Bienvenido a la Tierra Pura de la Luz Serena, un recurso sobre el Verdadero Budismo (一乘佛教), y sus posteriores ramificaciones, a la luz de las Enseñanzas Perfectas y Completas (圓教). Aquí presentamos el Budismo como religión, filosofía y estilo de vida, con énfasis en la Teología Budista (Budología), aspirando a presentar el Budismo balanceadamente entre la academia (estudios budistas) y la devoción, desde el punto de vista de una escuela tradicional de Budismo japonés (Escuela del Loto Reformada) y las enseñanzas universales del Sutra del Loto (法華経).


domingo, 22 de junio de 2025

Mensaje en Honor al Gran Maestro Genshin y su Obra Inmortal, el Ojoyoshu (Tratado sobre le Renacimiento en la Tierra Pura)

 


Hoy, nos hemos congregado en esta solemne asamblea no solo para meditar o recitar nuestra Liturgia Reiji Saho, sino para rendir homenaje a una vida sagrada, a una obra que ha cruzado siglos con la fuerza de un río que jamás se seca, y a un maestro que no fue solo erudito ni simple monje, sino un Bodhisattva que descendió a este mundo por el voto inconmensurable de salvar a todos los seres. Me refiero, como todos sabéis, al Gran Maestro Genshin —conocido también como Eshin Sozu—, patriarca resplandeciente de la Tradición del Loto, figura cimera del Monte Hiei, y heraldo del Buda Amida en esta era decadente que llamamos Mappo, la Era Final del Dharma.

El Gran Maestro Genshin nació en el Siglo X, una época marcada por el colapso de los ideales, por el deterioro del pensamiento y por la confusión espiritual generalizada. Era un mundo donde los monjes repetían los Sutras sin vivirlos, donde los templos brillaban en su arquitectura pero languidecían en espíritu, y donde la doctrina del Buda comenzaba a parecer una reliquia y no un camino vivo hacia la liberación. En medio de este crepúsculo espiritual, la figura de Genshin se alzó como una luna llena sobre el océano de las aflicciones. No fue enviado, sino que descendió, como manifestación del Gran Voto de Compasión, con la misión de reavivar la esperanza, de ofrecer un sendero sencillo y luminoso, y de recordar a todos —sabios y necios, virtuosos y pecadores— que el Santo Nombre del Buda Amida, pronunciado con fe sincera, es una barca segura que atraviesa el océano del nacimiento y la muerte.

El Gran Maestro Genshin no fundó una nueva escuela, ni reclamó para sí honores, ni proclamó doctrinas nuevas. Lo que hizo fue algo aún más profundo: mirar con compasión a los hombres y mujeres de su tiempo y comprender que la vía de la Iluminación debía adaptarse a su capacidad. Así, consagró su vida a una tarea triple: contemplar el sufrimiento del mundo, investigar con sabiduría los tesoros del Canon Budista, y ofrecer un método accesible para todos, especialmente para aquellos que no poseían los medios, la energía, ni el tiempo para alcanzar la Iluminación a través de los arduos caminos del ascetismo. Fue así como nació el Ojoyoshu, el "Tratado sobre el Renacimiento en la Tierra Pura", un texto que no solo recoge enseñanzas, sino que entrelaza visiones, sueños, anécdotas, clasificaciones doctrinales, y sobre todo, una profunda compasión por los seres que sufren y temen el momento de su muerte.

Esta obra no es simplemente un tratado sistemático: es un Evangelio Budista para la Era Final del Dharma en la cual vivimos. Es un espejo donde vemos nuestras propias angustias, nuestros temores ante la muerte, nuestra confusión espiritual… y donde descubrimos también la respuesta del Buda Amida, su promesa sin condiciones, su voto de acogernos incluso si solo podemos recitar su Santo Nombre una sola vez con fe verdadera. Genshin, en este texto sagrado, no se limita a transcribir doctrinas: él las hace palpitar con vida. Describe con crudeza el sufrimiento de los infiernos, no por sensacionalismo, sino para despertar el anhelo de renacer en un mundo puro. Y luego pinta con palabras bañadas en luz los paisajes de la Tierra Pura: sus lagos de gemas, sus flores que enseñan el Dharma, sus aves que cantan los nombres del Buda, y su promesa de iluminación inmediata para todos los que allí renacen.

El Nembutsu, en el corazón del Ojoyoshu, no es una mera técnica. Es la manifestación del vínculo vivo entre el ser humano y el Buda Amida. Es el hilo de oro que conecta este mundo de sombras con la luminosa morada del Oeste. Recitar el Santo Nombre de Amida no es una repetición supersticiosa, sino un acto de refugio, un gesto de amor, un reconocimiento de que no podemos salvarnos por nuestras propias fuerzas y, sin embargo, tampoco estamos abandonados. En un solo Namu Amida Butsu, pronunciado con todo el corazón, está contenida la fe, la confesión, la gratitud, y el despertar. Y esto lo entendió Genshin mejor que nadie. Él hizo del Nembutsu no un camino alternativo, sino el camino esencial para la Era del Mappo.

Nosotros, como Escuela del Loto Reformada, reconocemos en Genshin no solo un Gran Maestro del pasado, sino un verdadero Patriarca de nuestra Tradición. Porque su visión no divide el Budismo en compartimentos estancos. Para él, la recitación del Nembutsu no contradice la meditación profunda, ni la búsqueda de la Tierra Pura niega la Budeidad en este cuerpo. En Genshin vemos la unidad del Loto y la Luz, del Dharma Eterno y la práctica diaria, de la fe humilde y la Iluminación Suprema. El Ojoyoshu, para nuestra escuela, es el manual de compasión para los últimos días, un texto que debe estar junto al Maka Shikan (Gran Calma y Contemplación) del Gran Maestro Chih-i y los Escritos del Gran Maestro Saicho como uno de los tres pilares prácticos de salvación universal.

Y es por eso que hoy, en esta asamblea consagrada a la práctica, al estudio y a la memoria, nos inclinamos ante su figura no como quien se postra ante una estatua, sino como quien encuentra en un maestro el reflejo de su propio ideal. Genshin vivió para salvar a otros. Lloró por los pecados del mundo. Oró por las almas que morían sin guía. Enseñó sin orgullo. Vivió en soledad, pero lleno de amor por todos los seres. Su vida fue una llama silenciosa, y su obra, un faro que nos guía incluso hoy. Si vivimos como él enseñó —con una fe profunda, una práctica sincera, y un corazón vuelto hacia los demás— entonces no solo lo honramos: lo continuamos.

Que su memoria nos inspire a no caer en la desesperanza, a no rendirnos en la lucha espiritual, a no despreciar jamás a los ignorantes ni a los caídos. Que su enseñanza nos impulse a recitar el Nembutsu con devoción, a estudiar los sutras con reverencia, y a vivir como verdaderos Hijos del Buda Eterno. Y que, cuando llegue la hora de nuestra propia muerte, podamos ver, tal como él prometió, las nubes doradas abrirse, y al Buda Amida, rodeado de su corte sagrada, venir a nuestro encuentro con una sonrisa compasiva y los brazos extendidos.

Y en este día también nos complace anunciar ante esta noble asamblea que estamos a punto de culminar y ofrecer al mundo hispanohablante un acontecimiento sin precedentes en la historia del Dharma en Occidente: la primera traducción completa al español —y hasta donde sabemos, a cualquier lengua occidental— del Ojoyoshu, la obra inmortal del Gran Maestro Genshin, texto fundamental para la práctica del Nembutsu y la aspiración al Renacimiento en la Tierra Pura. Este esfuerzo no es el fruto de una sola pluma, ni de un solo momento, sino el resultado de años de dedicación, fe, estudio, y aspiración compasiva, llevado a cabo bajo la inspiración de la Escuela del Loto Reformada y como humilde ofrenda al Buda Eterno y a todos los seres sintientes. Muy pronto, este tesoro doctrinal estará disponible para ser leído, estudiado, meditado y aplicado por todos aquellos que, en medio del ruido de este mundo, siguen anhelando el aroma sereno de la Tierra Pura. Que esta traducción sirva como puente de compasión entre Oriente y Occidente, entre el pasado y el presente, entre el sufrimiento y la liberación. Que el Santo Nombre de Amida resuene en todas las lenguas, y que su luz, como escribió Genshin, brille incluso en los rincones más oscuros del Samsara. Que la voz del Gran Maestro Genshin, a través de esta nueva traducción, siga despertando la fe, sanando el corazón, y guiando innumerables almas hacia el Loto de Salvación.

Que todos los seres, sin excepción, renazcan en la Tierra Pura y alcancen la Iluminación Suprema.