solo la mente, sino la interacción con otros: la oración deviene acto ético, conducta compasiva y Renacimiento del entorno. También, lLa enseñanza Tendai de "Ilumina una esquina del mundo" promueve que cada devoto sea un Bodhisattva actuante, iluminando su entorno con actos concretos —bondad, servicio, atención y justicia— como manifestación de la Tierra Pura colectiva .

El Budismo Tendai enseña que todos los fenómenos son expresión del Reino de Buda; la Tendai Shinzei-ha, heredera de esta visión, interpreta el Nembutsu como práctica para hacer visible esa unidad:

  • Cuando la mente está en Samadhi por el Santo Nombre, el entorno se presenta puro.
  • La recitación estable actúa como llave para percibir la Naturaleza Búdica inherente en cada cosa —el fundamento ontológico del Tendai.

Esta afirmación también se relaciona con la doctrina de los Tres Mil Mundos en un Solo Pensamiento (Ichinen Sanzen): en un solo pensamiento de fe, en un solo suspiro del Nombre, está presente la totalidad del Cosmos iluminado. No hay distancia ni espera. El Santo Nombre de Amida es la puerta misma a la Eternidad.

Por todo esto, de acuerdo con el Maestor Shinzei, la recitación correcta del Nembutsu:

  • Purifica la Mente (a través del Nembutsu constante y los Preceptos) - Estas dos puertas no son paralelas ni independientes: se interpenetran, se refuerzan mutuamente y, en última instancia, son una sola en su función de llevar al ser hacia la iluminación, la purificación del karma y el Renacimiento en la Tierra Pura de Amida. Cumplir los Preceptos es, en última instancia, vivir desde la Naturaleza del Buda. Así, la disciplina moral no se opone a la fe, sino que la expresa, y prepara el corazón para el Samadhi del Nombre.
  • Transfigura el Entorno (mediante actos de compasión consciente).
  • Manifiesta el Reino del Buda (integrando el Samsara y el Nirvana aquí y ahora).

Luego, el Maestro nos dice: "‘Namu’ significa confiar; esa confianza es acogida por la luz del Buda, que jamás la abandona."

En esta frase encontramos una expresión sencilla de una doctrina altísima: la fusión de la mente del devoto con la conciencia iluminada del Buda. No se trata de una relación externa entre sujeto y objeto, sino de una unificación interior, en la cual el corazón que confía y el Buda que salva se convierten en un solo cuerpo. Esto encarna una enseñanza esencial de la Escuela del Loto Reformada: el Buda Eterno no es un ente separado, sino el fundamento de nuestro ser. La confianza no es otra cosa que el reconocimiento de que ya hemos sido acogidos, de que la Luz ya brilla, y de que el Santo Nombre no nace de nuestro esfuerzo, sino que brota del Corazón del Buda a través de nosotros.

En cuanto a la práctica, el Maestro nos dice: "Aunque no tomes el rosario (Juzu), aunque tu boca no pronuncie el sonido, si no olvidas al Buda, eso es Nembutsu."

Esta enseñanza rompe con toda forma de formalismo ritualista. No es el gesto externo, ni siquiera el sonido físico, lo que constituye el Nembutsu verdadero, sino la presencia ininterrumpida del Buda en la conciencia. En otras palabras, el verdadero Nembutsu es el recuerdo viviente, el recogimiento afectivo, la devoción silenciosa que atraviesa todas las actividades. Esto se relaciona con lo que en la tradición del Loto se denomina Samadhi de la Constante Presencia del Buda (Jofukyo Zanmai): una forma de morar en el Santo Nombre que no depende de las condiciones del cuerpo, sino de la intención espiritual. Es la fusión del instante y la eternidad, donde el Santo Nombre y la Mente son uno solo.

El Maestro Shinzei enseña que el Santo Nombre debe ser recitado:

  • Con atención plena (escuchando cada sílaba),
  • Con constancia sin interrupción,
  • Con un corazón confiado, humilde y sereno.

Este tipo de recitación lleva a lo que llamó Nembutsu Zanmai: el Samadhi del Nombre, en el que la conciencia se sumerge en la Luz del Buda y experimenta su acogida misericordiosa. Este estado no es una evasión del mundo, sino un modo de vivir aquí mismo como quien ya ha nacido en la Tierra Pura, como un Bodhisattva en la tierra impura. Por ello, el Nembutsu es para Shinzei:

  • La causa del Renacimiento,
  • El medio de expiación kármica,
  • La unión de la mente del devoto con la sabiduría del Buda Amida,
  • Una práctica que une el poder del Buda con el compromiso del creyente, en perfecta armonía.

Una recitación perfecta contiene en sí:

  • La confianza absoluta en el Buda Amida.
  • La concentración mental sin dispersión (Samadhi).
  • La armonía del cuerpo, el habla y la mente en un solo acto.
  • El alojamiento del Nombre en el corazón, no solo en los labios.

Esta "recitación perfecta" se llama también "Recitación Unificada" o "Recitación Samádhica", y es la culminación del camino espiritual: cuando la mente está purificada por los Preceptos, el Nombre se convierte en el eco puro del Buda Eterno dentro del alma del creyente, ya que Shinzei insiste en que el Nembutsu no debe ser solo vocal, sino que ha de llevar al estado de absorción meditativa (Samadhi) en el Santo Nombre. Cuando la recitación es constante, atenta y devocional, el Nombre se asienta en la conciencia, y uno experimenta:

  • El descenso de la Luz del Buda Amida.
  • La suspensión de los pensamientos dispersos.
  • La presencia viva de la Tierra Pura en el corazón.

En este sentido, la puerta de los Preceptos permite que la recitación sea pura, estable y eficaz, mientras que la Puerta del Nembutsu vivifica los Preceptos, dándoles sabor de compasión y de fe. Así, el creyente que entra por estas dos puertas vive como un verdadero Hijo del Buda Eterno, que no solo busca salvarse, sino también transformar este mundo en una Tierra Pura mediante su conducta, sus palabras y su interior iluminado. Desde la perspectiva de la Escuela del Loto Reformada, esta unión expresa perfectamente el principio de la Budeidad activa en el mundo: el devoto no solo se purifica para sí mismo, sino que irriga el mundo con la Luz del Nombre, y transforma el entorno en una Tierra Pura. Es un camino de salvación personal y, a la vez, de transformación colectiva del karma.

Finalmente, el Maestro nos recuerda: "Esto es la enseñanza correcta, el verdadero camino sobre tu propio cuerpo."

El texto concluye afirmando que esta comprensión del Nembutsu no es una doctrina abstracta, sino una vía vivencial, directa, encarnada. No es un dogma para repetir, sino un camino para vivir. Esta afirmación condensa el corazón de la Escuela del Loto Reformada, cuyo principio fundamental es que la Budeidad no es un ideal lejano ni una promesa post-mortem, sino una realidad que se encarna aquí y ahora, en este mismo cuerpo, en esta misma vida (Sokushin Jobutsu).

Por eso el Nembutsu no se presenta como un ritual para mendigar la salvación, sino como una expresión de la Budeidad ya operante en nosotros. En la recitación del Santo Nombre, el devoto realiza —sin saberlo— el propósito eterno del Buda: salvar a todos los seres mediante la unificación del Vehículo Único. Esta doctrina solo existe en el Budismo del Loto.

La Escuela del Loto Reformada interpreta este texto dentro de un sistema doctrinal articulado por varios principios fundamentales:

1) El Buda Eterno y el Nembutsu - En el Soshin Hogo, Amida no es un Buda histórico o lejano, sino un Buda presente y eterno, que habita en la Luz, en el Nombre, y en la conciencia del creyente. Esta visión se alinea con el Buda Eterno del capítulo 16 del Sutra del Loto, quien no nace ni muere, sino que aparece por compasión. El Nombre, en este contexto, es la manifestación sonora del Cuerpo Dhármico (Dharmakaya). Quien lo pronuncia, entra en resonancia con la Eternidad.

2) La Budeidad Innata y la Recitación - El texto afirma que el acto de confiar en el Buda y recitar su Santo Nombre es en sí la realización de la Iluminación. Esto está en plena sintonía con la doctrina de la Budeidad Innata, según la cual todos los seres son, en su raíz, Budas, y las prácticas como el Nembutsu no crean algo nuevo, sino que revelan lo que ya es. Por tanto, no hay diferencia entre la recitación devocional y el Despertar: el Nombre del Buda es el espejo donde la Budeidad se reconoce a sí misma.

C) La Transformación del Mundo: Hacia el Reino del Buda - Finalmente, si el Nembutsu Samadhi no es solo una técnica para el Renacimiento, sino una manera de vivir aquí mismo en comunión con el Buda, entonces el mundo se transforma. La práctica del Nembutsu no consiste en escapar del Samsara, sino en convertir el Samsara en una Tierra Pura. Esta es la misión de los Bodhisattvas en la visión del Loto Reformado: no huir del mundo, sino manifestar en él la Voluntad del Buda Eterno. Y el Nembutsu, entendido como Samadhi, como presencia constante, es una de las vías más accesibles y poderosas para hacerlo.

Por todo esto, las enseñanzas del Maestro Shinzei, si bien no pertenecen inicialmente an uestro linaje (Sanmon - Shinzei), han sido adoptadas en la Escuela del Loto Reformada. El Soshin Hogo (al igual que el texto anterior del Nembutsu Zanmai Hogo ("Enseñanzas sobre el Samadhi del Nembutsu"), nos ofrece una joya de sabiduría devocional, en la que se nos revela que el Nombre no es una palabra, sino una morada; no es un medio, sino un fin; no es un sonido, sino una presencia. Desde la perspectiva de la Escuela del Loto Reformada, esta enseñanza ilumina la unidad profunda entre la doctrina del Ekayana, la realización del Buda Eterno, y la práctica devocional accesible a todos los seres.

Recitar el Santo Nombre con fe es entrar en el Reino. Morar en el Santo Nombre es vivir como Bodhisattva. Olvidarse del Santo Nombre es volver a la ilusión. Que cada respiración sea, pues, una flor ofrecida al Buda, y cada instante, una Tierra Pura revelada.

sábado, 28 de junio de 2025

El Samadhi del Santo Nombre del Buda: El Nembutsu Zanmai y el Maestro Shinzei

 


Entre las figuras del Budismo Japonés, encontramos la vida y obra de un devoto del Buda Amida llamado Shinzei (真盛, 1443–1495), figura crucial del Budismo japonés tardío, reformador de la escuela Tendai y fundador de la secta Shinzei-ha (天台真盛派) que junto a la secta Sanmon y Jimon son las tres sectas principales dentro del Budismo Tendai en Japón. 

El venerable Shinzei nació en el año 1443, en la provincia de Omi (actual prefectura de Shiga), en plena Era Muromachi, un período marcado por la inestabilidad política, los conflictos feudales y el debilitamiento de muchas instituciones religiosas japonesas. Fue una época en la que el clero budista, especialmente el de grandes complejos como el Monte Hiei, sufría de decadencia moral, politización y luchas internas. Frente a esta crisis de autoridad y significado, emergieron figuras que, como Shinzei, buscaron regresar al ideal monástico puro de los antiguos patriarcas, restaurando la vida religiosa desde la ética, la práctica y la fe.

Desde temprana edad, Shinzei mostró una inclinación natural hacia la vida espiritual. Ingresó al Monte Hiei, centro doctrinal de la escuela Tendai, y recibió la ordenación como monje en dicha tradición. No obstante, más allá de su formación doctrinal, lo que marcó su vocación fue su anhelo por una vida de pureza moral y una práctica sincera.

Durante sus años de estudio y práctica, Shinzei quedó profundamente impactado por el estado de corrupción y relajación que imperaba en muchos sectores del clero. La vida monástica, antaño guiada por los votos y el esfuerzo espiritual, se hallaba envuelta en la comodidad, el prestigio y la acumulación de poder mundano. Esta situación provocó en él una profunda crisis interior que lo llevó a retirarse en soledad a los montes y templos rurales, buscando una renovación radical del Camino del Bodhisattva. Fue durante esta etapa de retiro y contemplación que Shinzei formuló su visión de una reforma espiritual basada en tres pilares esenciales:

  1. La observancia estricta de los Preceptos monásticos
  2. La recitación constante del Nembutsu, como práctica de fe y de absorción meditativa (Samadhi)
  3. La unificación del conocimiento doctrinal con la experiencia devocional interior

Inspirado por los ejemplos de grandes figuras del pasado como Shandao, Ryogen, Genshin y Eikan, Shinzei concebía el renacimiento en la Tierra Pura no como un acto pasivo de fe ciega, sino como la consumación de una vida ordenada, disciplinada y sostenida en la recitación como expresión de la mente unificada.

En 1472, Shinzei fundó su propia comunidad en el templo Kōmyoji, ubicado en las cercanías de Kyoto. Allí consolidó una escuela espiritual que pronto sería conocida como la Tendai Shinzei-ha, o Escuela Shinzei, considerada por la institución Tendai como una rama reformista interna y reconocida. Esta escuela no rompía con la ortodoxia Tendai, pero proponía una revitalización de su núcleo ético y devocional, especialmente orientada a la comunidad monástica. El eje de su reforma fue el restablecimiento del código monástico completo, transmitido tradicionalmente pero muy poco observado en la época. Shinzei reintrodujo las ordenaciones completas en su comunidad, promoviendo una vida austera, sin ornamentos, dedicada al estudio, la meditación, y la recitación continua del Nembutsu, tanto en voz alta como en silencio, como medio de concentración, contemplación y fusión con el Buda Amida.

El Nembutsu en la Shinzei-ha no era una simple repetición mecánica, sino una práctica consciente, atenta y meditativa, lo que posteriormente se llamaría Nembutsu-Zanmai: la absorción total en el Nombre del Buda, hasta alcanzar la visión interna del Buda y de la Tierra Pura, tal como enseñaban los grandes patriarcas chinos y japoneses.

Shinzei compuso una serie de textos devocionales breves pero profundamente espirituales, como:

  • Nembutsu Zanmai Hogo, "Enseñanzas sobre el Samadhi del Nembutsu"
  • Soshin Hogo, "Palabras presentadas ante la Corte"
  • Oraciones y tratados breves que combinaban elementos del Shomyo (liturgia cantada) con meditaciones sobre el Renacimiento y la conducta ética

Su estilo era sencillo, directo, profundamente pastoral, dirigido tanto a monjes como a laicos que buscaban una vía práctica y segura hacia la salvación en la Era Final del Dharma (Mappo). Shinzei también sostuvo una comprensión unificadora de las doctrinas budistas, considerando que el Nembutsu contenía en sí mismo la esencia de todos los Dharmas. De este modo, no contraponía las enseñanzas del Sutra del Loto ni la meditación Tendai al camino de Amida, sino que los integraba en una visión armónica: el Nembutsu era, para él, una expresión del Ekayana, el Vehículo Único del Despertar, accesible a todos.

El Maestro Shinzei falleció en 1495, a la edad de 53 años, después de haber anunciado a sus discípulos el día y la hora de su partida. Posteriormente, recibió el título póstumo de Jisho Daishi ("Gran Maestro de la Compasión Omnienvolvente"). Su escuela perduró a través de los siglos como una rama oficial de la escuela Tendai, y hasta el día de hoy la Tendai Shinzei-ha mantiene templos activos, especialmente en la región de Kyoto y Shiga. La escuela se distingue por su énfasis en la moralidad monástica, la práctica devocional austera, y la preservación de textos litúrgicos y enseñanzas éticas.

Shinzei puede ser considerado uno de los últimos grandes reformadores del Budismo japonés premoderno, a la par de Rennyo en la Tierra Pura o Myoe en el Kegon. Su reforma no fue rupturista, sino restauradora; no fue una crítica ideológica, sino una respuesta espiritual al olvido del corazón del Dharma. Reavivó la llama de la práctica honesta en una época de dispersión, y transmitió un legado que aún hoy resuena en los monjes que, como él, anhelan recitar el Santo Nombre del Buda con una mente clara, estable y compasiva. 

Enseñanzas sobre el Samadhi del Nembutsu

Cuando el alma se sumerge en el océano sereno del Samadhi del Nembutsu, la Tierra Pura de la Felicidad Suprema —Sukhavati— no tarda en desplegarse ante sus ojos como un loto en plena floración. Los Budas de los tres tiempos —aquellos que fueron, los que son, y los que han de venir— emergen uno tras otro como soles gemelos en el horizonte eterno, y se inclinan día y noche ante el devoto que, con fe sincera, invoca el Santo Nombre del Infinito, el Nembutsu.

Las deidades, los protectores invisibles, los espíritus de las montañas y los cielos, todos ellos acuden con alegría y humildad a rodear el lecho del recitador. Aquel que entona el Nembutsu no está solo: yo mismo, el Gran Daimyojin de Hiyoshi, me convierto en su compañero, inseparable y fiel, uniéndome a su aspiración y guiando su pensamiento. En esta sagrada unión, el corazón y la realidad se tornan uno; todo lo que desea brota conforme al ritmo secreto de su mente devocional. Todo es posible para el corazón que no duda.

Y, sin embargo, ¡cuán triste es el engaño de este mundo flotante! Hay quienes, viendo esta práctica desde la distancia, la consideran trivial, como si fuera cosa de poco valor. Son como aquellos que ingresan a una montaña de tesoros y regresan a casa con las manos vacías, incapaces de reconocer la joya que brillaba bajo sus pies.

Yo, que he hecho voto de guiar a todos los seres, me acerco silenciosamente a los lechos de aquellos que practican el Nembutsu en esta era de oscuridad. Si en algún momento surge en su corazón una chispa de duda, una brisa de escepticismo, entonces penetraré en lo más profundo de su espíritu, e infundiré en ellos el soplo ardiente de la gran fe. Allí donde había confusión, brotará certeza. Allí donde había niebla, brillará el Sol del Santo Nombre del Buda Amida.

Mas si alguno dice que recita con un solo corazón, y sin embargo su mente está dispersa, y su voz vacía, sin verdad ni recogimiento, yo declaro con solemnidad y compasión: "Jamás alcanzaré la Budeidad si no es para guiar a tal alma perdida hacia la sinceridad."

* * *

El término Nembutsu Zanmai se compone de dos elementos:

  • "Nembutsu" (Buddhasmurti) significa literalmente "recuerdo del Buda", y en el contexto de la Tierra Pura, se refiere a la recitación del Santo Nombre de Amida: "Namu Amida Butsu", "Me Refugio en el Buda Amida".
  • "Zanmai" es la transliteración del sánscrito "Samādhi", que se refiere a un estado de absorción meditativa, unidad interior, o concentración perfecta.

Así pues, el Nembutsu Zanmai es la profunda absorción espiritual en la recitación del Santo Nombre del Buda Amida, hasta que el corazón, la mente, el cuerpo y la conciencia se integran plenamente con el Buda. No es meramente repetir un sonido: es convertirse en la vibración misma del Santo Nombre. Es ser uno con el Buda Amida.

Los textos y los testimonios de los maestros, incluyendo a Shandao, Genshin y Shinzei, describen ciertas manifestaciones naturales del Nembutsu Zanmai cuando se ha cultivado con perseverancia:

  • La visión del Buda Amida con claridad interna
  • El sentir que uno ha sido envuelto por la luz dorada del Buda
  • La aparición del loto o del trono celestial en el corazón meditativo
  • La experiencia de calma profunda, como si el mundo se hubiera detenido
  • La certeza interior de haber sido aceptado en la Tierra Pura aún en esta vida

Estos no son fenómenos ilusorios, sino signos de una mente profundamente purificada por el Nombre. No deben buscarse con ansia, sino surgirán como frutos naturales de la práctica fiel.

Para el Maestro Shinzei, el Nembutsu era al mismo tiempo voto, práctica y realización. No lo consideraba una técnica externa ni una devoción sin compromiso, sino una vía directa hacia el Despertar a través de la fusión entre el corazón humano y la conciencia del Buda.

Shinzei también enseñó que incluso si no se puede recitar vocalmente, si la fe está firme y el corazón no olvida al Buda, eso ya es Nembutsu. El Nombre del Buda no está limitado al sonido: es una vibración del alma. La meta del Nembutsu Zanmai no es únicamente Renacer en la Tierra Pura tras la muerte, sino vivir aquí mismo como un ser renacido en el Santo Nombre. La práctica transforma la mente, elimina los apegos, purifica la visión, y cultiva la compasión. El verdadero devoto del Nembutsu se vuelve brazo del Buda Amida en este mundo. Vive con gentileza, camina con sabiduría, y muere con serenidad. Su vida se convierte en testimonio del Poder del Buda.

En el marco doctrinal de la Escuela del Loto Reformada, el Nembutsu Samadhi es comprendido no como una mera técnica devocional ni como un acto exterior de invocación, sino como una absorción total en el Santo Nombre del Buda Amida, que unifica la fe, la contemplación y la Budeidad inherente que mora en todos los seres. Es una forma de Samadhi —es decir, de concentración unificada del cuerpo y la mente— que no solo conduce al Renacimiento en la Tierra Pura, sino que actualiza, en el aquí y ahora, la realidad del Reino del Buda en nuestra conciencia y entorno inmediato.

La Escuela del Loto Reformada enseña que el Nembutsu Samadhi es una vía universal dentro del Ekayana, accesible tanto para monjes como para laicos, tanto para sabios como para simples creyentes, porque en él se condensa el corazón del Dharma: la unión entre el llamado del Buda (Tariki) y la respuesta del creyente (Jiriki). Esta práctica no contradice la supremacía del Sutra del Loto, sino que la manifiesta: al recitar el Santo Nombre de Amida, uno entra en comunión con el Buda Eterno que es el origen de todos los Budas, la Fuente que se manifestó también como Shakyamuni en la Tierra.

En la perspectiva reformada, el Nembutsu no es una técnica mecánica ni un simple ritual de salvación; es una práctica contemplativa y mística, en la que se cultiva la triple unificación de cuerpo, palabra y mente: el cuerpo se aquieta, la voz entona el Santo Nombre con reverencia, y la mente se entrega completamente al recuerdo viviente del Buda. A través de esta práctica, se alcanza el Nembutsu Samadhi, que es una fusión silenciosa entre la Luz y la Gracia del Buda Amida y la Naturaleza Búdica del practicante. Uno ya no "recita" el Nombre, sino que es recitado por el Nombre, sumido en un océano de claridad, de fe profunda, y de confianza imperturbable. Este estado no consiste necesariamente en visiones o fenómenos extraordinarios. A menudo se manifiesta como una calma luminosa, una alegría sutil, una estabilidad interior en la que ya no hay ansiedad por "llegar" a ninguna parte. El corazón se asienta, el aliento se aquieta, el Santo Nombre se convierte en la respiración del alma, y en ese espacio interior, se hace presente la realidad de la Tierra Pura. No es que uno viaje hacia el oeste, sino que la Tierra Pura florece dentro del corazón purificado por el Samadhi.

A diferencia de algunas escuelas que separan al Buda Amida del Buda Shakyamuni, la Escuela del Loto Reformada enseña que ambos son manifestaciones del mismo Buda Eterno, que se revela en distintas formas según los medios hábiles. Así, el Nembutsu Samadhi no es una práctica alternativa al Sutra del Loto, sino una de sus formas más sublimes de realización. Cuando uno se absorbe en el Santo Nombre con fe y devoción, está manifestando la doctrina del Ekayana, manifestando la Budeidad Innata, y cumpliendo el propósito del Buda de hacer florecer el Reino de la Luz en medio del Samsara.

En la práctica cotidiana, el Nembutsu Samadhi puede cultivarse en diversos contextos: en la recitación formal en el altar, en la meditación silenciosa del atardecer, en el canto coral de la comunidad, o incluso en el corazón del caminante, del trabajador o del enfermo. La clave no está en la forma exterior, sino en la presencia interior. Cada vez que se dice "Namu Amida Butsu" con el corazón atento, se abre una puerta, y a través de esa puerta fluye la gracia del Buda, iluminando la conciencia y purificando el karma.

El fruto supremo del Nembutsu Samadhi, según la tradición reformada, no es solo el Renacimiento en Sukhavati, sino la transformación de este mismo mundo en una Tierra Pura. Quien cultiva este Samadhi, se convierte en vaso de la compasión del Buda, irradiando bondad, serenidad y sabiduría en su entorno. Así, el practicante del Nembutsu Samadhi no huye del mundo, sino que lo santifica, lo embellece, y lo transforma, cumpliendo la Voluntad del Buda Eterno de establecer el Reino del Dharma en la Tierra.

Por ello, el Nembutsu Samadhi es considerado en la Escuela del Loto Reformada no solo como una práctica, sino como una forma de vivir: vivir desde la fe, desde la comunión, desde la confianza en que el Buda ya nos ha alcanzado, y que solo nos queda abrir el corazón y responder. No hay méritos que reunir, ni niveles que alcanzar: hay simplemente que entrar en la presencia del Santo Nombre, como un hijo que retorna al hogar, como una flor que se abre al Sol.

jueves, 26 de junio de 2025

Cada Uno de Nosotros es un Mundo Habitado por el Buda: La Dignidad de las Personas en el Sutra Avatamsaka

 


En el Sutra Avatamsaka, se nos presenta una visión de la Verdadera Naturaleza de la Realidad tan vasta y cósmica como íntima: no hay ser que sea pequeño, no hay conciencia que no contenga un Universo. Cada uno de nosotros —más allá de nuestras apariencias, nuestras heridas, nuestras dudas y condicionamientos— es un mundo completo, un microcosmos que refleja el macrocosmos del Dharmadhatu - el Reino del Dharma. En cada ser hay potencialidad sin límite, y cada conciencia es como un loto cerrado que aguarda el sol del Dharma para florecer y revelar la belleza oculta de su corazón.

"En un solo pensamiento
se contienen los tres mil mundos;
en una sola mente iluminada,
todos los Budas residen."
— Sutra Avatamsaka, Capítulo 11

Para comprender el misterio de cómo cada uno de nosotros es un mundo habitado por el Buda, debemos primero adentrarnos en la visión del Sutra Avatamsaka, también llamado Sutra de la Guirnalda de Flores, ese texto majestuoso que despliega la Realidad como un Mandala sin límites, donde todo contiene todo, y donde cada parte refleja el Todo. En sus páginas, no hay jerarquías fijas ni fronteras absolutas: todo está interconectado, interpenetrado, reflejado como joyas en la Red del Indra. Allí se nos enseña que cada grano de polvo contiene infinitos mundos, y que en cada uno de esos mundos se manifiesta un Buda, predicando el Dharma en incontables formas.

Así como cada partícula material contiene el universo en su interior, también cada ser consciente contiene un cosmos espiritual. Y si en cada mundo habita un Buda, entonces en cada uno de nosotros también mora el Buda Eterno, no como una figura externa o un visitante ocasional, sino como la raíz misma de nuestro ser, como el corazón de nuestra mente, como la fuente desde la cual brotan la sabiduría, la compasión y la voluntad de despertar.

En el Budismo Mahayana, especialmente en el Sutra del Avataṃsaka, el Sutra del Loto y el Sutra del Nirvana, y en la tradición de la Escuela del Loto Reformada, se enseña que todos los seres poseen la Naturaleza Búdica (el Espíritu del Buda Eterno en nosotros), no como una semilla futura que debe ser insertada, sino como una realidad siempre presente, aunque oculta por la Ignorancia, el apego y el egoísmo. Esa Naturaleza Búdica no es otra cosa que la Presencia del Buda Eterno en lo más íntimo de nuestra conciencia, como una joya cubierta de polvo o un loto aún no abierto.

Esto significa que, en cada pensamiento puro, en cada acto compasivo, en cada lágrima ofrecida por el dolor ajeno, el Buda ya se está manifestando. Nuestra alma, lejos de ser una entidad corrupta o pecadora como han sugerido otras tradiciones, es en el Budismo una expresión sagrada de la Mente Universal, un reflejo vivo del Dharmadhatu, el Reino del Dharma. La persona humana, por tanto, no es solamente respetable: es profundamente digna. Lleva en sí la capacidad de contener al Buda como un cáliz contiene la luz del amanecer.

"Todos los seres son Tierras del Dharma.
En cada uno mora el Buda, oculto como fuego en la piedra,
esperando la fricción de la práctica y la fe
para resplandecer en su forma gloriosa."

— Sutra Avatamsaka, Capítulo 11

Cuando uno comprende que es un mundo habitado por el Buda, la forma en que se relaciona con su cuerpo y su mente se transforma por completo. El cuerpo ya no es mera carne perecedera, ni la mente un campo de conflictos. Ambos se vuelven componentes sagrados de un santuario viviente. Así como un templo puede estar en ruinas pero sigue siendo un lugar sagrado, así también nuestras vidas —aunque fragmentadas, heridas o errantes— siguen siendo moradas dignas del Buda.

El cuerpo, con todas sus limitaciones, puede ser Vasija del Dharma. La mente, aunque confundida, puede ser Trono de la Iluminación. Cada respiración puede volverse una ofrenda. Cada palabra, una enseñanza. Cada paso, una peregrinación. Cada momento de silencio, una audiencia con el Buda interior. Este reconocimiento no nos lleva a la arrogancia, sino a la humildad sagrada, a vivir con reverencia por uno mismo y por los demás, a cuidar nuestras palabras y pensamientos como quien cuida un santuario lleno de incienso y ofrendas. Pues si el Buda habita en nosotros, ¿cómo no vivir como guardianes de su presencia?

"Aunque los seres no lo vean,
el Buda mora en sus corazones
como el sol detrás de las nubes,
esperando el viento del mérito y de la fe
para brillar sin velo."

— Sutra Avatamsaka, Capítulo 28

Pero esta visión no termina en uno mismo. Al contrario: se expande como una ola que abraza a todos los seres. Si yo soy un mundo habitado por el Buda, también lo es el otro. No sólo el sabio o el virtuoso, sino todo ser humano: el agresor, el ignorante, el indiferente, el extraño. Todos —sin excepción— son templos en los que el Buda aún no ha despertado del todo, pero ya habita en silencio. Esta doctrina fundamenta la visión radical de la dignidad de la persona. No por lo que ha logrado, no por su moralidad o su linaje, no por su conocimiento o devoción, sino simplemente por ser una manifestación de la Mente Iluminada, por llevar inscrita en lo más profundo la Talidad, la Verdad tal como es. Cada persona, aunque esté envuelta en la oscuridad del deseo o la ira, aunque no conozca el Nombre del Buda ni haya oído nunca una enseñanza del Dharma, posee una dignidad inviolable. No hay vida indigna. No hay alma sin valor. El criminal, el enfermo, el extranjero, el ateo, el niño, el anciano, el ignorante, el arrogante… todos ellos son tierras fértiles donde puede brotar la flor de la Budeidad si se les riega con paciencia y compasión.

El Bodhisattva, sabiendo esto, no juzga ni descarta a nadie. No se relaciona con los demás por utilidad o afinidad, sino desde la reverencia. Mira al otro no como un obstáculo, sino como una Tierra Pura aún en formación. Y su misión no es rechazar, sino nutrir, regar, cuidar y proteger esa semilla sagrada hasta que florezca.

"El Bodhisattva, al mirar al más caído de los seres,
ve al Buda que duerme,
y se inclina en silencio,
como quien rinde homenaje a un altar invisible."

—  Sutra Avatamsaka, Visión de Samantabhadra

En esta visión, se fundamenta una ética que no se basa en normas impuestas, sino en el reconocimiento de la dignidad infinita del ser humano. Porque si somos mundos habitados por el Buda, entonces ninguna vida es banal, ningún sufrimiento es sin sentido, ninguna historia está perdida. Cada ser es como una Tierra Sagrada, donde los Bodhisattvas trabajan desde dentro, donde el Buda predica en secreto, donde la Red de Indra resplandece en mil reflejos.

Esta es una verdad que sana. Sana las heridas del auto-desprecio, la culpa acumulada, la visión negativa de uno mismo. Nos recuerda que nunca hemos estado lejos de la Luz, y que nada puede manchar la esencia del Buda en nosotros. Ni el error, ni el karma, ni las caídas. Porque la Luz del Buda no se apaga por las sombras, sino que las ilumina desde dentro. Cada ser humano lleva inscrita en su conciencia la vocación eterna de convertirse en Buda, de manifestar el Reino del Dharma, de ser canal de sabiduría y compasión. Esta es la enseñanza de la Budeidad Innata, central en nuestra tradición: no venimos al mundo a buscar la Iluminación, sino a recordarla, despertarla y encarnarla. Por eso se dice que "nacer como humano y oír el Dharma es más raro que ver una flor en el cielo". Cada uno de nosotros tiene esa capacidad: ser un Bodhisattva encarnado, un Buda en formación, un mundo en el que el Buda se despierta y transforma todo desde dentro.

Así pues, si podemos aceptar —no sólo con la mente, sino con el corazón— que somos un mundo habitado por el Buda, entonces la vida entera se transforma. Ya no caminas como mendigo espiritual, sino como custodio de un tesoro sagrado. Ya no oras como quien pide desde la lejanía, sino como quien enciende una lámpara en el altar de su alma. Ya no miras a los demás desde la comparación, sino desde la compasión.

Esta es la visión que el Sutra Avataṃsaka quiere despertar en ti. No que busques al Buda en los cielos, sino que descubras que Él ya mora en tu corazón, esperando que lo reconozcas, que lo escuches, y que lo manifiestes con tu vida.

miércoles, 25 de junio de 2025

Marcadores en el Camino Budista: La Diferencia entre el Despertar y la Budeidad

 


Muchos budistas confunden y utilizan intercambiablemente los términos "Despertar" y "Budeidad", y aunque interrelacionados - pues señalan el corazón mismo del camino espiritual - ambos marcan dos momentos decisivos e importantes en el Camino Budista. A primera vista, pudieran parecer sinónimos -dos nombres distintos para una misma meta -, pero al contemplarlos con la mirada profunda que ofrece la enseñanza del Budismo del Loto, descubrimos que su diferencia no es de oposición, sino de profundidad, de grado y de plenitud.

El Despertar es el primer rayo de luz que rompe la Oscuridad de la Ignorancia; es la sacudida del alma al reconocer que hay un más allá de las apariencias, que el mundo que conocíamos era sueño, y que otra realidad más luminosa nos llama. La Budeidad, en cambio, es la consumación de ese llamado, la floración plena del loto que ya no está cubierto de lodo, sino que se abre por completo bajo el Sol del Dharma. Mientras el Despertar es un inicio, una apertura, una promesa, la Budeidad es la realización total, la encarnación de la Verdad, la expresión suprema del Buda Eterno en nuestra carne, palabra y pensamiento. Así, comprender la diferencia entre Despertar y Budeidad no es un mero ejercicio intelectual: es una invitación a situarnos con honestidad en el mapa espiritual, a reconocer dónde estamos y hacia dónde vamos. Y, sobre todo, es una exhortación a no detenernos en la primera luz, sino a caminar hasta que el Sol haya llegado al cenit y nuestro ser, todo entero, se haya convertido en uno con la gran Luz del Buda.

El Despertar

El Despertar es, en esencia, la apertura de la conciencia al Dharma, el rompimiento del encantamiento de la Ignorancia (Avidya) Es el momento en que el velo de la Ignorancia cae, aunque sea por un instante, y el ser vislumbra que su vida no está confinada al yo ilusorio, sino que participa del Todo. Este Despertar puede ser súbito o gradual, profundo o inicial, pero siempre marca el punto en que uno deja de vivir como una criatura de la noche y comienza a caminar hacia la Luz. Desde esta perspectiva, podríamos decir que el Despertar es como ver por primera vez el reflejo de la Luna en el lago: uno reconoce que hay una realidad más allá del barro y el agua, pero aún no ha volado hacia la Luna misma. Es la apertura del corazón de fe (Shinjin), el principio del camino del Bodhisattva, la iniciación en el Misterio del Vehículo Único (Ekayana).

El Gran Maestro Chih-i enseña que el Despertar es parte del proceso triple: Despertar a la Realidad, cultivar esa Realidad, y finalmente vivir conforme a ella. Por eso, en el Maka Shikan, él distingue entre el Despertar Inicial de Fe (Shoshin Bodai) y el Despertar Perfecto y Completo.

¿Pero a qué despertamos? En el Budismo del Loto, Despertar es comprender la Triple Verdad (Santai) de manera simultánea: la Vacuidad o Unidad Fundamental de todos los fenómenos (Ku), su Existencia Provisional y Funcional o Dual (Ke), y su identidad con la Realidad Absoluta (Chu), o Camino Medio, donde ambos se ven y realizan como dos expresiones de la misma Verdad o Realidad (Esencia o Talidad). Despertamos, por tanto, a una visión integral en la que el mundo no necesita ser negado ni trascendido, sino reconocido como la manifestación dinámica del Buda Eterno. Esto significa que, en lugar de retirarse del mundo para alcanzar un Nirvana aparte, el Despertar en el Budismo del Loto consiste en reconocer el Samsara como ya no separado del Nirvana, la vida cotidiana como ya no opuesta a la Iluminación, sino un movimiento constante y una expresión de la misma. Como declara el Sutra del Loto en su capítulo 16, el Buda no "desaparece" del mundo, sino que sigue predicando y obrando en lo oculto, en medio de los afanes del Samsara, para guiar a los seres a su propio Despertar.

Este tipo de despertar es el que el Gran Maestro Chih-i llamó "Despertar Inicial de Fe". Es un primer rayo de claridad, un vislumbre de la Naturaleza del Buda en uno mismo y en todos los seres. El corazón, aún confuso y limitado, se sacude ante la intuición de que lo eterno habita en lo transitorio, y que el Buda no es solo una figura remota del pasado, sino el núcleo luminoso de nuestro ser más íntimo. Este primer Despertar no es el fin, sino el comienzo del Sendero del Bodhisattva. De aquí nace la resolución de no vivir más para el yo ilusorio, sino al servicio de todos los seres, guiándolos al mismo despertar. Este compromiso profundo se llama Bodhicitta (Bodaishin), la Mente del Despertar, que no solo busca liberarse, sino liberar. En este sentido, el Despertar es también un llamado a la compasión activa, a la transformación del mundo como Tierra Pura, como Reino del Buda.

La Escuela del Loto Reformada enseña que el Despertar no crea algo nuevo: simplemente revela lo que siempre ha estado ahí. La Budeidad no es una meta futura sino una realidad presente, innata. En el Despertar simplemente abrimos los ojos y vemos por primera vez lo que ya poseíamos: la joya escondida en el dobladillo de la túnica, el loto que florece desde el fondo del barro. Por ello, el Despertar puede tomar muchas formas: a veces, un instante de silencio absoluto en medio de la meditación; otras, una lágrima al escuchar un Sutra que resuena en nuestro ser; y otras, el compromiso profundo de transformar nuestra vida. En todos estos casos, el Despertar es una revelación de la unidad entre el yo, los otros y el Buda.

En la doctrina Tendai que sostiene nuestra tradición, se distinguen niveles de Despertar: el Despertar Provisional, el Despertar Verdadero, y el Despertar Perfecto y Repentino. Aunque todos los seres poseen la Budeidad como principio (Hongaku), no todos la actualizan en la experiencia inmediata. El Despertar, por tanto, tiene grados de profundidad, como los pétalos del loto que se abren uno a uno hacia la luz del sol. Así, el primer Despertar puede ser comparado con ver la cima de una montaña desde lejos, y la plena Budeidad con habitar esa cima y verla desde dentro. El camino entre ambos es la práctica: el estudio del Dharma, la meditación contemplativa, el canto de los Sutras, el servicio compasivo, y sobre todo, el anhelo constante de armonizar nuestra vida con la Voluntad del Buda Eterno.

En definitiva, el Despertar en el Budismo del Loto no es solo una experiencia mística ni una comprensión intelectual, sino una conversión ontológica, un nuevo nacimiento desde el corazón de la Eternidad. Es el momento en que el devoto, tocado por el Dharma, comienza a vivir ya no como un ser separado, sino como una manifestación del Buda. Desde entonces, aunque aún habite en el mundo condicionado, ya no es del mundo, pues su mente ha sido sembrada con la flor dorada del Loto Eterno. Despertar es, por tanto, el principio del Reino del Buda en nosotros, la entrada al Sendero sin retorno, y el inicio del amanecer espiritual que culminará en la plena manifestación de la Budeidad. Que todos los seres despierten a su verdadera naturaleza, y que ese Despertar se convierta en lámpara para el mundo. Así lo enseñó el Buda. Así lo afirmamos sus hijos.

La Budeidad

La Budeidad, en cambio, es la plena realización, la consumación del Despertar. No es simplemente ver la Verdad, ni siquiera vivir en armonía con ella, sino convertirse en la Verdad misma, como el loto que ha madurado en su totalidad y se abre en flor sin esfuerzo. Es el estado de quien ha integrado en su carne, aliento y pensamiento la totalidad del Dharma. Según la Doctrina de la Budeidad Innata (Hongaku enseñada en nuestra escuela, la Budeidad no es algo que se alcanza, sino algo que se revela. Todos los seres son ya Budas, mas dormidos; la Budeidad no es un premio tras la práctica, sino la realidad esencial de todos los seres. Sin embargo, actualizar esa Budeidad en esta vida concreta, corporal y condicionada es el propósito del Camino del Loto.

El Sutra del Loto proclama: "Todos los seres son capaces de convertirse en Budas." Pero el capítulo 16 va aún más lejos: no solo podemos llegar a ser Budas, sino que ya hemos sido Budas desde tiempos sin principio. Por eso, la Budeidad no es solo Despertar, sino la revelación de la Eternidad del Buda que habita en nosotros. Es no sólo saber que uno está soñando, sino despertar del todo y vivir en la Realidad Eterna del Dharmakaya.

La Budeidad es la plena manifestación de la Iluminación, el estado en que se han disuelto por completo las ilusiones y se ha revelado sin obstáculos la Verdad Absoluta. Es el summum bonum de la vida. No es un premio otorgado tras muchos esfuerzos, ni un estado futuro al que se llega en un más allá lejano. Es, más bien, la plena actualización de lo que ya es innato en todos los seres: la Naturaleza Búdica (Busshōo o Espíritu del Buda Eterno), eterna e inmaculada, que ha permanecido cubierta por las nubes del ego, pero que nunca ha sido destruida ni separada del Buda. Así como el Sol siempre brilla, aunque cubierto por nubarrones, así la Budeidad es el rostro eterno del ser, el fundamento de nuestra existencia, y la meta más elevada de la práctica budista. Pero no se trata de un yo que se convierte en algo nuevo, sino del fin de toda idea de yo y la revelación de que el ser individual ha sido siempre una expresión del Buda Eterno, sin comienzo ni fin.

En la doctrina Tendai y de la Escuela del Loto Reformada, se enseña que alcanzar la Budeidad implica la realización integral de la Triple Verdad. Alcanzar la Budeidad significa, entonces, vivir en perfecta armonía con esta visión trinitaria del mundo, sin oscilar entre extremos, sin fijarse en apegos ni rechazar fenómenos, sino penetrando su naturaleza verdadera. Un Buda no solo ve esta verdad: la encarna en cada pensamiento, en cada palabra, en cada acción. Por ello, la Budeidad no es solo Sabiduría (Prajna), sino también Compasión activa (Karuna) y Poder Salvífico (Upaya). El Buda no se retira del mundo: devuelve al mundo su rostro divino, y lo transforma desde dentro.

Es esencial entender que en el Budismo del Loto no consideramos al Buda como un "dios" externo, separado del universo o del ser humano. La Budeidad no es una divinidad lejana, sino el reconocimiento de que lo Absoluto se manifiesta en lo relativo, y que lo Eterno brilla en lo efímero. El Buda es quien ha despertado por completo y ha realizado que él y todos los seres son una sola vida, un solo Dharma, un solo Loto sin separación. Por eso, en el capítulo 16 del Sutra del Loto, el Buda Shakyamuni revela que él no es meramente un sabio histórico, sino la manifestación visible del Buda Eterno, que ha estado predicando en incontables mundos desde tiempos sin principio. Alcanzar la Budeidad no es, por tanto, convertirse en una entidad diferente, sino reconocer la Eternidad que ha estado actuando en uno mismo desde el origen.

La Escuela del Loto Reformada enseña que todos los seres, sin excepción, están destinados a alcanzar la Budeidad. Esta afirmación, central y radical, surge del principio doctrinal de la Budeidad Innata. No hay un solo ser, ni siquiera los más caídos en el abismo de la ignorancia o el mal, que no posea en su interior la Semilla del Buda. Esta Semilla no necesita ser traída desde fuera ni creada por los méritos: sólo necesita condiciones para germinar, como la flor del loto que florece incluso en el agua más turbia. La práctica budista no consiste en fabricar algo que no está allí, sino en quitar los velos, remover los obstáculos, purificar la mente y armonizar la vida para que esa naturaleza oculta se haga plenamente visible. Por eso los Sutras enseñan que "el Buda predica para revelar, mostrar, despertar y hacer entrar a los seres en la sabiduría del Buda"..

La Budeidad es un estado perfecto, en el que se manifiestan con plenitud los Tres Cuerpos del Buda (Trikaya):

  1. Dharmakaya (Cuerpo del Dharma): la Realidad Ultima, vacía y pura, omnipresente, inmutable, que todo lo sostiene.
  2. Sambhogakaya (Cuerpo de Recompensa o Emanado): la manifestación espiritual del Buda en mundos puros, en su gloria trascendente.
  3. Nirmāṇakaya (Cuerpo de Transformación o Encarnado): la manifestación histórica del Buda, como Shakyamuni, para salvar a los seres en este mundo.

Así, alcanzar la Budeidad significa transformarse en un ser que actúa en todos los planos: en la eternidad, en los mundos celestiales y en el mundo humano. Es ser como el loto: con raíces en el barro, tallo en el agua, hojas en el aire, y flor abierta al Sol. El Buda no escapa del mundo, lo ilumina desde dentro.

En la enseñanza del Vehículo Único (Ekayana), todos los caminos, todas las prácticas, todas las vidas y muertes, convergen en un solo destino: la Budeidad. Esta no es una enseñanza excluyente, sino inclusiva, afirmando que todos los seres —sin excepción— están en camino hacia su manifestación plena como Budas.

El Sutra del Nirvana proclama: "Todos los seres tienen naturaleza de Buda. Todos, sin excepción, pueden alcanzar la Iluminación." Por ello, el devoto que entiende esta enseñanza ya no se condena a sí mismo ni juzga a otros. Sabe que hasta la piedra, hasta el criminal, hasta el insecto más pequeño, están envueltos en la compasión del Buda Eterno, y que sus karmas, por más densos que sean, pueden ser transformados en mérito, como el barro en flor.

Finalmente, la Budeidad no es sólo algo que se alcanzará "algún día". Para el discípulo del Loto, el llamado es claro: comenzar ya, en esta misma vida, a vivir como un Buda. ¿Y qué significa esto? Significa ver a todos los seres con ojos de compasión, hablar palabras que sanan, actuar para aliviar el sufrimiento, meditar con un corazón vasto, y entregar cada día al cumplimiento de la Voluntad del Buda. Ser un Buda no es ser perfecto según normas humanas. Es encarnar al Buda Eterno (manifestar nuestra Budeidad Innata en cuerpo, palabra y mente. Como dice el Sutra Avataṃsaka, un Buda es aquel en quien "todas las cualidades del mundo se han transformado en joyas".

La Budeidad es la cumbre, la fuente, el principio y el fin del sendero. Es la realización suprema de nuestra dignidad innata, la revelación de que todo lo que vemos, sentimos y vivimos, en su raíz más profunda, es el Cuerpo del Buda Eterno. No es algo que se logre, sino algo que se reconoce. No es algo que nos separa de los demás, sino lo que nos une a todos en una sola vida, una sola luz, una sola flor.

Podemos entonces resumir la diferencia de este modo:

AspectoDespertar Budeidad 
NaturalezaVislumbre o acceso inicial a la VerdadRealización total de la Verdad
Relación con la prácticaPunto de partida o punto de inflexiónCumbre y culminación de la práctica
Doctrina implicadaFe, insight, visión correcta del DharmaRevelación de la Budeidad innata y eterna
SimbolismoEl loto que brota del aguaEl loto en plena floración
Comparación espiritualEl Bodhisattva que se ha encaminadoEl Buda que ha manifestado su verdadera naturaleza

Así, todo Buda ha despertado, pero no todo el que despierta ha realizado aún la Budeidad. Sin embargo, todo aquel que ha despertado verdaderamente, tarde o temprano la manifestará.

En el Budismo del Loto, especialmente en su forma restaurada por nuestra Escuela, no separarmos ambos conceptos en una dualidad irreconciliable. Más bien, comprendemos que el Despertar es el amanecer de la Budeidad en nuestra mente, y que la Budeidad es el sol que siempre ha brillado más allá de las nubes. Cuando un devoto medita, recita los sutras y vive según el Dharma, no camina hacia una meta lejana: hace florecer el loto que ya vive en su corazón. Por eso enseñamos que el Buda Eterno no es alguien fuera de nosotros, sino la profundidad de lo que ya somos. No buscamos convertirnos en Budas, sino recordar que nunca hemos dejado de serlo.

lunes, 23 de junio de 2025

Nueva Traducción Completa al Español del Ojoyoshu: El "Tratado sobre el Renacimiento en la Tierra Pura" del Gran Maestro Genshin

 El Templo Eirenji se complace en presentar la primera traducción completa y original al español —y la primera en cualquier lengua occidental— del Ojoyoshu, el “Tratado sobre el Renacimiento en la Tierra Pura”, compuesta por el Gran Maestro Genshin, también conocido como Eshin Sozu, luminar de la Tradición del Loto, faro de la fe del Japón del Siglo X, y alma compasiva que abrió, en su tiempo, el camino del Renacimiento al corazón de todo un pueblo.



En el horizonte brumoso del Japón del Periodo Heian, cuando el Dharma parecía desvanecerse en la niebla del olvido y la corrupción, cuando incluso los monasterios más ilustres eran asediados por las sombras de la Era final del Dharma (Mappo), un hombre, retirado en la cumbre sagrada del Monte Hiei, volvió a leer los antiguos Sutras con los ojos de la compasión y el oído de la desesperación humana. Allí, entre las salas de meditación y los bosques del templo Eshin-in, Genshin compuso esta obra como quien ofrece una linterna en la noche, o como quien, desde la orilla del Samsara, señala con la mano la ribera de la Tierra Pura.

El Ojoyoshu no es un texto cualquiera. Es un testamento espiritual para los que viven con la certeza de la muerte, un espejo que nos devuelve el rostro real de la existencia: transitoria, marcada por el sufrimiento, pero no por ello desprovista de esperanza. Genshin, con ternura grave, nos presenta tanto los horrores de los Seis Reinos del Samsara como la beatitud inconcebible de la Tierra Pura de la Bienaventuranza del Buda Amida. Nos muestra los abismos del Infierno y el esplendor de las flores del loto, el delirio de los apegos y la paz del corazón confiado. Su mensaje es claro: en esta era de oscuridad, donde la práctica elevada parece imposible, existe una vía abierta a todos, una senda de fe y memoria, una práctica constante del Nembutsu, la recitación del Santo Nombre del Buda, como vehículo de Renacimiento en un mundo donde la Iluminación se vuelve inevitable.

En su obra, Genshin sintetiza la esencia del Vehículo Único (Ekayana), enseñando que todos los seres poseen la Budeidad Innata y que todos, sin excepción, pueden alcanzar la Iluminación. La práctica del Nembutsu que él propone no es superstición ni ritual vacío, sino un ejercicio de entrega, memoria y comunión con la Luz Infinita. Y aunque su foco está en el momento de la muerte —ese instante supremo en que el alma se separa del cuerpo— su enseñanza es en verdad sobre la vida: sobre cómo vivir de tal manera que la muerte no sea caída, sino ascenso; no extinción, sino retorno.

La presente traducción ha sido realizada con el doble propósito de fidelidad textual y claridad doctrinal. Se ha respetado el estilo, las estructuras retóricas y el tono admonitorio del original, al tiempo que se ha procurado facilitar al lector moderno la comprensión del contexto, los términos y las referencias. Cada palabra ha sido elegida no sólo con rigor académico, sino con el anhelo de ser instrumento de salvación. La obra ha sido cotejada con las ediciones en chino clásico y japonés kanbun, así como con comentarios antiguos de la Tradición Tendai, en especial aquellos transmitidos dentro del linaje del Monte Hiei.

Que esta obra, que será de beneficio para todos los seguidores del Camino Tierra Pura dentro del Budismo (Tendai, Jodo Shu y Jodo Shinshu, entre otros), despierte en los lectores occidentales una nueva forma de vivir el Dharma: no como un ideal lejano, ni como un esfuerzo solitario, sino como una comunión de corazones confiados en el Buda que nunca nos ha abandonado. Que aquellos que sufren, que temen a la muerte, que viven sin saber hacia dónde caminan, puedan hallar en estas páginas un faro de esperanza, una práctica accesible, una fe que redime y transforma. Y que, como enseñó Genshin, podamos recitar el Nembutsu no con angustia, sino con gozo; no como quien huye del mundo, sino como quien se prepara para volver al mundo desde la Tierra de la Paz, como Bodhisattva renacido, como flor del loto que no se marchita.

Disponible aquí por Amazon.

Un Recordatorio de Nuestro Mensaje para el Año 2025: Renovando Nuestros Votos como Hijos del Buda

 


Vivimos en una era en la que el corazón del ser humano, turbado por la multiplicidad de deseos y el espejismo de las apariencias, busca con ansia un camino de regreso a su Verdadera Naturaleza. En medio del tumulto de los días y el peso de la Ignorancia acumulada desde el tiempo sin comienzo, la Enseñanza del Buda resplandece como un faro inextinguible. El Dharma del Loto, revelado en la cúspide del ministerio del Buda Shakyamuni —manifestación terrenal del Buda Eterno— no es una enseñanza común ni transitoria, sino la expresión más elevada y compasiva del propósito divino: la salvación universal de todos los seres y la manifestación del Reino del Buda en este mismo mundo. Este es el Mensaje que nuestro Templo ha dedicado para el Año 2025 (ue se puedel eer en su totalidad en nuestra página oficial: www.shingihokke.com). Dado a que nos encontramos a mitad de nuestro recorrido por el Sol, es momento de recordar nuestro voto para este año.

En esta enseñanza sublime, el Bodhicitta —la Mente que Anhela el Despertar para el Bien de Todos los Seres— no es una simple aspiración idealista, sino la semilla misma del Buda en el corazón humano. Comprender el Bodhicitta es comprender la naturaleza del Cosmos; es descubrir que la Budeidad no se encuentra en un cielo remoto, sino en la intimidad de nuestra propia existencia, tejida de los mismos elementos que conforman el cuerpo glorioso del Tathagata. La práctica esotérica, en comunión con esta verdad, nos permite atravesar los velos de la ilusión y tocar con el alma desnuda la esencia real de lo que somos: Hijos e Hijas del Buda, portadores de su Luz y testigos de su Voluntad.

Así pues, la enseñanza del Budismo del Loto —fundada en las palabras de los Sutras y la experiencia de los grandes maestros del Vehículo Único— no debe ser leída como una teoría lejana o una doctrina abstracta, sino como un llamado vivo a la transformación interior y cósmica. El Dharma del Loto, en su forma más secreta y luminosa, nos invita a abandonar la noción de separación y a abrazar la unidad de todos los seres con el Buda Eterno. En esta visión, la práctica espiritual no es un retiro del mundo, sino una alquimia sagrada que transforma el Samsara en la Tierra Pura, el sufrimiento en compasión, y la Ignorancia en Sabiduría luminosa.

El Sutra del Bodhicitta proclama con voz diamantina: "Si una persona busca la sabiduría del Buda y comprende el Bodhicitta, el cuerpo nacido de los padres alcanzará rápidamente el estado del gran Despertar". Esta afirmación, profundamente reveladora, disipa la niebla del escepticismo y nos invita a contemplar la cercanía del Despertar como una realidad tangible. No se requiere esperar incontables kalpas, ni navegar por los océanos del tiempo con desesperanza: el Despertar Supremo está disponible en esta misma vida, en este mismo cuerpo humano, fruto del amor de nuestros padres. He aquí la Promesa Sagrada del Dharma Eterno: la Iluminación no es una utopía inalcanzable, sino una posibilidad viva en el corazón de la Existencia.

La diferencia entre los seres sumidos en la ilusión y los que han despertado no reside en una esencia opuesta o una naturaleza distinta, sino en el grado de purificación de su mente y de realización de su verdadero ser. Así como el oro y el oro refinado comparten una misma sustancia, aunque uno brille con pureza y el otro aún esté velado por impurezas, de igual modo todos los seres comparten la Budeidad Innata, pero unos la manifiestan plenamente y otros aún no. Esta no-dualidad esencial es el fundamento sobre el cual se erige la enseñanza del Buda Eterno: todos los seres, sin excepción, están llamados a alcanzar la Iluminación, porque ya la poseen en su raíz profunda.

Por ello, quien recorre el Sendero del Verdadero Budismo —el Camino del Buda Mahavairocana, el Gran Sol— reconoce que los Seis Grandes Elementos (tierra, agua, fuego, viento, espacio y conciencia) que conforman el Cuerpo del Buda Cósmico son también su propio cuerpo. Esta comprensión es más que teórica: es una visión directa, una experiencia mística donde el devoto, transfigurado por la fe y la práctica, puede proclamar con reverencia y certeza: "Yo soy el Buda". Esta no es una arrogancia profana, sino el eco de la verdad profunda que late en todos los Sutras del Vehículo Único.

Para tal realización, el practicante sigue el camino de las tres frases sagradas del Sutra de Mahavairocana: el Bodhicitta como la causa inicial, la Gran Compasión como la raíz que sostiene todo acto, y la Habilidad en los Medios (Upaya) como la culminación perfecta de la práctica. A través del poder de los Tres Misterios del cuerpo, palabra y mente se trascienden en un instante los tres kalpas de ilusión: el burdo, el sutil y el extremadamente sutil. Esta no es una metáfora vacía, sino una operación interior de transmutación espiritual, como ha sido revelada en los Textos Sagrados de la Tradición Budista Esotérica. Tal como afirma el mismo Sutra: "Si puedes practicar de acuerdo con este profundo significado, podrás alcanzar el Despertar Supremo en esta vida".

Sobre este fundamento se alza la visión excelsa del Budismo del Loto, que proclama con majestuosa claridad: el fenómeno es la realidad, la verdad reside en la materia, la apariencia es el camino, y uno puede alcanzar la Budeidad en este mismo cuerpo. No se trata de negar el mundo, sino de transfigurar la Existencia. Este es el espíritu del Ichinen Sanzen, la doctrina de los Tres Mil Mundos en un Solo Pensamiento, que nos enseña que cada instante contiene la plenitud del Cosmos y cada ser encarna el Reino del Buda.

El propósito de esta Vía, en armonía con las enseñanzas del Buda Eterno, no es otro que la manifestación de la Tierra Pura aquí en este mismo mundo. No en un más allá imaginario, sino en la transformación concreta de nuestras sociedades, corazones y entornos. El Budismo del Loto Esotérico, herencia viva de Mahavairocana y de los Grandes Maestros como Chih-i, Saicho y Annen, propone una visión activa, luminosa y compasiva: la construcción de la Tierra Secreta del Buda, el Reino del Dharma en medio del Samsara, donde la verdad, la bondad y la belleza no sean ideales abstractos, sino realidades encarnadas.

Bajo la premisa sagrada de que el sueño de hoy es la realidad de mañana, se nos encomienda la misión sublime de hacer del mundo humano un reflejo del Reino del Buda, donde la sabiduría brille como el Sol, la compasión fluya como un manantial, y la unidad de todos los seres se manifieste como una sinfonía de Iluminación. Esta es nuestra tarea: no huir del mundo, sino transformarlo desde dentro, hasta que toda la Tierra cante con voz unánime el Dharma Eterno del Vehículo Único.

La comprensión del Bodhicitta, la unión con el Cuerpo del Buda, y la realización de la Tierra Pura aquí y ahora, no son promesas vacías, sino posibilidades reales que el Buda Eterno nos ofrece como un padre ofrece el alimento a su único hijo. Cada instante es un umbral hacia el despertar; cada respiración, una oportunidad para recitar el Mantra del alma: "Yo soy el Buda, por el poder del Bodhicitta, por la raíz de la Gran Compasión, por el arte de los Medios Hábiles." Así, los Tres Misterios —cuerpo, palabra y mente— se armonizan con el Cosmos, y el Universo entero se transforma en un Mandala del Despertar.

Debemos recordar siempre que no hemos nacido por azar, ni vivimos en vano. Esta vida es el campo de acción del Bodhisattva; este cuerpo, el vehículo precioso del Despertar. Que nuestras acciones sean el gesto del Buda, nuestras palabras la melodía del Dharma, y nuestros pensamientos la sabiduría que todo lo abraza. Así, sin abandonar el mundo, transfiguraremos el mundo; sin negar nuestra humanidad, la haremos sagrada. Y en medio del Samsara, brotará la flor del Nirvana. Que esta enseñanza permanezca en nuestros corazones como una joya sellada por la voluntad del Buda Eterno. Que nos inspire a caminar con firmeza, a amar con profundidad, y a construir con esperanza ese Reino de Verdad, Bondad y Belleza que no está lejos, ni es ajeno, sino que comienza —ahora mismo— en el centro puro de nuestra propia conciencia. Así se cumple el Voto del Tathagata: que todos los seres, sin excepción, alcancen la Budeidad en esta vida, en este cuerpo, en este mundo.

domingo, 22 de junio de 2025

Mensaje en Honor al Gran Maestro Genshin y su Obra Inmortal, el Ojoyoshu (Tratado sobre le Renacimiento en la Tierra Pura)

 


Hoy, nos hemos congregado en esta solemne asamblea no solo para meditar o recitar nuestra Liturgia Reiji Saho, sino para rendir homenaje a una vida sagrada, a una obra que ha cruzado siglos con la fuerza de un río que jamás se seca, y a un maestro que no fue solo erudito ni simple monje, sino un Bodhisattva que descendió a este mundo por el voto inconmensurable de salvar a todos los seres. Me refiero, como todos sabéis, al Gran Maestro Genshin —conocido también como Eshin Sozu—, patriarca resplandeciente de la Tradición del Loto, figura cimera del Monte Hiei, y heraldo del Buda Amida en esta era decadente que llamamos Mappo, la Era Final del Dharma.

El Gran Maestro Genshin nació en el Siglo X, una época marcada por el colapso de los ideales, por el deterioro del pensamiento y por la confusión espiritual generalizada. Era un mundo donde los monjes repetían los Sutras sin vivirlos, donde los templos brillaban en su arquitectura pero languidecían en espíritu, y donde la doctrina del Buda comenzaba a parecer una reliquia y no un camino vivo hacia la liberación. En medio de este crepúsculo espiritual, la figura de Genshin se alzó como una luna llena sobre el océano de las aflicciones. No fue enviado, sino que descendió, como manifestación del Gran Voto de Compasión, con la misión de reavivar la esperanza, de ofrecer un sendero sencillo y luminoso, y de recordar a todos —sabios y necios, virtuosos y pecadores— que el Santo Nombre del Buda Amida, pronunciado con fe sincera, es una barca segura que atraviesa el océano del nacimiento y la muerte.

El Gran Maestro Genshin no fundó una nueva escuela, ni reclamó para sí honores, ni proclamó doctrinas nuevas. Lo que hizo fue algo aún más profundo: mirar con compasión a los hombres y mujeres de su tiempo y comprender que la vía de la Iluminación debía adaptarse a su capacidad. Así, consagró su vida a una tarea triple: contemplar el sufrimiento del mundo, investigar con sabiduría los tesoros del Canon Budista, y ofrecer un método accesible para todos, especialmente para aquellos que no poseían los medios, la energía, ni el tiempo para alcanzar la Iluminación a través de los arduos caminos del ascetismo. Fue así como nació el Ojoyoshu, el "Tratado sobre el Renacimiento en la Tierra Pura", un texto que no solo recoge enseñanzas, sino que entrelaza visiones, sueños, anécdotas, clasificaciones doctrinales, y sobre todo, una profunda compasión por los seres que sufren y temen el momento de su muerte.

Esta obra no es simplemente un tratado sistemático: es un Evangelio Budista para la Era Final del Dharma en la cual vivimos. Es un espejo donde vemos nuestras propias angustias, nuestros temores ante la muerte, nuestra confusión espiritual… y donde descubrimos también la respuesta del Buda Amida, su promesa sin condiciones, su voto de acogernos incluso si solo podemos recitar su Santo Nombre una sola vez con fe verdadera. Genshin, en este texto sagrado, no se limita a transcribir doctrinas: él las hace palpitar con vida. Describe con crudeza el sufrimiento de los infiernos, no por sensacionalismo, sino para despertar el anhelo de renacer en un mundo puro. Y luego pinta con palabras bañadas en luz los paisajes de la Tierra Pura: sus lagos de gemas, sus flores que enseñan el Dharma, sus aves que cantan los nombres del Buda, y su promesa de iluminación inmediata para todos los que allí renacen.

El Nembutsu, en el corazón del Ojoyoshu, no es una mera técnica. Es la manifestación del vínculo vivo entre el ser humano y el Buda Amida. Es el hilo de oro que conecta este mundo de sombras con la luminosa morada del Oeste. Recitar el Santo Nombre de Amida no es una repetición supersticiosa, sino un acto de refugio, un gesto de amor, un reconocimiento de que no podemos salvarnos por nuestras propias fuerzas y, sin embargo, tampoco estamos abandonados. En un solo Namu Amida Butsu, pronunciado con todo el corazón, está contenida la fe, la confesión, la gratitud, y el despertar. Y esto lo entendió Genshin mejor que nadie. Él hizo del Nembutsu no un camino alternativo, sino el camino esencial para la Era del Mappo.

Nosotros, como Escuela del Loto Reformada, reconocemos en Genshin no solo un Gran Maestro del pasado, sino un verdadero Patriarca de nuestra Tradición. Porque su visión no divide el Budismo en compartimentos estancos. Para él, la recitación del Nembutsu no contradice la meditación profunda, ni la búsqueda de la Tierra Pura niega la Budeidad en este cuerpo. En Genshin vemos la unidad del Loto y la Luz, del Dharma Eterno y la práctica diaria, de la fe humilde y la Iluminación Suprema. El Ojoyoshu, para nuestra escuela, es el manual de compasión para los últimos días, un texto que debe estar junto al Maka Shikan (Gran Calma y Contemplación) del Gran Maestro Chih-i y los Escritos del Gran Maestro Saicho como uno de los tres pilares prácticos de salvación universal.

Y es por eso que hoy, en esta asamblea consagrada a la práctica, al estudio y a la memoria, nos inclinamos ante su figura no como quien se postra ante una estatua, sino como quien encuentra en un maestro el reflejo de su propio ideal. Genshin vivió para salvar a otros. Lloró por los pecados del mundo. Oró por las almas que morían sin guía. Enseñó sin orgullo. Vivió en soledad, pero lleno de amor por todos los seres. Su vida fue una llama silenciosa, y su obra, un faro que nos guía incluso hoy. Si vivimos como él enseñó —con una fe profunda, una práctica sincera, y un corazón vuelto hacia los demás— entonces no solo lo honramos: lo continuamos.

Que su memoria nos inspire a no caer en la desesperanza, a no rendirnos en la lucha espiritual, a no despreciar jamás a los ignorantes ni a los caídos. Que su enseñanza nos impulse a recitar el Nembutsu con devoción, a estudiar los sutras con reverencia, y a vivir como verdaderos Hijos del Buda Eterno. Y que, cuando llegue la hora de nuestra propia muerte, podamos ver, tal como él prometió, las nubes doradas abrirse, y al Buda Amida, rodeado de su corte sagrada, venir a nuestro encuentro con una sonrisa compasiva y los brazos extendidos.

Y en este día también nos complace anunciar ante esta noble asamblea que estamos a punto de culminar y ofrecer al mundo hispanohablante un acontecimiento sin precedentes en la historia del Dharma en Occidente: la primera traducción completa al español —y hasta donde sabemos, a cualquier lengua occidental— del Ojoyoshu, la obra inmortal del Gran Maestro Genshin, texto fundamental para la práctica del Nembutsu y la aspiración al Renacimiento en la Tierra Pura. Este esfuerzo no es el fruto de una sola pluma, ni de un solo momento, sino el resultado de años de dedicación, fe, estudio, y aspiración compasiva, llevado a cabo bajo la inspiración de la Escuela del Loto Reformada y como humilde ofrenda al Buda Eterno y a todos los seres sintientes. Muy pronto, este tesoro doctrinal estará disponible para ser leído, estudiado, meditado y aplicado por todos aquellos que, en medio del ruido de este mundo, siguen anhelando el aroma sereno de la Tierra Pura. Que esta traducción sirva como puente de compasión entre Oriente y Occidente, entre el pasado y el presente, entre el sufrimiento y la liberación. Que el Santo Nombre de Amida resuene en todas las lenguas, y que su luz, como escribió Genshin, brille incluso en los rincones más oscuros del Samsara. Que la voz del Gran Maestro Genshin, a través de esta nueva traducción, siga despertando la fe, sanando el corazón, y guiando innumerables almas hacia el Loto de Salvación.

Que todos los seres, sin excepción, renazcan en la Tierra Pura y alcancen la Iluminación Suprema.