Saichō, el fundador de la escuela Tendai en Japón, nació en el año 766 EC en Omi, actual Ohtsu, Prefectura de Shiga. Fue llamado Hirono durante su juventud. De acuerdo con el registro de la familia, de la fecha de su nacimiento fue en 766, pero otra versión dice en el año 767.
Su padre se llamaba Mitsu no Obito Momoe. Sus antepasados eran los descendientes de los emperadores de la dinastía de post-Han en China. A la edad de 13, él fue al templo Kokubunji en Ōmi para convertirse en un discípulo de Gyōhyō. Se le permitió asistir a la ceremonia de entrada al sacerdocio budista y se convirtió en un novicio a los 14. Este fue el primer paso en el proceso de certificación del gobierno. Luego empezó a estudiar el Budismo seriamente. En esta ocasión, recibió el nombre budista Saichō.
En el cuarto mes (según el calendario lunar) de 785, a los 20 años de edad, Saichō recibió los preceptos Hinayana en el templo Todaiji en Nara para calificar como un sacerdote oficial. En cierto sentido se había embarcado en el camino de un monje joven y prometedor, un miembro de la élite en la ciudad capital de Nara.
Sólo tres meses después de la recepción de los preceptos, sin embargo, se retiró al Monte Hiei. El Monte Hiei, situado cerca de la tierra natal de Saichō, que era conocido como una montaña sagrada desde tiempos antiguos. Todavía hay muchas opiniones acerca de sus motivos para retirarse al Monte Hiei. Una de las más creíbles es que entendía plenamente la impermanencia de las cosas del mundo en Nara y se retiró a la montaña con el fin de participar en una intensa auto-reflexión. Él creía que su comprensión del Budismo era todavía poco profundo, por lo que estaba decidido a continuar sus estudios en el Monte Hiei, que estaba cerca de su ciudad natal y había sido conocido como la morada de Kamis (espíritus y dioses japoneses) y Budas desde la antigüedad.
En el 785, a la edad de diecinueve, Saicho recibió su ordenación formal en Todai-ji. En vez de seguir al grupo y aspirar a un trabajo lucrativo en los magníficos templos de Nara, el joven monje huyo de la capital y se dirigió a la solitud del Monte Hiei. Desde que su niñez, Saicho pasaba largas horas en la flora de Hiei, contemplando la naturaleza y aprendiendo de los ermitas y sabios que vivían en sus cuevas y cabañas, practicando una religión alienada del tumulto del mundo. Estos medios sacerdotes y medios laicos subsistían de hierbas, hongos y frutas, y adquirían su sabiduría tras comulgar con el sol, la luna y los árboles. Estas prácticas eran consideradas ilegales, ya que no se supone que los monjes vivan en las montañas, lejos del control gubernamental. Esta radical movida de Saicho representa una segunda etapa en el desarrollo del Budismo japonés: un cambio del Budismo de templo urbano al Budismo de la montaña, donde el Dharma podría ser estudiado y practicado en paz y en soledad.
Con la asistencia de su familia, Saicho se dedicó de lleno a su entrenamiento budista. Un año o dos luego de construir una pequeña cabaña en el Monte Hiei, Saicho compuso su famosa “Carta de Resolución” (Ganmon):
1. En tanto que no haya alcanzado la etapa en la que mis ojos y mi corazón estén puros y cerca del Buda, no voy a aventurarme en el mundo.
2. En tanto que no haya realizado lo Absoluto, no voy a adquirir cualquier otra enseñanza a excepción de las del Buda.
3. Siempre y cuando haya guardado los preceptos puramente, no voy a participar en ninguna ceremonia realizada por los donantes laicos.
4. En tanto que no haya alcanzado la sabiduría del Buda, libre de cualquier apego, no voy a participar en los asuntos mundanos.
Que ningún mérito de mi práctica en el presente sea dado a mí, sino a todos los seres sintientes para que pueda alcanzar la iluminación suprema.
Podemos ver su muy seria voluntad a través de estos votos. Aquí presentamos una traducción del Ganmon.
Su padre se llamaba Mitsu no Obito Momoe. Sus antepasados eran los descendientes de los emperadores de la dinastía de post-Han en China. A la edad de 13, él fue al templo Kokubunji en Ōmi para convertirse en un discípulo de Gyōhyō. Se le permitió asistir a la ceremonia de entrada al sacerdocio budista y se convirtió en un novicio a los 14. Este fue el primer paso en el proceso de certificación del gobierno. Luego empezó a estudiar el Budismo seriamente. En esta ocasión, recibió el nombre budista Saichō.
En el cuarto mes (según el calendario lunar) de 785, a los 20 años de edad, Saichō recibió los preceptos Hinayana en el templo Todaiji en Nara para calificar como un sacerdote oficial. En cierto sentido se había embarcado en el camino de un monje joven y prometedor, un miembro de la élite en la ciudad capital de Nara.
Sólo tres meses después de la recepción de los preceptos, sin embargo, se retiró al Monte Hiei. El Monte Hiei, situado cerca de la tierra natal de Saichō, que era conocido como una montaña sagrada desde tiempos antiguos. Todavía hay muchas opiniones acerca de sus motivos para retirarse al Monte Hiei. Una de las más creíbles es que entendía plenamente la impermanencia de las cosas del mundo en Nara y se retiró a la montaña con el fin de participar en una intensa auto-reflexión. Él creía que su comprensión del Budismo era todavía poco profundo, por lo que estaba decidido a continuar sus estudios en el Monte Hiei, que estaba cerca de su ciudad natal y había sido conocido como la morada de Kamis (espíritus y dioses japoneses) y Budas desde la antigüedad.
En el 785, a la edad de diecinueve, Saicho recibió su ordenación formal en Todai-ji. En vez de seguir al grupo y aspirar a un trabajo lucrativo en los magníficos templos de Nara, el joven monje huyo de la capital y se dirigió a la solitud del Monte Hiei. Desde que su niñez, Saicho pasaba largas horas en la flora de Hiei, contemplando la naturaleza y aprendiendo de los ermitas y sabios que vivían en sus cuevas y cabañas, practicando una religión alienada del tumulto del mundo. Estos medios sacerdotes y medios laicos subsistían de hierbas, hongos y frutas, y adquirían su sabiduría tras comulgar con el sol, la luna y los árboles. Estas prácticas eran consideradas ilegales, ya que no se supone que los monjes vivan en las montañas, lejos del control gubernamental. Esta radical movida de Saicho representa una segunda etapa en el desarrollo del Budismo japonés: un cambio del Budismo de templo urbano al Budismo de la montaña, donde el Dharma podría ser estudiado y practicado en paz y en soledad.
Con la asistencia de su familia, Saicho se dedicó de lleno a su entrenamiento budista. Un año o dos luego de construir una pequeña cabaña en el Monte Hiei, Saicho compuso su famosa “Carta de Resolución” (Ganmon):
1. En tanto que no haya alcanzado la etapa en la que mis ojos y mi corazón estén puros y cerca del Buda, no voy a aventurarme en el mundo.
2. En tanto que no haya realizado lo Absoluto, no voy a adquirir cualquier otra enseñanza a excepción de las del Buda.
3. Siempre y cuando haya guardado los preceptos puramente, no voy a participar en ninguna ceremonia realizada por los donantes laicos.
4. En tanto que no haya alcanzado la sabiduría del Buda, libre de cualquier apego, no voy a participar en los asuntos mundanos.
Que ningún mérito de mi práctica en el presente sea dado a mí, sino a todos los seres sintientes para que pueda alcanzar la iluminación suprema.
Podemos ver su muy seria voluntad a través de estos votos. Aquí presentamos una traducción del Ganmon.
Ganmon
“Este mundo evanescente está lleno de ansiedad y sufrimiento; todos los seres están atormentados y nunca encuentran la paz. La luz de Shakyamuni [el Buda del pasado] ha sido escondida, y la de Maitreya [el Buda del futuro] aún no ha llegado. Los peligros de la guerra, la pestilencia y la hambruna están cerca, y todo está siendo arropado por la maldad, el egoísmo, las pasiones, la mala fortuna y la muerte. La vida es como una brisa pasajera, difícil de sostener, y nuestra existencia es como una gota de roció, que fácilmente se desvanece. No existe ningún lugar donde refugiarse, y tantos jóvenes como ancianos, todos pasamos a convertirnos en huesos blancos. La tumba llama tanto al noble como al ignorante, y todos regresamos a los elementos originales. Nadie puede escapar este destino.
“Debido a que nadie puede descubrir el elixir de la inmortalidad, nadie está seguro de su destino final. Los poderes milagrosos de la existencia prolongada son inútiles, y la muerte puede llegar en cualquier momento. Si no hacemos el bien durante nuestra existencia, tras nuestra muerte seremos madera combustible para el fuego del infierno. El regalo de la vida humana es difícil de obtener pero es fácil de perder. Las buenas intenciones son difíciles de desarrollar pero fáciles de olvidar. El Buda Shakyamuni comparo la dificultad de obtener una vida humana con un hilo de lana perdido en el tope de una montaña. Un ancestral sabio chino conocía la preciosidad de la vida y nunca perdió un solo minuto de su vida en asuntos frívolos.
“No existe ningún principio que le permita a uno desarrollar un buen karma sin ganarlo, ni existe una forma de evitar las brazas del infierno sin hacer le bien en esta vida. He reflexionado en todo esto, y me siento avergonzado de recibir caridad sin merecerla y engañar a todos los seres con mi ignorancia. Como dicen los Sutras: ‘Aquellos que dan caridad ascienden a los cielos, y aquellos que la reciben descienden a los infiernos’. La Dama Dai-i hizo muchas cosas buenas por cinco monjes malvados y fue recompensada renaciendo como la Reina Mari, mientras ellos reencarnaron como cinco mujeres esclavas. Resulta claro de esta historia como funciona la ley del karma. Alguien que es consiente del origen del sufrimiento pero no hace el bien es un enemigo del Buda, una criatura sin brazos que es incapaz de de recoger los tesoros que ofrecen las enseñanzas sagradas.
“Este ignorante y bueno para nada Saicho, que se encuentra entre los hombres más tontos, ignorantes y ciegos, jura nunca darle la espalda a los Budas, la nación ni sus parientes. Aun con mis limitaciones, hago los votos delineados aquí en este papel. Libre de toda atadura mundana, dispuesto a utilizar todos los medios disponibles, y con la intención de alcanzar los principios supremos, seré indomable en mi resolución.
“1. Hasta que alcance el despertar espiritual, no bajare de esta montaña o trabajaré en el mundo.
“2. Hasta que no ilumine el principio último, no disfrutare de los placeres mundanos.
“3. Hasta que no obtenga la esencia de los preceptos, no atenderé ceremonias estatales o festividades religiosas.
“4. Hasta que no obtenga el corazón de la sabiduría trascendental, evitare todo tipo de ataduras.
“5. Cualquier merito o sabiduría que pudiera adquirir como resultado de mi entrenamiento, se la daré a todos los seres sintientes para la liberación de todos en el universo.
“Por todo esto, juro no degustar el sabor de la liberación ni entrar en el Nirvana. Todos los seres en el mundo del Dharma deben de despertar y experimentar el sabor del Dharma juntos.
“A través del poder de mis votos espero alcanzar el despertar espiritual, y si desarrollo mis poderes espirituales no los usaré con motivos egoístas, ni permaneceré en la iluminación. Siempre seguiré practicando los Cuatro Inmensurables [de salvar a todos los seres, cortar todas las pasiones malsanas, aprender todos los principios del Dharma y alcanzar la Budeidad] por toda mi vida. Siempre estar e en el mundo del Dharma, transbordando los Seis Destinos, eternamente entrenando y realizando el trabajo del Bodhisattva”.
“Debido a que nadie puede descubrir el elixir de la inmortalidad, nadie está seguro de su destino final. Los poderes milagrosos de la existencia prolongada son inútiles, y la muerte puede llegar en cualquier momento. Si no hacemos el bien durante nuestra existencia, tras nuestra muerte seremos madera combustible para el fuego del infierno. El regalo de la vida humana es difícil de obtener pero es fácil de perder. Las buenas intenciones son difíciles de desarrollar pero fáciles de olvidar. El Buda Shakyamuni comparo la dificultad de obtener una vida humana con un hilo de lana perdido en el tope de una montaña. Un ancestral sabio chino conocía la preciosidad de la vida y nunca perdió un solo minuto de su vida en asuntos frívolos.
“No existe ningún principio que le permita a uno desarrollar un buen karma sin ganarlo, ni existe una forma de evitar las brazas del infierno sin hacer le bien en esta vida. He reflexionado en todo esto, y me siento avergonzado de recibir caridad sin merecerla y engañar a todos los seres con mi ignorancia. Como dicen los Sutras: ‘Aquellos que dan caridad ascienden a los cielos, y aquellos que la reciben descienden a los infiernos’. La Dama Dai-i hizo muchas cosas buenas por cinco monjes malvados y fue recompensada renaciendo como la Reina Mari, mientras ellos reencarnaron como cinco mujeres esclavas. Resulta claro de esta historia como funciona la ley del karma. Alguien que es consiente del origen del sufrimiento pero no hace el bien es un enemigo del Buda, una criatura sin brazos que es incapaz de de recoger los tesoros que ofrecen las enseñanzas sagradas.
“Este ignorante y bueno para nada Saicho, que se encuentra entre los hombres más tontos, ignorantes y ciegos, jura nunca darle la espalda a los Budas, la nación ni sus parientes. Aun con mis limitaciones, hago los votos delineados aquí en este papel. Libre de toda atadura mundana, dispuesto a utilizar todos los medios disponibles, y con la intención de alcanzar los principios supremos, seré indomable en mi resolución.
“1. Hasta que alcance el despertar espiritual, no bajare de esta montaña o trabajaré en el mundo.
“2. Hasta que no ilumine el principio último, no disfrutare de los placeres mundanos.
“3. Hasta que no obtenga la esencia de los preceptos, no atenderé ceremonias estatales o festividades religiosas.
“4. Hasta que no obtenga el corazón de la sabiduría trascendental, evitare todo tipo de ataduras.
“5. Cualquier merito o sabiduría que pudiera adquirir como resultado de mi entrenamiento, se la daré a todos los seres sintientes para la liberación de todos en el universo.
“Por todo esto, juro no degustar el sabor de la liberación ni entrar en el Nirvana. Todos los seres en el mundo del Dharma deben de despertar y experimentar el sabor del Dharma juntos.
“A través del poder de mis votos espero alcanzar el despertar espiritual, y si desarrollo mis poderes espirituales no los usaré con motivos egoístas, ni permaneceré en la iluminación. Siempre seguiré practicando los Cuatro Inmensurables [de salvar a todos los seres, cortar todas las pasiones malsanas, aprender todos los principios del Dharma y alcanzar la Budeidad] por toda mi vida. Siempre estar e en el mundo del Dharma, transbordando los Seis Destinos, eternamente entrenando y realizando el trabajo del Bodhisattva”.
* Traducido (con varias ediciones) del inglés del libro "Saicho: The Establishment of the Japanese Tendai School" por Paul Groner.