Anteriormente, vimos una introducción y una traducción del Zazen Wasan, el Poema de la Meditación Sentada del Maestro Hakuin. Si bien el mismo pertenece a la escuela Rinzai Zen, su universalidad lo ha hecho acplicable a todas las escuelas budistas que practiquen meditación. Lo que rara vez se recuerda —y que muchas veces queda oscurecido por la historiografía posterior— es que durante siglos la escuela Rinzai fue parte integral del universo doctrinal del Tendai japonés. La tradición Tendai fue la gran matriz del Budismo japonés. De ella brotaron casi todas las corrientes que conocemos: la Tierra Pura de Honen y Shinran, el Zen de Eisai y Dogen, el Nichirenismo, e incluso corrientes esotéricas ligadas al Shingon. De hecho, en la escuela Tendai, aún enseña el Zen como uno de los cuatro entrenamientos principales en el proceso de formación y ordenación de sus monjes, siguiendo el linaje Zen traído por el Gran Maestro Saicho en el Siglo VIII y Eisai en el Siglo XII.
El Maestro Eisai (1141–1215), fundador del Zen Rinzai en Japón, al giaul que Dogen, fue primero un monje plenamente formado en el Monte Hiei, corazón del Tendai, y de hecho, fue un maestro (Acharya) esotérico. Allí recibió ordenación, estudió las doctrinas de los Cinco Periodos y Ocho Enseñanzas, la Triple Verdad (Santai) y la doctrina de la Budeidad Innata (Hongaku), todo lo cual pasó al Rinzai Zen. Su viaje a China, que lo puso en contacto con el Chan, no borró esa raíz, sino que la enriqueció. Cuando Eisai regresó al Japón, trajo el Zen no como una doctrina ajena, sino como un método práctico que consideraba expresión del Dharma Perfecto y Completo ya proclamado por el Tendai. Por ello su Zen fue acogido bajo la órbita del Monte Hiei, y por siglos no pudo entenderse separado del marco doctrinal del Loto.
Del mismo modo, aunque la escuela Rinzai con el tiempo adquirió autonomía institucional, su alma doctrinal permaneció ligada a la visión Tendai. Y aquí se inserta la figura de Hakuin. Hakuin, reformador del Rinzai, no podía sustraerse a esa herencia. Aunque sus escritos parecen moverse en el registro directo, vigoroso y a veces antiescolástico del Zen, su trasfondo doctrinal está impregnado por categorías propias del Loto: la Budeidad Universal, el principio de los Tres Mil Reinos en un Solo Instante de Pensamiento (Ichinen Sanzen), la unión de lo exotérico y esotérico, y la visión del Buda Eterno.
Veamos entonces un comentario budológico del Poema del Zazen de Hakuin Zenji, leyéndolo a la luz de la doctrina del Budismo del Loto —el núcleo del Mahayana, donde se revela el Buda Eterno, el Vehículo Único y la Budeidad Innata de todos los seres, inclyendo incluso elementos esotéricos.
“Todos los seres son en esencia Budas…”. Hakuin abre su poema con la declaración fundamental: “Todos los seres sintientes son, en su esencia, Budas”. Esta frase resuena de manera directa con la proclamación central del Sutra del Nirvana: “Todos los seres poseen la Naturaleza del Buda”. Desde la perspectiva del Budismo del Loto, esta es la verdad definitiva: la Budeidad no es un estado adquirido, sino la realidad profunda e innata que sostiene la Existencia.
La metáfora que sigue, “como el agua y el hielo”, traduce en imágenes cotidianas la doctrina del Hongaku —la Iluminación Originaria— desarrollada por el Gran Maestro Chih-i y Saicho. El hielo no es otra cosa que agua en estado transitorio: del mismo modo, los seres en ignorancia no son otra cosa que Budas cuya naturaleza está momentáneamente cristalizada por el frío de la ilusión. El Buda del Loto nos enseña que la salvación no consiste en agregar algo desde fuera, sino en fundir el hielo para revelar lo que siempre estuvo presente.
La afirmación de Hakuin va aún más lejos cuando declara: “aparte de los seres sintientes, no hay Budas”. Aquí la visión del Sutra del Loto brilla con fuerza: el Buda Eterno no existe como un ente separado, sino como la Vida misma manifestándose en los seres. El Capítulo 16 del Sutra del Loto proclama que el Buda está siempre presente en el mundo, apareciendo con formas diversas según las necesidades de los seres. Hakuin recoge este eco: no hay Buda fuera de los seres, porque cada ser es ya manifestación del Buda Eterno.
“No sabiendo cuán cerca está la Verdad, la buscamos lejos…”. Esta lamentación refleja la pedagogía de los medios hábiles (upaya). Los seres buscan la Iluminación en lo lejano, en lo extraordinario, en lo separado, cuando la realidad búdica late en su propio corazón. El Sutra del Loto compara esta situación con el hijo pobre que desconoce la riqueza de su padre: metáfora idéntica a la que Hakuin usa aquí con el “hijo de un hombre rico vagando entre pobres”.
Hakuin, en línea con la enseñanza del Loto, denuncia la paradoja de los seres: “estamos rodeados de agua y morimos de sed”. La Verdad está en todo lo que nos circunda, pero la ignorancia nos hace incapaces de beber de ella. Aquí se refleja el principio Tendai de los Tres Mil Reinos en un solo Instante de Pensamiento, según el cual todo fenómeno, en este preciso instante, contiene ya la plenitud de la Budeidad.
“La razón de transmigrar por los Seis Reinos…”. Hakuin explica que el Samsara es producto de la Oscuridad de la Ignorancia. Desde la perspectiva de la Escuela del Loto, esa ignorancia no es sustancia ontológica, sino simple desconocimiento de nuestra Verdadera Naturaleza. Chih-i lo expresaba en su doctrina de las “Tres Verdades”: el Vacío (todo carece de esencia fija), la Existencia Provisional (los fenómenos aparecen por causas y condiciones), y el Camino Medio (su unidad armoniosa). Al no comprender esta Triple Verdad, los seres se extravían en la dualidad y caen en los Seis Reinos de transmigración. Pero, como enseña el Sutra del Loto, incluso en esos reinos el Buda se manifiesta, predicando y conduciendo a la Iluminación. De ahí que el Loto declare que incluso Devadatta, símbolo del mal, es en última instancia Buda. Hakuin coincide: no hay infierno tan profundo que no contenga la Semilla del Despertar.
“En cuanto al Samadhi del Mahayana, no hay palabras que lo alaben plenamente…”. En este pasaje, Hakuin exalta la grandeza inconmensurable del Samadhi del Mahayana. Aquí no se refiere a una mera concentración mental, sino al estado de absorción en la Realidad tal cual es: la unión del corazón del practicante con la Sabiduría del Buda.
El Sutra del Loto enseña que todas las prácticas, todas las doctrinas y todos los caminos convergen en el Vehículo Único. Hakuin traduce esta verdad proclamando que las Seis Paramitas (Generosidad, Preceptos, Paciencia, Esfuerzo, Meditación y Sabiduría) y las demás prácticas —invocar el Santo Nombre del Buda (el Nembutsu - Namu Amida Butsu), confesar las faltas, ejercitarse en la disciplina— retornan finalmente a este Samadhi. Dicho de otro modo: todas las prácticas del Dharma son preparaciones o manifestaciones de la única realidad, que es Zazen como contemplación directa de la Mente del Buda. En la Escuela del Loto Reformada, esto corresponde a la doctrina de la unificación de lo exotérico y lo esotérico: toda práctica, por humilde o parcial que parezca, alcanza su plenitud cuando se enraíza en la Verdad del Buda Eterno. Así, el Samadhi del Mahayana no es algo añadido desde fuera, sino el horizonte común hacia el que se dirigen todas las sendas.
“Quien lo experimente, aunque sea por un solo instante, verá todo karma borrado…”. Aquí aparece una afirmación audaz: basta un solo momento de auténtico Zazen para que se disuelva el peso del karma acumulado. A primera vista puede parecer exagerado, pero corresponde al espíritu del Sutra del Loto, que proclama que escuchar un solo verso, recitar un solo Santo Nombre, sembrar una sola semilla de fe en el Dharma supremo basta para asegurar la Iluminación futura. El Capítulo 20 del Sutra del Loto dice que incluso quienes, en un solo instante de pensamiento, se alegren al escuchar la enseñanza, recibirán méritos inconmensurables. Hakuin repite esta misma certeza: un solo instante de auténtico encuentro con la Verdad es suficiente para cambiar el destino entero de un ser. Este punto también refleja la doctrina de la naturaleza indeterminada de los seres: nadie está predestinado a la ignorancia eterna; en cualquier momento puede surgir la apertura que rompe el ciclo del Samsara. Por eso Hakuin proclama que, tras este Despertar, no se encontrarán caminos de maldad, y la Tierra Pura dejará de ser un sueño lejano: estará presente, cercana, interior.
“Si escuchamos una sola vez con corazón abierto…”. Este énfasis en la escucha atenta y confiada también refleja la pedagogía del Sutra del Loto. Allí se nos enseña que basta con escuchar y alegrarse, basta con aceptar y alabar la enseñanza, para abrir la puerta del mérito. El Dharma no exige méritos acumulados durante kalpas; exige apertura sincera en este mismo momento. Hakuin prosigue con una exhortación: si esto ocurre al escuchar una sola vez, ¡cuánto más cuando se reflexiona y se realiza directamente la naturaleza propia! Aquí se refleja la dinámica del Loto: escuchar, alegrarse, comprender, practicar y realizar. Es un proceso que comienza con una chispa de fe y culmina en la certeza de que la “naturaleza propia” no es una esencia fija, sino la libertad infinita de la Vacuidad. En el Budismo del Loto Reformado, esto se interpreta como el paso de la fe inicial a la Budofanía: el momento en que la fe se convierte en visión directa del Buda Eterno, y la vida cotidiana se revela como terreno sagrado.
“Realizando la forma de la no-forma como forma…”. En este verso Hakuin nos conduce al corazón del misterio Zen: la paradoja de la forma sin forma. Reconocer la “forma de la no-forma como forma” es penetrar en la visión del Camino Medio de la escuela Tendai.
Chih-i explicó que todo fenómeno posee tres dimensiones inseparables:
- Vacío (Sunyata) o Unidad Fundamental: nada tiene una naturaleza fija, todo carece de esencia propia y procede de la Esencia, la Talidad (Tathata). Esto es el Nirvana.
- Existencia Provisional o Dualidad y Multiplicidad: los fenómenos se manifiestan por causas y condiciones, con formas concretas y operativas. Esto es el Samsara.
- Vía Media: la unidad de ambas perspectivas, en la cual Vacío y Existencia Provisional se reconcilian y se ven simultáneamente como manifestaciones de la misma Talidad.
Hakuin refleja esta misma verdad: lo informe no es negación de la forma, sino su fundamento más profundo. Cuando el practicante comprende esto, descubre que ir o volver, moverse o permanecer, no lo aparta nunca del Camino. Cada paso, cada acción, se convierte en manifestación de la Vía.
El Sutra del Loto enseña que los Budas aparecen con cuerpos múltiples para guiar a los seres, pero todos ellos son emanaciones del mismo Buda Eterno. Del mismo modo, todas las formas —incluyendo nuestro propio cuerpo y la vida cotidiana— son expresiones provisionales de la no-forma absoluta, del Dharma ilimitado.
“Realizando el pensamiento de lo no-pensado como pensamiento…”. Aquí Hakuin va aún más allá: el no-pensamiento no es ausencia de mente, sino la mente liberada de fijaciones. Reconocer el “pensamiento del no-pensamiento” es habitar la dimensión de la conciencia donde los pensamientos surgen y desaparecen como olas en el océano, sin atarse a ellos ni quedar atrapados en sus redes. En la tradición del Loto, esta es la sabiduría que trasciende los extremos: ni aferramiento a la existencia (pensamiento), ni apego al vacío (no-pensamiento), sino la unión dinámica de ambos. Chih-i denominó a esta práctica meditativa “Calma y Contemplación” (Shikan, Samatha y Vipassana), donde la mente reconoce sus propias creaciones sin esclavizarse a ellas. Por eso Hakuin concluye: “ya sea cantando o danzando, somos la voz del Dharma”. Cuando el pensamiento del no-pensamiento es realizado, cada acción espontánea se convierte en manifestación del Buda. Esto refleja la enseñanza del Capítulo 2 del Sutra del Loto, donde incluso las actividades ordinarias de los Bodhisattvas —caminar, estar de pie, sentarse o acostarse— son proclamadas como actos de predicación del Dharma.
“La puerta de la unidad de causa y efecto se abre…”. Esta declaración sintetiza la visión Mahayana del karma y de la salvación. En la perspectiva del Loto, no existe separación entre causa y efecto: cada instante de práctica contiene ya su fruto, y cada fruto remite a la causa que lo origina. Cuando Hakuin afirma que la puerta se abre, está proclamando la experiencia del no-dos, no-tres: el Camino recto donde todas las dualidades se deshacen. Esta es la vía del Buda Eterno, siempre presente, que integra sin esfuerzo la multiplicidad de formas en la unidad del Dharma.
“¡Qué vasto y despejado es el cielo sin trabas del Samadhi!”. El poema culmina con una imagen cósmica: el Samadhi del Mahayana es un cielo abierto, inmenso, sin límites ni obstrucciones. Esta metáfora resuena con la visión del Sutra Avatamsaka, donde la Mente Iluminada es descrita como un espacio ilimitado que lo abarca todo sin resistencia. Pero leído a la luz del Sutra del Loto, este “cielo sin trabas” no es un estado abstracto: es la revelación del Buda Eterno que permea todos los mundos. En el Capítulo 16, el Buda proclama que su vida es infinita y que nunca ha dejado de predicar, presente en todos los rincones. El Samadhi es vasto porque no hay lugar donde la vida del Buda no esté presente; es despejado porque nada puede ocultar su luz.
“¡Qué clara y luminosa la luna perfecta de las Cuatro Sabidurías!” La luna es una imagen clásica de la iluminación. Hakuin la usa aquí para aludir a las Cuatro Sabidurías del Buda descritas en el Budismo Esotérico. En la tradición esotérica, la mente ordinaria de los seres se estructura en ocho conciencias (doctrina heredada del Yogacara):
- Cinco conciencias sensoriales.
- La conciencia mental (Mano).
- La conciencia de sí (Manas), que se aferra a un “yo”.
- La conciencia almacén (Alaya), donde reposan las semillas kármicas.
- La Consciencia Universal (Amala), que es una con el Nirvana y el Buda Eterno.
Cuando estas conciencias son purificadas por la práctica esotérica y por el despertar, se transfiguran en las Cuatro Sabidurías del Buda:
- Gran Sabiduría del Espejo Redondo - Surge cuando el Alaya deja de ser depósito de ignorancia y se revela como espejo puro que refleja todo sin distorsión. Es la sabiduría de Mahavairocana (Dainichi Nyorai) mismo, vasto como un espejo infinito.
- Sabiduría de la Igualdad - Nace cuando el manas, en vez de aferrarse a un yo ilusorio, se abre a la igualdad fundamental de todos los seres. Reconoce que no hay diferencia entre Buda y ser común, entre Samsara y Nirvana.
- Sabiduría de la Maravillosa Observación - Es la transfiguración de la conciencia mental (Mano). Purificada, se convierte en una observación clara y penetrante que distingue los fenómenos sin apego ni prejuicio, con compasión activa hacia todos los seres.
- Sabiduría del Logro de lo que Debe Hacerse - Se manifiesta cuando las cinco conciencias sensoriales se liberan del apego. Se convierten en instrumentos puros que actúan en el mundo conforme a las necesidades de los seres, realizando espontáneamente la compasión del Buda.
Estas Cuatro Sabidurías son, en esencia, la mente del Buda en acción: una mente espejo, igualitaria, observadora y eficaz. En el Budismo Esotérico, estas Cuatro Sabidurías se desarrollan aún más, vinculándose con las Cinco Sabidurías de los Cinco Budas Cósmicos, cada una manifestada en un Buda central de los Mandalas:
- Sabiduría del Espejo Perfecto - Representada por Akṣobhya (Ashuku Nyorai), que encarna la firmeza inamovible de la Mente Iluminada.
- Sabiduría de la Igualdad - Representada por Ratnasambhava (Hosho Nyorai), que revela la dignidad igual de todos los seres, como joyas del mismo tesoro.
- Sabiduría de la Observación Discriminadora - Representada por Amitabha (Amida Nyorai), que observa los pensamientos de los seres y los ilumina con compasión y discernimiento.
- Sabiduría de la Acción Perfecta - Representada por Amoghasiddhi (Fukujoju Nyorai), que manifiesta la acción correcta y eficaz en beneficio de los demás.
- Sabiduría de la Esencia del Dharma - Es la quinta, no nombrada directamente por Hakuin, porque es la unión de todas. Se manifiesta en el Buda central Mahavairocana (Dainichi Nyorai), Señor del Mandala del Mundo del Dharma y Fuente de todos los Budas. Esta es la Sabiduría de la realidad misma, la visión que abarca y trasciende todas las otras, donde el cosmos entero es Cuerpo y Palabra del Buda.
Cuando Hakuin exclama: “¡Qué clara y luminosa la luna perfecta de las Cuatro Sabidurías!”, está evocando directamente esta doctrina esotérica. Su lenguaje es Zen, pero su trasfondo es Mikkyo. Y aunque menciona solo cuatro, implícitamente conduce al practicante hacia la quinta Sabiduría: la unidad de todas en el reconocimiento de que la realidad misma —el cielo, la luna, la mente, el Zazen— es ya la manifestación del Buda Eterno. Así, la luna perfecta es metáfora de esa totalidad: una sola luz que, aunque reflejada en las aguas de la mente de cada ser, sigue siendo única e indivisible.
Estas sabidurías son la transfiguración de las conciencias ordinarias cuando se revelan como manifestaciones de la Mente Búdica. El Sutra del Loto ya lo había anticipado: toda la multiplicidad de enseñanzas y percepciones, al ser integradas en el Vehículo Único, brillan como una sola luna perfecta que ilumina por igual a todos los seres. En la tradición Tendai, esta claridad lunar se relaciona con la contemplación de la Triple Verdad en un solo pensamiento. La mente que ve vacío, existencia provisional y Camino Medio al unísono se convierte en luna radiante que refleja sin distorsión la Realidad.
“Este mismo lugar es la Tierra del Loto, y este mismo cuerpo es el cuerpo del Buda.” Aquí se encuentra la proclamación definitiva del poema, y el puente que lo une íntimamente al Budismo del Loto. No hay que esperar al más allá, ni buscar una Tierra Pura en otro mundo: el aquí y el ahora es la Tierra del Loto. El Sutra del Loto enseña que dondequiera que el Dharma se predique, se lea o se recite, allí mismo debe venerarse como si fuera un campo de Budas. El Capítulo 21 dice que este Sutra transforma cualquier lugar en un campo sagrado. Hakuin recoge esa visión: no hay distancia entre este suelo y la Tierra Pura, porque el Buda Eterno permea el mundo presente.
Y más aún: este cuerpo es ya el cuerpo del Buda. No se trata de esperar una transformación futura, sino de reconocer la identidad profunda entre nuestra existencia y la vida infinita del Buda. En el capítulo 16, el Buda proclama: “Yo soy siempre aquí, predicando y enseñando”. Hakuin, en sintonía, invita al practicante a comprender que su propio cuerpo, limitado y mortal, es simultáneamente manifestación del Cuerpo Eterno.
El Poema del Zazen de Hakuin, leído a la luz del Budismo del Loto, no es solo un himno Zen, sino una síntesis poética de las verdades supremas del Mahayana:
- La Budeidad Innata de todos los seres.
- La función liberadora del Samadhi como Vehículo Único.
- La unión de forma y no-forma, pensamiento y no-pensamiento.
- La revelación del aquí y ahora como Tierra del Loto.
Es, en definitiva, una celebración de la Budofanía, la irrupción de la presencia del Buda Eterno en la vida cotidiana del practicante. El Zazen Wasan de Hakuin, lejos de ser un texto aislado del canon, es una reinterpretación Zen del Budismo del Loto. Lo que hace Hakuin es poner en clave poética y práctica la budología Tendai: lo innato (Hongaku), la Budofanía del aquí y ahora, la unidad de todas las prácticas en el Vehículo Único, y la presencia del Buda Eterno en este mismo cuerpo.
Así como Eisai fundó el Rinzai sobre la base de las Enseñanzas Perfectas y Completas del Loto, así también Hakuin —sin decirlo explícitamente— no puede comprenderse fuera de esa matriz. El Poema del Zazen es, en este sentido, un canto Zen al Sutra del Loto, una proclamación de que la práctica del Zazen no es otra cosa que la entrada viva en la Tierra del Loto revelada por el Buda Eterno.
Meditación sobre el Poema del Zazen a la Luz del Loto
Siéntate en silencio, como Hakuin exhorta, dejando que el murmullo del mundo se desvanezca poco a poco. Respira profundo, y al inspirar, siente que el aire mismo es el hálito del Buda Eterno que sostiene tu vida. Al espirar, abandona los velos de la ignorancia que te hacen olvidar lo que eres.
Recuerda las palabras iniciales del maestro: “Todos los seres son en esencia Budas”. Repite en tu mente esta verdad, y mírate como un fragmento de hielo que, al contacto con el sol de la sabiduría, se derrite y revela su naturaleza de agua clara. El hielo no era distinto del agua, y tu ser no es distinto de la budeidad.
Cuando la mente se agita buscando fuera, imagina la paradoja de estar rodeado de un río y morir de sed. Vuelve a tu interior, bebe de esa fuente que nunca se agota. El Dharma no está lejos; late en cada instante de tu respiración, en cada pliegue de tu conciencia.
Permanece unos momentos en la vastedad del Samadhi, ese cielo despejado que no conoce fronteras. No hay norte ni sur, no hay arriba ni abajo, solo el horizonte sin trabas donde todo se disuelve en claridad. Allí todas las prácticas convergen: las pāramitās, la invocación, la confesión, la disciplina… todas se unifican en la quietud de este instante.
Contempla la luna perfecta de las Cuatro Sabidurías brillando sobre el océano de tu mente. Su luz es serena, no hiera la oscuridad, sino que la abraza y la disipa. Siente que tu conciencia, aun con sus pensamientos, se vuelve espejo redondo y limpio que refleja sin mancha todo lo que aparece.
Y finalmente, afirma en lo profundo de ti: “Este lugar es la Tierra del Loto, este cuerpo es el Cuerpo del Buda”. No esperes otra vida, ni otro mundo: aquí, en este mismo suelo, en esta carne mortal, palpita la vida infinita del Tathagata. Tu existencia, con sus luces y sombras, es ya manifestación del Reino del Buda.
Permanece en silencio unos momentos más, dejando que esta certeza se hunda como raíz en tu corazón. Y cuando te levantes, canta, danza, trabaja, ríe, llora… sabiendo que todo lo que hagas será la Voz del Dharma resonando en el mundo.
* * *
Nota: No existe una “fecha exacta” única en la que el Rinzai “se separa” de la escuela Tendai, porque el proceso fue gradual. En Japón, el Zen de Eisai nace dentro del ecosistema doctrinal de Tendai y solo en la época moderna (Meiji) el Estado fija jurídicamente la estructura denominacional. Veamos algunos datos:
- Fundación de Kennin-ji (1202), el primer gran foco de la transmisión de Eisai en Kioto. Kennin-ji nació como un complejo “trisectario” (Tendai/Esotérico y Zen) y solo con la llegada del maestro chino Rankei Doryu en 1259 se consolidó como “puro” monasterio Zen. Sin embargo, las tres prácticas continuaron.
- Definición moderna por el Estado (Meiji 7 = 1874). Tras una breve fase (1872) en la que el gobierno agrupó “el Zen” como una sola entidad administrativa, en 1874 el gobierno separa oficialmente “Rinzai” y “Soto” dentro de la categoría Zen. Este es el hito jurídico más claro para hablar de “independencia” como escuela diferenciada en el sentido moderno.
- Estructuración de ramas internas (Meiji 9 = 1876). Ese mismo proceso se profundiza cuando las principales ramas Rinzai (Nanzen-ji, Tenryū-ji, Shōkoku-ji, Kennin-ji, Kenchō-ji, Engaku-ji, Daitoku-ji, Myōshin-ji, Tōfuku-ji) quedan reconocidas con su propio “kanchō” (primado) —es decir, la denominación Rinzai se consolida como conjunto de “ha” (ramas) autónomas, algo ya plenamente moderno.
- Por todo esto, podemos -para propósitos prácticos, fijar la fecha de la separación Tendai/Rinzai a nivel doctrinal en el Siglo XIII, e independencia jurídica-denominacional en el año Meiji 7 (1874) .
