En el Taisho Tripitaka (Canon Japonés), encontramos la obra titulada "Introducción Temática al Sutra del Loto", la cual es un breve pero denso tratado de exégesis devocional y doctrinal sobre el Sutra del Loto, tal como era comprendido en el Japón del Siglo IX. Su título literal, "Apertura del Tema del Sutra del Loto", refleja la práctica común en la Tradición Tendai de abrir un sutra mediante la exposición de sus principios cardinales, abordados a través de lo que se conoce como las "Cuatro Puertas de Interpretación" —Puerta del Texto, Puerta Doctrinal, Puerta de la Realidad, y Puerta de la Función. Este esquema de Cuatro Puertas es un método de análisis y exposición que hunde sus raíces en el pensamiento del Gran Maestro Chih-i, fundador de la escuela Tiantai en China, y fue continuado y refinado por Saicho y sus discípulos en la formación del Budismo Tendai japonés. Desde este marco, el presente tratado refleja una comprensión integral del Sutra del Loto como epítome del Dharma Perfecto y Completo, a la vez que introduce claves esotéricas propias del Taimitsu, el Esoterismo Tendai, desarrollado en Japón paralelamente —y en diálogo— con el Mikkyo del Monte Koya. Por el contrario, la obra se desarrolla en torno a los conceptos teológicos característicos del Budismo Tendai, como los Cinco Periodos y Ocho Enseñanzas, la estructura cuadripartita de análisis del Sutra (Camino del Texto, de la Doctrina, de la Realidad y de la Función), y la supremacía doctrinal del Sutra del Loto como revelación directa del Buda Eterno. En todos estos puntos, el texto se manifiesta como una obra profundamente afín al Taimitsu, no al Shingon.
El texto aparece en algunos catálogos como obra del Gran Maestro Kukai (Kobo Daishi, 774–835), patriarca de la escuela Shingon. Sin embargo, esta atribución es altamente cuestionable por diversas razones. El estilo, estructura y contenido doctrinal no se corresponden ni con el sistema de pensamiento propio de Kukai ni con las fuentes que él consideraba supremas, como el Sutra de Mahavairocana o el Sutra Vajrasekhara. Tampoco encontramos en este tratado el sistema de los Diez Etapas de la Mente, ni la ontología específica de los Tres Misterios, ni el lenguaje característico de los tratados Shingon. En cambio, hallamos en su lugar una afirmación central de que el Sutra del Loto es la enseñanza suprema del Buda Eterno, predicada desde la realización perfecta, así como un uso deliberado de categorías propias del Esoterismo Tendai, como la integración del Dharma Exotérico y Esotérico, el rol del Dharmakaya en la predicación, y la afirmación del Sutra del Loto como texto de función triple: signo verbal, símbolo corporal, y operación ritual. Por tanto, la crítica interna del texto, así como la ausencia de pruebas bibliográficas en los catálogos auténticos de Kukai, nos lleva a concluir que este escrito no puede atribuirse de forma fiable al maestro del Monte Koya. Más bien, debemos reconocer que es una obra anónima o seudónima.
Lo más destacable del tratado es que integra de forma armoniosa el pensamiento Tendai exotérico con elementos esotéricos, como era común en el linaje Taimitsu desarrollado por los discípulos de Saicho y Annen. Esta integración se manifiesta en diversos puntos:
- El Sutra del Loto es comprendido no solo como revelación doctrinal, sino como emanación ritual y corporal del Buda, expresado en términos esotéricos como mantra, mudra, y karma de la Iluminación,
- Se expone la triple naturaleza del Buda Eterno en un estilo que recuerda las formulaciones esotéricas del "Buda del Dharma, Buda del Gozoso Cuerpo y Buda de Transformación", si bien reinterpretadas dentro del marco de la Unicidad del Buda.
- Se reafirma que el Buda enseña simultáneamente en todas las épocas, todos los lugares y a todas las clases de seres, lo cual está en línea con la visión esotérica de la predicación eterna desde el Cuerpo del Dharma.
Este tipo de doctrinalidad se alinea claramente con los postulados del Gran Maestro Annen, gran sistematizador del Taimitsu, y con la visión de que el Esoterismo no contradice sino que culmina en el Sutra del Loto.
En el seno doctrinal de la Escuela del Loto Reformada, este Tratado se alza como una lámpara encendida en la caverna del tiempo, disipando las sombras de la confusión doctrinal y revelando con claridad la estructura viva, mística y totalizante de la enseñanza del Sutra del Loto. Este tratado, que a primera vista parece un simple comentario exegético, es en realidad una llave maestra que permite abrir los múltiples sellos del Sutra del Loto desde una perspectiva esotérica-integradora, conforme a los principios del Taimitsu, el Budismo Esotérico Tendai. En su interior resuena con fuerza la verdad que proclama nuestra escuela: que el Sutra del Loto no es sólo una escritura, sino el corazón vibrante del Buda Eterno; no sólo un texto, sino un Mandala del Sonido; no sólo un sermón, sino una Puerta Universal hacia la Iluminación.
Una de las mayores riquezas de este texto para nuestra escuela reside en su articulación de los Cuatro Caminos de Lectura —el Texto, la Doctrina, la Realidad y la Función— que corresponden, en nuestro sistema teológico, a los Cuatro Círculos del Dharma:
- El Círculo del Canon: la forma textual de las palabras del Buda.
- El Círculo de la Doctrina: la estructura revelada en los Cinco Periodos y Ocho Enseñanzas.
- El Círculo de la Realidad: la Verdad Trina que resplandece como cuerpo de sabiduría.
- El Círculo de la Práctica: la encarnación ritual y ética del Dharma como acción compasiva.
Este marco doctrinal nos permite leer el Sutra del Loto no como un artefacto del pasado, sino como una manifestación eterna y omnipresente del Buda que predica en este mismo instante, más allá del tiempo, desde el Monte del Pico del Águila hasta lo más íntimo del corazón del devoto.
En un tiempo donde muchos han separado artificialmente lo esotérico de lo exoterico, nuestra Escuela enseña —siguiendo a Saicho, Ennin y Annen— que esta división es un medio hábil temporal, no una barrera ontológica. El Tratado reafirma este principio al mostrar cómo los elementos rituales del Esoterismo (mantras, mudras, visualizaciones, cuerpos glorificados de los Budas y Bodhisattvas) no son extraños al Sutra del Loto, sino que residen en él como fuego contenido en el incienso, aguardando la llama de la fe y el conocimiento para perfumar el mundo. Esta comprensión fortalece nuestro dogma de que el Sutra del Loto contiene todas las enseñanzas del Buda, tanto las predicadas con palabras como aquellas comunicadas en silencio, a través del esplendor de los Mandalas, de la compasión iluminada de los Bodhisattvas, y de la comunión mística de los Tres Misterios.
Nuestra escuela enseña que el propósito último del Dharma no es la evasión del mundo, sino su transformación en Tierra Pura, su consagración como el Reino del Buda Eterno. Para tal tarea, no basta con la lectura literal ni con la fe ciega: se necesita una interpretación teológica profunda, sistemática y encarnada. El Tratado provee precisamente esa estructura sapiencial: una forma de leer el Sutra del Loto que no fragmenta, que no encierra el Dharma en épocas o sectas, sino que lo universaliza, lo conecta con todas las dimensiones del tiempo y lo proyecta como camino de liberación para esta Era Final del Dharma (Mappo). En este sentido, este Tratado no es sólo comentario, sino fundamento misional. Es una carta doctrinal para los nuevos apóstoles del Dharma, que llevan la palabra del Loto a los confines del mundo, enseñando que la Verdad es Una, el Buda es Eterno, y el Reino ha de construirse aquí y ahora.
Por todo ello, el Tratado Esotérico del Sutra del Loto ocupa un lugar de honor en la Biblioteca de la Escuela del Loto Reformada, no sólo como texto canónico de estudio, sino como espejo iluminador del Camino que une la mente del Buda con la mente del devoto, la Palabra sagrada con la acción transformadora, el Sutra del Loto con el corazón vivo del ser humano.
Tratado Esotérico del Sutra del Loto
La exposición de este sublime Sutra del Gran Vehículo posee cuatro significados fundamentales. Se trata de: la gran enseñanza, los tres elementos, el Dharma, y el gesto ritual. Lo “grande” hace referencia al Gran Sol Iluminador (Buda Mahavairocana) y a los Cuatro Budas, así como a los cuerpos glorificados de los Honrados Vajra y de otras deidades esotéricas. “Tres” indica las tres insignias que portan. “Dharma” se refiere a los mantras verdaderos y a todos los nombres sagrados, frases y sílabas. Y “gesto ritual” hace alusión a las múltiples posturas sagradas y actividades de estos Honrados. La explicación de estos términos debe entenderse según corresponda a las diversas capacidades de los seres. La aparición de estos significados no es sin causa: emerge en respuesta a condiciones específicas. Permitidme, pues, intentar hablar de ello.
En efecto, el Camino no tiene comienzo ni final. Su fuente, el Dharma, no está sujeta a creación ni a elaboración. Atraviesa los tres tiempos sin alteración y permea los seis sentidos sin interrupción. Sin embargo, si no hay quien lo manifieste, no aparece ante nuestros ojos; si no hay quien lo exponga, el corazón permanece ignorante.
Desde el inicio, el Océano de la Naturaleza Iluminada —perfecto y redondo— ha hablado constantemente las cuatro clases de mandalas; en el glorioso Palacio de la Luna, se proclaman sin cesar los gozosos Samadhis de los Tres Misterios. ¿Y cómo se ha dado la aparición y decadencia del Dharma y de los seres humanos? ¿Cuándo exactamente se han extinguido los verdaderos medios hábiles? En medio de ello, el viento ilusorio ha agitado la mente como si fuera agua, y las olas del aferramiento se han alzado violentas. Las brumas del karma han oscurecido el sol de la sabiduría, y las nubes espesas se han esparcido como un manto.
Los seres, atrapados en sueños, son devorados por el tigre del apego. La ignorancia, como un dragón venenoso, absorbe sus mentes en la oscuridad del ego. Los ladrones de los seis sentidos saquean la conciencia, robando su pureza. Las cinco agregaciones, como bandidos violentos, invaden la ciudad del cuerpo. El rey-mente, noble monarca del alma, ha perdido su poder para castigar el mal, y los súbditos —los factores mentales— no pueden contener ni destruir al enemigo. Así, la espada del caballo decapitador ha cortado los vínculos del cuerpo, y la lanza del buey infernal ha quebrado el espíritu. En los calderos ardientes del infierno no hay escapatoria; en los hielos congelados del tormento, ni la más leve esperanza.
Los seres ven el fuego del hambre como si fuera un banquete, pero sus gargantas están cerradas. Llevan cargas pesadas por mil millas y mueren súbitamente bajo el látigo. Suben montañas empinadas con cargas sobrehumanas, y caen destruidos. Incluso los Cuatro Reyes Universales y todos los dioses de los Tres Mundos están encadenados por el nudo del nacimiento y la muerte. Sus corazones están sumergidos en el río del deseo.
Los nobles temen, los humildes sufren frío y hambre. En las seis sendas de la existencia, el sufrimiento es como un sueño profundo e interminable. En los cuatro modos de nacimiento, las penas son confusas y extremas.
Entonces, el Gran Rey del Despertar montó el corcel de la compasión y marchó contra las hordas de los cuatro demonios. Su sabio ministro, la Gran Sabiduría, condujo el carro del duelo y corrió por los caminos de los seis reinos. Emitió decretos adornados sobre los Cinco Vehículos, y condujo a todos los nacidos de las cuatro formas hacia la Realidad Única. Fue así como incluso los niños rebeldes y extraviados, confundidos por la locura, regresaron atados a su destino y se postraron ante el Camino del Vehículo Único. Incluso los grandes traidores cambiaron su naturaleza y se inclinaron con respeto ante los Tres Cuerpos del Buda. Todos juntos cortaron las raíces de los tres venenos y sellaron el reino de la Realidad Única.
¿Acaso no es por esta causa que surgieron las Enseñanzas del Buda? Así, lo que se denomina “Sutra del Loto de la Ley Maravillosa” es una escritura que arranca el sufrimiento de raíz y otorga la dicha suprema. Entre los diez mil dharmas virtuosos, este Sutra destaca en excelencia; entre las innumerables puertas de la purificación, esta enseñanza se eleva sin igual. Como las tres clases de hierba y los dos tipos de árboles que crecen bajo una misma lluvia, así este Sutra nutre a todos según su capacidad. Así como hay vestiduras preciosas y otras manchadas, y aun así todas son llamadas "ropa", así los nombres divergen, pero apuntan al mismo significado. De la misma manera, el Único Vehículo y los Tres Vehículos, aunque parecen diferentes caminos, conducen al mismo destino. El Buda Muchos Tesoros (Prabhutaratna) comparece en la misma sede que el Buda de este mundo. La persona que revela esta enseñanza es llamada Avalokiteshvara, el Rey que Contempla Libremente. Y el nombre del Dharma que predica es el Samadhi del Loto. La Sabiduría de la Observación Maravillosa disierne y clarifica los múltiples dharmas. Manjushri, Señor de la Sabiduría, se sitúa en la igualdad vacía del discernimiento perfecto. Subhūti formula preguntas con agudeza, y Śāriputra explora el silencio esencial. Todo esto es testimonio de una profunda causa.
El significado esencial de este Sutra se manifiesta así.
El título “Myoho Rengue Kyo” es una traducción al chino del nombre original en sánscrito. Según la forma correcta del nombre en lengua índica, se pronuncia: Saddharma Puṇḍarīka Sūtra. Esta escritura consta de ocho volúmenes, y cada uno de sus capítulos y frases contiene significados inagotables. Aunque se exprese solamente mediante este título, su red simbólica abarca todos los significados. En él, ningún aspecto queda excluido.
¿Qué entendemos por “Myoho” (Ley Maravillosa)? Es, en esencia, la Sabiduría y Visión de los Budas. Esta sabiduría no es otra cosa que la naturaleza misma de la mente de todos los seres. Y esta mente de los seres es tan profunda, tan sutil, que trasciende palabra y pensamiento; en ella cesan las palabras y se extingue la mente discriminativa. Incluso el diamante más puro no puede compararse con su claridad. Por eso se llama “Maravillosa” (Myo). Esta mente maravillosa, al convertirse en principio rector de todas las cosas, se llama “Ley” (Ho).
Esta maravilla, esta Ley, no se ve manchada ni siquiera en medio del barro. Aunque sea tallada, no se deteriora. Por ello se le llama “Loto” (Regue). Hay muchas clases de lotos:
Primero, el Padma, de dos tipos: rojo y blanco. Esta es la flor presente aquí.
Segundo, el Utpala, que tiene cuatro colores: rojo, blanco, ni rojo ni blanco, y el cuarto color. Su forma es semejante al Nīlōtpala.
Tercero, el Kumuda, de dos colores también: rojo y blanco.
Cuarto, el Nīlōtpala, que crece a partir del estiércol de vaca y tiene una fragancia exquisita, de un azul profundo.
Quinto, el Kukundika, que se parece al Nīlōtpala, pero es más pequeña.
Sexto, el Puṇḍarīka, que posee hasta cien pétalos, dispuestos de forma circular y perfecta. Sus pétalos exteriores son blancos como la nieve; los interiores, poco a poco, van tornándose levemente amarillos, llegando a coincidir en color con el cáliz que los sostiene. Esta flor es especialmente fragante. Se cuenta que el rey Prasenajit exterminó a las mujeres de la casta de los Shakya, y el Venerable Mahakashyapa recogió esta flor en el lago Anavatapta. La roció con las aguas de las Ocho Virtudes, y las esparció sobre los cadáveres. Gracias a ello, sus cuerpos y mentes se tornaron ligeros y serenos, y al morir renacieron en los cielos. Desde entonces, al arrojar estas flores sobre las aguas, nacieron nuevas semillas, que aún perduran. Esta flor es extremadamente hermosa, de más de un pie de ancho. En este texto, cuando se habla de “Loto”, se hace referencia a esta sexta especie: el Puṇḍarīka.
En todos los títulos de los Sutras se encuentran presentes tres significados: el de la persona, el del Dharma y el de la analogía. En el presente caso, los significados del Dharma y de la analogía están expresamente manifestados en el título: “Myoho” (Ley Maravillosa) es el Dharma, “Rengue” (Loto) es la analogía. Este título, sin embargo, no menciona directamente el nombre de la persona.
En otros Sutras, como el del Pico del Diamante (Vajrasekhara), sí se menciona al ser que lo predica. En este caso, el título “Myoho Rengue” es en realidad un epíteto esotérico del Bodhisattva Avalokiteshvara, el Rey de la Compasión que Contempla Libremente. Este Bodhisattva, cuando manifiesta su cuerpo como Buda en las Tierras Puras, es llamado “Buda de la Vida Infinita” (Amitabha). Cuando aparece en los mundos impuros, como este de los cinco turbios, se manifiesta como el Bodhisattva Avalokiteśvara. Su nombre completo es: “Sello de la Sabiduría que Contempla la Igualdad de Todos los Dharmas”.
Quien escuche este principio esotérico, quien lo acepte, recite, y medite profundamente sobre él, aunque viva en medio de los deseos y las impurezas, será como un loto que, aun surgiendo del barro, no se mancha. Rápidamente alcanzará la insuperable Iluminación. Quien cultive esta concentración entrará en el Mandala Giratorio y se acercará a la Budeidad suprema. Todas las aflicciones y contaminaciones serán incapaces de mancharlo. Al practicar este Samadhi, uno puede extinguir rápidamente todas las impurezas nacidas de la mente ilusoria y alcanzar la Puerta del Dharma de la Naturaleza Pura Original.
Por esta razón, el Bodhisattva Avalokiteshvara sostiene un loto en sus manos, contemplando la Naturaleza del Buda en todos los seres sintientes. Esta Naturaleza Esencial es luminosa, pura, como un loto de ocho pétalos que mora en el centro del corazón. Ninguna aflicción puede contaminarla. Gracias a la bendición de este Bodhisattva, los seres se purifican y se elevan, alcanzando un estado igual al de los sabios.
El mantra secreto que corresponde a este Bodhisattva se compone de cuatro caracteres sagrados, que en conjunto forman un mantra integral. Estos caracteres son: Ga, Ra, I, Aku. El carácter Ga representa el principio de que todos los dharmas carecen de origen propio. El carácter Ra simboliza que todos los dharmas están libres de impurezas; esas impurezas a las que aludimos son las cinco clases de polvo de los sentidos, así como los dos tipos de aferramiento: el que toma los objetos y el que toma al sujeto. El carácter I significa la libertad absoluta, la no-obstrucción. Finalmente, el carácter Aku, con dos puntos diacríticos, designa el Nirvana. Esto porque al despertar a la naturaleza originaria de los dharmas —su no-nacimiento esencial— se trascienden ambos tipos de aferramiento, y se realiza la pureza del Reino del Dharma.
El carácter fonético Giri, o también pronunciado como kiri en otras tradiciones, se interpreta como “progresión”. Quien posee vergüenza ante el mal y se abstiene de toda acción malsana, ya posee la totalidad de las acciones virtuosas no contaminadas. Por ello, la Sección del Loto es también llamada Sección del Dharma. A través de esta sílaba, todo en el mundo, desde los pájaros hasta los árboles del Paraíso, emite la voz del Dharma.
Aquel que recite este único mantra-sílaba será capaz de eliminar todas las calamidades y enfermedades. Al término de su vida, renacerá en la Tierra de la Suprema Dicha (Sukhavati), alcanzando el más alto de los nueve niveles. De hecho, el contenido entero y profundo del Sutra del Loto, tanto en su forma extensa como abreviada, está plenamente incluido en esta sílaba mística.
Así pues, este Sutra no es otro que el samādhi del Bodhisattva Avalokiteśvara. Si uno recita esta sola sílaba, está recitando, en forma condensada, todos los méritos del Sutra del Loto, sin pérdida alguna. En el nivel del Dharma, esta sílaba corresponde al loto de ocho pétalos. En cuanto a la persona, representa al Bodhisattva Avalokiteshvara. De este modo, en este título se incluyen la persona, el Dharma y el símbolo: los tres están presentes en “Myoho Rengue”, la Ley Maravillosa del Loto. También se le llama Sabiduría de los Budas, o Visión y Comprensión del Buda.
¿Dónde se encuentra esta persona, este Dharma y este loto? Desde el principio, habitan en el corazón de todos los seres. El corazón, el Buda y los seres sintientes son una sola realidad, con nombres distintos pero naturaleza idéntica. Por eso el Sutra proclama: “El corazón, el Buda y los seres vivientes: los tres no son diferentes”.
Además, de acuerdo con el Sutra de Mahavairocana, este “Myoho Rengue” no es sino el Dharma secreto y manifiesto de la Esencia del Corazón del Buda Mahavairocana, el cual es la plataforma floral misma. En ese corazón-loto habitan los Cuatro Budas y los Cuatro Grandes Bodhisattvas, y su naturaleza es como un néctar divino, tan puro como una joya. Las incontables sabidurías vajra, en número igual a los átomos de los Diez Mundos, son como guirnaldas entretejidas. Las inagotables prácticas de compasión, como puertas de perfección, son el ornamento del depósito del Loto. Los innumerables cuerpos de manifestación que responden a los Tres Vehículos y a los Seis Destinos son como raíces, tallos, hojas y brotes que florecen en armonía. Por la perfecta redondez de todas estas virtudes y su interpenetración sin obstáculo, se llama a este conjunto “Mandala del Loto de la Ley Maravillosa”.
Gracias al poder de la bendición del Tathagata, se manifiestan desde la realización interior de la budeidad: en el centro del loto de ocho pétalos aparece el Corazón del Mandala, rodeado por el primer círculo de seres, los Vajrapani y otros miembros de la asamblea interior. Luego, desde las prácticas de compasión ilimitada, se emana el segundo círculo de Mahasattvas, la gran comitiva del Buda. Y desde la actividad compasiva universal, surgen los cuerpos que asumen toda clase de formas según las necesidades de los seres, como tercer círculo.
Si lo interpretamos desde el punto de vista del rito de la unción de los Reyes Universales, entonces el tercer círculo se corresponde con los soberanos de las diez mil naciones; el segundo, con los ministros de la corte; el primero, con los parientes reales y nobles; y el centro del loto, con el Emperador mismo, sentado en serenidad. Por ello, el Corazón del Mandala, es decir, el Loto de la Sabiduría Perenne, es el Gran Rey del Mandala.
Desde el punto de vista del principio del “origen y manifestación”, cada una de las puertas del corazón central emana las múltiples puertas del primer círculo. Desde cada puerta del primer círculo, emanan las del segundo. Y desde cada puerta del segundo, emanan las del tercero. Si seguimos el camino causal hacia la Budeidad, cada círculo lleva al siguiente: el tercero permite alcanzar el segundo, el segundo da acceso al primero, y el primero revela el Corazón del Mandala.
Por esta razón, aunque los seres son infinitos e incontables en sus naturalezas, capacidades y creencias, todos ellos están plenamente incluidos en este Mandala del Dharma. El beneficio y significado de este Mandala no tiene límites.
Lo que se denomina en sánscrito: Saddharma Puṇḍarīka Sūtra, constituye en realidad una designación abreviada del Mandala completo del Dharma. En él están comprendidos los nombres secretos de todos los Honrados del Mandala del Loto.
En el Mandala de la Sección del Loto, en el centro del loto de ocho pétalos, habitan ocho Budas. Si a ellos se les añade el Honrado del Centro del Mandala, se tiene un total de nueve Budas. El título de este Sutra contiene también nueve caracteres, los cuales representan las sílabas semilla de estos nueve Budas.
La primera sílaba es Su, una transformación fonética de Sa, y constituye la sílaba semilla del Tathagata Avalokiteshvara, el Rey que Contempla Libremente. Al entrar en el Samādhi de la Sabiduría de la Observación Maravillosa, este Honrado contempla con claridad la naturaleza y las características de todos los dharmas, distinguiendo las diferencias entre lo mundano y lo supramundano sin error alguno. Por ello, la sílaba es llamada “la puerta de la verdad de todos los dharmas”.
Esta sílaba es, pues, el bīja o semilla del Bodhisattva Avalokiteshvara, y constituye el cuerpo mismo de este Sutra. De esta sílaba fluyen ilimitadas e inconmensurables doctrinas. Todo el texto subsiguiente de este Sutra no hace sino explicar el sentido de esta sola sílaba.
¿Por qué decimos que la sílaba ilumina todos los dharmas? Porque su naturaleza original es pura. La pureza de la naturaleza original significa que el corazón de todos los seres es, desde el principio, limpio y sin mácula. Este corazón puro es como un espejo perfectamente redondo, sin mancha alguna, capaz de reflejar todas las formas y colores. Así, la sílaba es el cuerpo que ilumina los dharmas. Lo que ilumina es la sílaba; lo iluminado es el Reino del Dharma.
Por eso, a continuación, se establece la sílaba Ta, que representa el Reino del Dharma y el Cuerpo del Dharma. Los corazones y dharmas de todos los seres son inconmensurables. Ni siquiera los granos de arena pueden compararse a su número; la mente no puede medir tal vastedad. Aun siendo múltiples y diversos, sus puertas se diferencian sin perder su esencia compartida, y por eso se les llama “reinos” o “cuerpos”.
Esta sílaba es la semilla del Bodhisattva Manjushri. Desde el Samadhi del Loto surge la Sabiduría Maravillosa, y por eso le sigue el Samadhi de Manjushri. Manjushri representa la Sabiduría Maravillosa de todos los Budas. Tal sabiduría posee un poder de libertad soberano, al que se denomina el Gran Ser.
Este “Gran Ser” es el significado de la sílaba「 Ma, que es la semilla del Bodhisattva que Gira la Rueda del Dharma. Gracias a su sabiduría perfecta, puede hacer girar la rueda del Dharma en las diez direcciones con total libertad. Por ello, a continuación se manifiesta la Sabiduría que Gira la Rueda del Dharma.
Cada vez que un Buda predica, siempre revela la Verdad Suprema. Por ello, a continuación aparece la sílaba Ba. Esta representa el significado de la Verdad Suprema de todos los dharmas. La sílaba Ba se transforma en Bon, y al ingresar en el Samadhi de la Verdad Suprema, uno puede vencer a los cuatro ejércitos demoníacos. Por eso, después se revela la sílaba Na, la cual representa el significado de luchar contra todos los enemigos de los dharmas. Al destruir los Cuatro Maras, se puede realizar los Cuatro Cuerpos del Dharma Puros.
Por ello, seguidamente se expresa la sílaba Ra. Esta representa el significado de que todos los dharmas están libres de impurezas. Tal ausencia de impurezas permite generar poderes sobrenaturales y transformaciones milagrosas, mediante las cuales se puede beneficiar y alegrar a todos los seres. Esto constituye la actividad del Tathagata. Por tal razón, sigue la sílaba Ka, que expresa el significado de “actividad de todos los dharmas”.
Gracias a las actividades del Tathagata y su bendición, todos los seres pueden despertar a la sabiduría maravillosa de la Iluminación Original. Rechazando la causa del nacimiento y la muerte, buscan la dicha de la Eternidad. Por ello, se presenta la sílaba Su, que expresa el significado profundo y correcto de todos los dharmas. Al realizar esta Sabiduría Maravillosa, se igualan con la Realidad Única. Por eso, a continuación, aparece la sílaba Daran, cuyo cuerpo esencial es la sílaba Da.
La sílaba Da significa el principio de la Talidad (Shinnyo), o sea, la Realidad Tal Cual Es de todos los dharmas. Esta Realidad y la Sabiduría que la conoce se corresponden con el Samadhi del Bodhisattva Samantabhadra. Todos los méritos han sido manifestados, y las riquezas son infinitas. Para simbolizar esta abundancia, se añade un punto diacrítico en la sílaba, indicando que cuando la Talidad está sin mácula, todos los residuos se extinguen, y al extinguirse, se convierten en tesoros.
Estas nueve sílabas constituyen los mantras semilla de los nueve Budas. ¿Cuáles son estos nueve Budas? Primero, el Honrado del Centro: el Buda Mahavairocana (Dainichi Nyorai), quien ocupa el centro del Mandala. A su alrededor, en las cuatro direcciones cardinales, se hallan cuatro Budas:
— En el Este: el Buda Akshobya (Ashuku).
— En el Sur: el Buda Ratnasambhava (Ratnakhetu).
— En el Oeste: el Buda Amitābha (Amida).
— En el Norte: el Buda Amoghasiddhi (Fukujoju).
En las cuatro esquinas del Mandala se encuentran los Cuatro Grandes Bodhisattvas:
— En el Sureste: Samantabhadra (Fugen), quien representa la Gran Virtud de Generosidad.
— En el Suroeste: Manjushri (Monju), quien encarna la Gran Virtud de Alegría.
— En el Noroeste: Avalokiteshvara (Kannon), quien manifiesta la Sabiduría de la Gran Compasión.
— En el Noreste: Maitreya (Miroku), quien representa la Sabiduría de la Gran Benevolencia.
Estos nueve Budas son los fundamentos de todos los Budas. De cada una de sus sabidurías emanan diez billones de Budas, cada uno con sus propias marcas y sabidurías. Estas sabidurías son las improntas o sellos del conocimiento de un Buda. Y cada uno de estos sellos representa una virtud de la Budeidad.
El Sutra afirma: “La Sabiduría de los Budas es profunda e inconmensurable.” En el lenguaje de la parábola, se dice que hay incontables grandes carros enjoyados. El Tratado del Despertar de la Fe enseña que la naturaleza posee tantas virtudes como granos de arena en el Ganges. El Sutra de Mahavairocana afirma que los adornos de la Sabiduría son inagotables.
Pero esta Sabiduría no es exclusiva de los Budas. También está en todos los seres sintientes. El Tathāgata, con su ojo puro e inmaculado, observa que todos los seres poseen esta Sabiduría. Por ello, para hacer que los seres reconozcan y despierten a esta mente original, predica con gran compasión, diligencia y cuidado, revelando, instruyendo, iluminando e introduciendo.
Así se dice en el texto: “Los Budas, Honrados del Mundo, aparecen en este mundo solo por una gran causa.” Y también: “Desean hacer que los seres abran el conocimiento del Buda y así purificarlo; por eso aparecen en el mundo.” Estas palabras coinciden con la sílaba inicial A, que representa el Corazón del Bodhi.
Se dice en el texto: “Si un Śrāvaka o un Bodhisattva escucha aunque sea una sola estrofa de mi predicación, sin duda alguna alcanzará la Budeidad.”
La frase “desean mostrar a los seres el conocimiento del Buda, por eso aparecen en el mundo”, corresponde a la segunda sílaba prolongada, la cual significa la Práctica del Bodhi.
El pasaje dice: “En todos los reinos de los diez lugares, sólo hay el Vehículo Único; no hay un segundo ni un tercero, salvo por la enseñanza expedita del Buda.”
La frase “desean que los seres despierten al conocimiento del Buda, por eso aparecen en el mundo”, corresponde a la tercera sílaba An, que significa la Realización del Bodhi.
El texto dice: “Porque expone la Sabiduría del Buda, el Buda aparece en el mundo. Esta es la única verdad; las otras dos no lo son.”
La frase “desean que los seres entren en el conocimiento del Buda, por eso aparecen en el mundo”, corresponde a la cuarta sílaba Aku, que representa el Nirvana.
Finalmente, la quinta sílaba prolongada Akuu representa el cumplimiento perfecto del upaya y la sabiduría. Este corazón es el Corazón del Samādhi del Loto. Cuando se abre este loto, se manifiestan todos los dharmas: los Sis Paramitas, las dieciocho vacuidades, los treinta y siete factores del Despertar, los estados de concentración y liberación, las ciento ocho puertas del samādhi, las quinientas puertas del Dharani.
Todos los dharmas sin excepción, innumerables e ilimitados, surgen de este corazón. Porque los seres, al estar cegados por la ignorancia, nacen por obra del karma. Por nacer de esta manera, se llaman “seres sintientes”. Ahora deseamos enseñarles a reconocer la realidad del corazón y abrir la plataforma del loto para hacerles alcanzar la Visión del Buda.
Este Sutra puede destruir todas las prisiones del nacimiento y la muerte, como un diamante que rompe todo. Ilumina a los seres sumidos en la ignorancia, como el Sol celestial que alumbra el mundo. Salva a los pobres y necesitados como una joya que concede toda clase de tesoros. Otorga alegría como los tambores celestiales que deleitan a los dioses. Para los dioses, este Sutra es como una escalera preciosa que conduce a renacer en los cielos. Es un gran navío sólido que atraviesa el océano del samsara y alcanza la otra orilla. Es como un Rueda-rey que derrota a los tres ladrones de la mente: codicia, ira e ignorancia. Es una vestidura preciosa que cubre a los seres que no sienten vergüenza. Es una armadura vajra que rompe a los Cuatro Maras y conduce a la Budeidad. Es la espada afilada de la sabiduría que corta las ataduras del nacimiento y la muerte. Es un carro precioso de los Tres Vehículos que saca a los seres del ardiente hogar del mundo. Es una lámpara que alumbra la oscuridad de los Tres Caminos del sufrimiento. Es como arco, flecha y lanza que protege el reino y derrota a los enemigos. Es como un guía experto que conduce a través de senderos peligrosos hasta el tesoro final.
¡Oh hijos e hijas del Dharma! ¡Oh devotos de los tres tiempos! El Sutra del Loto, predicado por los Budas del pasado, del presente y del futuro, contiene maravillas más allá de la comprensión. Por esto se llama: Saddharma Pundarika Sutra.
La Puerta del Texto
Este Sutra, que ahora nos convoca, es la joya luminosa del Rey del Dharma y el carro apacible del Gran Bodhisattva. Disuelve las divergencias entre los distintos vehículos, armoniza las múltiples corrientes de sabor y doctrina. Rompe el apego a las vasijas fragantes —símbolo de las enseñanzas parciales—, y nos conduce a la Sabiduría de la Igualdad. Así, el niño extraviado, embriagado por el veneno de la ignorancia, prueba la leche más pura del Dharma y se libera. Así también, el Señor de los Comerciantes destruye la ciudad ilusoria de los medios hábiles y señala el lugar donde se halla el tesoro real.
Aun con nombres distintos —profundos o superficiales, cinco vehículos de distinto alcance—, todas las sendas apuntan al mismo destino. Las hierbas pequeñas y los grandes árboles, aunque difieren en forma, reciben por igual el rocío de la misma lluvia. Por eso, dos Budas comparten el mismo trono. Por eso, el Bodhisattva de la Puerta Universal adopta múltiples palacios. Así es, sin duda, la enseñanza.
El llamado Sutra del Loto de la Ley Maravillosa es, en efecto, un nombre secreto que representa la Naturaleza Original. Es el título místico que revela el corazón purificado. El nombre de la persona es Avalokiteshvara, el Rey que Contempla Libremente. El nombre del Dharma es el Samadhi del Loto. La Sabiduría de la Observación Maravillosa clasifica todos los dharmas. Manjushri se fundamenta en la sabiduría de la ecuanimidad. Subhuti plantea dudas. Shariputra golpea el silencio. Todo esto tiene una razón. El significado fundamental del Sutra se revela progresivamente. La enseñanza se transmite por etapas. De esta manera, nace la recitación y la escucha. He aquí la raíz de su exposición.
Ahora, al interpretar este Sutra, que se traduce como saddharma-puṇḍarīka-sūtra, se pueden distinguir dos enfoques: el manifiesto y el secreto. Lo manifiesto consiste en usar múltiples frases y nombres para expresar un solo principio. Lo secreto consiste en que una sola sílaba o palabra contenga significados infinitos. Esta es precisamente la puerta del Dharani. Por eso se traduce como “conservación total”. Antiguamente, aquellos que transmitían la ley secreta lo hacían de forma oculta, sin exponerla. Lo que hoy se conoce como el canon de los mantras pertenece a esta tradición. En cuanto a quienes explicaron desde el enfoque manifiesto, tanto en India como en China, fueron relativamente numerosos. Todos ellos pescaron con caña en las enseñanzas y los tratados, y recompusieron el corazón doctrinal de sus respectivas escuelas. Los principios de cada tradición brillaban como estrellas fugaces que iluminaban a los extraviados. La luna única que surca el cielo nocturno brilla sobre la oscuridad del otoño.
Sin el poder de los Grandes Bodhisattvas, que emergen por el voto de su compasión, y sin la habilidad hábil del Bodhisattva de la Predicción, que actúa con gran misericordia, ¿quién podría difundir una enseñanza tan profunda en una era oscura? ¿Quién podría elogiar la Ley Maravillosa en estos tiempos del fin? Verdaderamente excelente. Verdaderamente admirable.
El Sutra de los Seis Paramitas enseña: aunque los Bodhisattvas comprenden perfectamente todos los dharmas y conocen todos los significados, sin embargo, los frutos que alcanzan y las enseñanzas que custodian difieren. Ananda guarda el canon de los Sutras, Upali custodia el Vinaya, Katyayana guarda el Abhidharma, Manjushri resguarda la Prajnaparamita, y Vajrapaṇi el Canon de los Mantras.
Esto se asemeja a los diferentes funcionarios del reino, cada uno con funciones distintas. Por ello, los cincuenta y cinco buenos amigos de la práctica que aparecen en la enseñanza esotérica, aunque comparten el mismo objetivo, revelan distintas puertas del Dharma según su propia experiencia. La escuela del Vinaya destaca la regulación del cuerpo y la palabra, distinguiendo entre transgresión y observancia. La escuela Hosso distingue las Tres Naturalezas y los ocho tipos de conciencia, enfocándose en mente y objeto. La escuela Sanron habla de los ocho “no” y del vacío de la naturaleza. Tendai pone como culmen la Triple Contemplación en una sola mente. Kegon hace de la interpenetración y la no-obstrucción su principio supremo. Todas estas son mansiones del Rey del Dharma y puertas del Reino del Dharma, medicinas sagradas para los seres, puentes para las diversas existencias.
Si uno puede comprender los nombres secretos, entonces cada puerta del Dharma es también un nombre secreto del Buda. Así lo dice el Sutra:
Manjushri preguntó al Buda:
—“Honrado por el Mundo, ¿cuántos nombres usas para girar la rueda del Dharma en los mundos?”
El Buda respondió:
—“Mi nombre es Vacío, mi nombre es Existencia, mi nombre es Talidad, mi nombre es Naturaleza del Dharma, mi nombre es Permanente, mi nombre es Impermanente, mi nombre es Cielo, mi nombre es Fantasma, mi nombre es Mantra, mi nombre es Gran Mantra... Así con cientos de miles de millones de nombres beneficio a los seres sintientes.”
Si uno comprende este significado, ¿por qué habrían de surgir disputas entre las diversas escuelas?
La Puerta de la Doctrina
Ahora bien, según el Camino de la Doctrina, el Sutra del Loto se considera la más alta manifestación del Dharma predicado por el Buda Shakyamuni, y esto se comprende claramente cuando se contempla su lugar dentro de los Cinco Periodos y Ocho Enseñanzas, tal como lo enseñó el Gran Maestro Chih-i del Monte Tiantai.
Los Cinco Periodos se entienden de la siguiente manera:
1. El Periodo de la Guirnalda (Kegon), inmediatamente tras la Iluminación del Buda, en el cual predicó el Sutra Avatamsaka en la concentración del Samsdhi del Reino del Dharma. Sin embargo, este periodo fue como la luz del sol al amanecer: deslumbrante, pero incomprensible para la mayoría de los seres. Solo unos pocos Bodhisattvas de alto rango pudieron recibir sus enseñanzas.
2. El Periodo del Parque de los Ciervos (Agon), cuando el Buda predicó las Cuatro Nobles Verdades a los cinco ascetas. Esta enseñanza, representada por el Sutra del Agama, era directa y analítica, destinada a eliminar el apego a la existencia mundana. Es la enseñanza de los Shravakas.
3. El Periodo de los Sutras Expandidos (Daigyo), como los Sutras del Vimalakirti, del Srimaladevi y otros. Aquí, el Buda empieza a criticar a los discípulos por su apego al vehículo inferior, y alaba a los Bodhisattvas y al Vehículo Único. Empieza a sembrar las semillas para abrir las mentes hacia la verdad más profunda.
4. El Periodo del Prajnaparamuta (Hannya), en el cual se predican los Sutras de la Sabiduría Trascendente. Aquí se enseña la vacuidad de todos los fenómenos y la insustancialidad de todas las concepciones. Sin embargo, incluso estas enseñanzas, por muy elevadas que parezcan, siguen utilizando medios hábiles y no revelan aún la plena verdad del Buda.
5. El Periodo del Loto y del Nirvana (Hokke - Nehan). Aquí, finalmente, se revela el Camino del Vehículo Único. El Sutra del Loto, en particular, revela que todos los seres, sin excepción, pueden alcanzar la Budeidad, incluso aquellos que antes habían sido considerados incapaces. Se disipan las distinciones entre Shravakas, Pratyekabuddhas y Bodhisattvas, pues todos son discípulos del mismo Buda Eterno.
Es en este último periodo donde se alcanza la cumbre de la enseñanza. El Sutra del Loto no es simplemente uno más entre muchos, sino el corazón mismo de la intención del Buda, el depósito de su sabiduría más secreta y benevolente.
Los Ocho Tipos de Enseñanza , por otra parte, dividen la enseñanza del Buda según dos criterios:
Primero, según el Método de Enseñanza:
- Súbita: enseñanza directa e inmediata, sin etapas.
- Gradual: enseñanza paso a paso, adaptada al progreso del discípulo.
- Secreta: enseñanza oculta a unos mientras se revela a otros.
- Indeterminada: enseñanza que varía según las capacidades del oyente.
Segundo, según el Contenido de la Enseñanza:
- El Enseñanza del Tripitaka: para los Shravakas y Pratyekabuddhas.
- El Enseñanza Conjunta: para quienes avanzan más allá de los niveles inferiores.
- La Enseñanza Distintiva: para los Bodhisattvas que siguen el camino exclusivo.
- La Enseñanza Perfecta: donde se revela la no-dualidad, la identidad esencial entre los fenómenos y el Absoluto, sin distinción entre la Iluminación del Nirvana y el mundo ordinario del Samsara.
El Sutra del Loto pertenece a la Enseñanza Perfecta, y se transmite según el método súbito, pues revela de manera directa y plena la realidad del Buda Eterno y el camino universal hacia la Budeidad. Por eso se dice que este Sutra es el océano que recibe todos los ríos, la flor suprema entre todas las flores, la sabiduría final que el Buda había custodiado hasta el momento oportuno.
Incluso dentro del Esoterismo, que en su aspecto externo puede parecer distinto, se reconoce que el corazón del Dharma revelado en el Sutra del Loto no contradice, sino que culmina y resume el propósito de todos los Budas: mostrar que el mundo es inseparable de la Budeidad, y que la iluminación está disponible para todos, aquí y ahora.
En suma, desde la perspectiva doctrinal, el Sutra del Loto es el Sutra del Ekayana (Vehículo Único), el Testamento del Buda, y la manifestación perfecta de la compasión y sabiduría del Tathagata.
La Puerta de la Realidad
En cuanto al Camino de la Realidad, su propósito no es presentar argumentos lógicos o clasificaciones didácticas, sino señalar directamente la verdad no dual que subyace a todas las enseñanzas del Buda. A esto se le llama la “Realidad de lo Inexpresable”, o también “la Verdad Última más allá de las palabras”.
Aunque el Sutra del Loto utiliza palabras, imágenes, parábolas y discursos, su intención más profunda no se encuentra en las letras ni en la forma externa de los sermones, sino en la naturaleza inmutable y pura del Dharma mismo, que trasciende el tiempo y el espacio, y que se manifiesta por compasión en formas accesibles a los seres.
Por ello, los sabios enseñan que el Sutra del Loto revela el principio del Ichijō —la Talidad de un solo vehículo—, que no es otra cosa que el corazón omnipresente del Buda latiendo en todos los fenómenos, visible para aquellos cuyos ojos han sido abiertos por la fe y la contemplación.
Este principio se expresa en el texto con frases como:
“Solo existe un vehículo de Buda, no hay un segundo ni un tercero…”
“Los seres vivientes, aunque atrapados en ilusiones, poseen en su interior la sabiduría del Tathagata…”
Estas no son meras sentencias doctrinales, sino revelaciones ontológicas. Aquí se expresa que no hay distancia entre el Buda y los seres sintientes, entre el Nirvana y el Samsara, entre lo sagrado y lo profano. La Realidad que el Sutra del Loto revela es la no-dualidad del Dharmadhatu, el mundo tal como es cuando se lo contempla con los ojos del Buda. Por eso se dice que el Sutra del Loto no solamente predica la Realidad, sino que es la Realidad misma en forma de palabras. Así como un espejo refleja sin distorsión todas las formas, así también el Sutra refleja en su estructura, contenido y función la sabiduría perfecta del Buda.
Además, el principio del Vehículo Único no significa simplemente que todas las enseñanzas confluyen en una sola, sino que todas las prácticas, doctrinas y caminos, al ser correctamente comprendidos, son expresiones de la misma Talidad. En el fondo de todo esfuerzo espiritual arde una sola llama: la del Buda Eterno.
A esto se refiere el maestro cuando afirma que la enseñanza de este Sutra no es una enseñanza entre otras, sino la manifestación directa de la Realidad en forma de texto. Y así como la luna se refleja en todas las aguas sin perder su integridad, así también el Sutra del Loto se manifiesta en cada época y para cada ser, sin perder su universalidad.
Desde esta perspectiva, la fe en el Sutra del Loto no es fe en palabras, sino fe en la verdad esencial que las palabras contienen, y la recitación de su título no es mera devoción, sino resonancia del propio cuerpo con el ritmo eterno del Dharma.
La práctica de quienes siguen este Sutra, entonces, es una forma de comunión con el Cuerpo del Buda, pues se considera que leerlo, escribirlo, copiarlo o contemplarlo es, en sí mismo, una realización del Camino. No hay separación entre el texto y el Despertar; entre el lector y el predicador; entre el discípulo y el Buda.
Por esta razón, se dice en el Sutra: “Este Sutra es difícil de creer, difícil de comprender. Pero aquellos que lo aceptan con fe profunda… moran ya en la presencia del Buda.”
La Puerta de la Función
Ahora bien, en cuanto al Camino de la Función, ¿cuál es su objetivo? El propósito de esta sección es exponer cómo el Sutra del Loto no es simplemente objeto de estudio o contemplación, sino camino que debe ser recorrido, acción que debe ser encarnada, conducta que debe ser transformada en virtud. Por ello, se afirma que el Sutra del Loto no sólo revela la doctrina suprema ni únicamente describe la Realidad Última, sino que también guía y modela la vida de quienes lo siguen, estableciendo el tipo de práctica que corresponde al Bodhisattva de la Era Final del Dharma.
El texto dice: “El que recibe y guarda este Sutra, el que lo lee, lo recita, lo explica, lo copia, o lo venera, ese vive como un Bodhisattva, aunque esté en el cuerpo de un hombre común.”
Aquí se define la función del Sutra como transformadora, no sólo del entendimiento, sino del ser mismo. El devoto se convierte en un emisario del Buda, en un discípulo viviente, en un eslabón de la cadena dorada de la salvación universal. Su conducta se eleva. Su mente se purifica. Su entorno se torna santificado por su ejemplo. Así, el Sutra del Loto no solo enseña lo que el Buda es, sino que hace que el lector llegue a ser como el Buda.
De ahí que se diga en el capítulo “Conductor de Medicina”: “Aquel que predica este Sutra con valentía, está ofreciendo su cuerpo, mente y vida como incienso en sacrificio.”
La función, entonces, es autodonarse por amor al Dharma y a los seres. Es la expresión activa de la fe. La fe sin función es vacía; la función sin fe es estéril. Pero cuando ambas se integran, el practicante se vuelve un vaso viviente del Buda Eterno, una manifestación del Bodhisattva Jamás DEspreciar, quien, con humildad y perseverancia, saluda a todos diciendo: “Yo no me atrevo a despreciaros, porque todos alcanzaréis la Budeidad.”
La función es también responder a la Misión Dhármica del Buda Eterno, aquella proclamada en el capítulo “Duración de la Vida del Tathagata”, donde el mismo Buda declara: “Desde que obtuve la Budeidad, han pasado innumerables e incalculables centenas de miles de miríadas de kotis de eones.” Y acto seguido, afirma que por compasión reaparece en el mundo para enseñar, guiar y madurar a los seres. El devoto que vive esta función se une, por medio de la fe y la acción, a esa misión salvífica del Buda. Por ello, la función correcta es aquella que santifica cada aspecto de la existencia, que integra el estudio, la recitación, la escritura del Sutra, la predicación, la meditación, la generosidad, la observancia de los preceptos, y la devoción ritual.
Se menciona también la función interior, es decir, aquella transformación invisible que sucede en el corazón del lector, quien al escuchar las enseñanzas sublimes del Sutra, despierta la Mente del Bodhi, limpia los karmas pasados, y planta las semillas del Despertar en todos los seres con quienes entra en contacto. De modo que el Camino de la Función no está reservado a los monjes o predicadores, sino que todo aquel que vive de acuerdo con el Sutra del Loto está ejerciendo esta función sagrada, ya sea como madre, maestro, agricultor o discípulo silencioso.
En conclusión, la función del Sutra del Loto es hacer del mundo una Tierra Pura, no a través de milagros celestiales, sino por la regeneración del corazón humano. Esta es la más alta función: convertir el Samsara en campo de la budeidad, transformar el sufrimiento en compasión, y hacer que cada palabra, cada paso, cada aliento, sea una ofrenda al Buda Eterno.