"El Espíritu de Buda es el de la Gran Bondad Amorosa y la Compasión. La Gran Bondad Amorosa es el espíritu que salva a todas las personas por cualquier medio. La Gran Compasión es el espíritu que lo impulsa a estar enfermo con la enfermedad de las personas, a sufrir con su sufrimiento." (Sutra de la Contemplación en el Buda Amida)
La Gran Bondad Amorosa de Buda no es un sentimiento confinado a unos pocos elegidos o limitado a aquellos que devuelven la bondad con la misma moneda. Es un abrazo universal, una fuente inagotable de cuidado que se extiende incluso a los ingratos, los malvados y los consumidos por la Ignorancia. Como el Sol que brilla sobre todos los seres sin discriminación, esta bondad amorosa busca salvar a todas las personas por cualquier medio necesario, ya sea a través de palabras de sabiduría, actos de servicio o incluso una sonrisa amable que atraviese el velo de la desesperación.
¡Qué maravilloso es este espíritu, que no conoce límites en su resolución! Y, sin embargo, la Gran Bondad Amorosa por sí sola no es todo el Corazón del Buda. Junto a ella, como la Luna al Sol, está la Gran Compasión, el impulso sagrado de compartir el sufrimiento de los demás. El Buda no se mantiene apartado, desapegado y distante del dolor del mundo. En cambio, elige entrar plenamente en él, para “enfermarse con la enfermedad de la gente, sufrir con su sufrimiento”.
Esta compasión no nace de la debilidad, sino de un amor tan vasto que voluntariamente carga con las cargas de todos los seres. Ve claramente las causas del sufrimiento (el anhelo, la aversión y la ignorancia) y llora por aquellos atrapados en la trampa del Samsara. Sin embargo, no se detiene en el llanto; la compasión mueve, actúa y transforma. Es la mano que se extiende para levantar al caído, la voz que consuela al afligido y la presencia que asegura al solitario que nunca está realmente solo.
¿Cuál es entonces, queridos amigos, el llamado de esta enseñanza para nosotros, los seguidores del Camino? ¿No debemos cultivar dentro de nosotros este mismo espíritu de bondad amorosa y compasión? El Camino es claro, aunque no fácil: debemos abrir nuestro corazón al sufrimiento del mundo, permitiéndole atravesar las barreras del egoísmo. Para amar verdaderamente, debemos atrevernos a sentir profundamente; para servir verdaderamente, debemos atrevernos a darnos plenamente.
Tratemos, pues, de encarnar este espíritu en nuestra vida diaria. Que nuestras palabras sean amables, nuestras acciones generosas y nuestros corazones estén en sintonía con las necesidades de los demás. Practiquemos no sólo para nuestra propia liberación, sino para la liberación de todos los seres. Porque, como enseñó el Buda, "Así como la mano no agarra una espina cuando la saca del pie, así también el Bodhisattva actúa sin interés propio para aliviar el sufrimiento de los demás".
Que, como el Buda, nos convirtamos en recipientes de amor ilimitado y compasión radiante, ofreciéndonos sin reservas a la curación de este mundo dolorido. Al hacerlo, honramos el Espíritu del Buda y recorremos el Noble Camino hacia el Despertar.
Estas reflexiones sirven como un recordatorio de que el Dharma no es meramente una enseñanza para ser estudiada, sino una vida para ser vivida, momento a momento, en un Espíritu sin límites del Buda Eterno.