Bienvenido a la Tierra Pura de la Luz Serena, un recurso sobre el Verdadero Budismo (一乘佛教), y sus posteriores ramificaciones, a la luz de las Enseñanzas Perfectas y Completas (圓教). Aquí presentamos el Budismo como religión, filosofía y estilo de vida, con énfasis en la Teología Budista (Budología), aspirando a presentar el Budismo balanceadamente entre la academia (estudios budistas) y la devoción, desde el punto de vista de una escuela tradicional de Budismo japonés (Escuela del Loto Reformada) y las enseñanzas universales del Sutra del Loto (法華経).


martes, 13 de mayo de 2025

La Unidad entre lo Profano y lo Sagrado: Viendo el Mundo a través de los Ojos del Buda

 

Como mencionamos anteriormente, el Sutra Avatamsaka fue verdaderamente el primer sermó. En sus innumerabln dado por el Buda Shakyamuni justo luego de manifestar su Budeidad bajo el Arbol Bodhi, desde su apsecto del Dharmalaya (Cuerpo del Dharma), por medio de la voz de los Bodhisattvas. En sus 39 capítulos se nos revela una verdad tan radical como liberadora: el Samsara no es una prisión de la que huir, sino una manifestación del Nirvana aún no comprendido, un campo de flores aún cerrado, que espera el sol de la Sabiduría para florecer. Esta es la enseñanza de la unidad entre lo profano y lo sagrado, una visión que transforma toda nuestra vida desde su raíz más íntima.

El error de nuestra conciencia ordinaria —y el origen del sufrimiento— radica en dividir lo que en realidad es uno. Desde nuestra Ignorancia Fundamental (Avidya), creemos que hay una diferencia esencial entre lo sagrado y lo profano, entre lo puro y lo impuro, entre este Mundo Saha (Samsara) y el Reino del Buda (Nirvana). Así, erramos: buscando la luz en otro mundo, despreciando la carne, temiendo el deseo, y considerando el Samsara como una prisión de la cual hay que escapar.

Pero el Sutra Avatamsaka, como una trompeta que resuena en los cielos vacíos, proclama otra verdad: la Realidad es una sola, vasta como el espacio, y todos los reinos de existencia —cielo e infierno, nacimiento y muerte, flor y ceniza— son facetas del mismo diamante. En palabras de los Bodhisattvas de este Sutra, "lo sagrado no está más allá: está aquí, en este instante, si se lo mira con el Ojo del Buda."

¿Qué significa ver con los Ojos del Buda? Significa ver la Talidad (Tathata), la Unidad Fundamental de todas las cosas. Es ver cada fenómeno como lo que realmente es: una aparición vacía de sustancia propia, pero llena de interconexión, significado y belleza. Ver con los Ojos del Buda no es ver con juicio, sino con compasión activa y sabiduría penetrante.

Cuando el Bodhisattva ve a una persona sufrir, no la juzga como atrapada, ni la desprecia por su confusión: la reconoce como un Buda en proceso, como un loto aún cerrado. Cuando ve un paisaje urbano o un campo lleno de desechos, no lo abandona ni lo maldice: lo bendice con su presencia y su acción, porque sabe que no hay lugar donde el Buda no esté.

Así, el Samsara deja de ser un error cósmico, y se revela como el Nirvana en su aspecto dinámico, como el reino de las formas donde el Buda actúa sin cesar a través de los Bodhisattvas, obrando el milagro de la compasión, incluso en medio del dolor.

El Sutra Avatamsaka, como hemos mencionado, nos ofrece una imagen preciosa: el Cosmos entero es un Mandala Viviente, y cada fenómeno —una palabra, una piedra, un rostro, un suspiro— es una joya incrustada en esa red sagrada. Lo que llamamos "vida profana" no es otra cosa que la manifestación del Buda desde múltiples formas, reflejándose como en la Red de Indra, donde cada gota refleja todas las demás.

Cuando despertamos esta visión, el mundo no necesita ser destruido ni negado: necesita ser comprendido y santificado. Así, la labor más humilde —cocinar, limpiar, cuidar a un enfermo, escuchar a un anciano, sembrar una flor— se convierte en liturgia cósmica. El Bodhisattva actúa en medio del mundo sin dejarse contaminar por él, porque ve que todo lo que hace puede ser un gesto de ofrenda al Buda Eterno. Como nos dice el Sutra Avatamsaka: "Como el loto que nace del barro sin mancharse, así el Bodhisattva camina en el Samsara con el corazón del Nirvana."

La separación entre lo sagrado y lo profano no proviene del mundo, sino de nuestra visión limitada. El mismo espacio que para el ignorante es confuso, para el Bodhisattva es un escenario del Dharma. El mismo dolor que para el común es castigo, para el sabio es lección y oportunidad de compasión.

El Gran Maestro Annen lo expresó con claridad: "Donde hay intención pura, allí está el Buda. Donde hay voto compasivo, allí se edifica una Tierra Pura." No hay que esperar el paraíso en otro plano: la Tierra Pura comienza aquí, con cada acto, con cada mirada, con cada respiración convertida en ofrenda.

Para la Escuela del Loto Reformada, esta visión es la base de su misión: no huir del mundo, sino transformarlo. Como enseñan nuestros dogmas, el mundo no es enemigo del Despertar, sino el campo donde germina el Reino del Buda. Ver lo profano como sagrado es la verdadera iluminación; actuar en consecuencia, la verdadera práctica.

Así, el devoto no necesita rechazar su trabajo, su familia, sus obligaciones o incluso sus caídas: todo puede ser redimido y elevado, si es abrazado desde la mente de Buda. Y esa mente no está lejos: es nuestra mente original, antes de ser cubierta por las nubes de la ignorancia.

El Samsara se convierte en Nirvana no porque desaparezca, sino porque se revela como lo que verdaderamente es. Cuando dejas de dividir, y comienzas a ver con el Ojo del Corazón, todo se vuelve altar, todo se vuelve flor. El ruido se convierte en Mantra, el dolor en enseñanza, el mundo en Mandala. Esa es la visión que el Sutra Avatamsaka nos da: no para escapar del mundo, sino para habitarlo como un Bodhisattva, con paso firme, con mirada limpia y con corazón expandido. No para vivir desde el miedo, sino desde la certeza de que cada paso, si se da con conciencia, es ya parte del Reino del Buda.

lunes, 12 de mayo de 2025

Experimentando el Mundo del Despertar: La Meditación y el Nembutsu a la Luz del Sutra Avatamsaka

 


En el vasto y florido universo que el Sutra Avatamsaka despliega ante nuestros ojos del alma, se nos revela una verdad gloriosa: no hay rincón del Cosmos donde el Buda no esté presente, ni instante de la vida en que no se escuche, sutilmente, el eco de su Compasión Infinita. Dentro de este Mandala Cósmico sin fronteras, donde los Bodhisattvas vuelan sobre nubes de votos y cada átomo contiene mundos incontables, dos prácticas se presentan como puertas de entrada al Reino del Buda: la Meditación Silenciosa (Shikan) y la Recitación del Nombre Sagrado del Buda (Nembutsu).

En el Verdadero Dharma, la Meditación no es fuga del mundo, sino Iluminación del mismo. A través del recogimiento profundo, el devoto accede al Dharmadhatu, la Realidad Dhármica en la que todo está interconectado. Sentarse en silencio es como abrir los ojos internos al Mandala Interior, allí donde los palacios de joyas, las Tierras Puras y los Tronos del Buda surgen desde la conciencia purificada. Tal como enseña el Sutra Avatamsaka, quien medita con fe descubre que su cuerpo se convierte en templo, su mente en trono, su respiración en incienso, y su corazón en loto abierto. Cada instante meditativo es una flor ofrendada al Buda, y cada pensamiento aquietado se convierte en espejo donde se refleja la Sabiduría Primordial.

Por otro lado, igualmente luminoso, el fiel que recita el Santo Nombre del Buda Amida ("Namu Amida Butsu") entra en comunión con el Voto Cósmico que sostiene todos los mundos. No se trata de una simple repetición vocal, sino de una vibración mística que, al ser pronunciada con fe, resuena en las diez direcciones, trayendo consuelo a los seres, florecimiento a las Tierras, y luz a los rincones del samsara. En el Sutra Avatamsaka, se enseña que una sola palabra pronunciada con pureza puede transformar el universo. Así es el Nembutsu: una joya de sonido que atraviesa las edades, un eco del Buda Eterno llamando a sus hijos dispersos, y una respuesta amorosa del devoto que reconoce su verdadero hogar.

Veamos estas dos prácticas tradicionales budistas - que son las prácticas principales de la Escuela del Loto Reformada - a la luz del Espíritu del Sutra Avatamsaka.

La Meditación

Cuando cerramos los ojos y aquietamos la mente (Samatha - Shi), no estamos huyendo del mundo, sino preparándonos para verlo tal como verdaderamente es (Vipassana - Kan). No como lo perciben nuestros sentidos confusos ni como lo proyecta nuestra mente condicionada, sino como lo contempla el Buda desde su Troono Iluminado en el centro del Cosmos: un Mandala resplandeciente de interser, una flor de múltiples mundos entretejidos por la compasión y la sabiduría. El Sutra Avatamsaka no es un libro solamente para leer; es una realidad para entrar. Y el vehículo más directo de entrada no es el conocimiento intelectual, sino la meditación silenciosa. Meditar es traspasar el umbral del Samsara y abrir el corazón al reino del Dharmadhatu —el campo ilimitado de la Verdadera Realidad - el Nirvana. Es sentarse con firmeza, como lo hace el Buda Vairocana en el centro del Mandala, y dejar que todo se revele sin esfuerzo ni resistencia.

A diferencia de concepciones erróneas que ven la meditación como una evasión, el Sutra Avatamsaka nos enseña que el verdadero propósito del recogimiento no es escapar del mundo, sino transfigurar nuestra visión del mismo. En el estado meditativo profundo, lo que antes parecía un caos fragmentado comienza a ordenarse como los pétalos de un loto. Lo que antes dolía se vuelve comprensible, lo que parecía banal se revela como sagrado. Cuando el Bodhisattva contempla el mundo en meditación, no lo juzga ni lo rechaza. Lo observa como se observa una red de joyas en la Luna: cada ser refleja a todos los demás, y cada fenómeno es una expresión de la Mente Una. Esta es la visión Avatamsaka, donde el zumbido de un insecto, el llanto de un niño, el crepúsculo de la tarde y la voz del enemigo se funden todos en la sinfonía del Buda.

El Sutra Avatamsaka describe escenas donde millones de Bodhisattvas rodean al Buda Eterno, escuchando su enseñanza y derramando su voto sobre los mundos. Estas escenas no son visiones celestes alejadas de nosotros, sino invitaciones simbólicas a entrar, a formar parte de esa Asamblea. Cuando meditamos con pureza, nos convertimos en uno más de esos Bodhisattvas, sentados en un loto de conciencia, recibiendo directamente la enseñanza sin palabras. No es necesario morir ni renacer para entrar a este universo. Basta detenernos, respirar y mirar hacia adentro con el ojo de la sabiduría. Allí, en ese instante presente, la totalidad del Avatamsaka se manifiesta: el Buda predica, los Bodhisattvas actúan, las Tierras Puras florecen, y el Samsara se reconfigura como un escenario para la compasión activa.

La doctrina del Dharmadhatu —la Totalidad de la Realidad— no es un objeto lejano que el Bodhisattva contempla desde fuera. Es un estado de la propia conciencia. Por eso, meditar es realizar que el mandala no se encuentra solo en los Sutras, ni en los cielos, ni en visiones extáticas. Está dentro de uno mismo, como una potencialidad que se despliega con cada respiración atenta, con cada pensamiento compasivo, con cada instante de clara presencia.

El Gran Maestro Chih-i enseñó que ver un solo pensamiento con pureza es ver los tres mil mundos. Meditar, entonces, es abrir el pensamiento como un abanico donde todos los mundos del Sutra están ya contenidos: la Tierra de la Luz Pura, el Reino de las Flores, los océanos de votos, los tronos de sabiduría. Todo eso, todo, está contenido en el corazón en silencio.

Por todo esto, la meditación —inspirada en el Sutra Avatamsaka— no nos llama a una espiritualidad evasiva, sino constructiva. No es para aislarnos del dolor del mundo, sino para ver ese dolor con los ojos del Bodhisattva Samantabhadra, y desde allí comprometernos a purificar las tierras, consolar a los seres, proclamar el Dharma y ser instrumentos vivientes de la Voluntad del Buda Eterno.

Al salir de la meditación, no abandonamos el Mandala: lo llevamos con nosotros, como un campo de flores que se extiende por donde caminamos. Nuestra mirada se vuelve medicina, nuestras palabras se vuelven ofrendas, nuestras acciones se vuelven senderos hacia Tierras Puras futuras. Como nos dice el Sutra: "En cada pensamiento hay un universo, en cada respiración una Tierra Pura. Allí donde la mente se aquieta, el Buda habla." Veamos cómo esto se ve en la práctica.

1. Escoge un lugar tranquilo. Siéntate en posición estable, con la espalda recta pero sin tensión. Puedes colocar una imagen del Buda Eterno o un Mandala frente a ti, o simplemente cerrar los ojos y visualizar con el ojo interior.

2. Coloca tus manos en mudra de concentración (Dhyana Mudra): una palma sobre la otra, los pulgares tocándose suavemente, formando un óvalo vacío.

3. Respira… y siente cómo el aire entra y sale. No lo controles. Sólo obsérvalo, como si fueras testigo del paso de las estaciones.

4. Invocación al Buda Eterno y a los Bodhisattvas - Lleva tu atención al centro del pecho, donde brilla una luz tenue como una flor de loto cerrada. En voz baja o mentalmente, recita: "Honro al Buda Eterno, la Fuente de todos los mundos. Honro a los Bodhisattvas, guías compasivos de todos los caminos. Que esta meditación sea una flor en el Mandala, una ofrenda pura, sin ego ni afán."

5. Respira… y siente cómo tu cuerpo se llena de esta intención.

6. Visualización del Mandala Interior - Imagina que tu cuerpo comienza a volverse transparente, como hecho de cristal iluminado por dentro. En tu pecho, la flor de loto comienza a abrirse lentamente. De ella surge una esfera dorada: el Mandala Interior. Esa esfera se expande… y dentro de ella comienzas a ver: Montañas que flotan en el cielo. Océanos de luz líquida.  Palacios de joyas sostenidos por nubes de méritos. Incontables Bodhisattvas sentados en loto, todos sonrientes, mirando con compasión infinita. Ellos no están fuera de ti. Están en ti. Son aspectos de tu Budeidad Innata. Cada pensamiento negativo se disuelve como niebla al sol. Cada juicio, cada duda, cada miedo… cae como hoja de otoño. Sólo queda claridad.

7. En el centro del Mandala, surge un trono de loto, rodeado de leones y joyas que irradian los colores de la sabiduría. Sobre ese trono, se sienta el Buda Eterno, no con forma rígida, sino como una presencia luminosa hecha de compasión pura. Su rostro es sereno, como mil lunas llenas. Sus ojos, como océanos donde se refleja el universo. Contempla a ese Buda…Y reconoce en su rostro… tu propio rostro.

8. El Mandala Interior eres tú. Eres la flor, el trono, los Bodhisattvas, el espacio infinito. El Buda no está lejos: habita en el fondo de tu conciencia.

9. Respira profundamente…Quédate en ese estado sin buscar nada, sin esperar nada. Solo sé. Solo respira. El Mandala se revela en la quietud.

10. Bodhicitta: Florecer para Todos los Seres - Ahora, siente que desde tu pecho, desde la flor abierta, comienzan a salir rayos de luz. Cada rayo lleva una intención pura: sanar un corazón roto, guiar a un ser perdido, acompañar a un moribundo, inspirar a un buscador, o bendecir a la Tierra. Eres un Bodhisattva en acción silenciosa, irradiando el Dharma en todas las direcciones. Tu meditación no es solitaria: es liturgia cósmica, acto de compasión universal.

11. Retorno a la Forma - Poco a poco, deja que el Mandala se disuelva en luz. Esa luz entra en tu corazón y se sella allí como una semilla de oro.

12. Respira profundo…Siente tu cuerpo…Siente el suelo…Siente la habitación. Lleva las manos al corazón y recita en voz baja o mentalmente: "El Buda y los Bodhisattvas me acompañan. El mundo entero es el Mandala del Buda. Que esta meditación no se disuelva al abrir los ojos, sino que se despliegue en mis acciones, mis palabras y mis pensamientos." Inclínate en señal de gratitud.

13. Cierre - Levántate con calma. El Mandala sigue allí, no en otro mundo, sino en este mismo instante. Está en el árbol, en el transeúnte, en el libro, en el suspiro, en el dolor y en la alegría. El Sutra Avatamsaka ha abierto sus puertas. Ya no caminas en un mundo impuro… ahora caminas en la Tierra Pura de los Bodhisattvas.

Vivir según el Mundo del Despertar, es decir, vivir en el mundo de acuerdo con el Sutra Avatamsaka, es comprender que meditar no es cerrar los ojos al mundo, sino abrir el tercer ojo del corazón para verlo como es: un Mandala Viviente donde todo coopera para el Despertar. Meditar es entrar en ese templo invisible donde el Buda enseña sin cesar, donde los Bodhisattvas se inclinan con ternura, y donde nuestra alma puede, por fin, recordar quién es en realidad: un loto abierto, un espejo puro, una joya en la red del Infinito.

El Nembutsu

La segunda práctica, la recitación del SantoNombre del Buda, conocida como Nembutsu, no como simple fórmula de devoción, sino como acto cósmico, como vibración resonante que atraviesa los mundos y une a todos los seres bajo el manto de la Compasión Infinita.

Desde la perspectiva del Sutra Avatamsaka (y del os Sutras Esotéricos del Canon Budista), el universo entero es emanación del Buda Eterno, expresión de su Voto, de su Mente y de su Nombre. En este Cosmos Sagrado, el Santo Nombre del Buda no es un simple conjunto de sílabas, sino una resonancia del Cuerpo del Dharma (Dharmakaya). Recitar "Namu Amida Butsu" —o recitar cualquier Nombre Sagrado del Buda— es hacer que la Realidad Última vibre en el corazón del Samsara.

El Nombre del Buda es el puente entre lo limitado y lo infinito. Es la forma en que el Incondicionado desciende a lo condicionado para abrazar a los seres en su ignorancia y llevarlos a la Otra Orilla. Es, como enseña el Sutra del Loto, el "medio hábil" por el cual el Eterno se manifiesta en la impermanencia, para que en el lodo brote el loto. Como nos dice el Sutra Avatamsaka: "El Nombre del Buda es como el eco del Tathagata en todas direcciones; es como el sol cuya luz llega incluso a los rincones más oscuros de la mente."

Cuando un devoto recita el Santo Nombre con fe, aunque sea una sola vez, no está simplemente hablando: está activando una vibración que resuena en todos los mundos. Es como si una campana invisible sonara en el centro del universo, y su eco se propagara por los cielos y los infiernos, por las Tierras Puras y los reinos de los humanos, por el mundo de los deseos y la cúspide de los Samadhis.

Cada recitación del Nembutsu es, en realidad, una respuesta de nuestra conciencia al Llamado eterno del Buda Amida. Es un acto de comunión mística con el Voto Primordial, y es a la vez el cumplimiento de ese Voto. El Buda jura salvar a todos los seres, y cuando uno responde con el Nombre, el lazo se completa: se restablece la unión entre lo condicionado y lo absoluto.

En la Budología del Sutra Avatamsaka, todo está interconectado: recitar el Santo Nombre aquí es ofrecer luz en otra parte, consolar a un ser que sufre en otro rincón del universo, despertar a un Bodhisattva dormido en otro kalpa. La recitación del Nombre no sólo transforma el Cosmos: también transforma la estructura más íntima de nuestra mente y corazón. Cada "Namu Amida Butsu" es una semilla de Budeidad que cae en el campo del alma. Como enseña la doctrina de Budeidad Innata, esta semilla no es ajena a nosotros; es, más bien, el reflejo del Buda que ya habita en nuestro interior, recordándonos lo que somos en esencia. A través de la recitación continua y consciente, estas semillas comienzan a germinar. La mente se vuelve más clara, más compasiva, más ecuánime. Pero aún más profundo: comenzamos a ver el mundo como lo ve el Buda. No con juicio, sino con ternura. No con miedo, sino con luminosa comprensión.

Incluso cuando no hay templo ni altar, incluso si no hay incienso ni campana, el Nembutsu convierte cada espacio en una Tierra Pura. La recitación sincera es una liturgia sin forma, una ceremonia silenciosa en la que se alzan los estandartes de la compasión, y los Budas y Bodhisattvas asienten en lo Invisible. En la visión mística del Avatamsaka, cada palabra pronunciada con pureza crea adornos en el palacio del Buda. Cada Nembutsu es una flor que se abre en la red de Indra; es una joya más en el Mandala de los Mundos Interpenetrantes. Como nos dice el Sutra Avatamsaka: "Cuando los fieles pronuncian el Nombre con corazón puro, brotan flores en las Tierras Puras, y los Budas sonríen en los diez rincones del universo."

No hay camino más simple ni más sublime. El Santo Nombre del Buda no sólo es el medio para despertar: es el Despertar mismo que se hace sonido, accesible a todo ser, sin distinción. Rico o pobre, sabio o ignorante, sano o moribundo: todos pueden tocar la eternidad con la lengua, todos pueden abrazar al Buda Eterno con la vibración del Santo Nombre. Recitar el Nombre es andar sobre el puente de luz que une este mundo con la Tierra de la Luz Infinita. Es dejar de depender de la mente calculadora, y confiar en el poder del Voto del Buda, que no falla, que no olvida, que no discrimina.

Por todo esto, la recitación del Santo Nombre del Buda es un acto cósmico y transformador, una joya preciosa ofrecida por la Tradición del Loto a todos los seres. No se trata de repetir por hábito, sino de entonar con conciencia, con el corazón encendido por la fe, sabiendo que cada "Namu Amida Butsu" es un eco del Voto Infinito resonando en nuestro pecho. Quien recita con sinceridad, aunque esté solo, no está jamás solo: está unido a los Bodhisattvas de las diez direcciones, a los Budas de las diez edades, y a todos los seres que, aunque ignorantes, anhelan Despertar.

Ambas prácticas —la Meditación y el Nembutsu— son como dos ríos que brotan del mismo manantial: el Corazón del Buda Eterno, que palpita en cada uno de nosotros. A través de ellas, nos unimos a la Asamblea de los Bodhisattvas, transformamos este mundo en una Tierra Pura, y participamos activamente en la misión del Buda: salvar, sanar y despertar a todos los seres.

Así pues, aquel que medita se convierte en espejo del Buda, y quien recita su Santo Nombre se vuelve eco del Buda. Ambos caminan por el mismo Sendero del Loto, guiados por la luz del Avatamsaka hacia la realización de la Unidad Universal.

domingo, 11 de mayo de 2025

Un Mandala Viviente: Viviendo en el Mundo del Sutra Avatamsaka

 


Vivir en el mundo del Sutra Avatamsaka —el Sutra de la Guirnalda de Flores, el texto más sublime y visionario de todo el Canon Budista— es vivir en un universo que ha sido transfigurado por la Luz del Despertar, donde cada partícula de la Existencia se revela como un espejo reluciente de la Infinita Compasión del Buda. No es simplemente habitar un lugar físico, sino morar en un estado de conciencia transfigurada, en una visión sagrada donde todas las cosas están interconectadas por hilos invisibles de interpenetración, mutualidad y Bodhicitta.

En el Sutra Avatamsaka, el mundo no es un campo de dolor y separación, sino una manifestación dinámica del Cuerpo del Dharma del Buda Eterno (Dharmakaya). Vivir en este mundo es ver montañas, árboles, personas y pensamientos como formas que brotan desde la Sabiduría Primordial. Nada está fuera del Reino del Buda, ni siquiera lo que llamamos error, ignorancia o confusión: todo es asumido y redimido por la Realidad Iluminada. En fin, es vivir en un Mandala Viviente donde cada cosa en la Existencia es una manifestación de la Luz del Buda. Como dice el Sutra: "El Bodhisattva ve que el mundo entero es como un vasto y adornado palacio del Dharma, y que cada grano de polvo contiene incontables Budas enseñando el Dharma a infinitos seres."

Vivir en el mundo del Sutra Avatamsaka es habitar un Cosmos de interpenetración sin obstáculos, donde todas las realidades se reflejan mutuamente y están contenidas unas en otras. No hay aquí una rígida distinción entre el uno y lo múltiple, entre el ser y el devenir, entre el tiempo y la eternidad. Como enseña el capítulo del Bodhisattva Samantabhadra, las acciones más pequeñas repercuten en todos los reinos, y las más grandes habitan en el corazón del instante: "En un solo pensamiento hay incontables kalpas, y en un solo grano de polvo, innumerables Tierras Puras."

Así, quien habita en este Sutra ve el presente como infinito, y lo pequeño como vasto. Ver a una persona es ver su karma, su red de vidas, sus votos sagrados y su rostro de Buda aún no manifestado. Este mundo no es ilusión, es Iluminación aún no comprendida.

Vivir en el mundo del Sutra Avatamsaka es adoptar el corazón de un Bodhisattva, no como un ideal lejano, sino como la forma más auténtica de existir. Cada paso que damos es una flor ofrendada al Buda, cada respiración puede contener un voto: salvar a todos los seres, purificar las Tierras, honrar a los Budas, y practicar el Dharma sin cesar. Como nos dice el Sutra: "El Bodhisattva no ve enemigos, sólo seres aún no despertados. No busca recompensas, sólo el cumplimiento del voto. No teme el samsara, pues su corazón ya está colmado por el Nirvana."

El mundo deja de ser una trampa para convertirse en un campo sagrado de práctica. Todos los seres son nuestros maestros, y cada circunstancia es un mandala.

Uno de los más profundos aspectos de este Sutra es la visión de que todo fenómeno finito contiene el Infinito. En una gota de rocío reposa el cielo; en un instante de compasión, se manifiesta la eternidad del Buda. Vivir así es mirar cada situación de la vida, por más ordinaria que parezca, como una puerta hacia lo Absoluto. No hay separación entre la cocina y el templo, entre la lágrima y el mantra. Toda acción puede ser sagrada si se realiza con la conciencia del Sutra Avatamsaka: con el corazón vuelto hacia el Infinito, y los pies firmemente plantados en el mundo.

En este Sutra, la Existencia entera es como un vasto ritual cósmico, una danza de luces y sonidos donde los Bodhisattvas y Budas celebran la unidad de todo lo viviente. Cada flor que se abre, cada palabra compasiva, cada acto de fe y estudio, forma parte de una liturgia que no cesa jamás. Participar de ella es vivir con reverencia, gratitud y creatividad. Como nos dice el Sutra: "Toda palabra se convierte en verso sagrado, todo paso es una circumambulación al Buda, toda intención pura es una lámpara encendida en la oscuridad del mundo."

El mundo del Sutra Avatamsaka no es un Cosmos centrado en un solo punto, sino una red de infinitos Budas y multitud de Tierras Puras, todas reflejándose unas en otras como espejos colocados cara a cara. Vivir en este mundo es vivir en un Mandala Viviente, donde cada pensamiento puede ser un puente hacia otro universo, donde cada acto puede resonar en miles de mundos. Aquí, el devoto no camina solo. Está acompañado por incontables Bodhisattvas y Budas que —aunque invisibles— actúan, bendicen, y despiertan silenciosamente en cada esquina del Samsara. Como nos dice el Sutra: "El Bodhisattva ve que cada instante es acompañado por incontables Budas que iluminan los diez rincones del cosmos, y a todos honra con su cuerpo y mente."

En el Sutra Avatamsaka, el Bodhisattva no es sólo un místico o meditador, sino un artista cósmico, un arquitecto de mundos, un sembrador de virtudes, un orfebre de realidades. Vivir en su mundo es convertir la vida misma en una obra de arte: cada gesto como caligrafía del Dharma, cada palabra como pintura de compasión, cada decisión como escultura esculpida con la sabiduría de los mil kalpas. Esto significa que cualquier profesión, cualquier situación, cualquier vocación —si está animada por la intención pura— puede ser Bodhisattva-actitud, puede ser vehículo de salvación. Así, el mundo se convierte en taller, en altar, en pergamino donde inscribir los versos de la Budeidad.

Desde esta perspectiva, el Karma ya no es simplemente una ley que castiga o recompensa. Es una red de causas y condiciones entretejidas con infinita compasión por el Buda Eterno para educar, despertar y redimir. Vivir en este mundo es dejar de ver el pasado con miedo, y comenzar a ver cada dificultad como una oportunidad de revelación, cada prueba como parte del plan pedagógico de la Existencia. Como nos dice el Sutra: "El Bodhisattva ve que todo lo que le acontece es la manifestación de sus propios votos, y por ello da gracias incluso por el sufrimiento."

Es por esto que en el mundo del Sutra Avatamsaka, no hay seres "perdidos", "malvados" o "ignorantes" en el sentido definitivo. Todos —absolutamente todos— son Bodhisattvas en formación, actores en un drama sagrado que no ha terminado. Esta visión transforma completamente nuestras relaciones. Cada encuentro se convierte en una lección, cada rostro es una máscara del Buda, cada dificultad interpersonal es una oportunidad de compasión activa. Como nos dice el Sutra: "El Bodhisattva, viendo el rostro de un enemigo, ofrece una reverencia silenciosa, pues sabe que es uno de sus maestros antiguos que ha venido a enseñarle algo esencial."

El más grande de los milagros que propone este Sutra es que uno puede vivir plenamente en el mundo sin caer en él. Puede uno actuar, hablar, pensar, sentir, trabajar, sufrir, gozar… sin jamás perder la raíz del Nirvana. El Bodhisattva no huye del mundo, lo abraza como el Buda abrazó el loto del fango: con ternura, con visión, con sentido profundo. Esto lo vemos en el Sutra cuando leemos: "Como el loto que nace del barro pero no se mancha, así el Bodhisattva habita en el mundo sin ser del mundo."

Vivir en el mundo del Sutra Avatamsaka es dejar de ver el mundo como un campo de lucha y comenzar a verlo como un campo de flores infinitas, donde cada flor es un Buda, cada espina una enseñanza, y cada viento un susurro de Samantabhadra. Es abandonar la visión dualista de yo y tú, cielo y tierra, pureza e impureza, y fundirse en el tejido invisible de la interdependencia luminosa. Es, en últimas, vivir con los ojos del Buda Eterno: compasivos, sabios, y capaces de ver en cada ser el reflejo de la Budeidad Innata.

En fin, vivir en el mundo del Avataṃsaka es vivir como quien ha recordado su verdadera identidad: no como un ser limitado, separado, destinado al sufrimiento, sino como una manifestación consciente del Buda Eterno, un relámpago de compasión danzando entre las sombras del Samsara. Cuando oramos, cuando meditamos, cuando amamos sin esperar recompensa, cuando protegemos a otro ser, cuando ofrecemos incienso o corregimos una injusticia… en todos esos momentos vivimos en el mundo del Sutra Avataṃmsaka, aunque no hayamos abierto el libro. Porque ese mundo… eres tú cuando despiertas a tu Naturaleza Verdadera.

Manual del Bodhisattva de la Tierra: Según los Principios de la Escuela del Loto Reformada

 


Este pequeño Manual del Bodhisattva de la Tierra (Hijo del Buda) es una guía doctrinal y devocional para aquellos hombres y mujeres que, viviendo en el mundo, aspiran a consagrar su vida a la Obra del Buda Eterno. A diferencia de los Bodhisattvas Trascendentales, los Bodhisattvas de la Tierra no descienden desde los campos puros: brotan desde la profundidad del corazón humano, y desde allí manifiestan la compasión activa del Buda en medio del Samsara.

La Escuela del Loto Reformada enseña que cada devoto que sigue con sinceridad los votos y prácticas del Camino del Loto, se convierte en un Bodhisattva de la Tierra, manifestación histórica y concreta del Plan Salvífico del Buda Eterno.

Un Bodhisattva de la Tierra es aquel que:

  • Reconoce que su vida es una misión dada por el Buda Eterno.
  • Vive en el mundo, pero no pertenece al mundo.
  • No busca el Nirvana separado, sino la transformación del Samsara.
  • Sirve a todos los seres como si sirviera al mismo Buda.
  • Se convierte en instrumento consciente del Reino del Buda en la Tierra.

El Bodhisattva de la Tierra realiza los siguientes votos:

  • Voto de Compasión Universal: "Me consagro a aliviar el sufrimiento de todos los seres, sin excepción."
  • Voto de Enseñanza del Dharma: "Me comprometo a estudiar, practicar y compartir el Verdadero Dharma del Buda Eterno."
  • Voto de Purificación del Mundo: "Transformaré mi entorno en un campo búdico, purificando pensamiento, palabra y acción."
  • Voto de Unidad con la Sangha: "Caminaré con otros Bodhisattvas, cultivando la armonía de la comunidad."
  • Voto de Perseverancia Ilimitada: "No cesaré en mi labor hasta que todos los seres alcancen la Iluminación."

El Bodhisattva de la Tierra cultiva, en su vida cotidiana, las siguientes Perfecciones o Virtudes Budistas:

  • Dana Paramita – Generosidad: Dar sin esperar, compartir sin medida.
  • Sila Paramita – Disciplina Moral: Actuar con ética, respeto y pureza.
  • Kshanti Paramita – Paciencia: Soportar con serenidad, comprender con profundidad.
  • Virya Paramita – Energía Entusiasta: Servir con constancia, sin desfallecer.
  • Dhyana Paramita – Meditación: Cultivar la mente clara, atenta y compasiva.
  • Prajna Paramita – Sabiduría: Ver la realidad tal como es, y actuar desde la Vacuidad luminosa (Uiidad Fundamental).

Para hacer visible su vocación, el Bodhisattva de la Tierra cultiva:

  • Liturgia: Participar regularmente de la Recitación del Sutra del Loto, mantras y oraciones.
  • Estudio: Leer y meditar sobre los Sutras Avatamsaka, Sutra del Loto y Sutra del Nirvana.
  • Servicio: Realizar obras de compasión concretas en el mundo: consuelo, consejo, ayuda, acompañamiento.

El Bodhisattva no espera otra existencia para servir al Buda. Transforma esta vida en una Tierra Pura, santificando el hogar, la familia, el trabajo, las relaciones y la comunidad. Donde vive un Bodhisattva de la Tierra, allí florece el Reino del Buda Eterno.

Para manifestar esto en sus vidas, el Bodhisattva de la Tierra realiza varias Oraciones Diarias:

  • Al Despertar - "Buda Eterno, luz sin comienzo ni fin,haz de este día un campo donde florezca tu compasión. Permite que mis palabras sanen, que mis actos guíen,y que mi corazón no se cierre a ningún ser."
  • Antes de las Actividades Cotidianas - "Que esta acción sea un voto vivo. Que lo que hago sea por el bien de todos los seres. No por orgullo, no por ganancia,sino por amor a ti, Buda que mora en todo."
  • Al Mediodía - "En mitad del camino, recuerdo tu Presencia. No estoy solo: el Dharma me sostiene, la Sangha me acompaña. Que la claridad me guíe, que la paciencia me habite,y que mis pasos sigan el sendero del Loto."
  • Al Anochecer - "Buda Eterno, te ofrezco este día. Si he errado, que haya aprendizaje.Si he servido, que haya mérito compartido. Que el descanso me prepare para servir de nuevo."
  • Antes de Dormir - "Con los Budas me duermo. En los campos puros reposa mi mente. Que en sueños continúe la Obra,y que en el despertar vuelva al mundo con renovada devoción."

Convertirse en Bodhisattva de la Tierra no es una fantasía espiritual, sino una vocación real. A través de los votos, la práctica constante, y el amor sin límite, cualquier devoto puede transformarse en instrumento del Plan del Buda Eterno. Esta es la senda silenciosa y gloriosa del Loto: florecer en el fango, irradiar sin alardes, y trabajar por la Iluminación Universal hasta el fin de los tiempos.

Donde hay un corazón sincero, allí hay un Bodhisattva. Donde hay compasión activa, allí florece la Tierra Pura. Donde alguien recita con fe el Sutra del Loto, allí está el Reino del Buda.

El Bodhisattva: Doctrina y Función en el Sutra Avatamsaka

 


El Sutra Avatamsaka (Sutra de la Guirnalda de Flores - Kegon Kyo), a pesar de ser uno de los Textos Sagrados principales del Canon Budista y de la literatura religiosa del Budismo, ha sido tristemente poco leído, estudiado y comentado en el Budismo Occidental. El Sutra Avatamsaka fue el primer sermón dado por el Buda justo en el momento de su Budeidad bajo el Arbol Bodhi, y en Oriente, ha sido considerado la expresión máxima de la literatura religiosa budista. Por todo esto, y mucho más, ha sido elevado por la Escuela del Loto Reformada al mismo estatus que el Sutra del Loto y el Sutra del Nirvana.

En el Sutra Avatamsaka, el Buda prácticamente no pronuncia una palabra, sino que los personajes principales a través y por los cuales el Buda predica el Dharma es a través de los Bodhisattvas Trascendentales. presentándonos con claridad deslumbrante el rol fundamental del Bodhisattva en el plan salvífico del Buda Eterno. No se trata de una función secundaria ni de una vocación opcional: el Bodhisattva es el instrumento elegido del Buda, la extensión dinámica de su voluntad de compasión, el canal por el cual la Luz Infinita del Despertar toca el mundo de la multiplicidad. Veamos entonces el rol del Bodhisattva en el Sutra Avatamsaka.

Desde la perspectiva del Sutra Avatamsaka, el Buda Eterno no actúa directamente como una deidad que interviene desde lo alto, sino que se manifiesta y obra a través de los Bodhisattvas. Estos, a su vez, no son meramente individuos con aspiraciones espirituales, sino encarnaciones vivientes de los votos y la sabiduría del Buda. En ellos, el Samsara no se abandona, sino que se transforma desde adentro. Cada Bodhisattva es como un brote del Buda Cósmico en el jardín del mundo: donde ellos caminan, florece el Reino del Dharma.

El rol del Bodhisattva es, por tanto, multiplicador y revelador. Multiplica la actividad del Buda en las diez direcciones y revela, en cada gesto y palabra, el corazón sin forma del Dharmakaya. Desde esta visión, la salvación no es un acto único ni instantáneo, sino una red interdependiente de relaciones compasivas y sabias, tejida por los Bodhisattvas que responden a las necesidades de los seres. Ellos asumen cuerpos, culturas, géneros, formas y lenguajes distintos, adaptándose a cada ser para conducirlo, con suavidad y firmeza, hacia la Otra Orilla.

Asimismo, el Sutra Avatamsaka muestra que la propia estructura del Cosmos está entrelazada con la actividad del Bodhisattva. No existe región del universo donde su acción no sea posible, ni época oscura donde su luz no pueda encarnarse. Sus Samadhis son vastos como galaxias, sus Dharanis contienen los sonidos de todos los mundos, sus votos no tienen fecha de caducidad. El Bodhisattva, por tanto, no sólo enseña: él sostiene los mundos, como una arquitectura invisible de mérito que mantiene el Dharma vivo en todas las dimensiones.

En el corazón de este plan se halla el Bodhisattva Samantabhadra (Fugen Bosatsu), el prototipo supremo de esta función sagrada. Él no sólo representa la práctica perfecta, sino que vive en todos los Bodhisattvas que encarnan su camino. El que sigue los Diez Samadhis, quien cultiva sus votos, quien sirve con entrega a los seres, se convierte en vehículo del Buda Eterno, y participa activamente en su plan salvífico.

Así pues, el Bodhisattva es la presencia activa del Buda en el mundo, la voluntad despierta encarnada en forma compasiva, el puente viviente entre la no-dualidad del Nirvana y la multiplicidad del Samsara. En él, el Buda se mueve, actúa, enseña y ama. Y por él, el Reino del Buda va extendiéndose, como el amanecer, por todos los rincones del universo.

Un Bodhisattva, en el Sutra Avatamsaka, no es simplemente un ser que aspira a la Budeidad, como se menciona tradiconalmente por la mayoría de las escuelas budistas. Es una manifestación del mismo Reino del Dharma, un canal viviente de la compasión infinita, cuya existencia es una sinfonía de votos, prácticas, sabiduría y transformaciones. Él ha renunciado al Nirvāṇa individual para vivir eternamente en el corazón del Samsāra, guiando a los seres hacia la otra orilla, no desde arriba, sino desde adentro.

El texto llama repetidamente a estos seres Bodhisattva: "Bodhisattva de corazón vasto, grande entre los grandes, cuya mente abarca los diez horizontes y cuya compasión no tiene orilla." No son simples practicantes, sino expansiones del Despertar mismo. En sus palabras, actúa el Dharma; en sus gestos, florece la sabiduría. No están sujetos al tiempo ni al espacio, porque su voto los ha fundido con la eternidad.

El Sutra revela que el Bodhisattva no busca solamente su liberación: él construye campos búdicos (Tierras Puras o Buddha-kshetras), mundos donde el Dharma puede ser practicado, donde los seres puedan florecer, donde la compasión se vuelva arquitectura, arte, cultura y comunidad. Él purifica tierras, no huyendo del mundo, sino embelleciéndolo con sus actos, sus pensamientos, sus votos. En otras palabras, el Bodhisattva transforma el Samsara en Tierra Pura, no con magia, sino con virtud y práctica constante.

Cada Bodhisattva que aparece en el Sutra Avatamsaka es maestro de incontables Samadhis, Dharanis, poderes sobrenaturales (Siddhis) y puertas del conocimiento. Pero estos poderes no son para su propio deleite, sino instrumentos de enseñanza y salvación. Como nos dice el Sutra: "Con un solo pensamiento, el Bodhisattva puede aparecer en mil mundos; con una sola mirada, puede sanar el corazón de diez mil seres." Estos poderes, sin embargo, no se ostentan, porque el verdadero Bodhisattva actúa como la luna: ilumina, pero no brilla para sí.

Cada Bodhisattva es definido no tanto por su poder, sino por su voto (Pranidhana). Votos vastos como océanos, profundos como la raíz del mundo. El más grande de estos votos es el de no alcanzar la Budeidad hasta que todos los seres sean salvos. El Bodhisattva Samantabhadra declara: "Haré votos tan grandes como los Budas de los diez horizontes; y aún cuando el Samsara no tenga fin, mi compasión tampoco lo tendrá." Así, el Bodhisattva no es tanto un individuo, sino una corriente de compasión que ha elegido habitar en el mundo para redimirlo desde adentro.

En el Sutra Avatamsaka, el Bodhisattva ha comprendido profundamente la no-dualidad de los dharmas. Sabe que no hay diferencia entre el Nirvaṇa y el Samsara, entre uno y los muchos, entre vacío y forma. Pero no se detiene en esa comprensión. Aun sabiendo que todos los seres ya son Budas en su naturaleza, el Bodhisattva actúa como si aún no lo fueran, porque compasión y sabiduría son una.

Finalmente, en el espíritu de la Escuela del Loto Reformada, podemos decir que el Bodhisattva, según el Sutra Avataṃsaka, es un aspecto dinámico del Buda Eterno. Así como los rayos no están separados del sol, así como las olas no están separadas del océano, el Bodhisattva no está separado del Buda. Él es el Buda actuando en forma de discípulo, el Buda bajando al valle de los hombres con la túnica de la humildad para encender uno a uno los corazones dormidos.

En resumen, el Bodhisattva del Sutra Avatamsaka es el arquitecto de los campos búdicos, el poseedor de los samādhis infinitos, el ejecutor de votos inquebrantables, el maestro de medios hábiles, el espejo puro del Buda, y el portador del Dharma a través de las eras Él es la esperanza activa del mundo, la gracia manifestada, el puente entre el Nirvaṇa y la Tierra.

Ser un Bodhisattva, según el Sutra Avatamsaka, es encarnar al Buda en forma dinámica, servir desde el corazón sin esperar fruto, y practicar eternamente por el bien de todos los mundos. En el Bodhisattva Samantabhadra vemos al arquetipo de esta grandeza: una voluntad que no cesa, una sabiduría que no discrimina, una compasión que no se agota. Seguir su camino es transformar la vida en una Rueda de Dharma que nunca deja de girar.

Ahora, la Escuela del Loto Reformada enseña con profunda sabiduría que existe una distinción sagrada y funcional entre los Bodhisattvas Trascendentales y los Bodhisattvas de la Tierra. Comprender esta diferencia nos permite encontrar nuestro lugar en el Plan Salvífico del Buda Eterno, y actuar con convicción y humildad.

Los Bodhisattvas Trascendentales, como Samantabhadra, Manjushri, Avalokiteshvara o Ksitigarbha, son emanaciones conscientes del Buda Eterno, nacidos no de este mundo, sino enviados desde los campos búdicos como manifestaciones de sus votos y virtudes. Ellos actúan como arquetipos vivientes, como fuerzas cósmicas que encarnan cualidades puras del Despertar. Su existencia está más allá de la dualidad y del karma individual. Se manifiestan cuando el mundo lo necesita, asumen formas sin ser limitados por ellas, y revelan el Dharma a través de Samadhis, Dharanis, y medios hábiles inimaginables.

Pero junto a ellos —y no por debajo, sino en comunión espiritual— están los Bodhisattvas de la Tierra: hombres y mujeres comunes, con cuerpo y mente condicionados, que han recibido la Semilla del Dharma y la hacen germinar en el barro del Samsara. Son los devotos que, como tú y como yo, viven en medio del ruido del mundo, del trabajo cotidiano, de las pasiones, las dudas, las enfermedades y los vínculos humanos, y que aun así —o más bien por eso mismo— eligen consagrar su vida a realizar la Obra del Buda en el mundo.

El Sutra del Loto, al que nuestra Escuela rinde especial devoción, los llama Bodhisattvas que brotan desde la tierra. No descienden del cielo: emergen desde abajo, desde lo profundo del corazón humano, desde el suelo de la realidad, desde los karmas transgeneracionales y las cicatrices del alma. Ellos son la respuesta encarnada del Buda Eterno al sufrimiento del mundo.

Entonces, ¿cómo podemos nosotros ser Bodhisattvas?

Primero, teniendo fe en que la Budeidad no es una promesa futura, sino una realidad presente. Que dentro de cada uno habita el Buda Eterno, y que el deseo de servir, de amar, de comprender, es el latido de ese Buda en nosotros.

Segundo, adoptando los votos del Bodhisattva, como lo enseña la Escuela del Loto Reformada:

  • No vivir sólo para uno mismo.
  • No buscar la Iluminación aislada del mundo.
  • Ofrecer el Dharma con palabra y acción.
  • Transformar el lugar donde estamos en campo del Buda.
  • Y practicar las Seis Perfecciones (Paramitas): Generosidad, Moralidad (Preceptos), Paciencia, Energía, Meditación y Sabiduría.

Tercero, viviendo con intención bodhisáttvica cada día. No necesitamos aureolas ni túnicas para ser Bodhisattvas: basta una mente sincera y un corazón activo.

  • Escuchar con atención a quien sufre.
  • Dar una palabra de consuelo.
  • Enseñar el Dharma con ternura.
  • Servir sin buscar recompensa.
  • Perdonar, aunque cueste.
  • Orar por quienes no oran.
  • Meditar por quienes no pueden meditar.

Ese es el camino silencioso y luminoso del Bodhisattva de la Tierra.

Y cuarto, cultivando comunidad. El Bodhisattva no es un solitario. La Escuela del Loto Reformada enseña que el Reino del Buda se construye juntos, como Sangha activa. Por eso cada templo, cada hogar donde se recita el Sutra, cada corazón donde se medita en Samantabhadra, se convierte en un nodo viviente de la red de salvación universal.

En conclusión, nosotros podemos —y debemos— ser Bodhisattvas de la Tierra. No somos menos por no haber nacido en el Tushita o por no tener visiones. Somos manos del Buda en este mundo, y donde haya un ser que sufre, allí puede florecer nuestra compasión. Así, manifestamos el mundo del Sutra Avatamsaka en esta Tierra.

viernes, 9 de mayo de 2025

Los Diez Samadhis del Bodhisattva: Un Comentario al Capítulo 27 del Sutra Avatamsaka

 


En nuestro estudio semanal de este Domingo luego de nuestra Liturgia, estudiamos los Diez Samadhos o Concentraciones Meditativas del Capítulo 27 del Sutra Avatamsaka. Dado a que no nos pudimos reunir por razones fuera de nuestro control, hacemos disponibles las mismas.

Esta sección forma parte de la inmensidad oceánica del Sutra Avataṃsaka (Kegon Kyo), uno de los textos más profundos y majestuosos del Budismo, revelación directa de la mente omnipenetrante del Buda Eterno, manifestada en su cuerpo cósmico como Vairocana (Dainichi Nyorai). Este capítulo constituye un verdadero mapa de estados místicos de absorción contemplativa, a través de los cuales el Bodhisattva cultiva su mente hasta transformarse en un canal puro por el que fluye sin obstrucción el Poder del Buda. Aquí no se trata de meras concentraciones estáticas, sino de vastos Samadhis vivientes, dinámicos, plenos de sabiduría y compasión, que irradian luz en los diez rincones del Cosmos, permitiendo que el Bodhisattva opere como un Bodhisattva Universal en beneficio de los seres.

Cada uno de estos Samadhis no es solo una técnica meditativa, sino una dimensión de realización donde la mente del Bodhisattva se une sin fisuras con la Verdad Última (Paramartha-satya) y, simultáneamente, actúa con suprema habilidad en el mundo de los fenómenos (Saṃvṛti-satya), expresando así la Triple Verdad (Santai) como enseñó el Gran Maestro Chih-i. El Bodhisattva que entra en estos Samadhis se convierte en uno con el Dharma, y su acción, palabra y pensamiento son vehículos de salvación. Veamos un resumen de los mismos. Veamos un resumen recontado del capítulo, y luego, hagamos un análisis detallado de cada uno de los Samadhis.

Al principio del capítulo descendemos de los Cielos al Arbol Bodhi, donde el Buda aún se encontraba absuelto en meditación, justo tras manifestar plenamente su Budeidad en este mundo. En el sagrado sitio de su Iluminación, donde la Tierra misma tembló y los cielos cantaron su júbilo, el Buda, habiendo ya alcanzado la insuperable y perfecta iluminación, penetró el Samadhi del Límite Kshaṇa —ese umbral más allá del tiempo donde todos los Budas se reúnen en una sola conciencia sin fracturas. Era el Salón de la Radiancia Universal, pero también era el interior de su mente infinita: vasto, resplandeciente, sereno. Desde el poder espiritual que nace de la omnisciencia —la sabiduría que todo lo conoce sin dualidad—, manifestó el Cuerpo del Tathagata: puro como el cristal, sin impedimentos ni velos, sin depender de nada, sin aferrarse a condición alguna. No era forma, ni ausencia de forma. No era objeto, ni sujeto. Era presencia sin referencia, como el cielo que abraza sin tocar.

Reposaba en la más profunda quietud de Samatha, la calma sin retorno, donde cesan todas las fabricaciones mentales. Desde esa morada de silencio luminoso, su virtud llenaba el espacio, como un león sin miedo, como un océano sin fondo. No quedaba en él huella de aflicción, ni sombra de impureza. Y sin embargo, ese silencio no era retiro: era acción silenciosa. Aquel que lo contemplara, aunque fuera por un instante, despertaba algo eterno en su corazón. Manifestábase según lo que cada ser necesitaba, sin errar el momento, sin forzar el ritmo, como lluvia que cae cuando la tierra está sedienta, como luna que aparece cuando la noche ha madurado. Y aun en medio de todas sus formas, él moraba siempre en la forma sin forma: el signo del no-signo, la verdad sin señales, la presencia que no se puede asir. Así es el Tathāgata: sin nacer, sin extinguirse, sin moverse, y sin embargo, girando la rueda del mundo con una mirada, con un suspiro, con su silencio.

Alrededor del Buda, en el corazón resplandeciente del Reino del Dharma, se hallaban reunidos Bodhisattvas Mahasattvas tan numerosos como átomos en diez campos búdicos, cada uno colmado de virtud, cada uno portador de una historia de luminosa práctica. No eran nuevos en la senda, ni buscadores inexpertos, sino compañeros antiguos del Buda Vairocana, con quien habían cultivado, desde eras incalculables, las raíces mismas del bien que da forma al sendero del Bodhisattva. Todos ellos habían sembrado, junto al Iluminado Cósmico, las semillas de sabiduría y compasión que dan fruto en Samādhis profundos y votos inquebrantables. Su presencia era como una constelación viva, adornando el cielo de ese instante más allá del tiempo.

Entonces, emergiendo con reverencia, impulsado por la energía espiritual del Buda, se levantó de su asiento el Bodhisattva llamado Ojo Universal. Desnudo el hombro derecho —símbolo de entrega total—, se inclinó con una sola rodilla sobre el suelo de virtud, y unió las palmas con devoción, como quien ofrece el universo en el gesto de la plegaria.

El Bodhisattva Ojo Universal dirigió su voz serena al Buda, diciendo: "¡Oh Bhagavat, tú que eres Arhat, Tathagata, perfectamente despierto! Permíteme formular una pregunta que arde en mi corazón. Si así lo permites, hablaré."

El Buda, con esa sonrisa que disuelve el miedo y revela el eterno ahora, le respondió: "Ojo Universal, habla sin temor. Aquello que desees conocer, te lo revelaré. Lo pronunciaré con claridad, y tu mente hallará gozo en ello."

Entonces, Ojo Universal, voz de todos los aspirantes sinceros, preguntó: "¿Cuántos Samadhis y Liberaciones ha perfeccionado el Bodhisattva Samantabhadra, él y la vasta asamblea de Bodhisattvas que siguen sus prácticas, que se sumergen en sus votos, y que entran y emergen de sus grandes Samādhis como quien respira la eternidad? ¿De qué forma, mediante ese dominio inconcebible de absorciones, se manifiestan sus transformaciones y sus poderes, obrando sin cesar desde la libertad que sólo otorgan los méritos infinitos?"

El Buda respondió, con tono solemne: "Bien has hecho, Ojo Universal, al preguntar esto por el bien de los Bodhisattvas del pasado, del futuro y del presente. Samantabhadra está aquí. No es una figura del recuerdo, sino presencia viva. Él ha alcanzado una maestría en los poderes espirituales tan vasta que supera todo lo concebible. Rara vez se encuentra una mente como la suya. Ha nacido de la matriz de infinitas prácticas del Bodhisattva y ha purificado por completo todos los grandes votos. En todas las prácticas que practica, ha alcanzado lo irreversible. En todas las puertas de las Paramitas, en todas las puertas de los Dharanis sin obstrucción, y en todas las puertas de la elocuencia inagotable, se ha vuelto completamente libre y puro. Su gran compasión abarca a todos los seres, y su poder original, nacido de votos arcaicos, lo lleva a continuar su labor sin descanso hasta el fin de todos los tiempos. Pregúntale tú mismo. Él te hablará de sus Samādhis, de su soberanía, de sus liberaciones."

Y en ese instante sagrado, al oír el nombre de Samantabhadra, todos los Bodhisattvas presentes en la asamblea fueron tocados por una transformación inexpresable. Como si se abrieran puertas invisibles en sus corazones, entraron espontáneamente en un Samadhi inconcebible e ilimitado. En sus mentes se derritieron las obstrucciones. Todo se aquietó. Nada se movía. Todo era conciencia pura. Allí, en ese silencio más claro que la luz, adquirieron una sabiduría vasta y profunda como los océanos, un conocimiento tan hondo que no podía compararse con ninguna otra comprensión. En su visión interior, contemplaron a los innumerables Budas manifestándose ante ellos con total claridad, como reflejos en un espejo sin polvo.

Adquirieron el Poder del Tathagata. Se volvieron de la misma naturaleza que el Buda, y nada del pasado, del futuro ni del presente quedó oculto a su mirada iluminada. Todos sus méritos, todos sus siddhis, todas sus bendiciones se completaron sin esfuerzo. Sus corazones se colmaron de un respeto tan inmenso hacia Samantabhadra, que todo en ellos anhelaba verlo, escuchar su voz, recibir su enseñanza. Pero aunque miraron por doquier dentro de la gran asamblea, no pudieron verlo, ni siquiera contemplar el trono donde debía estar sentado. Y esto no fue por descuido ni por olvido. Fue por el misterio mismo de la gran majestad del Tathāgata, y por el dominio soberano que Samantabhadra posee sobre los poderes espirituales: su presencia, como la de un relámpago en el cielo claro, no se deja atrapar por los ojos, sino por el corazón despierto.

En ese momento cargado de presencia espiritual, el Bodhisattva Ojo Universal, lleno de anhelo reverente, se inclinó y preguntó al Buda: "¡Oh Bhagavat, tú que todo lo ves! ¿Dónde se encuentra ahora el Bodhisattva Samantabhadra ?"

El Buda respondió con dulzura y autoridad: "Ojo Universal, Samantabhadra está aquí mismo, cerca de mí, en esta asamblea luminosa, en este sagrado sitio de iluminación. No se ha movido ni por un solo instante desde el principio."

Pero el Bodhisattva Ojo Universal, con la mente aguda pero limitada aún por la dualidad, volvió a mirar —y con él, la asamblea entera de Bodhisattvas— en todas las direcciones del Mandala del Despertar. Buscaron en los cuatro rincones y en los diez horizontes… pero no lo vieron. Ni su cuerpo, ni su trono, ni su huella. No entendía que el Bodhisattva Samantabhadra (como mencionamos en el primer volúmen) es el aspecto activo del Buda Vairocana en el Cosmos. Entonces, el Bodhisattva Ojo Universal volvió a dirigirse al Buda: "Oh Bhagavat, aunque observamos con mente concentrada, aún no podemos ver a Samantabhadra ni el lugar donde se encuentra."

El Buda asintió con una sonrisa serena, y les dijo: "Así es, Hijos de la Familia del Dharma. ¿Sabéis por qué no podéis verlo?  Es porque su morada es tan profunda que escapa a toda descripción. Samantabhadra ha atravesado la puerta de la sabiduría sin límites. Ha entrado en la absorción del salto del león, audaz y sin temor. Ha conquistado el poder soberano supremo, sin obstrucción ni apego, y se ha establecido en el Reino de la Pureza Sin Límite. Se ha fundido con los Diez Poderes del Tathagata, ha hecho del Tesoro del Reino del Dharma su propio cuerpo, y todos los Budas lo protegen con su atención constante. En un solo pensamiento, él penetra la Sabiduría Una de todos los Budas de los tres tiempos, sin esfuerzo, sin errar."

Al escuchar estas palabras, tan vastas como el cielo, el Bodhisattva Ojo Universal entró en millares de asamkhyeyas de Samadhis. Su mente se hizo tan clara como la luz del alba, y desde esa absorción, miró de nuevo con toda su alma deseando ver al Bodhisattva Samantabhadra. Pero no lo vio. Ni él, ni los muchos Bodhisattvas de la asamblea, lograron vislumbrarlo. Ni un destello, ni una sombra, ni un trono vacío. 

El Bodhisattva Ojo Universal emergió de esos Samadhis, y volvió a dirigirse al Buda: "Oh Bhagavat, he entrado en diez mil samādhis inconcebibles, he buscado con sinceridad a Samantabhadra, pero no he visto su cuerpo ni sus actos, ni sus palabras ni su intención, ni su trono ni su morada. No he visto nada de él, ni en forma ni en signo."

El Buda respondió: "Sí, sí, así es, Hijo del Buen Linaje. Lo que ocurre no es falta de devoción, sino efecto de su morada en liberaciones inconcebibles. Dime, Ojo Universal: ¿Puede alguien describir con exactitud las formas ilusorias que aparecen en un libro de encantamientos?"

"¡No!", respondió el Bodhisattva.

"Entonces, si ni siquiera puede uno describir lo ilusorio que nace del arte mágico, ¡cuánto menos puede uno penetrar las acciones secretas de Samantabhadra! Su cuerpo, su palabra, su mente…son tan hondos, tan vastos, tan más allá de toda medida, que han trascendido toda categoría. Él entra en todos los mundos del Reino del Dharma con la sabiduría vajra, y sin embargo no viaja. Mora en todas partes, y sin embargo no habita en lugar alguno. Para él, los cuerpos de los seres no son cuerpos: no van, no vienen, no permanecen. Su maestría es sin discriminación, no depende de nada, no actúa desde el yo, y sin embargo, alcanza los límites más lejanos del Reino del Dharma sin moverse. 

"Si uno puede ver a Samantabhadra, servirlo, o incluso escuchar su nombre, recordarlo, meditarlo, tener fe en él, buscarlo, imitarlo, o hacer votos en armonía con su camino —y perseverar en ello sin interrupción—, entonces, sin duda, obtendrá beneficio. ¡No será en vano!"

Al escuchar esto, todos los Bodhisattvas se postraron con profundo anhelo y dijeron al unísono: "Namo a todos los Budas. Namo al Bodhisattva Samantabhadra." Tres veces lo pronunciaron, y tres veces inclinaron sus cabezas al suelo, como lunas llenas tocando la tierra con humildad.

El Buda, con mirada que atraviesa todos los tiempos, dijo: "Hijos del Buda, si de verdad anheláis ver al Gran Samantabhadra, postraos una vez más, con toda sinceridad. Contemplad los diez horizontes con mente unificada. Visualizad su cuerpo manifestándose ante vosotros. Sentiros como si ya estuviera en todas partes del Reino del Dharma. Con fe decidida, renunciad a todo, y votad caminar como él camina. Imitad su conducta. Penetrad el Dharma de la Realidad No Dual. Samantabhadra aparece en todos los mundos. Conoce cada facultad, cada necesidad, cada corazón. Y donde está, florece el Camino."

Entonces, movidos por el aliento del Buda, Ojo Universal y toda la asamblea se postraron una vez más. Rogaron, desde lo más profundo, poder ver a Samantabhadra, el que está más allá de toda forma y sin embargo adopta toda forma. Y fue entonces que, desde el centro mismo del vacío, Samantabhadra se manifestó.

Utilizando el poder de sus liberaciones y de su sabiduría trascendental, apareció de acuerdo a lo que era adecuado, revelando su cuerpo de manifestación. La asamblea entera lo vio, allí, junto al Tathagata, sentado sobre un trono de loto, rodeado de Bodhisattvas, como luna llena rodeada de estrellas de compasión. Y no sólo lo vieron allí. Lo vieron descendiendo en otros mundos, entrando en las moradas de otros Budas, predicando las prácticas del Bodhisattva, explicando el camino hacia la omnisciencia, exponiendo las transformaciones sagradas de los Bodhisattvas, y revelando a todos los Budas de los tres tiempos como uno solo. 

Al contemplar estas apariciones sublimes, el corazón de la asamblea se colmó de gozo. Hubo una alegría tan inmensa que no se puede medir con palabras. Todos, sin excepción, se postraron ante él. Y en su veneración, vieron no solo a Samantabhadra, sino a todos los Budas de las diez direcciones brillando en su rostro.

Entonces, lleno de reverencia y admiración, el Bodhisattva Ojo Universal se dirigió al Buda con voz vibrante, como un canto que brota del corazón del loto: "¡Oh Bhagavat, Iluminado entre los iluminados! El Bodhisattva Samantabhadra es aquel que mora en la gran virtud del asombro. Él habita en la incomparabilidad, donde nada puede medirse junto a él; en la insuperabilidad, donde ningún sendero va más allá; en la irreversibilidad, donde nunca se retorna del Despertar; en la ecuanimidad perfecta, donde no hay altos ni bajos en el corazón; en la indestructibilidad, donde nada puede romper la compasión; en todos los Dharmas diferenciados, que él comprende sin error; en todos los Dharmas no diferenciados, que él abraza en la unidad; en la mente de los medios hábiles para guiar a los seres; y en el Samādhi de la Liberación del Dominio Soberano sobre Todos los Dharmas."

El Buda, sonriendo con el resplandor de los tres tiempos reunidos en uno, respondió: "¡Así es! ¡Así es, Ojo Universal! Tal como lo has dicho, tal es la verdad. El Bodhisattva Samantabhadra posee asamkhyeyas de cualidades meritorias puras, joyas del espíritu que no pueden contarse, pero que pueden inspirar. Entre ellas están: la virtud de los adornos incomparables, la virtud de los tesoros innumerables, la virtud de los océanos de lo inconcebible, la virtud de los signos innumerables del cuerpo búdico, la virtud de las nubes sin límites, la virtud de lo que no puede ser alcanzado ni por la alabanza más sublime, la virtud del Dharma sin fin, la virtud de lo inefable, las virtudes de todos los Budas, y las virtudes que jamás pueden ser del todo cantadas."

Entonces el Tathagata, mirando con ternura infinita a Samantabhadra —como quien contempla a su propio corazón manifestado en forma de Bodhisattva— le dijo: "¡Oh Samantabhadra, Guía de los Votos Inmensos! En esta asamblea se encuentran innumerables Bodhisattvas y el noble Ojo Universal. Para su beneficio, para su despertar, para su entrada sin obstrucción en el Reino del Dharma, deberías ahora explicar los Diez Samadhis.

"Estos samādhis son las llaves que abren todas las puertas de tu sendero. Quien los comprende, quien los practica, quien los encarna, puede entrar en tus votos, puede seguir tu ejemplo, puede realizar la conducta perfecta. Porque es gracias a estos Diez Samadhis que los Bodhisattvas del pasado lograron la liberación, los Bodhisattvas del presente están alcanzando la liberación, y los Bodhisattvas del futuro, sin duda alguna, alcanzarán la liberación."

Y entonces, el universo entero pareció contener la respiración. Los pétalos de loto de los cielos se abrieron. Los corazones de los Bodhisattvas se volvieron receptáculos puros, preparados para recibir las Diez Concentraciones del Bodhisattva Inmenso, los Diez Samadhis del Gran Samantabhadra, como si fuesen ríos de fuego suave descendiendo del más allá del tiempo.

El Buda anunció: "¿Cuáles son estos Diez Samadhis?"

1. Samadhi de la Luz Universal 

"En ese momento, el Bodhisattva entró en el Samadhi de la Luz Universal. Su cuerpo se volvió transparente como el vacío. Cada uno de sus poros irradiaba luz, y cada rayo contenía innumerables Budas predicando el Dharma."

Este es el Samadhi de la Iluminación Cósmica. El Bodhisattva entra en una concentración donde la Luz del Buda lo abarca todo, revelando que no hay rincón del universo, ni pensamiento, ni ser, que no esté tocado por la Luminosa Presencia del Buda Eterno.

La palabra "luz" en los Sutras Mahayana no se refiere simplemente a una iluminación física, sino a la claridad ontológica que disuelve la Oscuridad de la Ignorancia. "Universal" indica que esta luz lo penetra todo sin excepción: mundos, pensamientos, formas, intenciones, átomos y galaxias, pasados y futuros. Es, en su profundidad más elevada, la Luz del Buda Eterno que jamás se apaga —la misma Luz que irradia desde el Dharmakaya como compasión incondicional y sabiduría inconmensurable.

Cuando un Bodhisattva entra en este Samadhi, se vuelve uno con la Luz del Buda. Ya no medita desde una conciencia separada que busca un objeto luminoso, sino que despierta a la verdad de que él mismo es esa luz. Su cuerpo, mente y palabra se vuelven canales de esa claridad que todo lo ilumina. Este samādhi no es una experiencia pasiva; es una participación activa en el esplendor del Dharmadhatu, el Reino Dhármico. Desde la perspectiva de la Escuela del Loto Reformada, esta luz es la Luz de la Presencia del Buda Eterno, revelada a través del Komya Shingon, la recitación del Sutra del Loto y el cultivo del Shikan. Al recitar, al meditar, al servir con compasión, uno comienza a vislumbrar esta Luz que no está fuera, sino en el corazón de todo.

2. Samadhi de la Luz Sutil 

"El Bodhisattva contempló una luz tan sutil que sólo podía percibirse al aquietar totalmente los pensamientos. Esta luz penetraba en cada grano de polvo, en cada ser, revelando la omnipresencia del Tathagata sin necesidad de forma."

Aquí, el Bodhisattva percibe la Luz más allá de la forma, la luz interior, la luz del conocimiento puro. Es una luz no deslumbrante, sino silenciosa, como la llama de una lámpara en el corazón del meditante.

El nombre de este segundo Samadhi se traduce como “Luz Sutil”, esa radiación misteriosa que no deslumbra como el sol ni domina como una antorcha, sino que penetra suave y silenciosamente como la brisa entre los bambúes, como la luna entre las nubes. Es una luz interior, no visible a los ojos ordinarios, y sin embargo más real que toda forma externa. Si el primer Samadhi es la proclamación del Buda como Luz Cósmica, este segundo es la intimidad mística de esa luz: su susurro, su secreto, su presencia en lo imperceptible.

Este Samadhi revela que la Iluminación no siempre se manifiesta con estruendo o milagros visibles. A menudo, es un susurro en el corazón, un toque imperceptible en la mente, una claridad repentina en medio del silencio. El Bodhisattva que entra en este estado comprende que el Buda opera también en lo diminuto, en lo invisible, en lo delicado. Desde la perspectiva de nuestra Escuela del Loto Reformada, esta luz sutil es la manifestación más delicada del Buda Eterno dentro de nuestra mente-vajra. No es algo que deba imponerse ni forzarse, sino cultivarse mediante la meditación serena (Shikan), el recogimiento litúrgico (Gongyo), y la contemplación profunda del Dharma.

3. Samadhi del Poder de Viajar a Todos los Reinos de los Budas 

"El Bodhisattva, mediante este Samadhi, contempló innumerables campos búdicos como reflejos en una joya celestial. En cada uno, vio Budas predicando el Dharma, Bodhisattvas sirviendo, y seres despertando. Su mente estaba en todos ellos, sin moverse de su lugar."

Este es el poder místico del Bodhisattva de visitar, en un solo pensamiento, todos los campos búdicos - las Tierras Puras - del universo. No por desplazamiento físico, sino por la trascendencia del tiempo y el espacio mediante la mente pura.

El nombre de este Samadhi podría traducirse como "Concentración de la Libre Travesía por los Campos del Buda" o, más poéticamente, "El Viaje Espiritual a Todos los Mundos Puros". Aquí, "viajar" no se refiere a desplazarse en el sentido físico, sino a la liberación de las coordenadas del ego, permitiendo que la conciencia se abra y fluya hacia todos los campos búdicos (Tierras Puras), en el presente, en el pasado y en el futuro. Este es el Samadhi de la expansión sin límites. Ya no se trata de mirar desde dentro hacia fuera, sino de entrar en comunión con la totalidad del universo iluminado. Así, el Bodhisattva se convierte en testigo de la infinita creatividad del Buda Eterno, que ha manifestado innumerables mundos para guiar a los seres. Desde la perspectiva de la Escuela del Loto Reformada, este Samadhi se relaciona con la doctrina del Dharmadhatu: la idea de que todos los fenómenos están interpenetrados, y que todos los campos del Buda son simultáneamente accesibles para la mente purificada. Entra aquí el principio de la no-obstrucción entre eventos y realidades múltiples, que Chih-i también comprendió en su enseñanza sobre los Tres Mil Mundos en un Solo Pensamiento (Ichinen Sanzen).

Cuando el Bodhisattva entra en este Samadhi, no viaja como viajero, sino como reflejo del Buda. Su mente se vuelve espejo del Dharmakaya, y en ese espejo aparecen, sin límite, todos los mundos donde el Dharma es enseñado, practicado y realizado.

4. Samadhi de la Práctica de la Mente Pura y Profunda 

"En ese momento, el Bodhisattva, cultivando la pureza y profundidad de la mente, alcanzó una calma como la del fondo del océano. Ningún pensamiento perturbador podía tocarlo. En esa calma, escuchó la voz del Buda en cada átomo."

Una mente purificada no por represión, sino por sabiduría. Es la mente que ha regresado a su fuente, que actúa sin ego, que ama sin medida. No se trata sólo de un estado mental, sino de un espacio espiritual donde el Bodhisattva mora, camina y actúa. Este “lugar” (xíngchù) no es físico, sino un estado de consciencia tan claro como el cristal y tan hondo como el abismo cósmico. Es el templo interior donde mora la sabiduría silenciosa. "Pura" señala una mente libre de aferramientos, de juicios, de dualidades. "Profunda" revela una interioridad insondable, que penetra las raíces del sufrimiento y las causas del Despertar.  "Práctica" indica que no es un estado pasivo, sino una morada activa, una forma de moverse en el mundo sin ser movido por el mundo.

Este Samadhi expresa la unión de pureza y profundidad, esenciales en el Camino del Bodhisattva. La mente pura ve el mundo sin la distorsión del ego; la mente profunda lo entiende sin superficialidad. Juntas, forman la Mente Búdica, donde habita el Buda Eterno en cada instante. Desde la perspectiva de la Escuela del Loto Reformada, este Samadhi se alcanza cuando el devoto ha limpiado su mente con la práctica constante del Shikan, y se sumerge en la comprensión de la Triple Verdad: que todas las cosas son vacías, temporales y el Camino Medio simultáneamente. Sólo una mente así puede ser canal fiel del Dharma.

5. Samadhi del Conocimiento del Tesoro de los Adornos Pasados

"El Bodhisattva, mediante este Samadhi, contempló los ornamentos de mérito y sabiduría con que los Budas de antaño adornaron sus campos. Cada joya era una práctica, cada rayo de luz, una enseñanza. Y al verlos, su corazón se llenó de aspiración sin límites."

Este Samadhi permite al Bodhisattva conocer los ornamentos y prácticas de los Budas del pasado, los actos sagrados que sembraron el Dharma en las Eras anteriores. "Adornos" no se refiere aquí a ornamentaciones externas, sino a las perfecciones espirituales —como la moralidad, la paciencia, la sabiduría, la compasión— con que los Budas del pasado embellecieron sus campos, sus palabras, sus actos y sus corazones. "Tesoro" indica que estos adornos no han desaparecido: están almacenados, preservados en la matriz del Dharmadhatu, y pueden ser conocidos por la mente purificada. "Conocimiento" implica una sabiduría profunda, directa, no conceptual, sino intuitiva y vivencial.

Este Samadhi revela la dimensión atemporal del Dharma. No hay pasado en el sentido ordinario del tiempo lineal. Lo que los Budas practicaron, lo que lograron, sus votos, sus enseñanzas, están vivos, brillando en el tejido mismo del Cosmos. Entrar en este samādhi es como abrir una puerta de luz a las bibliotecas espirituales del universo, donde cada gesto iluminado del pasado es accesible como guía viva. En la Escuela del Loto Reformada, entendemos que estos "tesoros de adornos" son también los votos, prácticas y ejemplos de los Bodhisattvas pasados, y de los Grandes Maestros —Chih-i, Saicho, Genshin, Annen— cuyas vidas no fueron sólo biografía, sino bodhicarya, es decir, caminos de entrenamiento que podemos reactivar desde la contemplación profunda.

6. Samadhi del Brillante Tesoro de la Luz de la Sabiduría

"Al entrar en este Samadhi, el Bodhisattva contempló una luz que no quemaba ni cegaba, sino que acariciaba el alma y disolvía toda duda. Cada rayo contenía millones de enseñanzas. Su mente se volvió espejo del Dharma."

Aquí, la sabiduría no es seca, sino luminosa como un tesoro escondido en el corazón. Esta sabiduría ilumina las causas y condiciones, los nudos del karma, y revela la unidad entre todos los fenómenos. Este Samadhi nos enseña que la sabiduría no es una idea ni un análisis, sino una luz viva, que está oculta como tesoro en nuestro corazón —y que cuando se activa, transforma la totalidad de nuestra percepción.

La Tradición Budista afirma que todo ser posee el Espíritu del Buda ETerno, su Naturaleza Búdica, pero está velada por la ignorancia, como el oro cubierto de tierra. Este Samadhi es el acto de descubrimiento y revelación de esa sabiduría luminosa. Desde la perspectiva de la Escuela del Loto Reformada, esta "luz de la sabiduría" no es solo iluminación personal, sino la Luz del Buda Eterno que mora en nosotros como principio activo, como sabiduría que sabe y salva, que entiende y actúa. Esta sabiduría es no-dual: contempla el vacío sin caer en el nihilismo, ve los fenómenos sin perderse en ellos, y abraza el Camino Medio como verdad viviente.

7. Samadhi de la Comprensión de los Adornos de los Budas en Todos los Mundos

"El Bodhisattva, contemplando todos los campos de los Budas, vio que no había dos iguales. Cada uno era adornado por votos distintos, por prácticas diversas, por intenciones puras. Y comprendió: la diversidad del Dharma no es contradicción, sino manifestación del Uno."

El Bodhisattva contempla cómo los Budas adornan sus mundos con las virtudes, con el Dharma, con la conducta, y cómo cada ornamento es expresión del Buda Eterno. Aquí, los "adornos" son los actos de compasión, sabiduría y poder espiritual con los cuales los Budas transforman sus tierras en expresiones vivientes de la Iluminación. No se trata de decoraciones externas, sino de virtudes que han tomado forma, de cualidades despiertas que han encarnado en paisajes, comunidades, enseñanzas, relaciones, incluso en el tiempo mismo.

Este Samadhi no mira sólo con los ojos: ve con el corazón del Buda, y por eso percibe lo sagrado en la forma sin caer en el apego, y lo divino en lo transitorio sin caer en la ilusión. En este estado de absorción, el Bodhisattva contempla cómo los campos búdicos son manifestaciones de los votos y prácticas de los Tathāgatas. Comprende que toda forma puede ser vehículo del Despertar, y que cada mundo refleja un aspecto particular de la Budeidad. Desde la perspectiva de la Escuela del Loto Reformada, este Samadhi nos enseña que el Reino del Buda no es abstracto ni lejano. Está hecho de gestos, de virtudes, de estructuras amorosas. Y así como los Budas adornan sus mundos, nosotros también debemos adornar el nuestro con obras de bien, con liturgia, con cultura despierta, con comunidad viva.

8. Samadhi de las Diferentes Formas de los Seres

"El Bodhisattva contempló los cuerpos de los seres: grandes y pequeños, sabios y confundidos, celestiales y subterráneos. Y viendo sus necesidades, deseos y karmas, adquirió la capacidad de asumir toda forma para guiarlos. A cada uno le habló en su propia voz, y en cada forma brillaba el rostro del Buda."

El Bodhisattva entiende todas las formas de los seres, sus cuerpos, mentes, culturas y lenguas. Y por compasión, adopta formas adecuadas para guiarlos. Aquí, "Diferentes Formas" se refiere a los múltiples cuerpos, naturalezas, pensamientos, karmas, culturas, lenguas, necesidades, deseos y condiciones de todos los seres a lo largo del Samsara. El Bodhisattva, al entrar en este estado, comprende cada forma como una expresión provisional de la Naturaleza Búdica. Y en virtud de esta comprensión, asume espontáneamente la forma necesaria para guiar, consolar y salvar.

Este Samadhi encarna el principio de los Medios Hábiles, base esencial del Mahayana y de nuestra Escuela del Loto Reformada. Aquí, el Bodhisattva no se aferra a una forma, una doctrina o un método fijo. Comprende que la Verdad, siendo Una, puede adoptar mil formas sin perder su pureza. Así como el Bodhisattva Avalokiteshvara (Kannon Bosatsu) aparece en 33 formas distintas en el Sutra del Loto, o como los Budas de las Diez Direcciones se manifiestan como ancianos, niños, reyes, mendigos, mujeres, flores, luces o sonidos —así también el Bodhisattva que entra en este Samadhi se vuelve mil rostros de una sola compasión.

9. Samadhi de la Perfecta Libertad del Reino del Dharma

"El Bodhisattva, habiendo trascendido toda obstrucción mental, entró en el Reino del Dharma como un pájaro en el cielo. No había frontera que lo limitara, ni forma que lo atrapara. Su mente era la de todos los Budas; su cuerpo, la actividad del Dharma."

Una vez alcanzado este estado, no hay obstrucción entre fenómeno y fenómeno, entre yo y otro, entre Nirvana y Samsara. Todo es expresión del Reino del Dharma. Esto significa libertad plena, espontaneidad iluminada, independencia de todo condicionamiento. No es la libertad del ego que hace lo que desea, sino la libertad del sabio que ya no es movido por el deseo, sino por la sabiduría-compasión. El Reino del Dharma es el Dharmadhatu, el campo absoluto de todos los dharmas, la totalidad interconectada de los fenómenos, más allá de dualidades, más allá de límites. Este Samadhi, por tanto, describe el estado en que el Bodhisattva actúa con total libertad en la multiplicidad del universo, porque ha dejado atrás todo apego, todo aferramiento, toda ignorancia. Es como un loto que flota libre en el agua del mundo, sin quedar jamás empapado.

Este es uno de los Samadhis más sublimes, cercano ya a la culminación de la vía bodhisattvica. Aquí, el Bodhisattva ha comprendido la unidad esencial del vacío y la forma, ha atravesado los espejismos del yo, y se ha entregado por entero a la actividad iluminada, que fluye como danza libre del Buda en el mundo. Desde la visión de la Escuela del Loto Reformada, este Samadhi representa el cumplimiento del principio de la Budeidad Innata. Ya no se lucha por alcanzar algo; se actúa desde lo que ya se es: una manifestación del Buda Eterno en el mundo condicionado.

10. Samadhi de la Rueda Sin Obstáculos

"El Bodhisattva, al entrar en este Samadhi, no tenía intención, pero cada acción suya giraba la Rueda del Dharma. No buscaba discípulos, pero dondequiera que iba, se abrían los ojos de la sabiduría. Su andar era el giro mismo de la Iluminación."

Este es el clímax: el Bodhisattva se convierte en la Rueda misma del Dharma, girando por su propio poder, sin esfuerzo, sin dualidad, sin apego. Aquí, Sin Obstáculos significa sin obstrucción, sin resistencia, sin barreras. La rueda es imagen sagrada del Dharma que gira incesantemente, símbolo del movimiento perpetuo, de la enseñanza viva, del dinamismo de la Verdad. Un Samadhi, como ya sabemos, indica absorción mística, unión indisoluble entre el contemplador y lo contemplado. Este último Samadhi no es otro que la plena identidad del Bodhisattva con la función del Dharma en el mundo. Él ya no actúa por compasión: su ser se ha hecho compasión activa. No enseña como un Buda: es la enseñanza misma manifestada en forma humana.

En este supremo estado, el Bodhisattva se ha vuelto uno con la actividad iluminada del cosmos, esa danza eterna por la cual el Buda guía a los seres sin cesar. Su mente, su cuerpo y su palabra giran como la Rueda del Dharma: constantemente, suavemente, naturalmente, sin apego y sin esfuerzo. Desde la doctrina de la Escuela del Loto Reformada, este Samadhi manifiesta el grado más alto de realización del Ekayana (el Vehículo Único), donde ya no se distingue entre Buda y Bodhisattva, entre Samsara y Nirvāṇa, entre el Uno y el Múltiple. El Bodhisattva aquí se ha fundido con la Voluntad activa del Buda Eterno, y todo lo que hace es un acto de iluminación para el beneficio de los seres.

Aquí concluyen los Diez Samadhis. Y sin embargo, aquí comienza una nueva dimensión: la vida como Dharma viviente. El Bodhisattva ya no tiene que esforzarse por enseñar, por salvar, por practicar. Todo en él —cada respiración, cada movimiento, cada silencio— es la Rueda misma del Buda girando eternamente en este mundo.

Estos Diez Samadhis no son sólo experiencias individuales, sino dimensiones del Despertar universal. En ellos se manifiesta la fusión de sabiduría trascendental, compasión activa y comprensión de la realidad interpenetrada, que constituye la esencia del Dharmadhatu según la visión del Sutra Avataṃsaka.

En nuestra Escuela del Loto Reformada, estos Samadhis se contemplan como emanaciones interiores del Buda Eterno que mora en cada ser sintiente, y se cultivan mediante la devoción, el estudio de los Sutras Mayores (especialmente el Sutra Avatamsaka, el Sutra del Loto y el Sutra del Nirvana), y la práctica del Komyo Shingon y el Shikan.

Porque en cada uno de nosotros, cuando el corazón se vuelve vasto como el cielo, y la compasión brilla sin interrupción, allí florece el Camino de Samantabhadra. Y el Dharma, como una rueda sin eje ni borde, gira eternamente en lo profundo del silencio.

jueves, 8 de mayo de 2025

Ascendiendo en Nuestro Camino del Bodhisattva: El Sutra de los Diez Bhumis - Sexto Estado - Manifestado

El Bodhisattva Vimukticandra le pide a Vajragarbha que enseñe el Sexto Bhumi. El Bodhisattva Vajragarbha describe los diez tipos de igualdad de fenómenos que permiten al Bodhisattva ascender al Sexto Bhumi, llamado Manifestado. El Bodhisattva en el Sexto Bhumi alcanza la sabiduría que ve las doce fases del Origen Dependiente y siente compasión por los seres que se encuentran bajo el poder del Origen Dependiente, alcanzando las tres puertas de la liberación. El Bodhisattva en el Sexto Bumi es como oro adornado con berilo. De las Diez Perfecciones, practica principalmente la perfección de la Sabiduría (Prajna Paramita). La mayoría de los Bodhisattvas del Sexto Bhumi se convierten en un Sunirmita, la deidad que es el señor de un paraíso Nirmāṇarati. En cada instante, el Bodhisattva ve un billón de Budas, ilumina un billón de mundos, hace vibrar un billón de mundos, y así sucesivamente.

Las deidades llenas de alegría esparcen nubes de incienso y luz y alaban la enseñanza.


El Sutra de los Diez Bhumis o Estados del Bodhisattva

Sexto Bhumi - Manifestado

El Bodhisattva Vajragarbha dijo: "¡Oh, Hijos del Buda! El Bodhisattva que ha completado el camino del Quinto Bhumi entra en el Sexto Bhumi a través de las diez clases de identidad de los fenómenos. ¿Cuáles son estas diez? Entra en el Sexto Bhumi a través de estas diez clases de identidad: (1) la identidad de todos los fenómenos en ser sin rasgos; (2) la identidad de todos los fenómenos en ser sin características; (3) la identidad de todos los fenómenos en ser sin nacimiento; (4) la identidad de todos los fenómenos en ser sin producción; (5) la identidad de todos los fenómenos en ser aislados; (6) la identidad de todos los fenómenos en ser primordialmente puros; (7) la identidad de todos los fenómenos en ser sin elaboración; (8) la identidad de todos los fenómenos en ser sin adopción y sin rechazo; (9 ) la identidad de todos los fenómenos en ser como ilusiones, sueños, alucinaciones, ecos, la luna en el agua, reflejos y apariciones; y (10) la identidad de todos los fenómenos en el ser sin la dualidad de existencia y no existencia. 

"Él examina esa naturaleza de todos los fenómenos, aclarándola, 292 estando en concordancia con ella y sin contradecirla. Alcanza el Sexto Bhumi, Manifestado, a través de esta aguda paciencia concordante, pero aún no ha alcanzado la entrada en la verdadera paciencia que proviene de saber que los fenómenos son no producidos. El observa la naturaleza de los fenómenos y, con una compasión cada vez mayor que todo lo precede y un dominio de la compasión, observa el origen y la destrucción del mundo para perfeccionar plenamente la compasión. Cuando observa el origen del mundo, piensa: /Todas las actividades que surgen en cada mundo son producto del apego al yo. Si el apego al yo cesara, no surgirían estas actividades en el mundo/.

"Él piensa: 'Estos seres con entendimiento infantil tienen apego al yo, están encerrados en la oscuridad de la ignorancia y desean la existencia y la no existencia; su atención está dedicada a lo sin sentido; siguen caminos erróneos, buscan lo que es falso y acumulan formaciones meritorias, no meritorias e inmóviles. Semillas mentales contaminadas, que están dotadas de aferramiento, son plantadas por esas formaciones , que resultan en la futura generación de nacimiento, vejez, muerte y renacimiento. La base del campo del karma, la oscuridad de la ignorancia, el aceite del anhelo, el agua del egoísmo y la vasta red de puntos de vista falsos producen los brotes de nombre y forma. Una vez producidos, se desarrollan. Cuando nombre y forma se han desarrollado, se genera los cinco sentidos. La unión de los cinco sentidos crea el contacto. La ocurrencia del contacto genera sensación. A la sensación le sigue el anhelo. Del anhelo y el anhelo surge el aferramiento. Cuando el aferramiento se ha desarrollado, ocurre el devenir. Cuando el devenir ha ocurrido, se manifiestan los cinco skandhas. Los cinco skandhas manifestados finalmente decaen en las cinco existencias. Habiendo decaído, expiran. A través de su decaimiento y expiración surge el tormento del dolor. El tormento del dolor causa que surjan toda miseria, lamentación, sufrimiento, infelicidad y aflicción, pero nadie los hace ocurrir. Cesan de forma natural y sin esfuerzo; no hay nadie que los haga cesar'. El Bodhisattva examina de esa manera la sucesión natural del Origen Dependiente.

"Él piensa así: 'La ignorancia de lo último se debe a la falta de comprensión de las verdades. Las formaciones son la maduración del karma creado por la ignorancia. La consciencia es la primera mente sustentada por las formaciones. Conectados con la consciencia están los cuatro skandhas perpetuos, llamados nombre y forma. El desarrollo del nombre y la forma son las seis bases sensoriales. El encuentro contaminado de la facultad sensorial, el objeto y la consciencia es contacto. Conectado con el contacto es sensación. Aferrarse a las sensaciones es anhelo. El anhelo se desarrolla en aferramiento. El karma contaminado que proviene del aferramiento es devenir. El resultado natural del karma es el nacimiento. El nacimiento es el surgimiento de los skandhas. La maduración de los skandhas es envejecimiento. La ruptura de los skandhas a través del envejecimiento es muerte. La separación, el desconcierto, el apego y la angustia por la muerte son miseria. Expresar palabras que surgen de la miseria es lamentación. Cuando las cinco facultades sensoriales se ven afectadas, eso es sufrimiento. Cuando esto afecta la visión de la mente, eso es infelicidad. Cuando ocurre mucho sufrimiento e infelicidad, hay aflicción. De esa manera toda esta masa de sufrimiento, este árbol del sufrimiento, es producido. Está desprovisto de hacedor o experimentador.' 

"Él piensa: 'Cuando existe la creencia errónea en un hacedor, surge la concepción de acciones. Donde no hay hacedor, tampoco se pueden encontrar acciones en última instancia'."

Él piensa: 'Estos Tres Reinos son solo mente. Estos doce componentes del devenir, cuya división enseñó el Tathagata, también se basan en una sola mente. ¿Por qué? La consciencia es el surgimiento de una mente unida por el deseo a un objeto. El objeto es una formación . El engaño respecto a esa formación es ignorancia. Conectado con una mente de ignorancia está el nombre y la forma. El desarrollo del nombre y la forma da como resultado las seis bases sensoriales. La conexión con las seis bases sensoriales es el contacto. Conectado con el contacto está la sensación. La insatisfacción con la sensación es el anhelo. Oprimido por el anhelo, aferrarse a lo acumulado es aferrarse. La combinación de estos componentes es el devenir. El surgimiento del devenir es el nacimiento. La maduración del nacimiento es el envejecimiento. La terminación del envejecimiento es la muerte.

"'La ignorancia tiene dos tipos de actividad: hace que los seres sean engañados con respecto a los objetos de percepción y proporciona la causa para la producción de formaciones. Las formaciones también tienen dos tipos de actividad: establecen la producción de la maduración futura y proporcionan la causa para la producción de la conciencia. La conciencia también tiene dos actividades: crea la transición al devenir y proporciona la causa para la producción del nombre y la forma. El nombre y la forma también tienen dos actividades: crea dependencia mutua y proporciona la causa para la producción de las seis bases sensoriales. Las seis bases sensoriales también tienen dos actividades: revelan las distinciones entre sus propios rangos de percepción y proporcionan la causa para la producción del contacto. El contacto también tiene dos actividades: crea contacto con el objeto y proporciona la causa para la producción de la sensación. La sensación también tiene dos actividades: crea experiencias que son placenteras, desagradables o ninguna de las dos, y proporciona la causa para la producción del anhelo. El anhelo también tiene dos actividades: crea el deseo por objetos sensoriales atractivos, y provee la causa para la producción del aferramiento. El aferramiento también tiene dos actividades: crea la esclavitud por los kleśas , y provee la causa para la producción del devenir. El devenir también tiene dos actividades: crea la base para otro estado de existencia, y provee la causa para la producción del nacimiento. El nacimiento también tiene dos actividades: crea el surgimiento de los skandhas , y provee la causa para la producción del envejecimiento. El envejecimiento también tiene dos actividades: crea cambio en las facultades, y provee la causa para la producción de la muerte. La muerte también tiene dos actividades: crea la destrucción de los fenómenos compuestos, y provee la causa para la continuidad ininterrumpida de la falta de entendimiento.

'Se dice, las formaciones dependen de la ignorancia, lo que significa que la ignorancia como condición es la continuación de las formaciones y una base para las formaciones. Se dice, la consciencia depende de las formaciones ”, lo que significa que las formaciones como condición son la continuación de la consciencia y una base para la consciencia. Se dice, el nombre y la forma dependen de la consciencia, lo que significa que la consciencia como condición es la continuación del nombre y la forma y una base para el nombre y la forma. Se dice, las seis bases sensoriales dependen del nombre y la forma, lo que significa que el nombre y la forma como condición son la continuación de las seis bases sensoriales y una base para las seis bases sensoriales. Se dice, el contacto depende de las seis bases sensoriales, lo que significa que las seis bases sensoriales como condición son la continuación del contacto y una base para el contacto. Se dice, la sensación depende del contacto, lo que significa que el contacto como condición es la continuación de la sensación y una base para la sensación. Se dice que el anhelo depende de la sensación, lo que significa que la sensación, como condición, es la continuación del anhelo y su base. Se dice que el aferramiento depende del anhelo, lo que significa que el anhelo, como condición, es la continuación del aferramiento y su base. Se dice que el devenir depende del aferramiento, lo que significa que el aferramiento, como condición, es la continuación del devenir y su base. Se dice queel nacimiento depende del devenir, lo que significa que el devenir, como condición, es la continuación del nacimiento y su base. Se dice que el envejecimiento y la muerte dependen del nacimiento, lo que significa que el nacimiento, como condición, es la continuación del envejecimiento y la muerte y su base. 

"Se dice: A través del cese de la ignorancia se produce el cese de las formaciones, lo que significa que cuando no hay ignorancia como condición, existe la discontinuidad de las formaciones y la ausencia de una base para las formaciones . Se dice: A través del cese de la formación se produce el cese de la conciencia, lo que significa que cuando no hay formación como condición, existe la discontinuidad de la conciencia y la ausencia de una base para la conciencia. Se dice: A través del cese de la conciencia se produce el cese de las seis bases sensoriales, lo que significa que cuando no hay conciencia como condición, existe la discontinuidad de las seis bases sensoriales y la ausencia de una base para las seis bases sensoriales. Se dice: A través del cese de las seis bases sensoriales se produce el cese del contacto, lo que significa que cuando no hay seis bases sensoriales como condición, existe la discontinuidad del contacto y la ausencia de una base para el contacto. Se dice, A través del cese del contacto hay el cese de la sensación, lo que significa que cuando no hay contacto como condición, hay discontinuidad de la sensación y ausencia de una base para la sensación. Se dice, A través del cese de la sensación hay el cese del anhelo, lo que significa que cuando no hay sensación como condición, hay discontinuidad del anhelo y ausencia de una base para el anhelo. Se dice, A través del cese del anhelo hay el cese del devenir, lo que significa que cuando no hay anhelo como condición, hay discontinuidad y falta de apoyo para el devenir. Se dice, A través del cese del devenir hay el cese del nacimiento, lo que significa que cuando no hay devenir como condición, hay discontinuidad y falta de apoyo para el nacimiento. Se dice: A través del cese del nacimiento se produce el cese del envejecimiento y de la muerte, lo que significa que cuando no hay nacimiento como condición, existe discontinuidad y falta de apoyo para el envejecimiento y la muerte.

"'La ignorancia, el anhelo y el aferramiento son la presencia ininterrumpida de los kleśas. La formación y el devenir son la presencia ininterrumpida del karma. Los demás son la presencia ininterrumpida del sufrimiento. En términos de esta subdivisión, cuando cesa lo anterior y lo posterior, su presencia se interrumpe. De esta manera, estos tres procesos carecen de yo, de ser, de alma, de espíritu y de persona, y existe la ausencia de todo lo que pertenece a un yo y no hay nada que pertenezca a un yo. Surgen y cesan. Son como un haz de juncos. 

"'Además, cuando se dice: Las formaciones tienen como condición la ignorancia, significa que están relacionadas con el pasado. La consciencia, el nombre y la forma , las seis bases sensoriales , el contacto y la sensación están relacionados con el presente. El anhelo, el aferramiento, el devenir y el nacimiento están relacionados con el futuro. Se dice: Esto continúa. Se dice: Mediante la cesación de la ignorancia se produce la cesación de las formaciones, lo que significa que la relación se interrumpe.

"'Además, los tres sufrimientos surgen en los doce componentes de la existencia. La ignorancia, las formaciones , la consciencia, el nombre y la forma, y ​​las seis bases sensoriales son el sufrimiento de los fenómenos compuestos. El contacto y la sensación son el sufrimiento del sufrimiento. El anhelo, el aferramiento, el devenir, el nacimiento, etc., hasta llegar a la angustia, son el sufrimiento del cambio.

"'Se dice: Mediante el cese de la ignorancia se produce el cese de las formaciones, lo que significa que cesa la continuidad de los tres sufrimientos.Se dice: Las formaciones tienen como condición la ignorancia, lo que significa que surgen de una causa y una condición. Lo mismo ocurre con el resto. Se dice: Mediante la cesación de la ignorancia se produce la cesación de las formaciones, lo que significa la extinción de las formaciones . Lo mismo ocurre con el resto. Se dice: Las formaciones tienen como condición la ignorancia, lo que significa que se trata de una conexión a través de la producción. Lo mismo ocurre con el resto. Se dice: Mediante la cesación de la ignorancia se produce la cesación de las formaciones, lo que significa que se trata de una conexión mediante la eliminación. Lo mismo ocurre con el resto. Se dice que las formaciones tienen como condición la ignorancia, lo que implica un análisis de la generación progresiva. Lo mismo ocurre con el resto. Se dice: Mediante la cesación de la ignorancia se produce la cesación de las formaciones, lo que implica un análisis de terminación y eliminación progresivas. Lo mismo ocurre con el resto'.

"Así, investiga diez aspectos del origen dependiente en su desarrollo progresivo y negación: investiga (1) la conexión secuencial de los componentes de la existencia; (2) su combinación en una mente; (3) cada uno teniendo su propia actividad distinta; (4) su no estar separados unos de otros; (5) su seguimiento de los tres procesos; (6) su relación con el pasado, el presente y el futuro; (7) su agregación de los tres sufrimientos; (8) su surgimiento de causas y condiciones; (9) su conexión a través de la generación y la eliminación; y (10) el proceso de convertirse en y de la terminación. De esa manera, a través de su examen de los diez aspectos del origen dependiente, examina la ausencia de yo, de ser, de alma, de persona, la vacuidad por naturaleza y la ausencia natural de un hacedor o experimentador, y surge la puerta a la liberación que es la Vacuidad. De esa manera se acerca a la liberación a través del cese de la naturaleza de los componentes de la existencia, y surge la puerta a la liberación que es la ausencia de rasgos distintivos. De esa manera, comprende la vacuidad y la ausencia de rasgos distintivos ; no surge ningún deseo, salvo el de los seres en maduración, precedido por la compasión, y surge la puerta a la liberación, que es la ausencia de aspiraciones.  

"Quien medita en estas tres puertas a la liberación se libera de las identificaciones del yo y el otro, del hacedor y del experimentador, y de las identificaciones de la existencia y la no existencia. Con la gran compasión que todo lo precede, se produce una aplicación aún mayor, y los factores incompletos para la iluminación se completan.

"Él piensa: 'Cuando hay combinaciones, surgen fenómenos compuestos. Cuando no hay combinaciones, no surgen. Cuando hay totalidades, surgen  fenómenos compuestos. Cuando falta la totalidad de los factores necesarios, no surgen fenómenos compuestos. Nosotros, sabiendo así que los fenómenos compuestos son culpables de muchos defectos, eliminaremos sus combinaciones y totalidades, pero para madurar a los seres no manifestaremos la cesación completa de los fenómenos compuestos'.

"¡Oh, Hijos del Buda! De esa manera, al comprender la naturaleza de lo compuesto, culpable de múltiples defectos, carente de naturaleza inherente y sin nacimiento ni fin, desarrolla gran compasión, no abandona a los seres y, al involucrarse con la manifestación, manifiesta el estado de la perfección de la sabiduría, que se denomina la manifestación de la sabiduría sin impedimentos.

"Quien posee esa clase de sabiduría, quien manifiesta estar en el estado de la perfección de la sabiduría, acumula las condiciones para adquirir los factores de la Iluminación . No permanece involucrado en lo compuesto. Considera la cesación, que es la naturaleza de los fenómenos compuestos, pero no permanece absorto en ella, para no carecer de los factores de la Iluminación.

"Cuando el bodhisattva está en el Bhumi Manifestado, surge el Samadhi llamado Entrar en la Vacuidad. Surgen también los Samadhis llamados vacuidad de naturaleza inherente, vacuidad última, vacuidad suprema, gran vacuidad, vacuidad de ocupación, vacuidad de logro, vacuidad de comprensión correcta, vacuidad de dependencia, vacuidad de separación y vacuidad de no separación. También se manifiestan cientos de miles de otras entradas al Samadhi de la Vacuidad. De esa manera, también se manifiestan cientos de miles de entradas al Samadhi de la ausencia de rasgos distintivos y cientos de miles de entradas al Samadhi de la ausencia de aspiración.

"Más aún, el Bodhisattva que reside en este Bhumi del Bodhisattva llamado Manifestado alcanza por completo la motivación indivisa. Alcanza por completo la contemplación definida, la buena contemplación, la motivación profunda, la motivación irreversible, la motivación ininterrumpida, la motivación inmaculada , la motivación infinita, la motivación que aspira a la sabiduría y la motivación que posee método y sabiduría. Estas diez motivaciones del Bodhisattva concuerdan con la iluminación de un Tathagata.

"No puede ser contrarrestado por ningún maestro oponente; alcanza el Bhumi de la sabiduría; se aparta de los Bhumis Shravaka y Pratyekabuddha; únicamente manifiesta la sabiduría de los Budas; no puede ser superado por ninguna de las actividades de los Maras o kleśas; permanece en la luz de la sabiduría de un Bodhisattva; está completamente inmerso en la práctica del Dharma de la Vacuidad, la ausencia de rasgos distintivos y la ausencia de aspiraciones; se dedica al análisis a través del método, la sabiduría y el conocimiento; y está permeado por el logro de los factores para la Iluminación.

"Así, cuando está en el Bhumi Manifestado, surge un estado superior de Perfección de Sabiduría, y con la tercera paciencia aguda y concordante actúa de acuerdo con estas cualidades y no en contra de ellas.

"Cuando él está de esa manera residiendo en este Bhumi llamado Manifestado, muchos Budas aparecerán ante él debido a su vasta visión y al poder de sus oraciones. Debido a su vasta visión y al poder de sus oraciones, muchos cientos de Budas, muchos miles de Budas, muchos cientos de miles de Budas, muchos millones de Budas, muchas decenas de millones de Budas, muchos billones de Budas, muchas decenas de billones de Budas, muchos billones de Budas y muchos quintillones de Budas aparecerán ante él. Él verá a esos Tathagatas, esos Arhats, esos Samyaksambuddhas, y con una vasta motivación los servirá, los adorará, los honrará, les hará ofrendas, les proporcionará túnicas, limosnas, cuencos, camas, medicinas para cuando estén enfermos e instrumentos. También ofrecerá todos los artículos que traen felicidad a un Bodhisattva. También ofrecerá ofrendas a las asambleas del Sangha. Dedicará todas esas raíces de bondad a la iluminación suprema y completa. Sirve a esos Budas, escucha el Dharma con respeto, reverencia y honor, y lo recuerda. Tras escucharlo, se aplica correctamente a la luz de la meditación, la sabiduría y el conocimiento y lo alcanza. Se convierte, aún más que antes, en alguien que posee el tesoro del Dharma de los Tathagatas.

"Las raíces de bondad del Bodhisattva que reside en el Bhumi Manifestado se vuelven más puras, claras y brillantes a lo largo de muchos eones. Se vuelven más puras, claras y brillantes a lo largo de muchos cientos de eones, muchos miles de eones, muchos cientos de miles de eones, muchos millones de eones, muchas decenas de millones de eones, muchos miles de millones de eones, muchas decenas de miles de millones de eones, muchos billones de eones y muchos trillones de eones.

"¡Oh, Hjios del Buda! Esto es como cuando el oro se adorna con berilo y se vuelve más claro, más puro y más brillante. De la misma manera, las raíces de la bondad del Bodhisattva que se encuentra en el Sexto Bhumi del Bodhisattva , Manifestado, se vuelven más puras, claras y brillantes mediante el análisis del método, la sabiduría y el conocimiento, y además se transforman en paz indestructible.

"¡Oh, Hijos del Buda! Es así: Para dar una analogía, la luz de la luna apacigua los cuerpos de los seres y no puede ser destruida por los cuatro círculos del aire. De la misma manera, las raíces de bondad del Bodhisattva, que se encuentra en el Sexto Bhumi pacifican y calman el fuego de los kleśas en muchos trillones de seres , y no pueden ser destruidas por las actividades de los cuatro Maras. Entre las Diez Perfecciones predomina la perfección de la Sabiduría, y las demás Perfecciones no se alcanzan plena y completamente.

"¡Oh, Hijos del Buda! En resumen, ese es el Sexto Bhumi llamado Manifestado. El Bodhisattva que se encuentra en ese Bhumi suele convertirse en el rey deva Sunirmita. Es sabio y poderoso para apaciguar el orgullo de los seres. No le impiden las preguntas de ningún Shravaka. En cualquier raíz de bondad que logre a través de la generosidad, las palabras amables, las acciones que benefician a los demás y la práctica de lo que predica, se vuelve supremo, el mejor, el principal, el más alto, el más excelente, el insuperable, el guía, el líder, el comandante, y así sucesivamente, hasta convertirse en el omnisciente en quien se confía. Su mente siempre está enfocada en el Buda, enfocada en el Dharma, enfocada en el Sangha, enfocada en los Bodhisattvas , enfocada en la conducta del Bodhisattva, enfocada en los bhūmis del bodhisattva , enfocada en las perfecciones , enfocada en las fortalezas, enfocado en las confianzas, enfocado en las cualidades únicas de la Budeidad, y así sucesivamente, hasta estar enfocado en la sabiduría omnisciente dotada de los aspectos supremos.

"Si lo desea, puede aplicarse de tal manera que en un solo instante alcance y descanse en un billón de Samadhis, vea un billón de Budas y conozca sus bendiciones, haga temblar un billón de mundos, vaya a un billón de reinos del Budas, ilumine un billón de mundos, madure un billón de seres, permanezca durante un billón de eones, entre en un billón de eones previos y un billón de eones futuros, abra un billón de puertas del Dharma, manifieste un billón de cuerpos y manifieste que cada cuerpo tiene un séquito de un billón de Bodhisattvas.

"A partir de este momento, los bodhisattvas que poseen el poder de la oración mediante oraciones particulares manifiestan cuerpos, luz, milagros, visiones, actividades, voces, conductas, exhibiciones, bendiciones, transformaciones y manifestaciones durante muchos eones, durante muchos cientos de eones, muchos miles de eones, muchos cientos de miles de eones, y así sucesivamente, hasta muchos trillones de eones, que son difíciles de enumerar."

Entonces el Bodhisattva Vajragarbha, para analizar y enseñar el significado de este Bhumi, recitó estos versos:

"Los sabios que han completado la práctica del camino a través de los cinco Bhumis
Y han meditado sobre la ausencia de rasgos en los fenómenos, la ausencia de características,
La ausencia de nacimiento, la ausencia de producción, la pureza primordial, y la ausencia de elaboración‍—
Con sabiduría y comprensión ascienden al Sexto Bhumi.

"Sin apego, aferramiento ni conceptualización hacia los fenómenos
Que tienen la naturaleza de la ilusión y están desprovistos de los dos tipos de ser,
Estar de acuerdo con la naturaleza de los fenómenos y no contradecirla, 
Aquellos que poseen sabiduría ascienden al excelente Sexto Bhumi.

"Permanecen en clara concordia y poseen el poder de la sabiduría.
Consideran el surgimiento y la destrucción de todos los mundos.
El origen de la Oscuridad de la Ignorancia es la naturaleza de la creación de los seres;
Cuando hay cese de la ignorancia ésta no ocurre.

"Ellos perciben que la formación de condiciones es en última instancia vacía.
Conocen la igualdad de acciones, causas y condiciones, que no es contraria a la acción.
Sabiendo perfectamente que las acciones no tienen hacedor,
Observan que los fenómenos compuestos son como nubes masivas, carentes de acción.

"Sin conocer la verdad, ignorante de lo último,
Existe karma a través del poder de la mente y la creación de división. 
Basado en la mente hay un nombre y una forma connatos y así sucesivamente,
Hasta el surgimiento de la gran agregación del sufrimiento.

"Superan los Tres Reinos como si fueran ‘solo mente’. 
Estos doce componentes del devenir están en una sola mente. 
Nacen del deseo, son la manifestación de la mente.
Así pues, la creación y la destrucción también son aspectos de la mente. 

"La ignorancia tiene dos efectos: crea un estado de engaño,
Y también proporciona la causa de la mentalización.
Y así sucesivamente, hasta el envejecimiento, la destrucción y la ruptura de los skandhas.
Y así la totalidad de todo sufrimiento que no tiene cesación.

"La ignorancia como condición es ininterrumpida,
Pero  cuando hay ausencia de creación hay cese. 
La ignorancia, el anhelo y el aferramiento son el camino de los kleśas.
Las acciones y el devenir son mentalización, y el resto son sufrimiento.

"La ignorancia hasta las bases sensoriales es el sufrimiento de los fenómenos compuestos.
El contacto y la sensación son el sufrimiento del sufrimiento.
Los componentes restantes aumentan el sufrimiento del cambio.
Al conocer el altruismo se acaban los tres sufrimientos. 

"La mente en la oscuridad y las formaciones tienen lugar en el pasado.
La consciencia y así sucesivamente, hasta la sensación, ocurren en el presente.
El anhelo, el devenir y el sufrimiento surgen en el futuro.
Observar esto es el cese de su conexión y continuidad. 

"La ignorancia como condición da lugar a la esclavitud.
La liberación de la esclavitud es el cese de las condiciones. 
La fuente del surgimiento es una causa; no existe sin causa. 
La sabiduría de los Hijos del Buda observa la naturaleza vacía. 

"La existencia surge a través del proceso de generación a partir de la ignorancia.
Todo surgimiento cesa por la negación que destruye la causa. 
Como resultado de las condiciones profundas existentes o no existentes,
La mente no residente observa los diez aspectos:

"(1) Una mente, (2) la conexión de los componentes del surgimiento,
(3) Las etapas de la actividad, (4) la inseparabilidad, (5) los tres procesos, (6) el pasado,
(7) Los tres sufrimientos , (8) las causas del surgimiento, (9) la generación y la eliminación,
(10) La cesación, que es la conclusión del devenir, y el desarrollo , que es el resultado de las condiciones. 

"De esa manera comprenden el Origen Dependiente,
Que son como apariciones, falsas, sin sensación ni acción,
Como los sueños y de modo similar las ilusiones,
Y como las ilusiones ópticas que ven los seres infantiles e ignorantes.

"Quienes meditan de esa manera tienen el vacío de los sabios.
Esa ausencia de condiciones es la falta de rasgos distintivos; 
Sabiendo que lo que aparece es irreal, no hay aspiración,
Sin embargo, nacen debido a su compasión por los seres.

"De esa manera, esos grandes seres meditan sobre las puertas de la liberación.
La compasión en sus mentes aumenta, y desean las cualidades de la Budeidad.
Ellos observan que los fenómenos compuestos se crean a través de la agregación.
Hay una motivación definida y poseen numerosas cualidades.

"Logran diez mil Samadhis de Vacuidad,
Y lo mismo ocurre con la ausencia de rasgos y la falta de aspiraciones.
Tienen mayor sabiduría y suprema paciencia concordante .
Tienen la liberación de los sabios y poseen una sabiduría sin obstáculos. 

"Con esa motivación hacen ofrendas a una multitud de sabios.
Ellos alaban grandemente esta enseñanza del Buda.
Obtienen el tesoro de los Budas y lo realizan plenamente.
Como el oro adornado con berilos se vuelven aún más brillantes que antes. 

"La luz de la luna calma los cuerpos de los seres.
Aunque se levanten los cuatro vientos no podrán quitárselo.
La luz de los Bodhisattvas trasciende el camino de los Maras,
Eliminando el dolor de los kleśas y la enfermedad del sufrimiento.

"Aquellos que han alcanzado este Bhumi se convierten en señores de los dioses,
Sunirmitas, que son expertos en disipar el orgullo.
Todo lo que hagan a través del camino de la sabiduría
Trasciende el camino de los Shravakas, es estable y no puede ser quitado.

"Estos Bodhisattvas, que están dotados de diligencia,
Deseas alcanzar en un instante un billón de Samadhis.
Ven numerosos Budas en las diez direcciones,
Brillando tan intensamente como el sol de verano.

"Los Hijos del Buda han enseñado
El Sexto Bhumi de los grandes seres,
Que es profundo, difícil de ver, sutil,
Y no pueden ser comprendidos por los Shravakas y los Pratyekabuddhas. 

"Manifestado
Es elSexto Bhumi".

Las huestes de deidades que residen en el cielo.
Nubes dispersas, hermosas y multicolores.
Hablaron con hermosas palabras,
Con completa y sublime alegría perfecta:

"¡Bien hecho! Tiene una mente perspicaz,
Posees cientos de cualidades y el dominio de la sabiduría,
Y tienes la conducta perfecta y la felicidad.
Del loto blanco perfecto que beneficia a los seres". 

Entonces los grandes señores que moran en el cielo se dispersaron.
Luz suprema e inigualable sobre el Supremo entre los hombres.
Esparcieron nubes supremas y hermosas de incienso.
Sobre el señor de los humanos que elimina el flujo de kleśas.

El ejército de los dioses habló con deleite.
Con voces alegres y hermosas,
Diciendo que aquellos que habían escuchado las enseñanzas sobre los Bhumis
Habían alcanzado el logro más alto.

Las diosas con mentes encantadas 
Tocaron música hermosa combinada con sus hermosas voces,
Y a través del poder de la excelente conducta de Buda
Hablaron así de la conducta suprema:

"El sabio, el más excelente en buena conducta,
Domadores de los bien domados, aquellos honrados por el mundo,
Quienes han trascendido el mundo entero
Sin embargo, actúan en el mundo, enseñando lo que es sutil.

"Manifiestan diversos cuerpos,
Cada cuerpo habita en la verdadera naturaleza.
Viviendo en paz, con las divisiones unidas,
Hablan sin sonido de voz ni sílabas.

"Van a cientos de reinos
Y hacen ofrendas a los guías, quienes son los más dignos de ser ofrecidas.
Tienen el poder de la sabiduría, disipando
La concepción de que los reinos son producidos por un yo.

"Aunque maduren seres,
No tienen concepción de sí mismos ni de los demás.
Acumulan méritos perfectamente,
Pero no se detienen en la acumulación de méritos.

"Ven que todos los mundos están ardiendo
Con ira, deseo e ignorancia,
Y abandonan toda conceptualización,
Y con compasión se dedican perfectamente a la diligencia".

La multitud de dioses y diosas
Hicieron ofrendas al discurso supremo,
Y todos estaban llenos de alegría y en silencio.
Y se quedaron mirando al gran sabio.

Entonces Vimukticandra dijo:
"La asamblea se encuentra en paz.
Hijo del Buda, describenos
La naturaleza del Séptimo Bhumi".