El Shoshikan (Hsiao Chih-kuan), que se puede traducir como la "El Pequeño Tratado de la Calma y la Contemplación", fue uno de los primeros tratados de meditación jamás escritos. El mismo fue compuesto por el Gran Maestro Chih-i (Tendai Daishi), el fundador de la escuela Tientai (Tendai) en China. La escuela Tientai rescató el verdadero propósito y mensaje del Buda para el mundo, el cual había sido olvidado o ignorado por los eruditos budistas por siglos, y con ello, influyó enormemente el desarrollo del Budismo Mahayana en el Este de Asia. Este tratado fue un pequeño libro escrito por el Gran Maestro Chih-i para resumir los puntos importantes para la práctica de la meditación budista tradicional de Shikan, o Samatha y Vipassana. En esta serie de Lecturas estudiaremos extractos del Shoshikan del Gran Maestro Tendai y veremos cuáles son sus implicaciones para nuestra práctica budista y nuestra vida diaria.
En la entrada anterior, comenzamos a ver los Obstáculos Internos de los deseos de los sentidos, y cómo el Gran Maestro Chih-i nos recomienda regularlos para poder encaminarnos correctamente en la práctica seria de la meditación. En el tercer capítulo del Shoshikan, titulado "El Control de los Obstáculos Internos", el Gran Maestro continúa detallando los obstáculos internos - aquellos derivados dentro de nosotros mismos - y cómo podemos controlarlos para un meditación efectiva. Estos son: los deseos, el odio, la pereza, el remordimiento y la duda.
El Shoshikan comienza diciendo:
"Hay cinco tipos de obstáculos internos que deben ser controlados:
"(1) El primer tipo son los obstáculos de los deseos sensuales que tienen su origen en la mente misma, a causa de la memoria o la imaginación. En el capítulo anterior sobre la discusión de las condiciones internas, hicimos referencia a los deseos sensuales, también, pero luego tuvimos en cuenta los deseos corporales que tuvieron su origen en el contacto físico de los sentidos con sus objetos. Ahora vamos a considerar estos deseos a medida que surgen o permanecen en la mente. Un seguidor del Buda puede practicar la meditación de una manera muy solemne, pero su mente puede estar llena de nociones seductoras, de ansias y deseos sensuales, y pueden prevenir que las buenas cualidades germinen. Así que, cuando nos hacemos conscientes de la presencia de estos deseos sensuales, hay que deshacernos de ellos. Porque, como en el caso de Jubhaga cuyo cuerpo fue consumido por el fuego interior de su concupiscencia, no hay que sorprendernos si las llamas de estos deseos internos consumen todas nuestras buenas cualidades. Los que aprecian estos deseos internos hará poco progreso en el camino que conduce a la iluminación. ¿Por qué esto así? Esto es debido a que estos deseos internos son un bastión de vejaciones que absorben la mente e impiden alcanzar la iluminación. En el Sutra está escrito:
'Ustedes que buscan la Iluminación deben ser humildes y modestos. Ustedes sostienen la escudilla que puede dar bendiciones a los seres sintientes, ¿cómo podemos disfrutar de los deseos y sumergirnos en el mar de los cinco obstáculos?
'¿Cómo es que tú, que te has librado de los deseos externos, abandonando todos sus placeres sin pesar, ahora tratas de volver a la sombra? Estos deseos sensuales que estas anhelando conducirán inevitablemente al sufrimiento. Si están satisfechos no hay satisfacción, y si no se cumplen hay molestia. En cualquier caso no hay felicidad en lo absoluto.
'Cuando hayas disfrutado profundamente la felicidad que surge de la práctica exitosa de la meditación, entonces ya no serás defraudado por estas nociones engañosas'".
Como vemos, el primer obstáculo interno, además de los sentidos, los cuales vimos en el capítulo anterior, es la memoria y los recuerdos de los deseos y la información que hemos ingresado previamente en la mente por medio de los sentidos. Esto es que, cuando vamos a meditar, de repente comenzamos a pensar en muchas experiencias placenteras, como la comida o el sexo. Esto son samskaras o memorias - impresiones - que han quedado impresas en nuestra mente y surgen naturalmente en la misma en medio de la meditación. Esto es algo que le puede pasar a todos, sin distinción. Es por eso que el capítulo anterior fue en tanto detalle al tratar de enumerar las condiciones necesarias para regular lo que ingerimos por los órganos de los sentidos.
Anteriormente vimos los Diez Mundos de la cosmología y la psicología budista, y cómo todos poseemos los mismos dentro de nosotros. Además de los Diez Mundos, el Budismo posee una muy refinada percepción de la consciencia.
De acuerdo con la psicología budista, el ser humano es caracterizado por el Anatman, o el "no-ser". Esto lo diferencia grandemente de la mayoría de las religiones del mundo donde se cree en la existencia de un "alma" o un ser individual, eterno y separado del todo, que transmigra de una vida en otra. El Buda, desde el comienzo de su ministerio, predicó la doctrina de la vida negativa del Anatman. ¿Cómo es esto? Si el Budismo no cree en el alma transmigratoria; no cree en la Reencarnación, ¿qué renace en los Seis Reinos del Samsara? Tras su Despertar, el Buda reconoció que todo estaba interconecato con todo, y que todo depende de una infinita red de causas y condiciones para su existencia. El ser humano, el "ser" o el "ego", si bien parece ser algo individual, no está para nada separado del todo, del Dharmadhatu, el Mundo Dhármico, donde todo está interconectado. El Buda explicó que el "ser" es un conglomerado de Cinco Skandhas o Agregados. Estos son (1) forma o cuerpo, (2) emociones, (3) procesos mentales o pensamientos, (4) volición o samskaras, y (5) consciencia. Esto tiene mucho sentido y revela la profundidad del pensamiento budista. Si nos sentamos detenidamente a reflexionar, podemos ver que nuestros cuerpos, nuestras emociones, nuestros penamientos y nuestra voluntad cambia constantemente. Esto es la Ley de la Impermanencia: todo está en constante cambio. Genuinamente, no somos quienes éramos hace unos años. Nuestros cuerpos han cambiado muchísimo. De hecho, cada siete años, todos y cada una de las células de nuestro cuerpo son nuevas. Esto sin hablar de que podemos cambiar de estado emocional a los pocos minutos. Lo mismo sucede con nuestros patrones mentales y nuestras motivaciones. De estos Cinco Agregados, cuatro se disuelven con la muerte del cuerpo físico. Lo único que continúa tras la muerte es la cosnciencia.
La psicología budista explica que existen Nueve Consciencias. Esto fue desarrollado por la escuela del Budismo Indio del Yogacara. Las primeras cinco consciencias corresponden a los cinco sentidos. La sexta consciencia es la mente, la cual analiza, memoriza y clasifica la información absorbida por los cinco sentidos y crea la memoria. Esta memoria, y el deseo (el cual es innato, pues sin el mismo no sobreviviríamos como especie) crean la percepción de un ser, un individuo, un ego (yo). Esta es la séptima consciencia o Manas, la cual pensamos que es nuestro ser. Pero la misma desaparece con la muerte del cuerpo físico. Luego de la séptima cosnciencia se encuentra la octava, la consciencia Alaya o colectiva, la cual contiene el repositorio de todo el karma que hemos cometido en esta vida y otras, junto con la de todos los seres sintientes en los tres tiempos. Todo lo que pensamos, decimos y hacemos, en acción u omisión, se encuentra almacenado en esta consciencia. Esta es la consciencia que se accesa por medio de la regresión. Realmente no estamos accesando a vidas pasadas, sino a las vidas pasadas de todos los seres. Esto es lo que sobrevive la muerte, y es el karma o el nexo kármico de nuestra vida pasada, junto con la de muchos otros seres, lo que renace en una próxima vida. Finalmente, detrás de todo esto, se encuentra la novena consciencia, la consciencia Amala, la cual es la Consciencia Universal, la Budeidad, donde no existe la dualidad, sino que solo existe la Unidad. La novena consciencia no puede ser empañada por ninguna de las energías kármicas de los ocho niveles anteriores. Por lo tanto, una forma de librarse del karma negativo es elevarse a la novena conciencia. Como la novena conciencia es el núcleo de toda energía, también sirve como fuente de toda actividad mental y espiritual. Si uno es capaz de alcanzar la novena conciencia, su alma puede coexistir pacíficamente con todas las formas de vida.
El Budismo, a diferencia del Hinduismo y otras religiones, no cree en la Reencarnación, sino en el Renacimiento, aunque muchas personas utilicen ambos términos indistintamente. Entonces, ¿qué renace tras la muerte ne los Seis Reinos del Samsara? La conciencia y el karma.
Como vimos, cuando meditamos - y de hecho, en todos los momentos de nuestras vidas - surgen impresiones en nuestra mente, ya sea de nuestra memoria (sexta consciencia) o de samskaras (octava consciencia), y estas impresiones pueden obstaculizar nuestra práctica de la meditación. Esto no es no solo porque la obstaculizan - nos entretiene o nos despierta el deseo - sino porque la meta final de la meditación es superar nuestro ser finito y falso, nuestro ego, producto de las primeras seis consciencias, que producen la dualidad, sino accesar a la novena consciencia, la Consciencia Universal, y accesar la Unidad Fundamental. Cuando hacemos esto, comulgamos con el Buda - con el Universo - , reconocemos nuestra Verdadera Naturaleza, y volvemos a nuestro Verdadero Hogar. Todo pensamiento nos desconecta y regresamos al mundo de la dualidad. Es por ello que el Gran Maestro Chih-i se esfuerza tanto para hacernos conscientes de ello.
"(2) El segundo obstáculo interno es el obstáculo del odio. Este es un factor fundamental que nos impide alcanzar la Iluminación. Es a la vez la causa y la condición para nuestra caída en los tres reinos malvados. Es el enemigo que nos impide disfrutar del Dharma del Buda. Es el ladrón que roba nuestros pensamientos de positivos hacia todos los seres sintientes. Es la fuente de las malas palabras que estallan sin control. Por lo tanto, en la práctica de la meditación debemos de tratar el estado de ánimo del odio como si fuera una personalidad que está molesta no sólo contigo mismo, sino con parientes y enemigos; y no sólo en el presente sino en el pasado y el futuro. Esto hace nueve molestias, que mantendrán vivo este sentimiento de odio. El odio suscita quejas y cada agravio añadido da lugar a más molestias. Por lo tanto el odio continúa perturbando la mente, y es por eso que se habla del odio como un obstáculo fundamental. Debemos cortar la raíz y así evitar que se propague.
"Suprapunna le preguntó al Buda de la siguiente manera:
'¿Qué debemos de hacer si queremos paz y felicidad? ¿Qué debemos hacer para deshacernos del dolor? ¿Cuál es el veneno que devora todos nuestros buenos pensamientos?
'Mata el odio y tendrás paz y felicidad. Mata el odio y no tendrás más dolor. El odio devora toda bondad'.
"Habiéndonos convencido de la maldad del odio, si queremos deshacernos de él, debemos de practicar la compasión y la paciencia."
El segundo de los obstáculos internos es el odio. El odio es uno de los Tres Venenos en el Budismo. Estos son: (1) ignorancia, (2) la avaricia, y (3) el odio o la ira.
El Gran Maestro Nagarjuna, en su "Tratado sobre la Gran Perfección de la Sabiduría", nos dice que los Tres Venenos son considerados como la fuente de todas las ilusiones y deseos terrenales (kleshas - bonno). Los Tres Venenos se llaman así porque contaminan la vida y el trabajo (karma) de las personas para evitar que vuelvan sus corazones y mentes hacia el bien. Es por eso que podemos ver los Tres Venenos representados en el centro de la Rueda de la Vida (Bhavacakra) como un cerdo, un pájaro y una serpiente (representando la ignorancia, la avaricia y la aversión, respectivamente). Como se muestra en la Rueda de la Vida, los Tres Venenos conducen a la creación del karma, que conduce al renacimiento en los Seis Reinos del Samsara.
El Gran Maestro Chih-i, en otra de sus grandes obras llamada "Palabras y Frases del Sutra del Loto", habla de los Tres Venenos como la causa subyacente de las tres calamidades del hambre, la guerra y la peste, afirmando: "Debido a que la ira aumenta en intensidad, se produce la guerra. Debido a que la avaricia aumenta en intensidad, surge el hambre. Debido a que la ignorancia aumenta en intensidad, estalla la pestilencia. Y debido a que ocurren estas tres calamidades, los deseos terrenales se vuelven más numerosos y poderosos que nunca, y las opiniones falsas florecen cada vez más".
Igualmente, en el tercer capítulo del Sutra del Loto, titulado "Parábola", el Buda Shakyamuni le dice a Shariputra: "El Tathagata nace en el triple mundo, una casa en llamas, podrida y vieja, para salvar a los seres sintientes de los fuegos del nacimiento, el envejecimiento, la enfermedad y la muerte, el sufrimiento, la estupidez, la incomprensión y los Tres Venenos; para enseñarles y convertirlos y permitirles alcanzar la Suprema Iluminación Perfecta.”
Si bien los Tres Venenos contaminan todas nuestros pensamientos, palabras y acciones, podemos contrarrestarlos cultivando los tres factores mentales saludables que se identifican como sus opuestos. Estos son: (1) Ignorancia o "Avidya" con "Amoha (no engaño) o "Prajna" (sabiduría), (2) la Avaricia o "Raga" con "Alobha" (desapego) o "Dana" (generosidad), y (3) y el Odio o "Dvesa" con "Adveṣa" (no odio) o "Mettā" (bondad amorosa). Esto es, con prácticas budistas específicas que nos ayudan a contrarrestar estos Tres Venenos. Pero en mi opinión, el antídoto supremo para estos males es la Gracia (Adhusthana - Kaji) del Buda Eterno. Cuando realizamos prácticas budistas como el Servicio Diario frente a nuestros Butsudans o Altares Budistas, o cuando realizamos alguna devoción, meditamos o recitamos el Nembutsu con una mente y un corazón abierto - con confianza en el Buda Eterno - comulgamos con el Buda y recibimos su Gracia; comulgamos con la Unidad, y esa conexión nos perfuma con el Dharma, el cual permea nuestras mentes y corazones, y reforma nuestro ser, y somos transformados, sin mediar esfuerzo nuestro. Es por eso que cuando meditamos correctamente o realizamos una práctica budista por el bien de todos los seres sintientes, conectamos con nuestra Verdadera Naturaleza, nuestra Naturaleza Búdica, y surge de nosotros esa sabiduría y esa compasión que existen dentro de nosotros innatamente.
Como vemos, la ira y el odio es, como nos dice Chih-i, "es el ladrón que roba nuestros pensamientos de positivos hacia todos los seres sintientes. Es la fuente de las malas palabras que estallan sin control." Esto es algo que todos nosotros hemos experimentado. Es por eso que como budistas, debemos de hacer un gran esfuerzo (es por eso que el Virya Paramita o la Perfección del Esfuerzo son uno de los peldaños en nuestro camino como Bodhisattvas) por controlar nuestra ira y odio. Cuando estes enojado, no invalides tu ira ni la alejes. Solo obsérvala y déjala pasar. Esto es parte de este mundo; es parte del Samsara. Cuando comprendemos nuestra propia situación en el Samsara, también nos permite comprender la de los demás. Si se mueve hacia la agresión, intente respirar, relajarse, aquietar y calmar la mente agitada y esfuércese por la moderación, recordando que los demás son como usted en el deseo y la necesidad de la felicidad y en evitar el dolor, el daño y el sufrimiento. Acepta que te sientes enojado y que es válido. Recuerda que la ira es simplemente una ola en tu océano, no es quién eres (y est, como todo, no es permanente).
La práctica de la meditación, entre otras, como el Nembutsu, pueden ser extremadamente beneficiosas para combatir la ira. Esto es porque la meditación nos permite desapegarnos de nuestros patrones mentales y crea una distancia saludable entre ellos y nuestra Consciencia Fundamental, a la vez que nos familiariza con pensamientos positivos, como la paciencia, el amor, y la compasión, y es algo que podemos hacer en cualquier lugar y en cualquier momento.
Si bien el controlar nuestra ira para muchos es bien difícil, para Chih-i, existe un obstáculo mucho mayor. Este es la pereza y la somnoliencia.
"(3) El tercer obstáculo es el obstáculo de la pereza y la somnolencia. Pereza significa que nuestra mente se pone aburrida e inerte, mientras que la somnolencia significa que nuestros cinco sentidos se relajan, nuestro cuerpo se vuelve inmóvil, y luego nos quedamos dormidos. Para alcanzar la Iluminación necesitamos una mente alerta y todas estas causas y condiciones son obstáculos que nos impiden experimentar la felicidad más elevada tanto en nuestra vida presente como en vidas futuras, la alegría de la Tierra Pura, y la paz inconcebible del Nirvana. Este obstáculo es tal vez el más grave de todos. ¿Por qué? Debido a que otros obstáculos vienen cuando estamos despiertos mentalmente y al menos podemos hacer un esfuerzo para superarlos, mientras que el obstáculo de la pereza y somnolencia rinden todo esfuerzo imposible. En el sueño, somos como un cadáver sin percepción y sin conciencia.
"Incluso los Budas y los Bodhisattvas han tenido que luchar contra la somnolencia. Si la pereza y la somnolencia son el gran enemigo de la práctica de la meditación, por extraño que parezca, la práctica sincera de la meditación es nuestra mejor arma contra la pereza y somnolencia."
Esto también nos ha pasado a todos: nos sentamos a meditar y con el pasar del tiempo, nos da sueño, o nuestra mente se vuelve oscura y entumecida. En la sabiduría india existe lo que se llama los Tres Gunas o Estados. Estos son (1) "Tamas" o "oscurecimiento", que se asocia con el letargo; (2) "Rajas" o "pasión", que se asocia con la acción y el movimiento; y (3) "Sattva" o "pureza", que se asocia con la bondad y la armonía. Los deseos y pasiones, al igual que emociones como el odio, son manifestaciones de Rajas o de movimiento. Pero existe algo peor, y eso es la letargia o los patrones oscuros o somnolientos de la mente. Cuando meditamos, debemos de purificar o limpiar nuestra mente de todos estos pensamientos, deseos y emociones y alcanzar un estado de Sattva o pureza, dejando atrás el mundo del a dualidad y accesando la Unidad - nuestra Budeidad Innata.
El Gran Maestro Chih-i nos advierte que la pereza y la somnoliencia no nos permite accesar nuestra Naturaleza Búdica cuando meditamos, ni nos permite alcanzar la Tierra Pura en esta vida cuando recitamos el Nembutsu. Esto es porque la pereza y la somnoliencia son estados estados oscuros, pesados e impuros de la mente y obstaculizan nuestra práctica. Es por eso que se aconseja dejar los ojos entreabiertos durante la meditación. Esto nos permite evitar el cerrarlos y nos aleja del deseo de dormir que puede surgir tras la relajación mental, física y espiritual que alcanzamos durante la meditación.
"(4) El cuarto obstáculo interno es la imprudencia y el remordimiento. Existen tres clases de imprudencias. La primera es hacer todo con prisa, caminando o divagando sin ningún propósito especial en mente, haciendo deportes o bailando alrededor. Luego está la imprudencia de los labios. Los labios parecen gozar tan sólo recitando o cantando o discutiendo asuntos mundanos, todo en vano, sólo por la emoción que se obtiene de ello. La tercera es la imprudencia de la mente. Esto implica tener pensamientos descuidados, soñar, hacer planes con fines egoístas y codiciosos, cuando deberían ser utilizados para el logro de la iluminación. Luego está la pérdida de la mente con la discriminación innecesaria sobre diferencias externas y el desvío de la misma en el goce de los escritos mundanos y las actividades artísticas, o desperdiciando la concentración en el sentimentalismo y la emotividad, y la contemplación de lugares hermosos, en la música, etc.
"Es como si una persona, que queriendo controlar estrictamente su mente, olvidara deliberadamente su propósito y dejara que su mente funcionara por el camino más fácil. ¿Qué significa ser una persona imprudente? No es mejor que un elefante intoxicado libre de sus cadenas. En cuanto a este obstáculo, está escrito en los Sutras:
"'Ustedes, quienes se han convertido en monjes, quienes se han afeitado la cabeza y van pidiendo de puerta en puerta, ¿por qué usted disfruta de las costumbres imprudentes, cuando se sabe que por tal conducta negligente y la indulgencia usted pone en peligro todos los beneficios del Dharma?'.
"Tan pronto como llegamos a ser conscientes de lo que estamos poniendo en juego por tales actos imprudentes, debemos renunciar a ellos para siempre. Porque tan pronto como nos damos cuenta de nuestros errores y no los eliminamos, entonces sufriremos remordimientos y se intensificará el obstáculo. ¿Por qué es esto? La razón es la siguiente: es posible que tengamos hábitos imprudentes sin pensar mucho en ello y luego el remordimiento no brotará y perturbará la mente. Es en el silencio de la práctica de la meditación que surge el remordimiento para perturbar s la mente y disipar la concentración. Es por ello que la imprudencia y el remordimiento son un gran obstáculo para la práctica de la meditación. Hay dos tipos de remordimiento, es decir, un tipo viene después de la imprudencia, como se ha dicho, y el otro tipo precede aún más la imprudencia. Es el miedo que siempre tira su sombra sobre la vida de un criminal. Es como una flecha que ha penetrado tan profundo que no se puede quitar.
"Hay dos tipos de remordimiento que el hombre necio está acostumbrado a disfrutar. El primero surge por las cosas que no debería haber hecho; el segundo por las cosas que él debería haber hecho, pero que no hizo."
El cuarto obstáculo interno enumerado en el Shoshikan es la imprudencia y el remordimiento. El Gran Maestro Chih-i nos da muchos ejemplos de cómo la imprudencia y el remordimiento pueden surgir - de los samskaras o semillas depositadas en nuestra consciencia - durante la meditación, obstaculizándola. Si bien es bueno reflexionar sobre nuestras vidas, identificando patrones negativos o limitantes, y tratar de modificarlos y transformarlos en positivos, la meditación, como un sacramento budista, tiene un momento y un lugar, y no es el momento para estar reflexionando sobre nuestra imprudencia y nuestros remordimientos.
Aquí, el Gran Maestro Chih-i nos da varias formas de imprudencia. Estas son: (1) hacer todo con prisa, caminando o divagando sin ningún propósito especial en mente; (2) hablar de más o discutir asuntos mundanos, vanos, sólo por la emoción que se obtiene de ello; (3) la imprudencia de la mente, cuando se piensa en cosas necesarias o egoístas, en vez de pensar en cosas productivas y positivas, como en el logro de nuestra Iluminación; y (4) el entretenimiento de la mente con cosas innecesarias sobre diferencias externas y el desvío de la misma en el goce de los cosas mundanas y las actividades, como la farándula o entretenimiento. Todos somos culpables de todos ellos. Muchos de nosotros hacemos las cosas sin pensarlo mucho, llendo dormidos por la vida, siguiendo solo los movimientos, sin detenernos a pensar o ver qué estamos haciendo ni por qué lo estamos haciendo, ni mucho menos sus resultados y consecuencias. Este es tal vez el mayor mal de nuestra vida, y la fuente de muchos de nuestros problemas. Igualmente, nos entretenemos hablando de otros, o de asuntos políticos, o de lo último en entretenimiento, como películas, series o música, entre otros. No es que nada de esto sea malo (recordemos que Chih-i escribía para monjes en el Siglo 6), sino que es importante reflexionar sobre todo lo que hacemos y ver qué es bueno y necesario. A veces, simplemente, deseamos "apagar la mente" con una buena serie o actividad, pero no es bueno vivir haciendo solo eso todo el tiempo. Es importante hacer tiempo para cultivar nuestra práctica y trabajar por nuestro Despertar.
Si vivimos la vida dormidos, o si solo vamos a través de los movimientos, no somos seres conscientes ni mucho menos despiertos. Entonces, no somos diferentes a las plantas ni los animales. Es por eso que practicamos el Budismo: para Despertar. El primer paso en nuestro Despertar es tomar consciencia de nuestros pensamientos, palabras y acciones, ser verdaderos seres humanos, y dirigirlas a nuestra Iluminación y al bien de todos los seres sintientes. De lo contrario, solo perpetuaremos los mismos patrones limitantes y negativos y continuaremos creando mal karma, y sufriremos a consecuencia de nuestras propias acciones e inacciones y sentiremos remordimiento, y este remordimiento, como demonios en la oscuridad, surgirán durante la luz de la meditación. Reflexiona profundamente sobre esto.
Ahora, pasemos al quinto de los obstáculos internos: la duda.
"(5) El quinto obstáculo interno es el impedimento de la duda. Si la mente está nublada con la duda, ¿cómo puede tener alguna fe en las enseñanzas? Y si no tiene fe en la enseñanza, ¿cómo puede aprovecharse de ella? Es como si uno estuviera subiendo una montaña para obtener un tesoro, pero no tuviera manos con las que traer de vuelta el tesoro. Hay algunas 'dudas honestas' que no impiden del todo la práctica de la meditación, pero hay tres clases de dudas que dificultan el logro del Samadhi."
Aunque hemos llegado al Budismo y hemos leido y escuchado mucho sobre sus beneficios, siempre queda dentro de nosotros aunque sean leves rastros de duda. De hecho, la duda es un elemento importante al principio del camino budista. Esto es porque cuando comenzamos nuestro camino, lo primero que debemos hacer es aprender a desaprender muchas de las cosas que creíamos ciertas sobre nosotros y el mundo. Pero llega el momento en que debemos de suspender la duda y aceptar las enseñanzas con fe.
¿Con fe? ¿No que la fe no existe en el Budismo? A diferencia de la creencia popular, el Budismo se basa en la fe. ¿Fe en qué? Fe en los Tres Tesoros del Buda, el Dharma y la Sangha.
Debemos tener fe en el Buda como una manifestación compasiva encarnada del Universo, quien apareció en este mundo para revelarnos el Dharma, las Leyes Universales, aliviar nuestro sufirmiento, y ayudarnos a regresar del mundo dela dualidad a la Unidad, nuestro Verdadero Hogar. Debemos tener fe igualmente en nuestra Naturaleza Búdica Innata, la que nos permite alcanzar el mismo estado espiritual del Buda, en esta vida y en este cuerpo. Y debemos tener fe en la Naturaleza Búdica Innata en todos los seres sintientes, y en la capacidad de todos los seres, incluídos nosotros mismos, de cambiar y ser agentes positivos - Bodhisattvas - en el mundo.
Debemos tener fe en el Dharma, las Leyes Universales reveladas por el Buda en este mundo, como la Ley del Karma, y debemos de tener fe en que el Dharma es nuestro mapa en el océano de nacimientos y muertes del Samsara. Debemos tener fe en que el Dharma revelado por el Buda es correcto y verdadero, y que el mismo nos ayudará a revelar nuestra Naturaleza Búdica y a realizar el trabajo del Bodhisattva en el mundo.
Y finalmente, debemos tener fe en la Sangha, la comunidad de sacerdotes y creyentes que esudian y ponen el Dharma del Buda Eterno en práctica en el mundo, para ayudaenos unos a otros a aliviar el sufrimiento, a accesar nuestra Naturaleza Búdica, y a surgir dentro de nosotros esa fuente de compasión y sabiduría que emanan de nosotros cuando realizamos nuestra Unidad Fundamental por medio de la meditación y de las prácticas budistas, haciendo de esto mundo una Tierra Pura.
Si no tenemos fe en los Tres Tesoros, el mismo Chih-i nos dice, ¿cómo podemos poner las enseñanzas en práctica? Al principio, la fe es sumamente importante, y puede que siempre quede dentro de nosotros rastros de dudas, pero debemos de hecharlas a un lado temporeramente y abrazar los Tres Tesoros. Con el tiempo, esa fe deja de ser ciega y se vuelve certera, cuando vemos la confirmación de las enseñanzas y prácticas y sus beneficios y transformación en nuestra vida diaria.
Pero existen muchas formas de dudas, y el Gran Maestro Chih-i nos ayuda a reconocerlas en su Shoshikan:
"El primer tipo de duda que dificulta la meditación es la duda de uno mismo. Podemos preguntarnos si somos los más adecuados para transcurrir el Noble Camino dado a nuestras faltas y porque nuestros errores son muchos y graves. Si en un principio albergamos dudas como esas, nunca alcanzaremos el Samadhi. Así que, si hemos de practicar la meditación, no debemos maltratarnos a nosotros mismos. Debemos recordarnos que es imposible para cualquier persona comprender la profundidad de las raíces bondadosas de nuestras vidas pasadas."
Una de las primeras cosas que notamos luego de un tiempo de práctica, o que podemos notar aun antes de comenzar a practicar, es que distamos muchos del ideal de la Budeidad. Podemos pensar que somos muy malos, o que hemos hecho cosas incorregibles en la vida y no merecemos la paz del Nirvana, o que estamos bien distantes del noble altruismo que caracteriza al Bodhisattva, o la infinita sabiduría y compasión que emanan de un Buda. Pero todo esto es parte de nuestra Ignorancia Fundamental. Esto es lo que creemos y sentimos dado a que las pasiones y deseos y el mal karma oscurecen nuestra Verdadera Naturaleza.
Igualmente, podemos creer que no podemos meditar, recitar el Nembutsu, o que somos incapaces de realizar buenas obras y otras prácticas budistas. Esto fue lo que hizo que un monje budista Tendai llamado Shinran fundara su propia escuela en el medioevo japonés. Y en muchas formas, Shinran tenía razón. No podemos tapar el Sol con un dedo. De igual forma, no podemos ignorar que en realidad, somos seres egoístas y llenos de pasiones, quienes solo pensamos en nosotros, y en el momento incorrecto, en las peores circunstancias, somos capaces de todo tipo de acto vil y atróz. Como dijomos anteriormente, todos poseemos la capacidad de ser demonios, espírtus hambrientos, animales y Asuras en todo momento de nuestras vidas. Pero también podemos cambiar y ser Bodhisattvas en el mundo. Chih-i nos dice que lo primero que tenemos que hacer es creer en nosotros mismos.
Para sobreponerlos a la duda sobre nosotros mismos, recomiendo depositar toda tu fe en los Tres Tesoros. Solo esfuérzate por hacer una práctica budista, y abre tu mente y tu corazón y ten fe, y el Buda - la Energía Dinámica de Infinita Luz y Vida, Sabiduría y Compasión - hará el resto.
"El segundo tipo de duda es la duda en nuestro maestro. Es posible que hayamos estado disgustados con su forma o apariencia y dudáramos el que hubiera alcanzado algún grado de Iluminación y fuera capaz de guiarnos por el camino. Si estimamos tal duda o desprecio por nuestro maestro, sin duda obstaculizaremos nuestro logro del Samadhi. Si queremos deshacernos de este obstáculo, debemos recordar las palabras del Mahavibhasa Sutra, en su parábola del avaro que mantuvo su oro en una bolsa de basura. Si amamos el oro de la Iluminación también nosotros debemos mantenerlo en nuestra bolsa de basura. Aunque nuestro maestro no es perfecto, o como pensamos que deba ser, debemos honrar y confiar en él, porque él está para nosotros en el lugar del Buda."
Muchas veces dudamos igualmente de nuestros maestros. En este Mundo Saha, lleno de impurezas y controlado por Mara, es importante tener siempre la guardia arriba y tener un cierto nivel de escepticismo saludable sobre los maestros y las instituciones, pues hay muchos maestros falsos, sobre todo, en la internet. Es por eso que es tan importante el linaje en el Budismo y su corroboración. Antes de seguir un monje o maestro, es importante confirmar e inquirir sobre su linaje. El linaje es importante porque las personas necesitan saber si alguien tiene autenticidad, autoridad, capacitación y apoyo. Por ejemplo, yo pertenezco al linaje Tendai de la Tradición del Loto. La escuela Tendai cuenta con un linaje de más de 2,500 años desde el Buda Shakyamuni, y 1,200 años desde la fundación de la escuela en Japón. Dentro de la escuela Tendai, pertenezco al linaje Sanmon, también conocido como la "Orden de la Montaña", y mi maestro es el Ven. Monshin Naamon, entre otros dentro de la misma escuela. Fui ordenado como monje budista, tras años de entrenamiento (el cual continúa y nunca acaba), en el templo Jiunzan Tendaiji, el Tendai Betsuin de Nueva York, el cual es el único centro autorizado para ordenar monjes en la escuela Tendai fuera de Enryakuji en Japón. Desde entonces, llevo años tratando de esparcir el Dharma verdadero del Buda por el mundo hispano, escribiendo libros, manteniendo el blog, y liderando una Sangha, la cual se reune semanalmente.
Por ello, antes de seguir a un monje o maestro, asegúrate de corroborar su trasfondo y estudiar su enseñanza. Ahora, una cosa es haber sido ordenado auténticamente, y otra cosa es conocer profundamente y vivir el Dharma, y otra muy diferente es poder trabajar para crear una Sangha. Es importante que todo esto esté presente antes de que decidas seguir a un maestro.
Sin embargo, el Gran Maestro Chih-i nos recuerda que, aunque nuestro maestro budista sea fidedigno, es importante recordar que no es perfecto. En este Mundo Saha, solo es perfecto el Buda, y todos somos Budas en entrenamiento. El monje budista es solo un "budista profesional", el cual tiene como misión el preservar el Dharma Eterno del Buda en el mundo, y de hacerlo disponible para todos.
"El tercer tipo de duda es duda en el Dharma. Casi cada uno de nosotros, sin duda, conserva un cierto grado de confianza en su propio juicio mental, y por lo tanto, va a ser difícil para nosotros al principio el tener fe en las enseñanzas del maestro cuando difieren de lo que pensamos que debe ser, y será difícil al principio para poner en práctica sus enseñanzas con humildad y fidelidad. Mientras alberguemos dudas de nuestro maestro, no podemos ser influenciados por sus enseñanzas. Esto se explica claramente en las siguientes estrofas:
"La fe es la única entrada al Budismo. Sin fe todo estudio y esfuerzo será en vano. Tan pronto como usted está convencido de que el error sigue siempre la duda, renuncia a toda duda y entra por la puerta de entrada de la fe."
Aquí el Shoshikan nos recuerda lo que mencionamos anteriormente, debemos tener fe en el Dharma. De lo contrario, no podríamos permitir que el mismo trabaje y transforme nuestras vidas. Para ello, debemos aprender a desaprender muchas cosas que creíamos ciertas sobre nosotros mismos y el mundo en el que vivimos. Incluso, debemos de aprender a desaprender cosas que creíamos del Budismo mismo.
Como vimos al principio, el Buda, tras su Despertar, ideó un Plan Dhármico para revelar el Dharma - el contenido de su Iluminación - gradualmente a los seres, preparando sus mentes y corazones para que pudieran entender la Verdad en su totalidad. Es por ello que predicó 84,000 enseñanzas, desde las primeras, las más básicas, expuestas para ayudarlos a desapegarse del apego al cuerpo y al mundo y sus deseos, y el logro de la salvación personal del Nirvana y el escape del Samsara, en los Sutras Nikayas, que hoy son seguidos por las escuelas Theravadas. Luego, predicó sobre la existencia de otros seres, un nuevo ideal, el Bodhisattva - el postergar la Iluminación personal por la salvación de todos los seres sintientes - y de otros Budas en el Cosmos, en los Sutras Mahayana. Luego de esto, el Buda predicó sobre la Vacuidad y la total interconexión de todos los fenómenos, en los Sutras Prajnaparamita, que hoy son la base de la escuela Zen. Finalmente, cuando los seres estaban listos, el Buda predicó la Verdad completa y perfecta de su Despertar, esencia y misión en el mundo, en el Sutra del Loto, donde unificó y armonizó todas sus enseñanzas y prácticas y las contextualizó en su Plan Dhármico, revelando la Verdadera Naturaleza de la Budeidad y de la Existencia.
Muchas personas y muchos budistas solo han sido expuestas a algunas de estas enseñanzas, y no a la revelación total de la Verdad revelada en el Sutra del Loto, y cuando se les presenta (como la inexistencia del Nirvana, la existencia del Verdadero Ser, la eternidad del Buda, etc.), no la creen y albergan dudas. Pero aquí, el Gran Maestro Chih-i, quien fue quien rescató la Tradición del Loto - fundada como la verdadera Orden en el mundo por el Buda Shakyamuni, y mantenida por Grandes Maestros como Asvaghosha, Nagarjuna, Vasubandhu, Kumarajiva, Daosheng y Huisi, casi perdida en el tiempo, y rescatada y sistematizada por Chih-i - nos dice que debemos de dejar a un lado incluso lo que sabemos del Dharma y de Budismo para podernos abrir a la verdadera enseñanza. Y muchas veces, esto es lo más difícil de hacer. Es por ello que al final, el Shoshikan nos recomienda confiar y abrazar la fe.
Estos son, entonces, los cinco Obstáculos Internos que el Gran Maestro Chih-i enumera en su obra. Ahora, el mismo Chih-i reconoce que estos cinco obstáculos, al igual que los Obstáculos Externos e Internos mencionados anteriormente, no son los únicos, sino que los mismos son solo ilustrativos, y no exhaustivos.
"Alguien puede preguntar: 'Hay tantos tipos diferentes de errores, así como hay granos de polvo, ¿por qué hablas de renunciar a sólo cinco dudas?' Eso es cierto, pero estas cinco dudas cubren todo el campo de la codicia, el odio y la estupidez. La duda, la codicia, el odio y la estupidez son los males fundamentales. Más allá de la puerta de entrada de la duda se dice que existen ochenta y cuatro mil deseos o problemas que conducen al sufrimiento: si cerramos la puerta de duda bloqueamos el camino a todos los demás males."
Dado a que existen 84,000 deseos y problemas que conducen al sufrimiento, el Buda Shakyamuni, en su infinita compasión y sabiduría, predicó 84,000 enseñanzas para aliviarlos y llevarnos al Despertar. De todos estos deseos y problemas, el más importante y que debemos superar es la duda: la ignorancia.
"Por estas razones, los seguidores de Buda deben deshacerse de los cinco obstáculos internos de la codicia, la ira, el odio, la pereza y la somnolencia, la imprudencia, el remordimiento y la duda. Deshacerse de estos cinco obstáculos es como saldar una deuda, es como recuperarse de una enfermedad dolorosa, como pasar de un país asolado por el hambre a una tierra de prosperidad; es como vivir en paz y seguridad en medio de la violencia y la enemistad. Si renunciamos a todos estos obstáculos nuestras mentes estarán frescas y felices y nuestros espíritus tranquilos y pacíficos.
"Así como el brillo del sol puede ser oscurecido por el humo o polvo, o las nubes o la niebla, el brillo puro de nuestra mente puede ser oscurecido por estos cinco obstáculos."