El "Tratado Esencial del Camino del Zen", es una obra breve pero doctrinalmente rica que recoge de forma sistemática los principios fundamentales para la práctica del Shikan (止觀), es decir, la Calma (Samatha) y la Contemplación (Vipassana), eje central de la meditación según la escuela Tendai. Escrita por el Gran Maestro Chih-i, esta obra condensa elementos de su vasta enseñanza sobre la práctica meditativa, especialmente tal como se desarrolla con amplitud en su magna obra el Maka Shikan. Aunque breve en extensión, este escrito funciona como un compendio práctico, ritual y teórico, dirigido a practicantes que deseen incorporar el camino meditativo tanto en la quietud como en la acción.
La obra se estructura en secciones progresivas que orientan al lector desde la preparación inicial —estableciendo las cinco condiciones necesarias para la práctica: sustento adecuado, pureza moral, retiro, abandono de obligaciones y presencia de un maestro espiritual— hasta el refinamiento interior del Samadhi y la visión Prajna. Se detallan con claridad las etapas para armonizar el cuerpo, la respiración y la mente, así como los métodos para superar los cinco deseos y las cinco obstrucciones mentales, integrando tanto aspectos psicológicos como doctrinales.
De particular importancia es la exposición final sobre la práctica del Shikan en las actividades ordinarias de la vida: caminar, estar de pie, sentarse, acostarse, hablar y trabajar. Esta perspectiva encarna la visión integral tiantai según la cual el Dharma no se limita al Zazen (meditación sentada), sino que permea cada instante de la existencia. Así, la meditación se convierte en una práctica universal, capaz de ser realizada en medio de las condiciones cambiantes y los contactos sensoriales. Esta es una clara manifestación de la doctrina de los Tres Contemplaciones en una Sola Mente y la Triple Verdad: Vacuidad, Convencionalidad y Camino Medio, no como niveles sucesivos, sino como una realización simultánea e interpenetrada.
El texto culmina con una exposición elevada de las Tres Contemplaciones en el acto de venerar al Buda, revelando cómo cada postración, cada recitación o cada movimiento puede convertirse en vehículo de liberación si se realiza con visión doctrinal profunda. El Buda es entonces visto no solo como figura externa, sino como presencia viva de los Tres Cuerpos del Buda, unidos armónicamente en la propia mente del practicante iluminado. Esta práctica devocional se funde con la visión más alta del Mahayana, conduciendo a la manifestación de las Tres Virtudes del Buda y culminando en la realización del Buda como el Tesoro Secreto que abarca a todos los seres.
Por su lenguaje conciso, su claridad estructural y su riqueza doctrinal, el Tratado Esencial del Camino Zen ha sido desde la antigüedad una guía fundamental en la tradición meditativa Tendai. Aun hoy, ofrece a los devotos y estudiosos una síntesis accesible y profunda del camino interior que conduce desde la disciplina externa hacia la Iluminación no dual del Buda Eterno.
Tratado Esencial del Camino Zen
Cuando una persona desea practicar la meditación (Zen) y estudiar el método de la sabiduría, debe ante todo comprender los métodos auxiliares (upaya), y sólo después abordar la enseñanza de la Calma (Samatha) y Contemplación (Vipassana). En cuanto a estos métodos previos, se enumeran cinco condiciones indispensables, llamadas los Cinco Factores Necesarios:
- Primero, provisión suficiente de ropa y alimento.
- Segundo, pureza en la observancia de los preceptos.
- Tercero, morada en un lugar tranquilo y retirado.
- Cuarto, cesación de todos los asuntos y ocupaciones mundanas.
- Quinto, vincularse a un maestro virtuoso o guía espiritual (kalyana-mitra).
Si falta alguno de estos cinco factores, se entorpece la tranquilidad de la mente. Si, por ejemplo, no se cuenta con un buen maestro espiritual, no se conocerán los errores ni los obstáculos a evitar. Por esta razón, es esencial contar con estas cinco condiciones.
En segundo lugar, se debe reprobar los cinco deseos sensoriales, es decir: formas visuales, sonidos, fragancias, sabores y objetos táctiles. Estos cinco tipos de estímulo son capaces de generar en el practicante el deseo de aferrarse y el corazón de la codicia. Si no se les reprueba y abandona, se entorpecen las prácticas correctas; por eso es necesario rechazarlos con determinación.
- Primero, el velo del deseo sensual.
- Segundo, el velo de la ira y la aversión.
- Tercero, el velo del letargo y el sueño.
- Cuarto, el velo de la agitación y el remordimiento.
- Quinto, el velo de la duda.
Si se eliminan estos cinco velos, la mente obtiene paz y estabilidad. Cuando estos velos están presentes, la mente se encuentra cubierta, atada, y la claridad se ve impedida.
En cuarto lugar, se deben armonizar cinco aspectos o funciones, es decir:
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Armonizar la alimentación, de modo que uno no esté ni hambriento ni demasiado saciado.
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Armonizar el sueño, evitando tanto la privación como la indulgencia excesiva.Estos dos aspectos se regulan fuera del estado de meditación.
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Armonizar el cuerpo,
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Armonizar la respiración, y
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Armonizar la mente.Estos tres se regulan dentro de la práctica meditativa propiamente dicha.
En resumen, la mente no debe estar ni sumergida ni flotante. Ésa es la señal de una mente correctamente armonizada.
Después de establecer estas tres armonías —del cuerpo, del aliento y de la mente—, uno debe aún asegurarse de que, en la postura meditativa, estos tres aspectos estén bien regulados. Si en algún momento uno percibe que cuerpo, respiración o mente no están ajustados, debe retornar a las técnicas mencionadas para corregirlos. Cuando los tres están armonizados, la meditación puede entonces llevar al logro del samādhi.
- Primero, liberar la mente de su objeto y dirigirla hacia otros vínculos ordinarios.
- Luego, abrir la boca y exhalar profundamente, imaginando que el aliento se dispersa por las cien venas del cuerpo, siguiendo el curso del deseo de moverse.
- Después, mover levemente el cuerpo, comenzando con los hombros, costillas, manos, cabeza y cuello.
- A continuación, mover ligeramente ambas piernas y rodillas.
- Seguidamente, con ambas manos, frotar suavemente todos los poros y vellos del cuerpo.
- Después, frotar las palmas para producir calor, y cubrir los ojos con ellas.
- Sólo entonces se deben abrir los ojos.
Esperar a que el sudor del cuerpo se haya secado completamente antes de levantarse y actuar libremente. Si no se sigue este procedimiento, pueden sobrevenir enfermedades como consecuencia del desequilibrio corporal.
La quinta disciplina consiste en cultivar Cinco Métodos Esenciales, los cuales son: deseo, diligencia, atención plena, sabiduría hábil y unificación mental (ekagrata, "mente única").
Se explica de la siguiente manera: "Deseo" significa anhelar sinceramente liberarse de todas las ilusiones y falsedades del mundo, aspirar a alcanzar todas las prácticas de meditación y los portales de sabiduría. "Diligencia" significa esforzarse con intensidad y constancia en la práctica del Camino Supremo, desde el comienzo de la noche hasta el final del día, conservando siempre la pureza de los preceptos. "Atención plena" consiste en contemplar con concentración cómo todas las cosas del mundo —las leyes sociales, las labores productivas, cada color, cada aroma— no son sino expresiones del Dharma del Buda, manifestaciones de su enseñanza universal. "Sabiduría hábil" significa reflexionar sobre los agregados, los sentidos y los objetos, y comprender que todos ellos se integran en la Verdadera Naturaleza de la Realidad (Tathata). Así, se convierte el ámbito de los demonios en el ámbito del Buda y se realiza la actividad búdica incluso en medio del Samsara, tal como hizo el Bodhisattva Sādaprarudita. "Unificación mental" significa que, al comprender que las leyes mundanas son inseparables de las trascendentes, uno debe cultivar con sinceridad las dos prácticas fundamentales: concentración (Samadhi) y sabiduría (Prajna), haciendo que se correspondan plenamente con la naturaleza del Dharma. Así, el corazón se vuelve como el diamante: inquebrantable, invulnerable. Por ello, esta práctica recibe el nombre de "mente unificada".
Todo lo expuesto hasta aquí describe las condiciones necesarias para la práctica de la meditación sentada (Zazen), considerando en especial los aspectos de la respiración y el recogimiento. Pues bien, quien desee generar la aspiración al Camino y aprender el Dharma, debe primeramente preguntar por el camino a seguir. Hay sendas que están abiertas y otras que están obstruidas; hay enseñanzas que son correctas y otras que son erróneas; hay corazones rectos y otros torcidos. Aquí, presento un método basado en la meditación sentada, señalando sus signos y su dirección. Lo demás se puede comprender por analogía.
En cuanto a las vías bloqueadas, se debe saber que las Cuatro Nobles Verdades actúan como indicadores: el sufrimiento y su origen son las puertas cerradas; el cese es la vía abierta. La ignorancia y los Doce Eslabones de la Cadena de Origen Dependiente son obstrucciones; la cesación de la ignorancia es apertura. Las seis aflicciones (avaricia, ira, ignorancia, arrogancia, duda y visión errónea) son cierre; las Seis Perfecciones (Paramitas) son apertura. Si uno enfrenta las tres obstrucciones, debe romperlas y despejar el camino.
A continuación, se deben discernir los "corazones desviados" (mentes erradas o motivaciones distorsionadas). Son diez:
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Si alguien practica la meditación motivado por la búsqueda de ganancia material, sustento o fama, quebrantando los preceptos, tal práctica nace de una mente infernal y sigue el camino que conduce al infierno.
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Si alguien medita para obtener reconocimiento, elogios o la alabanza de los demás, su motivación nace de una mente falsa y torcida, y sigue el camino de los espíritus hambrientos (preta).
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Si alguien cultiva el chan con el deseo de aumentar su séquito de discípulos, sirvientes o patrocinadores, su motivación proviene de una mente errante y dispersa, y sigue el camino de los animales.
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Si alguien medita con la intención de superar o vencer a otros, movido por la envidia y la competencia, su corazón es uno de fealdad y rivalidad, y sigue el camino de los asuras (ashura).
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Si alguien, por temor a morir o perder el cuerpo humano en la próxima vida, practica la meditación solo por acumular méritos y mantener los preceptos, su motivación proviene de una mente inferior del deseo, y sigue el camino humano.
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Si alguien busca recompensas placenteras en esta vida y en la próxima, combinando su práctica con las diez buenas acciones, su mente es elevada dentro del deseo, y sigue el camino celestial de los dioses.
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Si alguien practica con el fin de dominar a otros, exhibirse, adoptar posturas arrogantes y lograr que los demás lo sigan y lo reverencien, su motivación nace de una mente demoníaca, y sigue el camino del sexto cielo del deseo, el dominio del Mara.
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Si alguien busca las delicias tranquilas de la meditación en esta vida y en las próximas, su mente nace del deseo de Brahmā, y sigue el camino de los cielos de la forma (rūpa-dhātu).
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Si alguien desea obtener inteligencia mundana, elocuencia, y conocimiento de todo sin limitación alguna, y por ello se entrega a la meditación, su mente es la de un tīrthika (hereje o asceta externo), y sigue el camino del cielo del no-pensamiento, propio de las doctrinas erróneas.
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Finalmente, si alguien, al contemplar profundamente el ciclo de nacimiento y muerte en el mundo, lo ve como una prisión insoportable y se siente intensamente motivado por alcanzar el Nirvana, deseando salir rápidamente de los Tres Mundos, su corazón es puro, sin contaminación, y su práctica corresponde al camino de los Shravakas y Pratyekabuddhas —los Dos vehículos—. Esta mente, aunque libre de corrupción, es aún limitada en su compasión.
He aquí, brevemente, diez tipos de mente desviada. Las primeras nueve son mentes del mundo, mentes de nacimiento y muerte. La décima es una mente trascendente, una mente de Nirvana, una mente santa, una mente de liberación.
Tú, practicante del Camino, si aspiras verdaderamente al aprendizaje y a la práctica, debes reconocer con claridad lo correcto y lo erróneo, y no generar un corazón a la ligera. Incluso quienes siguen los Dos Vehículos (Shravaka y Pratyekabuddha) examinan cuidadosamente sus motivaciones; ¡cuánto más deberían hacerlo quienes buscan el Mahayana!
No confundas ilusoriamente estos corazones desviados con la intención auténtica. Si deseas armonizarte con el principio último, primero debes asumir la condición humana con humildad, y no pretender conocer asuntos más allá de tu alcance. De otro modo, se producirá el odio y la hostilidad mutua, vida tras vida, sin cesar, no solo en esta existencia, sino en las futuras también, perpetuando la oscuridad y el fracaso en el Camino.
Aquel que puede sellar sus labios, juntar sus palmas, cerrar sus oídos al ruido del mundo, y sentarse erguido en calma para cultivar su mente: tal persona es un ser noble, un santo del más allá del mundo. Pero si no es así, es difícil escapar del destino de los fantasmas hambrientos y los animales.
Práctica Sentada de Meditación
A continuación se explica cómo practicar la Calma y Contemplación (Samatha y Vipassana). En primer lugar, se presenta el método según la práctica realizada en posición sentada.
Cuando el practicante se sienta en meditación, pueden surgir pensamientos dispersos o actividad mental discursiva. Para tratarlos, se cultivan tres tipos de detención:
La primera se llama Calma por fijación del objeto. Consiste en atar la mente a un punto —por ejemplo, la punta de la nariz, el entrecejo, el espacio entre las cejas o lugares semejantes— y mantener firmemente la atención en ese objeto, de manera que la mente no se disperse. Esta es la Calma que guarda el objeto y previene la distracción.
La segunda se llama Calma por control de la mente. Cuando surgen pensamientos que se elevan sin control, uno debe frenarlos de inmediato, evitando que se disgreguen o se multipliquen. Estas dos primeras formas son Calma de carácter operativo, es decir, se centran en el dominio externo de la mente y sus actividades.
La tercera se llama Calma por comprensión de la realidad. En esta, el practicante contempla cualquier objeto mental —sea cual sea aquello en lo que la mente se detiene— como una manifestación de los dharmas. Entonces debe reconocer que todos los dharmas surgen por condiciones, y como tales, carecen de naturaleza propia. Al comprender que no tienen esencia intrínseca, cesa el apego. Por ausencia de apego, cesan también los pensamientos ilusorios y la mente se aquieta. Esto se llama verdadera Calma. Cuando la mente ya no se mueve, esto se denomina "no-producción". Esta no-producción es el manantial original de todos los dharmas. Si se logra descansar en esta fuente, entonces todas las ilusiones, el nacimiento y muerte, y las actividades kármicas, devienen vacías y silentes: esto es el Camino del Nirvana y la Verdadera Realidad del Dharma.
Así concluye, de manera concisa, la explicación de las tres formas de Calma o Samatha.
Seguidamente, se aborda la Contemplación (Vipassana), la cual se refiere a la visión correcta y profunda de la realidad de los dharmas desde la perspectiva del Camino Medio y de su sabiduría inherente.
En la meditación sentada, el practicante contempla todos los objetos mentales que surjan, ya sean dharmas buenos, malos o neutros. Cualquiera que sea el objeto de atención, debe observar que todos los pensamientos, uno tras otro, no permanecen. Incluso si ya se ha contemplado su naturaleza verdadera, si aún no se detienen, uno debe ir más allá y volver la atención a examinar la raíz misma de la mente que los produce.
Entonces debe preguntarse: ¿De dónde surge esta mente? ¿Nace del pasado, del presente o del futuro?
Aún más, uno debe investigar: ¿Esta mente realmente existe, o no existe?
Por tanto, uno debe comprender que esta mente no es ni existente ni inexistente. Esto es la contemplación correcta del Camino Medio.
Además, si durante la meditación la mente cae en la pesadez, en la somnolencia, o en la torpeza —cuando la cabeza cae y se pierde la claridad—, entonces se debe aplicar la contemplación analítica de los dharmas para contrarrestar la enfermedad del letargo.
Por otro lado, si la mente se dispersa, se agita o corre tras los objetos externos, entonces se debe aplicar la detención para eliminar los pensamientos confusos, centrándose de manera unificada en un solo objeto.
El practicante debe reflexionar hábilmente y aplicar con destreza tanto la detención como la contemplación para regular su mente, de modo que los pensamientos ilusorios no surjan. Esto es lo que se llama saber utilizar correctamente la mente. Aquí se halla el verdadero principio del Camino.
Práctica de Detención y Contemplación al Atravesar Condiciones y Enfrentar Objetos
Seguidamente se explica cómo practicar Shikan (Calma y Contemplación) en medio de las condiciones cambiantes y al interactuar con los objetos de los sentidos.
Las condiciones pueden clasificarse en seis tipos: caminar, estar de pie, sentarse, acostarse, hablar y realizar tareas. Los objetos de los sentidos también se agrupan en seis: los seis órganos (ojos, oídos, nariz, lengua, cuerpo y mente) y los seis objetos sensoriales (formas, sonidos, olores, sabores, tactos y pensamientos). La unión de estos seis factores internos y seis externos constituye doce campos de experiencia.
Primero, consideremos la práctica del Shikan mientras se camina. Cuando el practicante se dispone a caminar, debe reflexionar: "¿Por qué camino en este momento? Si lo hago por causas impropias, inútiles o dañinas, no debería caminar. Pero si lo hago por motivos correctos, beneficiosos y virtuosos, entonces está bien caminar."
Durante la marcha, debe aplicar la práctica de Shikan así: debe reconocer que, debido al acto de caminar, surgen diversas leyes kármicas, buenas o malas. Debe examinar este acto de caminar y todas las leyes que lo rodean, y comprender que todas son ilusorias. Al buscar su esencia, descubre que no tienen sustancia, y en ese momento cesan los pensamientos ilusorios: esto se llama Calma.
Luego, debe reflexionar así: "Es por el movimiento de la mente que el cuerpo se desplaza, que hay un ir y venir, y que se produce el acto de caminar. Pero si examino esta mente que camina, no puedo encontrar ni su forma, ni su punto de partida, ni su destino. No nace ni cesa. Por tanto, tanto quien camina como todo lo que rodea la acción de caminar es, en definitiva, vacío y sereno." Esto se llama Contemplación.
Habiendo entendido cómo aplicar el Shikan mientras se camina, se sabe entonces cómo hacerlo en las otras cinco actividades —estar de pie, sentarse, acostarse, hablar y actuar—, pues siguen el mismo principio.
Ahora, consideremos cómo aplicar el Shikan al enfrentar objetos sensoriales. Cuando se ve un color o una forma, uno debe reconocer inmediatamente que son como una ilusión, como una imagen mágica, y no dejar que surja el deseo ni el apego. Mantener la mente tranquila y serena en medio de la percepción visual: eso se llama Calma.
Y además, debe contemplar: ¿de dónde nace esta mente que ve los colores y las formas? ¿Surge del ojo? ¿Surge del objeto percibido? ¿Surge de la combinación de ambos? ¿O surge aparte de los dos?
Por tanto, debe comprenderse que la mente que ve los colores y las formas jamás ha nacido realmente. Solo tiene existencia nominal. Y los nombres son, en su naturaleza, vacíos. Carecen de sustancia real. Esto se llama Contemplación.
Y del mismo modo que se practica zhǐguān al ver colores y formas, así también debe aplicarse al enfrentar los otros cinco pares: oído-sonido, nariz-olor, lengua-sabor, cuerpo-tacto, mente-idea.
Práctica de las Tres Contemplaciones en el Acto de Venerar al Buda
A continuación se enseña cómo, durante el acto de venerar al Buda, se puede practicar la Triple Contemplación de la mente unificada.
Cuando se hace una postración al Buda, se debe contemplar que la mente que venera en ese momento es simultáneamente vacía, convencional e intermedia.
- Contemplar que la mente es vacía es venerar al Buda como el Buda del Cuerpo de Retribución (Nirmanakaya).
- Contemplar que la mente es convencional es venerar al Buda como el Buda del Cuerpo de Respuesta (Sambhogakaya).
- Contemplar que la mente es intermedia (Camino Medio) es venerar al Buda como el Buda del Cuerpo del Dharma (Dharmakaya).
Así, una sola postración equivale a tres. Un solo Buda es, en esencia, tres. Aunque tres, es uno; y aunque uno, es tres. Esta es la Veneración Perfecta y Completa, también llamada la Veneración Inconcebible.
Y del mismo modo que en la postración, así también debe aplicarse la Triple Contemplación cuando se recita sutras, se circunvala la imagen del Buda, o se actúa en medio de las condiciones del mundo. Todo pensamiento y toda actividad de la mente debe basarse en estas Tres Contemplaciones.
Se pregunta: ¿cuál es el poder transformador de esta práctica de una mente y tres contemplaciones?
Respuesta:
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La Contemplación de la Vacuidad rompe los cuatro tipos de aferramiento.
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La Contemplación de la Convención rompe las obstrucciones como las partículas del polvo.
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La Contemplación del Camino Medio rompe la ignorancia fundamental.
Así, mediante las Tres Contemplaciones y los Tres Principios, se disuelven las Cinco Aflicciones Fundamentales. Al romperse estas cinco aflicciones, se revelan los Tres Cuerpos del Buda:
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Al romper las cuatro moradas del apego, se revela el Cuerpo de Retribución.
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Al romper las obstrucciones de polvo, se manifiesta el Cuerpo de Respuesta.
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Al romper la ignorancia, se ilumina el Cuerpo del Dharma.
Asimismo, al perfeccionarse las Tres Contemplaciones, se colman las Tres Virtudes:
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La Contemplación del Camino Medio colma la virtud del Dharmakaya.
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La Contemplación de lo Convencional colma la virtud de la sabiduría.
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La Contemplación de la Vacuidad colma la virtud de la liberación.
Por ello, cuando las Tres Virtudes se han completado, se dice que el practicante se ha convertido en un Buda del Tesoro Secreto. Tanto Budas como seres vivientes entran en este tesoro secreto, donde no hay posesión de nada y reina la paz absoluta, como el espacio vacío.
Y si esto es así, ¿cómo se puede aún hablar de la existencia de "todas las cosas"?
El Buda, usando nombres y designaciones provisionales, guía a los seres sintientes. Él presenta las verdades mediante enseñanzas hábiles, y los seres entran en el Dharma por diversos portales. Desde lo burdo, se conduce a la comprensión del principio único.
Estas enseñanzas han sido esbozadas para los practicantes principiantes, y no deben tomarse rígidamente como si todo lo demás fuera incorrecto. Si se capta el espíritu de esta enseñanza, entonces mil carros compartirán el mismo surco, y todos los ríos desembocarán en el mismo mar.
Pues todos los dharmas tienen una naturaleza igual; el cuerpo del Buda del Dharma reside dentro de todos los seres. El espacio entero y el universo están colmados por este cuerpo sagrado.
El verdadero practicante debe siempre recoger su mente y contemplar que los Cuatro Grandes Elementos y los Cinco Agregados son vacíos y sin sustancia. Esto se llama el Camino.