Bienvenido a la Tierra Pura de la Luz Serena, un recurso sobre el Verdadero Budismo (一乘佛教), y sus posteriores ramificaciones, a la luz de las Enseñanzas Perfectas y Completas (圓教). Aquí presentamos el Budismo como religión, filosofía y estilo de vida, con énfasis en la Teología Budista (Budología), aspirando a presentar el Budismo balanceadamente entre la academia (estudios budistas) y la devoción, desde el punto de vista de una escuela tradicional de Budismo japonés (Escuela del Loto Reformada) y las enseñanzas universales del Sutra del Loto (法華経).


miércoles, 9 de abril de 2025

La Historia y el Verdadero Significado del Nacimiento del Buda: Tercer Sermón de Hanamatsuri 2025

 


El Hanamatsuri —palabra japonesa que significa "Festival de las Flores"— es una de las más queridas y significativas celebraciones dentro del calendario budista, especialmente en las tradiciones Mahāyāna y, de manera particularmente tierna, en nuestra tradición japonesa del Budismo del Loto. En ella, con alegría y reverencia, recordamos el nacimiento del Príncipe Siddhartha Gautama, quien más tarde, como el Buda Shakyamuni - la encarnación del Buda Eterno, el Espíritu del Cosmos - habría de abrir el Camino del Despertar para todos los seres. Su nacimiento, ocurrido hace más de 2,500 años en el sagrado jardín de Lumbini, no fue un evento ordinario, sino una Budofanía, una irrupción del Misterio Eterno en el fluir del tiempo. Aquel niño no vino simplemente a vivir y morir, sino a revelar la Naturaleza Iluminada que mora en todos los seres, y a proclamar que el Samsara mismo puede ser transformado en Tierra Pura.

Según la Tradición y el Canon Budista, su madre, la Reina Maya, dio a luz al Príncipe mientras se encontraba en el jardín real de Lumbini, rodeada por árboles en flor. En el instante de su nacimiento, una lluvia dulce y fragante descendió desde el cielo, mientras los devas entonaban alabanzas. El niño, dando siete pasos —uno por cada dirección cósmica— proclamó: "Yo soy el Honrado en el Cielo y en la Tierra". Aquella escena, más que milagrosa en el sentido externo, es profundamente simbólica: los siete pasos representan el dominio de todas las direcciones, y la proclamación es el eco eterno del Buda Eterno que se manifiesta en el tiempo para salvar a los seres.

En Japón, esta conmemoración se celebra el 8 de Abril, cuando la primavera cubre la tierra de flores, evocando aquel primer jardín sagrado. Por ello, los templos construyen pequeños altares floridos llamados Hanamido —Pabellones Floridos—, en cuyo centro se coloca una imagen del niño Buda, de pie, con una mano apuntando al cielo y otra a la tierra. Los fieles se acercan uno a uno para verter sobre la estatua agua dulce o té perfumado (amacha), recordando la lluvia celestial que bañó al Niño Sagrado. Este gesto no es sólo un rito externo, sino una acción de profundo simbolismo espiritual: así como el agua limpia y refresca, también el Dharma del Buda limpia el polvo de nuestra Ignorancia y riega la semilla de nuestra Budeidad Innata, haciendo manifestar el Espíritu del Buda Eterno en nosotros.

Pero esta festividad no siempre fue celebrada el 8 de Abril. Esta fecha fue institucionalizada durante la era Meiji, específicamente en el año 1872, cuando el gobierno japonés adoptó el calendario gregoriano (solar occidental) en lugar del tradicional calendario lunisolar chino que se utilizaba hasta entonces. Antes de esa reforma, el natalicio del Buda —conocido como Kanbutsu-e, "Ceremonia de Bañar al Buda"— se celebraba tradicionalmente el día 8vo del 4to mes lunar, lo que variaba año a año dentro del calendario gregoriano (normalmente caía en algún momento entre Abril y Mayo). Con la adopción del calendario solar en 1872, y por motivos de unificación civil y religiosa en el marco de la modernización del país, se decidió fijar la celebración del nacimiento del Buda permanentemente en el 8 de Abril. Este cambio fue promovido por las principales instituciones budistas japonesas, que buscaban adaptar las celebraciones religiosas al nuevo calendario oficial del Estado, al mismo tiempo que reforzaban el papel cultural y social del Budismo en la nueva era Meiji.

A partir de entonces, el 8 de Abril se convirtió en la fecha oficial del Hanamatsuri en Japón, y se ha mantenido así hasta nuestros días en la mayoría de las escuelas budistas japonesas, incluyendo las denominaciones Tendai, Shingon, Jodo, Zen, y otras. Algunas comunidades, sin embargo, continúan observando el nacimiento del Buda según el calendario lunar tradicional, especialmente fuera de Japón o en contextos más litúrgicamente conservadores.

Pero el Hanamatsuri no es solo un recordatorio del pasado. Es también, y sobre todo, un llamado presente al Despertar. Nos recuerda que el Buda no ha dejado el mundo, que su Presencia aún habita entre nosotros —y más aún, en nosotros. Como enseña nuestra Escuela del Loto Reformada, el Buda Shakyamuni es la manifestación compasiva del Buda Eterno, Padre y Fuente de todos los Budas, que se encarna una y otra vez para llevarnos, mediante los Medios Hábiles del Dharma, hacia la revelación de nuestra propia Budeidad. Por eso decimos con gozo que Hanamatsuri no es solo el cumpleaños del Buda, sino el renacimiento de su Espíritu en cada uno de nosotros. Así como cada flor del jardín se abre al sol, también cada alma debe abrirse a la Luz del Despertar.

Hoy más que nunca, este mundo necesita de aquellos que vivan como Hijos del Buda, es decir, como Bodhisattvas comprometidos con la compasión, la sabiduría y la acción. El Hanamatsuri, entonces, no es una simple festividad —es un llamado. Nos recuerda que fuimos sembrados por el Buda como flores en su jardín, cada uno con un color, una fragancia, una misión. Algunos enseñan, otros consuelan, otros sirven en el silencio; pero todos, sin excepción, tenemos un don que ofrecer para manifestar el Reino del Buda en la Tierra, esa Tierra Pura que no es un lugar lejano, sino el mundo transformado por el amor, la justicia y la lucidez.

Por eso, en este día florido y sagrado, se nos invita a renovar no sólo la memoria, sino también el Voto. El Voto sagrado del Bodhisattva, que no se cansa aunque tropiece, que no abandona aunque llore, que no se detiene hasta que todos los seres alcancen la paz. Hoy es día de recordar nuestro compromiso con el Dharma, de reencender la llama de nuestra fe, y de decir con humildad y determinación: "Sí, Buda. Estoy aquí. Hazme instrumento de tu compasión. Riega mi alma con tu Gracia. Que mi vida sea una flor que embellezca tu Reino."

Así, renovando el voto en nuestros corazones, y ofreciendo nuestros dones únicos como flores en el altar del mundo, podremos convertir esta celebración en un verdadero renacer. Y cuando esta jornada termine, y las flores se hayan recogido, quedará en nosotros algo eterno: la certeza de que el Buda ha nacido nuevamente… y ha nacido en mí, y en ti, y en todos los Hijos del Loto.

Que este Hanamatsuri sea para cada uno un jardín abierto, un manantial de luz, y un nuevo comienzo en el Camino del Bodhisattva. Svaha.