Bienvenido a la Tierra Pura de la Luz Serena, un recurso sobre el Verdadero Budismo (一乘佛教), y sus posteriores ramificaciones, a la luz de las Enseñanzas Perfectas y Completas (圓教). Aquí presentamos el Budismo como religión, filosofía y estilo de vida, con énfasis en la Teología Budista (Budología), aspirando a presentar el Budismo balanceadamente entre la academia (estudios budistas) y la devoción, desde el punto de vista de una escuela tradicional de Budismo japonés (Escuela del Loto Reformada) y las enseñanzas universales del Sutra del Loto (法華経).


martes, 29 de julio de 2025

TENDAI: Obra Completa: Los Escritos del Gran Maestro Chih-i Vol. IV - Obras Menores - Disponible Ya

 


Nos complace anunciar que ya ha sido publicada y se encuentra disponible el Volumen IV: Obras Menores de Contemplación y Práctica Devocional del Gran Maestro Chih-i, el cual compila una rica colección de tratados breves que reflejan la pluralidad y profundidad de la enseñanza de Chih-i. Entre ellos se encuentran textos formativos como el Shoshikan (Pequeño Tratado de Calma y Contemplación), una introducción magistral a la práctica meditativa para principiantes; el Rokumyo Homon (Las Seis Puertas de lo Sublime), que describe los pasos esenciales para la contemplación eficaz; y otros tratados como el Contemplación de la Mente, que profundiza en la naturaleza de la mente como campo de cultivo del Despertar.

Este volumen también incluye tratados orientados a la devoción y la fe, particularmente dentro del contexto del Budismo de la Tierra Pura dentro de la Escuela del Loto. Aquí hallamos perlas como las Cinco Puertas del Nembutsu, que articulan un sistema contemplativo de recitación del nombre del Buda Amida en armonía con la visión Tiantai, así como comentarios a los Sutras de la Tierra Pura desde la perspectiva del Ekayana.

Finalmente, este volumen contiene varios textos litúrgicos de arrepentimiento y de meditación que incorporan la liturgia con el ritual.

Este volumen contiene las siguientes obras menores:

  1. Pequeño Manual de Shikan
  2. Seis Puertas a lo Sublime
  3. Tratado sobre la Contemplación de la Mente
  4. Tratado sobre el Samadhi de la Consciencia Iluminada
  5. Tratado Esencial del Camino Zen
  6. Contemplando la Alimentación y Contemplando la Recitación
  7. 10 Preguntas y Respuestas sobre el Nembutsu
  8. Cinco Puertas del Nembutsu
  9. Comentario al Sutra Corto
  10. Comentario al Sutra de Contemplación
  11. Oración para Eliminar los Obstáculos del Karma
  12. Texto de los Votos del Bodhisattva Samantabhadra
  13. El Ritual de Arrepentimiento del Samadhi del Sutra del Loto
  14. El Ritual del Samadhi del Mahavaipulya

Esta sección final revela que, para Chih-i, la práctica contemplativa y la devoción no son opuestos, sino aspectos complementarios de la realización budista. La mente que contempla es la misma que se postra con fe; el corazón que recita es el que comprende profundamente. Este volumen constituye, por tanto, la floración práctica del sistema doctrinal expuesto en los tres volúmenes anteriores.

Puedes adquirirlo aquí.

lunes, 28 de julio de 2025

TENDAI: Obra Completa - Biblioteca del Loto

 


Con profunda reverencia y emoción presentaremos en los próximos meses y años por primera vez en lengua española —y, hasta donde alcanza nuestro conocimiento, por vez primera en cualquier lengua occidental— la traducción íntegra de la Obra Completa del Budismo Tendai -los escritos de los Grandes Maestros de la Tradición del Loto- en cuatro colecciones, una verdadera Biblioteca del Loto.

Colección I: Los Escritos del Gran Maestro Chih-i

Vol. 1 – El Significado Profundo del Sutra del Loto (Hokke Gengi)

Vol. 2 – Palabras y Frases del Sutra del Loto (Hokke Mongu)

Vol. 3 – Gran Calma y Contemplación (Maka Shikan)

Vol. 4 – Obras Menores


Colección II: Los Escritos del Gran Maestro Zhanran

Vol. 1 – Comentario al Significado Profundo del Sutra del Loto

Vol. 2 – Comentario a Palabras y Frases del Sutra del Loto

Vol. 3 – Comentario a la Gran Calma y Contemplación

Vol. 4 – Obras Menores


Colección III: Los Escritos del Gran Maestro Saicho

Vol. 1 – Escritos sobre los Preceptos

Vol. 2 – Escritos sobre el Sutra del Loto


Colección IV: Los Escritos de los Grandes Maestros Ennin, Annen y Shoshin

Escritos sobre Budismo Esotérico


Colección V: Los Escritos del Gran Maestro Genshin

Escritos Tierra Pura

A esto, en el futuro, añadimos colecciones suplementarias, como SHINGON: Obras Selectas (disponibles pronto), entre otras. Esto, unido a la Colección CANON BUDISTA, que presenta los Sutras más importantes del Buddhavaccana, hacen la BIBLIOTECA DEL LOTO.

Estamos aceptando donaciones para continuar y completar este magno proyecto, por lo que si deseas ser un Bodhisattva y contribuir al mismo, puedes dar tu donación en el enlace de Paypal de esta página.

Las Diez Paciencias del Bodhisattva: Un Comentario al Capítulo 29 del Sutra Avatamsaka

 


Acerquémonos ahora a uno de los capítulos más interesantes del Sutra Avatamsaka, donde el Bodhisattva Samantabhadra, encarnación de las prácticas vastas y de la compasión sin límites, proclama ante la asamblea de Bodhisattvas las Diez Paciencias, puertas doradas que conducen a la Morada de la No-Obstrucción, donde la mente se vuelve tan vasta como el Dharmadhatu y tan transparente como el vacío mismo. Estas Diez Paciencias no son meras actitudes de tolerancia o resignación, sino realizaciones espirituales profundas que transforman por completo la visión del mundo, la percepción de los fenómenos, y la forma misma de existir. Son como joyas engastadas en el cetro del Bodhisattva, reflejos directos de la Sabiduría Última y la Compasión Inagotable. Son formas de reconocer y percibir la Unidad Fundamental de la Realidad Ultima en esta vida. A continuación, las nombraremos y describiremos una por una, para que el lector pueda comprender su grandeza y propósito:

1. La Paciencia con los Sonidos - Es la capacidad de oír los sonidos del Dharma —ya sean suaves como la voz del loto o poderosos como el trueno cósmico— sin estremecerse ni perturbarse. El Bodhisattva que la cultiva no se asusta ante la vastedad de las enseñanzas, sino que las acoge con fe, concentración y gozo, convirtiendo cada sonido en vehículo de liberación.

2. La Paciencia con lo Agradable - Es la serenidad ante aquello que es deseable y deleitable, especialmente dentro del Dharma. El Bodhisattva contempla los aspectos sublimes de la práctica —las visiones, las beatitudes, los estados elevados— sin aferrarse, sin confundirse, sin desviarse, permaneciendo firme en su práctica sin ceder al placer ni a la complacencia.

3. La Paciencia ante la No-Producción de Fenómenos - Una de las realizaciones más profundas: la comprensión de que los fenómenos no nacen ni perecen realmente. El Bodhisattva percibe que no hay surgimiento ni cesación, y por tanto, la mente descansa en la paz del no-esfuerzo, la no-dualidad y la no-localización. Aquí cesan el anhelo, el movimiento y la discriminación.

4. La Paciencia al Ver Todo como Ilusión - El mundo entero, con todos sus seres y fenómenos, es comprendido como una ilusión mágica: vacío de esencia, pero funcional. El Bodhisattva reconoce que, como en un acto de magia sobre la superficie de la Talidad del Nirvana, cuyas hondas manifiestan el Samsara, y aunque las cosas aparecen sin ser sustanciales, y sin embargo, actúa con compasión infinita, sin caer en el error del nihilismo.

5. La Paciencia al Ver Todo como Espejismo - Los fenómenos son como espejismos: ni dentro ni fuera, ni existentes ni inexistentes, ni de un solo color ni multicolores. El Bodhisattva contempla así el universo, reconociendo su naturaleza engañosa y fluctuante, y se libera de todo apego a la forma.

6. La Paciencia al Ver Todo como Sueño - El Bodhisattva comprende que todos los fenómenos son como sueños: no pertenecen ni al mundo ni al no-mundo, y carecen de esencia firme. Como los sueños, los fenómenos surgen, se desarrollan y desaparecen sin tocar lo Real. Esta paciencia despierta al Bodhisattva de la ilusión de la solidez.

7. La Paciencia al Ver Todo como Eco - Así como el eco no tiene origen propio, los sonidos del mundo tampoco tienen una Realidad Ultima. El Bodhisattva comprende que los sonidos —incluso los del Buda— no surgen desde dentro ni fuera, sino desde condiciones vacías, y sin embargo, los utiliza para beneficiar a todos los seres, hablándoles según su capacidad.

8. La Paciencia al Ver Todo como Reflejo - Como el reflejo en un espejo, los fenómenos aparecen pero no se adhieren. El Bodhisattva ve los cuerpos, las tierras, los seres y los actos como imágenes reflejadas: presentes, funcionales, pero sin solidez. Así puede manifestarse en mil formas sin perder su naturaleza no-dual.

9. La Paciencia al Ver Todo como Efecto Conjurado - Todo lo que aparece —acciones, sufrimientos, sabidurías, palabras— es como el producto de una conjuración: no tiene fuente verdadera ni destino real. El Bodhisattva lo sabe, y por eso, actúa sin apego, enseña sin aferrarse, y transforma sin esfuerzo. Su magia es la compasión unida al vacío.

10. La Paciencia al Ver Todo como Vacío - Finalmente, el Bodhisattva contempla todas las cosas como vacías: los cuerpos, las palabras, las prácticas, los Budas, los mundos, las mentes. Como el espacio que lo contiene todo y no se aferra a nada, su mente se vuelve como el vacío: libre, compasiva, omnipresente y sin obstáculos. Esta es la suprema de las paciencias, raíz de todas las demás. Todo es el Cuerpo Cósmico del Buda Mahavairocana.

Estas Diez Paciencias son, pues, las diez alas de la Mente Iluminada, los diez sellos del Bodhisattva que ha comprendido que lo real no se encuentra en lo aparente, y que el verdadero poder nace del desapego profundo. Quien las contempla, siembra sabiduría. Quien las cultiva, siembra compasión. Y quien las realiza, se vuelve como el espacio mismo: refugio de todos los seres, sin ser de nadie. Veamos un recuento del capítulo del Sutra.

Capítulo 29

Las Diez Paciencias

En ese momento, el Bodhisattva Samantabhadra, el Señor de las Prácticas Ilimitadas, se alzó en medio de la asamblea de los nobles, y como un Sol dorado sobre un mar de lotos, reveló el sendero de las Diez Paciencias. Estas no son simples tolerancias humanas, sino vastas expansiones de la mente despierta que ha dejado de ser prisionera del ego, umbrales celestes por donde caminan los Hijos del Buda hacia el Reino de la No-Obstrucción. Son poderes espirituales de estabilidad en medio del torbellino de fenómenos, llaves que abren el Tesoro del Infinito y espejos que reflejan la Faz del Buda en cada cosa. Así, el Bodhisattva Samatabhadra se dirigió a la audiencia y describió las Diez Paciencias, diciendo:

1. La Paciencia con los Sonidos - Cuando el Bodhisattva escucha, no escucha como el común de los seres, con una mente distraída o una sensibilidad perturbable. Su oído no se estremece ante la fuerza del trueno ni se derrite ante la dulzura de una voz celestial. Cuando los Budas de los diez rincones del universo proclaman el Dharma, ya sea en versos o en silencio, ya sea con mil lenguas o una sola mirada, el Bodhisattva no se turba.

No se asusta ante la vastedad de las enseñanzas ni se extravía en su sutileza. Al contrario, escucha con fe profunda, como quien bebe aguas de vida desde la palma de su devoción. Acoge el sonido con una mente resplandeciente de entendimiento, lo guarda en su conciencia como joya preciosa, lo medita con firmeza y lo practica con fervor, haciendo de cada palabra un escalón en la Torre de la Iluminación.

Esta paciencia no solo soporta el sonido: lo integra, lo transforma y se vuelve él mismo el eco inagotable del Dharma.

2. La Paciencia con lo Agradable - Cuando lo dulce se presenta, cuando lo deseable se ofrece, cuando la belleza del Dharma reluce como una joya al sol, el Bodhisattva no se apega ni se deja atrapar. Las enseñanzas pueden vestirse de poesía sublime, de visiones radiantes, de éxtasis interiores o revelaciones extáticas. Y sin embargo, él no se deja embriagar.

Contempla lo agradable, lo reconoce, lo honra… pero no lo busca por sí mismo. No se aferra a los estados de éxtasis ni se apega a las formas sublimes. Las recibe como se recibe el aroma de una flor: con gratitud, sin poseerlo. Su corazón, como un lago inmóvil, refleja sin distorsión los deleites del Dharma sin hundirse en su espejo.

Este tipo de paciencia es la serenidad en medio de los dones celestiales, la imparcialidad en la presencia de lo luminoso. Porque incluso lo hermoso puede encadenar si se desea con pasión; pero para el Bodhisattva, todo es trampolín hacia la verdad.

3. La Paciencia ante la No-Producción de Fenómenos - Este tercer tipo de paciencia se adentra en el núcleo silencioso del Dharma. Es la paciencia del sabio que ha comprendido que, en verdad, nada nace y nada muere. El Bodhisattva penetra más allá del aparecer y desaparecer, más allá del surgir y cesar. Ve que los dharmas no nacen, no mueren, no transitan de un estado a otro, no habitan en un lugar ni se dirigen a otro. Donde no hay nacimiento, no hay destrucción; donde no hay destrucción, no hay dualidad; donde no hay dualidad, no hay apego; donde no hay apego, la mente reposa en perfecta tranquilidad.

Renuncia a todo deseo, no hace esfuerzo alguno, no anhela ni evita, no mora en ningún lugar. Camina sin caminar, vive sin residir, observa sin apropiarse. Esta es la gran paciencia del Vacío, donde todo acto se disuelve en la pura presencia. El Bodhisattva se convierte así en quien no nace, no actúa, no reside, y sin embargo, todo lo realiza.

4. La Paciencia al Ver Todo como Ilusión - Aquí, el Bodhisattva, cual sabio hechicero, comprende que todos los fenómenos—desde un soplo de viento hasta la aparición de un Buda—son como ilusiones mágicas. No tienen esencia, no son ni uno ni muchos, ni homogéneos ni variados, ni extensos ni limitados. Como los espectros de un sueño lúcido, las formas del mundo aparecen y desaparecen sin tocar lo Real. El Bodhisattva contempla el mundo de los karmas, de los deseos, de las tierras, de los dharmas, del tiempo y del devenir, y los atraviesa como quien cruza un puente de luz sin temer al vacío bajo sus pies.

Pero este no es un nihilismo frío: es compasión purificada. Aunque sabe que no hay seres que salvar, no cesa de salvar. Aunque sabe que las causas no evolucionan, las explica con sabiduría. Aunque sabe que los Budas son ilusorios, se postra ante ellos con gratitud. La flor de su compasión brota en el corazón del espejismo, y su sabiduría resplandece entre lo irreal como un diamante en el aire.

5. La Paciencia al Ver Todo como Espejismo - Aquí, la visión se vuelve aún más etérea. El Bodhisattva ve que los fenómenos no solo son ilusorios: son espejismos fluctuantes, sin dirección ni color fijo. No son dentro ni fuera, ni permanentes ni extintos. Son apenas reflejos del deseo y del lenguaje, del pensamiento y de la percepción. Como el reflejo del Sol en la arena ardiente, los mundos surgen para quienes los buscan, pero no tienen sustancia para quien los ha comprendido.

El Bodhisattva ve todas las prácticas, todos los niveles del camino, todos los estados mentales, como formas temporales sobre la superficie del mar. No se apega ni se detiene: ve, comprende y avanza. Su paciencia es la del viajero en el desierto que sonríe ante las ciudades que aparecen en el horizonte, sabiendo que son agua del ojo, no del mundo.

6. La Paciencia al Ver Todo como Sueño - Como quien recuerda un sueño al amanecer, el Bodhisattva contempla los mundos con una mente lúcida. La vida, los reinos, los nombres, las formas, los sufrimientos y alegrías… todo ha sido un largo sueño en el seno de la conciencia. No hay forma que permanezca, no hay estado que perdure. Como en un sueño, las cosas parecen reales mientras duran, pero no dejan huella cuando cesan.

Él sabe que los sueños producen apegos, ilusiones, búsquedas, y también despertares. No hay culpa ni mérito en soñar; solo hay necesidad de despertar. Esta paciencia es la serenidad de quien ve el drama del mundo como escena onírica y, sin despreciarlo, lo contempla con ternura. Porque el sueño también es enseñanza, y el que despierta, lo agradece.

7. La Paciencia al Ver Todo como Eco - En las montañas de la Sabiduría, el Bodhisattva oye el eco del Dharma. Suena en todas partes, pero no viene de ninguna. Habla en todas lenguas, pero no tiene lengua propia. Los sonidos del Buda no son sonidos: son vibraciones del Vacío adaptadas al oído de los seres. No están dentro ni fuera, ni surgen ni cesan, pero son entendidos. El Bodhisattva se vuelve él mismo un eco consciente, adaptando su voz al corazón de cada ser.

Su palabra es omnipresente como el eco en la caverna; su elocuencia, sin esfuerzo; su enseñanza, perfecta para cada quien. Esta paciencia no teme el silencio ni la multiplicidad: los comprende como expresiones del mismo Vacío. Por eso, su voz resuena sin límites, y en cada rincón del cosmos se oye el Dharma sin haberlo pronunciado.

8. La Paciencia al Ver Todo como Reflejo - Los reflejos aparecen en el agua, en los espejos, en los ojos de los otros… pero no son reales. Así comprende el Bodhisattva a todos los fenómenos. No hay adentro ni afuera, no hay uno ni otro. Él aparece aquí y allá, en mil formas, sin residir en ninguna. Es visto en los cuerpos que adopta, pero no se confunde con ellos.

Como el reflejo del sol no se moja en el río, así el Bodhisattva no se mancha con los mundos. Sus acciones, aunque inmersas en lo mundano, no pertenecen al mundo. Su cuerpo es uno, su mente es muchas, su compasión es sin límites. Esta paciencia es la comprensión de la simultaneidad de la presencia y la ausencia, de la forma y la no-forma. En ella, el Bodhisattva puede ser todos los reflejos sin perder su unidad invisible.

9. La Paciencia al Ver Todo como Efecto Conjurado - Todo lo que vemos, oímos, tocamos… es como la magia de un prestidigitador. Así lo ve el Bodhisattva. Las acciones de los seres, sus sufrimientos y alegrías, sus creencias y discriminaciones… todo es una conjuración mental, nacida del deseo, la palabra y la ignorancia. Pero también las prácticas, los votos, las enseñanzas del Buda, la compasión misma… son efectos de magia sagrada. El Bodhisattva no desprecia esta magia: la utiliza con maestría. Crea formas para enseñar, mundos para purificar, situaciones para liberar. Todo es teatro divino. Y como un mago que no cree en su propio truco, el Bodhisattva actúa sin aferrarse, transforma sin apropiarse. Esta paciencia es la libertad suprema: nada es real, todo es útil. Nada es fijo, todo es Dharma.

10. La Paciencia al Ver Todo como Vacío - Finalmente, el Bodhisattva penetra el Vacío mismo. Lo ve en todo. Las formas son vacías. Los nombres son vacíos. Las acciones, las palabras, los logros, incluso los Budas: todo es Vacío. Pero este no es un vacío de negación, sino de apertura. Un vacío que sostiene, como el cielo a las estrellas, como el espacio a los mundos. En este vacío, el Bodhisattva no nace ni muere, no se apega ni se ausenta, no desea ni rechaza. Su cuerpo es como el espacio: aparece en todas partes, sin estar en ninguna.

Su mente es como el espacio: lo abarca todo, sin limitar nada. Su compasión es como el espacio: sostiene sin poseer. Esta es la más alta de las paciencias, la que transforma al Bodhisattva en uno con el Dharma, en uno con el Buda, en uno con el Vacío mismo.

Y así, cuando el Bodhisattva Mahasattva ha recorrido estas Diez Paciencias como quien escala los peldaños de una montaña dorada, alcanza la cumbre del No-Obstáculo. Se convierte en el que puede estar en todos los mundos sin residir en ninguno, hablar sin hablar, actuar sin actuar, manifestar cuerpos sin tener forma, y llenar el universo de la Luz del Buda sin moverse ni un solo paso. 

Con esto, el capítulo culmina. Veamos ahora una breve exégesis del texto a la luz de las Enseñanzas Perfectas y Completas del Budismo del Loto.

Comentario

Si bien estas Diez Paciencias no son parte de las 52 Etapas del Bodhisattva del Sutra Avatamsaka, forman parte del "Currículo" del Bodhisattva, diez aspiraciones de los Hijos del Buda al momento de manifestar su Budeidad Innata en el mundo. 

1. Paciencia con los Sonidos  - Budológicamente, esta paciencia se fundamenta en la convicción de que la Palabra del Buda —el Buddhavacana— no es un discurso ordinario, sino "Vāc transcendente", sonido iluminado que trasciende tiempo, espacio y cultura. Oírla sin turbación es oír con el oído del Buda, no con el del ego. En la tradición del Vehículo Único (Ekayana), la enseñanza no se limita a las palabras formales de los Sutras, sino que resuena en todos los fenómenos. El murmullo del viento, el crujir de una rama, la respiración misma, pueden ser enseñanzas del Buda si son oídas con la mente purificada. Por eso, esta paciencia implica una reverencia radical ante la totalidad de los sonidos, que se convierten en vehículos del Dharma.

La fe profunda que permite no turbarse ante la vastedad del Dharma es, en realidad, el fruto de muchas vidas de práctica. Quien la posee, se halla en armonía con el Cuerpo de Sonido del Buda Eterno, y puede comprender que incluso las palabras más comunes pueden contener la semilla de la liberación.

2. Paciencia con lo Agradable - Esta paciencia nos recuerda que el Bodhisattva no rechaza el mundo, pero tampoco se apega a sus dulzuras. Hay un riesgo sutil en la vía espiritual: el apego a las bendiciones del camino. Cuando la meditación es placentera, cuando las visiones sublimes aparecen, cuando la mente se embriaga de gozo… es fácil caer en la trampa de lo "agradable". Desde la visión del Camino Medio, esta paciencia simboliza la transparencia interior que permite ver incluso lo sublime como vacuo. Aquí el Bodhisattva encarna la enseñanza de que todo dharma condicionado, incluso si es elevado, es insatisfactorio y transitorio. Budológicamente, esta paciencia nos remite al poder del Bodhisattva de no rechazar los Dones del Buda, pero de no idolatrarlos. De aceptarlos con gratitud, pero sin confundirse. Así, el Bodhisattva puede morar en éxtasis sin olvidar a los seres, puede vivir la dicha sin separarse del sufrimiento del mundo.

3. Paciencia ante la No-Producción de los Fenómenos - Aquí nos hallamos ante una de las doctrinas más elevadas de la Teología Budista Mahayana. Esta paciencia es una realización directa de la Talidad (Tathata), la comprensión experiencial de que ningún fenómeno ha nacido jamás. Desde la visión del Canon del Loto, donde todos los dharmas son proyecciones sin esencia, el Bodhisattva que alcanza esta paciencia habita en el corazón mismo de la Budeidad Innata (Hongaku): ve que no hay aparición, no hay desaparición, y por lo tanto, no hay necesidad de luchar por nacer o liberarse. Todo está ya en paz.

Budológicamente, esta paciencia es la entrada al no-dualismo perfecto: ni esfuerzo ni no-esfuerzo, ni iluminación ni oscuridad. Es la paciencia de quien ha dejado incluso la noción de paciencia. Ya no actúa desde el yo, sino que el Buda actúa a través de él sin hacer. En la Escuela del Loto Reformada, esta paciencia es la más cercana al estado de contemplación pura (kanjin), donde la mente ya no genera distinciones ni moradas.

4. Paciencia al Ver Todo como Ilusión - Desde la perspectiva Budológica del Mahayana, decir que los fenómenos son "ilusiones" no es una declaración nihilista, sino una afirmación de su naturaleza interdependiente, vacía de sustancia propia. En esta paciencia, el Bodhisattva comprende que todos los mundos, seres, pensamientos y doctrinas surgen como visiones ilusorias, provocadas por causas y condiciones sin esencia. Lo importante aquí es que esta visión no paraliza, sino que libera. El Bodhisattva no niega el mundo, sino que lo ve como sueño que debe ser entendido para despertar. En el marco de la Budología del Buda Eterno, esta paciencia afirma que todos los Budas y sus actividades, si bien son "ilusión", son ilusiones compasivas: manifestaciones hábiles para guiar a los seres.

Por tanto, esta paciencia no es frialdad metafísica, sino la floración de la sabiduría que no niega la acción. El Bodhisattva salva sin creer en el que salva ni en el que es salvado. Esta es la gran libertad del "no-nacer", que permite actuar sin obstáculo en los diez mil mundos.

5. Paciencia al Ver Todo como Espejismo - Un espejismo es algo que parece estar ahí, pero no está. No es mera ilusión mental, sino percepción equivocada nacida del deseo. Esta paciencia nos enseña a ver que los objetos, los placeres, los logros espirituales e incluso los votos pueden ser espejismos si no comprendemos su raíz vacía. En términos Budológicos, esta paciencia exige una transparencia del deseo. El Bodhisattva la cultiva para no dejarse seducir ni por el mundo ni por los cielos, sabiendo que ambos son imágenes proyectadas sobre el calor de la mente.

Aquí también se expresa una dimensión gnoseológica: la no-localización de los fenómenos, que no son ni internos ni externos. Esta comprensión prepara al Bodhisattva para no construir reinos mentales o doctrinas fijas. El Dharma del Buda no puede ser localizado en un sistema, un cuerpo o una tradición, sino que, como el espejismo, se adapta sin ser atrapado.

6. Paciencia al Ver Todo como Sueño - Ver el mundo como sueño es una de las más bellas y profundas metáforas de la Budología Mahayana. Los sueños son reales mientras duran, y sin embargo, cuando despertamos, reconocemos su insustancialidad. El Bodhisattva, aún dentro del sueño del mundo, vive como quien ya ha despertado. Esta paciencia permite una acción compasiva en medio de la irrealidad, sin cinismo ni indiferencia. El Bodhisattva no desprecia los sueños de los seres: los honra, los cuida, los transforma, pero sin caer en ellos.

Desde una perspectiva doctrinal, esta paciencia está unida a la enseñanza de que incluso la Iluminación es un sueño que conduce al Despertar más allá del Despertar. Así, el Bodhisattva transita por los caminos del Samsara como quien recorre un sueño lúcido, plenamente consciente y libre.

7. Paciencia al Ver Todo como Eco  - El eco no tiene fuente, no tiene sustancia. Existe porque algo lo hizo posible, pero no es ese algo. Así es el sonido del Dharma, que resuena sin tener origen fijo, y sin embargo, toca el corazón de los seres. Budológicamente, esta paciencia nos lleva a comprender la palabra del Buda como expresión vacía pero eficaz. Aunque no hay un "hablante", aunque las palabras no tienen esencia, producen efectos reales. Este es el misterio del Dharma como upaya (medio hábil): vacío en esencia, pero compasivo en función.

El Bodhisattva, entonces, deviene él mismo eco del Buda, adaptando su voz a los oídos de los seres, sabiendo que no dice nada definitivo, pero que cada palabra puede ser llave de liberación.

8. Paciencia al Ver Todo como Reflejo - El reflejo aparece, pero no se mezcla; se ve, pero no se toca. Esta paciencia enseña al Bodhisattva a manifestarse en todas partes sin estar en ninguna, a aparecer en cuerpos, mundos, historias y doctrinas sin perder la raíz de su no-localización. Aquí se revela la teología del Cuerpo de Encarnación (Nirmanakaya): el Buda puede manifestarse como niño, anciano, mujer, flor, viento, palabra… y sin embargo, no es ninguno de ellos. El Bodhisattva lo imita: aparece donde se le necesita, pero no se adhiere a la forma que asume.

Budológicamente, esta es la más alta forma de presencia: una presencia que no se fija, una actividad sin apego, una manifestación sin ego. Es también la base de la doctrina de las múltiples apariciones simultáneas: un solo ser puede aparecer en mil lugares, si no se aferra a su ser.

9. Paciencia al Ver Todo como Efecto Conjurado - Aquí el universo entero es visto como una obra mágica, una conjuración sin hechicero, una manifestación que no posee origen. Todo cuanto aparece es como acto escénico para enseñar el Dharma: ilusorio pero eficaz. Esta paciencia expresa la sabiduría suprema de los Bodhisattvas, que conocen el mundo como invención momentánea, pero no por ello se desentienden. Actúan con libertad perfecta, creando y disolviendo como artistas del vacío.

Budológicamente, esta paciencia revela que el universo es teatro sagrado, y que el Bodhisattva es tanto espectador como actor, guía como ilusión, creador como vacío. No hay nada que deba sostenerse, pero todo puede ser utilizado para la liberación.

10. Paciencia al Ver Todo como Vacío - La décima paciencia es la culminación de todas: la visión Budológica total del Vacío como matriz de todas las cosas. No hay forma que no sea vacía, no hay acción que no sea vacía, no hay doctrina que no sea vacía. Pero en ese vacío absoluto, todo se vuelve posible. El Bodhisattva que alcanza esta paciencia se convierte en refugio sin ser refugio, en Buda sin forma fija, en compasión sin sujeto ni objeto. Su cuerpo es como el espacio: sostiene sin aferrarse, aparece sin moverse, actúa sin condiciones.

Esta paciencia es el rostro oculto del Buda Eterno: más allá de las formas, pero presente en todas. En ella, el Bodhisattva ya no es distinto del Vacío, ni el Vacío distinto del Bodhisattva. Ha alcanzado la cumbre del Dharmadhatu, donde todos los mundos se reflejan en un solo pensamiento, y un solo voto puede abarcar los océanos del tiempo.

Cada una de estas diez Paciencias es, en realidad, una puerta hacia el Cuerpo del Buda Eterno, una expresión de su Compasión Infinita encarnada en el Bodhisattva. Quien las contempla con fe y discernimiento, ya está regando las semillas de la Budeidad en su propio corazón.

Estas Diez Paciencias, tal como han sido expuestas por el Bodhisattva Samantabhadra en el Sutra Avatamsaka, no son virtudes lejanas reservadas a seres celestiales, ni estados abstractos ajenos a nuestra experiencia humana. Son, en verdad, semillas sagradas que podemos plantar en el suelo de nuestra vida diaria. En ellas se nos ofrece un camino silencioso y firme, capaz de transformar el corazón, purificar la percepción y hacer del mundo —con todas sus luces y sombras— un campo propicio para la manifestación del Reino del Buda en la Tierra.

Desde la visión de la Escuela del Loto Reformada, estas paciencias no se limitan a la esfera individual. Ellas encarnan el trabajo colectivo de los Hijos del Buda por manifestar la Voluntad del Eterno en esta época de Mappo, cuando la Verdad se oculta y el mundo parece sumido en la confusión. En un tiempo en que las palabras se vacían, los valores se diluyen y las prácticas espirituales se contaminan con egoísmo y orgullo, el cultivo de estas diez paciencias es una resistencia luminosa y una proclamación silenciosa del Verdadero Dharma.

Por ello, practiquemos:

– La Paciencia con los Sonidos, escuchando no solo las palabras del Buda en los Sutras, sino también su Voz en el sufrimiento del otro, en el grito del mundo, en el silencio de nuestra meditación.

– La Paciencia con lo Agradable, no dejándonos seducir por los logros o elogios, sino permaneciendo humildes, como la flor de loto que no se mancha aunque crezca en el pantano.

– La Paciencia con la No-Producción, recordando que todo es interdependiente y que no hay yo que conquistar, sino vacuidad que realizar.

– La Paciencia con lo Ilusorio, no para negar la realidad, sino para trascender su apariencia, sabiendo que lo que vemos es siempre provisional.

– La Paciencia con los Espejismos, reconociendo que mucho de lo que buscamos carece de sustancia, y que solo el Dharma permanece.

– La Paciencia con los Sueños, pues incluso los ideales más nobles pueden ser parte de un sueño del ego, y solo al Despertar podemos realmente servir al Buda.

– La Paciencia con los Ecos, aprendiendo a hablar con sabiduría y escuchar con compasión, como quien canta en una caverna y sabe que todo retorna.

– La Paciencia con los Reflejos, apareciendo donde se nos necesita, sin apegarnos a la forma ni al rol que encarnamos, siendo instrumentos transparentes del Dharma.

– La Paciencia con los Efectos Mágicos, sabiendo que todo acto de salvación es una conjuración compasiva del Buda Eterno, y nosotros somos sus canales, no sus dueños.

– Y la Paciencia con el Vacío, la más alta de todas, que nos hace comprender que todo es uno, todo está vacío, todo es pleno, y que el Reino del Buda está aquí, si aprendemos a ver con los ojos de la Sabiduría y el corazón de la Compasión.

Así, perseverando en ellas con fe, estudio y práctica, nos convertiremos en brazos y ojos del Buda en este mundo. No solo escucharemos la Voz del Eterno, sino que nos volveremos su Voz, pronunciando desde el silencio la enseñanza viva que transforma el Samsara en Tierra Pura.

Que nosotros, discípulos en la Era Final del Dharma, podamos aspirar a cultivarlas, aunque sea imperfectamente, y que por la Gracia del Buda y el poder de nuestros votos, podamos convertirnos también en refugio para los demás.

domingo, 27 de julio de 2025

El Zen dentro de la Escuela Tendai: El Camino Integral del Budismo del Loto

 


Anteriormente, hemos visto cómo el Budismo del Loto y la escuela Tendai integran particularmente el Budismo Tierra Pura y el Budismo Esotérico (Vajrayana - Mikkyo) dentro del marco integral de las Enseñanzas Perfectas y Completas del Ekayana o Vehículo Unico - el Verdadero Budismo. Veamos ahora cómo ha integrado el Zen desee sus inicios hasta el día de hoy.

El Budismo Tendai de Japón, fundado en el Siglo VIII por el Gran Maestro Saicho (Dengyo Daishi), se caracteriza por su enfoque inclusivo y sincrético, que busca integrar todas las enseñanzas y prácticas budistas en un único sistema coherente, según la intención original del Buda para su Sangha en la Tierra. Saicho, tras su estancia en China, trajo consigo las enseñanzas de la escuela Tiantai, además de traer las enseñanzas Tierra Pura, el Vinaya del Bodhisattva, el Esoterismo (Vajrayana) y el Zen (Chan), , con el fin de ofrecer un camino amplio y accesible para todos los practicantes. En este contexto, el Zen no fue concebido como una vía exclusiva (cmo se percibe erróneamente hoy día, gracias a los Reformadores del Periodo Kamakura como Eisai y Dogen), sino como un complemento dentro de un enfoque más holístico que integraba meditación, recitación de sutras, rituales esotéricos, y la práctica de Nembutsu.

El Zen dentro de Tendai es conocido como el Zen de la Cabeza de Buey, linaje que Saicho trajo de China y que se enfocaba principalmente en la meditación profunda como parte de un camino más amplio hacia la Iluminación. A través de esta práctica, Saicho integró el Zen en el marco doctrinal del Tendai, donde no se entendía como una práctica autónoma, sino como una forma de profundizar la comprensión de las enseñanzas budistas, facilitando el acceso al vacío y la sabiduría.

Saicho y la Introducción del Zen al Budismo Japonés

El Gran Maestro Saicho viajó a China en 804, donde estudió en el monasterio Tiantai y se encontró con la tradición Chan (Zen) de la Cabeza del Buey (Niu-t'ou zong) llamado Hsiujan, quien le transmitió su leinaje completo. De regreso a Japón, en 806, Saicho fundó el monasterio de Enryaku-ji en el Monte Hiei, donde estableció la escuela Tendai. La enseñanza que Saicho recibió en China fue crucial, no solo para el desarrollo del Zen de la Cabeza de Buey, sino también para su visión de integrar las diversas tradiciones del Buda en un único enfoque. Saicho adoptó las enseñanzas del Chan sin promover su práctica como un camino separado, sino que las vio como una herramienta valiosa dentro del marco del Budismo Mahayana más amplio. Este enfoque sincrético reflejaba su visión del Ekayana (el Vehículo Único), que sostiene que todas las enseñanzas del Buda son manifestaciones de la misma Verdad, accesibles a todos los seres. De esta manera, Saicho incorporó tanto la meditación Zen como las enseñanzas esotéricas y las recitaciones de Sutras, haciendo de ellas partes interdependientes de una práctica espiritual más profunda y rica.

El Zen de la Cabeza de Buey que Saicho trajo consigo, tiene una característica especial. Este linaje meditativo no buscaba la Iluminación inmediata a través de un único camino, sino que integraba la meditación Zen dentro de un panorama más amplio que abarcaba otras prácticas, tales como la recitación de Sutras y el Nembutsu (la invocación del Santo Nombre del Buda Amida). Esta escuela —oscura para muchos, pero rica en intuiciones de una profundidad estremecedora— nos ofrece una forma radicalmente desconstructiva del camino espiritual, cercana en espíritu a los grandes tratados de la vía negativa, pero elaborada dentro del horizonte de la Vacuidad Mahayana, del no-dualismo y de una soteriología que se burla del esfuerzo mismo por liberarse.

Uno de los textos principales de esta escuela es el "Jueguan lun", que se puede traducir como "Tratado sobre la Interrupción de la Contemplación" o "Tratado sobre la Trascendencia de la Observación", propone una postura verdaderamente radical: no sólo la mente es ilusoria, sino que la práctica espiritual que intenta observarla o transformarla también es una trampa. Este espíritu no se niega a la realización, sino a la forma en que la mente ordinaria busca la realización como si fuera un objeto que se puede conquistar o producir.

En el diálogo entre Iluminación (Emmon) y Condicionalidad (Nyuri) se hace visible esta estrategia: Iluminación representa el deseo de "ver", de "hacer algo", de lograr paz mental o comprensión. Condicionalidad, como discípulo, responde desde una sabiduría desarmante que subraya la futilidad de cualquier movimiento mental dirigido a modificar lo que es. En el mismo, leemos: "¿Qué es la mente? ¿Qué es apaciguar la mente (anxin)?, No debes postular una mente, ni intentar apaciguarla; eso podría llamarse ‘apaciguado’." Aquí se rompe de un solo golpe con las tradiciones que buscaban cultivar la mente por medios analíticos o concentrativos. No hay mente que observar, porque el mero acto de buscarla la produce. Y si uno busca apaciguarla, ya está en movimiento, ya está perturbado.

El "Jueguan lun" y el "Wuxin lun" ("Tratado sobre la No-Mente") de esta misma escuela pueden leerse como una crítica indirecta —y a veces explícita— a ciertas tendencias del Chan temprano, especialmente la Escuela de la Montaña del Este (Dongshan), que promovía una práctica conocida como "apaciguar la mente" (anxin), muy similar a lo que hoy llamamos "mindfulness". Para la escuela Cabeza de Buey, incluso esta práctica es una trampa, porque presupone que hay una mente que debe ser calmada y un practicante que la calma. Se trata, entonces, de una reificación del sujeto y del objeto, justo lo contrario de la realización del vacío. Este enfoque no niega la importancia del sosiego, pero señala que todo intento por lograrlo crea una dualidad sutil que impide el Despertar. Por eso, a diferencia de quienes proponen "erradicar los delirios", el Jueguan lun propone trascender incluso el ver los delirios como algo a erradicar: "Emmon: '¿Cómo pueden erradicarse los delirios de los seres sintientes?' Nyuri: 'Mientras uno vea los delirios y su erradicación, no podrá deshacerse de ellos'. No se trata de "superar" las ilusiones, sino de cesar incluso la noción de que hay ilusión y que debe ser superada. Esto es lo que en la tradición Mahāyāna se conoce como el abandono del apego a la sabiduría misma, o como dice el Sutra del Corazón: "No hay ignorancia, ni cesación de la ignorancia... no hay sufrimiento ni causa, ni cesación ni camino". El pasaje culmina con una afirmación provocadora y profundamente soteriológica: "Emmon: '¿Qué debería hacerse entonces?' Nyuri: '¡No hacer nada, eso es todo!'" Este "no hacer" (wuwei) no es pasividad, sino la cesación del sujeto que actúa y del objeto sobre el cual se actúa. No es nihilismo, sino pura inmediatez, el vivir como si la mente no fuera ya un problema, porque nunca lo fue. Esta es una forma muy refinada de la Vacuidad Operativa (Sunyata) que no se contenta con negar los fenómenos, sino que niega también el acto de negar.

Otor texto clásico es la "Canción de la Mente" (Xin Ming) de Niutou Farong (594-657). Este es un texto muy famoso en la mayoría de las escuelas Chan (Zen) en China y Japón. El Xin Ming de Niutou Farong resuena profundamente con el principio Tiantai de la Triple Verdad (Santai). Desde su primer verso declara que la mente no nace: "La naturaleza de la mente es no-naciente". Aquí se revela la Verdad de la Vacuidad: no hay substancia ni esencia en la mente que pueda fijarse, cultivarse o manipularse. Tal como enseña el Gran Maestro Chih-i, cualquier intento por "ver" la mente como un objeto es ya un dualismo ilusorio. El "no-hacer" de Niutou es el reposo profundo del Samadhi que cesa hasta la noción de práctica misma. A la vez, el poema no niega la aparición de fenómenos: habla de "luz", de "Despertar", de la "acción" que no obstruye. Esto nos conduce a la Verdad Provisional, es decir, que aunque la mente carece de naturaleza propia, los pensamientos, emociones, formas y movimientos surgen y fluyen como reflejos en la conciencia. Para el Budismo Tendai, esta dimensión no es negada, sino transfigurada: el jardín de los fenómenos es, en sí mismo, el Mandala de la Realidad. Pero es en su constante equilibrio —entre la no-mente y la claridad que aparece naturalmente, entre el silencio sin forma y la compasión en acción— donde el Xin Ming se sitúa claramente en la Verdad del Camino Medio. Farong no afirma ni niega, no acepta ni rechaza: simplemente señala la presencia de una sabiduría que no se obtiene, pero que siempre está operando, sin necesidad de técnica o esfuerzo. Esta visión coincide con la doctrina Tendai de "una sola mente, tres contemplaciones", en la cual la mente iluminada contempla al mismo tiempo la Vacuidad, la Multiplicidad y su Unidad o Camino Medio. El texto culmina en la gran afirmación del Vehículo Unico (Ekayana): "Las cuatro ilimitadas mentes y las Seis Paramitas están todas en el camino de un solo vehículo". Esta línea resuena como eco del Sutra del Loto, donde todos los caminos, prácticas y estados culminan en la Unidad del Buda Eterno. Así, el Xin Ming es un cántico que nos recuerda que la mente que no busca es la mente del Buda, y que el Camino no se transita con pasos, sino con la entrega total a este instante donde nada falta. Aquí y ahora, si uno no fija la mente en ninguna parte, brilla la luz ilimitada del Samadhi. Y esa luz, ya es el Reino del Buda. Otros textos importantes son el "Xinxin Ming" ("Inscripción sobre la Mente de Fe"), el "Xuemai lun" ("Sermón del Flujo de Sangre") y todos los escritos de Bodhidharma, el "Baozang lun" ("Tratado del Tesoro"), entre otros.

Como podemos ver, este es un Zen anterior a la sistematización, más cercano al pensamiento Madhyamaka puro o incluso a las enseñanzas del Sutra del Diamante. Es un Zen que ya no tiene forma, ni técnica, ni sistema. No propone una serie de prácticas, ni un desarrollo progresivo. Es un Zen inmediato, desnudo, radicalmente no-dual, más cercano a la enseñanza de Bodhidharma que a cualquier forma ritualizada o estructurada. Podemos ver en estos textos que la fe verdadera no es controlar la mente, sino despertar a la inexistencia del controlador. Así, incluso el Zen más esotérico, ritual y devocional de nuestra escuela debe guardarse de caer en el apego a la forma, a la técnica, al esfuerzo. Sin embargo, esta escuela murió en China tras ocho generaciones, siendo solo pasada dentro de la escuela Tendai.

En el Budismo Tendai y en la enseñanza del Gran Maestro Chih-i, el Zen se manifiesta principakmente en los Cuatro Samadhis o Meditaciones, que no son prácticas separadas, sino manifestaciones armónicas del Shikan (Samatha y Vipassana) —la Calma y la Contemplación— en diferentes posturas y situaciones de la vida. Son puertas hacia el Camino Medio vivido: formas de morar en las Tres Verdades en cualquier circunstancia.

  1. Samadhi Sentado (Joza Zanmai) - Este es el Samadhi tradicional del Zen sentado, que en otras escuelas se practica como "Shikantaza", el "Zazen". En el Budismo Tendai, se convierte en la práctica formal del Shikan, donde el cuerpo reposa en quietud, la respiración se aquieta, y la mente contempla las Tres Verdades a través del método unificado. No se busca obtener nada: el sentarse ya es la manifestación del Buda. Aquí, sentarse no es aislarse del mundo, sino sentarse con todo el mundo en el regazo del Buda Eterno, donde comulgamos con él y conectamos con nuestra Naturaleza Búdica. Igualmente, podemos recitar un Mantra o realizar una visualización.
  2. Samadhi Caminando (Jogyo Zanmai) - Esta es la meditación caminando, no como mero interludio, sino como una práctica completa de absorción y despertar. Tradicionalmente, el devoto camina lentamente, recitando el Santo Nombre del Buda o un verso del Dharma, unificando paso, respiración y conciencia. En este andar, el universo entero camina con nosotros, y cada paso es un paso hacia la Tierra Pura. Así, el caminar es comunión con el movimiento mismo del Cosmos.
  3. Samadhi Mitad Sentado y Mitad Caminando (Hangyo Hanza Zanmai) - Esta forma intermedia se refiere a prácticas que alternan sentarse y caminar en equilibrio. Simboliza la integración de la calma y la acción, de la contemplación y el movimiento. Es una expresión del Camino Medio dinámico, que no se apega a la inmovilidad ni a la agitación. 
  4. Samadhi de Toda Actividad Diaria (Zuijii Zanmai) - Este cuarto Samadhi es el culmen del Zen Tendai. Su nombre puede traducirse como "Samadhi según la propia intención" o "Samādhi en la Vida Ordinaria". Aquí, toda acción se vuelve vehículo del Despertar: lavar, cocinar, hablar, enseñar, sufrir, dormir… todo es campo de contemplación si se hace con la mente del Buda. Este Samadhi revela que no hay momento profano, ni lugar donde el Buda no esté. Cuando se vive en la Triple Contemplación —vacío, forma, unidad— incluso el más mínimo acto se convierte en un gesto sagrado. Este es el Zen de la Vida Plena, donde el devoto no huye del mundo, sino que lo transforma en la morada del Dharma.
  5. Por tanto, el Zen en el Budismo Tendai no se agota en una técnica ni en una postura, sino que se despliega como una danza armoniosa entre cuerpo, mente y Dharma, fundiendo la sabiduría contemplativa con el ritmo de la vida. Los Cuatro Samadhis no son escalones, sino cuatro ventanas abiertas a la misma luz: la de la Mente del Buda que habita en nosotros y en todas las cosas. No hay que esperar una iluminación súbita ni un momento privilegiado. Todo instante, toda acción, es ya oportunidad de morar en el samādhi, si se vive con la mirada clara del Camino Medio. 

Ahora, dentro de la escuela Tendai, el Zen se complementa con las prácticas esotéricas (Mikkyo), que son fundamentales en esta tradición. Las prácticas esotéricas incluye el uso de los Tres Misterios (Sanmitsu) de Mantras, Mudras (gestos rituales) y Mandalas (visualizaciones de Budas y divinidades), herramientas que permiten una transformación profunda de la mente, el cuerpo y la conciencia con la Totalidad de la Existencia, el Buda Cósmico Mahavairocana (Dainichi Nyorai). Para que estas prácticas sean efectivas, se requiere una mente serena y tranquila, capaz de percibir y conectar con las energías cósmicas. La meditación Zen, al fomentar la calma mental, ayuda a alcanzar el estado necesario para realizar correctamente las prácticas esotéricas.

Además, las enseñanzas esotéricas de Tendai, que incluyen visualizaciones de la Budeidad y el uso de Mantras, son mucho más accesibles cuando se integran con el Zen. La meditación Zen, centrada en la calma de la mente, permite al practicante alcanzar un estado de concentración profunda, lo que facilita el proceso de visualizar la Realidad Ultima, de acuerdo con las enseñanzas de vacío (Sunyata) y unidad del Dharma (Dharmadhatu - Dharmakaya). Este enfoque sincrético refleja la enseñanza fundamental de Tendai: el camino hacia la Iluminación no está limitado a una sola práctica, sino que depende de la integración de diversas formas de acercamiento al Dharma. Así, el Zen en el Budismo Tendai no es una vía que se coloque por encima de otras prácticas, sino que se fusiona y complementa con ellas, permitiendo una experiencia espiritual más completa.

Diferencias con el Zen Tradicional: Enfoque Exclusivo en la Meditación

En contraste con el Zen de la Cabeza de Buey dentro de Tendai, las escuelas exclusivas Zen japonesas (como Soto y Rinzai) en Japón se centran exclusivamente en la meditación. En la escuela Soto, fundada por Dogen en el Siglo XIII, se considera que la meditación Zazen (meditación sentada) es la única práctica necesaria para alcanzar la Iluminación. Dogen enseña que Zazen es la Iluminación, y que no hay distinción entre la práctica y el resultado. De esta manera, el Zen de la escuela Soto se presenta como un camino que busca la realización inmediata de la mente iluminada, sin la necesidad de otras prácticas, como rituales o recitación de Sutras. Por otro lado, en la escuela Rinzai, fundada por Eisai, el Zazen se combina con el uso de Koans, que son preguntas o paradojas diseñadas para provocar una ruptura de la mente conceptual y llevar al practicante a una experiencia directa de la Realidad Ultima. El énfasis en los Koans y la práctica directa de la meditación en el Zen Rinzai es una característica distintiva, que busca una experiencia intensa y reveladora de la mente iluminada.

Sin embargo, existe una gran diferencia entre la concepción Zen Tendai y la Soto y Rinzai, En la tradición Tiantai —fundamento doctrinal de la Escuela Tendai— la Realidad no es abordada mediante un dualismo rígido entre lo absoluto y lo relativo, ni mediante una negación del pensamiento, ni por una exclusividad del silencio. Por el contrario, se asienta sobre la integración dinámica de las Tres Verdades:

  1. La Verdad de la Vacuidad (Unidad) — Que todas las cosas carecen de existencia propia, que todo es interdependiente, que no hay esencia inherente.
  2. La Verdad Provisional (Dualidad y Multiplicidad) — Que, a pesar de estar vacíos, los fenómenos existen provisionalmente, aparecen, se mueven, nacen y mueren: el mundo es real en su manifestación.
  3. La Verdad del Camino Medio (Armonía) — Que las dos anteriores no son opuestas, sino mutuamente contenidas. Esta tercera verdad es la sabiduría que penetra y vive la multiplicidad desde la conciencia de la Unidad.

En este contexto, el Zen de la Escuela Tendai no se identifica exclusivamente con el silencio del Shikantaza ("solo sentarse") de la escuela Soto, ni con la severidad súbita del Koan de la escuela Rinzai, sino que se revela como Shikan (Samatha y Vipassana): la práctica de la "Calma y Contemplación", donde la mente no es forzada a suprimir ni a forzar, sino a morar en la Presencia del Buda tal como es. La práctica de Shikan, en su forma más pura, no busca la aniquilación del pensamiento ni una Iluminación repentina que niega el mundo. En lugar de ello, es el arte de detener las olas de la mente (Shi - Samatha) y contemplar la Realidad tal como es (Kan - Vipassana). No se trata de vaciar la mente, sino de ver su Vacuidad-Unidad. Cuando el devoto se sienta, no se le exige que "no piense", sino que mire amorosamente el surgir y cesar de cada pensamiento como una manifestación de la Gran Compasión del Buda Eterno. Cuando contempla una flor, no niega la flor, sino que la ve como la flor que contiene todo el universo en ella. Este es el Zen del Camino Medio.

En la Escuela del Loto Reformada, el Zen no es meramente una técnica de meditación —ni una silla, ni un Koan, ni una mirada al vacío— sino una manera de vivir, una forma de ver, una comunión con el Buda Eterno a través de todos los fenómenos. En palabras del Gran Maestro Chih-i: "La mente que cesa es como un estanque que refleja el cielo. La mente que contempla es como un loto que florece en su superficie." Por eso, el Zen en nuestra escuela no es ni la vacancia sin forma del Soto, ni el impacto súbito del Rinzai, sino una expresión de la Triple Contemplación en Una Sola Mente. Mientras el cuerpo se aquieta, la mente contempla la Vacuidad, la Existencia Convencional y el Camino Medio al unísono, como un solo espejo que refleja el mundo sin mancha.

Ahora, en la Escuela del Loto Reformada, hemos dado un paso más: hemos reconectado esta visión contemplativa con la vida cotidiana, en la plena afirmación de que la Budeidad es Innata y que la práctica no es para llegar a ser Buda, sino para despertar al hecho de que ya lo somos, y siempre lo fuimos. Por ello, nuestra práctica Zen no se limita al cojín. Se extiende a cada gesto de la vida: al lavar los platos con atención, al mirar a un ser con compasión, al recitar un Sutra sintiendo que cada palabra es el aliento del Buda. Este Zen no es un entrenamiento mental solamente, sino una forma de ser, de encarnar las Tres Verdades en el aquí y ahora.

Así pues, el Zen en la Escuela Tendai y del Loto Reformada es una danza entre la Unidad y la Multiplicidad, entre la contemplación y la acción, entre el Buda Eterno y el instante presente. No niega el mundo, lo ilumina. No vacía la mente, la aclara. No desprecia las formas, las santifica. Este Zen es el resplandor silencioso del Buda en todos los fenómenos, y es también el loto que florece en medio del Samsara, sin mancharse. En él, el devoto no escapa del mundo, sino que lo transforma desde la raíz, con la sabiduría que sabe que el Nirvana no está más allá del mundo, sino en su núcleo más íntimo. El Zen del Loto es, en última instancia, el vivir con la mirada del Buda, no para huir del mundo, sino para ver el mundo tal como es: un reflejo de la Unidad que nunca se perdió.

Igualmente, otra diferencia es el marco doctrinal. Mientras que las escuelas Soto y Rinzai Zen se centran primordialmente en la experiencia directa, enfatizando la práctica como camino privilegiado (a veces sin estudio doctrinal) y se basan en los Patriarcas Chan, el Zen de la escuela Tendai nace de un tejido doctrinal sólido y vasto, entrelazando filosofía, meditación y ritual en una unidad inseparable, basándose en los Sutras del Canon Budista y la Tradición Budista en su totalidad, con especial énfasis en el Gran Maestro Chih-i. Para la escuela Tendai, no hay distinción entre teoría y práctica, entre Sutra y Samadhi. La práctica sin comprensión doctrinal puede llevar al extravío; la doctrina sin práctica, a la aridez. En palabras del Gran Maestro Chih-i: "El estudio sin contemplación es ilusión; la contemplación sin estudio es extravío." Así, el Zen Tendai no es "anti-intelectual", sino una sabiduría encarnada que medita a la luz del Sutra del Loto, que contempla con la conciencia del Buda Eterno, y que abraza al mundo como el cuerpo mismo del Tathagata.

El Zen dentro del Budismo Tendai: Complemento, No Exclusividad

El Zen dentro de la escuela Tendai, en comparación con las escuelas Zen, tiene un enfoque más integrador y amplio. Mientras que en las escuelas Zen de las escuelas Soto y Rinzai, la práctica de Zazen es la principal y única vía hacia la Iluminación, en Tendai, el Zen complementa otras formas de práctica. La meditación Zen ayuda a calmar y concentrar la mente, pero no es vista como el único medio para alcanzar la Iluminación. En Tendai, las visualizaciones esotéricas, la recitación de Sutras y los rituales desempeñan roles igualmente importantes. Este enfoque inclusivo de Tendai permite que los practicantes utilicen diferentes métodos de acuerdo con su disposición espiritual y sus necesidades individuales, sin que una práctica se vea como superior a otra. El Zen aquí fortalece las otras prácticas espirituales, pero nunca las reemplaza, proporcionando así un camino hacia la Iluminación más flexible y accesible.

Mientras que el Zen Soto tiende al minimalismo monástico, y el Rinzai a la experiencia intensa en monasterios de práctica, el Zen Tendai —y con él, el de la Escuela del Loto Reformada— se extiende a todos los ámbitos de la vida. En nuestras comunidades, el Zen no es solo para los monjes en sus salas de meditación, sino para madres, obreros, estudiantes y ancianos que respiran al Buda en la vajilla que lavan, en la sonrisa que ofrecen, en la palabra que pronuncian. Este Zen cotidiano es la flor que crece en la cocina, en el aula, en la plaza pública. Porque el Camino Medio no se retira del mundo, sino que lo redime. Es vivir la multiplicidad sin perder la Unidad, ver el Samsara como rostro del Nirvana.

Ahora, profundicemos en cómo la práctica de la meditación Zen dentro de la escuela Tendai se convierte en una herramienta complementaria dentro de un camino más amplio hacia la Iluminación. Este enfoque integrador no solo pone énfasis en la meditación, sino que también destaca otras prácticas fundamentales que conforman el camino hacia la realización espiritual, como la recitación de Sutras, los rituales esotéricos y la práctica de los Preceptos.

La Meditación Zen y la Calma Mental: El Primer Paso en el Camino Esotérico

En la escuela Tendai, el Zen tiene un papel crucial en la preparación mental para las prácticas esotéricas. El objetivo principal del Zen, en este contexto, es lograr una mente tranquila y enfocada, capaz de absorber y transformarse a través de la meditación. Esta calma mental no solo ayuda a los practicantes a liberarse del ruido mental, sino que también permite que otras prácticas budistas más esotéricas (como las visualizaciones o el uso de mantras) sean más efectivas. Por ejemplo, las prácticas esotéricas en Tendai incluyen visualizaciones del Buda y otras deidades, lo cual requiere que el meditador tenga una mente serena y concentrada. La meditación Zen (siendo un esfuerzo propio o Jiriki) facilita este proceso al permitir que la mente se deshaga de distracciones y se enfoque completamente en los objetos de meditación, abendo así el corazón y la mente a recibir la Gracia del Buda (Adhisthana o Tariki). La mente tranquila es la base fundamental para realizar una visualización profunda de las budeidades, lo que lleva a un despertar más efectivo dentro del sistema esotérico de Tendai.

Además de la meditación, en el Budismo Tendai se le otorga una importancia central a la recitación de Sutras dentro de la Liturgia. El Sutra del Loto es uno de los más prominentes en esta tradición, ya que se considera que contiene la verdadera enseñanza del Buda, especialmente la doctrina del Ekayana (Vehículo Único). Mientras que el Zen en el Tendai no reemplaza la práctica de la recitación de Sutras, complementa esta práctica proporcionando una mente concentrada y liberada de distracciones, lo cual es esencial para recitar los sutras con plena comprensión y devoción. Por ejemplo, la recitación de Sutras en el Tendai no solo se hace en voz alta, sino también con una meditación profunda en su significado. El Zen prepara al practicante para comprender más profundamente los principios del Dharma, como la vaciedad y la interdependencia, conceptos centrales en el Sutra del Loto. Al integrar la calma mental del Zen con la recitación de los sutras, el practicante tiene la oportunidad de penetrar en los significados más profundos de las enseñanzas del Buda.

El Rol de los Rituales Esotéricos y el Zen: Transformación a Través de la Energía Cósmica

Una de las características más distintivas de la escuela Tendai es su énfasis en los rituales esotéricos, que incluyen el uso de Mantras, Mudras (gestos rituales) y Mandalas (visualizaciones). Estas prácticas son vistas como medios para acceder a la energía cósmica y transformar la mente y el cuerpo del practicante. Estos no son herramientas, sino formas en las que el Buda se manifiesta en nosotros y nosotros en Él. Cuando un devoto une sus manos en un sello místico, recita un mantra y contempla la forma del Buda, su cuerpo, palabra y mente se armonizan con el Cuerpo, la Palabra y la Mente del Buda Mahāvairocana, el Buda Cósmico, el Buda Eterno. El Zen Tendai integra esto en su meditación Shikan. En lugar de meditar solo en silencio o en vacuidad abstracta, el meditador Tiantai puede sentarse en calma, formar un mudra, recitar un mantra como el del Buda de la Luz Infinita o de Avalokiteshvara, y contemplar su forma luminosa en su mente. Esto no es un "añadido ritual", sino el despliegue pleno del Zen como Camino Medio. Porque no se trata solo de vaciar la mente, sino de llenarla del Buda, de armonizar cuerpo, palabra y mente con la energía viva del Dharma. Para que estas prácticas sean efectivas, el meditador debe estar en un estado de calma profunda que le permita conectar con las energías cósmicas que se invocan durante los rituales. La meditación Zen, al ayudar al practicante a alcanzar un estado de concentración y serenidad, facilita esta conexión energética. Los Mantras y las Mudras utilizados en los rituales esotéricos requieren una mente centrada que pueda absorber y dirigir la energía cósmica. La práctica Zen se convierte, por tanto, en una preparación indispensable para las prácticas esotéricas, pues sin una mente serena y enfocada, el ritual sería menos eficaz. Y de esta unión nace un Zen que no es ni sólo silencio ni sólo forma; ni sólo Vacuidad ni sólo manifestación; sino la danza viva del Camino Medio: el Zen que canta Mantras, que forma Mudras, que ve Mandalas con el ojo de la mente, y que habita el mundo como si ya fuera la Tierra Pura… porque lo es.

El principio del Ekayana (Vehículo Único) es fundamental en el Budismo Tendai, y este principio se refleja en la manera en que la escuela integra el Zen con otras formas de práctica. El Zen, como se mencionó, no es visto como un camino exclusivo, sino como una de las muchas formas de acceder a la Iluminación. La doctrina del Ekayana sostiene que todas las enseñanzas del Buda, independientemente de su forma o vehículo, son manifestaciones de la misma Verdad Ultima, accesible a todos los seres. Por lo tanto, la meditación Zen en el Budismo Tendai es una parte de un sistema unificado, que incluye la recitación de Sutras, la práctica de rituales esotéricos, y la observancia de preceptos. Aunque el Zen tiene un enfoque directo hacia la meditación y la calma mental, esta práctica se integra con las otras enseñanzas dentro del marco del Ekayana, que establece que todos los caminos hacia la Iluminación son, en última instancia, uno solo.

El Zen y la Adaptación en la Escuela del Loto Reformada

Aunque el Zen dentro de Tendai ha sido históricamente integrador y complementario a otras formas de práctica, en la era contemporánea, el Zen dentro de Tendai sigue siendo una forma poderosa de meditación y autoexploración, aunque históricamente se ha visto poco desarrollada. En el contexto moderno, los practicantes tienden a buscar formas más flexibles y menos dogmáticas de practicar. La meditación Zen ofrece una vía sencilla y directa para aquellos que buscan experimentar la realización de la mente vacía y la iluminación sin complicarse con doctrinas difíciles de entender.

En la Escuela del Loto Reformada, la comprensión de la meditación Zen no se limita a ser una herramienta para alcanzar la iluminación de manera directa, sino que se convierte en un método de unificación profunda de las prácticas budistas. La Escuela del Loto Reformada toma los principios fundamentales del Zen en el contexto Tendai y los lleva al siguiente nivel, integrándolos de manera profunda con la doctrina del Ekayana y perfeccionando así la práctica del Zen dentro de su propio enfoque doctrinal y práctico. Siguiendo la misma filosofía inclusiva que caracteriza a Tendai, pero con un énfasis renovado en las enseñanzas del Sutra del Loto, la Escuela del Loto Reformada rescata la esencia del Zen Ekayana y lo adapta a una visión más profunda, integrada y transformadora para los tiempos contemporáneos. Esta síntesis no es un mero añadido de prácticas, sino una perfección de las mismas, que ocurre a través de una integración más consciente y compleja de herramientas espirituales ya presentes en la tradición Tendai, tales como la meditación Zen (incluyendo los Sesshin y Koans) y el estudio de los sutras, en particular el Sutra del Loto.

Mientras que en la tradición Tendai, el Zen complementa y se integra con diversas prácticas, en la Escuela del Loto Reformada, el Zen Ekayana se toma como un camino unificado para acceder a la Budeidad. La meditación Zen no es tratada en la Escuela del Loto Reformada como una práctica autónoma o competidora de otros métodos, sino como una herramienta vital dentro de un enfoque integrado. Este camino único hacia la iluminación refleja la visión del Buda Eterno, quien encarna tanto el vacío (Sunyata) como la luminosidad del Dharma. El Zen dentro del Loto Reformado no se ve en contradicción con otras prácticas, sino como una de las formas más puras de conexión con la verdad universal del Buda, algo que se integra profundamente con el estudio, la recitación y la práctica de los Sutras, en especial el Sutra del Loto. Esto significa que todas las prácticas, incluidas la meditación Zen, la recitación de Sutras, y las prácticas esotéricas, son vistas como manifestaciones del mismo camino hacia la Iluminación. Al adoptar este enfoque, la Escuela del Loto Reformada profundiza la conexión entre la meditación Zen y la comprensión doctrinal del Sutra del Loto, donde la práctica de Zazen (sentarse en meditación) se convierte en un método primordial para la realización directa de la Verdadera Naturaleza del Buda y la unidad del Dharma, tal como se describe en el Sutra del Loto.

Lo que la Escuela del Loto Reformada aporta al Zen es una visión profundamente esotérica y cósmica del mismo, imbuida con la noción de que la Iluminación no es solo un Despertar personal, sino un Despertar Universal que conecta al practicante con la voluntad del Buda Eterno. En este contexto, la práctica del Zazen (meditación sentada - Shikan) es vista no solo como un medio para alcanzar la calma mental o el vacío, sino como un puente entre el ser individual y la totalidad cósmica. El meditador no está aislado en su práctica, sino que se une con la Totalidad del Cosmos, en la que el Buda Eterno y su visión iluminada permea toda la Realidad.

Uno de los pasos más significativos que la Escuela del Loto Reformada da es la adopción del Sesshin, o Retiro Zen, como una práctica central dentro de su enfoque de meditación. El Sesshin es un retiro intensivo que se enfoca en la práctica de Zazen (meditación Shikan especíricamente) durante varios días consecutivos, permitiendo al practicante alcanzar un estado de calma mental profunda y, en algunos casos, una experiencia directa de la naturaleza de la mente. En el contexto de la Escuela del Loto Reformada, el Sesshin no solo busca la quietud mental, sino que también es una preparación para la realización directa de las enseñanzas más profundas del Sutra del Loto, que expone la idea de la unidad de todos los seres y el potencial de todos para alcanzar la Budeidad. La práctica del Sesshin en la Escuela del Loto Reformada se ve como una oportunidad para que los practicantes entren en contacto con la verdadera naturaleza de la mente, abandonen las ilusiones y experimenten de manera directa el vacío y la plenitud de la Naturaleza Búdica. En este retiro intensivo, el meditador se enfrenta a la Realidad tal como es, al igual que en el Zen tradicional, pero bajo la luz de la visión integradora del Ekayana, donde todos los caminos hacia la Iluminación se consideran interrelacionados y necesarios.

Al integrar el Sesshin dentro de la tradición del Loto Reformado, esta práctica Zen se convierte en un pilar central para que los devotos accedan a una experiencia directa del Buda Eterno y de los principios del Sutra del Loto, reforzando la enseñanza de que todos los seres tienen la capacidad innata de alcanzar la Iluminación.

Otro elemento crucial que la Escuela del Loto Reformada ha incorporado es el uso de Koans, que tradicionalmente se han utilizado en las escuelas Zen como una herramienta para romper el pensamiento lógico y llevar al practicante a un despertar espontáneo. Mientras que en el Zen Rinzai, los Koans son utilizados para provocar un choque en la mente que lleva a la Iluminación, en la Escuela del Loto Reformada, los Koans se adaptan al contexto del Sutra del Loto y se convierten en un método eficaz para profundizar la comprensión del Dharma y de la unidad de la Mente del Buda.

El Koan no solo actúa como una paradoja que interrumpe la mente racional, sino que también se utiliza como una puerta hacia una comprensión más profunda de las enseñanzas del Sutra del Loto, que presentan la unidad fundamental de todos los vehículos hacia la Iluminación. A través del Koan, los practicantes de la Escuela del Loto Reformada pueden llegar a experimentar directamente la naturaleza vacía y luminosa de la mente y trascender las distinciones conceptuales, tal como enseña el Sutra del Loto sobre la Naturaleza Ultima de la Realidad. El Koan, como desafío a la mente conceptual, es visto dentro del contexto del Sutra del Loto como una forma de despertar el potencial oculto en todos los seres, que es la Budeidad misma. En este sentido, los Koans en la Escuela del Loto Reformada sirven como puentes hacia una experiencia directa de la naturaleza universal del Dharma, ayudando a que el practicante experimente, a través de la sabiduría intuitiva, la unidad de todos los vehículos hacia la Budeidad.

Para comprender cómo la Escuela del Loto Reformada lleva la práctica Zen al siguiente nivel, es importante considerar el legado de maestros históricos como Annen y Genshin, que jugaron un papel crucial en el desarrollo de la tradición Tendai en Japón y en la sinergia entre el Zen, el Esoterismo y la Tierra Pura.

El Gran Maestro Annen (841 - 915), uno de los Grandes Maestros Tendai, es conocido por su trabajo de perfeccionar las Enseñanzas Esotéricas dentro de la práctica del Sutra del Loto. Annen sistematizó el Mikkyo del Loto, y también promovió la idea de que el Buda Eterno (Mahavairocana) es el principio que subyace a todos los fenómenos. En este contexto, Annen mostró cómo las prácticas meditativas, incluyendo las técnicas Zen, pueden servir como una base para la práctica esotérica. Esto se alinea con la forma en que la Escuela del Loto Reformada ve el Zen, no como una práctica aislada, sino como una herramienta que facilita el acceso a las enseñanzas más profundas del Sutra del Loto y la comprensión del Buda Eterno.

Por otro lado, el Gran Maestro Genshin (942 - 1017), otro Gran Maestro de la escuela Tendai, jugó un papel fundamental en la enseñanza del Buda Amida y la práctica del Nembutsu, perfeccionando la Tierra Pura en la tradición Tendai. Genshin veía la recitación del Nembutsu como una forma de acercarse al Buda Amida y acceder a la Tierra Pura, un concepto que también se puede perfeccionar mediante la práctica Zen. Al igual que Annen, Genshin dejó claro que las prácticas espirituales no deben estar separadas; por el contrario, se deben integrar para lograr una comprensión más profunda del camino hacia la Iluminación.

Es por esto que la Escuela del Loto Reformada lleva el Zen al siguiente nivel al integrarlo con las prácticas esotéricas y las enseñanzas del Sutra del Loto, siguiendo el mismo enfoque inclusivo y transformador que definió la escuela Tendai. Al incorporar el Sesshin (Retiro Zen) y el uso de Koans, perfecciona la meditación Zen dentro del contexto más amplio del Dharma, brindando a los practicantes una vía directa hacia la realización del Buda Eterno.

En nuestra escuela, que hunde sus raíces en el suelo fértil del Budismo Tendai y florece con la luz del Sutra del Loto, la meditación no es una práctica aislada ni técnica vacía. Es una forma de vida, una contemplación encarnada, una comunión directa con el Buda Eterno a través de los cuerpos, las palabras y las mentes de todos los seres. Por ello, nuestra práctica se fundamenta principalmente en las enseñanzas del Gran Maestro Chih-i, particularmente en su método sublime de Shikan, que unifica la detención de la dispersión mental con la contemplación profunda de las Tres Verdades (Vacío, Provisionalidad y Camino Medio), sistematizado con belleza y precisión en obras como el Maka Shikan. Sin embargo, no por ello cerramos los ojos ni el corazón al legado de otros grandes maestros del Dharma. Por el contrario, desde la mente amplia del Ekayana, que ve la unidad de todas las enseñanzas verdaderas bajo el resplandor del Buda Eterno, acogemos con respeto y discernimiento los textos y métodos de Bodhidharma, los escritos de los patriarcas Chan y Zen, y las obras preciosas de maestros japoneses como Eisai, quien intentó una reforma del Tendai basada en el Zen Rinzai, y Dogen, cuya visión del Shikantaza (solo sentarse) posee una pureza que puede ser leída, reinterpretada y profundizada a la luz de las enseñanzas del Loto. Así, nuestro Zen no se limita a una tradición ni a una escuela. Es el Zen del Loto: un Zen que contempla, que recita, que sirve, que ama; un Zen que florece en los Cuatro Samadhis, que respira la sabiduría de Chih-i y que dialoga sin temor con las luces del Zen chino y japonés, sin abandonar jamás el núcleo luminoso del Sutra del Loto. En la Escuela del Loto Reformada, por tanto, meditar es vivir la Budeidad que ya somos, y estudiar los textos de diversas tradiciones es honrar los múltiples reflejos del único Dharma, sin perder la raíz ni el propósito: la manifestación del Reino del Buda en este mundo, aquí y ahora.

Así, la Escuela del Loto Reformada ha tomado lo mejor del Zen Ekayana (el Zen como un estado mental) y lo ha integrado con el propósito de ofrecer un camino accesible, flexible y transformador, en el que las diversas prácticas budistas, incluidas los Preceptos, la meditación Zen, la recitación del Nembutsu y de Sutras, y las prácticas esotéricas, se unen para formar un sistema coherente que guía al practicante hacia la realización plena de la Budeidad. Este enfoque profundo y holístico no solo responde a las necesidades espirituales del devoto contemporáneo, sino que también preserva la riqueza de las tradiciones ancestrales mientras abre nuevas puertas para la práctica budista en el Siglo XXI.

jueves, 24 de julio de 2025

Adentrándonos al Mundo Vajra: Los Preceptos Samaya en el Budismo Esotérico del Loto

 


Entre la variedad de Mandamientos o Preceptos Budistas (Sila - Kai), encontramos los Mandamientos Básicos, como los Cinco Preceptos, los Diez Preceptos, los 52 Preceptos del Bodhisattva (del Sutra de la Red de Brahma), el Precepto Adamantino o Precepto Supremo (del Sutra del Loto), y los Preceptos Samaya. 

En nuestro Catecismo Budista, así como en nuestros Fundamentos y reuniones, explicamos siempre que los Mandamientos Perfectos Budistas (Endonkai) en la escuela Tendai parten de las Enseñanzas Completas y Completas de la Tradición del Loto, predicados en el Sutra de la Red de Brahma (Bonmokyo), y emanan de la Enseñanza de Todos los Budas en las Tres Existencias: "Evita el Mal, Haz el Bien, y Purifica la Mente". Los Cinco Preceptos Laicos, siguiendo los Tres Preceptos Puros, son:

  1. No Matar o Proteger la Vida; reconociendo nuestra Unidad Fundamental.
  2. No Robar o Respetar lo Ajeno; siendo Caritativos y reconociendo la Individualidad Convencional.
  3. No Mentir o Honrar siempre la Verdad; reconociendo la Verdad Ultima. 
  4. No Abusar de la Sexualidad o Respetar las Relaciones Tradicionales Saludables, reconociendo la Naturaleza Búdica en Todos los Seres.
  5. No Abusar de los Intoxicantes o Mantener la Verdadera Naturaleza de la Realidad.

Además de estos Cinco Preceptos Laicos, existen otros cinco Preceptos, que juntos hacen los Diez Preceptos Mayores del Sutra de la Red de Brahma. Estos son:

  1. Me Abstengo de Hablar de las Faltas de la Comunidad y solo Hablaré de sus Virtudes.
  2. Me Abstengo de Alabarme a Mí Mismo y de Hacer Menos de los Demás.
  3. Me Abstengo de Ser Avaro y Seré Generoso.
  4. Me Abstengo de Caer en la Ira y Seré Harmonioso.
  5. Me Abstendré de Difamar los Tres Tesoros (el Buda, el Dharma y la Sangha).

Estos primeros Diez Preceptos son los Diez Preceptos Mayores o Mandamientos Budistas del Budismo del Loto, y forman los primeros Diez Preceptos de los 52 Preceptos del Bodhisattva del Sutra de la Red de Brahma. Por supuesto, esto Preceptos convencionales, que pueden ser violados o mantenidos según la conducta, van por debajo del Precepto del Buda o Precepto Adamantino (Vajra) de seguir el Verdadero Dharma del Buda Eterno, que no puede ser destruido, porque es el acto puro del Ser del Buda en nosotros. Aquí no se trata de juzgar acciones como buenas o malas en un sentido externo, sino de ver que toda acción —cuando se realiza en la conciencia iluminada de la no-dualidad— se convierte en una manifestación del Camino.

Luego de estos, cuando un monje tras la Ordenación recibe la Consagración (Kanjo), sigue también los Preceptos Samaya o Preceptos Esotéricos. La palabra "Samaya" proviene del sánscrito y significa "promesa sagrada", "compromiso", "acuerdo", o "vínculo inviolable". En el contexto del Budismo Esotérico (Vajrayana / Mikkyo), los Preceptos Samaya representan los votos de unión espiritual y ritual entre el practicante y el Buda Eterno, por medio de la realización de los Tres Misterios (Sanmitsu): cuerpo, palabra y mente. El Samaya es el voto por el cual el adepto asume la forma de un Buda viviente, y se compromete a actuar, hablar y pensar en total armonía con la Realidad Iluminada. Esta es la "conducta samádhica" (Sanmaya-gati), en la cual la vida se transforma en Mandala, y el yo se convierte en instrumento de la sabiduría infinita.

En japonés, los Samaya se entienden como votos preceptuales esotéricos, o sea, Samaya-kai. Aunque se llaman "Preceptos", no deben confundirse con las reglas disciplinarias del Shravaka (como los 250 Preceptos del Hinayana) ni siquiera con los Preceptos del Bodhisattva. En el Budismo Esotérico, el Samaya no se refiere meramente a "No Matar", o "No Robar", etc., sino a no romper la unión mística con el Buda.

Hay dos niveles del Precepto Esotérico:

Samaya Externo: se expresa en acciones, palabras y votos explícitos, como los de las ceremonias de iniciación (Kanjo).

Samaya Interno: se refiere al acuerdo secreto e invisible entre la mente del adepto y la Mente del Buda. Se guarda no con la lengua ni con la mano, sino con la conciencia misma, silenciosa y lúcida.

El sistema clásico de los Votos Samaya, transmitido en el Sutra Vajrasekhara (Kongocho Kyo) y desarrollado por los maestros Amoghavajra, y posteriormente por Kukai y Ennin en Japón, se organiza en cuatro votos fundamentales, conocidos como los Cuatro Parājikas del Vajrayana, o "Infracciones Capitales" del Esoterismo. Son las siguientes:

  1. No Abandonar el Verdadero Dharma y no seguir Doctrinas Falsas: El adepto debe jurar lealtad al Dharma Esotérico del Buda Mahavairocana, tal como se transmite en los Sutras Esotéricos, y no caer en enseñanzas desviadas, materialistas o nihilistas.  Romper este voto es como cortar la raíz del Arbol de la Iluminación.
  2. No Abandonar la Mente del Bodhicitta: El Bodhicitta (el Deseo de Alcanzar la Budeidad para el Bien de Todos los Seres) es la fuente de toda práctica esotérica. Perder este deseo es transformarse en un ser sin dirección espiritual. Aquel que abandona el Bodhicitta se convierte en campo fértil para los demonios. Este voto es el estandarte del ejército del Bodhisattva; perderlo es perder toda esperanza.
  3. No Ser Avaro con el Dharma: El Dharma es como el agua de la compasión: debe fluir. Negarse a enseñar, transmitir o compartir el Dharma (cuando corresponde) por avaricia o celos es violar el compromiso de los Budas, quienes se sacrificaron por transmitirlo. El Dharma es un tesoro universal, no una posesión privada. Retener el Dharma por egoísmo es robar al mundo entero.
  4. No Actuar en Contra del Beneficio de los Seres Sintientes: El Samaya exige que toda acción se armonice con la compasión universal. Realizar actos que dañen, confundan o impidan el Despertar de los seres es transgredir este voto. Los Cuatro Medios de Atracción (dar, hablar con amor, actuar con beneficio, compartir la vida) deben guiar la conducta del esotérico. La violación de este voto es como oscurecer el Sol del Dharma.

Estos cuatro votos son llamados los "Cuatro Pilares del Mandala". Si uno de ellos se rompe, el Mandala interno colapsa, y la comunión con el Buda se pierde.

Cada uno de los Samaya se manifiesta a través de los Tres Misterios:

  1. Cuerpo: se expresa en la realización correcta de Mudras, posturas rituales, y conducta física armonizada con el Buda.
  2. Palabra: se expresa en la recitación fiel de los Mantras, Dharanis, y en el habla pura, sin calumnia, mentira ni desdén.
  3. Mente: se expresa en la contemplación correcta del Mandala, la visualización, y la absorción meditativa en la sabiduría compasiva del Buda.

El Samaya es, así, la activación total del ser como reflejo del Buda. Quien guarda el Samaya, se convierte en un Cuerpo del Buda, una Voz del Buda, una Mente del Bda.

El Maestro Kukai en sus escritos —como el Sokushin Jobutsugiy el Himitsu Mandara Jujushinron— enseña que el Samaya es el vehículo del Despertar inmediato. En este sentido, es superior a todos los demás votos, pues permite alcanzar la Budeidad en esta vida y en este cuerpo (Sokushin Jobutsu).

El Gran Maestro Annen clasifica los Preceptos Esotéricos en:

  1. Kai-hyo: el Precepto Exterior, expresado en forma de reglas o códigos.
  2. Kai-chu: el Precepto Interior, manifestado en el compromiso mental y meditativo.
  3. Kai-shin: el Precepto Verdadero, que es la fusión completa con la voluntad del Buda.

Así, el samaya es dinámico: comienza como voto, se realiza como práctica, y culmina como estado de Iluminación permanente.

En la Escuela del Loto Reformada, el Samaya es considerado una expresión sublime de la Budeidad Innata. No es un código impuesto desde afuera, sino la floración espontánea del corazón que ha recordado su identidad búdica. Quien practica el Samaya, no se somete a una ley, sino que responde al llamado eterno del Buda que mora en su propio ser. El Samaya, en esta visión, no es sólo un voto: es una danza sagrada entre el devoto y el Buda, un puente de compasión que convierte el Samsara en Mandala, y la vida cotidiana en Iluminación.

Aunque no seas un monje o sacerdote budista, todos los Hijos del Buda se benefician de asumir los Cuatro Votos Samaya en su corazón y manifestarlos en su vida. 

Ahora, veamos un breve Prefacio a un Tratado del Maestro Kukai sobre los Votos Samaya. Todo error es enteramente mío.

Prefacio a los Preceptos Samaya

Compuesto por Kukai

Hay, en este mundo, mil doscientas clases de hierbas medicinales y setenta y dos fórmulas alquímicas, elaboradas por compasión hacia las enfermedades del cuerpo. Y hay, asimismo, Doce Divisiones del Canon del Dharma y 184,000 enseñanzas sagradas, manifestadas por compasión hacia las dolencias del corazón. Las enfermedades del cuerpo, aunque diversas, pueden tratarse con un solo remedio; pero los males del corazón, en su variedad inconmensurable, no pueden sanarse con una sola palabra.

Por ello, nuestro Gran Maestro, el Buda, administró una pluralidad de remedios, para sanar las infinitas dolencias de los seres. Las Cinco Constantes y los Cinco Preceptos son como un ungüento sagrado para los niños que se inician en la práctica. Las Seis Prácticas y las Cuatro Meditaciones son como la leche purificada para los infantes sin temor. Los 250 Preceptos, las Cuatro Atenciones, las Ocho Renuncias, los Doce Eslabones Interdependientes y las Doce Austeridades son medicinas diseñadas para quienes buscan extinguir el ego y el apego al yo, con el fin de alcanzar el Samadhi. Aferrándose al Dharma, llegan al Nirvana. Estas son las enseñanzas curativas del Shravakayana, los métodos de sanación del Pratyekabuddhayana.

Mas hay también quienes, sin necesidad de relación externa, despiertan la compasión y contemplan el vacío como ilusión; ellos practican las Seis Perfecciones como sendero y los Cuatro Medios de Atracción como vehículo. Acumulan méritos a lo largo de tres inconmensurables eones, y alcanzan la sabiduría en sus cuatro manifestaciones. Esta es la medicina del Mahayana dependiente del otro. Renunciando al yo, alcanzan la libertad; contemplando el no-nacimiento, despiertan la mente; disipando las ocho formas del error, alcanzan la sabiduría perfecta; eliminando las cinco concepciones extremas, entran en el Camino Medio. Enmudecen las cuatro formas de expresión, se aquietan las nueve clases de mente, y así logran la técnica sublime de la no-nacida mente despierta. Contemplan su propio corazón en la flor del loto; asemejan el objeto y la sabiduría a un espejo que ilumina y humedece; fusionan las tres verdades y establecen las seis etapas. Esta es la acupuntura del Camino de la Realidad Absoluta.

Más aún, comparan la totalidad del Dharma con la Red de Indra; contemplan al Buda del corazón como el agua dorada de la Iluminación; entretejen los Seis Aspectos y los Diez Misterios como urdimbre de su doctrina; distinguen las Cinco Enseñanzas y los Cuatro Carruajes, diferenciando la hondura de lo superficial. Desde el primer pensamiento hasta la completa Iluminación, recorren tres nacimientos para alcanzar el fruto del Buda. Este es el resultado del corazón sin naturaleza propia, el fruto del Buda de la Mente Vacía.

Todas estas enseñanzas, tan excelsas, se adaptan perfectamente a las distintas capacidades y naturalezas de los seres. Son medicinas maravillosas, inconcebibles. Desde lo más alto se derraman estas doctrinas como néctar divino, proclamadas por el Buda del Gozoso Uso del Dharma y por el Buda que se manifiesta para enseñar. Pero los Preceptos Samaya que hoy transmitimos son los Votos del Buda Mahsvairocana, el Cuerpo del Dharma de la propia naturaleza. Son preceptos de la enseñanza del Mandala del Mantra verdadero.

Si hay hombres virtuosos o mujeres virtuosas, monjes o monjas, devotos laicos o laicas, que deseen entrar en este vehículo y practicar su senda, primero deben manifestar Cuatro Tipos de Corazón: (1) el Corazón de la Fe, (2) el Corazón de la Gran Compasión, (3) el Corazón del Significado Supremo, y (4) el Corazón del Gran Bodhicitta.

El primer tipo, el Corazón de la Fe, se establece para asegurar determinación, firmeza y no-retroceso. Este corazón posee diez aspectos:

  • Primero, la pureza, que hace que la mente se aclare como el cristal.
  • Segundo, la certeza, que fortalece la mente con firmeza.
  • Tercero, el gozo, que elimina las aflicciones mentales.
  • Cuarto, la no-fatiga, que aparta la pereza.
  • Quinto, la alegría compartida, que participa del mérito de los actos virtuosos ajenos.
  • Sexto, el respeto, que no desprecia a los que poseen virtud.
  • Séptimo, la armonía, que no contradice lo que se escucha o ve.
  • Octavo, la alabanza sincera, que glorifica con el corazón los actos excelsos.
  • Noveno, la indestructibilidad, que se aferra a una sola mente sin distracción.
  • Décimo, el amor y el gozo, que perfeccionan el corazón de la compasión.

El segundo tipo, el Corazón de la Gran Compasión, también se llama el Corazón del Voto Activo. Este corazón no surge en las doctrinas de los no-budistas ni en las de los Dos Vehículos; sólo los Bodhisattvas de gran estatura pueden generarlo. Ellos contemplan el universo como desprovisto de dualidad y ven a todos los seres como a su propio cuerpo. Porque el corazón de los nobles siempre se coloca a sí mismo en último lugar. Además, comprenden que los seres de los tres tiempos son el conjunto de sus Cuatro Grandes Deudas. Estas Cuatro Deudas han caído en los tres caminos del sufrimiento, y padecen dolores innumerables. "Yo soy su hijo, su esperanza. Si no soy yo, ¿quién habrá de rescatarlos?" Así nace el Corazón de la Gran Compasión. La gran compasión elimina el sufrimiento; la gran benevolencia administra la medicina. Pero la raíz de dar felicidad no es otra que cortar el mal desde su origen. Y la forma de cortar el mal desde su raíz es otorgar la Ley. Aunque las doctrinas son diversas como las estrellas, las ocho puertas anteriormente mencionadas son su fundamento. Sin embargo, debido a las diferentes naturalezas y capacidades de los seres, existen múltiples niveles de profundidad y velocidad en la enseñanza. Por esta razón, para discernir entre todas estas doctrinas y determinar cuál es suprema, se desarrolla el tercer corazón: el del significado supremo, también llamado la Sabiduría Profunda del Prajna.

¿Cómo se realiza esta selección entre las doctrinas? Si hay un ser de raíz superior y sabiduría penetrante que desea practicar esta enseñanza, debe regresar temprano a la morada de su propio corazón. Antes que nada, debe comprender claramente las diferencias entre los vehículos. Pero para discernir con precisión cuál de estos vehículos es más elevado, no se puede recurrir a la comprensión de los seres comunes, ni siquiera de los adeptos de los Dos Vehículos, ni siquiera de los Bodhisattvas de las Diez Etapas. Solo puede saberse apoyándose en las enseñanzas claras del Tathagata. Y como el Tathagata mismo ha expuesto con claridad estas distinciones, debemos tomar estas palabras como espejo para nuestra elección.

El ser común, el animal entre los animales, el ser ordinario, dedica su vida a cometer las Diez Malas Acciones, se deleita en los Tres Venenos, se enreda en los Cinco Deseos, y nunca considera que en su próxima vida podría caer en los Tres Malos Destinos y sufrir tormentos sin medida. Por tanto, alguien dotado de sabiduría no debería apegarse al sendero de tales seres.

El "Vehículo de los Niños Puros" que practican el vegetarianismo por simple fe —aunque afirma creer gradualmente en causa y efecto, y practicar las Cinco Constantes o los Cinco Preceptos— no es más que la semilla humana que da fruto entre los hombres, y ni siquiera garantiza el gozo de los Cielos. Por ello, tampoco debe uno aferrarse a ese vehículo.

El "Vehículo de los Niños Sin Temor", el de los no-budistas que aspiran a los cielos, puede llevar desde el nivel más bajo de los Cuatro Reyes Celestiales hasta los deleites sutiles de los Cielos de la Absorción Meditativa, de los cuales se cuentan doscientos veintiocho tipos. Pero todos ellos terminan cayendo nuevamente en los reinos humanos o infernales, sin alcanzar jamás la liberación del ciclo. Por ende, tampoco debe uno apegarse a este sendero.

El Vehículo Hinayana de los Shravakas y Pratyekabuddhas, que destruyen los apegos y trascienden los Tres Mundos, siguen siendo de nivel bajo. Requieren tres nacimientos y sesenta eones, o incluso setecientos ochenta y cuatro ciclos de tiempo. ¡Qué vasto es este sendero! Por tanto, tampoco es deseable apegarse a él.

El Vehículo del Mahayana dependiente del otro, con sus dos puertas que proclaman la vacuidad de la mente, promueve el desprendimiento del cuerpo y la entrega de los hijos y esposas por compasión. Requiere tres grandes eones incalculables, la práctica de las Seis Perfecciones y una miríada de prácticas. Es como escalar una montaña infinita: los corazones débiles se agotan fácilmente, retroceden más veces de las que avanzan. ¿Quién podría resistir semejante empresa?

El Vehículo de la Realidad Unica —aunque diga que elimina las impurezas mentales y penetra la pureza, que extingue la dualidad entre objeto y sabiduría y realiza la talidad— sigue siendo solo un gozo en el camino purificado, aún sin entrar en el tesoro del Vajra. Por ello, no es un lugar donde morar permanentemente. Incluso aquel que alcanza la mente sin naturaleza inherente, que fusiona con el Reino del Dharma y realiza el Triple Cuerpo del Buda, que refleja como la Red de Indra y obtiene un Cuerpo Universal del Dharma— sigue siendo solo el principio del Camino hacia la Budeidad, el Buda inicial. Todavía no ha manifestado los Cinco Cuerpos y los Cuatro Mandalas. Por tanto, tampoco debe aferrarse a ese punto. Llamar "logrado" a lo que aún no ha sido alcanzado, o "llegado" a lo que aún no ha sido pisado, es una ilusión. Por ello, obedeciendo la enseñanza del Tathagata y guiados por la sabiduría más elevada, distinguimos los vehículos y despertamos la Mente Bodhi.

Si una persona practica de acuerdo con alguno de los senderos anteriormente mencionados, aún no ha generado la más sublime y pura Mente Bodhi. Por tanto, los Bodhisattvas del Camino del Mantra verdadero trascienden todas estas etapas de desarrollo mental. Ellos generan la Mente Bodhi y actúan de acuerdo con ella. Para distinguir claramente entre los distintos vehículos y entender la superioridad de este, se manifiesta entonces el corazón de la sabiduría suprema, el tercero de los cuatro corazones.

Finalmente, hablamos del Bodhicitta, la Mente de la Iluminación, la cual se divide en dos aspectos:

Uno es la Mente que busca la Iluminación (el que busca), y el otro es la Mente Iluminada que se busca (el objeto de la búsqueda).

La Mente que busca la Iluminación es como alguien que, antes de actuar bien o mal, primero establece la intención en su corazón. Así también, el que busca la Iluminación debe primero manifestar su intención. O como alguien ebrio o loco que, habiendo ingerido veneno, de pronto despierta el deseo de regresar a su hogar; como un viajero que, tras haber cumplido con su misión, súbitamente se conmueve con el anhelo de su tierra natal. Así es también el corazón que anhela la Iluminación. Al reconocer que ha estado encerrado en la prisión de los Tres Mundos, dormido en el pantano de los seis caminos, ¿cómo no habría de emprender el viaje de regreso a la plataforma adornada de la sabiduría originaria, conduciendo el carro de la energía espiritual? Ese es el corazón que busca.

El objeto de esa búsqueda es el Cuerpo del Mandala del Reino del Vajra, el cuerpo de oro adornado sin fin, el gran Mahavairocana. Sus Cuatro Cuerpos del Dharma, sus Cuatro Mandalas Sagrados, existen desde siempre y por igual en todos los seres. Sin embargo, cubiertos por los cinco velos y oscurecidos por las tres ilusiones, no han podido despertar a ello.

Mas si uno contempla el resplandor de los discos del Sol y la Luna, si recita con fe los sonidos de los Mantras y las sílabas de la verdad, si activa los Tres Misterios con su poder, y si utiliza las cuatro Mudras con habilidad mística, entonces la luz del Gran Sol se extenderá por todo el Reino del Dharma, y el Velo de la Ignorancia se fundirá repentinamente en el océano del corazón. La ignorancia se tornará en sabiduría; el veneno se transformará de inmediato en medicina. Las deidades de los Cinco Budas y de las Tres Familias aparecerán en plenitud; innumerables Budas emergerán como gotas del Océano Cósmico. Morando en este Samadhi, se dice que uno habita el "Samadhi Secreto de Todos los Budas".

Los Budas y Tathagatas, al habitar este Samadhi Secreto del Gran Amor Compasivo y del Sentido Supremo, lo reconocen como su Precepto. Nunca lo olvidan, ni siquiera por un instante. ¿Por qué, entonces, se llama esto un "Precepto"?

Existen dos significados esenciales para la palabra  "Precepto":

  1. El primero es Vinaya, que se traduce como "dominio" o "disciplina", el arte de refrenar la mente indómita.
  2. El segundo es Sila, que se traduce como "frescura y serenidad", el estado de quietud obtenida tras abandonar la negatividad.

Si uno contempla a todos los seres sintientes como a sí mismo, y los Cuatro Grandes Benefactores (los padres, los maestros, el país y los seres sintientes) como el cuerpo propio, entonces no se atreverá a herir la vida de ningún ser. Esta contemplación le impedirá tomar la vida de otros. Al ver en todos a su propio cuerpo, no se atreverá a robar sus posesiones. Al ver en todos la imagen de los cuatro benefactores, no se atreverá a mancillar ni profanar. Al ver en todos su propia forma y deuda de gratitud, no se atreverá a engañar ni mentir. No usará palabras groseras ni insultantes, ni sembrará discordia entre los seres. No codiciará ni buscará obsesivamente bienes o placeres. No se dejará llevar por la ira hacia los demás, ni permitirá que su corazón sea dominado por la ignorancia.

En virtud de este corazón de gran compasión y votos activos, uno naturalmente se aparta de las Diez Acciones No Virtuosas. Este apartarse del mal es lo que constituye elPprecepto de Vinaya o disciplina. Y por el hecho de abandonar estas acciones negativas, la mente alcanza frescura, claridad y silencio interior. Esto es el Precepto del Sila, la serenidad de la virtud. Así también, estos Preceptos son llamados los "Preceptos que Benefician a los Seres Sintientes".

Además, mediante la contemplación del Prajna profundo —la sabiduría sutil e iluminadora— uno examina los nueve estados mentales mencionados antes y comprende que carecen de naturaleza inherente. ¿Cómo es esto así? Tal como el hielo del invierno se derrite ante el sol de la primavera y fluye en arroyos; tal como el metal y la piedra se funden ante el fuego ardiente; así también, todos los dharmas, al surgir por causas y condiciones, carecen de naturaleza propia.

Así, el ser común, el "carnero entre los carneros", originalmente dominado por la mente maligna, al encontrarse con un buen amigo espiritual que lo guía, despierta la mente del niño puro que observa los preceptos. Desde ahí, al comprender el principio de causa y efecto, nace en él la fe en los cielos y la voluntad de proteger los votos. Con este corazón de niño sin temor, y motivado por un deseo supremo de liberación, guiado nuevamente por buenos maestros, genera el corazón del Shravaka y Pratyekabuddha, que abandona el yo y las raíces del karma.

Los discípulos de los Dos Vehículos, al recibir el impulso y la exhortación de los Budas, despiertan el corazón del Mahayana dependiente del otro. Quienes ya practican este Mahayana, movidos por el deseo del fruto supremo, despiertan el corazón de la no-nacida mente iluminada. Al comprender la no-naturaleza propia de todos los seres, esta mente de Iluminación única y real se manifiesta. Y quienes poseen esta mente única y verdadera, al ser despertados por los Budas, generan la mente suprema sin naturaleza propia. Los que llegan a esta etapa, movidos por el deseo último del Corazón Adamantino, despiertan la Mente Secreta y Adornada del Mandala.

Todo esto ocurre porque todos los dharmas son sin naturaleza propia, y porque, al contemplar esta Vacuidad a través del Prajna profundo, se da un progreso constante y cada vez más sublime. Al observar que todos los dharmas carecen de esencia propia, se deja naturalmente todo mal, se cultiva todo bien, y se beneficia a uno mismo y a todos los seres.

Éstos son los Preceptos Sublimes de las Tres Colecciones (los tres grupos de Preceptos del Mahayana): completos y sin carencias. Y así también es habitar el Samadhi Secreto. Quien mora en este vehículo, utiliza estos Preceptos para examinar su cuerpo y mente, y para guiar y transformar a otros seres. Esto es lo que se llama el Precepto Secreto del Buda del Samaya.