El texto titulado "Registro Privado sobre la Superación de los Diez Enemigos en la Práctica del Camino del Buda" constituye una fuente doctrinal y formativa de extraordinario valor dentro del contexto de la tradición monástica de la escuela Tendai, particularmente en su vertiente japonesa desarrollada en el Monte Hiei. Atribuido a una transmisión oral (kuden) del Gran Maestro del Monte Hiei —título que generalmente se refiere a Saicho (Dengyo Daishi, 767–822), fundador de la escuela Tendai japonesa—, el texto se presenta como una exhortación íntima y sistemática dirigida al practicante que ha ingresado a la vida religiosa con la intención de alcanzar el Despertar Supremo.
Desde un punto de vista doctrinal, la obra se enmarca en el universo simbólico y ético del Mahayana, y bebe especialmente del imaginario clásico de los "ejércitos de Mara", el antagonista cósmico del Despertar en la literatura budista. La fuente inmediata de esta estructura es el Mahasamghika Vinaya y, más tarde, el Sutra Lalitavistara, en donde se narran los ataques de Mara al Bodhisattva Siddhartha la noche de su Iluminación. En la tradición japonesa, especialmente en el monacato de montaña, estos diez enemigos fueron reinterpretados no sólo como fuerzas externas o metafísicas, sino como obstáculos psicológicos y emocionales que emergen en el corazón del mismo practicante al enfrentarse a la soledad, la austeridad y el esfuerzo continuo por la Budeidad.
Cada uno de los "enemigos" representa una categoría de aflicción o tentación concreta que obstaculiza la vía espiritual: el deseo, la tristeza, el hambre, el apego a los placeres, el sueño, el miedo, la duda, la ira, el deseo de provecho y reputación, y finalmente, la arrogancia espiritual. El texto no solo los enumera, sino que articula una lógica progresiva en la que cada obstáculo nace y se agudiza en respuesta a la superación del anterior, ilustrando una visión muy refinada de la dinámica interior del proceso ascético. La obra propone como método de superación no tanto técnicas rituales o contemplativas específicas, sino un esfuerzo de transformación interior basado en la paciencia y la determinación, apoyado siempre en el recuerdo de los Budas y Bodhisattvas que también pasaron por tales pruebas.
Este texto puede ser considerado un espejo del ideal del "Shugyo", la práctica religiosa entendida como un combate espiritual en solitario, en la profundidad de los montes y lejos del bullicio mundano. Se trata de una obra profundamente influida por la ética del ascetismo de montaña, pero enraizada en el espíritu universal del Bodhisattva que, a través del autodominio y la renuncia, busca el Despertar no solo para sí, sino para todos los seres.
Desde la perspectiva de la Escuela del Loto Reformada, esta obra puede ser leída como un ejemplo de pedagogía espiritual gradual, útil para la formación del devoto en las etapas iniciales del Camino del Vehículo Único (Ekayana), que reconoce tanto los obstáculos kármicos personales como las ilusiones colectivas que impiden la manifestación de la Budeidad. El texto, por tanto, no solo conserva su valor como pieza histórica de la literatura devocional Tendai, sino que sigue siendo un mapa espiritual preciso para quienes, en la era de Mappo, buscan reconstruir su voluntad en medio del mundo a través de la fe, el estudio y la práctica.
Registro Privado sobre la Superación de los Diez Enemigos en la Práctica del Camino del Buda
Un Hijo del Buda debe de protegerse y prepararse para pedir la asistencia del Buda contra los Diez Enemigos al Despertar.
El primero de los enemigos es el Deseo. Este enemigos amenaza a los Bodhisattvas que han despertado la Mente del Gran Camino, pero que aún no han encontrado un buen amigo espiritual que los guíe, y que moran inmersos en la polvareda del mundo secular. Cegados por el ejército del deseo, se ven envueltos en ataduras. Sin embargo, si el practicante logra encontrar un buen maestro y guía, nacerá en él la aspiración hacia la Vía Suprema. Entonces, abandonando a los amigos del polvo mundano, se internará en los bosques y montañas para entregarse a la práctica del Dharma. Así, se vence el primer enemigo, el del deseo.
El segundo enemigo es la Tristeza. El practicante que ha escapado del enemigo del deseo y se dedica con seriedad al sendero budista, pronto se ve enfrentado a la falta de recursos, lo cual le despierta pensamientos preocupantes: "Mis padres, esposa, hijos y parientes gozan de comodidades, mientras yo, al refugiarme en los bosques, padezco escasez de alimentos y vestido, y me veo sumido en pobreza día y noche." Así lo ata este enemigo de la tristeza. Pero si el practicante recuerda que los Budas y Bodhisattvas también abandonaron a sus seres queridos y dejaron el polvo del mundo para buscar la Budeidad en soledad, entonces, soportando la tristeza, renovará su esfuerzo y quebrará este enemigo.
El tercer enemigo es el del Hambre y la Sed. Aquel que ha vencido la tristeza y continúa su práctica con esfuerzo constante, se ve golpeado por el hambre y la sed. Entonces recuerda: "En el seno de mis seres queridos, nada me faltaba. ¿Por qué me he sumido en este bosque, padeciendo hambre y sequedad?" En ese momento, el enemigo del hambre lo ata. Pero si el practicante recuerda que los Budas de los tres tiempos resistieron con paciencia las austeridades del hambre, la sed y las prácticas difíciles para alcanzar el Camino del Buda, entonces soportará estas penurias, se esforzará sin cesar y vencerá este enemigo también.
El cuarto enemigo es el del Placer Extinguido. Incluso quien ha vencido el hambre y la sed y continúa su práctica diligente, puede ser tentado cuando parientes y patrocinadores le ofrecen generosamente alimento y sustento. Saciado con manjares y vino, su corazón se vuelca nuevamente a los placeres del mundo secular. Así, este enemigo lo ata. Pero si el practicante reflexiona: "Los sabios antiguos y los santos futuros todos despreciaron las delicias del mundo. ¿Cómo podría yo, que he entrado al Camino del Buda, seguir amándolas?" Entonces, prosternándose con lágrimas y renovando su compromiso con cuerpo y mente, intensificará su práctica y superará este enemigo.
El quinto enemigo es el del Sueño. Quien ha roto el apego al placer y se adentra con fervor en la práctica, puede caer en la pereza del cuerpo y del espíritu. Al estar bien alimentado, se entrega al sueño día y noche, perdiendo toda aspiración al Despertar. Entonces el enemigo del sueño lo encadena. Pero si comprende que el sueño nutre las aflicciones y es deleite de los ignorantes, más no de los sabios, y que quien busca el Camino del Buda no debe entregarse a él, entonces encenderá nuevamente su corazón de bodhicitta, se esforzará con vigor, y así vencerá al enemigo del sueño.
El sexto enemigo es el del Miedo. Aquel que ha superado el sueño y cultiva el Dharma de día y de noche, puede verse atemorizado por ilusiones: ve fantasmas en los árboles, toma moscas por serpientes, y el cuerpo y la mente se llenan de miedo, apagándose el corazón del Camino. Este es el enemigo del miedo. Pero si el practicante reconoce que tales miedos son fabricaciones de una mente confundida, propios del mundo ilusorio de los ignorantes, y recuerda cómo los Budas del pasado derrotaron a los cuatro demonios y alcanzaron la Vía Suprema, entonces, disipando el temor, despertará de nuevo la Mente del Despertar y así superará este enemigo.
El séptimo enemigo es el de la Duda y el Arrepentimiento. Tras vencer el miedo, el practicante, aun esforzándose, puede sentirse torpe y obstaculizado, y lamentar no obtener resultados. Pensará: "Los Textos Sagrados proclaman que el Dharma es eficaz y poderoso, pero por más que me esfuerzo, no veo ninguna señal." Así, la duda y el arrepentimiento lo atan. Pero si reflexiona que los textos también enseñan que incluso quienes no tienen obstáculos ni torpeza encuentran difícil realizar el Dharma, cuánto más él mismo, que es torpe y obstaculizado, debe perseverar, entonces seguirá cultivando con diligencia y romperá este enemigo.
El octavo enemigo es el de la Ira. Quien ha roto la duda y continúa su práctica, puede experimentar ira espontánea o incluso una ira "justificada" por razones aparentes. Se llena de enojo y su corazón se aleja del Camino. Es atado por el enemigo de la ira. Pero si, cultivando la paciencia —ya sea la que soporta los ataques, la que acepta el sufrimiento, o la que comprende la vacuidad de los fenómenos—, continúa su práctica con perseverancia, entonces también vencerá el enemigo de la ira.
El noveno enemigo es el del Beneficio y el Prestigio Vacío. Al superar las formas de ira y practicar las tres clases de paciencia, el practicante puede recibir apoyo de generosos patrocinadores y ver que abundan los vestidos, la comida y los discípulos. Pero estas comodidades, este enemigo, lo atan. Si entonces comprende que el deseo de provecho y de renombre es una gran obstrucción al verdadero Camino, y que mientras no se rompa el apego al yo y a lo mío no puede realizarse el Dharma, se apartará de las multitudes, renunciará a los beneficios y practicará en solitario con firmeza, venciendo así este enemigo.
El décimo enemigo es el de la Arrogancia Espiritual. Tras vencer incluso al enemigo del beneficio y del prestigio, el practicante puede albergar pensamientos como: "He abandonado los honores y ganancias, me he alejado de seguidores y parientes, y practico en solitario el verdadero Camino. No hay nadie como yo." Así, la arrogancia espiritual lo encadena. Pero si recuerda que la soberbia es un gran obstáculo para la Budeidad, y que el Bodhisattva Jamás Despreciar se postraba ante todos reconociendo su Naturaleza Búdica, y que el Camino se realiza a través de las cuatro prácticas armoniosas y alegres, entonces adoptará una actitud suave, humilde y receptiva, libre de violencia e intranquilidad, reverenciará la Naturaleza del Buda en todos los seres, y practicará las Cuatro Conductas Apacibles. Así, romperá este último enemigo, cultivará la práctica del Vehículo Único, obtendrá las seis clases de virtudes y recibirá la joya luminosa de la corona del Buda.