Bienvenido a la Tierra Pura de la Luz Serena, un recurso sobre el Verdadero Budismo (一乘佛教), y sus posteriores ramificaciones, a la luz de las Enseñanzas Perfectas y Completas (圓教). Aquí presentamos el Budismo como religión, filosofía y estilo de vida, con énfasis en la Teología Budista (Budología), aspirando a presentar el Budismo balanceadamente entre la academia (estudios budistas) y la devoción, desde el punto de vista de una escuela tradicional de Budismo japonés (Shingi Hokke Shu - Escuela del Loto Reformada 新義法華宗) y las enseñanzas universales del Sutra del Loto (法華経).


miércoles, 31 de agosto de 2022

Budismo, Política y Sociedad: El Budismo y la Política - Reflexiones sobre Temas Contemporáneos III

 El Budismo es una religión fundada hace más de 2,500 en la India por un jóven príncipe llamado Siddhartha Gautama, quien tras años de prácticas espirituales alcanzó el Despertar, la Budeidad, por lo que fue conocido desde entonces como el Buda Shakyamuni. Tras su Iluminación, el Buda predicó por más de cuarenta años por toda la India, ayudando a otros a alcanzar el mismo estado espiritual del Despertar. Cerca del final de su vida, el Buda reveló que si bien aparentó haber nacido, crecido y alcanzadola Iluminación, en realidad, el Buda era una encarnación misma de la Vida, el Alma del Universo, quien apareció en este mundo para revelar la Verdad, ayudar a los seres a aliviar sus sufrimientos, y a alcanzar el estado de la Budeidad - el Despertar.

En sus más de cuarenta años de predicación, el Buda habló sobre una gran variedad de temas, no solo espirituales, sino también sociales, como la importancia de la familia, el buen gobierno, y las relaciones entre los individuos en la sociedad. En esta serie de entradas, reflexionaremos sobre la posición budista sobre una amplia gama de temas contemporáneos, como la vida, las relaciones de pareja, la familia, el buen gobierno y la política y la sociedad en general.

El Budismo y la Política

Como hemos mencionado anteriormente, el Budismo es, contrario a la opinión y la creencia popular, altamente político. Desde sus inicios, el mismo Buda sirvió como asesor a la corte de numerosos reyes mientras predicaba el Dharma en vida, y posteriormente, sus discípulos igualmente sirvieron como asesores a la corte y sus gobernantes. Esos gobernantes muchas veces crearon políticas públicas basadas en las enseñanzas del Buda, creando indirectamente reinos budistas, hasta la llegada del Rey Ashoka (304-322 AEC), quien efectivamente creó un imperio basado en el Dharma budista. En el ámbito de la práctica política, desde la época del Buda, el Budismo ha influido en los gobiernos y ha sido identificado por los gobiernos como fuente de su autoridad y legitimidad. Los monarcas budistas han gobernado reinos en Asia en varios momentos durante los últimos dos mil años, e incluso hoy en día algunas naciones en Asia entienden que sus gobiernos tienen el deber de gobernar de una manera que sea consistente con el Dharma y los valores budistas. Ejemplo de esto son los países del Sur de Asia, donde el Budismo es parte inseparable del Estado. En muchas otras naciones asiáticas, como en Japón, el Budismo es una importante tradición ética y religiosa, incluso si ya no está explícitamente incorporado al sistema político. De igual forma, el Budismo y la Orden Monástica siempre estuvieron cerca de las ciudades más grandes e importantes de la India, recibiendo el apoyo económico y la protección del Estado, y a su vez, el Budismo legitimizaba el poder de los monarcas y trataba de mantener el orden en el país. Esto ha sido la norma, de hecho, en todo Asia. 

El Budismo fue la primera religión mundial, aceptando a personas de todas las razas, naciones, e incluso credos, y fue altamente misionario por todo Asia, esparciéndose finalmente por todo el continente. Debemos entender que el Budismo no solo representaba una religión para los países donde se adentraba, sino que además de un sistema ideológico y religioso, el Budismo tenía la reputación de ser una religión altamente educada y ética, la cual elevaba a los gobernantes seculares a la figura de gobernantes divinos, los "Chakravadines" o "Reyes que Giran la Rueda del Dharma", el cual reemplazaba los reclamos nativos de los gobernantes con una nueva economía de soberanía, en  donde el gobernante reinaba su reino con sanción dhármica desde el centro de la ciudad, así como los Budas gobernaban el Cosmos como un Mandala. Los gobernantes no eran ya solo reyes locales, sino que eran vistos y aceptados por el resto de los pueblos como monarcas universales con la bendición del clero budista. Todo esto aumentó la aceptabilidad del Budismo para todos los imperios de Asia. 

Además de misiones religiosas e instituciones que beneficiaban a los gobernantes y la aristocracia, el Budismo igualmente traí consigo a los pueblos instituciones estables y bien formadas que servían muchas funciones, siendo no solo centros de educación religiosa, sino también de educación secular, como de moral, medicina, lenguajes y artes. También, los mnoasterios sirvieron de almacenes y como representantes del Estado, sirviendo los monasterios muchas veces como fortificaciones divinas que eran respetadas por los reinos vecinos. A su vez, el Vinaya o el Código Monástico Budista creaba microsociedades de personas que habitaban en relativa calma, paz y armonía, dedicadas al bienestar de la comunidad y del Estado. Es decir, la entrada del Budismo significaba la entrada de cultura, y una forma de permitirle a la población superar sus adversidades y tener una mejor vida.

El objetivo principal del Budismo es aliviar el sufrimiento y permitir que todos los seres descubran su Naturaleza Búdica, su capacidad innata de alcanzar el Despertar a nuestra Unidad Fundamental. Esta soteriología descansa sobre el problema central del sufrimiento, al que el Budismo ofrece una solución práctica, centrada en la vida en el aquí y ahora. Para ello, el Budismo ofrece 84,000 formas tradicionales de lograr este objetivo. Sin embargo, más allá de esta base soteriológica, hay una dimensión social definida en las enseñanzas budistas: el Buda no solo pregunta cómo y qué debemos hacer para mejorarnos como personas y aliviar nuestro sufrimiento, sino también qué debemos hacer, no solo por nosotros mismos sino por el bien común. Pero el cambio social debe de comenzar por un cambio interno en el individuo.

El Budismo prescribe una serie de guías éticas, los Preceptos, que delinean cómo debemos de comportarnos como budistas y como individuos en la sociedad. Estos Preceptos son resumidos en los Tres Preceptos Puros de (1) Abandonar el Mal, (2) Hacer el Bien, y (3) Purificar el Alma (Mente y Corazón). Estos Tres Preceptos Puros se traducen en los Cinco Preceptos Budistas Laicos: No Matar o Preservar la Vida, No Robar o Ser Caritativos, No Mentir o Servir Siempre a la Verdad, No Abusar de la Sexualidad o Valorar las Relaciones Sanas, y No Abusar de los Intoxicantes o Mantener Siempre en Mente la Verdadera Naturaleza de la Realidad, por medio de la meditación, lo cual purifica nuestra mente, y podemos axtuar con sabiduría y compasión en el mundo. Cuando las personas siguen estos Preceptos, actúan conforma a su Verdadera Naturaleza, su Naturaleza Búdica. De igual forma, un budista debe de poner en práctica los Seis Paramitas o las Seis Perfecciones Budistas de (1) Caridad, (2) Preceptos, (3) Esfuerzo, (4) Paciencia, (5) Meditación, y (6) Sabiduría. Todo esto forma, en parte, los valores budistas. Otros valores budistas son la Bondad Amorosa, la Compasión, el Júbilo y la Ecuanimidad. Sobre esta base, el Budismo formula su teoría política y social. 

Ahora, podemos preguntarnos: ¿Qué el Buda nos dice sobre la política? Cuando estudiamos profundamente el Canon Budista, vemos que el Buda ofrece numerosos consejos sobre la administración de un reino o un Estado. En el Canon Pali del Budismo Primitivo, encontramos numerosas referencias y discusiones sobre reyes, príncipes, guerras y políticas. Igualmente, el Canon Mahayana, como en el Sutra de los Reyes Benevolentes y el Sutra de la Luz Dorada, también contienen consejos para los gobernantes sobre cómo gobernar bien, advertencias sobre las terribles consecuencias de gobernar mal y advertencias para evitar la arrogancia y la prepotencia e ignorar las necesidades del pueblo y sus ciudadanos. De hecho, en el Budismo, el gobernante es uno de los recipientes de una de las Cuatro Deudas de Gratitud, junto con nuestros padres, maestros, y los Tres Tesoros del Budismo (el Buda, el Dharma - su Enseñanza -, y la Sangha - la comunidad budista). Igualmente, debemos recordar que en los tiempos del Buda solo existía un solo tipo de gobierno, la monarquía y la república, y es sobre la misma que el Buda habla en sus discursos. Sin embargo, podemos interpolar sus enseñanzas y aplicarlas a las teoría de gobierno contemporáneas.

La visión del Budismo sobre la política y el gobierno comienzan con el mismo Buda. El Buda en muchos aspectos puede ser considerado como un revolucionario político o un reformador religioso. El Buda, desde sus inicios, rechazó el sistema de castas que existía (y aún existe) en la India, aceptando a personas de todo trasfondo social en su Orden Monásrica, llegando incluso a aceptar a mujeres como monjas budistas, algo que ninguna otra religión india ha hecho hasta nuestros días. Igualmente, el Budismo revolucionó la organización social india y sus instituciones religiosas y transformó la manera en que las personas veían el universo, el destino y a sí mismas, instando a las personas a cambiar, en vez de buscar el cambio fuera de sí mismos. El karma ya no era cosa del destino ni de los dioses, sino que uno mismo sembraba y cocechaba las causas negativas y positivas en su vida. Las buenas acciones y nuestra consciencia, y no los rituales, el estatus social ni las divinidades, son la nueva "moneda espiritual" (mérito) con la que ganamos el cielo y el Nirvana. Todos, sin importar las diferencias a partir de construcciones sociales (y no un grupo privilegiado), tenemos la capacidad de Despertar a la Verdad. Esto sentó las bases para un total egalitarismo social y espiritual, logros que siguen siendo aspiraciones aún en nuestros días. Incluso la religión ortodoxa de la India adoptó al Buda como un avatar o encarnación del dios Vishnu, y dice que el Buda vino a purificar el Dharma Hindú, a reemplazar el sistema de castas, a abolir el sacrificio animal, y reestablecer el Dharma Hindú a su forma más pura. Sin embargo, el Buda en muchos aspectos es igualmente un tradicionalista y conservador, que destaca la importancia de la vida, la familia y las instituciones sociales en el mundo.

En el Canon Pali, encontramos dos Suttas o discursos primitivos del Buda, el Cakkavattisihanada Sutta y el Agganna Sutta (Digha Nikaya), donde el Buda trata del origen y desarrollo del Estado y de los derechos y deberes tanto del monarca como del ciudadano. En los mismos, vemos que el modelo de sociedad y política que presentan fomenta una conducta ética y encarna un fuerte ideal social, que luego guía los principales objetivos del Estado. El gobernante ideal, el "Rey Celestial que Gira la Rueda del Dharma", que usa su autoridad para promover el orden, la rectitud y la seguridad. En este y otros Suttas, las recomendaciones van más allá de la cosmovisión basada en castas detrás del arte de gobernar hindú y los códigos legales. El Agganna Sutta, en particular, insta a la igualdad de derechos y oportunidades para todas las personas simplemente como miembros de la humanidad, independientemente de su casta o raza. Si estudiamos estos textos, podemos ver que el Budismo encarga al Estado y a sus ciudadanos la responsabilidad de mantener el orden, así como la igualdad económica y social. De igual forma, el Estado no debe impedir la libertad humana, y tanto los ciudadanos individuales como el gobernante en su conjunto deben poder evolucionar y madurar. La importancia de las instituciones en el alivio del sufrimiento y el logro del Nirvana se predican sobre la doctrina budista de la Originación Interdependiente, que nos dice que todo existe debido a causas y condiciones y que todo está fundamentalmente interrelacionado.

En el Canon Mahayana, vemos estas expresiones llevadas a su culminación final. El Dharma del Buda ya no es solo su Enseñanza, sino que es el Orden Dhármico, la Ley Mística, que crea, anima y da vida y orden a todo en el Cosmos. El Buda revela que ya no es solo un hombre, sino que es y siempre ha sido la encarnación misma del Alma del Universo, quien apareció en este mundo para revelar el Dharma, aliviar el sufrimiento, y ayudar a los seres a descubrir su Naturaleza Búdica, para que puedan experimentar el Nirvana en este mundo. Con esto, su Dharma o Enseñanza - y para nuestro propósito, las enseñanzas sociales y políticas - ahora asumen un orden y un valor superior, pues son la revelación de las Leyes Universales que rigen el Cosmos. Entre sus discursos sobre política y sociedad, encontramos el Sutra de los Reyes Benevolentes y el Sutra de la Luz Dorada. En estos dos Sutras, encontramos el ideal budista de un rey o gobernante, quien rige al Estado de acuerdo con el Dharma, ya que el Dharma se aplica por igual a todos, independientemente de la clase, el estatus social o las circunstancias económicas. Debido a que tanto el ciudadano como el gobernante son iguales bajo la ley del Dharma, las instituciones políticas deben reflejar esta verdad básica. Con esto, el Buda expone que existen Dos Verdades o funtes del derecho: la Ley Secular, y la Ley Budista, y que la Ley Budista debe estar por encima y guiar la Ley Secular, a veces llamados Verdad Absoluta, o la naturaleza inherente de todo, cómo son realmente las cosas, y  la Verdad Relativa, o cómo aparecen las cosas y se aplican de acuerdo a las circusntancias en el mundo. 

De acuerdo con el Budismo, el Estado y la política no son un fin en sí mismo, sino un instrumento que proporciona las condiciones favorables (en su correcta aplicación) o crea obstrucciones dañinas (en su mala aplicación) para el avance personal de los individuos. El Buda reconoció que el gobierno es necesario para proporcionar orden y bienestar social y que sus valores, contenido y procesos deben ser coherentes con el Dharma. Un principio fundamental del Dharma relevante para la política es la igualdad y la dignidad de todos los individuos. El Buda enfatizó que todos los seres sintintes poseen un valor y una capacidad inherentes para la Iluminación, la Naturaleza Búdica. Por ello, toda vida es preciosa, invaluable e irrepetible. Las enseñanzas del Buda también reflejan el principio de igualdad cuando prescribe que la monarquía, la forma dominante de gobierno durante su vida, debe basarse en el consentimiento popular (no en el derecho divino), realizada en consulta con los gobernados, imparcial en la aplicación de la justicia, y conforme al Dharma. Un buen gobernante  debe estar dotado de la capacidad de integrar el principio de gobierno con los principios budistas para controlar su mente en un nivel apropiado, debe ser superior a otras personas en términos de su comportamiento y convertirse en un modelo a seguir para todos sus ciudadanos, y debe poseer las características de un león. Los gobernantes son los representantes del orden y el bien en el mundo, ya que se encuentran en los ojos de todo el mundo, siendo no solo roles a seguir y ejemplos para la sociedad, sino la encarnación misma de sus valores y metas. Por ello, los gobernantes deben ser justos, premiar el bien, y castigar el mal. Esto muestra un balance correcto entre la compasión (premirar el bien) y la sabiduría (castigar el mal). Un rey que es justo, imparcial, que promueve el bien y el bienestar de sus ciudadanos, y que castiga el mal y los protege de todo peligro, es protegido por los dioses y los Budas. Lo contrario solo invita al caos y la desestabilización social y del mundo. Esto significa igualmente que el gobernante debe de ser tolerante hacia las diferentes configuraciones políticas. En lugar de respaldar abiertamente una forma particular de gobierno,  el Buda, al entablar amistad y aconsejar tanto a las repúblicas como a los monarcas, implica que el buen gobierno puede tomar más de una forma, pero debe permitir la maximización de la felicidad individual de sus ciudadanos y que minimice su sufrimiento, permitiéndoles cultivar la compasión, la paciencia, la generosidad, la concentración meditativa y la sabiduría mientras desalienta la codicia, el odio y la ignorancia. Así, el Buda no abogó explícitamente por una sola forma de gobierno y, en un nivel, reconoció que diferentes tipos de regímenes podrían considerarse legítimos si el espíritu del gobernante y los gobernados estaba de acuerdo con el Dharma.

Todo esto nos conduce a aplicar estas enseñanzas a nuestra realidad actual. Toda opinión sobre lo que dice el Budismo sobre la familia, la sociedad y la política, en muchas instancias, refleja más la opinión personal del presentador que lo que realmente decía el Buda. Es por eso que debemos de tomar con pinzas la información que leemos al respecto. 

Por supuesto, en la modernidad, la mayoría de los gobiernos del mundo han adoptado los valores occidentales de la separación de la Iglesia y el Estado, por lo que los valores religiosos sobre materias del Estado han sido relegadas a las opiniones internas de los individuos. No podemos replicar los sistemas antiguos y tratar de establecer teocracias en el mundo contemporáneo ni en el futuro. Esto es algo que debe prevalecer para mantener el orden y la convivecia en la sociedad. Sin embargo, podemos tratar de que los gobernantes - y sobre todo, los ciudadanos y líderes budistas - adopten los ideales políticos y sociales universales estipulados por el Budismo. 

Un buen gobernate debe ser imparcial, justo, y administrar bien el Estado, teniendo siempre en mente el bienestar y el futuro de sus ciudadanos. De igual forma, su gobierno debe ser uno que proteja la diversidad de opiniones, y debe tener un buen balance entre el bienestar común y el derecho individual de sus ciudadanos y sus bienes. En este sentido, el ideal Budista del gobierno no es uno socialista, donde la mayoría puede volverse tiránica contra el individuo, no es individualista, donde los deseos y caprichos del individuo pueden ser contrarios a la mayoría. Es un individualismo iluminado por el bienestar del colectivo, donde el criterio rector es la responsabilidad. Esto nos muestra una buena aplicación del Camino Medio tan necesaria en un mundo tan polarizado, donde las fuerzas del colectivismo - sobre todo, en Oriente - y del individualismo - muchas veces egoísta de Occidente - encuentran una síntesis. Lo contrario es perpetuar los errores del pasado, donde el colectivismo tiránico dio paso al comunismo, el cual aún sige dando muestras de su caos, su horror, su dolor, miseria y muerte; y el individualismo egoísta da paso a los caprichos de los individuos, quienes muchas veces quieren imponer sus ilusiones y subjetivismos y forzarlos a los demás, y donde se explotan los recursos sin darle mucho pensamiento al futuro. 

En mi opinión personal, el Budismo en el mundo contemporáneo debe ser apolítico, pero social. Es decir, debe de tratar de mantener la división occidental moderna entre el Estado y la Religión, pero debe apoyar las luchas y los movimientos sociales - como lo ha hecho en toda su historia - que apoyen los valores universales budistas de la importancia y el valor de la vida, la el ambiente, la igualdad de todos los seres, y el diálogo entre las diferentes partes de la sociedad, sirviendo muchas veces como un puente de diálogo entre los puntos polarizados, de acuerdo con el Camino Medio. Lamentablemente, el Budismo en Occidente, sobre todo en los Estados Unidos y muchos países latinos, tiende a ser muy de izquierda, a diferencia del Budismo en Asia, que tiende a ser más de derecha. Esto ha hecho que el Budismo sea visto erróneamente por muchos como de izquierda. Esto crea igualmente una polarización indebida dentro de la Sangha budista, haciendo que muchas personas que no compartan los ideales políticos del discurso mayoritario budista occidental excluídos. Existen fuerzas negativas que tratan de enfermar el Buda Dharma y mutilarlo como estan tratando de mutilar las instituciones y el orden en el mundo. Debemos de estar siempre vigilantes para que no seamos como los gusanos que se comen (corrompen) al león (el Dharma) desde sus entrañas.

En el Budismo aprendemos a comprender el principio de que toda la vida y los fenómenos del universo son eternos y están interconectados. En medio de la división y el sufrimiento del mundo actual, como budistas, debemos esforzamos por llevar a las personas a la felicidad, unirlas y crear una sociedad pacífica y en orden. Solo esperemos que todos y cada uno de nosotros pueda realizar su labor del Bodhisattva y contribuir a la paz y la felicidad de todos los seres en el mundo.

Esta serie, la cual ha llegado a su fin con esta instalación, por supuesto, es solo una introducción al tema. Si desean aprender con más detalle la relación del Budismo con la Política y la Sociedad, recomiendo leer la triología de El Rey del Dharma: Las Enseñanzas del Sutra de los Reyes Benevolentes (Hikari, 2022), El Tambor del Dharma: Las Enseñanzas del Sutra de la Luz Dorada (Hikari, TBA), y El Camino Budista: Las Enseñanzas del Sutra de Vimalakirti (Hikari, TBA).