Bienvenido a la Tierra Pura de la Luz Serena, un recurso sobre el Verdadero Budismo (一乘佛教), y sus posteriores ramificaciones, a la luz de las Enseñanzas Perfectas y Completas (圓教). Aquí presentamos el Budismo como religión, filosofía y estilo de vida, con énfasis en la Teología Budista (Budología), aspirando a presentar el Budismo balanceadamente entre la academia (estudios budistas) y la devoción, desde el punto de vista de una escuela tradicional de Budismo japonés (Tendai-shu 天台宗) y las enseñanzas universales del Sutra del Loto (法華経).


martes, 2 de octubre de 2018

Aclarando Errores y Malentendidos sobre el Budismo III: Budismo, Política y Estado I

Una de las imágenes más infundidas e nuestra memoria cuando pensamos en el Budismo es la de monjes con cabezas rapadas que han renunciado completamente al mundo para dedicarse a una vida de renuncia, castidad, pobreza y meditación. Pero el Budismo, desde el momento en que el Buda comenzó su predicación y formó su Sangha (orden monástica), el Budismo dejó de ser una religión del bosque y pasó a ser una religión urbana. En esta serie, tocaremos el rol del Budismo en la política y el Estado.



El Budismo siempre ha estado atado al estado. Los shramanas vivían en monasterios financiados por los reyes y la clase alta (que tenía el dinero para donar la tierra y contruir monasterios. Entiendo el romance de la imágen de los ascetas errantes abandonando todo, pero es solo eso: una narrativa mítica. La realidad es que siempre estuvo atado a las ciudades (donde mendicaban) y al estado (que los financiaba y esparcía el Dharma). Veamos algunos ejemplos.

Jetavana fue uno de los monasterios budistas o viharas más famosos de la India. Fue el segundo vihara donado a al Buda Shakyamuni después del Veluvana en Rajgir. Jetavana se encuentra a las afueras de la antigua ciudad de Savatthi. También había un vihara importante llamado Jetavana en Sri Lanka. Jetavana fue el lugar donde Buda dio la mayoría de sus enseñanzas y discursos, habiendo pasado en Jetavana diecinueve de los 45 vassas, más que en cualquier otro monasterio. Se dice que después de la Migāramātupāsāda, una segunda vihara erigida en Pubbarama, cerca de Savatthi, fue donde el Buda residiría alternativamente entre Jetavana y Migāramātupāsāda, a menudo pasando el día en una y la otra en la noche. La vihāra casi siempre se conoce como Jetavane Anāthapindikassa ārāma (Pali, que significa: Jardín de Jeta, Monasterio de Anathapindika). Los Shastras dicen que esto fue deliberado (por sugerencia del Buda), para que los nombres de los dueños anteriores y posteriores pudieran ser registrados y que a la gente los recordara como personas generosas en la causa de la religión, para que otros sigan su ejemplo.

Shravasti fue una ciudad de la antigua India y una de las seis ciudades más grandes de la India durante la vida del Buda. La ciudad estaba ubicada en las fértiles llanuras de Gangetic en el distrito actual del mismo nombre, Shravasti, que pertenece a la división Devipatan de Uttar Pradesh cerca de Balrampur, a unos 170 kilómetros (106 millas) al noreste de Lucknow.

Igualmente, en la época del Buda, Vaiśālī, que visitó en muchas ocasiones, era una ciudad muy grande, rica y próspera, llena de gente y con abundante comida. Había 7.707 campos de placer y un número igual de estanques de lotos. Su cortesana, Amrapali, fue famosa por su belleza y ayudó en gran medida a hacer que la ciudad fuera próspera.

Pero tal vez uno del os mejores ejemplos es Nalanda, un Mahavihara - un gran monasterio budista - en el antiguo reino de Magadha (actual Bihar) en la India. El sitio está ubicado a unos 95 kilómetros (59 millas) al sureste de Patna, cerca de la ciudad de Bihar Sharif, y fue un centro de aprendizaje desde el Siglo V al 1200 EC. En su apogeo, la escuela atrajo a académicos y estudiantes de lugares cercanos y lejanos, algunos de los cuales viajaron desde el Tíbet, China, Corea y Asia Central. La evidencia arqueológica también señala el contacto con la dinastía Shailendra de Indonesia, uno de cuyos reyes construyó un monasterio en el complejo. Nalanda fue inicialmente un pueblo próspero por una importante ruta comercial que atravesaba la cercana ciudad de Rajagriha (el moderno Rajgir), que en ese momento era la capital de Magadha. Se dice que Mahavira, pasó 14 temporadas de lluvia en Nalanda. También se dice que el Buda Shakyamuni dictó conferencias en un pinar cercano llamado Pavarika y uno de sus dos principales discípulos, Shariputra, nació en el área y luego alcanzó el Nirvana allí. Esta asociación tradicional con Mahavira y el Buda data tenuemente de la existencia de la aldea al menos entre los Siglos V y VI EC.

Esto muestra que en aquellas partes del mundo asiático donde el Budismo fue promovido por la clase alta o donde es la religión de la mayoría, desempeñó y continúa desempeñando un papel prominente, no pocas veces con consecuencias para la política nacional. Debido a que el Budismo está tan estrechamente asociado con las normas culturales y las visiones del mundo, no puede ser aislado de la política, ya sea visto históricamente o con respecto a los acontecimientos actuales. El Budismo es un organismo vivo que se nutre de las circunstancias políticas de una cultura, un momento o un lugar en particular. Su historia refleja las tensiones de la adolescencia, la madurez y la vejez, y en ocasiones se ha metamorfizado para adaptarse a los cambios en su entorno. Como sabemos, la historia de síntesis y adaptación del Budismo lo llevó a dividirse en tres grandes ramas (Theravāda, Mahāyāna y Vajrayāna) y una gran cantidad de escuelas y movimientos. Al adaptarse a las circunstancias cambiantes a lo largo de la historia, el Budismo ha tratado de proteger y desarrollar su lugar en el mundo al que sirve, incluido el ámbito político.

La relación entre el Budismo y la política, entonces, ha sido y sigue siendo compleja, y varía considerablemente entre las diversas comunidades budistas de Asia. La política en los países de mayoría budista abarca desde la relativa libertad de expresión de Sri Lanka, Tailandia y Japón hasta las represiones impuestas a los ciudadanos de Myanmar, la República Popular de China y Corea del Norte. A pesar de la naturaleza apolítica de las enseñanzas del Buda Shakyamuni, y a pesar del estereotipo de un Dharma pasivista y no agresivo, se puede argumentar que las semillas de una cosmovisión política existen desde antes de la composición del Canon Pali. Más tarde, los textos Mahayana también tienen un significado político; el Sutra del Loto, por ejemplo, sirvió como texto clave para el Budismo japonés, mientras que el Sutra de la Luz Dorada y el Sutra de los Reyes Benevolentes expusieron los deberes de un rey justo.

Aunque las escrituras primarias del Budismo no establecen una filosofía política precisa, una lectura polisémica del Pali Sutta Pitaka revela un ideal político que complementa las enseñanzas soteriológicas del Buda. Esta soteriología se basa en el problema central del sufrimiento (dukkha), al cual el Budismo ofrece una solución práctica, centrada en la vida aquí y ahora. No hay dilema escatológico ni metas sobre el otro mundo que preocupen al Buda; más bien, sus enseñanzas se basan principalmente en ver los hechos de la vida tal como son y en erradicar la superstición y las prácticas sociales inútiles a través de la razón y el análisis. Sin embargo, más allá de esta base epistemológica, hay una dimensión social definida de las enseñanzas budistas: el Buda no solo pregunta cómo y qué sabemos, sino también qué debemos hacer, no solo por nosotros mismos sino por el bien común. El mensaje del Buda contra el anhelo y los síntomas emocionales de codicia, odio y engaño se aplican no solo al individuo, sino que también tienen implicaciones para el bienestar colectivo de la comunidad.

Históricamente, se considera que el Budismo se ha desarrollado más en concierto que en conflicto con el poder político. Los textos canónicos (Sutras) tratan el origen y desarrollo del estado y los derechos y deberes tanto del monarca como del ciudadano. La sociedad modelo y la política que presentan promueven una conducta ética y encarnan un ideal social fuerte, que luego guía los principales objetivos del estado: describen al gobernante ideal del mundo, el "Rey de la Rueda Celestial", que utiliza su autoridad civil para promover la justicia y la seguridad. En este y otros pasajes canónicos, las recomendaciones van más allá de la visión del mundo basada en la casta detrás de los códigos de leyes y leyes hindúes, instando a la igualdad de derechos y oportunidades para todas las personas, simplemente como miembros de la humanidad, independientemente de su casta o raza.

Si bien es un hecho con el que tengo sentimientos encontrados, Charles D. Orzech en su libro "Politics and Transcendent Wisdom: The Scripture for Humane Kings in the Creation of Chinese Buddhism (Hermeneutics)" Penn State University Press, 2008, nos explica que el Budismo, si bien muchos lo consideran trascendentalista, es bastante mundano y político. La impresión errónea de que el Budismo es definido por "monjes del bosque" (y peor aún, "monjes del bosque que abandonan el mundo") los cuales son equiparados a los "padres del desierto" de la tradición cristiana es una distorción histórico-cultural. Si uno analiza los Sutras y la historia del Budismo uno encuentra que la mayoría de los mismos fueron predicados en monasterios en tierras de patrones laicos, los cuales en su mayoría eran reyes, que estaban ubicados en o alrededor de las ciudades. El Budismo, y en particular el Budismo Mahayana, es una religión urbana e imperial que en muchos casos no podía ser identificada fuera de la ciudad y del imperio. Esto comenzó el la India pero tuvo su apogeo en China, Corea y Japón, donde el Budismo fue regulado y patrocinado por el Estado y servía para los intereses del país. Según la academia, el Budismo - y en especial el Mahayana y Vajrayana - veían los métodos salvíficos en una dialéctica de trascendencia y conquista del mundo, y fue este Budismo el que se esparció por China, Tibet, Corea y Japón, así como en el Sur de Asia (en su vertiente Theravada). Hay que recordar que muchos de estos reinos establecieron el Budismo como la religión del Estado, y en muchos países del Sur de Asia la religión no está separada del poder como en Occidente.