Entre la variedad de Mandamientos o Preceptos Budistas (Sila - Kai), encontramos los Mandamientos Básicos, como los Cinco Preceptos, los Diez Preceptos, los 52 Preceptos del Bodhisattva (del Sutra de la Red de Brahma), el Precepto Adamantino o Precepto Supremo (del Sutra del Loto), y los Preceptos Samaya.
En nuestro Catecismo Budista, así como en nuestros Fundamentos y reuniones, explicamos siempre que los Mandamientos Perfectos Budistas (Endonkai) en la escuela Tendai parten de las Enseñanzas Completas y Completas de la Tradición del Loto, predicados en el Sutra de la Red de Brahma (Bonmokyo), y emanan de la Enseñanza de Todos los Budas en las Tres Existencias: "Evita el Mal, Haz el Bien, y Purifica la Mente". Los Cinco Preceptos Laicos, siguiendo los Tres Preceptos Puros, son:
- No Matar o Proteger la Vida; reconociendo nuestra Unidad Fundamental.
- No Robar o Respetar lo Ajeno; siendo Caritativos y reconociendo la Individualidad Convencional.
- No Mentir o Honrar siempre la Verdad; reconociendo la Verdad Ultima.
- No Abusar de la Sexualidad o Respetar las Relaciones Tradicionales Saludables, reconociendo la Naturaleza Búdica en Todos los Seres.
- No Abusar de los Intoxicantes o Mantener la Verdadera Naturaleza de la Realidad.
Además de estos Cinco Preceptos Laicos, existen otros cinco Preceptos, que juntos hacen los Diez Preceptos Mayores del Sutra de la Red de Brahma. Estos son:
- Me Abstengo de Hablar de las Faltas de la Comunidad y solo Hablaré de sus Virtudes.
- Me Abstengo de Alabarme a Mí Mismo y de Hacer Menos de los Demás.
- Me Abstengo de Ser Avaro y Seré Generoso.
- Me Abstengo de Caer en la Ira y Seré Harmonioso.
- Me Abstendré de Difamar los Tres Tesoros (el Buda, el Dharma y la Sangha).
Estos primeros Diez Preceptos son los Diez Preceptos Mayores o Mandamientos Budistas del Budismo del Loto, y forman los primeros Diez Preceptos de los 52 Preceptos del Bodhisattva del Sutra de la Red de Brahma. Por supuesto, esto Preceptos convencionales, que pueden ser violados o mantenidos según la conducta, van por debajo del Precepto del Buda o Precepto Adamantino (Vajra) de seguir el Verdadero Dharma del Buda Eterno, que no puede ser destruido, porque es el acto puro del Ser del Buda en nosotros. Aquí no se trata de juzgar acciones como buenas o malas en un sentido externo, sino de ver que toda acción —cuando se realiza en la conciencia iluminada de la no-dualidad— se convierte en una manifestación del Camino.
Luego de estos, cuando un monje tras la Ordenación recibe la Consagración (Kanjo), sigue también los Preceptos Samaya o Preceptos Esotéricos. La palabra "Samaya" proviene del sánscrito y significa "promesa sagrada", "compromiso", "acuerdo", o "vínculo inviolable". En el contexto del Budismo Esotérico (Vajrayana / Mikkyo), los Preceptos Samaya representan los votos de unión espiritual y ritual entre el practicante y el Buda Eterno, por medio de la realización de los Tres Misterios (Sanmitsu): cuerpo, palabra y mente. El Samaya es el voto por el cual el adepto asume la forma de un Buda viviente, y se compromete a actuar, hablar y pensar en total armonía con la Realidad Iluminada. Esta es la "conducta samádhica" (Sanmaya-gati), en la cual la vida se transforma en Mandala, y el yo se convierte en instrumento de la sabiduría infinita.
En japonés, los Samaya se entienden como votos preceptuales esotéricos, o sea, Samaya-kai. Aunque se llaman "Preceptos", no deben confundirse con las reglas disciplinarias del Shravaka (como los 250 Preceptos del Hinayana) ni siquiera con los Preceptos del Bodhisattva. En el Budismo Esotérico, el Samaya no se refiere meramente a "No Matar", o "No Robar", etc., sino a no romper la unión mística con el Buda.
Hay dos niveles del Precepto Esotérico:
Samaya Externo: se expresa en acciones, palabras y votos explícitos, como los de las ceremonias de iniciación (Kanjo).
Samaya Interno: se refiere al acuerdo secreto e invisible entre la mente del adepto y la Mente del Buda. Se guarda no con la lengua ni con la mano, sino con la conciencia misma, silenciosa y lúcida.
El sistema clásico de los Votos Samaya, transmitido en el Sutra Vajrasekhara (Kongocho Kyo) y desarrollado por los maestros Amoghavajra, y posteriormente por Kukai y Ennin en Japón, se organiza en cuatro votos fundamentales, conocidos como los Cuatro Parājikas del Vajrayana, o "Infracciones Capitales" del Esoterismo. Son las siguientes:
- No Abandonar el Verdadero Dharma y no seguir Doctrinas Falsas: El adepto debe jurar lealtad al Dharma Esotérico del Buda Mahavairocana, tal como se transmite en los Sutras Esotéricos, y no caer en enseñanzas desviadas, materialistas o nihilistas. Romper este voto es como cortar la raíz del Arbol de la Iluminación.
- No Abandonar la Mente del Bodhicitta: El Bodhicitta (el Deseo de Alcanzar la Budeidad para el Bien de Todos los Seres) es la fuente de toda práctica esotérica. Perder este deseo es transformarse en un ser sin dirección espiritual. Aquel que abandona el Bodhicitta se convierte en campo fértil para los demonios. Este voto es el estandarte del ejército del Bodhisattva; perderlo es perder toda esperanza.
- No Ser Avaro con el Dharma: El Dharma es como el agua de la compasión: debe fluir. Negarse a enseñar, transmitir o compartir el Dharma (cuando corresponde) por avaricia o celos es violar el compromiso de los Budas, quienes se sacrificaron por transmitirlo. El Dharma es un tesoro universal, no una posesión privada. Retener el Dharma por egoísmo es robar al mundo entero.
- No Actuar en Contra del Beneficio de los Seres Sintientes: El Samaya exige que toda acción se armonice con la compasión universal. Realizar actos que dañen, confundan o impidan el Despertar de los seres es transgredir este voto. Los Cuatro Medios de Atracción (dar, hablar con amor, actuar con beneficio, compartir la vida) deben guiar la conducta del esotérico. La violación de este voto es como oscurecer el Sol del Dharma.
Estos cuatro votos son llamados los "Cuatro Pilares del Mandala". Si uno de ellos se rompe, el Mandala interno colapsa, y la comunión con el Buda se pierde.
Cada uno de los Samaya se manifiesta a través de los Tres Misterios:
- Cuerpo: se expresa en la realización correcta de Mudras, posturas rituales, y conducta física armonizada con el Buda.
- Palabra: se expresa en la recitación fiel de los Mantras, Dharanis, y en el habla pura, sin calumnia, mentira ni desdén.
- Mente: se expresa en la contemplación correcta del Mandala, la visualización, y la absorción meditativa en la sabiduría compasiva del Buda.
El Samaya es, así, la activación total del ser como reflejo del Buda. Quien guarda el Samaya, se convierte en un Cuerpo del Buda, una Voz del Buda, una Mente del Bda.
El Maestro Kukai en sus escritos —como el Sokushin Jobutsugiy el Himitsu Mandara Jujushinron— enseña que el Samaya es el vehículo del Despertar inmediato. En este sentido, es superior a todos los demás votos, pues permite alcanzar la Budeidad en esta vida y en este cuerpo (Sokushin Jobutsu).
El Gran Maestro Annen clasifica los Preceptos Esotéricos en:
- Kai-hyo: el Precepto Exterior, expresado en forma de reglas o códigos.
- Kai-chu: el Precepto Interior, manifestado en el compromiso mental y meditativo.
- Kai-shin: el Precepto Verdadero, que es la fusión completa con la voluntad del Buda.
Así, el samaya es dinámico: comienza como voto, se realiza como práctica, y culmina como estado de Iluminación permanente.
En la Escuela del Loto Reformada, el Samaya es considerado una expresión sublime de la Budeidad Innata. No es un código impuesto desde afuera, sino la floración espontánea del corazón que ha recordado su identidad búdica. Quien practica el Samaya, no se somete a una ley, sino que responde al llamado eterno del Buda que mora en su propio ser. El Samaya, en esta visión, no es sólo un voto: es una danza sagrada entre el devoto y el Buda, un puente de compasión que convierte el Samsara en Mandala, y la vida cotidiana en Iluminación.
Aunque no seas un monje o sacerdote budista, todos los Hijos del Buda se benefician de asumir los Cuatro Votos Samaya en su corazón y manifestarlos en su vida.
Ahora, veamos un breve Prefacio a un Tratado del Maestro Kukai sobre los Votos Samaya. Todo error es enteramente mío.
Prefacio a los Preceptos Samaya
Compuesto por Kukai
Hay, en este mundo, mil doscientas clases de hierbas medicinales y setenta y dos fórmulas alquímicas, elaboradas por compasión hacia las enfermedades del cuerpo. Y hay, asimismo, Doce Divisiones del Canon del Dharma y 184,000 enseñanzas sagradas, manifestadas por compasión hacia las dolencias del corazón. Las enfermedades del cuerpo, aunque diversas, pueden tratarse con un solo remedio; pero los males del corazón, en su variedad inconmensurable, no pueden sanarse con una sola palabra.
Por ello, nuestro Gran Maestro, el Buda, administró una pluralidad de remedios, para sanar las infinitas dolencias de los seres. Las Cinco Constantes y los Cinco Preceptos son como un ungüento sagrado para los niños que se inician en la práctica. Las Seis Prácticas y las Cuatro Meditaciones son como la leche purificada para los infantes sin temor. Los 250 Preceptos, las Cuatro Atenciones, las Ocho Renuncias, los Doce Eslabones Interdependientes y las Doce Austeridades son medicinas diseñadas para quienes buscan extinguir el ego y el apego al yo, con el fin de alcanzar el Samadhi. Aferrándose al Dharma, llegan al Nirvana. Estas son las enseñanzas curativas del Shravakayana, los métodos de sanación del Pratyekabuddhayana.
Mas hay también quienes, sin necesidad de relación externa, despiertan la compasión y contemplan el vacío como ilusión; ellos practican las Seis Perfecciones como sendero y los Cuatro Medios de Atracción como vehículo. Acumulan méritos a lo largo de tres inconmensurables eones, y alcanzan la sabiduría en sus cuatro manifestaciones. Esta es la medicina del Mahayana dependiente del otro. Renunciando al yo, alcanzan la libertad; contemplando el no-nacimiento, despiertan la mente; disipando las ocho formas del error, alcanzan la sabiduría perfecta; eliminando las cinco concepciones extremas, entran en el Camino Medio. Enmudecen las cuatro formas de expresión, se aquietan las nueve clases de mente, y así logran la técnica sublime de la no-nacida mente despierta. Contemplan su propio corazón en la flor del loto; asemejan el objeto y la sabiduría a un espejo que ilumina y humedece; fusionan las tres verdades y establecen las seis etapas. Esta es la acupuntura del Camino de la Realidad Absoluta.
Más aún, comparan la totalidad del Dharma con la Red de Indra; contemplan al Buda del corazón como el agua dorada de la Iluminación; entretejen los Seis Aspectos y los Diez Misterios como urdimbre de su doctrina; distinguen las Cinco Enseñanzas y los Cuatro Carruajes, diferenciando la hondura de lo superficial. Desde el primer pensamiento hasta la completa Iluminación, recorren tres nacimientos para alcanzar el fruto del Buda. Este es el resultado del corazón sin naturaleza propia, el fruto del Buda de la Mente Vacía.
Todas estas enseñanzas, tan excelsas, se adaptan perfectamente a las distintas capacidades y naturalezas de los seres. Son medicinas maravillosas, inconcebibles. Desde lo más alto se derraman estas doctrinas como néctar divino, proclamadas por el Buda del Gozoso Uso del Dharma y por el Buda que se manifiesta para enseñar. Pero los Preceptos Samaya que hoy transmitimos son los Votos del Buda Mahsvairocana, el Cuerpo del Dharma de la propia naturaleza. Son preceptos de la enseñanza del Mandala del Mantra verdadero.
Si hay hombres virtuosos o mujeres virtuosas, monjes o monjas, devotos laicos o laicas, que deseen entrar en este vehículo y practicar su senda, primero deben manifestar Cuatro Tipos de Corazón: (1) el Corazón de la Fe, (2) el Corazón de la Gran Compasión, (3) el Corazón del Significado Supremo, y (4) el Corazón del Gran Bodhicitta.
El primer tipo, el Corazón de la Fe, se establece para asegurar determinación, firmeza y no-retroceso. Este corazón posee diez aspectos:
- Primero, la pureza, que hace que la mente se aclare como el cristal.
- Segundo, la certeza, que fortalece la mente con firmeza.
- Tercero, el gozo, que elimina las aflicciones mentales.
- Cuarto, la no-fatiga, que aparta la pereza.
- Quinto, la alegría compartida, que participa del mérito de los actos virtuosos ajenos.
- Sexto, el respeto, que no desprecia a los que poseen virtud.
- Séptimo, la armonía, que no contradice lo que se escucha o ve.
- Octavo, la alabanza sincera, que glorifica con el corazón los actos excelsos.
- Noveno, la indestructibilidad, que se aferra a una sola mente sin distracción.
- Décimo, el amor y el gozo, que perfeccionan el corazón de la compasión.
El segundo tipo, el Corazón de la Gran Compasión, también se llama el Corazón del Voto Activo. Este corazón no surge en las doctrinas de los no-budistas ni en las de los Dos Vehículos; sólo los Bodhisattvas de gran estatura pueden generarlo. Ellos contemplan el universo como desprovisto de dualidad y ven a todos los seres como a su propio cuerpo. Porque el corazón de los nobles siempre se coloca a sí mismo en último lugar. Además, comprenden que los seres de los tres tiempos son el conjunto de sus Cuatro Grandes Deudas. Estas Cuatro Deudas han caído en los tres caminos del sufrimiento, y padecen dolores innumerables. "Yo soy su hijo, su esperanza. Si no soy yo, ¿quién habrá de rescatarlos?" Así nace el Corazón de la Gran Compasión. La gran compasión elimina el sufrimiento; la gran benevolencia administra la medicina. Pero la raíz de dar felicidad no es otra que cortar el mal desde su origen. Y la forma de cortar el mal desde su raíz es otorgar la Ley. Aunque las doctrinas son diversas como las estrellas, las ocho puertas anteriormente mencionadas son su fundamento. Sin embargo, debido a las diferentes naturalezas y capacidades de los seres, existen múltiples niveles de profundidad y velocidad en la enseñanza. Por esta razón, para discernir entre todas estas doctrinas y determinar cuál es suprema, se desarrolla el tercer corazón: el del significado supremo, también llamado la Sabiduría Profunda del Prajna.
¿Cómo se realiza esta selección entre las doctrinas? Si hay un ser de raíz superior y sabiduría penetrante que desea practicar esta enseñanza, debe regresar temprano a la morada de su propio corazón. Antes que nada, debe comprender claramente las diferencias entre los vehículos. Pero para discernir con precisión cuál de estos vehículos es más elevado, no se puede recurrir a la comprensión de los seres comunes, ni siquiera de los adeptos de los Dos Vehículos, ni siquiera de los Bodhisattvas de las Diez Etapas. Solo puede saberse apoyándose en las enseñanzas claras del Tathagata. Y como el Tathagata mismo ha expuesto con claridad estas distinciones, debemos tomar estas palabras como espejo para nuestra elección.
El ser común, el animal entre los animales, el ser ordinario, dedica su vida a cometer las Diez Malas Acciones, se deleita en los Tres Venenos, se enreda en los Cinco Deseos, y nunca considera que en su próxima vida podría caer en los Tres Malos Destinos y sufrir tormentos sin medida. Por tanto, alguien dotado de sabiduría no debería apegarse al sendero de tales seres.
El "Vehículo de los Niños Puros" que practican el vegetarianismo por simple fe —aunque afirma creer gradualmente en causa y efecto, y practicar las Cinco Constantes o los Cinco Preceptos— no es más que la semilla humana que da fruto entre los hombres, y ni siquiera garantiza el gozo de los Cielos. Por ello, tampoco debe uno aferrarse a ese vehículo.
El "Vehículo de los Niños Sin Temor", el de los no-budistas que aspiran a los cielos, puede llevar desde el nivel más bajo de los Cuatro Reyes Celestiales hasta los deleites sutiles de los Cielos de la Absorción Meditativa, de los cuales se cuentan doscientos veintiocho tipos. Pero todos ellos terminan cayendo nuevamente en los reinos humanos o infernales, sin alcanzar jamás la liberación del ciclo. Por ende, tampoco debe uno apegarse a este sendero.
El Vehículo Hinayana de los Shravakas y Pratyekabuddhas, que destruyen los apegos y trascienden los Tres Mundos, siguen siendo de nivel bajo. Requieren tres nacimientos y sesenta eones, o incluso setecientos ochenta y cuatro ciclos de tiempo. ¡Qué vasto es este sendero! Por tanto, tampoco es deseable apegarse a él.
El Vehículo del Mahayana dependiente del otro, con sus dos puertas que proclaman la vacuidad de la mente, promueve el desprendimiento del cuerpo y la entrega de los hijos y esposas por compasión. Requiere tres grandes eones incalculables, la práctica de las Seis Perfecciones y una miríada de prácticas. Es como escalar una montaña infinita: los corazones débiles se agotan fácilmente, retroceden más veces de las que avanzan. ¿Quién podría resistir semejante empresa?
El Vehículo de la Realidad Unica —aunque diga que elimina las impurezas mentales y penetra la pureza, que extingue la dualidad entre objeto y sabiduría y realiza la talidad— sigue siendo solo un gozo en el camino purificado, aún sin entrar en el tesoro del Vajra. Por ello, no es un lugar donde morar permanentemente. Incluso aquel que alcanza la mente sin naturaleza inherente, que fusiona con el Reino del Dharma y realiza el Triple Cuerpo del Buda, que refleja como la Red de Indra y obtiene un Cuerpo Universal del Dharma— sigue siendo solo el principio del Camino hacia la Budeidad, el Buda inicial. Todavía no ha manifestado los Cinco Cuerpos y los Cuatro Mandalas. Por tanto, tampoco debe aferrarse a ese punto. Llamar "logrado" a lo que aún no ha sido alcanzado, o "llegado" a lo que aún no ha sido pisado, es una ilusión. Por ello, obedeciendo la enseñanza del Tathagata y guiados por la sabiduría más elevada, distinguimos los vehículos y despertamos la Mente Bodhi.
Si una persona practica de acuerdo con alguno de los senderos anteriormente mencionados, aún no ha generado la más sublime y pura Mente Bodhi. Por tanto, los Bodhisattvas del Camino del Mantra verdadero trascienden todas estas etapas de desarrollo mental. Ellos generan la Mente Bodhi y actúan de acuerdo con ella. Para distinguir claramente entre los distintos vehículos y entender la superioridad de este, se manifiesta entonces el corazón de la sabiduría suprema, el tercero de los cuatro corazones.
Finalmente, hablamos del Bodhicitta, la Mente de la Iluminación, la cual se divide en dos aspectos:
Uno es la Mente que busca la Iluminación (el que busca), y el otro es la Mente Iluminada que se busca (el objeto de la búsqueda).
La Mente que busca la Iluminación es como alguien que, antes de actuar bien o mal, primero establece la intención en su corazón. Así también, el que busca la Iluminación debe primero manifestar su intención. O como alguien ebrio o loco que, habiendo ingerido veneno, de pronto despierta el deseo de regresar a su hogar; como un viajero que, tras haber cumplido con su misión, súbitamente se conmueve con el anhelo de su tierra natal. Así es también el corazón que anhela la Iluminación. Al reconocer que ha estado encerrado en la prisión de los Tres Mundos, dormido en el pantano de los seis caminos, ¿cómo no habría de emprender el viaje de regreso a la plataforma adornada de la sabiduría originaria, conduciendo el carro de la energía espiritual? Ese es el corazón que busca.
El objeto de esa búsqueda es el Cuerpo del Mandala del Reino del Vajra, el cuerpo de oro adornado sin fin, el gran Mahavairocana. Sus Cuatro Cuerpos del Dharma, sus Cuatro Mandalas Sagrados, existen desde siempre y por igual en todos los seres. Sin embargo, cubiertos por los cinco velos y oscurecidos por las tres ilusiones, no han podido despertar a ello.
Mas si uno contempla el resplandor de los discos del Sol y la Luna, si recita con fe los sonidos de los Mantras y las sílabas de la verdad, si activa los Tres Misterios con su poder, y si utiliza las cuatro Mudras con habilidad mística, entonces la luz del Gran Sol se extenderá por todo el Reino del Dharma, y el Velo de la Ignorancia se fundirá repentinamente en el océano del corazón. La ignorancia se tornará en sabiduría; el veneno se transformará de inmediato en medicina. Las deidades de los Cinco Budas y de las Tres Familias aparecerán en plenitud; innumerables Budas emergerán como gotas del Océano Cósmico. Morando en este Samadhi, se dice que uno habita el "Samadhi Secreto de Todos los Budas".
Los Budas y Tathagatas, al habitar este Samadhi Secreto del Gran Amor Compasivo y del Sentido Supremo, lo reconocen como su Precepto. Nunca lo olvidan, ni siquiera por un instante. ¿Por qué, entonces, se llama esto un "Precepto"?
Existen dos significados esenciales para la palabra "Precepto":
- El primero es Vinaya, que se traduce como "dominio" o "disciplina", el arte de refrenar la mente indómita.
- El segundo es Sila, que se traduce como "frescura y serenidad", el estado de quietud obtenida tras abandonar la negatividad.
Si uno contempla a todos los seres sintientes como a sí mismo, y los Cuatro Grandes Benefactores (los padres, los maestros, el país y los seres sintientes) como el cuerpo propio, entonces no se atreverá a herir la vida de ningún ser. Esta contemplación le impedirá tomar la vida de otros. Al ver en todos a su propio cuerpo, no se atreverá a robar sus posesiones. Al ver en todos la imagen de los cuatro benefactores, no se atreverá a mancillar ni profanar. Al ver en todos su propia forma y deuda de gratitud, no se atreverá a engañar ni mentir. No usará palabras groseras ni insultantes, ni sembrará discordia entre los seres. No codiciará ni buscará obsesivamente bienes o placeres. No se dejará llevar por la ira hacia los demás, ni permitirá que su corazón sea dominado por la ignorancia.
En virtud de este corazón de gran compasión y votos activos, uno naturalmente se aparta de las Diez Acciones No Virtuosas. Este apartarse del mal es lo que constituye elPprecepto de Vinaya o disciplina. Y por el hecho de abandonar estas acciones negativas, la mente alcanza frescura, claridad y silencio interior. Esto es el Precepto del Sila, la serenidad de la virtud. Así también, estos Preceptos son llamados los "Preceptos que Benefician a los Seres Sintientes".
Además, mediante la contemplación del Prajna profundo —la sabiduría sutil e iluminadora— uno examina los nueve estados mentales mencionados antes y comprende que carecen de naturaleza inherente. ¿Cómo es esto así? Tal como el hielo del invierno se derrite ante el sol de la primavera y fluye en arroyos; tal como el metal y la piedra se funden ante el fuego ardiente; así también, todos los dharmas, al surgir por causas y condiciones, carecen de naturaleza propia.
Así, el ser común, el "carnero entre los carneros", originalmente dominado por la mente maligna, al encontrarse con un buen amigo espiritual que lo guía, despierta la mente del niño puro que observa los preceptos. Desde ahí, al comprender el principio de causa y efecto, nace en él la fe en los cielos y la voluntad de proteger los votos. Con este corazón de niño sin temor, y motivado por un deseo supremo de liberación, guiado nuevamente por buenos maestros, genera el corazón del Shravaka y Pratyekabuddha, que abandona el yo y las raíces del karma.
Los discípulos de los Dos Vehículos, al recibir el impulso y la exhortación de los Budas, despiertan el corazón del Mahayana dependiente del otro. Quienes ya practican este Mahayana, movidos por el deseo del fruto supremo, despiertan el corazón de la no-nacida mente iluminada. Al comprender la no-naturaleza propia de todos los seres, esta mente de Iluminación única y real se manifiesta. Y quienes poseen esta mente única y verdadera, al ser despertados por los Budas, generan la mente suprema sin naturaleza propia. Los que llegan a esta etapa, movidos por el deseo último del Corazón Adamantino, despiertan la Mente Secreta y Adornada del Mandala.
Todo esto ocurre porque todos los dharmas son sin naturaleza propia, y porque, al contemplar esta Vacuidad a través del Prajna profundo, se da un progreso constante y cada vez más sublime. Al observar que todos los dharmas carecen de esencia propia, se deja naturalmente todo mal, se cultiva todo bien, y se beneficia a uno mismo y a todos los seres.
Éstos son los Preceptos Sublimes de las Tres Colecciones (los tres grupos de Preceptos del Mahayana): completos y sin carencias. Y así también es habitar el Samadhi Secreto. Quien mora en este vehículo, utiliza estos Preceptos para examinar su cuerpo y mente, y para guiar y transformar a otros seres. Esto es lo que se llama el Precepto Secreto del Buda del Samaya.