Marishiten (Marichi) es una de las deidades más enigmáticas y resplandecientes del Budismo Esotérico, cuya luz no puede ser oscurecida, y cuya presencia, aunque invisible, protege y sostiene silenciosamente a quienes viven en la práctica del Camino.
La veneración de Marishiten tiene sus raíces en las profundidades del pensamiento védico y brahmánico, donde aparece como una diosa solar asociada a los rayos del amanecer. Su nombre, "Marīcī", proviene del sánscrito y significa literalmente "rayo de luz", "resplandor" o "destello". En los Vedas, este nombre designa tanto a una de las creaciones primordiales de Brahma (el ṛṣi Marīci), como a un aspecto de la luz solar, especialmente aquella que precede al amanecer. Pero fue en el contexto tántrico del Budismo Mahayana y Vajrayana donde esta deidad adquirió su forma definitiva y una función profundamente protectora. Al ser incorporada al panteón esotérico, Marīcī fue revestido de poderosas cualidades como diosa de la ilusión (Maya), del camuflaje, del rayo solar, del poder marcial y de la protección invencible. En estos desarrollos doctrinales, se mezclan tradiciones de adoración solar, ideas mágicas sobre la invisibilidad, y la práctica esotérica de la identificación con los aspectos más sutiles de la realidad.
En el Budismo Vajrayana, Marīcī forma parte de los protectores del Dharma (Dharmapalas), pero su naturaleza es peculiar. No es un Bodhisattva en sentido estricto, sino un deva tántrico, una deidad mundana sacralizada por el Tantra, que asume un rol crucial en las prácticas esotéricas de defensa y ocultación. Cuando llegó a Japón gracias al Budismo Esotérico (Vajrayana - Mikkyo) con la llegada de los Grandes Maestros Saicho y Kukai, Marīcī fue venerada como Marishiten, y asumión un rol mayormente femenino.
Marishiten es representada de múltiples maneras, reflejo de su poder mágico para manifestarse de acuerdo a las necesidades de los seres. Las formas más comunes en el Budismo Esotérico son:
- Sentada o de pie sobre un carro tirado por siete jabalíes o cerdos o solo uno: los cerdos representan tanto la ignorancia como la obstinación de las pasiones, que ella ha conquistado. También simbolizan los siete días de la semana y las fuerzas de la naturaleza sometidas a su voluntad.
- Con tres, cinco o más cabezas y múltiples brazos, sosteniendo armas como espadas, vajras, arcos, discos, o espejos, con los que vence a los enemigos del Dharma.
- Con un rostro sereno o iracundo, dependiendo de su función: ya sea como protectora maternal de los practicantes, o como guerrera implacable contra las fuerzas demoníacas.
- Rodeada de un resplandor solar: aludiendo a su esencia luminosa, invisible al ojo común pero clara para el ojo de la sabiduría.
En el Budismo Esotérico japonés, sobre todo en las escuelas Shingon y Tendai, Marishiten es vista como una forma femenina de Vajrayogini o como una Vidyarajni (Reina del Conocimiento Tántrico), lo que la convierte en una protectora tanto de la Iluminación como de la práctica secreta.
La figura de Marishiten fue introducida en Japón probablemente durante el Período Nara (710–794) o Heian (794–1185), en el contexto de la transmisión del Budismo Esotérico desde China, a través de las enseñanzas del maestro Kukai (fundador de la escuela Shingon) y del Gran Maestro Saicho (fundador de Tendai en Japón). Los rituales de invocación a Marishiten fueron preservados en los textos tántricos traídos por estos maestros, como parte de los conjuntos de Dharanis y Sadhanas (prácticas devocionales esotéricas). Marishiten fue gradualmente adoptada en contextos más amplios, especialmente por los practicantes de artes marciales.
Durante el Período Kamakura (1185–1333) y Muromachi (1336–1573), la figura de Marishiten fue adoptada con fervor por la clase samurái. En su carácter de deidad de la invisibilidad, la agilidad y la invulnerabilidad, se convirtió en una protectora marcial por excelencia. Los guerreros realizaban prácticas tántricas para volverse "invisibles como Marishiten", invocando su nombre, visualizando su forma y recitando sus Mantras. Algunos portaban amuletos con su imagen o su Mantra, y otros consagraban espadas o armaduras en su honor. Los textos esotéricos mencionan que si el guerrero mantiene una mente pura, si no mata por ira sino por deber y justicia, Marishiten le cubrirá con su manto solar y lo hará pasar inadvertido a sus enemigos. En este contexto, Marishiten fue asociada no solo con la luz, sino con la niebla y el espejismo, con la capacidad de estar presente sin ser visto, de actuar sin dejar huella: un ideal profundamente compatible con la filosofía del guerrero silencioso y con el arte del Ninjutsu, que también la venera.
En los rituales esotéricos se recitan diversos mantras y dhāraṇīs en honor a Marīcī. Uno de los más conocidos es el siguiente: "Om Marichi Svaha". Este mantra sencillo, unido a su Mudra y su Mandala, invoca su presencia y su protección. Estas prácticas, unificadas, producen el Marishiten Zanmai —el estado de conciencia en que uno se vuelve como un rayo, intangible, veloz, sin obstrucción. Esta es la verdadera invisibilidad: no una huida, sino una sabiduría hábil que evita el conflicto innecesario y actúa solo cuando la compasión lo requiere.
Desde nuestra perspectiva budológica, Marishiten representa la Luz del Buda que disuelve la Oscuridad de la Ignorancia sin ser vista directamente. Ella es la metáfora viviente del Upaya (medio hábil) que guía sin imponer, que actúa sin llamar la atención. Podemos verla como una manifestación luminosa del Buda Eterno en su forma esotérica femenina, que despliega compasión velada en las zonas más oscuras del mundo.
En la oscuridad del Mappo, cuando los corazones están turbios y los peligros son numerosos, el devoto del Vehículo Único puede acudir a Marishiten, no como quien busca gloria o venganza, sino como quien desea caminar el mundo con claridad, sin ser atrapado por él. Quiera ella, madre solar y protectora esotérica, envolvernos en su luz invisible, y guiarnos sin ruido por los Senderos del Bodhi.