Bienvenido a la Tierra Pura de la Luz Serena, un recurso sobre el Verdadero Budismo (一乘佛教), y sus posteriores ramificaciones, a la luz de las Enseñanzas Perfectas y Completas (圓教). Aquí presentamos el Budismo como religión, filosofía y estilo de vida, con énfasis en la Teología Budista (Budología), aspirando a presentar el Budismo balanceadamente entre la academia (estudios budistas) y la devoción, desde el punto de vista de una escuela tradicional de Budismo japonés (Escuela del Loto Reformada) y las enseñanzas universales del Sutra del Loto (法華経).


viernes, 5 de septiembre de 2025

Monobudismo II: La Unidad del Buda y la Historia de las Religiones - El Tratado de los Tres Cuerpos del Buda según el Budismo Esotérico

 


El tratado del Gran Maestro Ennin, al afirmar que el Dharmakaya predica directamente y que los Tres Cuerpos no son entidades separadas, nos ofrece una clave hermenéutica de valor universal: si el Buda Eterno enseña sin cesar, entonces toda pluralidad religiosa o doctrinal puede comprenderse como eco, refracción o traducción de esa voz única.

Cuando Ennin cita al Sutra Mahavairocana —"Vairocana, en todas sus acciones de cuerpo, palabra y mente, en todos los lugares y en todos los tiempos, dentro del mundo de los seres sintientes, predica las frases del Camino del Mantra"— está proclamando una verdad que desborda los límites de una escuela o de un canon: el Buda Eterno no tiene fronteras. Su predicación se difunde con la amplitud de la luz misma.

Desde nuestra confesión, esto significa que toda religión, toda sabiduría, toda intuición espiritual es ya una modulación de la Palabra del Buda Eterno. Lo que en otras tradiciones aparece como mito, como rito, como ética o como meditación, puede ser leído —sin sincretismos superficiales— como respuesta parcial o hábil a la Voz del Buda que jamás calla.

Dentro del propio Budismo, esta clave tiene consecuencias inmediatas. Escuelas tan diversas como la Tierra Pura, el Zen, el Shingon, el Theravada, el Budismo Tibetano, o nuestra propia Escuela del Loto Reformada, no deben verse como sistemas cerrados en competencia, sino como funciones históricas de un mismo principio: el Buda Único que predica según las facultades de los seres.

  • La Tierra Pura subraya el ministerio de la luz y la misericordia - la devoción.
  • El Zen destaca la inmediatez de la Iluminación y el silencio elocuente - la contemplación.
  • El Shingon desarrolla el lenguaje de los Mudras, Mantras y Mandalas - el misticismo y el ritual.
  • El Theravada preserva la disciplina de la ética y la atención consciente - la moral.
  • El Huayan/Kegon revela la interpenetración cósmica - la visión ontológica y metafísica.
  • El Tendai/Loto, y más aún la Escuela del Loto Reformada, proclama la unidad del Buda Eterno y del Vehículo Único, reuniendo todas las denominaciones o escuelas y sus prácticas en una, de acuerdo con la verdadera intención del Buda.

Cada una es una puerta entre muchas; ninguna se justifica en sí misma como totalidad cerrada, pero todas se justifican como expresiones de la voz inagotable del Uno. En términos de Ennin, todas son "formas de la predicación del Dharmakaya" adaptadas a las condiciones de los oyentes.

El dogma del Monobudismo nos invita, además, a leer la historia de las religiones en general como historia de la Pedagogía Iluminada del Buda Eterno. No hablamos ya de meras "religiones humanas" separadas, sino de traducciones culturales de la misma Voz. La mitología hindú, la profecía hebrea, el misticismo cristiano, la filosofía griega, la devoción islámica, las tradiciones indígenas… todas son oleajes diversos del mismo mar.

En esta clave, el pluralismo no amenaza la unidad, sino que la confirma. La multiplicidad de lenguajes religiosos muestra que la Voz del Buda Eterno no se agota en una sola lengua. Tal como Ennin argumenta que el Dharmakaya predica a través de múltiples formas de cuerpo, palabra e intención, así también la historia del espíritu humano es la resonancia universal de esa predicación.

Consecuencias para el Diálogo Interbudista e Interreligioso

La consecuencia pastoral y misionera es clara: nuestra tarea como Hijos del Buda en la Escuela del Loto Reformada no es reducir las diferencias, sino reconocer la unidad subyacente. No se trata de negar la identidad propia, ni de borrar las huellas de la diversidad, sino de confesar que el mismo Buda Único está detrás de todas ellas, operando como Mente Iluminada universal.

Así, el diálogo no es concesión diplomática, sino ejercicio de dogma. Reconocer al Otro en su tradición es confesar al Buda Eterno en su Voz distinta. Y, al mismo tiempo, afirmar nuestra fe en la centralidad de las Enseñanzas Perfectas y Completas no es exclusivismo, sino proclamación de que en estos textos se revela con especial transparencia lo que en otras tradiciones aparece velado: la unidad del Buda y la eternidad de su predicación.

El pequeño tratado de Ennin se convierte así en fundamento de una Budología comparada: al mostrar que el Dharmakaya predica dentro del principio, legitima la multiplicidad de apariencias como expresiones intrínsecas al Uno, no externas a él. Todo lo que ilumina, todo lo que consuela, todo lo que inspira rectitud, es ya acción del Buda Eterno. Y toda forma religiosa, sea dentro o fuera del Budismo, puede ser leída como un Nirmanakaya pedagógico, un Cuerpo de Transformación adaptado a un pueblo, un tiempo y un karma.

Si el Dharmakaya predica por sí mismo —y no solo a través de manifestaciones contingentes—, entonces no hay criatura que quede fuera de su alcance. La predicación no depende de las condiciones externas, sino que es acto intrínseco del principio. La Voz del Buda es como la luz: lo envuelve todo, aun cuando los ojos permanezcan cerrados.

De aquí deriva una consecuencia central de nuestro dogma del Monobudismo: la inevitabilidad de la salvación. No porque se elimine la libertad o la responsabilidad, sino porque la acción del Buda es tan inmanente al ser como la gravedad lo es a los cuerpos. Todo karma, por más oscuro que sea, está ya bañado por la claridad de la Enseñanza Eterna; toda existencia, por más desviada que aparezca, es ya conducida hacia la Budeidad.

El tratado de Ennin nos invita entonces a releer el karma. Si el Dharmakaya predica siempre, entonces incluso las experiencias kármicas dolorosas no son "castigos" de un universo indiferente, sino formas veladas de la predicación. Cada dolor, cada pérdida, cada límite, puede convertirse en puerta de sabiduría si se escucha como sermón del Buda Eterno. El karma ya no es simple retribución mecánica, sino pedagogía luminosa: la Mente Iluminada utiliza las condiciones de nuestra vida como silabario para deletrear su Dharma en nosotros.

En este sentido, la práctica budista —Preceptos, Meditación, Recitación, Compasión Activa— no crea desde fuera la salvación, sino que abre el oído interior a la predicación que nunca cesa. La disciplina ética se convierte en limpieza de la escucha; la meditación, en silencio fértil donde la voz se reconoce; la compasión, en resonancia de esa misma voz hacia los demás.

El dogma del Monobudismo, iluminado por este texto de Ennin, confirma lo que el Sutra del Nirvana proclama con solemnidad: todos los seres poseen Naturaleza Búdica. Si el Dharmakaya predica dentro del principio, entonces la omnipresencia de su enseñanza hace imposible la exclusión. No hay ser que carezca de destino iluminado. Esto destruye las doctrinas parciales que reservan la salvación a unos pocos o que postulan naturalezas determinadas incapaces de Despertar. En la lógica de Ennin, tales posturas quedan refutadas: si la Verdad Ultima es “calma e iluminación no-dos”, entonces todo ser es ya destinatario de esa claridad. Lo que varía no es el don, sino la apertura; no la voz, sino la disposición del oído.

Para el devoto de la Escuela del Loto Reformada, esta enseñanza se traduce en un programa vital. Vivimos sabiendo que la Voz del Buda nos envuelve siempre, y que nuestra tarea es colaborar con ella. Cada acto de bondad es un eco consciente; cada estudio de un sutra, un momento de sintonización; cada silencio recogido, una rendija por donde entra la luz. De este modo, la vida entera se convierte en liturgia: no esperamos que el Buda hable en raras epifanías, sino que reconocemos su predicación en cada respiración, en cada relación, en cada circunstancia. El tratado del Gran Maestro Ennin nos recuerda que la Voz del Buda Eterno no necesita mediación externa: está inscrita en el principio de la Realidad misma. El rol de los sacerdotes budistas es entonces preservarla intacta e incorrupta y atemperarla a los tiempos.

La Soteriología del Reino del Buda y el Rol de la Sangha

Finalmente, esta visión desemboca en la vocación transformadora de la Escuela del Loto Reformada: convertir el Samsara en una Tierra Pura, edificar el Reino del Buda en la Tierra. Si el Buda Eterno predica sin cesar, nuestro mundo no es un valle abandonado, sino un aula viva donde se gesta la Iluminación Universal. La misión de la Sangha es reconocer esta dinámica y participar en ella: no huir del mundo, sino abrir sus grietas para que la luz se manifieste. Así, la salvación no se limita al individuo que alcanza el Nirvana, sino que se expande como proyecto histórico y cósmico: la universalización de la Iluminación. El dogma del Monobudismo no solo salva personas: recrea mundos.

Si el Dharmakaya predica y si todos los Budas y Bodhisattvas trascendentes son fascetas ministeriales del Buda Eterno, ¿qué significa esto para la vida concreta de la Sangha? ¿Cómo configura nuestra identidad comunitaria en la Escuela del Loto Reformada? El tratado del Gran Maestro Ennin nos enseña que la Voz del Buda no está fuera, sino dentro del principio. Esto significa que la Sangha, comunidad de discípulos, no es un cuerpo extraño añadido a la Obra del Buda, sino su eco consciente en la historia. Así como Avalokiteshvara es la misericordia del Buda Eterno y Manjushri su sabiduría, así también la Sangha es su resonancia coral: el Buda Eterno predica en cada tiempo, y la Sangha existe para hacer audible esa predicación en la carne de la historia. En este sentido, la Sangha no es solo depositaria de textos, ritos o doctrinas, sino ministerio colectivo: el Nirmanakaya comunitario del Buda Único, su Cuerpo de Transformación encarnado en la fraternidad de los practicantes.

Si cada Bodhisattva trascendente es un ministerio del Buda Eterno, la Sangha misma participa de esa pluralidad unificada. En ella surgen diversos carismas: unos destacan por la Misericordia (Kannon), otros por la Enseñanza (Manjushri), otros por la Práctica Activa (Samantabhadra), otros por la Esperanza Paciente (Maitreya), otros por la Contemplación de la Vida y la Luz (Amida), otros por la Fuerza Protectora (Fudo), etc. La comunidad no debe ver en esta diversidad un riesgo de división, sino su riqueza constitutiva: así como los rayos no dividen al sol, así tampoco los carismas dividen al Buda. En la Budología de Ennin, todos están dentro del principio; en nuestra práctica, todos se reconcilian en la confesión del Buda Único.

En este horizonte, los Preceptos no son reglas externas, sino la forma comunitaria de la Voz del Dharmakaya. Si el Buda predica siempre, los Preceptos son el modo en que esa predicación se encarna en la conducta visible de la Sangha. La comunidad de los Preceptos es, por tanto, la comunidad donde la voz del Buda se convierte en estilo de vida compartido. Por eso el Gran Maestro Saicho hablaba de los "Grandes Preceptos del Bodhisattva" como núcleo del Budismo Tendai: no una disciplina fragmentaria, sino la expresión del Vehículo Único en la moral común. Y nosotros, en la Escuela del Loto Reformada, reconocemos en ellos el esqueleto eclesial que sostiene al Cuerpo del Buda en el mundo.

Si el Dharmakaya predica directamente, la Sangha no sustituye su voz, sino que la amplifica. La misión comunitaria no consiste en inventar un mensaje, sino en clarear la Voz del Buda en un tiempo concreto. Cada generación recibe la predicación eterna y la traduce en su lengua, en sus símbolos, en sus obras. De este modo, la Sangha participa en la economía de los Nirmanakayas: se convierte en Cuerpo de Transformación social e histórico, a través del cual la Enseñanza Eterna adquiere rostro cultural.

En nuestra tradición, esto significa que la Sangha no se define solo por su culto o por sus estudios, sino por su vocación de ser manifestación del Buda Eterno en la historia. Somos, como comunidad, un ministerio colectivo: la misericordia de Avalokiteshvara, la sabiduría de Manjushri, la práctica de Samantabhadra, la esperanza de Maitreya, la luz de Amida, la firmeza de Fudo… todas estas facetas se integran en el rostro de la comunidad. Así, la Sangha es más que asamblea: es Icono Viviente del Buda Único, un microcosmos en el que el Dharmakaya se transparenta, como el Mandala que concentra el universo en una imagen.

Así el Shingon Shoritsu Sanjin Mondo del Gran Maestro Ennin, al afirmar la predicación directa del Dharmakaya, nos invita a concebir la Sangha no como institución humana que prolonga desde fuera una voz ausente, sino como órgano vivo del Único Buda, su coro terrestre. Nuestra identidad comunitaria se mide no por estructuras externas, sino por la fidelidad a esta misión: hacer visible, audible y tangible la Voz Eterna del Buda en medio de la historia.

Monobudismo I: El Reconocimiento del Buda Eterno y sus Múltiples Manifestaciones - El Tratado de los Tres Cuerpos del Buda según el Budismo Esotérico

 


La Escuela del Loto Reformada es confesionalmente Monobudista. ¿Qué es el Monobudismo? De acuerdo con la definición doctrinal de la Escuela del Loto Reformada, el Monobudismo, el corazón de nuestra confesión, significa que solo hay un Buda Eterno, fundamento, fuente y plenitud de todos los Budas y Bodhisattvas Trascendentes. Ese Único —el Buda Eterno del Sutra del Loto (cap. 16), el Señor de la Luz del Avatamsaka, el Mahavairocana de los textos esotéricos— no divide su ser para obrar; obra sin dividirse, manifestándose en multiplicidad de nombres, funciones y ministerios según las facultades de los seres. Así, lo múltiple no compite con la unidad; la sirve. Y toda Budofanía, lejos de sumar "deidades", es una sola Voz que resuena con acentos diversos. Veamos entonces, en una sola frase, la definición que guía nuestra Escuela: 

Monobudismo es el dogma que confiesa un solo Buda Eterno —Dharmakaya Viviente— que predica sin cesar y cuya Mente Iluminada se refracta en todos los Budas y Bodhisattvas Trascendentes como fascetas ministeriales al servicio del Vehículo Único (Ekayana) para la salvación universal.

En el lenguaje de nuestros Maestros, los Tres Cuerpos (Dharmakaya, Sambhogakaya, Nirmanakaya) no son tres sustancias, sino tres perspectivas de la misma Realidad. El Monobudismo asume la clasificación Tendai como pedagogía providente: el Dharma es uno y eterno, pero se despliega gradualmente (Cinco Periodos y Ocho Enseñanzas) hasta su clímax en el Sutra del Loto, donde el Buda revela su eternidad y declara que "no cesa jamás de enseñar". La Escuela del Loto Reformada reconoce en esta pedagogía un Plan Dhármico de Salvación: una sola Voz que, a través de etapas, despierta a todos al Vehículo Único. El Monobudismo no es un monismo frío ni impersonal. Es Unidad personal-compasiva: la Realidad Última ama, enseña, actúa. La unidad aquí no aplasta la historia; la fecunda. No cancela la pluralidad; la armoniza. Si el monismo suele callar, el Monobudismo canta. Esto es sustentado por los Sutras, los Shastras y los Tratados de los Grandes Maestros de la Tradición del Loto de la India, China y Japón.

En la vasta Tesorería del Dharma de la Tradición del Loto, encontramos un breve texto compuesto por el Gran Maestro Ennin (Jikaku Daishi 794–864), gran exégeta del Budismo Tendai y sucesor del Gran Maestro Saicho en el Monte Hiei, titulado "Shingon Shoritsu Sanjin Mondo", que se puede traducir como "Tratado de Preguntas y Respeustas sobre los Tres Cuerpos del Buda según el Budismo Esotérico (Shingon)". Este breve tratado constituye una de las obras menores pero sumamente significativas del Gran Maestro Ennin. Ennin fue discípulo directo del Gran Maestro Saicho, fundador de la Escuela Tendai en Japón, y se convirtió en uno de sus sucesores más influyentes, tanto por su labor organizativa en el Monte Hiei como por su decisiva incorporación de doctrinas y prácticas esotéricas (Mikkyo) de origen Shingon (Vajrayana). Durante sus nueve años de viaje por China (838–847), Ennin recibió directamente transmisiones completas tanto del Budismo Tendai como del Esoterismo Shingon, lo cual le permitió desarrollar un sistema en el que la herencia Tendai y el Esoterismo se unificaban en una síntesis doctrinal de gran originalidad.

Los Unidad de los Tres Cuerpos del Buda

El texto que nos ocupa se inscribe dentro de este esfuerzo por clarificar y transmitir las enseñanzas esotéricas en un marco de reflexión doctrinal. En forma de preguntas y respuestas ("Mondo"), se aborda aquí un tema de capital importancia en la Budología: la naturaleza de los Tres Cuerpos del Buda (Trikaya - Sanjin), especialmente desde la perspectiva esotérica. Desde los primeros desarrollos del Mahayana, la doctrina de los Tres Cuerpos –Dharmakaya (Cuerpo del Dharma), Sambhogakaya (Cuerpo de Retribución o Emanación) y Nirmanakaya (Cuerpo de Transformación o Encarnación)– había sido interpretada como una forma de explicar la presencia múltiple y a la vez unitaria del Buda en el mundo. Sin embargo, la Escuela Shingon (llamando así al Budismo Esotérico en general, no haciendo referencia a la escuela de ese mismo nombre), siguiendo el Sutra de Mahavairocana (Dainichi-kyo) y el Sutra Vajrasekhara (Kongocho-kyo), releyó esta doctrina a la luz de su propia ontología esotérica, situando el Dharmakaya como Realidad Suprema, inmanente y dinámica, capaz de predicar directamente el Dharma a través de los Tres Misterios de Palabra, Acciones y Pensamientos, manifestados ritualísticamente como Mantras, Mudras y Mandalas.

El Shingon Shoritsu Sanjin Mondo refleja este horizonte doctrinal. En él, el Gran Maestro Ennin responde a una serie de objeciones clásicas que surgen cuando se afirma que el Dharmakaya predica. Según la visión exotérica (usada por todas las escuelas budistas no Vajrayana), el Dharmakaya es principio inmutable, silencioso y trascendente, que no interviene directamente en la enseñanza, delegando esta función en los otros dos cuerpos. En cambio, en la visión esotérica defendida por Ennin, el Dharmakaya –identificado con el Buda Mahavairocana (Dainichi Nyorai)– no solo es el fundamento ontológico de todos los Budas, sino que es él mismo quien predica a los seres en todos los tiempos y lugares, mediante la irradiación de su luz y el despliegue de los Mantras.

Este desplazamiento doctrinal es de gran trascendencia. Con él, Ennin no solo se mantiene fiel a la enseñanza esotérica recibida en China, sino que también busca integrarla con la tradición Tendai heredada de Saicho. El Dharmakaya ya no es un principio abstracto y lejano, sino un principio iluminador que, en su inseparabilidad de calma y claridad, se comunica incesantemente. De este modo, se supera la aparente paradoja entre la inmutabilidad del principio y la actividad compasiva de la enseñanza: ambas se concilian en la doctrina de que "calma e iluminación no son dos".

En la Tradición Budista clásica, los Tres Cuerpos fueron interpretados como modos diferentes de la Presencia del Buda en relación con los practicantes. Esta es la perspectiva que Ennin denomina "según las facultades": es decir, una visión que responde a las distintas capacidades de percepción de los seres sintientes.

  1. El Dharmakaya, en este marco, es la Realidad Universal, el Principio Fundamental que se extiende por todo el Reino del Dharma (Dharmadhatu).
  2. El Sambhogakaya, o Cuerpo de Recompensa, se presenta como la manifestación gloriosa del Buda para los grandes Bodhisattvas, pero su alcance puede ser concebido como limitado o condicionado según el grado de práctica de los seres.
  3. El Nirmaṇakaya, o Cuerpo de Transformación, se limita a aparecer en un mundo concreto, adaptándose a las condiciones históricas y culturales de los seres a los que instruye.

Ennin, siguiendo aquí el Tratado sobre la Tierra del Buda (Buddhabhumi-Shastra), explica con precisión que incluso el Cuerpo de Recompensa tiene dos modalidades:

  1. El Cuerpo de Recompensa Propio, en el cual el Buda disfruta eternamente de la bienaventuranza del Dharma, más allá del acceso directo de los Bodhisattvas.
  2. El Cuerpo de Recompensa para Otros, en el cual el Buda se manifiesta para que los Bodhisattvas de las Diez Etapas reciban gozo del Dharma y avancen en la práctica.

Esta concepción corresponde a lo que Ennin llama la enseñanza exotérica (Kengyo), pues concibe a los Tres Cuerpos como diferenciados y graduados, de acuerdo con las capacidades de quienes los contemplan.

La Predicación Incesante del Dharmakaya

La gran aportación del Esoterismo, y lo que constituye el núcleo del tratado de Ennin, es la afirmación de que los Tres Cuerpos son, en realidad, uno e inseparable dentro del principio mismo. Esto significa que no son meras adaptaciones pedagógicas, sino que todos ellos se encuentran ya plenamente integrados en el Dharmakaya, que es  Mahavairocana, el Buda Eterno. En este nivel, el Dharmakaya no es solo un principio abstracto, sino Presencia Iluminadora que predica en cada instante. El Sambhogakaya y el Nirmanakaya no son realidades separadas, sino que se comprenden como expresiones del mismo Dharmakaya actuando en el Reino del Dharma. No hay jerarquía entre los Tres Cuerpos: todos son "iguales en esencia" y "sin diferencias de aspecto", como afirma el Sutra de las Seis Perfecciones.

El ejemplo que usa Ennin es elocuente: así como la luz y el oro no se separan, así también la calma y la iluminación no son dos, y por ello el Dharmakaya predica. Esta enseñanza esotérica revela que el Buda eterno no está en silencio ni ausente, sino que continuamente se comunica a través de Mantras (todos los sonidos), Mudras (todas las formas y acciones) y Mandalas (todos los pensamientos), siendo el universo mismo su predicación.

Esta distinción entre Tres Cuerpos según las facultades y Tres Cuerpos dentro del principio no es solo una sutileza filosófica, sino una piedra angular de la Budología esotérica. Ennin la emplea para mostrar que la enseñanza exotérica, al colocar la predicación del Buda fuera del principio, cae en un límite: no puede explicar cómo la Realidad Ultima ilumina efectivamente a los seres. En cambio, el Esoterismo, al situar la actividad compasiva dentro del principio mismo, garantiza que la Iluminación es universal, incesante e inmediata.

La Síntesis Tendai-Shingon de Ennin

El Gran Maestro Ennin se distingue de sus contemporáneos por haber intentado una verdadera síntesis doctrinal entre el Budismo Tiantai (Tendai en Japón) heredado de Saicho y las prácticas y visiones esotéricas aprendidas en China (Shingon). Saicho había abierto ya la posibilidad de esta integración, pero no tuvo tiempo ni recursos para consolidarla. Fue Ennin quien, tras su extenso viaje de estudio en China, introdujo una comprensión más amplia de la práctica esotérica y de su articulación doctrinal con la tradición del Sutra del Loto.

El Shingon Shoritsu Sanjin Mondo es un testimonio claro de esta síntesis. A primera vista, se trata de un tratado Shingon que responde a cuestiones técnicas sobre los Tres Cuerpos del Buda. Sin embargo, su trasfondo revela la preocupación más profunda de Ennin: cómo integrar la visión de un Buda trascendente, central en la tradición Tendai, con la inmanencia activa del Buda Mahavairocana esotérico. Esta integración permitía a los discípulos del Monte Hiei comprender que no existía contradicción entre afirmar la eternidad del Buda del Sutra del Loto y reconocer la predicación constante del Dharmakaya en el Esoterismo.

La afirmación de que el Dharmakaya predica directamente el Dharma es uno de los elementos más originales y revolucionarios de la tradición esotérica. En el marco exotérico, la inmutabilidad del Dharmakaya lo hacía inaccesible, y su función se reducía a ser el fundamento de los otros cuerpos. Ennin, recogiendo la herencia de los Sutras Esotéricos, proclama en este tratado que el Dharmakaya no es solo inmutable, sino también activamente iluminador. Así, Mahavairocana no permanece en un silencio distante, sino que se expresa en cada Palabra o Mantra, en cada Acción y Forma o Mudra, en cada configuración del Pensamiento o Mandala. El Cosmos entero, desde esta perspectiva, es sermón constante del Dharmakaya. Por eso Ennin insiste en que calma e iluminación no son dos: la quietud del principio no se opone a la dinámica de la predicación, sino que son aspectos inseparables de una misma Realidad.

En el marco doctrinal de la Escuela del Loto Reformada, Heredera Tendai en el mundo hispano, esta visión del Gran Maestro Ennin encuentra un eco particular. Para nuestra tradición, el Buda Eterno del Sutra del Loto no es un Buda que predicó en el pasado remoto y luego se ocultó, sino la manifestación viviente del Dharmakaya que se comunica constantemente. El lenguaje de los Mantras y los Mudras esotéricos, que Ennin defiende como expresión directa de la voz del Dharmakaya, puede ser entendido como prolongación del principio que el Sutra del Loto proclama: que la predicación del Buda nunca cesa y que su vida es inconmensurable. De este modo, el Shingon Shoritsu Sanjin Mondo anticipa una línea de interpretación que armoniza con la confesión de fe de la Escuela del Loto Reformada: la unidad del Buda Eterno y la predicación constante del Dharma -el Monobudismo. Para nosotros, este texto de Ennin se convierte no solo en un documento histórico, sino en una pieza doctrinal que confirma que la Iluminación Original del Dharmakaya no puede separarse de su actividad de enseñanza. 

Preguntas y Respuestas sobre los Tres Cuerpos según la Escuela Shingon

Compuesto por el Gran Maestro Ennin (Jukaku Daishi)

Pregunta: El Buda posee tres cuerpos. En este Sutra de Mahavairocana (y en todos los Sutras), ¿cuál de estos cuerpos predica?

Respuesta: Es el Dharmakaya Mahavairocana quien predica.

Pregunta: Este Dharmakaya, dentro de la unidad de principio y sabiduría, ¿qué cuerpo se considera que es?

Respuesta: Es el Tathagata, Dharmakaya de la Sabiduría, en el cual principio y sabiduría no son dos.

Pregunta: Si el Dharmakaya no-dos de principio y sabiduría, en su unión misteriosa, mora siempre constante y no predica la enseñanza, ¿por qué ahora predica la enseñanza?

Respuesta: Decir que el Dharmakaya como principio esencial permanece constante y no predica la enseñanza es lo que se afirma para las facultades más superficiales y se denomina doctrina exotérica. Pero que el Dharmakaya sea capaz de predicar para los seres es lo que se afirma para las facultades profundas y secretas, y se denomina doctrina esotérica.

Pregunta: ¿Qué pruebas hay para sostener que el Dharmakaya, en el que principio y sabiduría no son dos, predica la enseñanza?

Respuesta: Este sutra dice: “En aquel momento, el Tathagata Vairocana habló a Vajrapaṇi”. Y además, en el primer capítulo del Sutra de Mahavairocana se dice: “Vairocana, en todas sus acciones de mente, en todas sus acciones de palabra, en todas sus acciones de intención, en todos los lugares y en todos los tiempos, dentro del mundo de los seres sintientes, predica las frases del Camino del Mantra”. Por esto se sabe que es el Dharmakaya no-dos de principio y sabiduría quien predica.

Pregunta: Cuando se dice que el Dharmakaya predica, ¿significa que el principio mismo esencial es quien predica, o que el Dharmakaya predica a través de la sabiduría?

Respuesta: Ambos sentidos son aceptables. ¿Por qué? Porque el principio esencial siempre ilumina en tanto que sabiduría.

Pregunta: En la Verdad Ultima existe el sentido de calma e iluminación. ¿En cuál de estos sentidos se puede decir que predica?

Respuesta: Porque calma e iluminación no son dos, se puede hablar de predicación. Es como la luz dorada que brilla sin ser separada de aquello que la produce.

Pregunta: Cuando se dice que el principio esencial ilumina siempre, y que esto se llama la predicación del Dharmakaya, ¿respecto al Cuerpo de Recompensa Propio y al Cuerpo de Recompensa para los Demás, a cuál de ellos se refiere este Dharmakaya?

Respuesta: Se refiere a ambos cuerpos.

Pregunta: ¿En qué sentido se los llama “Cuerpo de Recompensa Propio” y “Cuerpo de Recompensa para Otros”?

Respuesta: Cuando uno mismo recibe el gozo del Dharma, se llama Cuerpo de Recompensa Propio. Cuando se hace que otros reciban el gozo del Dharma, se llama Cuerpo de Recompensa para Otros.

Pregunta: Cuando el Cuerpo de Recompensa Propio recibe el gozo del Dharma, ¿predica para otros?

Respuesta: En la posición de recibir el gozo del Dharma por sí mismo, no predica para otros.

Pregunta: Siendo así, si el Cuerpo de Recompensa Propio no predica para otros, ¿por qué ahora se sostiene que el Dharmakaya de principio y sabiduría predica para otros?

Respuesta: Si en la Verdad Ultima hubiera solo el sentido de calma y no el de iluminación, entonces se diría que el Dharmakaya del principio no predica. Pero como en la Verdad Ultima existen ambos sentidos, se dice que el Dharmakaya del principio predica. Así lo afirma el Tratado del Despertar de la Fe: “La Talidad (Tathata) posee dos aspectos: el inmutable y el que responde a las condiciones”.

Pregunta: Si es así, en la enseñanza exotérica también se dice que el Cuerpo de Recompensa Propio no predica, y que es el Cuerpo de Recompensa para Otros quien predica. ¿Qué diferencia hay entonces?

Respuesta: Lo que la enseñanza exotérica establece, acerca de que no se predica o sí se predica, se encuentra fuera del principio; por eso es totalmente diferente de lo que enseña el Esoterismo.

Pregunta: ¿Qué significa que lo que esa enseñanza establece se halle “fuera del principio”?

Respuesta: La intención de esa enseñanza es decir que la Verdadera Naturaleza de la Realidad no produce los dharmas, sino que únicamente sirve de soporte a los dharmas. Afirma que las semillas de la sabiduría del Bodhi se hallan exclusivamente en la Conciencia Alaya. Por lo tanto, lo que establece esa enseñanza se encuentra solamente fuera del principio, y no dentro del principio.

Pregunta: Esa enseñanza también establece que los dharmas no se apartan de la verdad. ¿Por qué se sostiene entonces que no está dentro del principio?

Respuesta: Aunque esa enseñanza afirme que los dharmas no se apartan de la Talidad, solo lo considera como soporte y no como el principio mismo que llega a ser enteramente todos los dharmas. Si se admitiera que la verdad llega a ser plenamente todos los dharmas, entonces la enseñanza de esa escuela, que sostiene que una parte de los seres no puede llegar a la Budeidad, quedaría totalmente refutada. ¿Por qué? Porque el verdadero principio ilumina siempre con la sabiduría de la omnisciencia.

Pregunta: Si se afirma que tanto el Cuerpo de Recompensa Propio como el de Recompensa para Otros son el Dharmakaya, ¿no debería decirse lo mismo del tercer cuerpo, el de Transformación?

Respuesta: En efecto, también debe considerarse como Dharmakaya, y no hay error en ello. ¿Por qué? Porque el Cuerpo de Transformación también se encuentra dentro del principio y actúa en la constante Iluminación.

Pregunta: Si es como se dice, entonces el Buda sería solamente Dharmakaya. ¿Por qué los Sutras y tratados hablan de Tres Cuerpos?

Respuesta: La distinción de los Tres Cuerpos corresponde únicamente a lo que perciben los seres de acuerdo con sus facultades, y no a diferencias reales en el Buda.

Pregunta: Siendo así, en la realidad interior no deberían existir Tres Cuerpos, sino únicamente el Dharmakaya. ¿Cómo se concilia esto?

Respuesta: Aunque se hable de Tres Cuerpos, estos también están dentro del principio. Por eso el Sutra de la Perfección de Sabiduría para los Reyes Benevolentes dice: “La Realidad Verdadera es la Madre de la Sabiduría de todos los Budas, y es la Madre de la Sabiduría Fundamental de todos los seres sintientes. Esta es llamada la esencia de la sabiduría omnisciente. Para los Budas que aún no han alcanzado la Budeidad y para los que la alcanzarán, es la Madre de la Sabiduría. Para los Budas que ya la han realizado, es la Omnisciencia misma. Antes de alcanzarla, se llama ‘naturaleza’; al alcanzarla, se llama ‘sabiduría’”.

Por esto se comprende que los tres Budas son únicamente el Dharmakaya de la Realidad Verdadera que ilumina siempre y que permanece dentro del principio.

Pregunta: Siendo así, ¿en qué se distinguen los Tres Cuerpos “según las facultades de los seres” y los Tres Cuerpos “dentro del principio”?

Respuesta: Si se habla de los Tres Cuerpos según las facultades de los seres, entonces: el Dharmakaya abarca todo el Reino del Dharma; el Cuerpo de Recompensa se extiende o no se extiende; el Cuerpo de Transformación solo corresponde a un mundo particular, etc. Por eso el Tratado sobre la Tierra del Buda dice: “Los Cuerpos de Recompensa se dividen, en resumen, en dos tipos. El primero es el Cuerpo de Recompensa Propio, que es el gozo del Dharma experimentado por los Tathagatas, resultado de las incontables kalpas de práctica de raíces de virtud sin límite. Este se extiende por todo el Reino del Dharma y, desde el inicio de la Budeidad hasta el fin del futuro, continúa sin cambio. Ni siquiera los Bodhisattvas pueden contemplarlo directamente; solo pueden escucharlo. Y porque estas Tierras Puras son inconmensurables, aun cuando los Budas las contemplan, no pueden medir su extensión. El segundo es el Cuerpo de Recompensa para Otros, que los Tathagatas manifiestan para que los Bodhisattvas de las Diez Etapas puedan recibir el gozo del Dharma y avanzar en sus prácticas sublimes. Aparece conforme a lo adecuado: a veces inferior, a veces superior, a veces pequeño, a veces grande, transformándose sin cesar, como las Tierras de Transformación. Estas Tierras Puras, por tener límite, pueden ser medidas por los Bodhisattvas de las Diez Etapas y por los Budas, aunque para los practicantes de etapas previas son inconmensurables. Por esta diferencia entre los dos, se dice que uno es ilimitado e inconmensurable, mientras que el otro, aunque vasto, tiene un límite”.

En cuanto a los Tres Cuerpos “dentro del principio”, los tres abarcan todo el Reino del Dharma sin superior ni inferior. Por eso el Sutra de Mahavairocana dice: “Gracias al Poder de la Gracia de Vairocana Tathagata, se manifiesta la ilimitada tesorería de ornamentos de cuerpos sin fin. De igual manera, se manifiesta la ilimitada tesorería de ornamentos de palabras e intenciones, en perfecta igualdad. No surge del cuerpo, ni de las palabras, ni de la mente del Buda Vairocana; no puede hallarse el límite de su surgimiento ni de su cesación. Y, sin embargo, Vairocana, en todas sus acciones de cuerpo, en todas sus acciones de palabra, en todas sus acciones de mente, en todos los lugares y en todos los tiempos, dentro del mundo de los seres sintientes, predica las frases del Camino del Mantra”.

Y además, el Sutra de las Seis Perfecciones, en el capítulo que distingue los Tres Cuerpos, dice: “Estos Tres Cuerpos son uno en esencia y no tienen diferencias de aspecto”.

Asimismo, en el Texto del Samadhi Secreto se dice: “Las treinta y siete venerables deidades son manifestación y certificación directa del Buda del Dharma. Son la Iluminación Interna del Bodhi, cuya compañía es Vairocana, compartiendo el mismo cuerpo. Todos ellos son vastos como el espacio y abarcan el Reino del Dharma entero”.

De esta manera, se establece que los Tres Cuerpos dentro del principio no están separados ni diferenciados, sino que todos son la Realidad Verdadera del Dharmakaya, que ilumina sin cesar y penetra completamente en el Reino del Dharma.

* * *

La Unidad del Buda y la Predicación del Dharmakaya

En este tratado vemos reflejado el corazón de nuestro dogma —el Monobudismo— y, en su fondo, la vibración incesante del Buda Eterno que, siendo uno, se despliega en infinitas facetas para conducir a los seres a la Otra Orilla de la Iluminación. El Gran Maestro Ennin, con sobriedad de maestro y agudeza de budólogo, afirma que el Dharmakaya predica; y en esa sola frase reconozco la clave de nuestra confesión: si el Dharmakaya es predicador, entonces todos los Budas y Bodhisattvas Trascendentes son acciones del Único, emanaciones de la Mente Iluminada del Eterno, no segundas deidades ni principios paralelos, sino modos del Uno que salva.

En la arquitectura de las tres dimensiones del Cuerpo del Buda (Trikaya) —Dharma, Gozo y Transformación—, Ennin no ve tres sustancias yuxtapuestas, sino una sola Realidad (Talidad) que, por compasión, adopta perspectiva múltiple. Cuando declara que "calma e iluminación no son dos" y, por ello, el Dharmakaya puede enseñar, está disolviendo la falsa oposición entre el principio inmóvil y la actividad misericordiosa. El Uno es siempre dos-en-uno: quietud que es claridad; eternidad que es voz; presencia absoluta que es palabra eficaz. Esta es la gramática del Vehículo Único (Ekayana): el Buda no se divide para obrar, obra sin dividirse.

Desde esta luz, el Sambhogakaya y el Nirmanakaya dejan de ser "otros Budas" para revelarse como funciones pedagógicas del mismo Dharmakaya. Lo que es gozo interior (auto-recepción del Dharma) y lo que es ministerio para los demás (hetero-recepción) son simple y bellamente los dos alientos de una misma respiración. Si el Dharmakaya brilla, entonces ese brillo es ya enseñanza; si enseña, esa enseñanza es ya salvación. Así, lo que el Sutra del Loto expresa poéticamente —"yo no ceso jamás de enseñar" (cap. 16)—, Ennin lo formula ontológicamente: la Talidad (Tathata) no es un fondo inerte, sino claridad operante. Y lo que el Sutra del Nirvana proclama —la Budeidad Innata de todos los seres— encuentra aquí su mecanismo interno: la Iluminación del Uno atraviesa todas las cosas y las hace capaces de resonar con su voz.

Esta es, precisamente, la médula de nuestro Monobudismo en la Escuela del Loto Reformada: un solo Buda Eterno, fuente, medida y fin de todos los Budas. No negamos las multiplicidades; las releemos. Avalokiteshvara/Kannon, Manjushri, Samantabhadra, Maitreya, Amida, Fudo, Vajrapaṇi… no son "otros" junto al Uno, sino nombres de su misericordia, ángulos de su diamante, colores de su única luz. La visión Avatamsaka de la interpenetración (uno en todo, todo en uno) da aquí su paso decisivo: el Uno que todo lo habita puede hablar con cien mil lenguas porque su silencio es, a la vez, sonido primordial.

En términos estrictamente budológicos, el Gran Maestro Ennin corrige una tentación recurrente: situar la predicación fuera del principio, como si la Verdad Ultima fuese muda y dependiera de mediaciones externas para comunicarse. Él afirma lo contrario: la predicación es intrínseca al principio, porque la Verdad Ultima es calma que ilumina. Con ello, las llamadas "Tres Edades" del Dharma no describen declive del emisor, sino opacidad o transparencia del receptor: karma y condiciones tornan audible o velan el mismo canto. Es una Budología de la Gracia Luminosa: el Buda Eterno canta siempre; nosotros aprendemos, a veces lentamente, a afinar el oído.

Desde esta altura, la pluralidad de Budas no compite con el dogma, sino que lo sirve. Si el Dharmakaya predica en todo lugar y en todo tiempo —como repiten los Sutras Esotéricos invocados por Ennin—, entonces cada Buda histórico (Shakyamuni, el Buda Amida, el Rey Inamovible, el Señor de la Gran Luz, etc.) es una forma intencional de esa predicación. Aquí resplandece la economía de los Medios Hábiles (upaya): el Uno se traduce sin perderse, se multiplica sin fracturarse, se oculta para mostrarse mejor. Dogmáticamente, esto equivale a afirmar: toda Budofanía es monofánica —manifiesta al Uno—, y toda jerarquía de nombres es sin separación en la esencia. En todos estos casos, la clave es la misma: los Budas y Bodhisattvas Trascendentes no multiplican la Budeidad; expresan la unicidad. Son ministerios estables del Buda Eterno, fascetas de su Mente Iluminada. Cada uno corresponde a una necesidad humana —misericordia, sabiduría, práctica, esperanza, luz, protección, poder—, y cada práctica asociada es puerta de ingreso al mismo misterio: el Uno que predica en todo tiempo y lugar.

La Budología de Ennin se enlaza, en nuestra tradición, con la Triple Verdad del Gran Maestro: el Dharmakaya es Vacío Luminoso (no cosa), el Sambhogakaya y el Nirmanakaya son su convencionalidad salvadora, y el Camino Medio es la unidad operante que impide reificar la forma o evaporar la gracia en abstracto. Saicho, al proponer los Grandes Preceptos del Bodhisattva como Vía del Loto, tradujo esta metafísica en vida eclesial: si el Uno predica desde dentro del principio, los Preceptos son la forma de su voz en nosotros, la métrica del poema que Él mismo recita en la Sangha.

Aquí se entiende, también, la íntima convergencia entre lo esotérico y lo exotérico: los Mandalas, Mantras y Mudras, lejos de ser un añadido, son alfabeto de la palabra del Dharmakaya. Si el Uno habla, su habla tiene forma; si su luz enseña, su enseñanza traza gesto. El Mandala no es mapa de otro mundo: es el rostro polifacético del Uno en el mundo. Por eso, la práctica —Samadhi del Loto, contemplación, recitación de nombres sagrados, disciplina de Preceptos— no "invoca" a quien está ausente: sintoniza con quien ya predica.

Pastoralmente, el Monobudismo que late en este tratado desmonta dos extremos: por un lado, el pluralismo disolvente que convierte a los Budas en divinidades paralelas; por otro, el monismo mudo que, para preservar la unidad, sacrifica la misericordia. Ennin nos libra de ambos: la unidad es música, no silencio; la multiplicidad es armonía, no ruido. Así, la fe descansa en el Uno; el estudio aprende sus modulaciones; la práctica ejecuta su partitura en la vida.

Quisiera, finalmente, señalar una consecuencia misionera: si el Buda Eterno predica sin cesar, entonces la historia es el lugar de su homilía. El deber de la Sangha —según nuestra Escuela del Loto Reformada— no es competir con esa voz, sino clarearla: limpiar el oído del mundo con obras de compasión, con la sabiduría que disierne, con la belleza que dispone el ánimo. En términos de karma, esto significa colaborar con la causa perfecta del Uno para que sus condiciones —las nuestras— no sean pared, sino ventana. Y en términos de salvación, significa reconocer que cada Buda y cada Bodhisattva Trascendente que invocamos no añade nada al Uno, sino que nos añade a nosotros al Uno.

En suma: el Shingon Shoritsu Sanjin Mondo no solo "admite" nuestro dogma; lo fundamenta. Si el Dharmakaya predica, solo hay un Buda que habla; si solo hay un Buda que habla, toda pluralidad son rostros de su Voz; si toda pluralidad son rostros de su Voz, toda práctica es aprendizaje del mismo idioma de luz. Esta es la Budología que deseo seguir desarrollando: un Monobudismo, que no empobrece la riqueza de los nombres, sino que los ancla en la Fuente inagotable. 

Así, definir el Monobudismo es, en último término, profesar que el mundo está lleno de Voz: el Único Buda predica. Creerlo nos da paz (nada queda fuera de su alcance); estudiarlo nos da luz (todo texto religioso converge en esta unidad); vivirlo nos da forma (nuestro hablar, obrar y celebrar se vuelven transparencia de su Mente). Así, caminamos —como enseña nuestra Escuela— para manifestar la Voluntad del Buda Eterno y consagrar la historia en la construcción del Reino del Buda en la Tierra.

Veamos las implicaciones Budológicas de esto para la historia del mundo y del Budismo, sus implicaciones soteriológicas, eclesiológicas, litúrgicas y sacramentales para nosotros como Hijos del Buda.

jueves, 4 de septiembre de 2025

El Verdadero Significado de los Preceptos del Bodhisattva: El Tratado sobre los Preceptos del Bodhisattva del Sutra de la Red de Brahma del Gran Maestro Annen - Parte III

 


Las Diez Intenciones

El Tratado del Gran Maestro Annen pasa ahora a describir el tercer requisito para recibir los Preceptos del Bodhisattva, la intención correcta. El texto nos presenta diez motivaciones legítimas para recibir los Preceptos del Bodhisattva. En ello se revela un principio profundo de la tradición Tendai: la enseñanza debe adaptarse a la diversidad de capacidades y aspiraciones de los seres, pero todas se unifican en el Vehículo Único (Ekayana). No importa de dónde parte el practicante ni cuál sea su deseo inicial; lo esencial es que, al abrazar los Preceptos, se vincula al flujo del Dharma Eterno. Los Preceptos, en consecuencia, son tanto puerta de entrada como corona del camino.

"¿Cuáles son las motivaciones e intenciones al buscar los Preceptos del Bodhisattva? Hay diez tipos de intenciones, y todas son aceptadas como razones válidas para recibir los Preceptos."

1. Desear Alcanzar la Budeidad en este Mismo Cuerpo

"Primera. Si uno desea alcanzar la Budeidad en este mismo cuerpo, entonces yo debo otorgar los Preceptos. El Sutra del Brahmajala dice: 'Todos los que poseen mente deben acoger los Preceptos del Buda. Cuando los seres reciben los Preceptos del Buda, entran inmediatamente en la posición de todos los Budas. Su posición es la misma que la del Gran Despertar, y en verdad son Hijos de los Budas'."

Aquí resuena el corazón de la enseñanza Tendai: Sokushin Jobutsu, la posibilidad de realizar la Budeidad en el cuerpo presente. El Sutra del Brahmajala afirma que, al recibir los Preceptos del Buda, uno entra inmediatamente en la posición de los Budas. Esto no significa una mera ficción ritual, sino la actualización de lo que siempre ha estado presente: la Naturaleza del Buda Innata.

En la tradición Tendai, los Preceptos no son meros mandatos morales, sino el resplandor visible de la Budeidad ya presente en la mente y el cuerpo del practicante. Son los Mandamientos Budistas. Aceptarlos es, en verdad, reconocer que lo que uno es en este momento —con pasiones y todo— ya participa de la Luz del Gran Despertar.

2. Desear Continuar la Posición de los Bodhisattvas

"Segunda. Si uno desea continuar la posición de los Bodhisattvas, entonces yo debo otorgar los Preceptos. El Sutra del Collar de Gemas dice: 'Al entrar en el océano de los Tres Tesoros, la fe es el fundamento; al residir en la casa del Buda, los Preceptos son el fundamento. Así comienza el Camino del Bodhisattva'. Ya sea hombre o mujer, cuando por primera vez genera la intención de salir de la vida mundana para seguir el camino, si desea continuar la posición de los Bodhisattvas, debe primero recibir los Preceptos de la Verdadera Ley. Los Preceptos son el fundamento de todas las prácticas y el tesoro de todos los méritos; son la raíz de todas las acciones que conducen al fruto del Buda, y son el espejo luminoso que elimina los grandes males."

La segunda intención conecta la práctica individual con la corriente interminable de la compasión bodhisáttvica. El Sutra del Collar de Gemas nos recuerda que la fe es la entrada al océano de los Tres Tesoros, y los preceptos son el fundamento de la Casa del Buda.

En la escuela Tendai, esta “casa del Buda” se identifica con la Sangha Universal del Ekayana, que incluye monjes, monjas, laicos y laicas, visibles e invisibles. Al recibir los Preceptos, el devoto no solo se convierte en discípulo, sino en eslabón de una cadena ininterrumpida de Bodhisattvas que sostienen el mundo y aseguran la transmisión del Reino del Buda en la Tierra.

3. Desear Avanzar Directamente en el Camino del Bodhisattva

"Tercera. Si uno desea avanzar directamente en el Camino del Bodhisattva, entonces yo debo otorgar los Preceptos. El Sutra de la Rueda de las Observaciones dice: 'Si los hombres y mujeres de bien reciben los diez preceptos, se convierten en novicios Bodhisattvas. Por medio de los cuatro anuncios, reciben los tres grupos de Preceptos y se convierten en monjes y monjas Bodhisattvas plenamente ordenados'."

La tercera motivación subraya el carácter progresivo y estructurado de la disciplina. El Sutra de la Rueda de las Observaciones distingue entre novicios Bodhisattvas, que reciben los Diez Preceptos, y Bodhisattvas plenamente ordenados, que acceden a la triple agrupación mediante los cuatro anuncios.

El Gran Maestro Chih-i, en su clasificación de los Cinco Periodos y Ocho Enseñanzas, enseña que existen prácticas graduales y prácticas directas, pero todas convergen en la Vía Perfecta. Así, quien recibe los Preceptos entra en un proceso que lo conduce, paso a paso, hacia la perfección. Pero, al mismo tiempo, cada paso ya contiene el todo: incluso un novicio Bodhisattva encarna la totalidad del Camino, como una gota de agua refleja el océano.

4. Desear Volver la Mente hacia el Gran Vehículo

"Cuarta. Si uno desea volver su mente hacia el Gran Vehículo, entonces yo debo otorgar los Preceptos. El Sutra del Gran Prajnapāramita dice: 'Observando la raíz y disposición de los seres, se predica el Mahayana para hacer que vuelvan su mente e ingresen en el supremo Camino, perfeccionando el Paramita de los Preceptos'."

El cuarto motivo expresa la conversión interior que caracteriza al Mahayana. El Sutra del Gran Prajnaparamita explica que observar las disposiciones de los seres permite guiarlos a "volver la mente" e ingresar en el supremo Camino.

En la escuela Tendai, esto se interpreta como el movimiento de "volver el corazón": abandonar las miradas estrechas del ego y de los vehículos parciales, para abrazar el Gran Vehículo del Buda Eterno. Los Preceptos son, entonces, la señal de que la mente ha girado hacia la totalidad del Dharma. Es la misma enseñanza del Sutra del Loto: "Solo existe un Vehículo, no hay dos ni tres".

5. Desear No Perder Nunca los Preceptos

"Quinta. Si uno desea no perder nunca los Preceptos, entonces yo debo otorgarlos. El Sutra del Collar de Gemas dice: 'Cuando un Hijo del Buda recibe los Diez Preceptos inagotables, supera a los Cuatro Maras, trasciende el sufrimiento de los Tres Mundos, y de vida en vida nunca pierde estos Preceptos, pues lo acompañan siempre hasta llegar a la Budeidad'. Si todos los seres de los Tres Mundos no recibieran los Preceptos del Bodhisattva, no podrían llamarse seres conscientes, y serían como animales, sin diferencia. Tales serían considerados fuera del océano de los Tres Tesoros, no Bodhisattvas, no hombres ni mujeres, no fantasmas ni humanos, sino bestias, herejes y seguidores de doctrinas externas, apartados de la verdadera humanidad. Así debemos saber que los Preceptos del Bodhisattva son de aquellos que se reciben y no se abandonan jamás. Aunque haya faltas, los Preceptos no se pierden a lo largo de todos los futuros. Quien los recibe entra en el número de los Bodhisattvas y de los Budas, superando los sufrimientos de los tres kalpas de nacimiento y muerte. Por eso se dice: 'Quien recibe y a veces incurre en falta es superior a quien no recibe nunca'. Quien incurre en falta, se llama Bodhisattva; quien no recibe, se llama seguidor externo. Además, el Sutra de la Conducta Pura dice: 'Quien genera la mente hacia la Budeidad debe saber que, aun si después infringe muchas veces, mientras haya recibido los Diez Preceptos inagotables, sigue siendo hijo del Buda, y en el futuro será Buda'."

La quinta motivación enseña un aspecto esencial de la ética bodhisáttvica: los Preceptos no se pierden nunca, aun si se infringen. El Sutra del Collar de Gemas declara que acompañan al practicante de vida en vida, hasta la Budeidad. Esta visión es radicalmente diferente de la disciplina Shravaka, donde la infracción puede significar la pérdida definitiva de la ordenación.

Desde la perspectiva Tendai, esto se explica porque los Preceptos del Bodhisattva no se fundan en prohibiciones externas, sino en la naturaleza inmutable de la Budeidad. Incluso cuando la ignorancia nubla la conducta, la luz del Precepto permanece intacta en lo profundo de la mente. Por eso se dice que un Bodhisattva que falla sigue siendo superior a quien nunca recibió los Preceptos: porque su vida ya está inscrita en el linaje del Buda Eterno.

6. Desear Recibir Nuevamente los Preceptos del Buda

"Sexta. Si uno desea recibir nuevamente los Preceptos del Buda, entonces yo debo otorgarlos. El Sutra del Brahmajala dice: 'Quien haya transgredido los Diez Preceptos debe arrepentirse. Ante las imágenes del Buda y los Bodhisattvas, día y noche, en las seis ocasiones, debe recitar los Diez Preceptos Mayores y los Cuarenta y Ocho Menores, y con esfuerzo postrarse ante los mil Budas de los Tres Tiempos. Si lo hace por uno, dos, tres, siete días o hasta un año, debe necesariamente contemplar un signo auspicioso: el Buda que desciende y toca su coronilla, luces, flores o visiones extraordinarias. Entonces sabrá que sus faltas han sido eliminadas. Si no aparece ningún signo, aunque se arrepienta, no habrá beneficio; y en esa vida no podrá recuperar los Preceptos, pero podrá recibirlos nuevamente'. En cuanto a las Cuarenta y Ocho Faltas Menores, basta con confesarlas directamente ante otro y así se eliminan; no se trata como las Siete Faltas Graves. Es decir, si se han transgredido los Diez Preceptos Mayores, mediante el arrepentimiento y la visión del signo se recuperan los Preceptos originales; si no aparece signo, debe recibirse de nuevo. Si se han transgredido los Cuarenta y Ocho Preceptos Menores, basta con confesarlos y se recuperan. El Sutra de las Acciones Fundamentales dice: 'Si se ha transgredido alguno de los Diez Preceptos Mayores sin arrepentimiento, debe recibirlos de nuevo. En cuanto a las ochenta mil reglas de conducta consideradas menores, basta con arrepentirse y confesarse para eliminarlas'. El Sutra del Dichi dice: 'Así como un monje que vive en los Preceptos de liberación individual, si infringe los Preceptos Graves, en esa vida ya no puede recibirlos de nuevo, los Bodhisattvas, aunque infrinjan, si se arrepienten y abandonan las faltas, en esa misma vida pueden recibir de nuevo los Preceptos del Bodhisattva'. El Yogacarabhumi dice: 'Por esta causa y condición, debe saberse que si uno abandona las disciplinas puras del Bodhisattva pero surge nuevamente en él el corazón puro de recibirlos, puede recibirlos de nuevo'. En los Preceptos del Bodhisattva solo están vedados los Siete Crímenes Graves. Hay quienes dicen: 'Si no se arrepiente de los Siete Crímenes, no puede recibirlos; pero si se arrepiente, puede recibirlos'. El Sutra de la Alegría de la Ley dice: 'Un hombre que había cometido los Cinco Crímenes Más Graves, perseguido por el rey, huyó y se hizo monje en otro país. Durante treinta años mendigó y practicó, y en el camino encontró un gran cuenco en el que había un Dharani de la Alegría de la Ley. Tras recitarlo durante un año, logró extinguir sus faltas. Meditando en las letras del Dharani por siete días, de pronto su mente se estabilizó, y fue como obtener mil piezas de oro: pudo volar y contemplar a los Budas de los Tres Tiempos'. Hay quienes dicen: 'Esto no es prueba suficiente. Que el poder del Sutra extinga los pecados no implica que uno obtenga los Preceptos'. Yo sostengo que el Sutra de la Contemplación de Samantabhadra dice: 'Quien practique el arrepentimiento de Samantabhadra, aunque no haya pasado por el procedimiento de los cuatro anuncios, naturalmente cumple los Preceptos del Bodhisattva'. Si un Shravaka ha quebrantado los Tres Refugios, los cinco, los ocho, los doscientos cincuenta Preceptos de monje, los quinientos de monja, los de novicio, novicia, o si un laico, rey, ministro, brahmán, comerciante o gobernante ha cometido los Cinco Crímenes Más Graves o ha calumniado los Sutras Mahayana, pero luego contempla el vacío supremo de los Sutras Mahayana, sus faltas se extinguen por completo y cumple los Preceptos íntegros, logrando pronto la Budeidad Suprema. El Sutra del Buda de la Medicina también dice: 'Si los hombres y mujeres de bien reciben los Tres Refugios, los Cinco Preceptos, los Diez Preceptos, los ciento cuatro del Bodhisattva, o los doscientos cincuenta de los monjes, o los quinientos de las monjas, o cualquier Precepto que sea, y los transgreden, pero luego hacen ofrendas al Buda de la Medicina, no caerán en los Tres Malos Destinos'. Así sabemos que el poder de arrepentimiento en el Mahayana es muy grande, y puede extinguir incluso los crímenes de los Cinco Pecados, los Cuatro Delitos Graves de los Shravakas y la calumnia del Dharma. Los Preceptos del Bodhisattva se cumplen naturalmente. Pero el Buda, para impedir las transgresiones más extremas, habló de excluir solamente los siete crímenes."

La sexta motivación resalta la fuerza del arrepentimiento. En el Mahayana, la confesión no es mero castigo, sino medicina que restaura. Los Sutras citados insisten en que las transgresiones pueden purificarse con prácticas devocionales —recitación, postraciones, visualización, Dharanis— hasta contemplar un signo auspicioso.

En la visión Tendai, esto se comprende a la luz de la Triple Verdad (Santai): en el nivel de la Vacuidad, no hay mancha que permanezca; en el nivel de lo Provisional, las faltas tienen consecuencias que deben expiarse; en el nivel del Camino Medio, la falta y su purificación se integran como medio hábil para revelar la Naturaleza Búdica. De ahí que incluso quien ha cometido los Cinco Crímenes Más Graves pueda, mediante arrepentimiento sincero y contemplación de la Realidad, restablecer la plenitud de los Preceptos.

7. Desear Pagar las Cuatro Deudas de Gratitud

"Séptima. Si uno desea pagar las Cuatro Deudas de Gratitud, entonces yo debo otorgar los Preceptos. El Sutra del Brahmajala dice: 'Cuando el Buda Shakyamuni alcanzó la Iluminación Suprema, estableció por primera vez los Preceptos del Bodhisattva, enseñando a honrar a los padres, a los maestros y a los monjes, así como a los Tres Tesoros. La piedad filial es llamada Precepto, y también es llamada restricción. Es la raíz de todos los Budas, el fundamento del Camino del Bodhisattva y la base de todos los Hijos de los Budas'. El Sutra de la Contemplación de la Mente dice: 'Las deudas de gratitud en el mundo son de cuatro clases: primera, la deuda con los padres. Todos los seres han sido mutuamente padres y madres, y en nacimientos sucesivos nos han criado y nutrido; la deuda es profunda. Segunda, la deuda con todos los seres. Todos los seres son objeto de la gratitud del Bodhisattva, pues beneficiándolos alcanza la Budeidad. Tercera, la deuda con los reyes y gobernantes, pues mediante la justicia del Dharma se protege el mundo y se permite la práctica del bien. Cuarta, la deuda con los Tres Tesoros, que guían siempre a los seres en el mundo del Dharma, arrancando el sufrimiento y concediendo la dicha, conduciendo hasta la Budeidad. Para retribuir estas cuatro deudas, se debe generar el puro corazón del despertar y recibir los tres grupos de Preceptos Puros del Bodhisattva. Reconocer la gratitud y retribuirla es lo que se llama guardar los Preceptos'."

El Bodhisattva no recibe los Preceptos solo por sí mismo: los recibe en nombre de la gratitud universal. Reconocer las Cuatro Deudas con los padres, con todos los seres, con los gobernantes justos y con los Tres Tesoros, es reconocer la interdependencia que sostiene la Existencia.

El Budismo Tendai, heredero del Sutra del Loto, enseña que todos los seres han sido en incontables nacimientos nuestros padres y maestros. Guardar los Preceptos es, por tanto, el modo supremo de honrar esa red infinita de relaciones. Así, los Preceptos no son solo disciplina personal, sino un acto cósmico de retribución al Buda Eterno que se manifiesta en la forma de padres, gobernantes, maestros y Sangha.

8. Desear Recibir la Protección de Todos

"Octava. Si uno desea recibir la protección de todos, entonces yo debo otorgar los Preceptos. El Sutra del Gran Prajnaparamita dice: 'Cuando los seres reciben los Preceptos del Bodhisattva, el mérito de su primer corazón es superior incluso al de los Budas después de la Iluminación. ¿Por qué? Porque todos los Budas, tras alcanzar la Iluminación, son venerados solo por los seres afines; pero si alguien recibe los Preceptos del Bodhisattva, todos los Budas, Bodhisattvas y santos se acercan a ese lugar, tocan su coronilla y lo protegen. Todos los Brahmas, Shakras, las ocho clases de seres, los fantasmas y espíritus lo resguardan. Los seres de los Seis Destinos y de los cuatro nacimientos lo miran con confianza, porque saben que llegará a ser Buda y será su refugio'. El Sutra del Brahmajala dice también: 'Cuando un Hijo del Buda está a punto de recibir el trono de rey o el trono de monarca universal, o los cargos de ministro y oficiales, debe primero recibir los Preceptos del Bodhisattva. Entonces todos los fantasmas y espíritus protegerán su vida, y todos los Budas se alegrarán'. El Sutra de la Contemplación de la Mente dice: 'Estos Tres Preceptos Puros son protegidos por los Budas de los Tres Tiempos. Los seres que nunca han oído la Ley, durante incontables kalpas, nunca la encontrarán, salvo los Budas de los diez direcciones en el pasado, que han recibido los Preceptos Puros y los han protegido siempre. Ellos cortan las dos clases de obstáculos y alcanzan el fruto de la Budeidad Suprema. Los Budas del futuro también protegerán este tesoro de los Tres Preceptos, eliminando los tres obstáculos y sus hábitos, y alcanzarán la Budeidad. Los Budas del presente también los protegen, cortando el Samsara, logrando los Tres Cuerpos del Buda y superando el océano del nacimiento y la muerte. Los Preceptos del Bodhisattva son barco para cruzar el mar, son espada para cortar las cadenas, son morada para escapar de la pobreza, son joya que satisface, son medicina contra enfermedades y demonios, son causa de realeza en el mundo humano y celestial. Gracias a los Preceptos uno llega a ser rey, protegido por todos los dioses y hombres, temido por los enemigos y amado por la gente'."

El octavo motivo destaca el carácter cósmico de los Preceptos. Quien los recibe se convierte en centro de una red de protección: Budas, Bodhisattvas, devas, nagas y espíritus se congregan en torno suyo.

Para la escuela Tendai, esto no es superstición, sino expresión de la doctrina de la mutua inclusión de los Diez Mundos. El Bodhisattva que guarda los Preceptos activa en sí mismo la vibración del mundo del Buda, y esa vibración atrae a todos los mundos hacia la armonía. Por eso se dice que el mérito del primer instante de recibir los Preceptos es superior incluso al de un Buda después de la iluminación: porque manifiesta, en el tiempo, la eternidad del compromiso del Buda Eterno de proteger al practicante.

9. Desear Ser Rey entre Todos

"Novena. Si uno desea ser rey entre todos, entonces yo debo otorgar los Preceptos. El Sutra de la Contemplación de la Mente dice: 'Todos los reyes reciben sus felicidades porque en vidas pasadas guardaron los Tres Preceptos Puros'. Por la fuerza de los Preceptos, en el mundo humano y celestial obtienen el cuerpo de reyes. Si alguien genera la mente de la budeidad y sostiene con voto el fruto supremo, guardando los Preceptos más puros, vive libre como Rey del Dharma, transformando el mundo entero. Si recibe los Preceptos medianos, obtiene mérito como monarca universal. Si recibe los más bajos, incluso los reyes fantasmas, las bestias y los reyes del infierno, gobiernan gracias a la fuerza de los Preceptos. Pero quien no recibe los Preceptos del Buda nunca podrá ser ni siquiera un chacal, mucho menos un rey humano o celestial."

Aquí se ilustra cómo los Preceptos son causa de dignidad y autoridad espiritual. No se trata solo de tronos humanos, sino de convertirse en Rey del Dharma. Quien sostiene los Preceptos gobierna no por la fuerza, sino por la irradiación de la Ley.

El Gran Maestro Chih-i enseñaba que el verdadero soberano no es quien domina a otros, sino quien domina su mente. Al recibir los Preceptos, el practicante se convierte en Monarca Universal de su propio corazón, y de ahí irradia influencia al mundo. Por eso, incluso los reyes fantasma o del infierno, aunque caídos, gobiernan gracias a la fuerza residual de los Preceptos: porque la energía del voto ético es indestructible y genera siempre formas de señorío, aunque en ámbitos inferiores.

10. Desear Continuar la Labor de Transformación de los Tres Tiempos

"Décima. Si uno desea continuar la labor de transformación de los Tres Tiempos, entonces yo debo otorgar los Preceptos. El Sutra del Brahmajala dice: 'Oh, nuevos Bodhisattvas, cuando recibáis y guardéis los Preceptos, debéis transmitirlos a todos los seres: reyes, príncipes, ministros, monjes, monjas, hombres y mujeres laicos. Debéis sostener el Precepto de la Naturaleza Búdica Eterna y difundirlo a lo largo de los Tres Tiempos, sin interrupción, hasta contemplar a los mil Budas, que os extenderán la mano y os salvarán. Así, de vida en vida, no caeréis en los malos destinos, y siempre renaceréis en los mundos humanos y celestiales'.

"Por tanto, si alguien busca alguna de estas diez motivaciones, no debe pedir recompensa en otros vehículos ni en frutos pasajeros. Debe dirigirse solo hacia la Budeidad Suprema."

La última motivación eleva la mirada hacia la historia infinita del Mahayana. Quien recibe los Preceptos entra en la corriente que une pasado, presente y futuro, los "mil Budas" de los Tres Tiempos. Se convierte en eslabón de una transmisión universal que nunca se interrumpe.

Desde la óptica Tendai, esta continuidad es la manifestación del Buda Eterno del capítulo 16 del Sutra del Loto. Los Preceptos son su sello imperecedero: recibirlos es comprometerse a ser instrumento de la Iluminación que ha estado activa desde el principio sin principio y seguirá hasta el fin sin fin.

En conjunto, estas diez motivaciones revelan la universalidad de los Preceptos del Bodhisattva. Pueden recibirse por deseo personal (alcanzar la Budeidad, no perder los Preceptos), por beneficio de los demás (proteger, pagar deudas, gobernar con justicia) o por visión cósmica (continuar la transformación de los Tres Tiempos). En todos los casos, se inscriben en la lógica del Vehículo Único Tendai: todas las intenciones, diversas en apariencia, son absorbidas en la gran corriente de la Budeidad Universal.

Las diez intenciones que justifican la recepción de los Preceptos del Bodhisattva no son simples motivos psicológicos, sino verdaderos portales del Ekayana (Vehículo Único), que conducen al practicante a la corriente del Buda Eterno. Cada una es un ángulo de entrada a la misma Realidad, y en conjunto trazan un mapa completo del compromiso budista según el Mahayana y, de modo particular, según la tradición Tendai.

Las primeras motivaciones (alcanzar la Budeidad en este cuerpo, continuar la posición de los Bodhisattvas, avanzar directamente en el camino, volver la mente al Gran Vehículo, no perder nunca los Preceptos) nos muestran que la base de todo es la fe profunda en la Iluminación Universal. Esta fe no se reduce a creer, sino que es reconocerse como Buda en potencia, tal como enseña el Sutra del Brahmajala: 'Yo soy un Buda aún no realizado; los Budas son Budas ya realizados'. En la Escuela del Loto Reformada, este reconocimiento es el despertar inicial al Buda Eterno, que habita ya en nuestro propio corazón.

Las motivaciones centrales (recibir de nuevo los Preceptos, pagar las Cuatro Deudas de Gratitud, recibir la protección de todos) resaltan la importancia de discernir el sentido doctrinal de los Preceptos. El arrepentimiento, la gratitud universal y la protección cósmica se entienden correctamente solo a la luz de la enseñanza Tendai de la Triple Verdad y de la clasificación de los Cinco Periodos y Ocho Enseñanzas. El estudio abre los ojos a la sabiduría que reconoce en cada relación —con los padres, con los seres, con los gobernantes, con los Tres Tesoros— una manifestación de la actividad del Buda.

Las motivaciones superiores (ser rey entre todos, continuar la labor de los Tres Tiempos) nos muestran que los Preceptos del Bodhisattva no son meras normas, sino fuerzas transformadoras del mundo. Quien los guarda se convierte en Rey del Dharma, irradiando autoridad espiritual, y en heredero de la Misión Eterna del Buda, que transforma a todos los seres en todas las épocas. Aquí se expresa con plenitud la doctrina de la Budeidad Innata: los Preceptos no son ajenos a nosotros, sino que despiertan lo que siempre ha estado latente en la naturaleza de nuestra mente-corazón.

Al integrar estas diez motivaciones, la Escuela del Loto Reformada afirma que los Preceptos del Bodhisattva son el eje donde convergen fe, estudio y práctica.

  • La fe reconoce que incluso con faltas seguimos siendo Hijos del Buda.
  • El estudio clarifica que los Preceptos son expresión del Dharma Eterno y no simples reglas.
  • La práctica los convierte en energía transformadora que edifica el Reino del Buda en este mundo.

De este modo, los Preceptos son la encarnación ética del Vehículo Único, capaces de transformar al individuo y a la sociedad, integrando cielo y tierra, Samsara y Nirvana, en la luminosa visión del Buda Eterno.

Los Preceptos y la Budeidad Innata

En la enseñanza de nuestra tradición, la cuestión central no es si los seres poseen o no la capacidad de ser transformados por el Dharma, sino que ya son Buda en su naturaleza más íntima. El principio del Hongaku —"Despertar desde el Origen"— afirma que la Iluminación no es un logro futuro ni un mérito añadido, sino la Realidad Primordial de todos los seres, oscurecida por las Nubes de la Ignorancia.

A primera vista, los Preceptos parecen normas externas: prohibiciones, mandamientos, restricciones. Sin embargo, a la luz de la Iluminación Original Innata, los Preceptos se revelan como espejos de la Mente Iluminada. No imponen algo ajeno, sino que reflejan lo que siempre ha estado presente en el corazón de los seres. Cumplirlos no es forzarse contra la propia naturaleza, sino alinearse con lo que uno ya es: un Buda en latencia. De ahí que el Sutra del Brahmajala afirme que quien recibe los Preceptos entra de inmediato en la posición de todos los Budas.

Una de las enseñanzas más radicales de los Preceptos del Bodhisattva es que aun quien los viola no los pierde. 'Quien recibe y peca es superior a quien nunca recibe', dice el texto. Esto solo se entiende desde la Iluminación Original: si la Naturaleza Búdica es inmutable, los errores no pueden destruirla. Las faltas se vuelven entonces ocasión de Despertar, al mostrar el contraste entre la conducta ilusoria y la realidad innata. En el marco de la Triple Verdad, la transgresión es vacía (no tiene esencia), provisional (sirve como condición para la reflexión) y Camino Medio (es integrada en la compasión que libera).

Los Preceptos  no solo apuntan a la purificación individual, sino a la transformación del colectivo. En la iluminación Original, todos los seres son ya Budas; por tanto, guardar los Preceptos es reconocer esa dignidad universal y actuar en consecuencia. Respetar la vida, hablar con veracidad, vivir con pureza y compasión no son simples virtudes éticas, sino actos de reconocimiento: "Tú eres Buda, yo soy Buda". Así, los Preceptos son el modo práctico de edificar el Reino del Buda en la Tierra, que la Escuela del Loto Reformada ve como su misión fundamental.

El Tratado del Gran Maestro Annen subraya que los Preceptos deben ser transmitidos sin interrupción, a lo largo de pasado, presente y futuro. A la luz de la iluminación Original, esto significa que el Despertar Innato nunca cesa de manifestarse. Así como el Buda Eterno del Sutra del Loto enseña constantemente, así también los Preceptos son siempre pronunciados en el interior del corazón. Quien los recibe no hace más que escuchar esa enseñanza interna y comprometerse con ella.

Los Preceptos del Bodhisattva, comprendidos desde la perspectiva de la Budeidad Innata, son mucho más que un código moral: son el resplandor visible del Buda Eterno en la conducta cotidiana. No se pierden con la falta, porque no se fundan en la fragilidad del hombre, sino en la solidez diamantina de la Naturaleza del Buda. Son la manera en que el Reino del Buda se edifica en la historia y en la sociedad, no como imposición, sino como manifestación de lo que ya es verdadero.

Por eso, recibir los Preceptos es, en realidad, reconocer el propio Despertar. Guardarlos es vivir como lo que ya somos: Budas en acto, manifestando en el tiempo lo eterno.

El Verdadero Significado de los Preceptos del Bodhisattva: El Tratado sobre los Preceptos del Bodhisattva del Sutra de la Red de Brahma del Gran Maestro Annen - Parte II

 


Habiendo visto el primer requisito para recibir los Preceptos del Bodhisattva, el Entender la Dificultad de Recibir los Preceptos, el Gran Maestro Annen detalla el segundo requisito, la Fe:

"El Sutra de la Conducta Pura dice: 'Cuando todos los seres entran por primera vez en el océano de los Tres Tesoros, la fe es su fundamento. Cuando residen en la Casa del Buda, los Preceptos son su fundamento. Así comienza el Camino del Bodhisattva'. Entre los hombres y mujeres que se inician, aunque sus facultades no estén completas, ya sean personas de doble raíz, de género indefinido, libertinos, prostitutas, esclavos o incluso seres transformados, todos pueden recibir los Preceptos, pues todos poseen mente y conciencia dirigidas hacia la Budeidad.

"¿Qué significa “fe”? El Sutra del Brahmajala dice: 'Si uno es Hijo del Buda, debe siempre generar fe en el Gran Vehículo. Debe reconocerse a sí mismo diciendo: “Yo soy un Buda aún no realizado; los Budas son Budas ya realizados”. Debe mantener siempre esta fe. Si así lo hace, los Preceptos estarán ya completos. Pero si surge siquiera un solo pensamiento de afinidad con los Dos Vehículos o con doctrinas externas, incurre en falta menor y en culpa de mancha ligera'.

"Se dice también: 'Si un Hijo del Buda, buscando provecho o sustento, revela este Gran Precepto de los mil Budas delante de quienes no han recibido aún los Preceptos del Bodhisattva, o ante hombres malvados de doctrinas externas, o ante personas de falsa visión, comete falta menor. Pues tales hombres malvados, al no recibir los Preceptos del Buda, son llamados bestias. Y las bestias no contemplan los Tres Tesoros; son como madera y piedra sin mente, no diferentes de un tronco muerto'. Así, el revelarlos en presencia de tales personas constituye falta de mancha ligera.

"Además, el Sutra de los Buenos Preceptos dice: 'Estos Preceptos del Bodhisattva no deben ser expuestos ante quienes no creen, ni siquiera ante quienes calumnian el Gran Vehículo. Pues los incrédulos, por esta causa y condición, caerán en el Infierno'.

"También en el Sutra del Nirvana se dice: 'Aquel cuya fe no está completa es llamado Icchantika; y durante inconmensurables kalpas difícilmente podrá salir del Infierno'.

"Por tanto, quienes desean recibir los Preceptos del Buda deben generar una fe profunda."

La Importancia de la Fe 

Este pasaje sitúa la fe (śraddhā - shin) como el fundamento indispensable para entrar en el océano de los Tres Tesoros. El Sutra de la Conducta Pura lo formula con gran claridad: primero se entra al océano de los Tres Tesoros por medio de la fe, y solo cuando se reside en la Casa del Buda se asientan los preceptos como fundamento. En lenguaje Tendai, podemos decir que la fe es la apertura de la mente (kaishin) al Dharma, y los Preceptos son su consolidación en la práctica (gyo). Sin fe, los Preceptos serían mera moralidad externa; sin Preceptos, la fe correría el riesgo de convertirse en devoción vacía.

La tradición Tendai, al predicar la doctrina de la Triple Verdad (Santai), enseña que la fe permite intuir simultáneamente la Vacuidad de los fenómenos, su Existencia Provisional y el Camino Medio que los armoniza. Esa intuición inicial no requiere facultades extraordinarias: aun quienes poseen raíces incompletas, condiciones corporales diversas o nacimientos considerados "inferiores", pueden recibir los Preceptos del Bodhisattva si su mente se dirige hacia la Budeidad. Aquí se manifiesta la doctrina central de la Naturaleza del Buda universal: no existe ser incapaz de la fe, pues todos portan la Semilla de la Iluminación.

La Fe como Reconocimiento de la Propia Naturaleza

El Sutra del Brahmajala citado ofrece una definición preciosa: el Hijo del Buda debe pensar siempre —"Yo soy un Buda aún no realizado; los Budas son Budas ya realizados". Esta afirmación refleja la enseñanza Tendai de la Budeidad Innata (Hongaku): no se trata de alcanzar algo externo, sino de actualizar en la práctica lo que ya somos en lo profundo. La fe, entonces, no es mera confianza ciega, sino el reconocimiento interior de la identidad entre el propio ser y la Naturaleza del Buda Eterno.

Cuando esta fe se mantiene, los Preceptos "ya están completos". Dicho de otro modo, la observancia ética no es añadidura, sino expresión natural de la convicción en la propia Budeidad. En cambio, desviarse hacia la admiración por los Dos Vehículos o por doctrinas externas (religiones y filosofías no budistas), aunque sea en un solo pensamiento, es considerado "culpa ligera". No porque esos caminos carezcan de verdad, sino porque representan un retroceso respecto a la visión unificadora del Gran Vehículo.

Sin embargo, el pasaje insiste en que los Preceptos del Bodhisattva no deben exponerse ante incrédulos o calumniadores del Mahayana. Aquí encontramos una tensión: por un lado, los Preceptos son universales y todos pueden recibirlos; por otro, su revelación indiscriminada puede convertirse en causa de caída para quienes no tienen fe. El criterio es pedagógico: proteger al incrédulo de una responsabilidad que no puede asumir y, al mismo tiempo, proteger al Dharma de la difamación.

Desde la óptica Tendai, esto se vincula con la doctrina de los medios hábiles (upaya - hoben): el Buda adapta su enseñanza según la capacidad de los seres. Los Preceptos del Bodhisattva son el nivel más alto de compromiso ético, inseparable de la visión del Vehículo Único. Revelarlos sin discernimiento sería como mostrar un sol ardiente a un ojo enfermo. Por eso, la fe es condición previa indispensable: solo un corazón abierto puede recibir sin daño la luz del Dharma.

La Ausencia de Fe y el Estado de Icchantika

El Sutra del Nirvana define al incrédulo como "Icchantika", ser cuya fe no está completa y que, por ello, queda atrapado en el ciclo del Infierno durante innumerables kalpas. El Icchantika no es alguien condenado ontológicamente, sino un símbolo de la resistencia obstinada al Dharma. Desde la perspectiva Tendai, incluso los Icchantikas poseen la Naturaleza del Buda, pero mientras su corazón permanezca cerrado, no podrán actualizarla. Por eso, la enseñanza subraya la gravedad de la falta de fe: es el único obstáculo que puede oscurecer indefinidamente la Semilla del Despertar.

El pasaje sobre la segunda condición muestra que, en el Camino del Bodhisattva, la fe es el cimiento que hace posible todo lo demás. Fe es reconocer que uno ya es Buda en potencia; fe es confiar en el Vehículo Único que abarca todas las diferencias; fe es abrir el corazón a los Tres Tesoros para que los Preceptos del Bodhisattva puedan echar raíces y dar fruto.

En clave budista, la fe es la llave que abre el acceso a la contemplación de la Triple Verdad y a la integración de los medios hábiles. Sin ella, los Preceptos se vuelven letra muerta; con ella, incluso los marginados y despreciados del mundo pueden ser portadores del Dharma.

Las Tres Puertas de la Fe en la Tradición Tendai

La Escuela Tendai, al explicar cómo se ingresa en el Camino del Buda, habla de las Tres Puertas de la Fe (Sanjin), extraídas del Sutra del Loto y sistematizadas por el Gran Maestro Chih-i. Estas son:
  1. La Fe en la Raíz: confiar en que todos los seres poseen la Naturaleza del Buda, su Espíritu, y que, por ello, ninguno está excluido de la Budeidad.
  2. La Fe en la Enseñanza: aceptar que la Revelación Ultima del Buda se encuentra en el Vehículo Único del Sutra del Loto, que integra y trasciende todos los medios hábiles.
  3. La Fe en la Práctica: confiar en que, al recibir y guardar los Preceptos, leer y recitar los Sutras, y practicar la compasión, uno avanza infaliblemente hacia la Iluminación.
El pasaje que comentamos se sitúa en esta perspectiva. Cuando el Sutra de la Conducta Pura dice: "Entrar en el océano de los Tres Tesoros tiene como fundamento la fe", está refiriéndose a la Fe en la Raíz: la convicción de que aun libertinos, prostitutas, esclavos o seres transformados poseen mente dirigida hacia la budeidad. La fe no consiste en un mérito adquirido, sino en reconocer lo que ya está inscrito en la naturaleza de todos los seres.

Cuando el Sutra del Brahmajala ordena afirmar: "Yo soy un Buda aún no realizado; los Budas son Budas ya realizados", está describiendo la Fe en la Enseñanza: la certeza de que el Mahayaa revela nuestra identidad profunda con el Buda Eterno. Esta convicción es inseparable del Sutra del Loto, que proclama el Vehículo Único como camino común de todos los seres.

Finalmente, cuando el texto advierte sobre la necesidad de una fe profunda para recibir los Preceptos, y prohíbe exponerlos ante incrédulos, está insistiendo en la Fe en la Práctica: solo quien confía en la eficacia de los preceptos como medio para la budeidad puede sostenerlos de manera auténtica. La fe aquí se traduce en perseverancia, en pureza de intención, en apertura a la transformación.

En la tradición Tendai, la fe es llamada tanto semilla como sello. Es semilla, porque inicia el camino: sin fe no hay entrada al océano de los Tres Tesoros. Es sello, porque confirma la autenticidad de la práctica: aunque uno cumpla externamente los Preceptos, si falta la fe profunda, no se considera que el corazón se haya convertido en morada del Dharma.

Así, la fe y los Preceptos se iluminan mutuamente: los Preceptos purifican la fe, y la fe da vida a los preceptos. Este dinamismo corresponde a la lógica de la Triple Verdad:

  • La fe reconoce la Vacuidad de los propios límites.
  • Los Preceptos sostienen la provisionalidad de la conducta cotidiana.
  • Ambos juntos manifiestan el Camino Medio, donde la Budeidad se revela en el aquí y ahora.

Desde la óptica Tendai, examinar la fe no es un requisito externo o un mero examen de ortodoxia, sino la verificación de que el corazón del discípulo ha entrado en sintonía con el Buda Eterno. Solo así los Preceptos del Bodhisattva se convierten en la expresión viva de la Naturaleza del Buda y no en un código moral vacío.

La Fe y la Contemplación de la Mente

En la tradición Tendai, la fe no se agota en una convicción racional ni en una emoción devocional: se profundiza y madura en la contemplación de la mente. Esta práctica, enseñada por el Gran Maestro Chih-i, consiste en volver la mirada hacia el propio corazón para descubrir allí la morada del Buda Eterno.

El pasaje que comentamos exige que quien reciba los Preceptos genere una fe profunda. A la luz de la contemplación de la mente, esta fe no significa únicamente creer que "yo soy un Buda aún no realizado", sino experimentar directamente que la mente, con todas sus agitaciones y pasiones, es en sí misma la morada de la Budeidad. La contemplación de la mente es, en este sentido, la verificación interior de lo que la fe proclama.

Chih-i enseñaba que en cada instante de pensamiento se encuentran los Diez Reinos y las Diez Talidades, y que cada ser, en su más íntima naturaleza, ya participa de la totalidad del Dharma. La fe reconoce esta verdad; la contemplación la contempla y la actualiza. Así, la práctica de los Preceptos del Bodhisattva, fundada en la fe, se convierte en un medio para purificar la mente hasta el punto de percibir que incluso el error y la falta, cuando son iluminados por la fe, se transforman en condiciones para el despertar.

En la Escuela Tendai se habla de la unidad del Shikan (Samatha o Calma, y Vipassana o Contemplación), donde detener las ilusiones y contemplar la verdad son dos alas de un mismo pájaro. A la luz de este principio, podemos decir que los Preceptos (Sila) sostienen el cese de los actos dañinos, la fe da la confianza que permite perseverar en este cese, y la contemplación (dhyana, zen) revela la Naturaleza Iluminada que estaba presente desde el principio. De este modo, la fe no es un estadio preliminar que se abandona luego, sino una energía que impregna toda la práctica. Sin fe, los Preceptos se vuelven mera disciplina; sin preceptos, la fe es débil y se disuelve; sin contemplación, ambos carecen de raíz profunda. Con las tres unidas, el practicante se convierte en un verdadero Hijo del Buda.

En el pasaje citado se advierte que quienes carecen de fe —los llamados Icchantikas— caen en el Infierno por inconmensurables kalpas. Esta afirmación, a primera vista severa, debe comprenderse a la luz de la contemplación Tendai: la fe es lo que abre la puerta de lo inconcebible, el acceso a lo que trasciende las categorías de puro e impuro, de santo y profano. Sin fe, la mente se cierra y permanece prisionera en sus propias fabricaciones; con fe, incluso un solo pensamiento de arrepentimiento o de aspiración se convierte en causa de liberación.

La contemplación de la mente muestra que la fe no es una actitud psicológica, sino el reconocimiento del principio de identidad entre la mente ilusoria y la Mente de Buda. Esta identidad es absoluta: por eso la fe puede transformar a esclavos, prostitutas, animales o incluso seres transformados en recipientes adecuados de los Preceptos.

En síntesis, el examen de la fe no se limita a confirmar que alguien acepta intelectualmente la doctrina del Mahayana. En la tradición Tendai, examinar la fe significa verificar que la mente ha reconocido, aunque sea en un destello, su propia Budeidad. Los Preceptos entonces dejan de ser una imposición externa y se convierten en la expresión espontánea de esa fe interior, cultivada y profundizada en la contemplación de la mente.

La Fe y los Preceptos como Inicio del Reino del Buda en la Tierra

En la Escuela del Loto Reformada afirmamos que el propósito último de la fe y de los Preceptos no se limita a la salvación personal, sino que se orienta hacia la instauración del Reino del Buda en la Tierra. Este dogma se apoya en la visión del Sutra del Loto y del Sutra del Nirvana: el Buda Eterno no es un ser distante, sino la realidad viva que penetra el mundo, y la práctica de los Hijos del Buda consiste en hacer visible ese Reino en medio del Samsara.

En este contexto, la fe es la llama inicial que enciende la transformación. Creer que uno mismo es un Buda aún no realizado y que los Budas son Budas ya realizados equivale a reconocer que la Budeidad no es un ideal lejano, sino la naturaleza constitutiva del mundo y de la vida. Al sostener esa fe, el practicante ya ha dado el primer paso para que la Tierra impura se transforme en Tierra Pura.

Los Preceptos del Bodhisattva, fundamentados en esa fe, son las formas concretas de la Voluntad del Buda en el mundo. Practicarlos no es simplemente abstenerse del mal o cultivar virtudes individuales, sino construir social y cósmicamente el Reino del Buda. Cada acto de compasión, cada rechazo al egoísmo, cada palabra que protege el Dharma son ladrillos invisibles que edifican la Ciudad Eterna del Buda.

La fe profunda, según este pasaje, convierte incluso a quienes socialmente eran vistos como indignos —esclavos, libertinos, prostitutas— en auténticos portadores del Dharma. Aquí la escuela Tendai muestra su universalismo radical: no existe diferencia de pureza o de posición social que limite el acceso a la Budeidad. La fe derrumba los muros de las jerarquías ilusorias, y los preceptos consolidan esa igualdad en la vida concreta. De este modo, la comunidad que recibe los Preceptos del Bodhisattva se convierte en una encarnación visible de la Sangha del Reino del Buda. No se trata de una Sangha cerrada de virtuosos, sino de una asamblea mixta de sabios y necios, de santos y de profanos, de visibles e invisibles, tal como los sutras describen. Este es un anticipo del Reino del Buda en la Tierra, donde lo humano y lo divino, lo puro y lo impuro, conviven bajo la luz del Buda Eterno.

El texto recuerda que exponer los Preceptos a incrédulos genera culpa, porque los Preceptos no son un conocimiento intelectual sino un mandato del Reino. Solo quien ha abierto la fe puede recibirlos sin daño. Esto subraya que los preceptos son juramento cósmico, pacto entre el Buda y los seres, sello que vincula la fe individual con la misión colectiva de establecer la Tierra Pura.

En la Escuela del Loto Reformada, sostenemos que al recibir los Preceptos del Bodhisattva, el devoto se convierte en Embajador del Reino del Buda. Su vida cotidiana ya no le pertenece solo a él, sino que se convierte en terreno sagrado desde donde el Buda transforma el mundo. Así, la fe deja de ser asunto privado y los preceptos dejan de ser reglas individuales: ambos son semillas del Reino Universal.

El examen de la fe, tal como se presenta en este pasaje, no es un requisito formal, sino la verificación de que el corazón está dispuesto a ser morada del Reino del Buda. La fe abre esa morada; los preceptos la estructuran; y juntos constituyen el fundamento de la transformación del samsara en Tierra Pura. Por eso, cuando Annen dice que "todos en Japón creen en el Gran Vehículo", no está hablando de una estadística religiosa, sino de una afirmación dogmática: la Voluntad del Buda Eterno ha designado este mundo como campo donde la fe y los preceptos se convierten en Reino.